CAPÍTULO 35: EL RETORNO DE BLANCOSO

-Que siempre estés castigado no es una desgracia, es porque te lo mereces-argumentó Anne mientras todos se sentaban el la mesa de Gryffindor a la hora de cenar, tras un largo día de repaso para los ÉXTASIS-.
-El pobre no se lo merecía- le defendió Kirsten mientras Sirius esbozaba una sonrisa de autosuficiencia. La chica se había pasado el día entero colmando a Canuto de halagos para compensar así el mala trago que le hizo pasar cuando creyó que le había dejado plantada en el lago- Es que McGonagall no sabe hacer otra cosa mejor. ¡Y no está siempre castigado!
-Mmm, puede, pero piensa que a una profesora que autoritaria y probablemente convencional ante los ojos del alumnado no debe encontrar especialmente divertido que un alumno le haga una crítica poco constructiva e incluso ofensiva. Eso referente a McGonagall, y respecto a los castigos de Sirius, calcula: de las 24 horas que tiene el día, Black se tira 8 durmiendo, 3 jugando al Quidditch, 30 minutos haciendo los deberes, otros 30 atendiendo, 4 horas comiendo y las 6 restantes…pues si la jornada lectiva de Hogwarts son 8 horas diarias, entre esas 8, seguro que las 6 en las que Black sólo es él mismo, coinciden con algunas de las horas de McGonagall. Así que tienes razón, no está siempre castigado, pero si está siempre haciendo el imbécil.
Después del perfecto análisis del día de Sirius, Lily, James, Kirsten, Sirius y Remus la miraban con un aire de escepticismo, incredulidad y rareza, todo a la vez.
-Anne…No vuelvas a hacer eso, me das miedo.-dijo Sirius con temblores.
-¿Hacer el qué?¡Dejad de mirarme así!.
-De actuar como una matemática obsesionada y malvada- repuso Remus mientras cogía la ensaladera y se reía del resto.
-¿Mete qué, perdona?
-Matemático-repitió Remus- Un concepto muggle, ya sabéis…operaciones, números…todo eso.
Los chicos, que le miraban con extrañez, hicieron una mueca de comprensión y sonrieron, comprendiendo al fin.
-¡Claro, Metemátecos!-murmuró James- Es que lo no había oído, perdona.
Lily rió, y sintió unas ganas tremendas de darle un capón cariñoso, como antes, pero decidió guardar las distancias y se fijó mucho, de repente, en un grupo de chicas que pasaban murmurando en voz baja.
-Será mejor que vallamos a hacer los deberes, que se está haciendo muy tarde y no quiero tener que hacer los deberes de hoy mañana, que tendré entrenamiento.
-No me puedo creer que estés diciendo eso, Sirius- gritó James teatralmente, con una mano en el pecho y una mueca de fingido dolor-¡Estás traicionando a los Merodeadores!
-Es que Anne…no quiero que vuelva a analizarme así. Se pasa mal, ¿sabes James?
-¿Análisis? ¿Te has pensado que Anne es una Psicofona?
-James, es psicóloga-dijo Remus tirado de él por la escalera- Deberías leer algo sobre muggles.
-Y tú deberías salir con gente más normal.
Remus le miró con rencor hasta que James retiró lo que dijo, y se sentaron, igual de apesumbrados que siempre, a hacer los deberes.

El mes de marzo empezaba a vislumbrarse cada vez que la nieve se derretía bajo un rayo de sol, o cuando sentían la calidez del tiempo bajo las túnicas cuando caminaban hacia los invernaderos. Sin embargo, ningún alumno de séptimo tenía tiempo de pararse a ver cómo avanzaba la primavera, porque la eminente llegada de los ÉXTASIS hacía que cualquier persona se estresara de inmediato. A pesar de ello, a Lily le venía muy bien tener la cabeza ocupada porque así no pensaba en James ni un solo instante y no tenía que evitar ninguna lágrima. Pero aún así, había veces en que le daba la impresión de que James la miraba fijamente, y no sabía si sonreír o girar la cabeza de pura inconformidad.
Mientras Lily se esforzaba en recordar los nombres de los cazadores de brujas más importantes del siglo XVII para la redacción de Historia de la Magia, Anne intentaba ayudar a Kirsten en una complicada ecuación aritmética.
-Por Merlín, Anne, esto es complicadísimo. Y tremendamente aburrido-añadió.
Anne dio un bufido y volvió a levantar la vista hacia Kirsten.
-Si prestaras atención la entenderías, y no tendría que estar insistiendo.
-Mira, mejor los dejamos para otro día, ¿eh?-dijo la chica mientras cerraba el libro ante la escéptica mirada de Anne- Yo ahora mismo me voy a la lechucería a enviarle una carta a mi madre. La pobre ha vuelto a perder el cupón de descuento que regalan en Corazón de Bruja para las pociones regenerativas de cutis, y me ha pedido que le consiga algunos en Tatatachán, ya sabéis, la tienda de Hogsmeade de productos de belleza. O mejor-dijo Kirsten de pronto- ¿Me dejas a Blancoso, Lily?
-Ehm…-Lily miró a su alrededor buscando al gato, pero recordó que hacía algunos días que no lo veía.- Tendrás que buscarlo, porque la última vez que lo vi fue cuando te lo dejé a ti, y ya hace una semana.
-En ese caso me voy a la lechucería yo-dijo Kirsten con un fajo de pergaminos en la mano- Hasta luego.
Lily volvió a concentrarse en los cazadores de brujas, pero unas risas de fondo la distrajeron hasta tal punto que tuvo que girarse. En una mesa estaban sentados James y Sirius, con un pergamino entre las manos( seguramente alguna otra caricatura) mientras Remus los observaba con resignación.
-Chicos, parad ya. Estáis molestando.

-¿A quién?
Lily enrojeció cuando James se giró en busca de quien estaba molesto, y aún se avergonzó más cuando James paró de reír y la miró con semblante serio.
-No hace falta, yo solo…bueno, no sabia qué pasaba.- balbuceó Lily-Podéis seguir riendo, no pasa nada.
James sonrió débilmente y miró de nuevo el dibujo, preguntándose a sí mismo porqué sonreía de aquella manera tan estúpida. "Lily no va a volver contigo por mucho que sonrías, imbécil" pensó para sí mismo. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos con la aparición repentina de Kirsten en la Sala Común.
-Lils, mira a quién he encontrado-dijo Kirsten con una bola peluda blanca entre las manos- Creo que no se encuentra nada bien.
-¡Blancoso!-dijo su dueña mientras lo cogía con dulzura entre lo brazos. Al oír su nombre en voz alta, James recordó cómo fue el bautizo del pequeño gato, y no pudo evitar sentir una punzada de tristeza en la garganta.
-Está algo debilucho, ¿no?
-Sí, tiene mala pinta,-dijo Kirsten mientras se sentaba en el sofá de nuevo-Lo encontré debajo una de las macetas de la escalera., junto con algunas…
-¿Estaba comiendo algo que le sentó mal?
-No, no era comida, tranquila-contestó Kirsten.- Pero será mejor que lo lleves a la cabaña del guardabosque.
Lily salía de la Sala Común cuando a James se le ocurrió una terrible barbaridad.
-Lily, espera- dijo ante la sorpresa de todos-. Voy contigo.
Lily le miró de hito en hito, asimilando lo que le decía, y puso tal cara de sorpresa que James llegó a la conclusión de que aquel era el momento más ridículo de su vida. Para su alegría, Lily accedió con la cabeza y, todo ilusionado, se fue con ella ante las caras atónitas del resto de sus amigos.

Lily iba caminando a paso ligero a través de los pasillos, más por la incomodidad de tener cerca de James que por el malestar de Blancoso. James, por el contrario, aceleraba la marcha tras ella, y no sabía exactamente porqué estaba allí. Era cierto que podría estar enfadado con ella por el modo en que le dejó, pero en el fondo sabía que no era culpa de Lily, y por eso no podía guardarle rencor. Para intentar entretenerse, Lily miraba al pequeño gato, que ronroneaba suavemente entre sus manos. Estaba algo sucio, y tenía los ojos un tanto inflados.
-¿Qué crees que puede haberle pasado?- dijo James de pronto, rompiendo el silencio.
-¿Eh?-se sorprendió ella-Pues no lo sé, puede que alguna lechuza lo confundiera con una rata, o…
-Ah, ya-dijo James riéndose- Se suelen ver muchas ratas blancas de un tamaño enorme por Hogwarts.
Lily bufó al aire. Se paró y giró en redondo, quedándose frente a James.
-No, no se suelen ver. ¡No te rías de mí!
James la miró fijamente, y dejó de reír. Los últimos rayos de luz del día la iluminaban de espaldas, y le daban un aire un tanto extraño. Para sorpresa de James, se rió súbitamente.
-¿Y ahora que pasa?-dijo el chico molesto y cegado por los rayos de sol.
-El sol hace que te salgan unas sombrar raras en la cara. Estás graciosísimo.
-¿No te da vergüenza que tu gato esté sufriendo mientras tu te rías de mí?
De repente, un grupo de alumnos de Slytherin pasó tras James. Lily distinguió la figura delgada de Riddley, y éste la miró a la vez. Al principio, Lily creyó que sentía cómo un escalofrío subía de nuevo por su espalda mientras Tom la miraba frente a James fijamente, deteniéndose en la espalda de James, en el gato, en sus zapatos…
Lily recapacitó, y corrió hacia la cabaña del guardabosque antes de que James oyera algo tras él. Cuando llegaron, el hombre estaba cortando algo de leña en la entrada.
-Vaya, parece que le ha atacado algún animal grande-dijo mientras lo examinaba minuciosamente. Lily se giró triunfal y con un aire de suficiencia ante James, murmurando en voz baja "lo sabía".-Pero parece que se encuentra bien, déjamelo y cuando se encuentre mejor te lo devuelvo. Y ahora corred al castillo, que ya es tarde.
-Te lo dije, te dije que había sido una lechuza-le recriminaba Lily a James mientras subían por la torre de Gryffindor.
-Ha dicho que era un animal grande, no una lechuza. Podría haber sido cualquier otra cosa.-replicó James.
-Sí, claro- se mofó ella- Un dragón, o una mantícora. Se ven mucho por aquí.
James se reprendió a sí mismo por el comentario sobre las ratas blancas cuando acaban de llegar al retrato de la Sala Común.
-¿La contraseña?
Lily miró a James antes de girarse ante el cuadro.
-Oye, gracias por acompañarme-dijo son una sonrisa-No tenías porqué.
-¿Sabéis la contraseña o no?-decía la Señora Gorda.
-Sí-contestó James diciéndola- No hay de que, Lily.
Lily volvió a sonreír a modo de contestación.
-¿Vais a entrar o he de dejar toda la noche el retrato abierto?-se quejó de nuevo la Señora Gorda.
-¡Ya va!- dijo James mientras entraba en la Sala Común. Allí estaban Remus y Sirius discutiendo y Anne encerrada entre libros.
-Bueno, yo me voy a la cama-dijo James subiendo hacia el dormitorio y quitándose la capa-¡Y no era una lechuza, pelirroja!
Lily se sentó cansada en el sofá más próximo, mientras la palabra "pelirroja" le daba vueltas de un oído a otro.
-¿Cómo está Blancoso?- le preguntó Anne.
-Ah, se lo ha quedado el guardabosques. ¿Y Kirsten?
Sirius resopló en voz baja, y Anne miró al suelo.
-¿Habéis vuelto a discutir?
Ninguno de todos quiso contestar.
-¿Estoy hablando sola?-repitió Lily.
-Tiene un mal día, y ha subido arriba. Eso es todo- le contestó Remus.
Lily intentó hacer algo antes de irse a dormir, pero entre el ruido de algunos alumnos, la preocupación por Blancoso y la desgana no pudo, y se subió a dormir antes que todos. Cuando entró en la habitación, Kirsten estaba peinándose frente al espejo.
-¿Porqué te has subido tan pronto?
Kirsten se giró y dejó el cepillo sobre la cómoda.
-No quería oír cómo se amargan los unos a los otros, y que luego digan que soy yo la que está de mal humor. ¿Qué tal tu gato?
- Parece que no es nada grave, alguna lechuza. Menos mal que no le ha pasado nada.
-Bueno, no sería tan penoso si le hubiera sucedido algo más importante, ¿No?
Lily miró de repente a Kirsten, y se metió en la cama.
-Es mi mascota, y la quiero. Y sí, me dolería que le pasara algo. No sé porqué dices eso.
-Venga ya, Lily, solo es un gato. Una bola blanca de pelo, hay cosas mucho más importantes, ¿sabes? Hay gatos así a millones.
- ¡Vaya, pues cuando lo recibí en Navidad te parecía una bola blanca de pelo encantadora!- dijo Lily incorporándose molesta en la cama- Y sí, tienes razón, hay cosas mucho más importantes. Como que mañana te levantes de mejor humor, por ejemplo.
Dicho esto, Lily cerró los doseles de su cama con brusquedad y se tumbó violentamente en la cama. Se recostó sobre la almohada y cerró los ojos fuertemente, y enfadada. "Ya le contaré mañana lo de James". Y sin darse cuenta, se durmió.