CAPÍTULO 38: LA PREDICCIÓN DEL CENTAURO
Para suerte de Lily, aquel día pudo pasarlo entero en la biblioteca con Anne, un lugar donde estaba segura de que James no les encontraría.Cuando por la noche terminó de estudiar para los ÉXTASIS, salió de nuevo corriendo con Anne de la biblioteca con los gritos de la señora Pince a sus espaldas. Aunque hubiera sido un sábado, los ánimos de los estudiantes parecían hervir a cada segundo, y las vacaciones de Pascua que empezaban la señana siguiente no significaba nada para los alumnos de séptimo, que se veían entre montañas de libros, apuntes, pergaminos y ejercicios prácticos que estudiar para fin de curso. Lily sólo deseaba llegar a la Sala Común, dejar sus cosas e irse a dormir lo más pronto posible, y entonces se sentiría satisfecha de haber podido evitar a James, pero nada más atravesar el agujero del retrato, se encontró con James, Sirius, Remus y Kirsten sentados en la alfombra frente al fuego. Nada más verla, Kirsten se incorporó y se sentó de rodillas.
-¡Eh!¿Dónde creeis que vais? Os he estado esperando.
-¿para qué?-preugntó Anne con el ceño fruncido-¿No será otro ejercicio de Aritmancia que pretendes que resuelva por ti?
-No, tranquila, el ejercicio ya me lo ha dejado Remus- repuso con la mayor normalidad del mundo, mientras Remus enrojecía y se escondía tras un libro de la mirada atónita de Anne-Llevais todo el día encerradas como ratas de biblioteca, ¿no paráis nunca? Aquí hay algunas cervezas de mantequilla y pastelillos de Honeydokes, podríais descansar.
Al decir la palabra "rata",Sirius y James se miraron con disgusto. Por suerte o por desgracia, sólo lo notó Remus.
-Hay mucho que estudiar, peor un descanso no me hará daño.
Anne se unió al grupo, se sentó junto a ellos y le dio un gran bocado a un pastel de calabaza.
-¡Houston llamando a Lily Evans!- dijo Remus con las manos rodeando la boca, como si fuera un megáfono-¡Estamos aquí, aquí!
Lily se giró bruscamente. Se había quedado embobada mirando hacia la ventana, esperando que sucediera algún milagro y no tuviera que volver sola a la habitación, peor al parecer, no ocurriría.Resignada, se sentó en un hueco entre Sirius y Anne y abrió una lata de cerveza de mantequilla.
-¿Houston?-preguntó James extrañado- ¿Quién es Houston? ¿es tu segundo nombre, Lunático?
-Serás ignorante, Houston es una base espacial...ya sabes, astronautas. Cosas de muggles- dijo para aclararlo, porque James y Sirius parecían igual de perplejos.
-¡Ah, autonatas!-dijo con un suspiro Sirius- Esos que ven el futuro con las estrellas, ¡Ilusos! No saben que existen los centauros...
-No ven el futuro, ¡Cazan estrellas!- le explicó James en el mismo tono como si se lo contara a un niño de cinco años-Creo que también cazan planetas.
-Ninguna de las dos cosas- les cortó Anne tajantemente- Aquí los dos únicos ilusos sois vosotros: los astronautas ESTUDIAN(cosa que no hacéis demasiado, y que deberíais)- dijo con gravedad mientras James y Sirius la miraban con atención, como si recibieran una reprimenda de su madre- estrellas, planetas, constelaciones, y demás cosas que nosotros vemos de otra forma. Además- añadió con una pedantería graciosa que no era propia de ella, lo que le daba un aire más inverosímil- los centauros no pueden ver el futuro.
-¡Sí pueden!- contestaron los dos chicos, al mismo tiempo.
Remus cerró el libro interesado, mientras Lily miraba el aire como si realmente le interesara saber a qué velocidad corría el viento, o algo semejante.
-¡Me parece increíble que paséis de la asignatura de Adivinación y creais a los centauros!- argumentó Anne con desagrado, mientras dejaba caer un pedazo de pastel.
-En realidad, ninguno de los dos cree en la adivinación, ¿verdad, Cornamenta?- relató Sirius, esperando la aprobación de su amigo que vino con un asentimiento de cabeza de éste- Pero nuestras incursiones en el Bosque Prohibido...te juro que hacen cambiar de opinión a cualquiera.
-Además, las predicciones que nos hizo Firenze todavía no se han cumplido todas- dijo Kirsten, recordando la última vez que se encontraron los cuatro a aquel centauro- Tú aún no has pasado un amargo tiempo de tu vida que cambiaría tu existencia, Sirius, y yo no he dudado, ni perdido a la persona que más quería en el mundo.
-A lo mejor el tiempo de amargura que me predijo se refería al tiempo que pasé en el hospital por aquella bludger, ¿no?- pensó Sirius e voz alta, mientras Kirsten se encogía de hombros.- Pero la persona que has perdido y que más quieres soy yo, seguro- añadió riendose- Me rescatará alguna mujer, como una Encantadora...y me perderás para siempre.
-Me dijo que debía dudar de la persona en cuestión- repuso ella con indignación-No que me abandonara. Primero he de desconfiar de ti, y ha de ser muy grave, porque tu cara siempre es un libro abierto.
Sirius le dirigió la sonrisa más complaciente que puso, y deseando que nunca pasara una cosa así. Sería terrible para él, Sirius Black, que tanta gente y familia ponñia en duda, que sus mejores amigos dudaran y desconfiaran de él, o tener al mundo en contra, como dejó caer el centauro,pero pronto se volvió preocupado a James.
-¿Y esa cara?¿A qué viene?
-Ah, bueno- contestó él sin alzar el tono de voz- Recordaba lo que me dijo Firenze, y que no se ha cumplido.
Kirsten, Sirius y Remus se miraron extrañados entre sí. Ningunno de los tres recordaba qué era lo que le habñia dihco Firenze, sólo recordaban porqué le shabía dicho todo aquello: salvaron al centauro de un agujero en el suelo del bosque. Como agradecimiento,soltó una cantidad de frases que les aturdieron.
-¿Qué era?-dijo intentando recordar Kirsten, con la cabeza ladeada, enredándo un rizo entre sus edos y repiqueteando sus pulseras, mientras aquel sonido adormilaba al resto-¿Qué te dijo?
-Que entregaría mi más preciada posesión por alguien a quien quería.
Lily giró la cabeza, interesada de nuevo en la conversación.¿Su más preciada posesión? ¿La snitch, quizás?
-La posesión más preciada para cualquiera es la vida, James- susurró atemorizada Anne-¿o no es cierto?
Un silencio se hizo entre los chicos. Ninguno se atrevía a mirar a James a la cara. Nadie quería creer jamás una cosa así, hasta que el mismo James soltó una risotada.
-Como no sea la snitch por Canuto, creo que nada se interpondría en mi vida- presumió él con suficiencia.
-O por Lily...-susurró Kirsten en voz muy, muy baja. Sin embargo, todos se giraron.
-¿Por quién, Kirsten?-dijo James todavía con la sonrisa en los labios..El chico só lo había oído, pero esperaba que lo negara, como todo amigo haría, y así nadie se habría dado cuenta.
-He dicho que quizás por Lily sí entregarías tu snitch, ¿no?
Lily notó como subía la sangre a sus mejillas, y se sonrojaba hasta el punto de arderle la cara. James tan solo siguió sonriendo, y juró en lo más adentro de su mente que Kirsten algún día iba a pagarle aquel comentario.
-Bueno, pues yo mañana tengo que estudiar, ¿eh?- dijo Remus zanjando la conversación. Y creo que Anne- continuó, levantando a Anne de su hombro, que se había quedado dormida.- Buena noches.
Kirsten y Sirius no tardaron en despedirse, así que Lily se levantó para marcharse cuando James la agarró por el brazo, vacía ya la Sala Común. Sólo se oía de nuevo el chisporroteo de las llamas, y el ruido de la ventana mal cerrada al chocar con la pared con cada ráfaga de viento.
-Quiero darte una cosa, nada más- se apresuró a decir James soltándo a Lily, que le miraba expectante- Toma...
James se llevó la mano al bolsillo, y Lily pudo oír un zumbido suave.Sus pronósticos se confirmaron cuando vio que James tenía entre los dedos la pequeña snitch, aleteando con un suave ruido. Cogió las manos de Lily con suavidad y la colocó entre las suyas. La chica notó el suave cosquilleto de las palmas de sus manos, y cerró el puño con delicadeza para no estropear las delgadas alas. Levantó la mirada, intentando comprender porqué le regalaba aquello. y vio a James mirar sus manos con atención.
-Cuidala, ¿vale?- le recomendó él sin separarse un centímetro de ella- Que, como dice Kirsten, después de mi vida, es lo más preciado que tengo, aunque cuando tú y yo...ya sabes, éramos...eso que tú sabes, hubiera dicho que lo más preciado que tenía eras tú.
Y ésta vez, Lily no se resistió: se lanzó a los brazos de Jame, y mientras sentía cómo sus besos no habían cambiado en meses, el aleteo de la snitch libre, suelta en la Sala Común, resonaba en sus oídos
