Caminos opuestos 16

Aquella mañana Ken no podía verse más radiante, estaba en uno de esos días en los que él quería a todo el mundo y todo el mundo lo quería a él, nada podía salir mal. Cuando el señor Futagoza llegó y lo vio, repentinamente se sintió algo avergonzado, porque se creía deshonesto al haber hecho lo que había hecho, sabiendo que el anciano le pidió ser sincero con Paola. Así que sumado a eso y al hecho de que no podía decirle que había estado con la prometida de su nieto, prefirió evitar el tema.

-Es mi impresión o estás que revientas de contento –comentó el señor Futagoza mirándolo con sospecha

-No es nada, es sólo que logré arruinar el plan de Aoshi –contó Ken orgulloso

-Jaja, qué bueno, ya quisiera ver su cara –se burló su abuelo- A él nunca le gustó que lo retaran, y menos que le ganaran...

-Voy a extrañarlo cuando todo esto termine –admitió el muchacho con tristeza

-Ah...yo también –contestó el anciano- Eres un buen muchacho y me acostumbré a nuestras divertidas charlas

-Espero que alguna vez vaya al estadio a verme

-Claro que lo haré, y yo espero que tú me visites de vez en cuando

-Mientras Aoshi no esté por el rumbo, así será...

Entonces el celular de Ken sonó interrumpiendo la charla.

-¡Paola! Cómo estás

-Bien, pero necesito pedirte algo –le dijo la muchacha- ¿Crees que puedas hacer un campito hoy en tu agenda para ir a almorzar con mis padres?

-¿Tus padres? –preguntó Ken sorprendido

-Ahá, te dije que tendríamos una reunión con ellos antes del compromiso –recordó Paola- Y ellos ya están aquí, ¿qué dices?

-Que... –dudó el muchacho, quien era observado con interés por el señor Futagoza- ¡Claro! ¿Pero a qué hora y dónde?

-Yo iré a recogerte a las doce y media –propuso Paola contenta- Nos vemos, adiós...

-Adiós...

-¿Con que sus padres ya llegaron, eh? –preguntó el abuelo de Aoshi interesado- Eso sólo significa que no falta mucho para el compromiso, ¿qué piensas hacer?

-Ir a almorzar con ellos –contestó Ken tranquilamente

-Ay muchacho –exclamó el señor Futagoza, parándose y dándole unas palmaditas en la espalda- No te involucres más o no podrás salir tan bien de esto

-No falta mucho –aclaró el joven pensativo- Dentro de poco todo volverá a la normalidad

-¿Normalidad? Esa jamás volverá, y menos en la relación de Aoshi y Paola –dijo el anciano resuelto- ¿No te das cuenta que interferiste entre ellos?

-Pero yo...

-Debías ocupar el lugar de Aoshi, pero para bien o mal, abriste tu propio lugar...

-Señor –pidió Ken pensativo, evitando el tema- ¿Podría ayudarme hoy, por favor?

-¿En qué?

-Paola me dijo que Aoshi ya conoció a sus padres en Francia, pero como el que irá al almuerzo con ellos hoy seré yo...

-Ya veo, necesitas algo más de información –dedujo el anciano, sentándose frente a él- Veamos, según recuerdo los padres de Paola son divorciados, sin embargo su madre volvió a casarse con un arquitecto francés... y eso es todo lo que Aoshi llegó a contarme

-¿Nada más? –preguntó Ken desilusionado

-Nada más, lo siento

-No importa, trataré de pasar lo más desapercibido que pueda

-Espero que lo logres –concluyó el anciano viendo su reloj- Bueno, debo irme, tengo una reunión importante con los del Banco, hasta la tarde

-Hasta la tarde –se despidió el muchacho, retomando sus actividades

Cuando se acercaba la hora del almuerzo, Ken se veía más nervioso que nunca. Salió minutos más antes de lo normal para ir a buscar a Paola, al llegar a su casa se encontró con Tomiko, que se notaba quería obtener más información acerca de la noche anterior.

-¿Así que ayer vieron unas películas? –preguntó Tomiko, arreglando nuevamente las flores de un jarrón de cristal cercano

-Ahá –respondió el joven vagamente, muy avergonzado, aunque no sabía si por la mentira o por recordar lo pasado

-Mira Aoshi –advirtió Tomiko, apuntándolo con un tulipán- Si llegas a lastimar a Paola, te las verás conmigo ¿oíste?

-Fuerte y claro –murmuró el joven asustado por la severa expresión de la mujer

-Me alegro –concluyó Tomiko sonriendo levemente- Creo que ella ya debe venir

Y como dijo la Nana de Paola, ella apareció al inicio de las escaleras, vestida con un sencillo vestido blanco de tirantes estampado con pequeñas lilas, que le llegaba hasta la rodilla.

-Llegaste temprano –comentó ella sonriendo antes que el muchacho diga nada

-Es que terminé todos mis pendientes –respondió Ken extrañamente apenado al verla

-¿Nos vamos? Podemos ir a dar una vuelta hasta que sea hora de encontrarnos con mis padres

-Claro, por qué no

-Adiós Nana, nos vemos más tarde –se despidió Paola, tomando el brazo de "su novio"

-Adiós Tomiko –dijo Ken sonriendo

-Adiós, adiós, que les vaya bien –contestó la Nana, agitando una mano

En el vestuario de entrenamiento de la selección, Aoshi estaba terminando de meter sus cosas en su maletín, con un brazo rodeando su abdomen que aun le dolía intensamente.

-Es hora Ken –le hizo notar Jito tranquilamente, saliendo del lugar

-Voy... –murmuró Aoshi entre dientes, rabiando todavía por lo ocurrido- ¡Maldito Hyuga! Cómo se atrevió a hacerme esto –pensó luego, apretando lo puños- ¡Ya no lo soporto más!

-¿Ya mejor? –preguntó Sanae haciéndolo reaccionar

-No sabía que estabas aquí –comentó el muchacho, colgándose el maletín al hombro

-No deberías cargar eso, aun debe dolerte el golpe –continuó la joven, quitándole el maletín y llevándolo con ella hacia la salida

-Dame eso, no es necesario... –trató de alegar Aoshi

-No seas orgulloso y no seas machista –aconsejó la muchacha mirándolo con el entrecejo fruncido- No por ser mujer soy una inútil

-Pero...

-¡Nada de peros! Y ya vámonos o te van a dejar –recordó Sanae, sonriendo levemente- Y mira que ganas no les faltan

-Ya no los aguanto...

-Ni nosotros a ti, así que trae a Wakashimazu de vuelta –comentó la asistente tranquilamente continuando con su camino- Al menos a él podía verlo sin querer aventarle con lo primero que esté al alcance de mi mano..."señorito" –se burló Sanae, perdiéndose en una esquina, mientras Aoshi la miraba estupefacto al verse descubierto

Ken y Paola, a pedido de ésta última, iban pasando por el estadio de entrenamiento; cuando de repente vieron que afuera esperaba el bus de la selección, lo que puso al joven más nervioso de lo que ya estaba.

-¿Por qué te escondes? –inquirió Paola curiosa al verlo deslizarse en su asiento

-Es que dejé caer algo y estoy tratando de recogerlo –mintió el muchacho

-¿Te ayudo? –preguntó Paola, inclinándose

Sanae subió al bus y notó un bonito automóvil pasando por ahí. Tras ella apareció Aoshi, que se detuvo en seco al reconocer al automóvil, y más cuando, tras la ventanilla del costado que se encontraba abierta, aparecía la figura de Paola.

-No puede ser... –murmuró furioso- Ése maldito...

-¡Wakashimazu! –llamó Gamo impaciente- ¡Sube de una vez!

Aoshi obedeció y se fue a acomodar al final del bus, planeando un sin fin de torturas crueles que podía aplicar en Ken XD.

-Pues yo no veo nada –comentó Paola, mirando el piso del automóvil

-Je, seguro me equivoqué –alegó Ken sonriendo nerviosamente

-¿Te pasa algo? De pronto empezaste a sudar mucho ¿tienes fiebre? –preguntó la muchacha preocupada, colocando una mano en la frente del chico

-Mucho calor, es todo...

Llegaron al restaurante indicado, cuando se dirigieron a la mesa indicada notaron que una mujer de tez blanca y cabellos castaños claros se encontraba, aparentemente regañando en voz baja, a un hombre de piel blanca, cabello negro y semblante enojado.

-Hola madre, Philippe –saludó Paola, con una breve reverencia

-Qué gusto verte Paola –dijo la mujer, parándose a abrazarla con cariño- Hola Aoshi –saludó luego con una breve sonrisa

-Señora –contestó Ken nervioso con una respetuosa reverencia

-¿No piensas saludar, Philippe? –preguntó Sabrina entre dientes

-Paolita, qué alegría verte –dijo el hombre poniéndose de pie, besando a la muchacha en una mejilla, luego cambió su gran sonrisa por una cara muy seria al ver a Ken- Hola Futagoza

-Buenas tardes, señor –saludó el chico extrañado por la mala vibra que el francés destilaba hacia él

Mientras esperaban su orden los cuatro se encontraban en un incómodo silencio.

-¿Y cómo te ha ido en la Universidad? –preguntó Sabrina a su hija

-En una carrera que NO te gusta –puntualizó Philippe con malicia, mirando a Ken- Y que sólo tomaste por caprichos ajenos

-¡Philippe! –lo regañó la madre de Paola por lo bajo

-¡Qué! ¿es la verdad no? –se defendió el francés indignado

-Je, me ha estado yendo bien –respondió Paola apenada- El próximo semestre podré entrar a trabajar en alguna pasantía

-Pasantía que supongo te darán los Futagoza –dedujo Philippe sin dejar el tono dañino

-Si está en nuestras manos, por supuesto que sí –respondió Ken tranquilamente

-Claro que así será –aclaró Sabrina- No por nada será su esposa ¿no?

-¿Pensaste bien acerca de eso? –le preguntó el arquitecto a su hijastra, mirándola fijamente

-Ajá, y estoy más segura que nunca –contestó Paola sonriendo y tomando la mano de Ken- Sé que no hay nadie mejor que Aoshi

-Es que no buscaste –alegó Philippe irónico- Si te hubieras tomado la molestia, hubieras encontrado alguito mejor...¡ouch! –exclamó adolorido, porque su esposa lo obligó a callar con un pisotón --U

-Pierre y Loui te mandan saludos –intervino Sabrina, sonriendo forzadamente

-¿Cómo están ellos? –inquirió Paola interesada

-Muy bien, esperan poder venir a tu compromiso

-Loui, qué buen muchacho –continuó ironizando el francés, como si Ken no existiera XD- Hacías tan bonita pareja con él

-Philippe, Loui y yo jamás fuimos pareja –recordó Paola a punto de perder la paciencia

-¿Ah no? Pero parecían –dijo Philippe sonriendo encantado- ¿Recuerdas aquella Navidad que se besaron frente al árbol?

-No fue frente al árbol, fue debajo del muérdago ¡y tú junto a Pierre nos presionaron para hacerlo, no por nada colgaron esa cosa por toda la casa!

-Costumbres raras que tienen en occidente –alcanzó a decir Ken tranquilamente, mientras los otros tres lo miraban confundidos

-¿Y cómo está tu familia? –preguntó Sabrina cambiando de tema

-Pues mis padres en quién sabe dónde –contestó el muchacho con sinceridad- Sin embargo mi abuelo muy bien, gracias

-¿Ya decidieron si el compromiso lo harán en familia o invitarán a alguien más? –preguntó Philippe, cambiando ligeramente de actitud anti-Aoshi

-Creo que en familia sería mucho mejor –intervino Paola- Además, ¿a quién más podría interesarle nuestro compromiso?

-A muchos, aunque no lo creas –dijo su madre pensativa

-Loui es como parte de la familia, él y Pierre dejarán un partido importante por venir a acompañarte –contraatacó el francés cínicamente

-¿Juegan? –preguntó Ken interesado

-¡Claro! –estalló Philippe orgulloso- Mi sobrino Pierre y Napoleón son jugadores de la gran selección francesa ¿qué no lo recuerdas?

-¡Qué! –exclamó Ken sin querer- ¡Pierre! ¡acaso es Eru Shido Pierre! ¿y Loui Napoleón?

-Sí Aoshi –respondió Paola extrañada- ¿Acaso no los recuerdas?

-¿Pierre no doy una? –recordó Sabrina divertida

-Eres muy extraño muchacho –comentó el arquitecto con sinceridad- Te ves diferente al recatado y odioso Aoshi que conocimos en Francia

-¡Philippe! –lo volvió a regañar su esposa

-¡Qué! ¿es verdad no?

-Aoshi es otro –contestó Paola sonriendo- No es el mismo que conocieron...cambió por mi (cursi que soy ¬¬)

La entretenida discusión iba a continuar, pero se vieron interrumpidos por el mozo que traía sus órdenes. Extrañamente, y de un comentario que salió de la nada, Philippe y Ken se pusieron a hablar acerca de fútbol.

-Es raro, creí que no le gustaba el fútbol –murmuró Sabrina por lo bajo

-Pues no y no sé cómo sabe tanto –confirmó su hija viendo al joven extrañada

-Philippe no quería venir –admitió la alemana- No quería volver a encontrarse con Aoshi

-Me lo imaginaba –confesó Paola con una leve sonrisa- Nunca le simpatizó

-Pero ahora quizá cambie de opinión –agregó su madre, viendo divertida a ambos hombres debatir seriamente ahora sobre el fútbol inglés

Luego de terminar su almuerzo familiar, los cuatro se despidieron de forma mucho más cordial de lo que fue el inicio de su encuentro.

-Espero verlos pronto –dijo Sabrina, dándole un beso en la mejilla a su hija

-Nos iremos unos días a Okinawa –contó Philippe, estrechando la mano de Ken OOU- Así que espérennos antes de comprometerse...

-Claro que lo haremos –dijo Paola sonriendo y abrazando a su padrastro

-Adiós Aoshi –se despidió Sabrina mirando al muchacho con cariño

-Eh...adiós señora –contestó Ken sorprendido por el gran parecido de los ojos verdes profundos de la alemana con los de su hija

Cada pareja tomó su rumbo. Los japoneses hacia la casa de Paola, y los europeos hacia su hotel.

-¿Nos veremos en la noche? –preguntó Ken, cuando ya estaban en la casa de "su novia"

-Hoy no podré –lamentó ella triste- Tengo mucho que estudiar para mañana

-Ni modo, será mañana entonces –aseguró él sonriendo optimista- Concéntrate y estudia

-Lo haré, hasta mañana –se despidió Paola dándole un beso y saliendo luego del automóvil- Tienes prohibido olvidar que te estaré esperando –agregó apoyándose en el marco de la puerta (cursi ¬¬)

-Nunca lo haría –contestó Ken viéndola marcharse

Se dirigió hacia su departamento. Estaba realmente contento, nada podía salir mal, había estropeado los planes de Aoshi; Paola estaba más cerca de él de lo que nunca había estado con el empresario; a pesar de saber la verdad el señor Futagoza lo apoyaba...

-Buenas tardes Wakashimazu –saludó Aoshi tranquilamente, sentado en el sillón de su living, vestido con un traje de oficina y fumando un cigarrillo

-¿Aoshi? –se sorprendió Ken estupefacto

-Gusto en verte –continuó el empresario, apagando su cigarrillo en un cenicero, acercándose a él y estampándole en el pecho un sobre- Y mucho más gusto en decirte adiós para siempre

-Pero...

-El trato culminó –sentenció Aoshi, abriendo la puerta y poniendo su maletín de entrenamiento en el piso- Deja las llaves sobre la mesa, el traje puedes quedártelo si quieres y aquí están las cosas que tenía en mi poder...hasta nunca