-Capítulo 3-
El pasado de Jinx (Parte 1)
Apenas abrió un poco sus ojos y una potente luz la recibió de llenó, obligándola a cerrarlos de nuevo. Se sentía cansada.
Poco a poco comenzó a ser más consciente de su cuerpo.
Su espalda estaba apoyada en algo frio, incomodo, pero al tratar de alejarse notó que no podía, sus brazos le dolían y algo la amarraba a la cama desde ellos.
Aunque sentía sus pies adormecidos al igual que sus piernas, algo le apretaba los muslos de tal forma que creía que su circulación se cortaría de un momento a otro.
Desesperada por la posición en la que estaba, Caitlyn volvió a abrir los ojos y se esforzó por ver pese a la molesta luz.
Descubrió que el resplandor venia de algún sector del techo, y ella estaba acostaba boca arriba, amarrada a una camilla, en una habitación grande, donde podía ver más camillas.
Lejos de parecer un pulcro hospital de Piltover, todo a su alrededor parecía sucio y en cuestionables condiciones. La herrumbre se podía ver en algunas máquinas cuya función no podía adivinar, al igual que las camillas, con sabanas mugrientas y las paredes con mancha de humedad en diferentes sectores.
Levantó un poco su cabeza y fue cuando notó la tabla que tenía en la boca, sus dientes la sujetaban y una venda la mantenía en su sitio. Cuando abría la boca, las mismas vendan tiraban de la tabla y le hacía doler la comisura de los labios, de modo que optó por morderla para que quedara en su lugar nuevamente.
Su mente se debatía ahora en recordar cómo había llegado allí o preocuparse de cómo salir.
Pronto esas cosas dejaron de importar.
Un sonido metálico, de una puerta pesada de metal abriéndose, la hizo enfocarse en eso, pero no podía ver nada.
Luego pasos, pero seguía sin ver sus dueños.
Finalmente, una cabeza apareció frente ella, cubriendo la luz. Era grande y estaba cubierta por anteojos, dos pares para ser exactos, y un cubrebocas verde.
—Despertó— anuncio el extraño hombre, y Caitlyn volvió a escuchar más pasos.
—Te lo dije, un espécimen saludable sin duda.
—Es verdad, no hay muchos de estos por aquí… menos a esa edad.
— ¿Cuánto le calculas?
—Es difícil saber.
Ahora Caitlyn podía ver tres cabezas, todos con su respectivo cubre bocas, pero con aspectos más deformes entre ellos. Uno parecía no tener ojos y en vez de eso llevaba una especie de franja brillante en su lugar y la otra tenía unos ojos desiguales en color amarillo opaco. El color de su piel era oscura e irregular en los tres casos.
Una mano tomó si cuidado su rostro y la hizo voltear para poder apreciar mejor su perfil, luego el otro.
Caitlyn se quejó por primera vez, incapaz de poder hablar con propiedad por lo que tenía en la boca, trató de comunicar su incomodidad gruñendo y exclamando lo que pudiera de forma fuerte.
—Que molesto, pásame una V-16, es una mujer de contextura pequeña después de todo, no necesitara más que eso— comentó uno y Caitlyn perdió de vista a uno de ellos, para luego verlo regresar con una gran jeringa en su mano.
Se sacudió comprendiendo que sea lo que sea se lo iban a inyectar, pero nada detuvo las manos de uno de los sujetos, que levantó la tela que cubría su cuerpo, haciendo notar que no llevaba su habitual traje morado, sino una bata sucia apenas atada, la cual no opuso resistencia, develando su abdomen y piernas por completo.
Sintió unos gruesos dedos en su abdomen y luego como la aguja penetraba dolorosamente en uno de sus costados.
El líquido le quemaba apenas ingresar en ella, se extendía como fuego por sus vísceras y la hizo sentir descompuesta al instante.
Vomitó sin poder evitarlo, manchándose la cara con la venda y la tabla, sintiendo sucio sus cabellos y la camilla luego.
—Ácido clorhídrico… bilis… debe llevar un periodo sin comer, aunque corto… definitivamente muy saludable— anuncio uno tocando con sus dedos parte del líquido en su quijada— Bien… muy bien…
Ya no sentía la irritación por el líquido, ahora parecía que, desde su estómago, unos espasmos se expandían, haciéndole perder la sensibilidad de la zona, abarcando cada vez hasta llegar a su cabeza.
Ya no podía controlar su cuello y por esto su rostro se perfilo a un lado, quedándose así sin poder hacer nada.
Nuevamente las manos se adueñaron de su postura y la obligaron a ver hacia arriba, notando que sus parpados no le obedecieron cuando quiso cerrarlos producto de la molesta luz.
—Tiene mucho potencial, no deberíamos entreverarla con los demás.
—Sí, estoy de acuerdo, algo en tan buen estado cogiendo alguna infección… no, no, sería una perdida lamentable.
—Aislémosla en una de las celdas continuas. La inyección de cretofima y la nueva sustancia en la que trabajó el doctor Reft podrían ser unas buenas opciones en este caso. Su piel es muy pálida, podríamos notar los cambios como nunca antes.
—Sí, es verdad, tómenle una muestra.
Desde esa posición pudo ver como uno de ellos tomaba un cuchillo quirúrgico y lo acercaban a algún sector de su brazo. Sintió el corte apenas, pero luego los mismos espasmos de antes volvieron y fue incapaz de percibir de nuevo.
—Bueno, nos reuniremos esta noche para decidirlo, no nos sirve ahora, tírala en la celda, alguna que esté desocupada, es cierto… lo inteligente seria conservarla lo más que se pueda.
—Y amárrale las manos. Seguro querrá luchar cuando los efectos pasen… no querría tener que golpearla mucho o someter el cuerpo demasiado.
Sin sentir del todo su cuerpo, solo viendo, Caitlyn dejo la camilla ayudada por uno de los hombres, quien la libero y la cargo en uno de sus hombros.
No pudo ver mucho en el trayecto, la salida de la sala donde estaba, un pasillo oscuro acorde, rejas, una nueva sala, barrotes que hacían de división.
Su cuerpo fue dejado en el suelo como quien tira una bolsa de desperdicios. Tuvo tiempo de mirar el suelo donde había caído, sucio y de piedra, antes que alguna puerta se cerrara y la dejara en la oscuridad absoluta.
Era realmente difícil decir si era de día o de noche estando allí.
Se había acostumbrado a la oscuridad del lugar, pero le era difícil poder distinguir más allá de la extensión de sus manos en la oscuridad.
No sabía si había dormido, o si estaba despierta ahora. Sus sentidos estaban confundidos y la poca información del medio solo empeoraba la situación.
Sus manos se encontraban atadas y un ardor descomunal se expandía por su antebrazo, incapaz de tocar esa zona con sus manos se valió de su rostro para inspeccionarlo.
Era como si un buen trozó de piel le faltara y la sangre aun no lograba coagularse para empezar a curar.
La bata que llevaba no alcanzaba a cubrirle los muslos y apenas pasaban un poco sus hombros en el sector de los brazos.
Sentía frio mientras más cerca estuviera del suelo, pero era extrañamente sofocante cuando se ponía de pie y su cabeza se estiraba.
Unas cuantas veces trató de acercarse a algunos de los costados, pero en las cuatro direcciones se encontró con rejas gruesas que le impedían el paso. Notó que la salida de la celda estaba en uno de esos costados, pero fuertemente cerrada.
Terminó resignándose y sentado en el medio de su "jaula". Allí, a la par suya estaba la tabla y la venda sucia que la sostenían en su boca.
Su cabeza repasó rápidamente lo poco que sabía.
Era consciente de quien era, que profesión tenia y los conocidos, amigos y familiares, que componían su círculo social.
Lo recordaba bien.
Lo que no recordaba.
"¿Cómo llegue aquí?"
Se esforzó por recordar lo último que había vivido.
Se veía trabajando, hablaba con Vi, cuidaban del museo de la ciudad, en una de las cámaras con el sistema de seguridad… lo recordaba vagamente…
Luego todo se volvía confuso.
"Alguien nos atacó… o al museo…" se esforzó en seguir esa línea, lo que sea que haya pasado ese día "explosión… explosiones… ¿Jinx quizás?"
Tuvo que dejar de pensar cuando sintió una molestia presión en su cabeza, luego notó que su rostro se humedecía debajo de su nariz y cuando llevó las manos al lugar se dio cuenta que estaba sangrando.
Su preocupación pronto tomó como blanco el sonido de las cerraduras a un costado de la habitación.
La puerta se abrió iluminando el interior, pero Caitlyn solo tenía ojos para quien sea que entraba.
Ya lo había preguntado antes velozmente "¿Sabían ellos, quienes sean, quien era ella?" Si lo sabían y aun así la mantenían en ese estado, era malas noticias, y si no lo sabían ¿Sería peor informales?
Reconoció al hombre como el único que no llevaba gafas la vez anterior, ahora estaba sin el cubrebocas, y se podía ver una quijada puntiaguda y chueca, con una gran boca.
Caitlyn esperó en la posición de sentada sin moverse ni un centímetro, el tipo parecía sorprendido de encontrarla despierta, debatiéndose seguramente que hacer ahora con ella.
Se acercó y abrió la celda sin cuidado, se acercó de dos zancadas a Caitlyn y le apretó el brazo con fuerza levantándola de un tirón.
— ¡Suéltame! — le gritó enojada tratando de zafarse, pero el hombre no le hizo el menor caso.
Le sorprendía la fuerza del agarre, como si se tratara de un brazo tres veces más fuerte de lo que parecía. La arrastró sin ningún problema afuera de la habitación y por el pasillo.
Caitlyn luchó por no ser arrastrada, pero nada detuvo al sujeto. Vio velozmente todo lo que pudo del pasillo, pero el lugar era de por si oscuro, vio un par de puestas al final de este y fue todo, ya entraban a la sala de las camillas que ella vio la primera vez.
Ahora solo otra persona estaba allí, un hombre con una gran capa, sin pelos, pero con unas antiparras oscuras que cubrían sus ojos.
—Bien, bien… esta despierta— exclamó este haciendo seña para que ambos se acercaran— agh… se quitó la tabla, ponle una de nuevo y amárrasela bien, no quiero que me muerda… o que se muerda a ella misma… seria problemático.
— ¡No! ¡No! ¡Suéltame! — gritó mientras forcejeaba nuevamente con quien la apresaba, sin poder evitar que su espalda golpeara con el borde de la camilla, pero no permitió que la subieran en ella.
El hombre de bata le facilitó la tarea a su compañero, trayéndole el mismo una pequeña tabla con unas vendas.
Caitlyn forcejeó un poco más y en cuanto le dejaron a su alcance los materiales de un rápido manotazo hizo que estos cruzaran la sala.
—Contrólala, bruto ¿No ves que está haciendo un desastre?
Tan pronto como el hombre le habló, el sujeto que la sostenía elevó su mano, haciendo que el cuerpo de Caitlyn prácticamente colgara de su brazo y, sin tiempo a poder reaccionar, el puño libre del hombre se hundió en su estómago con tanta velocidad que creyó que el tiempo se detuvo por unos segundos.
Al volver, cayó al suelo de rodillas, temblando, incapaz de respirar mientras el dolor por el golpe comenzaba a invadirla desde el sector agredido.
—Bien… pero trátala mejor, no queremos que se dañe mucho… ahora ponle la tabla…
Aun temblaba en una posición contrariada cuando sintió que se la obligaba a abrir la mandíbula y morder de nuevo la madera seca, le hicieron un nudo desde la nuca y ya no se pudo zafar de la tabla.
Luchó cuando sintió recuperar sus fuerzas, pero con ambos hombres luchando por amarrarla a la camilla, sus esfuerzos fueron en vano.
Eso no le impidió gruñir y largar todas las exclamaciones que pudo desde su garganta y con todas sus fuerzas.
Los tipos parecían de momentos molestos por sus sonidos, pero a ella no podía importarle menos.
—De hecho, voy a confesarle, señorita, que el que sea tan expresiva es justamente lo que busco—comentó el sujeto con bata mientras parecía preparar una jeringa con un contenido trasparente— átale uno de los brazos y hazle presión, necesitamos encontrar la vena… esto va justo…— comentaba mientras el otro sujeto hacia lo que se le pedía— ahí.
Caitlyn trató de gritar cuando sintió el punzante dolor en uno de sus brazos, el líquido era frio y ligero y pronto dejo de sentirlo.
—Calma, calma, no fue nada ¿O sí? Un simple pinchazo…— comentó con cierta calma enfermiza viendo a Caitlyn con atención, observándola y quedando satisfecho— ahora… dejaremos que repose un par de minutos…
Se alejó en compañía de su subordinado a una mesa cercana mientras parecían preparar otro contenido en unos tubos de ensayo.
—Bien, ahora… mire, señorita— comentó el sujeto volviendo a ella, le mostraba un cartón rectangular, donde se podía ver dibujado una regla, en una de sus puntas de color verde y en la otra extrema de color rojo, pasaba de un color a otro gradualmente teniendo en el medio un color amarillo— el lado verde significa bienestar, el amarillo, el término medio, cierto malestar, y el extremo rojo está guardado para intenso dolor ¿Entiende?
Caitlyn ni siquiera miró por un segundo el indicador, solo miraba fijamente y de manera mordaz a quien le hablaba, no dejándose intimidar por lo que se le decía.
—Bien, bien ¿Sería tan amable ahora de mirar el indicador y decirme, mirando el lado de la regla, como se siente en estos momentos señorita? — preguntó el científico sosteniendo el cartón, pero sin lograr que Caitlyn le quitara la fría mirada de encima— bien, supondré que el sentido de lucha que lleva es un indicador de que se encuentra bien.
Se alejó con el cartón, dándole la espalda, volviendo a su trabajo en la mesa.
—Aparentemente la sustancia T1 neutral es eficiente, no se observan reacciones en la piel ni malestares en el sujeto, puede pasar desapercibida… bien… bien…—hablaba para sí mismo, preparando una nueva jeringa, esta vez con un líquido verdoso— ya puedes desatarle el brazo, mucha presión podría ser perjudicial, aparte… esto no necesita ser intravenoso.
El científico clavó la jeringa de manera brusca en el muslo de Caitlyn y comenzó a inducir el contenido, sin importarle la sacudida del cuerpo de la chica y los gritos de quejas.
Esta vez pudo observar un comportamiento totalmente diferente al anterior. Sabía que decir "un simple pinchazo" no aplicaba esta vez.
Se alejó unos pasos para poder ver los resultados.
El cuerpo de Caitlyn, pese a estar amarrado a la camilla, se contraía con tanta fuerza que parecía que en cualquier momento rompería las ataduras, temblaba y daba espasmos violentos.
Sonrió al escuchar los gritos ahogados de la chica, podía observar como abría los ojos enormemente para luego cerrarlos con fuerza, seguramente buscando una forma de contrarrestar el dolor que sentía.
—Bien bien…— comentó tomándose su tiempo para buscar el cartón nuevamente y acercarse a un lado de la camilla— ahora mira con atención la regla, en el sector que crees te sientes en este momento.
Pero Caitlyn no lo miraba, seguía sacudiéndose como podía. EL sujeto podía observar como de la boca sabia espuma, rabiaba y salivaba presa del dolor sin poder controlarse.
—Vamos, presta atención ¡Mira acá!
Ahora recibía la mirada de la chica, pero directamente a sus antiparras, como si tratara de ver a través de ellas y pudiera trasmitirle todo el odio que estaba sintiendo.
—Solo indícame cómo te sientes y juro que hare que pare.
Caitlyn cerró los ojos y negó con la cabeza, trataba de controlar su cuerpo, pero le era imposible, le ardía, sentía que la apretaban por dentro, que una fuerza inexplicable luchaba por comprimir sus órganos, como si tratara de entrar más profundo en ella. Su corazón latía con dolor, como si cada latido significaba luchar contra una caja que quería encogerlo cada vez más.
Solo cuando sintió que se ahogaba, que sus pulmones no podían con tanta presión que olvidaron como llenarse, abrió los ojos y miró directamente la regla, la sección roja, y lucho por quedarse viéndola y no moverse cuando sintió que la quemaban por dentro.
—Bien… bien…— el científico se alejó nuevamente de la camilla y retomo con una jeringa ya preparada, de un líquido nuevamente trasparente y se la inyecto sin cuidado en su cuello.
El líquido viajo rápido por el cuerpo de Caitlyn, parecía apagar el ardor a su paso y eliminar lo que la comprimía.
Pasado un par de minutos ya no sentía nada.
—El T2 funciona correctamente también— comentó para sí poniendo nuevamente el cartón en frente de Caitlyn— ¿Y ahora cómo te sientes?
Obedeció esta orden sintiéndose agotada y atontada luego de sufrir tanto dolor, traspiraba frio y su cuerpo aun temblaba. Miró el sector de la regla en medio, inclinándose un poco al verde.
—Un alivio ¿No es así? — comentó con gracia el científico y se acercó a su mesa— ahora bien… el T3 Noxiano… como su nombre lo indica, de Noxus, es algo nuevo para nosotros aun, pero creemos que el T1 neutral puede funcionar igual que como hace con el T2…
La sheriff lo vio acercarse con una nueva jeringa, esta notablemente más grande que las demás, con un contenido oscuro.
—Lo sé, lo sé, parece agua sucia ¿No es así? — Comentó entusiasmado con el material— pero créeme, es un producto muy difícil de conseguir, es de lo mejor de Noxus, difícilmente haya algo que lo supere… pero… tu podrás decírmelo mejor.
Clavó la aguja nuevamente en uno de sus muslos y dejo que el contenido se vaciara de manera lenta.
Caitlyn supo desde el momento que sintió el líquido que toda definición de veneno se borraría por completo para ser suplantada por lo que sentía ahora.
Sus ojos se abrieron enormemente cuando vio en la piel de su muslo como una estructura, no sabía si suya o nueva, se ramificaba en un color oscuro, era como sentir un material que se iba solidificando a medida que avanzaba, y lo hacía rápido.
Le dolía mientras veía como la sustancia subía, pero no fue hasta que llego a su estómago que todo empeoró.
Sea lo que sea era como si la sustancia se clavara en cada órgano y parte que alcanzara, como si lo traspasara con una lanza y quedara solidificado de esa forma, fusionándose con el tejido vivo que mandaba violentas y enormes olas de dolor a su medula.
El científico vio nuevamente, mientras asentía, como la chica comenzaba a retorcerse y él, más que ella, podía ver el camino del veneno por su cuerpo. En el momento que la bata le impidió una mejor observación, la cortó con unas tijeras para poder ver el abdomen, con las mismas oscuras ramificaciones.
—Es… increíble… fascinante… bien, bien…— comentó, aunque sus palabras eran tapadas ya por las exclamaciones de dolor de Caitlyn— oh si, si… la regla.
Busco de nuevo el cartón con el indicador y se posicionó a la par de la camilla.
—Lamentablemente hace unos momentos marcaste el punto más fuerte de dolor… y no poder saber si esto es más doloroso, igual de doloroso, o menos doloroso que el T2 así que te diré que haremos.
Caitlyn no escuchaba una sola palabra, el dolor le impedía pensar con normalidad, los sonidos a su alrededor se distorsionaban.
Sentía que la sustancia ya le había tomado el pecho, a diferencia de antes, cuando los pulmones se habían oprimido tanto que el aire no entraba, esta vez parecía lo contrario, sentía que iban a explotar, que no funcionaban como debía ser, que quería salirse de su propio cuerpo y que lo lograría en cualquier momento.
Gritaba y temblaba, forcejeando con todo lo que la sostuviera, pero no fue hasta que sintió el pesado material invadirle el cuello para llegar finalmente a su cabeza cuando comenzó a hacer sonidos que ni ella creyó nunca que pudieran salir de su boca.
—No estas escuchando ¡Mírame! — exigió el científico tomándola de la quijada, en vano ya que Caitlyn se sacudió inmediatamente, golpeándose ella misma contra la camilla.
Golpeaba su cabeza con todas sus fuerzas, trataba de romperse. Ya no le quedaba ningún tipo de pensamiento que no sea el de morir.
Quería morir, quería que se acabara, no importaba como, y lo único que supo hacer era tratar de romperse la cabeza contra la camilla, por más que no resultara.
— ¡Rojo dolor! — le gritó el científico tomándola más firmemente para que mirara la regla— más allá del rojo, fuera de la regla, mucho dolor ¡¿Entiendes?!
Caitlyn solo se limitó a lamentarse más sonoramente mientras sus ojos ardían, sin poder ver bien lo que la rodeaba.
—Si cooperas, te juro que hare que pare ¡Rojo, dolor! ¡Fuera de la regla, siguiendo el rojo, mucho dolor! — Pero no podía hacer entrar en razón a la chica— ¡Vamos! ¡Vamos! O te juro que soy capaz de irme dormir y dejarte aquí así hasta mañana.
Caitlyn distinguió finalmente la regla y recordó vagamente como todo mejoró con la inyección de contenido trasparente.
Desesperada comenzó a indicar el punto rojo, luchando con todas sus fuerzas para no moverse más, pero el científico parecía esperar más de ella.
Con desesperación indicó ese punto, inclusive su cuello se giraba de forma dolorosa para el sector derecho tratando de puntualizar el dolor que sentía.
Comenzó a llorar mientras su boca largaba amargos y ahogados lamentos, pero permaneció en esa posición, mirando con firmeza el indicador.
El científico distinguió la palabra "Por favor" entre los sonidos inhumanos de Caitlyn.
Él sabía que el dolor era más fuerte que la anterior sustancia, podía verlo en la expresión de la chica que demostraba lo destruida de su mente ahora, pero le molestaba en gran medida no poder trabajar con el indicador adecuadamente.
—Bien, bien…— comentó resignándose.
Se alejó nuevamente a la mesa y se sentó anotando unas cosas, ignorando las sacudidas y gritos de Caitlyn aun presa de la sustancia.
—Doctor…— lo llamó su subordinado, viendo como la chica volvía a golpear su cabeza contra la camilla, notando que de los sectores donde era amarrada, la piel se rompía y comenzaba a sangrar— nos conviene mantenerla, tiene mucha vitalidad… es muy útil…
—Está bien, está bien… dale la T1, en el cuello, cualquier sitio… sería imposible encontrar una vena con tanto escándalo.
Caitlyn sintió que le sujetaban la frente con fuerza contra la camilla, luego un intenso dolor en el cuello. Al sentir que se la liberaba volvió a forcejear con todo, pero a medida que los segundos pasaban el dolor comenzaba a disminuir.
Se dejó caer, mirando la luz en el techo. Respiraba agitadamente, sentía todo su cuerpo mojado y sucio, y aun con un estrés que nunca antes en su vida había sentido, sus ojos se cerraron y todo se volvió negro.
Kruge era un tipo amargo, gordo y calvo, sin ninguna aspiración ya en su vida. Le molestaba tener que vigilar el experimento de turno, pero en cuento vio que el sujeto en cuestión era una hermosa chica, su actitud cambio un poco.
"Seguramente se despertará en medio de la noche, no le digas nada, no le hagas nada, solo obsérvala, si tiene convulsiones o un atípico comportamiento corporal, solo entonces llámame, de lo contrario déjala descansar. Mañana a primera hora nos haremos cargo de ella nuevamente ¿Está claro?"
Notaba desde un primer momento lo atípico de la muchacha pese a la oscuridad de la sala. Había dejado prendido una pequeña lampara de mesa en su escritorio al lado de la puerta y esta solo desprendía una débil luz amarillenta.
La chica era linda. Joven y de cuerpo esbelto, tenía sus curvas pronunciadas y un cabello largo, que pese a estar sucio por la mugre del entorno, no dejaba de tener su gracia.
La bata que le cubría el cuerpo estaba rota en varios sectores y apenas si la cubría, lo que había hecho viajar su imaginación más de una vez en esa jornada.
Muchas cosas solían salir mal en su trabajo, y estaban acostumbrados a tomar las medidas necesarias para mantener al margen a los sujetos de los diferentes pabellones.
El solo tocar su arma, una pistola como muchas otras, le hacía sentir con el control sobre la situación, sobre esa chica en este caso.
No la vio moverse hasta entrada la noche. Ya había dentro de la celda un plato con comida, seguramente frio por las horas que pasaron allí. No podía importarle menos.
La chica se tomó su tiempo para sentarse en el lugar. Era evidente que había reparado en su presencia, pues no había nadie más, ni en las demás celdas ni en el cuarto en sí. Pudo sentir su mirada sobre él, unos ojos claros sin ninguna expresión en esos momentos.
Antes de que pudiera decir algo que marcara su autoridad frente a la insistente mirada, la chica la desvió y comenzó a observar el lugar.
Podía verla allí, tomándose el tiempo de explorar cada rincón, pronto reparó en el plato de comida y la pequeña taza de metal cerca de la puerta de su celda, la miró por un largo momento, pero perdió interés luego.
La chica ahora estaba sentada, mirándose las vendas que apresaban sus manos y cuando creyó que se quedaría así para siempre, se puso de pie.
La boca de Kruge se abrió casi sin poder evitarlo, no siendo consciente de ello, ahora observándola mejor, notó que el cuerpo de su cautiva rozaba ridículamente lo perfecto.
En toda su vida jamás había estado tan cerca de una mujer como esa, y era muy consciente de ello. Aun cuando sabía que la estaba mirando sin reparos no se arrepintió en lo más mínimo y siguió observándola con descaro.
No le importa ¿Qué le iban a decir? ¿Quién podría juzgarlo?
Sintió la boca seca, y fue cuando notó que todo ese tiempo la tenía abierta, se llevó la botella a la boca y tomó un sorbo, luego siguió mirándola, como si hubiera recuperado sus fuerzas de concentración, para grabar en su memoria esa imagen.
Ahora la chica se movía en su celda, no mucho, caminó directamente hacia él, al sector más próximo de la celda, los barrotes que daban al frente del escritorio, pateando en un desliz la bandeja de comida.
El hombre vio que ponía una cara apenada ante su torpeza, lo que le hizo sonreír.
Pronto retomó sus movimientos y apoyó sus manos atadas en los barrotes horizontales, inclinándose, poniéndose cómoda para mirarlo.
—También tengo sed— confesó con una voz profunda mientras su cabeza se ladeaba, tocando con su frente uno de los barrotes.
La mirada azul que había permanecido de manera embelesada en su cara, ahora se dirigían hacia abajo mientras lanzaba un suspiro que acentuaba su necesidad.
Kruge siguió la mirada hasta debajo de su estómago, tenía entre sus manos la botella de ron barato que había comprado para hacer mas llevadera la noche, la sostenía entre medio de sus piernas y ya la llevaba hasta la mitad.
—Lo que haría… por un buen trago…— volvió a confesar la chica mientras deslizaba sus manos de abajo hacia arriba sobre uno de los barrotes— de verdad tengo tanta sed…
Kruge se aclaró la garganta y se dispuso a mostrar una actitud soberbia ante la cautiva. Destapo la botella y le dio un buen sorbo, volviendo luego a ponerla entre sus manos, apoyando sus codos en la rodilla, para seguir viéndola descaradamente.
—No quiero causar problemas… solo quiero un trago… la estoy pasando realmente mal aquí…— siguió hablando la chica— pero si pudiera darle… un trago a esa botella… podría volver a dormir… más tranquila…
Kruge la miraba con curiosidad, si la chica tenía alguna oferta, sería interesante de escuchar con lo poco que le importaba darle de beber de su botella.
—¿Qué es? ¿Ron?... Oh Dios… hace tanto que no pruebo ron… ese tipo de bebidas… me calientan ¿Sabes? — Siguió diciendo mientras jugaba con sus manos— podría quitarme esta mugrosa bata con el calor que me daría… un trago de esos… dormiría más cómoda estando desnuda sin esto… eso de seguro…
El trato estaba dicho. No necesitaba nada más.
Se levantó de su silla, acomodando un poco su chamarra, y se acercó a la puerta de la sala, abriéndola y explorando el pasillo próximo.
Como lo sabía, nadie. El próximo en llegar seria uno de los subordinados del doctor, y aún faltaban algunas horas para eso, podría hacer lo que quisiera.
Cerró la puerta con cuidado y volvió a ver a la chica, esta seguía en su posición apoyada contra las rejas, mirándolo con mucha atención.
Se aproximó a ella, con la botella entre sus manos, se la acercó, pero antes de que pudiera tomarla la alejó en un rápido movimiento.
La chica lo miró sin comprender, pero él con una expresión seria le hizo entender lo que quería. Volvió a acercar la botella, pero esta vez con el pico algo inclinado y sin la tapa.
"No soy idiota" pensó para sí mismo, creyendo que darle una botella a un sujeto sometido, era darle un arma. Podría romperla y tratar lo que fuera con el vidrio roto "No soy idiota"
Para su deleite personal, bajo demasiado la botella, obligando a la chica a inclinarse hasta la altura de su cintura para poder tomar de ella. Verla en esa posición hizo que su mente jugueteara con varias ideas, mientras también observaba como los labios de la chica se pegaban al pico del envase y absorbían su contenido.
No dejó que tomara realmente mucho, y se alejó un paso, viendo como la chica ahora se paraba y lo miraba seria.
Esperó que se lo agradeciera, con la misma simpatía que venía hablando, pero no lo hizo. Sus labios permanecieron sellados inclusive cuando le dio la espalda y se adentró a la celda nuevamente.
Ya estaba por protestar, porque aún no había cumplido su parte del trato, cuando, aun con las manos vendadas, la chica se la ingenio para sacarse la bata y colocarla en el suelo.
Kruge se sentó nuevamente detrás del escritorio, se sentía ansioso y sus manos varias veces pasaron por sus muslos mientras veía como la chica se acomodaba para dormir, ahora desnuda, sobre su bata.
También la vio reparar en la bandeja derramada con su plato y taza, las cuales acercó a donde había puesto su bata, pero pareció solo inspeccionarlas de cerca antes de dejarla nuevamente a su lado.
Finalmente se acomodó, encogiéndose, dándole la espalda, y no se volvió a mover.
Cuando el subordinado del doctor volvió por ella a la mañana siguiente, encontró al encargado de celda dormido de borracho en su silla.
Le golpeo el hombro, lo que lo hizo despabilar.
Odiaba al tipo, pero más que bien, cumplía con su obligación. La chica nueva estaba aún en su celda, vestida con la bata y sentada sobre sus pantorrillas, lo miraba con atención.
Notó que no había cenado, el plato estaba con su contenido, aunque parecía sucio ahora, y la taza de metal estaba vacía.
—No cenó ¿No es así? — preguntó de mal humor.
—No, estúpidamente tiro la bandeja— contestó el encargado.
—Muy mal… quizás se desmaye de nuevo y no sirva para toda la jornada…
Internamente se preguntó ¿Por qué, si había volcado su comida, luego la recogió y la ubicó a su lado? Pero le pareció algo sin importancia.
Buscó la llave de la celda y se acercó, corroboró que aún tenía las manos vendadas y entonces abrió la puerta.
Le dio gusto ver que ahora cooperaba, pues se puso de pie, atajándose de ser arrastrada.
Sonrió pensando que la chica quizás creía que comportándose adecuadamente se la trataría mejor. No había porque romperles sus esperanzas tan pronto.
La agarró del brazo, igual como hizo ayer, solo que esta vez la chica ni abrió la boca.
"Bien" pensó mientras la sacaba con fuerza de nuevo.
—La llevaré a la sala de pruebas ahora, te puedes ir— comentó al encargado, y este le hizo un ademan con la mano, pero se notaba que se quedaría a dormitar un rato más sobre su escritorio.
No se quiso quedar más tiempo en compañía de un ser tan despreciable y se dirigió a la sala que le correspondía, arrastrando a la chica con él.
Entró y cerró la puerta cuando ambos estuvieron solo, esta vez el doctor aún no había llegado.
Dirigió con brusquedad a su acompañante hasta una de las camillas y la obligó a sentarse, nuevamente no opuso resistencia ni queja.
Buscó con su mano libre la venda y la tabla, que estaban aún cerca de la camilla de prueba, y se las mostró a Caitlyn.
—Ya sabes lo que pasara si no cooperas ¿Verdad? — Preguntó este poniendo su cara cerca para corroborar que la chica comprendía, esta solo le sonrió de lado— Bien… parece que aprendiste bastante en un solo día aquí. Ahora… si fueras tan amable de abrir la boca…
El tipo esperó, pero la chica solo miraba con algo de gracia, le apretó el brazo amenazante pero no pudo cambiar la expresión.
— ¿Acaso te volviste sorda? — Le preguntó dejando que su aliento le pegara en la cara, comenzando a levantar la vos— ¡Dije que abrieras la boca!
Lo último que vio fue como los ojos azules se clavaban en los suyos al momento que se le escupía en la cara.
Lo que primero fue un corto pero potente chorro frio no tardo en volverse caliente y sus ojos comenzaron a arder con una intensidad tal que comenzó a arañarse la cara con ambas manos buscando frenar el ardor.
— ¡Tu! ¡Maldita perra! — se quejó completamente ciego, golpeando todo a su alrededor— ¡La pagaras! ¡Te matare! ¡Voy a matarte!
Caitlyn salió inmediatamente de la sala, ya con las muñecas libres, y se dirigió a la única otra habitación que conocía. Abrió la puerta sabiendo perfectamente la ubicación del escritorio y la silla, de modo que con tres pasos ya se encontraba clavando un par de jeringas en el cuerpo del guardia.
El tipo no supo que estaba pasando hasta que se vio despojado de su arma, quiso tomar a la chica, pero su cuerpo comenzó a reaccionar de manera extraña. Lo último que sintió fue la muy atinada patada en su miembro viril que recibió como despedida.
La sheriff se familiarizó con el arma de inmediato, abriendo el compartimiento de municiones, feliz de encontrarlo lleno.
Las únicas dos puertas eran la del final de ese pasillo, abrió una y vio que se trataba de otra sala, abrió la otra y vio que el camino seguía, no se lo pensó y comenzó a avanzar a pasos rápidos.
Por primera vez desde que había llegado, pudo ver el cielo en un ventanal, y aun así era difícil de decir para ella que hora del día era, pero por lo menos tenía esa información de su lado, era de día.
Dos personas con batas se toparon con ella al cruzar la esquina, les disparó a ambos sin mediar palabra ni dar tiempo a más allá de sus razonamientos.
"Toda aquella cosa viva que anda libre por aquí es enemigo"
Los disparos parecieron alertar a las pocas personas que estaban en el edificio, pues escuchaba gritos y exclamaciones de sorpresa en las salas continuas.
Vio el techo y notó el sistema anti-incendios mientras seguía avanzando a pasos acelerados. Advirtió en el tramo que cruzaba, por unos ventanales, otra sala. Adentro había algunas camillas y unos tanques pequeños, donde distinguió la insignia de inflamable.
Entró por la puerta, le disparó al único encargado de esa sala y tomó uno de los tanques, lo arrastró hacia afuera, pesado como era solo pudo llevarlo hasta la puerta. Lo tiró al suelo y con el pie lo hizo rodar hasta el otro extremo de la sala.
Vio al subordinado aparecer por el pasillo, con la cara roja de irritada y los ojos aun lagrimeando, traía a unos hombres detrás de él, todos mirando a Caitlyn y no reparando en el tanque hasta que fue muy tarde.
Tuvo que dispararle tres veces, pero cuando explotó, hasta su propio cuerpo fue expulsado hacia atrás.
El sistema anti-incendio hizo lo que esperaba y los rociadores mojaron todo lo que alcanzaban.
Se puso de pie sin perder más tiempo y ya no caminaba apresurada, ahora corría.
Entendía que estaba en un primer o segundo piso, las señales de escaleras y salidas de emergencia la orientaban.
Esquivó a la mayoría del personal tomando las escaleras de emergencia a un costado, para su mala suerte se trataban de escaleras que no daban al exterior, sino a la planta baja.
Al llegar se asomó por una de las puertas y pudo ver una especie de recepción. Una gran entrada, compuesta de una puerta de hierro con un sistema de seguridad que a simple vista no veía.
Los rociadores no actuaban en ese nivel y mirando hacia arriba los encontró de nuevo, solo que no había ahora algo con lo que hacerlos reaccionar.
Pensó en dispararle directamente, pero sabía que corría el riesgo de delatar su ubicación y encima que no funcionara.
Su esfuerzo rápidamente se orientó a la puerta. Pudo ver el cableado del sistema de cierre y lo siguió con la vista, terminaba en una sala pequeña, con paneles de vidrios, donde pudo ver la caja de sistema de seguridad.
Salió de su escondite, valiéndose de que aún no veía a nadie cuando alguien apareció dentro de esa pequeña habitación.
El científico que la había tratado antes tomaba su café en una taza vieja blanca, ajeno aun a lo que pasaba cuando la alarma comenzó a sonar en el piso.
Caitlyn aun miraba la caja del sistema de seguridad cuando el hombre la vio.
—Tú… montón de…— le dijo, reconociéndola.
Aquellas fueron sus últimas palabras. Caitlyn vacío todas las municiones en su cabeza.
Solo cuando sintió el "click, click" de la cámara vacía, dejó de apretarla.
Las balas habían atravesado la cabeza del científico y siguieron su trayecto a la caja de seguridad, de la cual las chispas y el humo comenzaban a salir.
La puerta se abrió de abajo hacia arriba sin ningún tipo de problema.
Tiró el arma y se apresuró a salir, pero justo cuando estaba por cruzar la puerta algo desde afuera le golpeó el rostro.
Su cuerpo cayó hacia atrás y se sintió atontada y mareada.
Quiso ponerse de pie, pero entonces le pisaron el pecho y su espalda se pegó al suelo. Un enorme revolver le apuntaba la cara y con esto lograban que se quedara quieta.
—Como odio a los revoltosos.
Quien le hablaba era un enorme sujeto de tez pálida, calvo, con muchas cicatrices en la cabeza, una bandolera negra le cubría la boca y miraba a Caitlyn con aburrimiento con su único ojo amarillento.
En poco segundos la recepción se llenó con los científicos de turno. Rápidamente notaron a uno de sus camaradas muerto y llenos de odio por las molestias ocasionadas ese día pedían la cabeza de Caitlyn.
—Parece que te has divertido, pero ya sabes lo que dicen— comentó pisando ahora la cabeza de la chica— uno siempre debe pagar sus…
El hombre se interrumpió cuando al lado de su bota una especie de objeto pequeño y brillante pareció haber caído del techo.
Se agachó para levantarlo y tomándolo en su mano libre notó que se trataba de una pequeña botella de vinagre, aunque modificada.
Tenía una cara dibujada con marcador negro que asemejaban unos dientes y unos ojos triangulares y dentro de esta se mezclaban un líquido trasparente y uno blanco. Con más detenimiento pudo ver que las sustancia en su interior empezaba a burbujear, dos segundos más y su mano explotó haciendo que se tirara hacia atrás, adolorido.
Los demás en la sala vieron sorprendidos lo que pasaba, pero se hundieron en horror cuando más de esos pequeños embaces cayeron desde el techo, llenando el piso.
Del conducto de ventilación cayó por último una figura pequeña, envuelta en una túnica vieja y mugrienta, quien les apuntó a los científicos con una cámara de fotos antigua, capturando el momento.
—Esta…— comentó la figura guardando la cámara en una pequeña bolsa que colgaba a su costado— esta seguramente será una de mis favoritas.
Caitlyn no pudo ver las explosiones, pues la figura se encargó de cubrirla con la misma capa que llevaba, pero pudo escucharlas junto con los gritos de los empleados y las alarmas de seguridad ya sonando en todo el lugar.
Todo se llenó de humo y los rociadores empezaron a actuar. Mientras tocia sintió que se le ayudaba a parar y se le jalaba de la dificultad comenzó a avanzar y notó que se la llevaba a la salida.
Llegó finalmente al exterior y por primera vez pudo ver en donde se encontraba.
Reconoció el lugar de inmediato, pero le costaba creer que estaba allí.
—No, no— escuchó que le decía la pequeña figura cuando Caitlyn dejó de avanzar— muévete, muévete.
Obedeció sin saber que más hacer, agarrando con fuerza la mano que también envolvía la suya.
Corrió por las calles de piedras, irregulares y sucias, una inexplicable niebla amarillenta lo envolvía todo. Los edificios y casas mostraban un aspecto viejo y descuidado, algunos inclusive a la par de un sistema de acueductos parecidos a cloacas.
Comenzaron a chocar contra las personas que se cruzaban en la calle y a nadie parecía importarles.
Las calles se hicieron angostas y llegaron hasta debajo de un puente pequeño de piedra, donde el olor de las aguas que cruzaban por debajo de este descomponía a quien se acercara.
Caitlyn se asomó con cuidado cuando escuchó a un grupo de hombres chocar con los demás civiles en la calle, distinguió entre ellos al sujeto calvo tuerto e inmediatamente se volvió a esconder por completo.
Miró a su costado, donde la pequeña figura aún se cubría de pie a cabeza con la túnica sucia, igual de inmóvil que ella ahora.
Esperaron por minutos que le pareció una eternidad, pero finalmente solo se sentía el andar de las personas y las actividades típicas de las calles más bajas de Zaun.
Finalmente, la figura a su lado se movió, ya no sostenía su mano así que se comenzó a alejar con libertad de ella,
La sheriff extendió una de sus manos, tomando el hombro. Fue cuando sintió cierta presión en sus ojos y la visión que tenía comenzó a desvanecerse, una de sus rodillas tocó el suelo y luchó por permanecer así.
Agarró con fuerza la túnica y jaló de esta para poder ponerse de pie, pero en cambio la prenda abandonó a su portador y Caitlyn cayó al suelo con esta.
Se sentía muy cansada y atontada. Sabía lo que seguía y se lamentaba de la situación en la que estaba mientras se quedaba sin aliento.
Trató de mirar a su acompañante, pero su visión solo llegó hasta la cintura de este, notando los mechones largos de un celeste chillón, cuando las fuerzas la abandonaron.
