En el campo de entrenamiento los jugadores se pusieron a realizar ejercicios de calentamiento. La mayoría trataba de no mirar a Aoshi, por no echarse a reír con los delicados movimientos que el muchacho hacía.

-Parece que Ken se prepara para el "Lago de los Cisnes" –comentó Kisugi, riendo

-Aparentemente quiere el puesto de "prima ballerina", jaja –le secundó Taki

-¡Bien muchachos, prepárense para tiros a la portería! –les dijo Gamo- ¡Genzo, vas primero tú!

Aoshi vio detenidamente la participación de Wakabayashi en la portería. Luego de una ronda de tiros, escuchó que era su turno.

-¿No piensas ponerte los guantes? –le preguntó Morisaki extrañado, mostrándoselos

-No, no los necesito –disimuló Aoshi, yendo hacia la portería

Arregló bien su camiseta, se levantó las mangas con diplomacia y dobló sus rodillas señorialmente antes de gritar ¡Estoy listo, mientras sus compañeros volteaban disimuladamente para reír. El propio Gamo tuvo que aclarar la garganta para disimular la risa, y dio la orden. Aquello fue algo para dejar boquiabiertos a todos. Uno tras otro lanzaban tiros desde todos los ángulos hacia la portería que Aoshi defendía, y sin embargo él ni se movió.

-¡Qué te pasa Wakashimazu! –reclamó Gamo sorprendido

-¡No saben ni patear un balón! –se defendió Aoshi orgulloso- ¡Ninguno me llegó a las manos!

-Jajaja... –era inevitable, la risa general estalló

-Eh...mi querido compañero –le dijo Genzo pacientemente, aproximándose- Si mal no recuerdas, el chiste es que tú detengas esos balones para que no entren a la portería

-¿Bromeas? Van muy rápido...

-Pero por eso eres el portero –continuó Genzo, creyendo que todo era una broma pesada de su compañero de equipo- ¿O acaso el golpe que te dieron ayer te afectó tanto?

-¡No pienso hacerlo! Si quieren me pongo a patear un balón como ellos ¡pero no me arriesgaré a recibir otro balonazo en la cara!

-Ken ¿pasa algo? –preguntó Gamo a punto de explotar

-¡Ya no quiero ser más portero, quiero patear un balón como ellos! –exigió Aoshi indignado

-Ken, eso no se puede –explicó Yuzo aproximándose- Por algo somos porteros de la selección

-Pues entonces búsquense otro, por algo somos tantos ¿no? Alguien más seguro puede hacerlo

Los tres se miraron confundidos.

-¿Es una broma, verdad Wakashimazu? –preguntó Gamo casi suplicante

-No, no lo es –contestó Aoshi orgulloso- ¿Usted es el entrenador, no? Entonces busque a alguien más que ocupe la portería, yo paso...

Y sin decir más Aoshi fue a sentarse al banquillo de suplentes y se cruzó de brazos.

-Genzo, dime que esto no está pasando –le pidió Gamo incrédulo

-Me temo que sí, señor –contestó Genzo con cara de "hello con su hello" XD (como bien dice mi cuatacha Lily XD)

Mientras, en la casa de Paola, cuando Ken terminó y se dio cuenta que debía ir a trabajar, se despidió cordialmente de Tomiko y Tao (la Nana le había dado un pequeño paquete con muffins y algunos antialérgicos para llevárselos a su oficina XD). Paola lo acompañó hasta fuera de la casa.

-Me dio mucho gusto que te quedaras a desayunar en casa –le dijo Paola complacida

-No tanto como a mi –reconoció el muchacho- Y agradécele nuevamente a la Nana (Tomiko le pidió que la llame así XD) por el detalle

-Lo haré

-Y Paola...-se animó a decir el muchacho- ¿No olvidaste tu promesa, no?

-¿Ésa de desvelarnos juntos? –preguntó Paola divertida

-Ahá, ¿aceptas ir a cenar hoy y luego ir a pasear?

-¡Me encantaría! –exclamó la joven emocionada

-Entonces hasta más tarde –se despidió Ken, subiéndose a su automóvil y marchándose

Cuando Paola reingresó en su casa se encontró con que Tomiko y Tao conversaban animadamente mientras recogían la mesa.

-Yo sabía que ése muchacho tenía buen corazón –comentó la Nana resuelta

-Eso no es cierto Tomiko –le dijo Tao mirándola de reojo- Siempre te has quejado de él

-Bueno, sí –reconoció la anciana avergonzada- Pero merece una segunda oportunidad

-¡Hasta que reconoces que Aoshi no es malo! –intervino Paola sonriendo divertida

-Admite que está muy cambiado –se defendió Tomiko

-Pues sí, pero él siempre ha sido muy especial

-Espero que no sea sólo una ilusión...

-Aoshi no es una ilusión –dijo Paola suspirando

-¡Ay jóvenes enamorados! –comentó la Nana, codeando a Paola y haciéndola sonrojar- Creen que pueden alcanzar el cielo

-Con él, sé que lo haría –confirmó la muchacha convencida- Ahora más que nunca

-¿Piensan enrolarse a la NASA? –bromeó Tao, desatando risas

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Aquél día transcurrió sin mayores sobresaltos para Ken, que ya se afianzaba más en la empresa de Aoshi con ayuda del abuelo Futagoza; ni para Paola, que pese a la desvelada de la noche anterior y al examen que debía rendir ese día, no le dio el cansancio que se suponía porque estaba muy emocionada esperando que llegue la noche. En cambio para Aoshi las cosas estuvieron algo más complicadas, ya que durante el entrenamiento de la tarde también se había negado a participar en la portería, por lo que sacó a Gamo de sus casillas y éste lo dejó castigado, fuera del juego.

-¿Sucede algo, Wakashimazu? –preguntó Sanae, sentándose a su lado

-No –contestó él tajante, ignorándola

-Veo que aun estás muy grosero –hizo notar la joven irritada

-Grosero no, señorita –aclaró Aoshi indignado- Sólo sorprendido de su falta de modales

-¡Deja de decirme señorita!

-¿Eso es lo que es, no?

-¿Desde cuándo hablas como nena? –se burló la muchacha

-Yo no hablo como nena –se defendió Aoshi- Y no sé por qué me habla con esa confianza, ni la conozco

-Bueno, no fuimos del mismo colegio, pero nos conocemos desde niños –recordó Sanae pacientemente

-Dudo, señorita, que ésa sea razón suficiente como para recibir el trato que usted me da

-Mira Ken –dijo Sanae mirándolo fijamente- No sé por qué te estás comportando así, pero créeme que ningún bien le haces el equipo

-¿Y qué me importa este equipo? –preguntó Aoshi resoplando- Si yo estoy aquí, es...bueno...porque no tengo otra opción

-No digas eso, sabes que el equipo te importa tanto como a los demás

-No pretenda decirme lo que debo sentir o pensar –amenazó Aoshi

-No, si no lo pretendo –aclaró Sanae molesta- No sé que pienses, pero parece que olvidaste cómo sentir...

Enojada, Sanae dejó nuevamente solo a Aoshi, analizando sus últimas palabras, que se parecían tanto a las que le solía decir su abuelo. Cuando el entrenamiento concluyó el muchacho vio cómo Sanae se acercaba a conversar con Tsubasa con ese especial cariño con que se dirigía sólo a él, y entonces se le vino a la mente la misma mirada que solía mostrarle Paola cuando estaban en Francia, esa mirada que estaba empezando a extrañar.

A eso de las 8 de la noche, Ken recogió a Paola y la llevó a cenar a un lugar que ella eligió. Comieron ravioles y charlaron un poco sobre su día.

-Bien, ¿ahora dónde quieres ir? –le preguntó Ken

-Veamos –analizó ella, sintiéndose en confianza como hacía mucho tiempo no se sentía- Naoko me dijo que hay un mirador donde las luces de la ciudad no impiden ver el brillo de las estrellas

-Entonces vamos al mirador –propuso el muchacho, levantándose de su silla y ayudándola

Por indicaciones de Naoko llegaron al mentado lugar, de donde efectivamente se podía observar el inmenso y hermoso cielo oscuro de la noche.

-¡En verdad hermoso! –comentó Paola, saliendo del automóvil

-Muy linda luna –opinó Ken, mirando el firmamento

Se sentaron sobre la hierba y se quedaron en silencio durante un tiempo, observándolo todo detenidamente.

-Y pensar que ni con todo el dinero del mundo uno podría poseer un pedacito de cielo –dijo la muchacha

-¿Quisieras un pedazo del cielo? –le preguntó Ken

-Ahá –contestó ella, añadiendo rápidamente- Pero en serio Aoshi, ya te dije que no quiero que me consigas piedras lunares ni nada de eso...

-Jaja, yo no te ofrecería algo tan rústico –aclaró Ken

-Una vez lo hiciste –le recordó Paola con el ceño fruncido

-¿De veras? Pues entonces debo tener mis malos días...

La muchacha lo observó con ternura y luego se animó a apoyarse en su hombro, inicialmente sorprendiendo al portero japonés, quien sonrió y apoyó su cabeza en la de ella (cursi ¬¬). Así se quedaron hasta pasada la medianoche, cuando Ken notó que Paola se había quedado dormida.

-Je, olvidé que ya venías trasnochada –susurró, llevándola de vuelta al automóvil

La regresó a su casa y con ayuda de Tao se la llevaron a su dormitorio.

-Gracias joven Aoshi –le dijo la Nana, cerrando cuidadosamente la puerta de la habitación

-No tienes por qué, Nana –contestó Ken- Bueno, hora de irme

El joven se despidió y se fue, planeando algo para el día siguiente.

Con el nuevo día, todos reiniciaron sus labores. Paola se fue a la Universidad y Ken pidió permiso a su abuelo para ausentarse por la tarde, y aunque debía ver a la Wakabayashi en el almuerzo, pospuso el encuentro para otro día, cosa que extrañó a la muchacha. Por su parte, Aoshi fingió dolor de estómago y se quedó encerrado en su habitación todo el día, y ni las protestas de Gamo pudieron sacarlo de su encierro.

Por la tarde, mientras Paola no estaba, Ken apareció en su casa con un par de cajas.

-Joven Aoshi, qué sorpresa –dijo la Nana, dejándolo pasar- Mi niña no está...

-Precisamente por eso estoy aquí –contestó Ken, sonriendo

El muchacho abrió las cajas y le mostró a la Nana un gran número de estrellitas fosforescentes (ésas que se pueden colocar en el techo de la habitación).

-Necesito su ayuda –les pidió Ken a Tao y Tomiko, que se miraron extrañados y luego asintieron sonriendo

En la noche Paola llegó algo cansada y buscó a Tomiko. Después de saludarla se dirigió a su habitación. Iba distraída cuando sintió que un par de manos le tapaban los ojos.

-Pero qué...

-Shh... sin reclamos –le dijo Ken sonriendo- No puedes ver hasta que no destape tus ojos

Paola sonrió y le siguió el juego. Escuchó abrir su habitación.

-Mantén tus ojos cerrados –le pidió Ken, soltándola y dirigiendo su cabeza hacia arriba, la muchacha cumplió con el pedido- Ahora, ábrelos...

La muchacha abrió los ojos lentamente y se quedó boquiabierta: el techo de su habitación se había convertido en un firmamento nocturno, con una media luna al centro, rodeada de decenas de estrellas.

-Quizá te cueste un poco acostumbrarte al brillo, pero espero que te guste –le dijo Ken complacido- Éste es el pedazo de cielo que traje yo para ti...

Paola lo miró con ternura y lo abrazó.

-Gracias Aoshi –dijo conmovida- Es el regalo más bonito que pudiste darme...te amo

Ken se quedó estupefacto con aquella confesión, y más aun cuando sintió los cálidos labios de la joven sobre los suyos y un gran deseo en su interior de corresponder a aquél beso.

Mientras, Tomiko y Tao curioseaban por la puerta entreabierta, complacidos de verlos.