Bueno, los líos al menos para Ken continúan, sin embargo todo se va develando de a poco ¿qué pasará el final? Ja, ni yo misma lo sé XD ¡Saludos a Katjia y Lily!
Caminos opuestos 10
Al día siguiente, en el hotel de la selección, Gamo daba instrucciones a sus jugadores en la sala de reuniones. Cuando concluyeron decidió darles el día libre, mismo que el entrenador ya sabía cómo aprovechar también: descansando de lo mucho que había estado renegando con un portero en particular XD. Tsubasa le propuso a sus amigos salir a pasear por las calles, plan al que se unieron Genzo, Taro, Ryo, Sanae y Yukari. Por su parte, el ex grupo del Toho (obviamente sin Ken) decidieron irse por su lado.
En su casa, cuando estuvo lista, Paola se fue con Ken hacia el estadio. Vestía un deportivo negro de algodón, ropa muy poco usual en ella.
-Pensé que no podía ir a un estadio con tacones altos –comentó Paola, una vez en el automóvil de Aoshi
-Ni que los necesites –añadió Ken sin querer- Sin ellos eres más alta que varios compañeros míos...
-¿Compañeros de trabajo?
-Digamos que sí
-Te diría que es de familia, pero sabes que la comparación no me gusta –aclaró la muchacha algo fastidiada
Cuando llegaron al estadio notaron que el señor Futagoza ya estaba esperándolos, vistiendo ropa muy veraniega: unas sandalias, bermudas y una colorida camisa.
-Vaya abuelo, veo que luego irás a la playa –bromeó Ken, saliendo del automóvil con una gorra y gafas oscuras
-No te burles muchacho –pidió el anciano sonriendo- ¡Cómo has estado Paola!
-Señor Futagoza –saludó la muchacha con una respetuosa reverencia
-No me digas señor, dime abuelo, de todos modos dentro de poco serás mi nieta...
Fueron hacia las graderías, donde ya se encontraba una buena cantidad de gente para ver el partido de secundarias entre Toho y Meiwa (¡ja! Mis dos equipos ;P).
-¿No quieren un refresco? –les preguntó Ken, poniéndose de pie
-Yo sí, gracias –pidió Paola
-Yo no, traje mi dotación personal –respondió el abuelo Futagoza, sacando de quién sabe dónde una cantimplora- ¿Pero no quieres que yo les invite? Recuerda que ése fue el trato
-Está bien abuelo –aceptó Ken complaciente
El muchacho salió en dirección del kiosco del estadio, sin percatarse que metros más allá entraban al lugar Kojiro y compañía.
-Voy por unos refrescos –les dijo Takeshi, mientras sus amigos se quedaban a esperarlo
Ken ya retornaba con sus refrescos, cuando accidentalmente chocó contra Takeshi, que se quedó boquiabierto al verlo.
-¡Ken!
-Eh...no,
se equivoca –mintió su amigo, nervioso, evitándolo-
Creo que me confundió
-Oh, lo siento –se disculpó Takeshi, no del todo convencido, mirándolo extrañado mientras se iba
Cuando Ken llegó a su asiento trató de cubrirse lo más que pudo tras un señor bastante rellenito (o sea gordito, pues) que se había sentado delante de él.
-¿Te pasa algo? –preguntó Paola curiosa, al notar que Ken veía nervioso hacia el ingreso de las graderías
-No, nada –la despreocupó el muchacho, fingiendo una sonrisa
-No sabes mentir –murmuró el señor Futagoza, fingiendo demencia mientras veía el estadio
De pronto Ken fingió que algo se le había caído y se agachó, pues se percató que Kojiro, Kazuki y Takeshi habían entrado.
-Se los juro, era idéntico a él –insistía Takeshi desconcertado
-Imposible Takeshi –aseguró Kazuki- Ken ahorita está encerrado en el hotel, nuevamente con su humor de los mil demonios...
-Sorimachi tiene razón –lo apoyó Kojiro desinteresado, buscando un sitio para sentarse- Probablemente te confundiste y lo imaginaste, con eso de que últimamente te preocupas demasiado por él...
-Pero no pueden negarme que está muy extraño –continuó Takeshi, siguiendo a sus amigos a un lugar vacío, a la izquierda del ingreso a las graderías
-Eso que ni qué –respondió Kazuki sentándose- Pero no podemos hacer nada al respecto, ya viste, ni Gamo lo pudo convencer de cambiar su actitud
-¿Tú que piensas Kojiro? –le preguntó el pequeño jugador
-Que si Ken se comporta como lo hace, es su problema –concluyó Kojiro con el entrecejo fruncido, mientras sus compañeros se miraban extrañados y se quedaban en silencio
Desde su lugar, Ken espiaba a sus amigos tratando de no ser visto. El abuelo Futagoza seguía fingiendo demencia, mientras Paola comenzaba a sentirse incómoda.
-¿Pasa algo? Te noto interesado en algo por allá –señaló la muchacha, indicando el sector izquierdo de la gradería
-Nada, creí reconocer a alguien, pero creo que me confundí –mintió Ken, irguiéndose
-Todavía me parece increíble que hayas decidido acompañarme a un partido de fútbol –comentó Paola complacida- Estos días has estado distinto conmigo, incluso...
-Incluso qué –preguntó Ken curioso
-Incluso te pareces al Aoshi que conocí en París –finalizó la joven, con cierta melancolía
-¿Crees que cambié de París a Japón?
-Obviamente –se inmiscuyó el señor Futagoza sin vergüenza alguna- ¿No me apoyas en eso, Paola?
-Eh...sí señor –admitió la muchacha algo apenada
-Tú siempre has sido el Aoshi que conozco desde niño, nunca has cambiado tu comportamiento frente a mi, pero si lo que Paola solía contarme de ti es cierto, eras otro allá en París
-No exageren, tal vez he reconsiderado mi actitud negativa de cierto modo –aceptó Ken disimulando su satisfacción al saberse diferente de Aoshi
-¿Cierto modo? –preguntaron sus acompañantes a la vez, desatando risas
-Aoshi, si no viera tu cambio, no lo creería –sentenció su abuelo algo sorprendido
-Pareces otro –añadió Paola
-¿O...otro? –preguntó Ken algo nervioso
-Francamente no me importaría que fueses otro, si con eso lograste que esta señorita sonriera nuevamente –dijo su abuelo mirándolo sospechosamente de reojo
-Je, qué cosas dices abuelo...
-A mi tampoco me importa que hayas cambiado –admitió Paola sonriente- Porque...
-¿Qué?
-No, nada, olvídalo, es algo tonto –lo despreocupó "su novia" mirando hacia el campo de juego, donde los equipos ya ingresaban
Durante todo el partido Ken fingió mirar atento el partido, sin embargo en su mente se mecían a la vez varias ideas, entre las cuales destacaba el hecho de que aparentemente el abuelo Futagoza ya sospechaba de él y que por algún motivo, y aunque parezca irrazonable, el saber que la gente que lo rodeaba creyera que el "Aoshi de ahora" era mejor que el de antes, era una gran satisfacción, como si le ganara un duelo al joven y engreído empresario. De pronto reaccionó y recordó que sus amigos también estaban allí, así que al finalizar el primer tiempo volvió a espiarlos, pero ya no se encontraban. Pensó que quizá la gente los había reconocido y como no les gustaba ser el centro de atención, habían preferido irse. Cuando el partido finalizó, con una clara victoria del Toho sobre el Meiwa de 3-0, salieron lentamente hacia la entrada principal.
-Muy buen partido –comentó Paola- Todavía lamento el no haberme quedado en la secundaria para apoyar al equipo de fútbol de mi colegio
-¿Tu colegio? –inquirió Ken curioso
-Claro, yo estaba en el Toho ¿qué no te lo dije?
-Que yo recuerde, no –respondió el muchacho sorprendido
-Estudiaba en el Toho antes de irme a París –contó Paola sonriente- No era muy aficionada al fútbol, así que por eso no me gustaba ir a verlos jugar, aunque varios de mis amigos estaban en el equipo
-¿Tus amigos jugaban? –volvió a preguntar Ken, recordando a sus compañeros del Toho
-Ahá, de ellos, mis más entrañables amigos eran Kazuki, Koike y Matsumoto –confesó la joven- Después de marcharme a Francia no supe más de ellos...
-¿No supiste si siguieron jugando? –preguntó "su novio", enfocando en su mente a Sorimachi
-Nop...tampoco pude, entre mis estudios y todos mis compromisos, perdí su rastro –admitió la Wakayabashi algo triste- Además –añadió con cierta furia- No iba a ponerme a revisar los diarios deportivos porque podía toparme con alguna imagen del patán de Genzo ¡y yo paso!
-Realmente te es insoportable –comentó Ken divertido
-Más que insoportable, cada que lo veo siento náuseas...
-¿Puedo preguntar el por qué de esa rivalidad?
-¿En serio lo quieres saber? –preguntó Paola intrigada
-Por qué ¿es algo secreto?
-No, pero nunca te habías interesado en saber mi problema con Genzo –le recordó la muchacha- Siempre que tocaba el tema tú preferías no decir más...
-Pues ahora quiero saberlo –le dijo, poniéndose tras de ella para protegerla de la gente que salía a empujones
-Él y yo somos como la sal y la pimienta, desde pequeños nos llevamos mal –contó Paola seriamente- Siempre queríamos ser el que tenía la razón, cada que nos encontrábamos discutíamos, creo que es algo congénito...
-Entonces ustedes chocan tanto porque son iguales...
-¡Claro que no! –se defendió Paola como si la hubiera insultado- ¡Yo no soy ni cercanamente igual a ese chimpancé con gorra! Tengo un coeficiente intelectual mucho mayor que el de una tostadora, no como él...
-Jajaja, eres muy cruel con él –rió Ken muy divertido por las ocurrencias de Paola, quien lo observaba detenidamente mientras avanzaban- ¿Pasa algo?
-No, nada... –respondió ella, sonrojada
-¡Oigan ustedes, tórtolos! –los llamó el abuelo Futagoza, una vez afuera- Bien, ¿qué planes tienen ahora?
-Almorzar cerca de aquí o lo que Paola prefiera –respondió Ken tranquilamente
-Sería agradable comer en algún lugar lejos de la ciudad –pidió Paola- ¿No quiere acompañarnos, señor Futagoza?
-Con gusto, si mi nieto no se opone
-Vamos abuelo, lo dices como si quisiera repelerte o algo así –confesó el muchacho divertido, abriendo la puerta del automóvil para Paola- ¿Vienes, no?
-Bien, bien, con tanta insistencia –bromeó el anciano, entrando en la parte de atrás del automóvil- No me vendrá mal mezclarme con sangre joven
-Usted tiene el alma más joven que muchos de nosotros –le dijo Paola, acomodándose el cinturón de seguridad
-Yo sé que tú tienes un espíritu muy alegre –le aseguró el abuelo de Aoshi- Sólo que mi nieto se ha encargado de apagártelo poco a poco
-¿Qué hablaban de mi? –preguntó Ken, que había entrado al automóvil
-Sólo le decía a tu novia lo bien que me sentará compartir con ustedes –mintió el anciano, mirando a Paola con complicidad, quien se notaba algo avergonzada
Cuando el automóvil se alejó, había una persona que los había estado observando detenidamente.
-¡Oye, Kojiro! –lo llamó Takeshi- ¿Dónte te habías metido? Estábamos buscándote
-¿Te encuentras bien? –indagó Kazuki curioso, al ver a su amigo muy distraído
-Sí, claro –mintió Kojiro con una media sonrisa- Ya vámonos o nos quedaremos sin almorzar...
