Amor Prohibido - Capítulo 29
—Una última pregunta, claro, es a nombre de mi hermano, porque yo la verdad no le encuentro importancia. Bueno, en fin. ¿Es cierto que papá y mamá son hermanos?
El aire de confianza que Lina creía se había generado se fue por los suelos. A Yuri le interesaba conocer más al Maestro Yo que otra cosa, y eso le ayudó a desviar el tema. Le contó todo lo que recordaba del viejo panda, lo cual fue suficiente como para mantenerla entretenida. Incluso por momentos la pequeña olvidó la foto que tenía entre sus manos. Le sirvió algo para comer que encontró decente en el refrigerador. Mientras, las horas pasaban. Yuri perdía el foco rápidamente, cosa que ayudaba a Lina a rodear la verdad.
En el momento en que Yuri se preocupó por las fotos que fue identificando en el suelo, el foco de la conversación regresó a su antigua relación con Yang. Lina se sorprendió a sí misma hablando de sus recuerdos con naturalidad. Temía que le costara un poco más. Pero ahí estaba, hablando de un antiguo amor a una niña de diez años. Incluso pareciera que no se estaba percatando que estaba hablando así del padre de la pequeña.
Había sido una conversación liberadora. Además, parecía haber cumplido con las expectativas de la pequeña. Ella guardó algunas de las fotos que le pidió a Lina que se las regalara en la cartera de su chaqueta. Entre ellas se encontraba la foto en la que se veía abrazada con el que era su antiguo amor. Parecía todo zanjado. Parecía todo terminado. Yuri se puso de pie agradeciendo el minuto de conversación, cuando lanzó la mortal pregunta.
—Eeeh, sí, o sea no, o sea —Lina quedó presa de sus nervios. Yuri arqueó una ceja confundida—… mira, es algo complicado de responder con un sí o un no. ¿Me entiendes?
—No —respondió la pequeña mirándola con detenimiento.
—Mira —la mente de Lina estaba quedando en blanco. No esperaba ponerse así en un momento como este—, es algo que, que… no estoy muy clara de por dónde empezar.
—Pues por el principio —respondió con simpleza la pequeña. Ella pensaba que todo había quedado claro. Yin y Yang fueron criados juntos gracias al Maestro Yo. Al menos esa era la teoría que Jacob le había contado. No le encontraba mayor importancia al hecho de si fueron criados como hermanos o compañeros de entrenamiento. Con tal de saber que fueron criados juntos y que el Maestro Yo era su abuelo, le bastaba.
—Pues la verdad —Lina dio largos respiros, obligando a calmarse. El momento culmine había llegado, y no estaba preparada para eso—… sí, ellos eran hermanos, pero ahora ya no lo son.
—¿Cómo es eso? —preguntó Yuri aún más confundida. Se cruzó de brazos.
—Eso —sentenció Lina con una sonrisa forzada.
—¿Entonces son o no son? —intentó buscar aclarar la pequeña.
—O sea, el Maestro Yo los crió como tal —intentó desenredarse Lina—, pero de ahí a una relación biológica…
—¿Cómo biológica? —Yuri se sentía como en sus clases de matemáticas.
—O sea, que tengan los mismos padres —respondió Lina. ¡¿Por qué rayos le costaba tanto?!
—Hmmm —la pequeña se sujetó el mentón mientras intentaba procesar todo. Al parecer comenzaba a entender todo lo sucedido—… O sea, ¿El Maestro Yo también es papá de mi papá y de mi mamá?
— ¡Sí! O sea ¡No! —gritó Lina. El corazón parecía que quería arrancarse de su boca. Ya no podía controlar el temblor de sus manos. Sus ojos se estaban por escapar. La imagen entregada confundía aún más a una Yuri que intentaba armar el rompecabezas.
—¿Está usted bien? —preguntó extrañada.
Lina corrió hacia el lavaplatos, dándole la espalda a la pequeña. La frustración apareció como un nuevo invitado inesperado a su mente ya confundida. Tenía que decidir si le decía todo a Yuri ahora, o le mentía descaradamente. Esperaba que al darse la vuelta, la pequeña no estuviera. Así no tendría que forzarse a tomar una decisión.
Abrió la llave y se mojó la cara. El frío refrescante del agua la calmó más de lo que imaginaba. Ya tenía la confianza como para poder enfrentar este dilema. Al voltearse, los ojos lilas de la pequeña la recibieron con preocupación. Era como si Yang la estuviera mirando. Toda confianza alcanzada se fue de inmediato. Solo pudo arrodillarse y abrazarla, mientras salían las primeras lágrimas de sus ojos.
Yuri no sabía qué pensar. Ni siquiera sabía qué hacer o cómo reaccionar. No entendía por qué su pregunta le había afectado tanto a Lina. ¿Qué tenía de malo que fueran hermanos? La primera foto que recogió del suelo le hizo entender todo.
—Sé que usted todavía está enamorada de mi papá —la intentó consolar devolviéndole el abrazo—. Prometo no decirle a nadie lo que me contó.
Lina la soltó repentinamente. Sus ojos llorosos se encontraron con una sonrisa conciliadora por parte de la pequeña. ¿Era tan evidente? ¿Cómo entregó un mensaje incorrecto sin hablar? ¿O no era tan incorrecto?
—La verdad encuentro que usted es una persona muy linda —prosiguió Yuri con dulzura—, de seguro papá fue muy feliz con usted mientras fueron novios. Pero ahora él está con mi mamá, y lamento mucho eso. Se nota que usted aún lo echa de menos.
Lina intentó secarse las lágrimas. No quería que la pequeña siguiera con su discurso. Estaba yendo muy lejos.
—La verdad no me hubiera importado que usted se hubiera quedado con papá, aunque eso signifique que no naciera —continuó con una sonrisa inocente. Parecía que no le daba el peso que realmente tenían sus palabras.
—¿Por qué dices eso? —intervino Lina mientras se secaba sus lágrimas con el dorso de su mano. No podía encontrar sus palabras menos que tiernas.
—No lo sé —respondió con sencillez—. No digo que papá no sea feliz con mamá, pero usted también lo hubiera hecho feliz.
—Al final todo es decisión de tu papá —respondió Lina. Estaba notando que le costaba menos hablar.
—Me gustaría saber qué fue lo que lo hizo decidir —respondió la pequeña mientras se sujetaba el mentón—. ¡Pero no se preocupe! ¡Yo lo voy a averiguar! —agregó con un golpe energético— ¡Gracias por todo señorita Swart! ¡Prometo contarle todo lo que descubra! ¡Adiós!
—¡Espera! —Lina no se esperaba aquella repentina partida, pero su reacción fue tardía. Yuri había abandonado el lugar por el mismo lugar por el cual entró.
«Por lo menos no tuviste que confirmarle que sus padres eran hermanos» le replicó su mente. Más esa promesa de investigación por parte de Yuri le daba mala espina.
Metros más allá, en un parque cercano, Jacob y George quedaron sin habla. Siguieron en silencio toda la conversación a través del receptor del micrófono de Yuri, hasta que oyeron que había llegado a su fin.
—¡No puede ser! —Jacob se quitó el auricular de su oreja molesto— ¡Casi lo tenía! ¿Cómo pudo dejarlo ir?
—No lo entiendo, ¿qué pasa? —respondió la tortuga mientras enrollaba los auriculares.
—¡Yuri le hizo la pregunta! —respondió el conejo eufórico—. ¡Y terminó desviando el tema! ¡No tenemos respuesta alguna!
—Pero tranquilízate —le respondió George—. Suponiendo que la señorita Swart nos hubiera respondido, ¿qué sacamos de todas formas?
—¡La voy a matar cuando llegue! —exclamó Jacob haciendo caso omiso a las palabras de su amigo— ¡Yo mismo hubiera ido si cupiera en los ductos de ventilación!
—¿Y no podrías ir y tocar la puerta? —propuso George con naturalidad.
Ante la simpleza de la solución, Jacob solo atinó a golpearse la cara con su palma.
—Hola chicos —Yuri apareció entre los dos tan rápido como se fue.
—¡Yuri! —le gritó Jacob—. ¡¿Por qué no insististe en la pregunta de si eran o no hermanos?!
—Tengo algo mejor que eso —respondió Yuri emocionada—. ¡Fotografías!
Dicho esto depositó todas las fotografías que había conseguido sobre la banca en donde estaban sentados. Eran aproximadamente diez. En todas ellas se podía ver a Yin y Yang en edades que oscilaban entre los ocho y dieciséis años.
—¡Increíble! —George recogió una en donde se podía ver a Yin y Yang de once años. Se les veía en primer plano con sus uniformes Woo Foo. Detrás de ellos se veía al Maestro Yo sujetándolos de un hombro a cada uno—. Se parecen mucho —comentó observando a los conejos.
Jacob lo miró de reojo para luego fijar su vista en la foto que tenía en sus manos. Yuri por mientras estaba ensoñando con la fotografía en donde aparecían Yang y Lina.
—¿Se imaginan? —comentaba—. Lina Swart: presa de un amor imposible. Atrapada en un sentimiento que la ata a un hombre que la abandonó. ¿Será capaz de reconquistarlo algún día? ¿O vivirá resignada en el fondo del dolor? ¿Podrá ser feliz algún día? ¡Pronto en los mejores cines!
—¡Genial! ¡Ahora sabemos algo que sabíamos de antes! —le respondió su hermano molesto.
—Chicos, ¡esto es información valiosísima! —intervino George recogiendo las fotos—. Tenemos una docena de fotos y dos grabaciones de conversaciones. Con esto y un buen análisis, sin duda podemos sacar más información de la que sabemos.
—¡Oh, vamos! —replicó Yuri a su hermano haciendo caso omiso a las palabras de George—. Al menos ya sabemos que lo que hubo entre papá y Lina si fue real. ¡Tenemos que confirmar el resto de la historia!
—Pues precisamente lo único que quería confirmar de esta historia era si mamá y papá eran hermanos biológicos —exclamó Jacob furioso mientras apuntaba su índice derecho contra su hermana.
—Sí, lo son —una voz le dio la respuesta a Jacob.
Los tres chicos se voltearon, y vieron a Jimmy de pie a su lado. Se veía tranquilo, observándolos como si se tratara de una estatua. Cualquier tipo de perturbación se había ido. Solo había un aura de calma a su alrededor.
—¡Jimmy! ¿Estás bien? —Yuri corrió a darle un abrazo fraterno.
—Sí, estoy bien —le respondió con una sonrisa.
—¿Dónde estabas? ¿Qué haces aquí? —cuestionó Jacob.
—Venía con papá cuando los vimos —respondió Jimmy—. Me dijo que me fuera con ustedes porque él tenía que hacer.
Los tres chicos se miraron entre ellos para luego regresas sus miradas a Jimmy.
—¿Y a qué te referías con eso de que si lo eran? —intentó recapitular George.
—Hablé con papá —respondió Jimmy sin titubeos—. Me confesó que si era hermano de mamá.
Fue la frase más potente jamás soltada. Jimmy lo había superado. Aquella conversación con su padre fue más reconfortante de lo que esperaba. Para Yuri no fue más que una curiosidad. Una anécdota complementaria a todo lo que le interesaba. No le daba el real peso al asunto. Para George fue una sorpresa más que grande. Era algo que sospechaba desde que Jacob le planteó el problema. No se esperaba que esas sospechas apuntaran a algo real. Jacob fue el más afectado. Aquella afirmación fue como una daga atravesando su corazón. La incertidumbre lo ponía nervioso. La afirmación terminó por matarlo.
—¿En serio tu papá te dijo eso? —George lanzó la pregunta que Jacob no se atrevía a lanzar.
—Sí —respondió Jimmy con seguridad en su voz.
Tras un silencio que comenzaba a volverse incómodo, Jimmy decidió continuar.
—Sé que es algo muy difícil de entender. A mí también me asustó. No sabía qué significaba. Pero papá habló conmigo. Una cosa me aseguró: él no nos va a dejar solos. Él y mamá nos van a cuidar y proteger de todo aquel que quiera hacernos daño por culpa de eso. Y yo le creo. Confío en mi papá.
El silencio se hizo alentador. A los chicos les sorprendió el discurso de Jimmy. Simple, pero efectivo. Era algo que no se esperaban, más aún tras su reciente mutismo.
—¡Mi pequeño Jimmy! —Yuri lo apretujó emocionada como si se tratara de un osito de felpa.
—¡Debiste haber estado ahí! —agregó Jimmy—. ¡Debiste haber escuchado a papá!
—Le preguntaré eso luego —respondió la pequeña soltando a su hermano—. ¿Ven? —agregó dirigiéndose al grupo—. Ya tenemos algo más confirmado. ¡Todo se está aclarando!
—Sí, creo que eso es un alivio —respondió George rascándose la nuca. Se le notaba incómodo. Sentía que se estaban olvidando de algo. Algo muy importante.
—¡¿ACASO NO LO ENTIENDEN?! —fue el grito de desahogo de Jacob. Nunca se le había visto tan agresivo. Los lentes se le comenzaron a empañar— ¡CÓMO ES POSIBLE QUE LES LLEGUE A DAR LO MISMO! ¡ES ALGO GRAVÍSIMO!
—No importa lo grave que sea —lo confrontó Jimmy con una mirada decidida nunca antes vista—, papá no dejará que nos pase algo malo.
—Sí —agregó Yuri molesta por la reacción de Jacob—. Además, ¿qué tiene de malo que nuestros padres sean hermanos?
—Aparte de los problemas legales —intervino George—, pero yo les prometo que no le diré a nadie lo que acabamos de descubrir.
Jacob apenas podía respirar. Se estaba agitando más de la cuenta. No podía entender que estuviera rodeado de un montón de estúpidos. Tenía que comprobarlo. Quería encarar a papá. Debía escucharlo de sus labios. Años siendo engañado. Todo su mundo se estaba cayendo a pedazos. Se sentía solo y sin ser escuchado. Sus llamadas de auxilio eran ignoradas por sus más cercanos.
—¿Es que acaso no lo entiendes? —gritó apuntando su mirada iracunda directo a los ojos de Yuri—. ¡Ah claro! Era evidente. Como eres una tonta de remate no te das cuenta de nada. ¡De nada!
—Jacob, me estás dando miedo —confesó la pequeña temerosa retrocediendo un par de pasos. Por primera vez Jimmy se veía más valiente que Yuri.
—Tú nunca tuviste que pasártela en el hospital —continuó su desahogo—. No te prohibieron jugar, no te prohibieron hacer deporte. No te decían qué comer. No te hacían un horario con los remedios que debías tomarte. ¡Jamás viviste con el miedo a morirte porque se te olvidó un remedio! ¡Te la has pasado toda tu vida con tu vida de fantasía! ¡Sin importarte los demás!
—Jacob, deberías calmarte —intentó intervenir George con preocupación.
—¿Y sabes por qué me pasa todo esto? —Jacob se acercó peligrosamente a su hermana. Jimmy decidió interponerse para intentar evitar un conflicto mayor—. ¿Sabes por qué? —le gritó en la cara.
Yuri negó con la cabeza. Estaba asustada. No entendía nada, ni mucho menos qué tenía que ver su enfermedad con la reciente revelación.
—Tengo una malformación cardiaca crónica que me puede matar en cualquier momento —respondió en un tono bajo pero tenso—. Es una enfermedad genética provocada por, ¿adivinaste? ¡El incesto!
Yuri lo miró aún más confundida. Lo único que tenía claro era que él estaba enojado con ella, y no sabía cómo solucionarlo.
—¡Cálmate Jacob! —intervino Jimmy—. Yo más que nadie entiendo por lo que estás pasando. Yo tenía más de una enfermedad genética, y nuestros padres debieron cargar con eso.
—¡Pero tú ahora estás sano! —su ira fue disparada hacia su hermano— ¡TÚ-ESTÁS-SANO! No sé cómo lo hiciste, ¡pero ahora eres libre! ¿Y qué hay para mí? —el chico se alejó de sus hermanos mientras se frotaba la cabeza. Le dolía bastante, lo que alimentaba su ira—. ¡Ahora entiendo por qué tengo que cargar con esto por el resto de mi vida! ¡Por culpa de ellos!
Luego se volteó y miró al trío. Apenas se podía mantener en pie. Tenía un dolor generalizado en todo el cuerpo.
—Si el deseo de Yuri se hiciera realidad, y tuviéramos a Lina como madre, ¡nada de esto me hubiera pasado! ¡NADA!
Su cuerpo no resistió más y se desplomó en el suelo.
—¡JACOB! —gritó Yuri mientras los tres se acercaron al aludido. Se encontraba desmayado en el suelo.
—Tenemos que llevarlo al hospital, ¡ahora! —exclamó George asustado.
En la casa de la familia Chad, Yenny y Jack habían llegado hace bastante rato. Jack había traído a su novia con la intención de estar un rato a solas, pero más atrás llegó su hermana. Venía de regreso con Susan, quien se topó con la desagradable escena a la distancia. Sin mayores miramientos se retiró a su hogar. Aunque en un principio fue algo que preocupó a su amiga, comprendió que por el momento no podía hacer mucho. Pronto olvidó el asunto al comenzar con la preparación de la cena para sus hermanos. Francesca se ofreció a ayudar, y Jack, para no quedar como un flojo, pronto se unió a los quehaceres.
—Yo en la tele aprendí a preparar sopa instantánea de forma que quede como comida gourmet —comentaba Francesca mientras aliñaba la ensalada—. Que tengamos poco dinero no significa que comamos mal. Yo suelo comprar siempre algo adicional para echarle a la sopa, como queso rallado, charqui, mortadela. Queda para chuparse los dedos.
Yenny la escuchaba y le respondía con educación. Notaba que ella intentaba caer bien en la familia y respetaba su intento. Por mientras, su principal preocupación era que no se quemara la olla, y pensar en cómo consolar a Susan la próxima vez que vieran. No podía evitar tener un favoritismo hacia su mejor amiga frente a una desconocida a la hora de escoger una cuñada, pero quería darle una oportunidad a Francesca. Si hacía feliz a Jack, bienvenida a la familia.
—Yenny —entró Jack con una voz apagada. Lo habían mandado hace instantes a contestar el teléfono—. Yuri acaba de llamar. Dice que Jacob está en el hospital.
Las dos chicas voltearon hacia él mirándolo con espanto.
—¿Cómo está Jacob? ¿Cómo pasó? ¿Qué más te dijeron? —Yenny apagó el fuego y se quitó los guantes de cocina y el delantal. Parecía actuar como si se supiera el protocolo de emergencia de memoria.
—Se desmayó en el parque —respondió el chico dejando pasar a su hermana—. Yuri está con él junto con George y Jimmy. Llevan ahí casi una hora.
—¿Y no que Jimmy estaba con papá? —cuestionó la coneja. Su hermano se encogió de hombros—. Al menos están todos juntos —agregó.
—¡Es horrible! —exclamó Francesca impresionada dejando la ensalada a un lado.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Jack.
Yenny se detuvo a pensar un instante, para luego voltearse con la respuesta.
—Yo iré al hospital —respondió—. Tú quédate aquí y contacta a nuestros padres. Vente al hospital con mamá.
—Está bien —aceptó el chico.
—Yo puedo ayudar —intervino Francesca.
—Lamento mucho que nuestro primer encuentro fuera así —respondió Yenny—. Si quieres puedes acompañar a Jack hasta que se vaya al hospital.
—Está bien. Yo lo cuido —respondió la cerdita tomando de la mano a su novio, cosa que sorprendió al conejo.
Luego de eso, Yenny salió raudamente de la casa mientras intentaba contactar con sus hermanos por teléfono. De inmediato Jack la imitó tratando de contactar a sus padres. Su madre respondió de inmediato, prometiendo llegar a casa en breve. De su padre no hubo señales de vida.
