El final se acerca...

Caminos opuestos 17

Cuando Ken salió del edificio de Aoshi estaba como zombie, no sabía ni hacia dónde se dirigía, sólo iba por donde sus pies lo llevaban. No se había atrevido a alegar, ni tiempo había tenido para hacerlo, todo ocurrió tan rápido que trataba de digerirlo como podía, sin embargo un fuerte dolor en el pecho no lo dejaba. Recordaba una y otra vez las últimas palabras que Paola le había dirigido a él creyéndolo ser Aoshi "tienes prohibido olvidar que te estaré esperando..." ¿Qué podría hacer ahora él? De ahora en adelante ella quedaría esperando por alguien que nunca más sería él, esperaría a Aoshi, el verdadero Aoshi...

Caminando llegó, sin saber cómo, hasta el hotel de concentración. Ingresó triste y cabizbajo y se dirigió a su habitación. Como siempre, o como los últimos días, los pocos compañeros que lo vieron pasar lo ignoraron por completo. Entró y notó que Kojiro se encontraba ahí.

-Ya sé, ya sé –dijo Kojiro impaciente, sacando un maletín- No pienso interrumpir tu necesaria soledad, pero necesito mis cosas... ¡en bonita hora tuve que alojarme contigo!

-Ah...hola capitán –saludó Ken vagamente, arrojándose de vientre sobre su cama, totalmente desanimado

-¿Eh? ¿Ken? –murmuró Hyuga sorprendido

Pero no obtuvo respuesta, pese a estar con los ojos abiertos Ken parecía estar en un profundo sueño.

-¡Oye! Eres tú o no –insistió su amigo, zarandeándolo, pero no obtuvo respuesta- ¡No me digas! Sigues siendo tú, "delicadito", ¿hablaste con Ken o no?

-¿Delicadito? –murmuró Ken en voz baja

-Bah...contigo no se puede –concluyó Kojiro de pocas pulgas agarrando su maletín y dirigiéndose a la puerta

-¿Tú descubriste a Aoshi? –inquirió su amigo estupefacto, levantando la cabeza

-¿Eres tú Ken? –insistió Kojiro mirándolo desconfiado- A ver dime ¿de qué colegio salimos? ¿tienes novia? ¿eres alérgico al kiwi? ¿te gusta ser portero?

-Del Toho, no tengo, no, y sí, mucho –contestó Ken, dirigiendo su mirada en otra dirección

-¿Qué tipo de relación tienes con Yoshiko? –preguntó el ex capitán del Toho, acercándose lentamente- ¿Te dolió el golpe de hoy?

-¿Cuál Yoshiko? ¿ y de qué golpe me estás hablando?

-¡Ken, eres tú! –se alegró Kojiro, dándole unas palmaditas en la espalda- Qué bueno que volviste, aunque... –su semblante cambió a uno muy severo- ¡Dónde diablos estabas! ¡Cómo se te ocurrió mandarnos a "Rosita Fresita" de compañero en la selección! XD

-Es algo largo de contar y no tengo ánimos –alegó Ken triste, tapando su cara con la almohada

-¿Te sientes bien? –preguntó su compañero preocupado- Te ves muy abatido

-Sólo déjame solo, por favor...

-¡Kojirooooo! –entró Kazuki gritando- ¡Ya casi debemos irnos y...! Ups, ¿qué hace éste aquí?

-Es el verdadero Ken –contó Kojiro tranquilamente

-¿El verdadero? ¿ya le hiciste las preguntas de rigor? –preguntó Eirina curioso

-Ahá, y las sabe todas

-¡Qué buena onda! Bienvenido de vuelta a casa, aunque...¡en otra no nos mandes a Gárgamel de relevo!

-No lo molestes, no está de humor

-¿Otra vez? ¿seguro que es el auténtico? –desconfió Kazuki

-Sí, ya te lo dije –aseguró Kojiro, sacando a su amigo de la habitación- Esta vez no está enojado, aparentemente está triste

-¿Triste por qué? Todo volverá a la normalidad, en dos días nos vamos a España y ¡a comer paella se ha dicho!

-¿Orgullosos de su obra? –los increpó Takeshi enojado, al encontrarlo en el pasillo- ¡No puedo creer que sabiendo que ése muchacho no era Ken lo hayan tratado tan hostilmente!

-Ya Takeshi, ya –lo "consoló" Kazuki, acariciándole la cabeza maternalmente- Ya pasó, ya todo pasó...Ken está de vuelta

-¿Qué dices? –inquirió el mediocampista quitando fastidiado la mano de Kazuki

-Que Ken regresó, Ken returns...y recargado ¿o debo decir descargado? –bromeó el otro delantero del Toho

-¿Es eso cierto, capitán?

-Ahá, es cierto –confirmó Kojiro divertido- El rarito ya se fue

-¡Y dónde ha estado Ken todo este tiempo! –estalló Takeshi muy enojado por primera vez (y usted lo vio primero en este fic...XD)

-Nosotros quisimos saber lo mismo, pero no nos lo dijo –contestó Sorimachi pensativo

-Necesita estar solo, por lo pronto le pediremos al señor Gamo que le dé permiso por esta tarde y después hablamos con él –propuso el tigre japonés

-¡Podemos poner de excusa el balonazo que supuestamente le diste! –ideó Kazuki sonriendo

-Buena idea, vamos –lo apoyó Kojiro, seguido por sus dos amigos

Cuando Ken ya no escuchó voces en el pasillo se sintió más relajado y se sentó sobre su cama, repasando en su mente todo lo mucho que había vivido en esos pocos días. Nunca había creído realmente en el amor verdadero, es más, cuando se enteró que lo de Sanae y Tsubasa al fin se había concretado creyó que no durarían demasiado, pero no fue así, ellos aun estaban juntos y parecían tan enamorados como siempre. Incluso había visto a Kojiro con cara de marciano cuando éste le confesó que había estado pensando mucho en una chica que había conocido en Okinawa, y con la cual después inició una relación a la distancia, misma que ante cualquier vaticinio negativo suyo, aun seguía pese a todo lo desfavorable. Él había tenido un par de novias, nada muy serio, porque durante el tiempo con ellas no encontró el motivo suficiente para continuar su relación, y eso que habían durado por lo menos 4 meses. Por eso no entendía la estúpida razón por la que después de haber convivido con Paola sólo unos días no podía dejar de pensar en ella y sentirse muy desolado al saber que no volverían a estar juntos ¿será por el momento íntimo que compartió con ella? ¿sólo por eso? No podía ser, porque aun después de aquello él se sentía muy feliz con sólo mirarla y más aun cuando ella le sonreía o lo miraba de esa forma especial.

Por su parte, Aoshi sonreía triunfal camino a su oficina. Cuando llegó todos notaron que había cambiado nuevamente, desde el momento que no contestó al saludo de ninguno de los empleados.

-Buenas tardes muchacho, ¿cómo te fue? –preguntó el señor Futagoza sonriente, entrando y sentándose frente a su nieto

-Muy bien, gracias abuelo –contestó Aoshi fríamente, aunque no tenía ni idea de lo que éste le hablaba

-Me alegro, ¿sabes que mi reunión de hoy con los del banco fue muy fructífera? –contó emocionado

-¿Con los del banco? Por qué no me avisaste, sabes bien que una reunión así no puede llevarse a cabo sin mi, abuelo –alegó Aoshi algo molesto- Aunque tú seas el accionista mayor, yo soy la cabeza de esta empresa, yo la dirijo

-¿Eh…? –murmuró el anciano confundido al notar su actitud altanera, luego creyó comprender y su semblante sonriente cambió por uno serio- Lo siento Aoshi, pero como tú tenías ése almuerzo con los padres de Paola y la reunión era casi a la misma hora

-¿Almuerzo con los padres de Paola? –inquirió Aoshi incrédulo, tratando de conservar la calma

-Claro, ya sabes, ése del que acabas de regresar –aclaró el abuelo, quedándole cada vez más claro que ése sí era su nieto

-¡Ah por supuesto! –respondió el muchacho tranquilamente- Hoy estoy distraído, discúlpame abuelo

-No tienes por qué –dijo el señor Futagoza poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta- Me voy a mi oficina, con tu permiso

-Sigue abuelo –lo despidió Aoshi cordialmente, luego cuando la puerta se hubo cerrado, descargó un puño contra su escritorio- ¡Maldito Wakashimazu!

Una vez afuera el abuelo Futagoza se quedó parado unos segundos cerca de la puerta y escuchó el tremendo golpe. Lo único que hizo fue menear negativa y pesarosamente la cabeza, deseándole desde el fondo de su corazón mucha suerte a Ken donde quiera que estuviera ahora.

La tarde para Ken y Aoshi transcurrió fatigosamente lenta, porque sus mentes estaban inundadas de pensamientos y remordimientos contra los que no podían hacer nada. El uno tratando de darse ánimos para reiniciar su vida donde la había dejado y reparar los desastres creados por Aoshi en el equipo; y el otro, planeando la manera de que todo vuelva a la normalidad lo más antes posible.

Ya a la hora de la cena, y luchando contra esa depresión que amenazaba con hundirlo, Ken se dirigió al comedor, donde ya estaban todos sus compañeros. Se sentó solo en una mesa y comió con desgano. Cuando lo vieron aparecer sus amigos no sabían si acercársele, lo extraño fue ver a Sanae sentarse a acompañarlo.

-Hola –saludó la muchacha tranquilamente

-Ah, hola Sanae –contestó él vagamente

-No te ves muy bien, ¿estás enfermo?

-No, sólo algo cansado, por lo que…

-¿Volviste, verdad? –indagó curiosa entre susurros

-¿A qué te refieres?

-¿Desde hace cuánto soy novia de Tsubasa? –preguntó Sanae desconfiada

-¿A qué viene la pregunta?

-Contesta

-Hace mucho, creo

-¿Qué relación tienes con Yoshiko?

-¡Otra vez esa pregunta! ¿me pueden decir de quién me hablan? –se exasperó Ken

-De Yoshiko, la novia de Matsuyama –aclaró Takeshi sentándose con ellos- La misma que imprudentemente se te ocurrió besar

-¡¡Que yo hice qué! –estalló el karate keeper con la mandíbula a punto de caérsele y mirando en dirección al Águila del Norte, que como otros se asustaron por el grito y lo veían extrañados

-Qué están mirando –regañó Kojiro a los demás sentándose junto a sus amigos- Acaba de darse cuenta que no debió ceder la portería…

-Yo…no pude… -murmuró Ken sosteniéndose la cabeza

-Pues lo hiciste –se carcajeó Kazuki uniéndoseles- Bueno, no tú, sino el otro, ya sabes

-Yo… -trató de mentir su amigo viendo a Sanae, pero ésta se le adelantó

-Ya les dije a tus amigos que yo también me di cuenta del cambio –confesó la muchacha- Y también me alegra tenerte de regreso

-Oye, oye –dijo Kazuki pícaramente- Que no se entere Tsubasa

-Baboso –murmuró ella viéndolo con cara de pocos amigos

-Lo que no entiendo es cómo hiciste tal cosa –dijo Kojiro ceñudo- Ése tipo o era tu clon o se hizo una cirugía para parecerse a ti

-Ninguno de los dos –contestó Ken aburrido- Quién sabe por qué, ambos nos parecemos

-¿Se parecen? ¡son idénticos! -aclaró Kazuki alarmado

-¿Y quién es él, eh? –preguntó Takeshi curioso

-Alguien muy afortunado –murmuró Ken suspirando

-¿Afortunado? No sabe ni atarse bien los zapatos –se burló Kojiro- Con suerte supo que el balón de fútbol era redondo

-¿Por qué dices eso? –inquirió Sanae mirando a Ken, ignorando las risitas burlonas de los otros ex Toho

-Porque él tiene algo que yo jamás tendré…

-¿Chones rosados con encaje? –preguntó Kazuki seriamente, desatando nuevamente la risa de sus amigos, e incluso robándole una sonrisa a Ken

-Además de eso –aclaró su amigo, divertido

-Es algo…o alguien –insistió la joven, callando a los bromistas que se mostraron interesados en el tema- Porque no puedes estar tan triste a menos que se trate de algo sentimental

-¿Es la muchacha ésa con la que te vi en el estadio? –preguntó Kojiro incrédulo

-¡Ella no es "la muchacha ésa"! –se enfadó el portero japonés- Es…ella

-Gran aclaración –ironizó Kazuki- Así que se trata de "una ella"

-Es la prometida de Aoshi –contó Ken tristemente

-¿Te involucraste con "una ella" que estaba comprometida? –se sorprendió Eirina

-Era parte del trato, para que no hayan sospechas…

-Entonces se trata de ella –analizó Sanae conmovida- ¿Te enamoraste?

Ante tal pregunta sus amigos lo miraron como bicho raro, esperando ansiosamente la respuesta, haciendo sonrojar al muchacho.

-¡Yo no dije eso! -se defendió Ken nervioso

-Nop, pero tus suspiritos azules y tu tristonería te delatan –confesó Kazuki muy seguro de sus palabras

-Ya no importa, igual no la volveré a ver –concluyó el karate keeper, jugando con el arroz de su plato

-¿Por qué no? –preguntó Sanae indignada- ¿Te vas a dar por vencido así nada más?

-¡O sea, hello! –hizo notar Kazuki- ¿No escuchaste acaso que "la ella" es prometida del rarito?

-¡Aun así! Ella debió darse cuenta, como todos nosotros, del cambio radical del rarito, entonces...no sé, pudo fijarse en ti como otra persona ¿no?

-Ella veía en mi a Aoshi cambiando de actitud por amor –explicó Ken abatido

-¿Ella no sabe la verdad? –preguntó Takeshi sorprendido

-Al menos no parece

-Olvídala, mujeres hay muchas –"aconsejó" Kazuki, dándole unas palmaditas en la espalda, logrando que el resto lo mire con el ceño fruncido

-¿Ella está enamorada de él? –inquirió Kojiro, cruzado de brazos

-Sí –contestó su amigo- Me lo dijo varias veces

-De él o de ti –preguntó Sanae

-De Aoshi, de mi...no lo sé. Recuerden que para ella yo era Aoshi

-¿Entonces sí te enamoraste? –insistió Takeshi entristecido

-No dejo de pensar en ella, la extraño, me da rabia saber que estará con Aoshi...entonces supongo que sí

-¡Acaso se dan cuenta de la barbaridad de la que están hablando! –exclamó Kazuki, felizmente el resto se había marchado y sólo ellos quedaban en el comedor- Ken cometió la locura de suplantar a un rarito, mismo que resultó estar comprometido ¡y ahora ustedes lo están alentando para que luche por una relación que no puede ser!

-Es que no es justo –alegó Sanae haciendo un puchero de disconformidad- Cuando te enamoras de alguien no puedes dejarlo todo así y ya

-¿Como tú? –indagó Kojiro mirándola de reojo

-Yo no soy el tema de conversación –se defendió ella ruborizada- Pero si quieres incluirme de ejemplo, ¡así como yo, sí! Lo dejé todo a un lado por él, incluso mi orgullo, y cuando creí que lo perdería para siempre por no ser valiente y confesarle todo...él me dijo que también me amaba

-Tu historia no se parece a la de Ken –hizo notar Takeshi pensativo

-Pero el punto es el mismo: si la quieres, tienes que hablar con ella y decírselo –acotó la muchacha convencida

-No puedo, si le cuento que fingí ser su novio a cambio de salir beneficiado económicamente, ella me odiará

-Espera un momento, ¿cómo fue exactamente el trato? –preguntó Kojiro sospechando algo malo

-Yo lo suplantaba por un tiempo, a cambio él me daba cierta cantidad de dinero –explicó Ken apenado

-¡Te vendiste por dinero! Eso sí es nuevo –comentó Kazuki indignado

-¡Crees que la idea me gustó! No puedo permitir que le quiten el dojo a mi padre –continuó el portero japonés

-Ah, entonces era eso –analizó Takeshi- Fue una causa noble, pero quizá todo hubiera tenido mejor final si no te enamorabas de ella

-¿De verdad no piensas aclararlo todo? –sugirió Sanae- Sería mucho mejor si se lo dices tú, porque conociendo al rarito, seguro no lo haría, es muy egoísta

-Dejen de decirle "rarito", que suena pésimo –pidió Ken fastidiado- Se llama Aoshi, el engreído Aoshi...

-Y todavía lo defiendes –se indignó Kazuki- Mira, si fuera tú agarro el dinero que me costó tanto esfuerzo, se lo doy a mi padre, salvo el dojo ¡y ya! Ésa "ella" sabrá con quién se está casando, después de todo dijiste que lo quería ¿no?

-Kazuki –dijo Kojiro impaciente- Mejor cállate

-¿Por qué? Soy ciudadano japonés y merezco exponer mis opiniones

-Serás lo que quieras, pero no eres lo que se llama delicado con ciertos temas

-¡Dejen de desviarse del asunto! –exclamó Sanae exasperada

De pronto la discusión que iba a iniciarse se zanjó por el sonido insistente de un celular.

-No es el mío –dijo Kazuki viendo su aparato

-Ni el mío –aclaró Takeshi

-Yo no lo traje –comentó Kojiro

-Yo no tengo –contó Sanae

Así que los cuatro se quedaron mirando a Ken.

-¡Qué! Yo no tengo celular, recuerden que el último de mi centesimal serie lo rompí jugando sumo con Jito –les recordó Ken, pero el aparato seguía sonando

De pronto el karate keeper recordó que de todas las pertenencias que de Aoshi "había heredado" un tiempo, se le olvidó devolver su celular. Cuando vio la pantalla se quedó estupefacto, así que ante tal reacción sus amigos se le acercaron a curiosear quién era quien llamaba.

-¿Paola? –dijo Kazuki extrañado- ¿Quién es Paola?

-¿Es ella? –inquirió Sanae emocionada- ¡Contesta!

-¡No, no lo hagas! –aconsejó Kojiro- No vayas a contestar a menos que estés decidido a decirle la verdad

-¡Alguien conteste! El ruido me desespera –pidió Takeshi tapándose los oídos

-Ahora que recuerdo –comentó Kazuki pensativo- En colegio yo tenía una buena amiga que se llamaba Paola, era tan linda y especial conmigo. Claro que nuestra relación siempre fue estrictamente de amistad...

-A nadie le importan tus recuerditos –respondió Kojiro cruelmente

-Ella también te recuerda –murmuró Ken mirando el celular, que había dejado de timbrar

-¿Qué dijiste? –preguntó Eirina extrañado

-¿Por qué no contestaste? –preguntó Sanae indignada

-¿Qué le voy a decir? "Hola Paola, qué crees, ya no juego a ser Aoshi, pero no te preocupes igual te quiero mucho" –ironizó el muchacho- Tomen, ya no lo quiero conmigo –añadió amargamente, apagando el celular y arrojándolo sobre la mesa

-¿Crees que lo que sientes se apaga y tira como el celular? –le dijo Takeshi severamente

-No me importa, ya nada me importa ¿entiendes? Kazuki tiene razón, lo mejor será olvidarla. Usaré el dinero para ayudar a mi padre, nos iremos a España, jugaremos y luego todo olvidado, para entonces ya no la recordaré más

-No es tan fácil, créeme –comentó Kojiro tranquilamente- De todos los sentimientos absurdos y ridículos, el amor es el más complicado de manejar. Parece sencillo olvidarse de la persona que quieres, pero no lo es

-Pues entonces aprenderé a cómo hacerlo –concluyó Ken decidido, poniéndose de pie- Nunca me vieron caído, y nunca lo harán

-¿Contra quién crees que estás lidiando? –preguntó Sanae entristecida

-Contra Aoshi, contra Paola, contra toda esa vida de mentira a la que me sometí estos días

-¿Seguro de lo que haces? –indagó Kojiro

-Sí, seguro. Ahora me voy a dormir, buenas noches –se despidió Ken marchándose

-¿Saben? Lo único que nos queda es apoyarlo –dedujo Kazuki preocupado

-Sigo sin entender cómo pudo ocurrir algo así –comentó Sanae dirigiéndose a la salida

-No me lo van a creer –dijo Kojiro, poniéndose de pie- Pero estoy de acuerdo contigo Kazuki

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Después de trabajar Aoshi, como estaba planeado en su itinerario, se dirigió a casa de Paola. Una vez allí entró precedido por Tao, que ya presentía que ése no era el mismo muchacho del día anterior.

-¿Y Paola? –preguntó, sentándose en un sillón

-¡Joven Aoshi! –lo saludó la Nana efusivamente pellizcando suavemente una de sus mejillas- ¡Pero qué sorpresa!

-¡Por favor Tomiko! –se indignó el muchacho, poniéndose rápidamente de pie y sobándose la mejilla- ¿Qué es lo que te ocurre?

-Sólo lo saludaba –balbuceó Tomiko asustada por la reacción

-¿Alguien me podría decir dónde está Paola? –insistió el muchacho fastidiado

-Aquí –contestó ella sonriente, bajando por las escaleras y lanzándose a su cuello- Qué linda sorpresa, así que no pudiste aguantar las ganas de verme –le dijo pícaramente

-¿Por qué no estás arreglada? –preguntó Aoshi fríamente, liberándose de su abrazo- Se supone que hoy salimos a cenar

-Je, pero recuerda que te dije que hoy debía estudiar –aclaró Paola extrañada

-Paola, sabes muy bien que yo tampoco tengo tiempo de sobra para malgastar, pero aun así hago un esfuerzo e intento abrir un espacio para ti –continuó el muchacho- Además, deberías pensarlo mejor cuando utilizas tus noches libres o tu fin de semana para ir de juerga con tus amigos

-¿Qué te pasa Aoshi? –preguntó ella desilusionada

-Que ya es suficiente con tu libertinaje

-¡Óyeme! No te permito... –amenazó Tomiko enfurecida, pero la muchacha la detuvo

-No sé de qué hablas –respondió Paola diplomáticamente- Y no sé por qué me tratas así. Hoy hicimos un trato: yo me quedaba a estudiar y nos veíamos mañana

-Pero hoy debemos cenar –insistió Aoshi

-Pues ve tú solo si quieres tanto ir a cenar –contestó la muchacha mordazmente, dirigiéndose a las escaleras- Yo tengo que estudiar y me quedo, buenas noches

-No me des la espalda, que no he terminado de hablar –advirtió Aoshi ofendido

-Pues yo sí he terminado de oírte –aclaró Paola sin voltear

-No me humilles...

-No te humillo, sólo te estoy comentando mis opiniones y decisiones –continuó ella subiendo hacia su habitación- Ya te dije, yo cambié por ti, por lo que espero que tu cambio por mi continúe

-¿Es un chantaje?

-No, es una verdadera relación

Aoshi no dijo más, salió como bala de la casa, subió a su automóvil y se fue. En su casa, Paola respiraba más tranquilamente, nunca se había enfrentado así a Aoshi, y le extrañaba su radical cambio de actitud. Para Tomiko y Tao algo verdaderamente extraño estaba ocurriendo, porque a menos que durante unos días él haya estado fingiendo o era poseído por un alma noble, lo que allí pasaba no tenía explicación lógica.

Nuevamente la noche para Ken y Aoshi no fue nada tranquila. Más y más pensamientos revoloteaban sus cabezas y amenazaban con acabar con su cordura. Ken estaba decidido a esforzarse mucho en los entrenamientos que quedaban para resarcir los daños de Aoshi ante el equipo y el entrenador; además no dejaba de ver una y otra vez el sobre del dinero que el otro chico le había dado. Por su parte, Aoshi se sentía humillado, pero extrañamente satisfecho de volver a ver a Paola tan decidida como era cuando la había conocido; era precisamente esa convicción la que lo había atraído; se sentía contento de volver a estar con ella, aunque también estaba algo molesto por el abrazo que la joven le había regalado al verlo, porque eso sólo podía significar que Ken se había acercado tanto a ella, que se permitían muestras de afecto. Sin embargo, tratando de alejar esta última explicación de su mente, sintió conformidad al sentirla tan cerca de él, y confirmar que estaba enamorado de ella, por lo que una repentina idea surgió y lo hizo sonreír de alegría.

Al día siguiente, ya en el entrenamiento, Ken se veía callado, pero bastante atento a las indicaciones del entrenador. Cuando decidieron hacer un partido de práctica, ya Genzo, Yuzo y Gamo se alistaban a lidiar con Ken, pero éste no alegó nada en contra y ocupó su portería. Extrañados todos los que no sabían de su regreso, iniciaron el juego y notaron la "notable mejoría" de sus cualidades técnicas. Incluso, cuando el entrenamiento finalizó, Genzo se le acercó para felicitarlo por su entrega en el partido de ese día y le pidió (aunque trató de evitar que parezca la súplica que en realidad era XD) que nunca más cambie tan radicalmente su actitud, porque de verdad había asustado a todos. Poco a poco sus compañeros se acercaron temerosamente a felicitarlo, y aunque él los recibió con una leve sonrisa de agradecimiento, aun le parecía algo rara la actitud de ellos; pero por lo menos aquello sirvió para limar asperezas y malos entendidos.

Aoshi se dirigió a su oficina y le pidió a su secretaria que lo ayudase con asuntos personales, por lo que por ese día no se encargaría de temas de la empresa. Cuando el chisme llegó a oídos del señor Futagoza, creyó con un rayo débil de esperanza que Ken había regresado. Pero cuando entró a hablar con el mismo petulante nieto de siempre, salió descorazonado. Paola se encontraba en una clase cuando su celular sonó una y otra vez, era un número nuevo no registrado, así que apagó el aparato y continuó como si nada. Para el medio día se acordó del celular y descubrió que tenía varios mensajes en la casilla de voz. Una vez que se conectó a la misma se encontró con que Aoshi quería hablar urgentemente con ella, así que decidió llamarlo. Él le contestó de la misma forma caballerosa y distante, pero con un tono un tanto más alegre, lo que de alguna manera la animó.

-¿De qué me quieres hablar? –preguntó Paola curiosa

-Es algo muy importante, y créeme que me hubiera gustado decírtelo personalmente –contestó Aoshi- Pero hoy tengo un almuerzo con unos ejecutivos, así que de todas maneras quiero que te enteres

-¿Enterarme de qué?

-Adelanté nuestro compromiso –anunció Aoshi triunfal- La celebración será en dos días. Como tus padres ya están aquí y ya contacté a los míos, no hay problema con lo demás

-Pero Aoshi ¡no me lo consultaste! –se indignó la joven- Mis amigos iban a llegar de Francia haciendo un sacrificio por mi, sólo por acompañarme ése día

-¿Hablas de "Pierre no doy una " y su compinche? –preguntó el muchacho con fastidio- ¡No son de tu familia! Así que no importa

-Sí que importa, no puedes simplemente adelantar las cosas y decidir por mi

-Paola, serás mi esposa, y una esposa le debe obediencia y respeto a su esposo –aclaró Aoshi

-¡No soy tu mascota para pedirme obediencia! –estalló ella ofendida- ¿Qué querrás después? ¿que me siente o me haga la muertita?

-Muy graciosa –dijo el muchacho, riendo levemente

-¡No es gracioso Aoshi! Me di cuenta que fui una tonta al comportarme tan radicalmente por agradarte

-Mira, sé que el tema te sorprendió, así que te daré tiempo para que lo digieras mejor y resuelvas tus contratiempos

-No, espera...

-Nada, nada, sé que como yo tú también estarás feliz de comprometerte conmigo más antes –continuó Aoshi ignorando los vanos intentos de su novia por hablar- Así que no te perjudico más, yo me encargo de todos los detalles fastidiosos, tú sólo preocúpate de tu vestido y tus padres, adiós

-¡Aoshi! –exclamó Paola molesta, pero el chico ya había colgado- Cómo se atreve...

En el hotel de concentración, después del almuerzo, Kojiro vio a Ken salir.

-¿A dónde vas?

-A devolver esto –le contestó su amigo mostrándole un sobre que tenía en la mano

-¿No me digas que eso es...?

-Ahá, el dinero que Aoshi me dio

-¿Y por qué lo vas a devolver? ¿acaso no dijiste que con eso ayudarías a tu padre?

-Encontraré una manera más honesta de ayudarlo, ya lo verás –contestó Ken confiado, colocándose bien la gorra y unos lentes de sol- Nos vemos después

Cuando el muchacho llegó a la oficina de Aoshi tuvo que inspirar profundo y armarse de valor, no sería sencillo entrar allí como si nada, y menos sabiendo que alguien podría reconocerlo. Para su fortuna el guardia de seguridad estaba distraído y no se fijó en su documento de identidad. Mientras más se acercaba a la oficina de Aoshi más nervios sentía, pero agarraba con firmeza el sobre que tenía en la mano.

-Buenas tardes señorita –saludó cortésmente a la secretaria- Quisiera hablar con el señor Aoshi Futagoza

-Me temo que no podrá recibirlo, está muy ocupado –contestó ella, atareada en unos papeleos

-Será sólo un momento –pidió Ken insistente

De pronto la puerta de la oficina se abrió y apareció Aoshi, que se quedó de piedra al reconocerlo.

-¿Qué haces aquí? –preguntó secamente

-Viniendo a visitar a un viejo amigo –contestó Ken cínicamente, quitándose las gafas y la gorra

-Entra –ordenó más que pedir el empresario, así que el otro chico le sonrió a la secretaria y entró en la oficina

-Siempre me pareció que tu oficina era muy aburrida –opinó el karate keeper, sentándose- Deberías cambiar de decorador, yo iba a hacerlo, pero ya sabes, podían sospechar

-Vé al grano –exigió Aoshi sentándose tras su escritorio

-Vine a devolverte esto –explicó Ken tranquilamente, colocando el sobre que tenía sobre el escritorio

-¿Acaso ése no es el cheque con el que te pagué?

-Pues sí, lo es

-No vengas a tratar de chantajearme y a pedirme más dinero –advirtió Aoshi

-No te preocupes, no soy una rata como tú –contestó Ken tranquilamente- Simplemente pensé que hallaré otro modo de ayudar a mi familia

-¿Ah sí? –preguntó el empresario burlonamente, dirigiéndose hacia la ventana- ¿Y cómo? ¿haciendo una rifa con tus compañeros o algo así? O piensan hacer un partido benéfico

-Nada de eso –respondió el muchacho tratando de contenerse

-No sé por qué de pronto tanta dignidad, aunque créeme, después de tu pésima actuación, no debería haberte pagado

-¿Pésima por qué?

-No sé qué hiciste, pero todos se comportan diferente conmigo, más irrespetuosos –aclaró Aoshi- Claro que una persona como tú seguramente nunca tuvo el respeto de nadie...

-No sé, quizá –contestó Ken con cinismo- Pero una persona como tú seguramente nunca tuvo amigos ni el verdadero amor de su novia

-¡Cómo te atreves! –exclamó Aoshi furibundo, acercándose a él- ¡Paola me quiere y eso a ti te da mucha rabia!

-¡Sí, rabia, porque no sabe la clase de joyita falsa que eres! –contestó Ken, iniciando un cruce de palabras entre ellos

Afuera, la secretaria que ya escuchaba los gritos, se sorprendió al ver llegar a Paola, que tenía cara de pocos amigos.

-¡Dónde está Aoshi! –exigió Paola molesta

-E...en su oficina –respondió la secretaria asustada por los gritos- Pero tiene visita

Paola miró en dirección a la puerta de la oficina y se sorprendió de escuchar gritos adentro. Obviamente varios curiosos se habían acercado, entre ellos el señor Futagoza. Sin importarle nada, la muchacha entró en el lugar y se quedó de piedra, al encontrar en plena discusión a dos personas tan idénticas, como dos gotas de agua.