Caminos opuestos 4

Al día siguiente Aoshi despertó y se dio un baño, luego buscó en el guardarropa y no encontró más que ropa deportiva, fue entonces que cayó en cuenta dónde se hallaba. Algo molesto por el detalle, y que Armani no tenga ropa deportiva, se vistió y bajó a desayunar, notando que todos los compañeros de Ken ya estaban allí charlando amenamente.

-Buenos días Ken –saludó Takeshi sonriente

-Buenos días –contestó Aoshi educadamente, yendo a sentarse solo a una mesa

-Veo que no se te pasó el mal humor de ayer –comentó Kazuki, volteando a verlo

-¿Disculpa?

-¡No seas engreído y ven a sentarte con nosotros! –exclamó Ryo sonriente llevándolo a empujones a la otra mesa

-Pe...pero –se indignó Aoshi, sin poder evitarlo, mientras Kojiro lo miraba extrañado

-Aquí tiene su desayuno, señor Wakashimazu –le dijo el mesero, acercándose con una ensalada de frutas y un jugo

-¿Bromea? Yo no desayuno si no es café, y soy alérgico al kiwi –se quejó Aoshi

Casi medio equipo estuvo por escupir lo que tenía en la boca cuando escucharon la palabra "café" y "alérgico".

-Jajaja, buen chiste Ken –se rió Kisugi- Sabes que está prohibido el café en las concentraciones

-Lo mismo que las mujeres –continuó burlándose Taki

-Así es –confirmó Jito resignado, más que todo por el último comentario

-Y desde cuándo eres alérgico al kiwi –le preguntó Kojiro desconfiado- Según recuerdo todas las frutas te gustan mucho, y ayer mismo comiste kiwi en el postre y no mencionaste nada

-Es que... –analizó Aoshi antes de responder- Precisamente ayer me despertó alergia

-Vamos Ken, come tu desayuno, probablemente fueron ideas tuyas ésas de la alergia –continuó Kojiro algo malicioso

Aoshi tragó saliva, viendo el kiwi de su plato como si fuera una amenaza algo así XD. Sin embargo, con toda la diplomacia que lo caracterizaba, agarró su tenedor y se metió a la boca un pedazo de kiwi, y así de a poco terminó su desayuno. Cuando todos iban camino a la cancha de entrenamiento vieron a Aoshi rascándose disimuladamente el cuello y los brazos, porque varias ronchas rojas le habían comenzado a salir.

-Sería bueno que visites al doctor –aconsejó Kojiro pasando junto a él- Y por cierto...ayer el postre fue piña, no sé cómo se te olvidó...

-Por cierto –añadió Genzo con su típico mal humor- ¿Por qué te cortaste el cabello?

-Se vé más decente –alegó Aoshi molesto

-Estás muuuuuuuuuuuuy raro –opinó Aoi, pasando de largo

Mientras, a Ken no le iba mejor. Había llegado a la oficina de Aoshi con el croquis que éste le había hecho, lo mejor vestido que pudo. Sin embargo su suplidor no le había explicado dónde quedaba su oficina, así que una vez en el piso correspondiente tuvo que preguntarle a un par de secretarias, que lo miraban coquetamente, dónde quedaba XD. Debido a que las muchachas en cuestión habían estado viéndolo con ojos de borregos a medio morir ni se percataron de la absurda pregunta que les había formulado. Llegó al lugar indicado y se sintió algo cohibido, porque jamás le había gustado el encierro de las oficinas.

-¡Buen día Aoshi! –saludó su abuelo muy contento, sentándose frente a él- ¿Listo para un nuevo día de carnicería?

-¿Carnicería? –preguntó Ken extrañado, buscando desesperadamente entre sus papeles- Creí que nos dedicábamos a bienes raíces y eso...

Por un instante el anciano se quedó de piedra al escuchar la respuesta, pero luego se echó a reír.

-Jajajaja, sí que me sorprendiste, jaja; veo que tomaste muy en cuenta nuestra conversación de ayer

-Ah...ah sí, claro –respondió Ken confundido- Pero ¿nos dedicamos a las bienes raíces, no?

-¡Claro muchacho, claro! Por más de cincuenta años –aseveró su abuelo aun sonriente- ¿Y? ¿Ya pensaste en tu nuevo proyecto?

-Eh...casi, señor –disimuló Ken, sentándose y fingiendo tranquilidad

-¿Señor? No me digas que ahora me desconoces

-Eh...claro que no abuelo –dijo Ken nervioso, esperando que sea realmente su abuelo, porque ni una bendita foto le había mostrado Aoshi de su familia

-Te veo y no lo creo...

-¿Ver qué? –se asustó el muchacho

-Pareces otro

-O...¿otro? Je, claro que no abuelo, soy el mismo Aoshi de siempre –aseguró Ken sonriendo

-¡Menos mal! Yo creí que eras chimuelo, jaja –se burló su abuelo

-¿Perdón?

-Es que como nunca sonríes, ni para las fotos...

-¿Nu...nunca sonrío? –preguntó Ken preocupado, pensando "con razón me veían con cara de marciano"- Je, pero hoy es un bonito día

Su abuelo enarcó una ceja y miró hacia la ventana, donde claramente se mostraba un cielo horrendamente nublado y con amenaza de torrencial lluvia.

-Vaya, veo que amaneciste optimista

-¿Dije "es"? Quise decir SERÁ un bonito día –puntualizó el muchacho

-Eso esperamos todos, bueno ¡a trabajar entonces!

-Señor Futagoza –dijo una secretaria entrando con una taza- Aquí tiene su café

-¿Café? Eh, gracias, pero no tomo café durante las concentraciones... –alegó el portero japonés

-¿Concentraciones? –preguntó su abuelo- ¿De qué hablas?

-¡Concentraciones...de trabajo! –se apresuró Ken a corregir

-¿Es tu nueva moda? –volvió a preguntar el anciano mientras la secretaria salí bastante extrañada

-Sí, sí, creo que el café me pone más hiperactivo...

-¿Y tú cuándo no has estado hiperactivo?

-Je, tienes razón...

-Pero antes de empezar, cuéntame ¿cómo está Paola? Seguramente muy emocionada por su compromiso

-Pues si lo está lo disimula muy bien –murmuró Ken pensativo

-¿Qué dices?

-Que sí, que está muy emocionada

-Espero que hayas empezado a cambiar tu trato hacia ella –dijo severamente el abuelo Futagoza

-¿La trataba mal? –preguntó Ken frunciendo el entrecejo

-No te enojes, no te enojes, sabes a lo que me refería –se defendió el anciano, como si el muchacho le hubiera reclamado

-Claro...lo siento abuelo, es sólo que no soy muy detallista en eso

-Eso siempre lo he sabido, lo bueno es que te hayas dado cuenta

-¿Empezamos entonces?

-Claro, ¡a trabajar se ha dicho! –exclamó el abuelo animado, viendo de reojo a Ken con cierta sospecha

Durante la mañana ambos muchachos tuvieron que arreglárselas para salir adelante. Felizmente para Aoshi el médico le dijo, ya que cuando lo fue a visitar ya tenía los ojos hinchados y enrojecidos por la alergia, que debía reposar un rato, así que se perdió el entrenamiento. Para Ken la cosa no estuvo peor, porque el abuelo Futagoza, como sabiendo que era nuevo en el asunto, le explicó qué debían hacer esa mañana. Ya para la hora del almuerzo el muchacho se disculpó y se fue en busca de Paola. En su camino tuvo una idea, que aunque cursi y ridícula, le pareció que Aoshi podría tenerla normalmente, así que compró un ramo de rosas blancas (cursi ¬¬). Llegó a la residencia dela Wakabayashi y entró con algo menos de timidez que el día anterior. Cuando la muchacha apareció se sintió nuevamente cohibido, e incluso un leve ardor en sus mejillas.

-¿Te sientes bien Aoshi? –preguntó Paola, acercando su mano a la frente del chico- Te pusiste rojo ¿no tienes fiebre?

-Eh...no, estoy bien, gracias –contestó Ken seriamente, evitando a la muchacha

-Perdona, yo...no quería incomodarte –se disculpó ella, haciéndolo sentir culpable, pero sabía que no podía meter más la pata en cuanto a sus actitudes

-Toma, te traje esto –dijo el joven, mostrándole las rosas

-¿Rosas blancas? –dijo Paola extrañada

-¿No te gustan? Si quieres puedo comprarte otras después... –se excusó Ken contrariado, pensando "metí la pata otra vez"

-No, no, están muy lindas gracias –respondió su "novia", mirando las flores con cariño

-Francamente están mucho mejor que las orquídeas de siempre –comentó la Nana, satisfecha

-Nana... –la regañó Paola, entre dientes

-Qué, si es la verdad –se defendió la mujer

-¿Nos vamos ya? –preguntó el muchacho, evitando una sonrisa de conformidad de "lo hago mejor que Aoshi"

-Claro, Nana por favor pon estas rosas en agua –le pidió Paola, entregándoselas y saliendo luego con el muchacho

-Nop, no fue el clima ni la fecha –argumentó el mayordomo perplejo viendo a la pareja irse- Aoshi sigue diferente, igual al día de ayer

-Así me gusta más –opinó Tomiko sonriente, sintiendo el aroma de las rosas- Así sí me gusta para mi Paola...

Cuando ambos estaban en el automóvil, Paola esperó que partiera, pero nada ocurría.

-¿Nos quedaremos aquí toda la tarde? –preguntó Paola en tono de broma, arrepintiéndose después ya que conocía a Aoshi

-No, pero...no sé dónde llevarte –admitió Ken avergonzado por la pregunta, ya que como en el itinerario de Aoshi no estaba visitar a Paola ese día, entonces no sabía dónde llevarla

-Sorpréndeme –dijo la joven con una pequeña sonrisa

Ken no pudo evitar responder con otra sonrisa y puso en marcha el automóvil, en dirección a un lindo restaurant cerca del mar.