Caminos opuestos 18
En el comedor, durante la cena, todos los seleccionados japoneses se hallaban más emocionados que otros días, porque no faltaba mucho para viajar a España. Incluso Urabe y Ryo se habían puesto a imitar una banderilleada, uno de toro el otro de torero, y Jito trataba de lucirse pronunciando más que mal algunas palabras y frases en español que emplearía para ir en conquista de alguna española XD. Ante tales eventos los muchachos disfrutaban de su entretenida cena, excepto Ken, quien pese a haberle comunicado a su padre la gran buena nueva acerca del dojo, no hallaba la manera de motivarse.
-¡Anímate! –le dijo Kazuki, dándole un manotazo en el hombro (hombres, siempre tan violentos ¬¬)- Mañana por la noche nos vamos a España, te encuentras una morenaza, ganamos el partido ¡y todo olvidado!
-Lo de la morenaza sería antes o después del partido –analizó Ken siguiéndole la corriente
-Humm... es lo de menos, puede ser incluso durante, recuerda que las españolas son bastante asiduas al estadio de fútbol
-Kazuki, tú como consejero te morirías de hambre –dijo Takeshi con cierta crueldad- Mejor dedícate sólo al fútbol
-Y mira que tampoco lo haces muy bien que digamos –bromeó Kojiro, logrando que el aludido se ofenda y haga un puchero de disconformidad, haciendo que incluso Ken sonría (algo así como un Jiglypuff inflado XD)
-No terminaste de contar qué pasó hoy –le dijo Hyuga en voz baja, mientras el resto de sus compañeros reía de lo lindo cuando Urabe le clavó a Ryo un tenedor en una pompa a manera de espada- Sólo nos dijiste que el señor Futagoza te ayudó con lo del dojo
-¿Qué pasó después, qué te dijo Aoshi? –inquirió Takeshi curioso
-Lo peor no fue lo que él me dijo –se lamentó Ken recordando lo ocurrido- Paola apareció y nos descubrió
-¡¡Qué! –exclamaron sus tres amigos
Al verlos cuchicheando tan ocupadamente, Sanae sospechó que se trataba de algo interesante y se entrometió, escuchando lo último.
-¿Y tú qué hiciste? –preguntó ella, sentándose entre Kojiro y Kazuki, quienes la miraron con cara de "ésta qué se trae"
-Traté de disculparme y explicarle a grandes rasgos lo ocurrido
-¿Te disculpó? –indagó Takeshi esperanzado- ¿Y qué le dijo Aoshi?
-A él no le importó mucho que ella esté ahí –aclaró el karate keeper- Antes de irse corriendo, Paola dijo que nos odiaba a ambos
-¿Pero acaso no entendió que tú también eras una víctima? –dijo Sanae indignada
-Creo que no escuchó nada de lo que le dije, simplemente me dio una cachetada y me dijo que yo me había vendido
-¿Por qué dijo eso? –preguntó Kojiro frunciendo el ceño
-Por el dinero que iba a recibir
-¡Pero si eso te lo propuso la joyita de su novio! –se indignó Kazuki- Ésa Paola realmente es una tonta
-¿Y ahora qué harás? –insistió Sanae
-¿Qué puedo hacer? –le preguntó Ken encogiéndose de hombros- Ellos se comprometerán pasado mañana
-Momento...¿no qué tardaría un poco más en ocurrir tal evento? –inquirió Kazuki diplomáticamente, tratando de imitar a Aoshi
-Aoshi lo adelantó quién sabe por qué
-¡Pero con todo lo que hizo ese desgraciado ella no se casará con él! –exclamó Sanae ofuscada- ¿O sí?
-No sé, en realidad no sé...
-Realmente esa Paola sería una tonta –confirmó Kazuki cruzándose de brazos, logrando por el insulto un golpe de Ken en la cabeza
-Mejor –sentenció Kojiro muy seguro- Que ellos se entiendan como puedan, al fin que ambos planearon esa vida de desastre que llevan. Tú concéntrate en tu vida y tu carrera
-Y en buscarte una buena novia –continuó Kazuki
-Y en olvidarte de todo esto –aconsejó Takeshi
-Y en fingir que realmente renunciando a ella serás feliz –terció Sanae descontenta- Haciéndole caso a tus amigos... –finalizó, marchándose notablemente molesta
-Ésta ya se creyó parte de la telenovela de las ocho –se burló Sorimachi
Ken bajó la mirada y sonrió levemente con amargura, de pronto las palabras de sus amigos tomaron sentido, y él estaba dispuesto a acatarlas.
En esa noche fue más que imposible intentar dormir para tres personas en particular que compartían el cielo de la ciudad de Tokyo. Paola miraba absorta la oscuridad de su habitación, concentrada en un brillo en particular que iluminaba levemente un rinconcito del lugar: era una estrellita luminosa de las que Ken le había regalado, que quedó de entre las que ya se encontraban en el basurero. Aun trataba de entender que durante días había estado conviviendo con un extraño creyéndolo su prometido, dándole el mismo trato y permitiéndole estar a su lado; un extraño que, aunque ella no quisiera admitirlo, le había devuelto la alegría y confianza a la relación que llevaba con Aoshi. Una parte de ella quería buscar a ese muchacho y preguntarle todos los por qué que rondaban en su cabeza; pero otra parte le aconsejaba que mejor guarde ese secreto y lo olvide lo más pronto posible.
Aoshi se sentía triunfador, había conseguido que Paola comprenda los motivos de su decisión respecto al trato. Eso le había confirmado que ella lo quería más que a nadie en el mundo, y le había puesto en mente nuevamente el hecho de tratar de cambiar su actitud hacia ella, pero esta vez de forma auténtica, siendo él mismo. Si algo había aprendido siendo Ken era que, como había visto por ejemplo en Sanae, una mujer no requería ser abstraída y taciturna para ser digna a los ojos de un hombre, y menos si es el hombre que la quiere; y que un hombre no necesariamente debe guardarse sus sentimientos y emociones hacia una mujer, y menos cuando la quiere y ella a él. Descubrió además, por más que suene cursi, que estaba profundamente enamorado de Paola; que durante el tiempo alejado de ella la había extrañado y necesitado como nunca lo había hecho con nadie.
Ken trataba de alejar de su mente lo ocurrido especialmente ese día, pero no podía. Las palabras de odio y decepción de Paola calaban duro en su alma: la había lastimado aun más que Aoshi, y sin tener nunca intención de hacerlo. Ansiaba hacer planes durante su estadía en España, pero la imagen de la muchacha volvía a él insistentemente.
Al día siguiente, Paola y Aoshi habían ido a desayunar. El muchacho se veía más animado y conversador, cosa que incomodó y sorprendió a su prometida; ya que no eran precisamente temas divertidos los que trataba.
-¿Puedes creer que las acciones de mi empresa vayan tan bien en la bolsa? –le dijo sonriendo
-Eh... –murmuró Paola encogiéndose de hombros, dirigiendo la mirada a su jugo de naranja
-¿Hablaste con tus padres? ¿cómo están?
-Hidetoshi vendrá horas antes del compromiso –contestó ella vagamente- Sabrina y Philippe llegarán mañana por la mañana, se sorprendieron cuando ayer les conté lo del adelanto de la fecha
-No te oyes muy animada –hizo notar Aoshi preocupado- ¿Qué te ocurre?
-Agradezco tus intenciones por resultar diferente –dijo Paola sinceramente- Pero eres tú Aoshi, el mismo de siempre, y quiero que no trates de cambiar 180 grados radicalmente, porque en realidad me incomodas
-¿Y no te resultó incómodo cuando notaste un "radical cambio en mi" hace días? –indagó el muchacho hiriente
-Ése cambio fue paulatino, no tan brusco como el que quieres dar ahora –defendió la joven- Debiste enseñar muy bien a ése muchacho
-"Ése" muchacho –puntualizó Aoshi fastidiado- No siguió mis órdenes como debía, de manera que todo resultó desastroso
-¿Desastroso por qué? –se interesó Paola
-Porque se comportó como le dio la gana y dejó el protocolo a un lado
-Je, ¿y eso te molesta tanto? –preguntó divertida- Entonces después de todo no es tan a imagen y semejanza tuya
-¿Podemos ya dejar de hablar de él? Creo recordar que dijiste que lo detestabas y francamente me indispone el recordarlo
-¿Te indispone? ¿y no te indispuso el imaginarme junto a él? –preguntó Paola mordazmente- ¿Abrazándome, tocándome...besándome?
-¡Cállate! –estalló Aoshi, alarmando a los otros clientes del lugar- Su precisa indicación era no acercarse a ti ¿entonces a qué te refieres con todo eso que dices? –continuó murmurando enojado
-Simples ejemplos –mintió Paola tranquilamente- No te alteres
Aun de pocas pulgas, el muchacho pidió la cuenta y se fueron del lugar. Una vez afuera se despidieron con un beso que parecía teatral y forzado, mismo del que Paola se alejó rápidamente y se fue en un taxi, dejando a su novio indignado.
Mientras se dirigía a su destino, la muchacha veía distraídamente por el vidrio del automóvil, analizando la sensación de rechazo que había surgido durante ese repentino beso que Aoshi le había dado. Ya no había esa calidez transmitida, esa pasión, ese amor que había sentido antes, algo había cambiado, y temía que ese algo esté dentro de ella.
Cuando llegó a un lujoso hotel, hizo un mohín de disgusto, pagó y salió del taxi. Entró en el lugar y se dirigió a la recepción.
-Buenos días –saludó cordialmente- Busco al señor Genzo Wakabayashi
-Preguntaré si está –respondió la recepcionista, marcando un número- Señor Wakabayashi, lo buscan en planta baja...ahá...sí, es una señorita...eh, sí...muy bien... –finalizó, colgando, para dirigirse nuevamente a Paola- Señorita, pide que por favor suba a su habitación, es en el quinto piso, habitación 523
-Gracias –contestó la muchacha, dirigiéndose al ascensor
Una vez adentro presionó el botón con el número cinco.
-Maldito pervertido –pensó refunfuñando- Pedirme que suba cuando se enteró que se trataba de una mujer
Salió del ascensor y buscó en el largo pasillo cubierto de una alfombra marfil.
-Veamos –se dijo deteniéndose en la puerta indicada y tocando
Adentro, Kojiro se hallaba viendo televisión cuando escuchó que tocaban a la puerta.
-¡Ken, abre que están tocando! –gritó, cambiando de canales velozmente
-¡Pero estoy terminando de bañarme! –respondió Ken indignado, desde el interior del baño
-Lo siento, pero es tu turno, hace rato fui yo –contestó su amigo tranquilamente sin mover un pelo, aunque volvieron a tocar la puerta
-Maldito –pensó Paola- Quién se cree para hacerme esperar así
-¡Ken! –insistió Kojiro
-¡Ya voy, ya voy! –contestó su amigo, saliendo del baño con unos pantalones cortos y secándose el cabello- Eres de lo más fresco, te pasaste esta vez –añadió sonriendo divertido y se dirigió a la puerta
-Si a la cuenta de tres no sale, me voy –decidió la muchacha de mal humor-¡Uno...dos...!
-Sí, quién es –preguntó Ken sonriendo, abriendo la puerta y quedándose estupefacto
-Tres... –murmuró Paola boquiabierta
-¿Quién es, eh? –inquirió Kojiro curioso, acercándose
-Paola... –murmuró Ken sorprendido
-¿Tú? –susurró ella atónita
-¡Pero mira nada más quién es! –intervino Genzo burlón, saliendo de unas puertas más allá- Eres bruta o qué, mi habitación es la ¡526!
-¿Eh? –volteó a mirarlo su prima
-Importunas en vano a mis compañeros –continuó él, tomándola por un brazo y llevándosela- Disculpen muchachos, es mi retardada prima, lamento la molestia
Y sin decir más, la metió en su habitación.
-¿Quién era, eh? -preguntó Kojiro interesado
-Paola –contestó Ken sin dejar de mirar por donde ella había desaparecido
-¿Paola? –inquirió su amigo incrédulo- ¿La misma Paola que...?
-Sí, ella es Paola, la prometida de Aoshi
-No puede ser –dijo Kojiro sorprendido- Genzo dijo que era SU PRIMA
-Así es, ella es Paola Wakabayashi –aclaró Ken suspirando y entrando nuevamente en su habitación para echarse sobre su cama pensativo, dejando a su amigo más estupefacto que antes
En la otra habitación...
-¡Mira que eres lenta para entender! –ironizaba Genzo- El 3 no es lo mismo que el 6, son diferentes
-¡Deja de burlarte! –reaccionó al fin ella, golpeándolo en un brazo- La recepcionista me dijo 523
-Pues entonces se equivocó y tú fuiste a molestar a otro
-¡No vengas a reclamarme, pervertido!
-Pervertido por qué
-Porque ni bien te enteraste que era una mujer, me dejaste pasar como si nada
-Sí, puede ser, pero la recepcionista se equivocó –aclaró Genzo tranquilamente, sentándose en un sillón
-¿Por?
-Ella me dijo que me buscaban, yo dije si era a mi exactamente, ella dijo que sí. Entonces le pregunté si era una mujer, y me dijo que sí. Entonces le pregunté que si era bonita, ¡y ahí me mintió! Sólo se trataba de ti –se burló su primo riendo
-Baboso...
-En fin, ¿a qué vienes?
-Toma –le dijo Paola, entregándole un sobre- Es la invitación a mi compromiso
-Pero si ya tengo una –le recordó Genzo, viendo el sobre con curiosidad- ¿Por qué esta es diferente? No me digas que la primera era falsa y me estabas mandando a un matrimonio gay o algo por el estilo
-Nada de eso –explicó Paola con impaciencia- Aoshi adelantó el compromiso, es mañana
-¿Mañana? –preguntó el muchacho sorprendido- ¿Por qué el apuro? O es que te enteraste que no podré asistir y por eso lo hiciste
-¿No podrás?
-Nop, hoy por la noche me voy a España
-¡No me digas que al fin descubriste que tu novia te pone los cuernos y ahora la harás de toro!
-Muy graciosa, pero si quieres saberlo tenemos un partido contra la selección española
-Ah...qué lástima –fingió Paola- Pero tus padres me confirmaron, así que ¡buena suerte en España!
-Qué linda eres –ironizó su primo, sonriendo forzadamente- De todos modos espero que estés segura del paso que vas a dar y que te vaya bien con ése Aoshi
-Gracias...
-Bueno, adiós –la despidió Genzo, abriendo la puerta (qué caballeroso ¬¬)
-Adiós –contestó Paola de mala gana, marchándose
Para dirigirse nuevamente hacia el ascensor tuvo que armarse de valor y tratar de pasar lo más rápido posible por la puerta 523, pero justo antes de llegar al aparato, chocó contra alguien.
-Lo...lo siento –se disculpó apenada
-No importa –contestó alguien alegremente
-Yo... –trató de explicar ella viendo a su víctima, pero decidió preguntar al verlo- ¿No te conozco?
-¿Paola? –preguntó Kazuki sorprendido, mirándola detenidamente- ¿Eres tú?
-¿Kazuki?
-¡Sí eres tú!
-¡Sorimachi! –exclamó Paola contenta, abrazando a su amigo- Hace tanto que no te veo, ¿pero qué haces aquí?
-Concentrado con el resto de la selección japonesa –explicó Kazuki sonriente
-¿Te dedicaste al fútbol profesional? –inquirió ella complacida
-Tal y como era mi sueño
-¡Qué bien! De verdad, me alegra mucho, y también encontrarte nuevamente
-Y a mi, ¿pero qué haces por aquí?
-Buscaba a un pariente para un asunto...
-¿Asunto oscuro de la mafia? –bromeó su amigo
-No, asunto de compromiso –aclaró ella suspirando- Mañana me comprometo
-¿Mañana?
-Sí, la relación con mi novio duró unos años y hace unos meses decidimos comprometernos
-¡Felicidades entonces! –le dijo Kazuki, abrazándola
-Ahora que volví a encontrarte me gustaría que vayas –le dijo ella, alcanzándole una invitación a la que le puso su nombre- ¿No te molesta la informalidad y precocidad del asunto, no?
-¡Claro que no! Es más, me halagas –respondió el muchacho, viendo el sobre- Pero no creo que pueda, hoy viajo a España
-¡Oh, sí! Mi primo me lo dijo –comentó desilusionada- Pero bueno...al menos espero que estés en la boda
-¡Obvio que estaré! –contestó Kazuki sacando su celular- Para no volver a extraviarte dime cómo localizarte, al regresar me comunicaré contigo
Después de intercambiar números telefónicos y darse un gran abrazo de despedida, ambos amigos se fueron por su lado. Kazuki entró sin avisar a la habitación de sus amigos.
-¡Lo que es la vida! –comentó levantando el sobre en una mano- ¡Acabo de encontrar a una vieja amiga y...! ¿qué le pasa a Ken?
-Acaba de ver a "ésa ella" –aclaró Kojiro viendo a su desanimado amigo, que estaba echado de vientre sobre su cama
-¡Rayos! ¿Estuvo aquí? ¿lo estaba buscando?
-No a él, sino a Genzo, resulta que es su prima –contó el tigre japonés
-¡Vaya, qué notición más...desagradable! –se sinceró Kazuki haciendo un puchero- Pero cambiando de tema, déjenme contarles mi felicidad
-Qué felicidad –murmuró Ken débilmente
-Encontré aquí en el pasillo a una amiga que no veía hace mucho ¡y hasta me invitó a su fiesta de compromiso! –contó Kazuki radiante
Aquello fue para Ken como un bombazo, rápidamente se levantó y se abalanzó sobre Kazuki.
-¡A qué hora la viste! –preguntó zarandeándolo
-Ahorita... –murmuró asustado
-¿Cómo se llama ésa amiga tuya? –dijo Ken quedamente
-Pa – o – la –pronunció Kazuki lentamente
-¿Paola? –inquirió Kojiro con los ojos como platos, entendiendo la complicada trama del asunto
-Muéstrame esa invitación –pidió Ken extendiendo la mano
-Te faltó la palabra mágica –hizo notar Kazuki, escondiendo el sobre tras su espalda
-Por favor –añadió su amigo impaciente
-Ok –cedió él, dándole el sobre
Ken lo abrió y quedó estupefacto al confirmar la historia de Kazuki, quien al fin había vuelto a reencontrarse con su amiga de colegio.
-¿Ves esto? –le mostró entristecido- Lee quiénes van a comprometerse
-Veamos –analizó Kazuki divertido, pensando que su compañero exageraba- Bla, bla, bla...de Paola Wakabayashi y... –el muchacho se quedó helado y su voz se quebró- ...Aoshi Futagoza
-Qué casualidad –comentó Kojiro amargamente
-Dónde está Paola –se le escapó a Ken de repente
-¿Paola? Pues acaba de irse –explicó Kazuki, viendo entonces a su amigo salir rápidamente
Ken corrió hacia el ascensor, que tardaba años en abrirse, así que el muchacho decidió ir hacia las escaleras. Una vez abajo buscó a Paola con la mirada, pero no estaba, se fue hacia la recepcionista, quien le dijo que la joven se había marchado ya hace poco. Salió hacia la calle a buscar desesperado, entre tanta gente no era posible reconocerla, menos iba a encontrarla. En un acto repentino corrió hacia el sur del hotel, iba a cruzar la calle pero el semáforo se puso en verde, así que estuvo obligado a esperar, impaciente. En su exasperación giró su cuerpo 90 grados y se quedó de piedra, al ver frente a él a Paola, que pensativa hizo parar un taxi y se fue en él. El muchacho corrió en vano, el automóvil se alejó rápidamente y se perdió de vista, dejándolo descorazonado.
Cuando Paola llegó a sus clases de aquella mañana se encontraba muy distraída, tanto así que un catedrático la regañó por no responder a la pregunta que le había hecho. Sin embargo no podía evitarlo, para ella fue una sorpresa encontrarse con Ken así, tan de repente y sin haberlo planeado; y creía que si Genzo no hubiese sido tan inoportuno, quizá se habría armado de valor para hacerle todas las preguntas que quería. Un nuevo cuestionamiento surgió en su mente: si el otro muchacho ocupaba el lugar de Aoshi durante ese tiempo ¿dónde había estado Aoshi? ¿ocupando el lugar del otro? ¡imposible! Aoshi detesta los deportes violentos, y el fútbol figuraba en su lista; y quizá si ella se empapaba más sobre el fútbol japonés ¿podría haberlo reconocido más antes y darse cuenta del engaño?
-¡Paola! –llamó su atención una amiga suya- ¿Nos vamos o piensas quedarte a observar el pizarrón todo el día?
-¿Eh? ¿ya acabamos? –murmuró Paola reaccionando
-Hace como 15 minutos, pero como te veía tan entretenida en tus ensueños no quise molestarte –ironizó su amiga- ¿En quién piensas que suspiras tanto?
-¿Suspirar yo? –se defendió Paola sonrojada- Yo jamás suspiraría por nadie, ni por Aoshi
-Obvio que por Aoshi nadie suspiraría –confirmó su amiga maliciosamente- O sea, habría que ser muy tarada para suspirar por él, entonces ¿por quién suspiras, picarona?
-Naoko, deja ya de fastidiar –le pidió Paola indignada, recogiendo sus cosas- Ten más respeto a mi relación con él, recuerda que mañana nos comprometemos
-Ya ni me hagas recuerdo que me dan náuseas. No puedo imaginarte casándote con ese tipo y viviendo toda tu vida amargada y triste
-Eso no será así, Aoshi me quiere y hará que nuestra vida juntos sea placentera –respondió la Wakabayashi diplomáticamente, saliendo del aula
-¿Placentera? Vaya concepto que tienes de la felicidad...
-Naoko, por favor, créeme que quiero hacer de esto algo llevadero
-¿Segura de lo que harás? Mira que vas a comprometerte a realizar un matrimonio, y en la sociedad japonesa no hay nada peor que romper tu palabra
-No la voy a romper –aseguró Paola entristecida- Quiero a Aoshi y no lo haré
-Pues muy enamorada no te veo –confesó Naoko- ¿Pasó algo que te hizo cambiar?
-Si te contara... –suspiró su amiga melancólica- Pero por ahora no puedo
-Cuando estés dispuesta, yo te escucharé –ofreció Naoko sonriéndole con cariño
-Gracias amiga
En su oficina, Aoshi lucía radiante, aunque lastimosamente no podía comunicarse con Paola debido al inconveniente con el celular, y ella se había rehusado a comprarse uno nuevo. Durante la tarde el muchacho se la pasó trabajando arduamente, para no dejar pendientes al día siguiente y darse un poco de asueto. Su abuelo no se había aparecido durante todo el día, prefería evitarlo porque aun creía que lo hecho por su nieto era totalmente indignante.
El resto de las clases para Paola habían resultado poco o nada beneficiosas, porque seguía soñando despierta. Sabía que no podría echarse para atrás en su compromiso con Aoshi, pero también estaba cada vez más insegura de querer dar ese paso.
La selección japonesa cumplió un último partido de práctica bastante ligero, posterior al cual recibieron indicaciones precisas de alistar oportunamente sus cosas y estar puntuales para marcharse después al aeropuerto. Ryo aun estaba algo adolorido en la pompa agredida, así que tenía que caminar sosteniendo una bolsa de hielo contra dicha parte de su cuerpo XD. Tsubasa, Jun, Taro y Genzo planeaban motivados las jugadas que usarían contra los españoles. Por alguna razón Kazuki se veía preocupado y pensativo. Sanae miraba con el ceño fruncido a Ken, como regañándolo silenciosamente por una decisión errada. Kojiro trataba a su amigo de la forma más normal posible, aunque no pasaba por alto que él aun se encontraba triste. Takeshi trataba de animarlo conversando con él de temas diversos, referidos al fútbol español, como el resultado del último clásico en el que había vencido Barcelona (fuerza Barca!), y aunque Ken fingía interés, su mente estaba kilómetros más allá.
-Tierra llamando a luna, Ken contesta –se burló Kisugi al verlo pensativo
-¿Perdón?
-Te estamos preguntando si sabes algo de español para defendernos allá en España –le dijo Mamoru, mirándolo extrañado
-Ah, no, no sé nada –contestó vagamente, continuando con su camino
-Bueno, al menos no nos amenazó de muerte por si volvemos a molestarlo –analizó Ryo sorprendido
-Ryo, cambia esa bolsa y cámbiate de pantalón –se burló Taki al verlo con los pantalones mojados por el hielo
-Oye Ken –lo llamó Kazuki seriamente, caminando junto a él- He estado pensando, y creo que como amigo de Paola no puedo dejar que se comprometa con ese tipo
-¿Y por qué crees que ella va a escucharte?
-Porque hasta donde recuerdo, siempre lo hizo, y porque lo que sé de él es la pura verdad
-No deberías meterte –aconsejó Kojiro, que los había escuchado- Ya les dije, ése es problema suyo
-Pero también de Ken –se entrometió Sanae, saliendo de quién sabe dónde- Él tuvo la oportunidad de estar con ella y establecer una relación, aunque nada oficial, aun así tiene la obligación de hacerle ver la verdad
-¿Y si no me quiere escuchar? –alegó Ken
-¿Y si dejas de ser negativo y lo intentas? –refunfuñó la muchacha- Mañana será muy tarde si te decides
-Sanae tiene razón –la apoyó Takeshi- No tienes nada más que perder
Ken vio a ambos alternativamente, luego a Kojiro y Kazuki que lo veían con ojos de "no lo hagas". Sin embargo el muchacho sonrió decidido y fue a hablar con Gamo.
-¿Bromeas, verdad Wakashimazu? –preguntó Gamo casi suplicante- Cómo que quieres permiso justo ahora, ¿no te das cuenta que en unas horas nos iremos a España?
-Por favor señor –pidió Ken mirándolo decidido- Le prometo que si no llego al hotel, los alcanzaré en el aeropuerto
-Si no llegas al aeropuerto, olvídate de la selección –concluyó el entrenador después de pensarlo unos segundos para luego marcharse
-¿Qué estás haciendo? –le preguntó Kojiro preocupado- Estás arriesgando tu carrera
-Llegaré a tiempo, ya lo verán –aseguró el muchacho, corriendo hacia la salida
-¡Yo llevaré tus cosas, por eso no te preocupes! –ofreció Takeshi
-¡Gracias Takeshi! –contestó Ken despidiéndose con una mano
-Está loco –murmuró el tigre japonés disconforme- Ésa muchacha no le va a hacer caso y cuando regrese estará más lastimado que antes
-Al menos lo está intentando –alegó Sanae suspirando conmovida- ¿Tú por lo menos intentaste ser sincero con Maki? –le preguntó mirándolo severamente y retirándose para acompañar a Tsubasa
-Gol –murmuró Kazuki divertido- Y de media cancha
-Kazuki...cállate –amenazó Kojiro ciertamente ofendido e indignado por la verdad dicha
Cuando Paola llegó a su casa se veía moralmente agotada, y la ponía peor la sarta de cosas que le faltaban por planear para el día siguiente. Entró en el hall principal y se encontró con la Nana, que emocionada llevaba en una charola un jugo y unas galletas.
-¿Tenemos visita? –preguntó Paola curiosa, dejando su mochila botada por ahí, misma de la que se encargaría Tao más tarde
-¡Y qué visita! –contestó Tomiko sonriente, dirigiéndose al living
Paola la siguió intrigada y grande fue su sorpresa al encontrarse a Ken, sentado en un sillón, charlando con Tao.
-Qué haces aquí –dijo secamente al verlo
-Vino a visitarte, obviamente –respondió Tomiko extrañada, alcanzándole al muchacho las galletas y el jugo
-Él no es Aoshi –aclaró Paola, sorprendiendo a Tao y Tomiko- Es un impostor que ocupó su lugar por dinero
-No soy un impostor –se defendió Ken- Soy simplemente yo, que lastimosamente me parezco a Aoshi
-¿Por qué lo dejaron entrar? –se quejó Paola- ¿Qué no se dan cuenta que no es Aoshi?
-Precisamente por eso lo dejamos entrar –alegó Tao tranquilamente
-¿Qué?
-El muchacho nos aclaró antes de entrar y a grandes rasgos que él no era Aoshi, pero que ya nos había conocido –contó Tomiko sin alterarse- Y al verlo supe que él era el buen chico que había logrado devolverte la sonrisa
-Y fue él quien le regaló el cielo de su dormitorio –continuó Tao
-Por eso nos alegró volverlo a ver y lo dejamos entrar
-¡Están locos o qué! –estalló la muchacha indignada- ¡No pueden tomar decisiones como ésa sin mi permiso!
-Discúlpame niña, pero somos seres lo suficientemente listos y libres como para tomar nuestras propias decisiones y saber si son o no correctas –se defendió la Nana algo dolida
-No fue su culpa, yo insistí –intercedió Ken, poniéndose de pie
-Será mejor dejarlos solos –aconsejó Tao, retirándose
-Habla con él, por favor –le pidió Tomiko, dedicándole al muchacho una sonrisa antes de irse
-¿Qué les dijiste? ¿qué mentiras inventaste? –preguntó Paola enojada, una vez que los dejaron solos
-Ninguna mentira, sólo la verdad –alegó Ken muy seguro- La misma verdad que tú mereces saber
Paola se veía iracunda, pero analizó la situación y después de unos minutos trató de parecer más calmada.
-Bien, te escucho, pero sólo tienes diez minutos –concluyó, sentándose en un sillón cercano
-Suficientes para mi –contestó Ken satisfecho, volviendo a sentarse
