CAPÍTULO 40: GRYFFINDOR ESTALLA
-¿¡Quieres contestarme antes de mirar como una estúpida los cuadros del vestíbulo?
Ciertamente, Lily se había quedado pensativa, pero no esperaba un chillido así de desagradable. Estaba muy enfadada, pero sabía que Kirsten estaba bajo una gran presión y no quería hacerle responsable de lo que le ocurría a ella misma, así que para evitar cualquier enfrentamiento, se giró sin dar explicación y se propuso avanzar hacia el Gran Comedor.
-¡Te estoy hablando, Lily, no me ignores!
Caminó muy deprisa, casi igual que antes, y atravesó la puerta de la sala, aún vacía, directa hacia a la mesa de Gryffindor. Cuando llegó, se sentó bruscamente y clavó los codos en la mesa de madera, escondiendo la cara dentro. Oyó algunos alumnos caminar a su alrededor, y tardó muy poco en oír los continuos reproches de Kirsten sentada frente a ella.
-¡Me gustaría recibir al menos una explicación por parte de Lily!- decía desconsideradamente Kirsten sin que Lily levantara la cabeza-¡No tenemos el porqué seguirle por todas partes!
-¿Qué pasa aquí?
La voz de Remus sonó muy cercana a sus oídos, y junto a ella los murmullos de Sirius. Lily adivinó, no sin razón, que también James estaba allí, en la mesa, pero no por ello levantó la cabeza.
-Lily ha aparecido histérica perdida de un pasillo de la biblioteca-explicaba Kirsten-gritando que recogiéramos nuestras cosas, y nos ha traído consigo corriendo hasta aquí. Aún estoy esperando a que me diga porqué ha corrido y nos ha hecho salir...
-¡La señora Pince estaba echándonos de la biblioteca cuando Lily apareció, Kirsten!- pudo Lily oír en voz de Anne.-¡Y por culpa tuya!
-¿Mi culpa?-preguntó extrañada-Mi culpa...¡Ja!
Lily notó entonces el brazo de James en su cintura, pero no hizo ningún gesto.
-¡Era culpa tuya, sólo porque no encontrabas un puñetero libro!
-¡Tú lo habías tocado antes!-contrapuso de inmediato-¡Remus, dile que debe ser más ordenada!
La voz de Remus no tardó mucho en contestar, pero en un tono mucho más calmado:
-No creo que debas enfadarte tanto por un libro, Kirsten, deberías controlarte más...
-¡Me enfado con motivo!- dijo ella haciendo que alumnos de la mesa la miraran-¡Y últimamente estoy teniendo muchísima paciencia!
-Sí, un carro de paciencia enooooorme. No sé como no te condecoran con el Premio a la más Resistente...¡Nos aguantas tantas cosas!
-Puedes guardarte la ironía en la cavidad más recóndita de tu cuerpo, Potter- soltó Kirsten con la mayor frialdad.-Porque ni siquiera Sirius te dará la razón en eso.
Lily se quitó por un instante las manos de los oídos, porque creía que había dejado de oír la conversación, aunque comprendió que debía ser Sirius, callado, a quien esperaban escuchar todos.
-La verdad es que últimamente estás muy susceptible, y no estaría de más que controlaras tus nervios...
-Yo no estoy susceptible.
Aquello sonó como una advertencia, o así lo percibió Lily, sin levantar todavía la vista.
-¡No pensamos darte la razón como a los locos!- volvió a hablar Anne-¡Estamos cansados de tus cambios de humor! Y la susceptibilidad que tienes la pagamos...
-Repito: yo-no-estoy-susceptible- pronunció en voz más baja de lo habitual. Lily la imaginó con la cara contraída...
-¡Vamos!- le recriminó Anne mientras se oía el repiqueteo de los cubiertos al hacer sobre la mesa- ¿porqué niegas lo evidente..?
-¡YO NO ESTOY SUSCEPTIBLE!
Lo siguiente que oyó Lily fue un silencio brutal. Extrañada, levantó la cabeza para encontrarse con una visión horrorosa: Los platos de los alumnos se encontraban frente a la cabeza de cada uno, sostenidos en el aire. La comida que estaba sobre ellos se elevaba medio centímetro de cada plato. Con las copas sucedía lo mismo, estaba al lado de cada plato, con el zumo de calabaza sosteniéndose sobre las cosas, sin llegar a llenarlas. Las bandejas, los cubiertos, todo estaba en el aire. Al ver la carra de Kirsten, con los ojos fortísimamente cerrados y la mandíbula muy apretada, le vino a la cabeza una imagen de cuarto curso, en clase de McGonagall. Aquella vez, Kirsten cerró los ojos muy fuerte, el tintero se elevó sobre su cabeza, y al medio segundo...Lily comprendió enseguida qué iba a ocurrir. Cerró también muy fuerte los ojos e intentó resguardarse a tiempo, y en una fracción de segundo sucedió lo que suponía: la comida la bebida cayó enseguida sobre sus recipientes, y al tocarlos, estallaban cada uno con un fuerte estruendo. A Lily no le dio tiempo a ver cómo la comida reventaba y la vajilla se despedazaba en el aire, los zumos y bebidas estallaban y se desperdigaban por toda la mesa, pero si escuchó el ensordecedor estallido que produjo la explosión.
Lily abrió los ojos, manchada de comida desde arriba abajo, y vio al resto de sus compañeros de la misma manera. Sin embargo, Kirsten continuaba con los ojos cerrados. Cuando los abrió, Lily se asustó.
-Kirsten, escucha...-intentó apaciguarla mientras el gran comedor seguía en el máximo silencio.
Los alumnos de la mesa de Gryffindor todavía estaban sentados, murmurando entre ellos, mientras algunos Slytherin carcajeaban en voz baja.
-Yo no estoy susceptible...
Lily observó la cara de rabia y de furia que tenía Kirsten, y se quedó fijada aquella imagen en su vista durante un largo rato.
-Déjalo, -le susurró James al oído, con las gafas torcidas-Ahí viene Dumbledore.
Dumbledore caminaba con prisa entre los alumnos aturdidos, y levantó a Kirsten de entre sus amigos.
-Venga conmigo, señorita Williams...Remus, avise a la señora Pomfrey y al conserje, que cierren la puerta del comedor y revisen a todos los alumnos, por si alguno ha sufrido algún daño.
Remus se levantó corriendo, y salió precipitadamente del Gran Comedor en busca de la enfermera.
-Eso...eso es demasiado estrés para ser real- murmuró Sirius- No puede ser, le pasa algo...
-No, son los exámenes, Sirius- intentó consolarle Anne-En cuarto pasó algo parecido...
-¡En cuarto hizo explotar un tintero, no la mesa de Gryffindor entera, Anne!- dijo enfadado Sirius- ¡Te repito que no es normal!
Lily seguía distraída, recordando la cara de Kirsten, no podía borrarlo de su cabeza. Los músculos de la cara terriblemente tensos alrededor de su boca, la contracción de la mandíbula,la mirada desafiante, furiosa, parecía que fuera...
-...A explotar.
-¿Qué dices Lily?
Pero para Lily todo tomaba un sentido ilógico, extraño. Un parecido terrible...acababa de ver esa misma expresión en Tom Riddley tan sólo hacía media hora. Se levantó urgentemente, y buscó con la mirada a Kirsten en toda la estancia. La mesa de Gryffindor estaba ahora ocupada por material de enfermería, llena de pociones, y la señora Pomfrey obligaba a los alumnos a pasar por ella y revisar que no sufrieran ningún daño, curando a su vez las heridas que pudieran tener. Pero allí no estaba Kirsten, ni tampoco junto a Dumbledore, en la mesa de los profesores.
-¡Profesor Dumbledore!-gritó Lily desde su asiento y corriendo hacia la mesa donde se encontraba el profesor-¿Dónde está Kirsten?
-Quería retirarse a la Sala Común, le acompañaba un prefecto...
-¿Qué prefecto?-preguntó con agonía.
-El de Slytherin, Tom Riddley.
