Disclaimer: League of Legends y sus personajes no me pertenecen… ya extrañaba escribir así, no es bueno dejarse estar, uno olvida cosas, como… que muchas de las mejores historias aun no han sido contadas.


-Capítulo 1-


-El comienzo-


El museo central del Piltover es uno de los lugares, si no es "el" lugar, más importante, controlado y resguardado de la ciudad.

Sus pasillos brillan de lo pulido y cuidado, en un tono dorado cálido y los portales que conectan cada habitación son de más de 4 metros de altura, blancos. La armoniosa construcción cuenta con 5 pisos donde algunas habitaciones inclusive abarcan más que esa altura. Los techos de cristales y otros materiales terminan con la construcción, ofreciéndole por día una increíble iluminación natural.

El lugar está lleno de cuadros, esculturas antiguas que marcaron la historia de Piltover y otras regiones de Runaterra, como artefactos antiguos ya estudiados y por estudiar. También con varios inventos recientes y no tan reciente que supusieron un cambio en la sociedad.

Ese día, una colección de objetos antiguos se trasladaba a una de las salas. En los periódicos de toda la ciudad se hablaba de los "Tesoros" encontrados que irían a parar a la más prestigiosa de las habitaciones del museo, por lo que la concurrencia de gente por el evento era alta.

En sencillas palabras, no había un mejor aquí y ahora para Jinx para probar su nueva adquisición.

La explosión en cadena de las primeras 5 habitaciones, incluyendo la entrada, fue música para sus oídos, junto con las alarmas y los gritos de las personas que se empujaban para salir del lugar.

Podía verlo todo desde uno de los balcones interno.

—Te lo dije Carapescado, primera fila— comentó con cierto orgullo poniendo a su arma al lado de ella, para que pudiera ver el desastre que organizaba.

Comenzó a tararear una canción, que seguramente solo ella podía escuchar debido al sonido de sirenas y gritos, mientras sacaba una especie de control remoto, demasiado grande para sostenerlo en una mano, lleno de cinta negra y maches que trataban de mantenerlo en una pieza.

— ¿Listo para el segundo acto? — le preguntó a su arma moviéndola un poco para que mirara ahora al museo del lado izquierdo— ¿Y…? — comenzó a anunciar antes de apretar exageradamente uno de los botones rojos que tenía el control.

Pero nada pasó.

— ¿Eh? — se preguntó desilusionada mirando sin comprender el mando y luego la zona donde se suponía que debía haber una explosión.

Comenzó a darle unos golpes pero seguía sin pasar nada.

— ¡Oh bueno! — exclamo luego de rascarse la cabeza y tomar a su arma, poniéndosela sobre su hombro.

Cerró uno de sus ojos, apuntando bien y disparó un misil que hizo explotar la habitación señalada, haciendo caer a pedazos su portal.

— ¡Ay!— suspiró encantada— El encanto de los misiles que a veces no pueden superar las sexys bombas con cableados detonantes.

Su embelesamiento le duro poco, un sonido mecánico comenzó a rodearla, de izquierda a derecha. Las ventanas y puertas, juntos con los cuadros que aún quedaban, comenzaban a cubrirse de un blindaje metálico haciendo que el sonido de las sirenas sea aún más fuerte y molesto.

Jinx hizo una mueca con la boca que dejaba ver como sus neuronas comenzaban a agolparse pensando cómo era posible que el sistema de seguridad de las esculturas y salidas funcionaran cuando ella personalmente se había encargado de tirarle un enorme cubo de ácido al sistema… y al hombre que lo cuidaba.

Terminó rápidamente encogiéndose de hombros, y puso su arma en el suelo.

—Me vine preparada, no se preocupen chicos. Ya tenía ganas de probar este nuevo bebé— comentó mientras comenzaba a montar una extensión a su lanzamisiles, cargándolo nuevamente sobre su hombro y apuntando ahora a una enorme pared blindada.

El disparo salió con su estruendoso ruido habitual, pero al impactar fue como si una enorme mancha de pintura rosa salpicara la pared.

—Espera… espera…— comenzó a decir Jinx, expectante, luego comenzó a mover sus pies emocionada a ver como la pintura desintegraba el metal de protección, como si lo derritiera, y dejaba a la vista una enorme pintura— ¡Y eso no es todo!

Sacó ahora su pistola de bolsillo y lanzando una rápida chispa hacia allí, la pintura comenzó a arder.

—Altamente inflamable… como la naturaleza manda— comentó satisfecha viendo como todo el cuadro ardía.

Volvió a apuntar sobre uno de los portales, ahora cubierto con ese blindaje, e hizo lo mismo, la pintura derritió el metal sin oponer mucha resistencia.

Los gritos del otro lado se escucharon, dejándola saber que aún había más pánico que sembrar de ese lado del museo.

Se puso sus armas al hombro y sacó de uno de sus pequeños bolsillo un pequeño papel bien doblado, comenzó a descubrirlo, hasta que el mapa del lugar, un folleto publicitario, la dejo ver a donde se dirigía.

—Veamos, a la derecha tenemos fósiles bla bla, piedras… bla bla… a la derecha, pasando por la habitación centrar tenemos tecnología Yordle… bla bla… inventos náuticos… ¡Aquí esta! ¡Tesoros rúnicos recientes!— exclamó con júbilo viendo aun el folleto— la mejor sala para el mejor espectáculo que… ¿Eh?

Se interrumpió en su monologo cuando vio una pequeña lucecita roja encima de su folleto, lo dio vuelta un par de veces por si encontraba algo detrás, pero no había nada, lo volvió a examinar y ahí estaba de nuevo, esa pequeña luz brillante.

Cubrió con su mano el punto que señalaba y notó que ahora la luz estaba arriba del dorso de su mano, la retiró y nuevamente aparecía en el mapa.

Solo unos segundos más de contemplación y un agujero apareció en el mapa, justo donde antes estaba el punto, atravesándolo por completo, perforando el suelo siguiendo la misma línea.

—Claro… — exclamó con una enorme sonrisa mientras se volteaba y miraba en dirección de donde creía salió el tiro— todo buen espectáculo necesita a sus payasos.

Podía ver a Caitlyn apuntándola nuevamente con su rifle. La tiradora se encontraba en uno de los balcones más altos del lugar, apoyándose en una de sus rodillas y apuntándole con gran concentración a su objetivo.

Jinx comenzó a correr, atrás suyo podía sentir los disparos, que a veces inclusive le cortaban el camino justo delante suyo.

Tuvo que lanzarse a cuerpo para pasar el portal a la siguiente habitación.

Los gritos de los ciudadanos aun encerrados en el museo con ella, la recibieron al verla entrar. No les prestó mucha atención, sintiendo la amenaza de la tiradora sobre ella.

Sabía exactamente a donde tenía que ir para poder escapar del lugar, pero aún tenía muchas ganas de seguir explotando cosas, y sabía que otra oportunidad como esta no la tendría en mucho tiempo.

Tenía que admitir que llevaba semanas tratando de hacer volar el museo, y que la sheriff había hecho hasta el día un buen trabajo para impedirlo.

Paso a gran velocidad otro portal, los disparos aun la seguían.

Tomó a una mujer que gritaba por sorpresa y se cubrió con ella, dándosela la vuelta para encarar a la oficial.

Por unos segundos pudo tomar aire de la carreara, y los disparos cesaron.

—El payaso siempre cuidando de su público— comentó al sentir como la amenaza bajaba. Sabía que la chica no iría a disparar si eso suponía poner en peligro la vida de algún civil inocente.

Volvió a tomar aire y dio una mirada rápida a su entorno. No veía por ningún lado a Caitlyn o a alguien que tratara de tomar el control de la situación.

Vio el pasillo que debía tomar y dándole unas pequeñas nalgadas a la mujer acompañada de un sarcástico cumplido, volvió a tomar carrera hacia esa dirección.

Ya estaba en mitad del pasillo, cuando sintió que las paredes temblaban.

Bajó su velocidad un poco y en efectos, las cosas colgadas en las paredes, los objetos no blindados, se caían.

— ¿Mmm?— alcanzó a cuestionar con duda antes de que algo destruyera toda la pared y la tirara con fuerza contra el otro lado.

— ¡¿Pero adonde crees que vas?!

—Agh… payaso numero dos entrando a escena…

Vi tomó con brusquedad uno de los delgados brazos de Jinx mientras esta arañaba como podía su rostro y luego su traje. Finalmente comenzó a golpear el enorme guante de metal, hasta morderlo en su último intento.

—Infeliz… si llegas a hacer que se oxide por tu baba juro que te arrepentirás.

— ¡Vi!

— ¡Tranquila! — Gritó a Caitlyn sin quitarle los ojos de encima a Jinx— ¡La tengo controlada!

—Sha quishierash…

Vi trató de parar a Jinx, quien se las ingeniaba aun por permanecer en una posición muy incómoda para ella en el suelo.

— ¡No te confíes!

— ¡No lo hago! — comentó con molestia, esta vez sí buscando a Caitlyn por las conexiones de los balcones del techo

—Shi manotash… mo te comfiesh

Vi no pudo ignorar esta vez la extraña manera de hablar de la otra chica, y tomando su otro brazo, apresándola lo más que pudo, la miró a la cara. Jinx parecía masticar algo.

— ¿Que tienes en la boca? — Preguntó, pero la tiradora se encogió de hombros como pudo, fingiendo poner una cara inocente— ¡¿Qué tienes en la boca?! ¡Dime!

Jinx comenzó a negar caprichosamente con la cabeza. No fue hasta que Vi apretó sus puños que sus brazos dolieron lo suficiente para contemplar cooperar.

La oficial pudo ver que la chica jugaba con su lengua y aproximaba algo a sus labios para que esto saliera, agarrándolo con los dientes luego.

Podía ver un dispositivo pequeño, oscuro, con una pequeña luz naranja titilando, cada vez más rápido.

En paralelo escuchó un constante "beep beep" pero no del artefacto de Jinx, sino uno de sus guantes, en sintonía con el parpadeo.

Para cuando descifro de que se trataba el "beep" y la luz, ya no titilaban, era una constante.

— ¡Oh mier…!

La explosión tiro su brazo hacia atrás con violencia y sintió que le pegaba de lleno en la cara. Por unos segundos su cabeza retumbo con dolor y era incapaz siquiera de despegarse del suelo.

— ¡Vi!

Se esforzó por enfocar su vista y lo único que pudo distinguir apenas fue ese cabello de un celeste chillón que desaparecía por uno de los portales.

— ¡¿Caitlyn?!— Gritó sin saber a dónde su compañera estaba— ¡Se dirige a la sala principal! ¡Apúrate!

— ¡¿Estas b…?!

— ¡Estoy bien! — La interrumpió con enojo, dando un puñetazo al suelo, tratando de ponerse de pie con dificultad— ¡Solo ve por ella!

La sala principal del museo era todo el sueño que un pirómano adicto a los explosivos podía pedir.

Era enorme. El techo era un solo ventanal, una maravilla de cristal que hacía de cúpula. Las paredes, a juego con el resto del museo, eran de un blanco impecable con adornos en oro. El suelo estaba compuesto por azules, bien lustrados, de un marrón brillante y un color natural.

La mayoría de las esculturas ya estaban cubiertas por el blindaje de seguridad, pero la del centro, la más importante y que se exponía, había quedado aun a vista de todos.

Los encargados del lugar pecaron de inocentes al pensar que la seguridad humana sería suficiente para cubrir la mayor atracción.

Jinx ahora caminaba en esa sala.

Las personas trataban de esconderse de ella en los costados y detrás de cualquier mueble. Nadie le importaba.

El centro era demasiado llamativo.

Una escultura, con forma de portal de dos metros, se erguía en el medio. Parecía que un unas rocas gigantes se habían chocados entre ellas por una fuerza descomunal para darle forma.

¿Lo llamativo? Toda la escultura, de pies a cabeza, parecía ser de oro.

Salvo por algunas gemas que salían, de color purpura, y unos hilos que parecía de cristal que cruzaban lo que sería la apertura, todo era dorado.

— ¡Oh por Dios! — Exclamó apurando sus pasos hasta quedar en frente del portal y descuidadamente tocarlo con sus manos— ¡Te verías hermoso hecho pedacitos!

— ¡A-alto a-ahí!

Jinx dejó de imaginarse a la escultura dorada en pequeños trozos, y se giró para ver a quien le hablaba.

Un oficial le apuntaba. Sus dos manos sostenían una diminuta pistola, la cual temblaba al igual que el resto de su cuerpo.

La de pelo celeste solo enarcó una ceja, pero pronto al guardia otros sonidos de armas comenzaron a sumarse. Otros dos oficiales le apuntaban, acercándose hombro a hombro con el primero, no temblaban tanto como este pero se los veía nerviosos igual.

—Agh…— exclamó con hastió, sacando nuevamente el control que había traído en un principio, y calculando cual era el botón que correspondía ahora.

— ¡No-no te muevas! ¡Lo di-digo en serio! ¡Voy a disparar!

—Sí, sí, dame solo un segundo— exclamó levantando su dedo índice, pidiendo tiempo.

Finalmente presionó sin previo aviso uno de los botones y sus cabellos se movieron con fuerza cuando la explosión se sintió en el lado donde estaban los hombres.

—Sí, gracias— comentó ya no viendo nada en ese lugar más que unos escombros y fuego— ahora…

Inclinó su cabeza un poco, recordando los explosivos que había plantado en el lugar. Se debatía si era mejor así o destruirlo con su lanzamisiles.

Ya casi lo tenía resuelto cuando algo golpeo con fuerza el mando, haciéndolo volar y provocándole una herida en su muñeca por la brusquedad.

—¡Auch!— se quejó, buscando con odio hacia arriba, el humo del rifle recién disparado de Caitlyn fue lo primero que diviso y luego a la sheriff en su totalidad.

Parecía que la tiradora ya no se resguardaba en los balcones más altos, sino en una estructura de construcción de hierro y madera.

—¡Muy mal sombrerotes, muy mal!— exclamó aun enojada, ya imaginándose a la sheriff cayendo junto con la estructura, pero antes que pudiera hacer algo volvieron a dispararle.

Se vio obligada a correr y esconderse de nuevo entre las esculturas.

La gente comenzó a correr en pánico y las sirenas aún se sentían, toda la situación complicaba demasiado un buen tiro para Caitlyn.

Sabía que Jinx estaba detrás de una escultura cubierta, estaba atenta a ese sector, pero la otra chica fue más rápida.

Apenas salió a un lado de su escondite ya tenía su lanza misil preparado y apunto directamente a donde estaba.

Caitlyn apenas pudo esquivar el disparo saltando a un lado. El misil pasó por poco de la estructura, y atravesó el techo de vidrio, haciendo que varios pedazos cayeran sobre donde estaba.

—Agh…— se quejó Jinx, sabiendo que había fallado. Podía ver el cuerpo de la oficial moviéndose en lo alto de la estructura.

Apunto para disparar de nuevo pero un "click" sin nada que la empujara hacia atrás le hizo saber que se había quedado sin municiones.

— ¿En serio Carapescado? ¡¿En serio?!— Criticó mientras volteaba el lanza misil y lo miraba con reproche— ¡Auch!— se quejó al recibir más disparos, moviéndose rápidamente.

Volvió a esconderse detrás de otra escultura mientras trataba de cargar municiones. Miraba hacia todos lados en busca de algo más que pudiera ayudarla, y entonces lo vio: Su control detonador, cerca del portal del centro.

Jinx recordaba que había explosivos en la parte superior de la sala, solo apretar un botón y el sombrero de Caitlyn quedaría reducido a cenizas.

Se estiró lo más que pudo y tronó sus dedos, se puso en posición de carrera y contó mentalmente.

Salió lo más rápido que pudo y le llamó la atención no escuchar los disparos. Miró hacia arriba, donde se suponía debía estar la oficial y la vio apuntando, se dio cuenta de su error en ese mismo momento.

—No, no... no no no no— comenzó a decir, moviendo los brazos en dirección a Caitlyn pero ya una red caia sobre ella, atrapando la mitad de su cuerpo, combinando con la carrera que ella misma traía, dio como resultado que cayera torpemente varios metros adelante.

Caitlyn dejó de apuntar para ver con sus propios ojos si todo había salido según sus cálculos. Jinx estaba inmóvil en el suelo, pero eso no significaba que había acabado, menos que estaba muerta.

Cargó su rifle con una bala esta vez, lista para lo peor que pudiera pasar, pero la otra chica se le adelantó, y para cuando se fijó en su mira, vio la sonrisa de Jinx, aun tendida en el suelo, apuntándole con su lanza misil.

Esta vez el tiró dio directo en la estructura.

Las improvisadas tablas de construcción temblaron en sus pies y la estructura se inclinó, Caitlyn apenas pudo agarrarse de una delgada baranda de hierro ante que todo cayera a un costado.

Uno de los palos que hacía de soporte golpeó con una columna alta, manteniendo la estructura inclinada hacia al centro, a punto de caer.

Jinx veía a la sheriff colgando con una sola mano, un objetivo más que sencillo y próximo, le divertía la idea, pero su sonrisa se borró al instante cuando observó como la oficial, aun a punto de caer a una muerte segura, se las ingenió para apuntarle con la otra mano que aun sostenía su rifle.

— ¡Y después la loca soy yo! — exclamó recibiendo más disparos, estos más erráticos que nunca, pero igual de peligrosos.

La red aun en su cuerpo le impedía moverse, pero al intentar encontrar refugio se dio cuenta que se encontraba cerca del portal.

"¡El mando!" pensó viendo el suelo cercano y encontrando lo que buscaba de inmediato.

Se arrastró, pero cuando uno de los disparos paso muy cerca suyo, volteo hacia la sheriff y con su aturdidor comenzó a disparar también.

Siguió arrastrándose solo que, de espalda, su mano sobre su cabeza, tanteando el suelo, disparando con la otra sin éxito, pero debilitando así la voluntad de Caitlyn de atacarla.

— ¡Lo tengo! — Exclamó con júbilo cuando su mano tocó el mando— ¡ha, ha!

De inmediato, llevándose el mando a su pecho, presionó el botón.

Pero nada paso.

Las preguntas se agolparon en su cabeza de inmediato.

"Este no es mi control" "Este no es un botón" "Esto no hace explotar nada" "¡¿Qué demonios es esto?!

Jinx tenía una especie de caja pequeña, dorada, lo que sea que había presionado se asemejaba más a una tecla que a un botón, de color purpura y detalles con cristales.

— ¿Y mi control? — se preguntó tirando el artefacto a un lado sin reparar más en él, tirando su cabeza hacia atrás, buscando por el mando de los explosivos, pero en vez de eso su cara se ilumino por una resplandeciente luz azul clara.

Comenzaba como una pequeña bola de haz en el centro del portal, creciendo lentamente de forma circular. Parecía tratar de robar la luz que el rodeaba en un remolino mientras se hacía más grande, como alimentándose de esto.

—Tengo un mal presentimiento de esto…— alcanzó a decir antes que la esfera se volviera lo suficientemente grande para cubrir la zona donde estaba.

Caitlyn a su vez vio la esfera y soltó finalmente su rifle, trató de que su otra mano tomara la baranda para poder tener más apoyó, pero la misma fuerza que absorbía la luz del lugar tiraba de ella.

Sea lo que sea que pasaba en ese portal, trataba de absorberla, como un agujero negro, arrasando todo hacia el vacío.

Se sostuvo con fuerza, pero ante sus ojos sus dedos se deslizaban de la vara, hasta finalmente soltarse.

El último pensamiento que cruzó su cabeza fue el temor de que la esfera pudiera destruir Piltover.

—No puedo creer que prefieras comprar unas donas antes que estar en la inauguración de una sala donde se exhibe justamente uno de tus descubrimientos.

Ezreal se llevó una de las mencionadas donas a la boca sin hacer caso a lo que se le decía.

—El dueño del museo inclusive puso una foto tuya en el periódico más famoso— seguía comentando Jayce sin saber que el rubio no ponía ni la más mínima de sus atenciones en el reproche— quería que le contaras a todos como descubriste el tesoro, las aventuras que pasaste…

—Pero… tenía hambre— habló finalmente el chico.

—Por lo menos estás vestido acorde— se conformó el héroe, viendo, mientras caminaban, como el joven vestía de traje. Aunque aun llevando sus antiparras.

Trató de quitárselas, pero el rubio fue más veloz y se adelantó unos pasos.

Iba a tratar de convencerlo de quitárselas, pero varios patrulleros pasaron por la calle donde caminaban, dejando a los dos hombres pesando.

—Creo que cambie de opinión— comentó el rubio, terminando de un gran bocado la dona que tenía en la mano.

— ¿Sobre qué? —Preguntó Jayce, pero el rubio comenzó a correr por la calle siguiendo a los patrulleros— ¡¿A dónde vas?!

— ¡Al museo!

— ¡¿Corriendo?! ¡Pero si está del otro lado de la ciudad!

El rubio vio como un nuevo patrullero pasaba a gran velocidad al lado suyo y, valiéndose de su artefacto de muñeca, se trasporto arriba de su techo, agarrándose de las luces superiores.

— ¡Entonces será mejor que tomes un taxi!

Ya solo a un par de cuadras Ezreal se podía dar una de idea de todo lo que había pasado.

Las ambulancias, los periodistas, la policía cerrándolo todo.

Apenas vio el museo con un enorme cráter en un lado de su domo superior un nombre surgió en su cabeza, pero debía estar seguro.

Los oficiales lo dejaron pasar. Trató de rodear sin ser visto el área donde el director del museo, un hombre bastante bajito y panzón, lloraba sobre las pérdidas millonarias.

Se adentró al lugar y vio aun a algunos bomberos trabajando, aunque ya nada estaba en llamas.

Se podían ver varios lugares destruidos y quemados, agujeros de balas y todo el lugar tenía un olor indescifrable, como a pólvora y componentes inflamables.

Un sonoro silbido salió de él al ver como el metal, que blindaba una pintura de dos metros, había sido derretido y lo que cubría, quemado.

—Esa pintura era un retrato del segundo rey de Demacia.

Ni siquiera se giró al escuchar la voz de Jayce.

—Estaba valuada en 3000000 de piezas de oro, una de las cosas más cotizadas del museo.

—Lo sé— comentó el rubio— aquí entre nos… me parecía una horrible pintura.

Ambos chicos siguieron caminando guiados por la cantidad de oficiales, finalmente llegaron a la sala principal.

—El portal— exclamó Jayce viendo como un cuerpo de agente investigaban la zona.

Rápidamente su atención se desvió al sentir como una de las paredes se rompía a un costado.

Una chica de cabello rosa parecía enfocar su frustración en destruir.

— ¡Esa… maldita… plaga!

Ezreal ahora podía asegurar el nombre que antes suponía.

—Parece que le explotó uno de los guantes.

—Sí, puedo verlo— concordó el buscador, dejando de lado a Vi y acercándose al portal.

Un Yordle trabajaba en la escena, histéricamente le decía a los demás oficiales que no tocaran nada.

—¡Hey, Doc.! — Saludó el chico, Heimerdinger simplemente lo miró unos momentos y volvió a su labor— ¿Paso algo interesante por aquí?

— ¡Jinx lo destruyo todo! — Exclamó entre histérico y enojado— ¡les dije que era una mala idea exponer los artefactos aquí! ¡Les dije que era peligroso! ¡Les dije! ¡Les dije!

—Nos dijo, nos dijo, es verdad— concordó el chico— de hecho… yo estaba de acuerdo con usted…— siguió hablando vagamente mientras miraba ahora el resto de la sala.

Hacia dos semanas que había regresado de su travesía. Apenas anuncio el descubrimiento del portal, varios expertos trataron de estudiarlo, él inclusive con su familia. No fue hasta que la codicia del dueño del museo llevó a todo un equipo a sacarlo de la caverna donde investigaban, directo al museo y foco de toda la ciudad.

Ezreal sabía que era peligroso, y que ese tipo de artefactos eran impredecibles, pero hay pocas cosas que uno puede hacer en contra de un buen manojo de dinero.

— ¿Y…?— comenzó de nuevo el muchacho— aparte de un ataque de Jinx… todo parece estar bien… bueno… lo bien que se puede estar luego de un ataque como estos supongo…

—El portal se tragó a Jinx y Caitlyn.

—... disculpe ¿Qué?

—Según los testigos— comenzó el Yordle— el portal género una esfera de luz, de colores celestes al parecer, y absorbió a Jinx y Caitlyn, que se encontraban relativamente cerca de él.

— ¿Cómo que absorbió?

—No lo sé, chico, no soy cientifi… oh no, espera… justamente por eso lo estoy investigando.

—Evitamos que Jinx atacara el museo un par de veces el mes anterior.

Ezreal miró a Vi, quien se acercaba con Jayce, la oficial ya no llevaba ninguno de sus guates. Tenía el rostro y uno de los brazos bastante lastimados y lleno de polvo, pero se mantenía en pie con una postura de estar enojada más que otra cosa.

—Triplicamos la seguridad esta semana por lo que sabíamos de la exposición nueva y demás… aun no entiendo como Jinx se las ingenió para plantar tantas bombas y trampas… ni siquiera sé cómo logró entrar.

—Es una chica lista— comentó descuidadamente el rubio, recibiendo una fría mirada de la de pelo rosa que lo hizo encoger— perdón…

—Según alguno de los civiles que luchaban por salir, Jinx disparaba a Caitlyn, y de repente el portal comenzó a absorberlo todo… lo que no tiene mucho sentido porque…

Vi tomó de uno de los otros agentes un arma. Ezreal la reconoció de inmediato, el rifle de Caitlyn.

—También están las armas de Jinx… de hecho no hay algo que haya desaparecido del lugar.

— ¿Salvo ellas?

—Exacto.

—También… esto…

Vi le pasó a Ezreal una pequeña caja de oro, sobresalía lo que parecía una gema purpura y algunos cristales.

El chico lo miró por unos momentos y luego, inequívocamente con su índice presionó lo que parecía ser una tecla.

Un sonido extraño comenzó a salir del portal y una pequeña esfera se comenzó a formar en él.

Heimerdinger se apresuró a arrebatarle la caja, y presionando no solo la tela purpura, sino también los cristales, logro hacer desaparecer la luz.

Todos quedaron en silencio a la expectativa de que algo más sucediera, pero no fue así.

Lo único que quebró la quietud, fue el sonido de una pequeña llave inglesa chocando contra la cabeza del rubio.

— ¡Agh! ¡Ah! ¡Agh!

— ¡No. Toques. Eso!— repetía el yordle mientras seguía golpeando a Ezreal aun cuando este se cubría.

— ¿Esa caja estaba antes? — preguntó Jayce, no recordando haberla visto entre los artefactos traídos.

—No, en efecto no— explicó el científico— hay un 97% de posibilidad que se haya despegado del portal cuando Jinx atacó con sus explosivos.

— ¿Por qué le llaman portal a esa cosa? — quiso saber Vi.

—Porque lo es— siguió explicando— no hemos tenido la oportunidad de investigarlo a fondo, pero, aunque posea una forma extraña, es un portal.

— ¿Conecta a algún lado?

—No lo sé… y cruzarlo cuando está activado, aun sin haber hecho el más mínimo de los experimentos o pruebas, es igual de arriesgado que cruzar un campo de minas explosivas.

—Quiere decir que… ¿Caitlyn está muerta? — preguntó sin dar más vuelta la otra oficial.

Esa pregunta la estaba matando a ella, y seguir postergando la respuesta solo lo hacía peor.

—Imposible saber, pero es una posibilidad— cercioró el científico.

—Todos los portales conducen a alguna parte— trató esperanzado Jayce.

—Debatible, pero aun de ser cierto, supongamos que el portal lleva a algún lugar de Runaterra, como la Isla de las Sombras, la posibilidad de sobrevivir allí es nulas; supongamos que da directamente a los mares, un humano atlético y saludable solo sobreviviría un par de día si no es devorado por algo antes; supongamos que no lleva a Runaterra, sino al espacio, muerte instantánea…

—Ya entendimos— lo interrumpió Ezreal. Tampoco le gustaba la idea de pensar que estaban ante la presencia del fin de Caitlyn— ¿… y que haremos?

El Yordle dejo de mirarlos y se concentró en el artefacto.

—Debo… debo estudiarlo.

Jayce llevaba varios vasos de café mientras caminaba por los pasillos del museo.

El lugar estaba ahora desierto, salvo por la seguridad a las afueras.

La orden había sido clara. "Dejar trabajar al científico"

Muchos discutieron, y ya inclusive se hablaba de la suma millonaria por los daños. Solo se tuvo que convencer al director del lugar sobre las consecuencias de sus acciones y como todo podría cerrarse bajo su responsabilidad.

"—Inclusive hay celdas con nombres de gente acomodada en la cárcel de la ciudad, eso claro no evita que los demás convictos interactúen entre ellos… y en las duchas… todos dejan caer el jabón."

Jayce aun recodaba como el pequeño hombre temblaba luego de escuchar esas palabras de Vi.

El resto de los hombres se dedicaron a rodear el área y dejar el interior del museo.

En la sala principal solo quedaron Ezreal, Vi, Heimerdinger y él.

Se llamó a otros expertos más, pero al no estar por la ciudad su llegada demoraría.

Puso los vasos de café sobre una mesa cerca del portal, ahora lleno de pizarras y papeles. Era impresionante como el Yordle trasformó el lugar en su zona de trabajo.

—Ten— le ofreció a Ezreal que no despegaba su vista de un libro, cuya escritura en su interior era indescifrable para Jayce.

El rubio agradeció el gesto con la cabeza y el mayor dejó el vaso sobre la mesa.

Prefirió no ofrecerle el que le correspondía al Yordle por miedo a distraerlo, y también simplemente se lo acercó.

Terminó por sentarse al lado de Vi, que se apoyaba en una de las paredes del lugar, también con algunos papeles esparcidos en su zona, pero la chica parecía más bien resignada y solo miraba a los otros dos trabajar.

—Las runas no son mi área— terminó diciendo, para aceptar luego el café— así que hasta aquí es donde puedo ayudarle.

—Lo sé, tampoco lo es la mía— compartió el héroe y se dedicó a mirar a los otros dos.

La noche caía sobre ellos y el cielo nocturno se podía ver claramente a través del domo de cristal superior.

—… ¿A dónde estarán? — preguntó finalmente al cabo de varios minutos.

Jayce pudo notar por el tono de voz el cansancio que la chica llevaba.

Decir que "estaban en algún lugar" era concluir que estaban vivas, ambas, Caitlyn y Jinx, y él también prefería pensar de ese modo.

—Vamos a averiguarlo…— concluyó con seguridad, también sintiéndose cansado— y cuando lo sepamos… las buscaremos… y las traeremos de vuelta.

—Matare a Jinx…

—Sí… lo sé…— comentó el chico, aun mirando cómo ni Ezreal ni Heimerdinger habían tocado su café.

"Si es que ya no está muerta de por sí"