Disclaimert: League of Legends y sus personajes no me pertenecen, de hacerlo todo sería mucho más gay :) y ustedes no saben cómo me encantaría escribir más y desentenderme de mis obligaciones, de verdad que sí, pero me gusta comer :v
Capítulo 11
Regresando al futuro
—Repítelo.
—Eso es lo que dice luego de que te acabaron adentro más de 5 veces y estas tirada… ¡Auch!
—Repítelo— volvió a pedir luego de empujarle la nuca con la punta del arma.
—Agh… ir al futuro, despertar, llevar a la niña hasta su mami, decirle a su madre que es aburrida e idiota por confiar en mí, llevarla a la policía de Piltover de no poder encontrar a su mami, buscar información de cómo murió manotas, esperar en el lugar donde me dejaste que abras de nuevo el portal, regresar, decir que eres aburrida y contarte que manotas murió por una sobrecarga de dildos en su ano.
—Y luego yo te entrego tus armas y te vas— terminó diciendo mientras la obligaba a abrir la puerta de la sala principal del museo.
— ¿Segura que sabes cómo usar esa cosa?— cuestionó la otra tiradora al ver el portal de nuevo y como Caitlyn se acercaba a este y al pequeño control.
Jinx estaba aún esposada y en todo el trayecto desde su celda hasta la llegada del museo, había estado con una bolsa de tela gruesa cubriéndole la cabeza.
Se dejaba guiar solo porque cada tanto Caitlyn le hacía notar el revolver cerca de su cara.
No había encontrado un reloj en la gran sala y se valía de los ventanales para saber que era de noche, pro imposible saber el horario exacto.
Una luz resplandeciente llamó su atención y vio el portal.
—Me explicaron lo que debo saber, si— contestó con contundencia.
Se acercó a Jinx y esta notó que la niña la acompañaba.
—Ten— le dijo pasándole una especie de reloj cuyo color verde sobresalía— este reloj tiene una alarma, sonara cuando el portal este por abrirse de nuevo en el futuro. Así sabrás que debes estar en el lugar en el tiempo exacto.
Jinx lo inspeccionaba con las manos aun esposadas.
—Y esto…— anuncio la sheriff mostrándole un pequeño papel— es lo que tienes que hacer en caso de que lo olvides— terminó de explicar para ella misma ponérselo en uno de los bolsillos del jean.
—Tengo un par de preguntas.
—No me interesan responderlas.
Y sin reparar más en ella se dirigió al control, activando el portal que de inmediato comenzó a brillar aún más.
Caitlyn miró entonces a la entrada, la niña por alguna extraña razón había guardado distancia y se quedaba semi oculta en uno de los enormes portales del museo.
—Ven—le dijo en voz clara, pero tuvo que aumentar su tono a medida que el portal comenzaba a ser más ruido.
La menor pareció comprender el apremio en la orden y se acercó a ambas.
—Jinx te llevara de nuevo a casa ¿Entiendes?— le explicó a medida que se daba cuenta el poco tiempo que había tenido para siquiera decirle lo que estaba por suceder— vas a estar bien ¿De acuerdo? Lo prometo.
Al decirlo la niña pareció no creerle y puso una expresión que le causo una enorme sensación de tristeza y melancolía. Sentía que esto ya lo había vivido pero demoró en encontrarlo en su memoria.
El sentimiento terminó por arrodillarse y quedar a su altura para abrazarla con fuerza, la niña correspondió de inmediato.
Era cierto que Caitlyn tenía cierto rechazo a los niños pequeños, pero debía admitir que este en particular le había parecido lo opuesto a lo que ella pensaba de todos.
Como si de alguna forma fuera algo que ella misma había moldeado.
— ¡Oigan!— gritó la otra tiradora sintiendo como el portal comenzaba a llevarse las cosas de la sala— Lamento interrumpir el emotivo momento madre hija ¿De acuerdo? ¡Pero esa cosa nos va a llevar a todos puestos si no la cierras ya!
Caitlyn la tomo entre sus brazos, y levantándola se acercó a Jinx.
Había tenido el cuidado de esposarla con algo que nunca podría soltarse pero aun así miró de forma amenazante a la criminal antes de pasársela.
—Si le haces algo malo… te mato.
—Ay, corazón… juro que no le hare nada más allá de influir en su piromanía.
El portal hizo un ruido extraño y Caitlyn se apuró a empujar a Jinx ya con la niña en brazos.
Esperó a que el portal se las tragara por completo y comenzó a manipular el místico control hasta que todo el brillo desapareció.
Ahora solo quedaba ella sola en la enorme sala desordenada del museo.
Jinx sentía que algo le molestaba en la nariz y, como si se trataba de un mosquito, trató de apartarlo con su mano. Al ver que insistían se giró rápidamente como si con eso alejara el problema y pudiera seguir durmiendo como si nada.
Pero ahora le tocaban la espalda
—¡Agh! ¡¿Qué quieres?!— preguntó molesta a nadie en específico, pero al girarse y buscar se encontró con una escena atípica.
Una niña pequeña, apoyando sus rodillas, viéndola con curiosidad, sus ojos de un azul profundo como su cabello, contrastando enormemente con lo blanco de su piel.
Ambas estaban sobre un césped cuidado y corto, Jinx hasta lo encontraba cómodo. Las iluminaban las luces de unos faroles al costado de un camino, también cuidado.
Jinx miró hacia arriba, postergando el tener que pararse, el cielo nocturno era cubierto por un enorme domo casi trasparente.
—El parque central de Piltover— comentó relacionándolo todo mientras se sentaba.
No llegó a decir nada más porque la niña se apuró a sacar un papel del bolsillo de la tiradora y ahora se lo daba para que lo leyera.
—Sé que parezco idiota la mayor parte del tiempo ¿Sabes?— dijo mientras tomaba el trozo de papel y sin leerlo lo estrujaba hasta hacerlo una pequeña bola para luego tirarlo a un lado— pero se porque estamos aquí— afirmó mientras ponía su atención en las curiosas esposas que la apresaban, gruesas y de color rojo y grises, con una tecnología de punta que Jinx no podía superar en ese momento.
Se puso de pie y contemplo alrededor, no podía ver a nadie. Estaban solas en el parque.
Un enorme reloj en uno de los faroles le hizo saber que se trataban de las 4 a.m. Luego se concentró en el otro reloj, aquel que llevaba en la muñeca e iba marcha atrás.
—Sombrerotes sí que es tacaña, solo nos dio un poco más de una hora.
Jinx se volvió a tirar en el pasto, viendo el cielo a través del tomo nuevamente. El tiempo pasaba y no estaba haciendo ninguna de las dos cosas que debía hacer en ese tiempo.
Sabía que cuando el tiempo llegara a su fin, marcado en su reloj, un nuevo portal y ella solo debería cruzarlo.
Le daba igual mentir sobre cómo murió Vi o no decir nada al respecto, también era lo mismo dejar a la niña tirada en el parque. Con un poco de suerte al amanecer algún guardia la vería y podría ayudarla.
Sintió que trataban de moverle las muñecas. De reojo contemplo como la niña parecía querer a ayudarla.
—Pierdes el tiempo, duende— le habló sin mover sus manos, de modo que la niña seguía inspeccionándolas— son unas esposas especiales ¿Ves esa pequeña ranura de ahí? Debes insertar una especie de moneda especial y luego poner un código antes de los 10 segundos, de lo contrario las muñequeras se cierran y te cortan las manos. Lindo ¿No? Es un invento de un tipo noxiano que se enamoró de una enfermera de Piltover y se vino a vivir aquí, pero ya sabes lo que dicen… aunque la mona se vista de seda no se le mira los dientes.
La niña pareció entender lo peligroso del artefacto, y temerosa de que algo malo le pasara a Jinx dejo de inmediato las esposas.
—Niña lista— felicitó Jinx, viendo cómo, aunque no tocaba ya el artefacto, seguía viéndolo con curiosidad— apuesto que tu solita sabes cómo llegar a casa, no necesitas ningún estúpido guardia ¿Verdad?— preguntó y vio que la niña le entendía y asentía— claro… oye… También sabes el número de Sombrerotes ¿Verdad?
Caitlyn estacionó su auto justo en la entrada del parque. Apenas bajar del vehículo notó que no era necesario meterse para buscar a las chicas, ambas estaban sentada en el cordón de la calle afuera del domo.
Se acercó a ambas y la menor se apresuró a correr a su encuentro.
La abrazo al mismo momento que la levantaba.
No necesitaba decirle nada, solo podía sentirse agradecida de volver a tenerla en sus manos para cuidarla.
Se acercó aun cargando a la menor donde se encontraba Jinx. La tiradora le sonrió y la saludo con ambas manos al costado, haciéndole notar las peculiares esposas que llevaba.
— ¿Ah? ¿Esto?— preguntó la de cabello celeste, viendo que ponían atención a sus muñecas— es una hermosa consideración de tu yo más joven ¿Debería agradecerte? Yo creo que sí. Gracias por ponerme un dispositivo que amenaza con rebanarme las muñecas, no hacía falta tan hermoso gesto, yo solo ayude a traer a tu hija de vuelta, cualquiera haría lo mismo, pasar por un portal del tiempo que te puede llegar a desintegra, no es nada, de verdad… un placer.
—Gracias por traerla de vuelta.
—Agh…— comentó cambiando su humor, poniendo una cara de asco—si de verdad me quieres agradecer no digas nada al respecto… Dios, ya me estoy arrepintiendo de no haberla tirado al lago o algo.
—No puedo ayudarte con esas esposas. La prohibimos hace 4 años atrás cuando se perdió una docena de códigos y tuvimos que indemnizar varias víctimas.
—Debió ser un día muy gracioso para los noticieros de aquí…
—Tendrás que decirle a la Caitlyn de tu tiempo que te las quite.
—Dudo que lo haga… quiere un pequeña cosita peculiar que quizás no quiera dársela.
—No prefieres conservar tus manos.
—Mis manos y mis armas… tiene mis armas… tienes mis armas… en el pasado.
—Oh… entonces "si" vas a darme lo que quiero.
—Me molesta que sepas lo importante que son para mí.
—Oh… se mucho más que eso sobre ti— comentó con convencimiento haciendo que la otra la mirara con curiosidad— ahora.
Caitlyn todavía no quería soltar a la niña. No había pasado mucho tiempo desde su ausencia, solo unas cuantas horas, pero no parecía que podía decir lo mismo del otro lado.
— ¿Cuánto días pasaron en su tiempo hasta que volviste?
—Mmm unos tres o cuatro día, me encerraste en un calabozo sin luz y es difícil de saberlo ahora.
—Ya veo… y… ¿Qué es lo que quiero?
—Evitar la muerte de manotas.
Jinx notó el pesado silencio que se formó entre ellas, no entendía el porqué de este. Había escuchado la determinación de Caitlyn cuando puso los términos, iba a salvar a Vi pase lo que pase, entonces… ¿Por qué la Caitlyn que tenía ahora parecía dudar?
—Solo tienes que decirme como murió, es lo único que necesita… que necesitas… la tú de mi tiempo.
—Jinx… cambiar las cosas del pasado altera nuestro presente… este presente.
—Y es exactamente lo que quieres.
—No creo que sepa lo que quiero.
— ¿Qué?
Ahora Caitlyn miró a la niña y la puso de nuevo en el suelo, le acaricio la mejilla y le sonrió.
—Ve a jugar en la entrada del parque un momento ¿Si?
— ¿Qué? ¿Vamos a tener una charla de adulto? ¿Vas a golpearme? ¿Violarme?— comenzó Jinx viendo como la niña obedecía de inmediato pero antes de cruzar la entrada le señalo a la sheriff un bulto en el suelo.
La más alta se acercó, ignorando los comentarios de la otra tiradora y descubrió un hombre inconsciente con la nariz toda ensangrentada.
—Ah sí, toma— comentó la tiradora, mostrándole un pequeño aparato entre sus manos, ingeniándoselo para tirárselo hasta Caitlyn— devuélvele su celular.
— ¡¿Le robaste el móvil?!
— ¡Hey! La niña necesitaba hacer una llamada.
— ¡Jinx!— la reprendido señalándole la entrada del parque, donde un teléfono público se podía ver.
— ¡¿Todavía existen esas cosas?!
— ¡Es para casos de emergencia!
—Pues no lo vi…
— ¡Pasaste al lado de él si saliste del parque! ¡Esta justo en la entrada!
—Sí, bueno… era más divertido golpear a alguien para conseguir su móvil, es más práctico, más pequeño…
—Agh…
—Oye mira, te llamamos y avisamos para que busques a tu crio. Misión cumplida. ¿Qué importa la cantidad de muertos cuando tienes a tu pequeño retoño al lado y…?
—Cállate… y no está muerto.
—Si no estuviera esposada hubiera podido golpearlo mejor para que lo este, pero bueno… uno hace lo que puede.
— ¡Lo sé! Te conozco, eres el tipo de persona de "El fin justifica los medios"— terminó diciendo luego de chequear que el ciudadano estuviera fuera de peligro— y a fin de cuentas— ahora se volvía a la otra tirada, ya más tranquila— también lo soy yo.
—Entonces me dirás como evitar la muerte de manotas aun si todo tu futuro cambiara, es decir tu presente… Dios, juro que cruzare ese portal de nuevo para nunca más volver a esta locura.
—Me gusta mi… presente.
—Dios ¿Ahora me vas a decir que eres feliz? La héroe de Piltover encontró el camino a la paz, interior y de su ciudad, y ahora es plenamente ella, la felicidad al alcance de sus manos.
—No tienes idea de lo que dices, y es normal. No sabes nada… y la yo de ese presente de dónde vienes, tampoco sabe nada… era muy idiota… muy ciega en el pasado.
—Algo en lo que estamos de acuerdo.
—Y no, la felicidad no está al alcance de mis manos y nunca las cosas fueron tan complicadas como son ahora… y aun así… yo no cambiaría las cosas.
— ¿Esta es la parte en la que comienzas a cantar con los pajaritos del bosque blancanieves? ¿De repente aparecerá un muñeco de nieve parlante? A nadie le importas, idiota. Solo me estaba burlando de ti, eres un chiste, lo juro.
—Y aun así la ayudaste a que volviera a mi lado, eres un amor— ahora era el turno de la oficial de burlarse.
—Oye, oye, la enana tiene cierto encanto ¿Si? Vamos a admitirlo, y nada más, sería igual de graciosa para mí si llevara un cinturón de granadas sin su seguro. Aparte estas ignorando un dato importante. Tú, mi tú, la de mi tiempo, esa tú, tienes mis armas, y la moneda que me libera de estas esposas. Quiero mis armas y mis muñecas, y la condición idiota que estas poniendo es que averigüe como murió manotas para que, Dios sabe cómo, ella lo evite, tú lo evites…
—Puedes mentirle.
— ¡Oh por Dios! ¡¿Tú mataste a manotas?!
— ¡Claro que no!
— ¿Y por qué no te estas ayudando a ti misma a evitar su muerte?
—Temo que de verdad yo pueda cambiar todo aquí… sé muy bien lo que soy capaz de hacer por Vi.
—Awww, derrites mi frio corazón.
—Vi murió hace un par de años, en una misión… en el museo de la ciudad.
—Por favor, dime que fui yo.
—No, tú no tuviste nada que ver.
—Mierd… digo… mi más sentido pésame— terminó cambiando tocándose el pecho aun con las manos esposada, en un gesto exagerado y sarcástico.
—Solo te dire eso… respecto a si ayudas a la Caitlyn de tu tiempo para cambiar las cosas o no… lo dejare en tus manos.
—Bromeas ¿Verdad?— preguntó dándole un margen de tiempo en lo que la sheriff no hizo más que acercarse y sentarse a su lado en el cordón de la calle— ¡Yo te odio! ¡Y odio a manotas! Que muera de la peor manera si es por mí, y este futuro espantoso y retorcido, se puede ir derecho al canto del grano más asqueroso que tenga en el trasero de alguna bestia deforme y radioactiva de Zaun. No sé qué se le habrá pasado por la cabeza a la Jinx de este tiempo y tampoco a ti, pero tú y yo "querida" es algo que definitivamente evitare que pase.
Detuvo su discurso para poner una de sus manos como una pequeña pistola y tocar la blanca frente de Caitlyn, para luego gesticular un disparó.
Le pareció gracioso hasta que vio que la sheriff sencillamente le sonrió de lado con seguridad.
—Que tierna eres… crees que puedes matarme— comentó en un tono burlón que puso de mal humor a Jinx, como si tuviera toda la confianza en el mundo de su lado— y dime… cuanto tiempo llevas destruyendo mi ciudad y tratando de matarme a mi o a Vi.
—El mismo tiempo que ustedes dos, idiotas, tratan de atraparme.
— ¿Y cómo nos está yendo con eso, eh?
—Lo están haciendo terrible, jamás me atraparan— contestó con seguridad y cayó en cuenta en las esposas— solo uso estas cosas porque me parecen bonitas, tu sabes… no significa que me tengas ¿De acuerdo?
—Oh, lo se, no te preocupes, combinan con… el color de tus ojos.
—Por supuesto. Es lo que digo— sentencio de manera necia, mirando al frente, tratando de no pensar más en el asunto.
Sintió los dedos fríos de la otra chica en su mejilla y se giró para recriminarle el que la tocara, pero antes de que pudiera abrir la boca, la presión suave de los labios de Caitlyn le hizo un pequeño corte a todo lo que pudiera haber pensado en ese momento.
—Suerte tratando de matarme, Jinx…— le dijo separándose solo unos segundo luego de besarla— la vas a necesitar.
—Vuelve a hacer eso y juro que te arrancare el labio— amenazó mirándola con hastió y al ver que simplemente se le volvía a sonreír tuvo que aclararse— de una manera no placentera, lo juro.
Las interrumpió un sonido escandaloso, como si un rayo cortara a la mitad el parque, al ver hacia el domo Jinx pudo notar como una luz enceguecedora comenzaba a formarse, haciéndose más grande, en el centro, tratando de arrastrar con todo lo que alcanzaba.
—Parece que te están llamando— comentó Caitlyn poniéndose de pie.
—Si… tiempo de regresar y dejar esta locura de… futuro… atrás… o lo que sea, Dios… juro que me tirare a dormir y pensare en esto como una horrible…— comenzó a decir mientras también se ponía en pie y miraba a la otra chica— horrible… de verdad horrible pesadilla.
Por más que terminó de decir esto, no pudo reconocer el sentimiento que cruzaba por ella al estar ahora frente a frente con Caitlyn, y por primera vez la chica no parecía amenazada o amenazante ante su presencia, podía ver la tranquilidad en los ojos azules mientras la miraba con familiaridad y confianza.
—Tu… de verdad… que estás loca.
Fue lo único que pudo decirla a la sheriff antes de que otro estruendo demostrara lo apremiante de la situación.
No se despidió de Caitlyn, simplemente le dio la espalda y comenzó a apresurar su paso hacia el parque.
Paso al lado de la niña y no quiso tratar con ella tampoco, solo le hizo un gesto con la mano, poniendo dos dedos en su frente para saludarla y comenzó a correr hacia la luz, sintiéndose como su cuerpo se desvanecía.
Jinx sentía que le tocaban la cara y los hombros con cierta insistencia.
Terminó despertando para ver el borroso rostro de Caitlyn muy cerca del suyo, mirando con curiosidad.
Su reacción fue inmediata, moviéndose con rapidez, haciendo que su frente se estrellara con la nariz de la sheriff.
— ¡Dios! ¡Que imbécil eres!— se quejó Caitlyn agarrándose el rostro con ambas manos, alejándose de ella varios pasos.
— ¡Tú eres la imbécil! ¡Aléjate de mí... violadora!
— ¡¿Violadora?! ¡Trataba de despertarte, idiota! ¡Llegaste hace como dos horas y no tenemos tiempo de una siesta!
Fue cuando la de pelo celeste comenzó a notar en donde estaba. Había regresado al museo, los enormes ventanales del lugar ahora dejaban ver el exterior con la débil luz de la mañana.
—El portal…— recordó fugazmente, buscándolo con la mirada.
La estructura estaba tranquila en el lugar, inmóvil. A medida que pasaba los segundos, su cabeza fue capaz de recordarlo todo.
—No tenemos tiempo— repitió Caitlyn, aun resintiéndose del golpe, pero tratando de ignorarlo para concentrarse en lo que importaba— el sereno de turno no tardará en llegar y los demás también. Ha esta hora se suponía que haríamos el experimento con el portal para llevar a la niña de vuelta.
—Oh… pero eso ya lo hice yo.
—Sí, idiota, lo sé, por eso estamos aquí, pero ellos no lo saben… y será mejor que nunca lo sepan— le aclaró de manera apresurada— ahora dime lo que averiguaste.
—Dame mis armas primero, y sácame estas cosas, ¡Dios!
—Dime primer lo que sabes y lo hare.
—Ah no, mi madre no crio tontos, primero me das mis cosas y luego… te cuento.
Caitlyn sintió la necesidad de apuntarle con una de sus armas y golpearla hasta tener lo que quería, pero se contuvo.
—Lo haremos a medias.
— ¿Qué?
—Te diré donde están tus armas, me dices lo que sabes y luego te libero.
—Ammm déjame pensarlo un poco…— comentó con desdén, pero entonces la sheriff desenfundo una pistola, quitándole el seguro y apuntándole en al frente— ya lo pensé, me gusta tu idea, hagámosla.
—Tus armas están escondida en la parte baja del campanario.
— ¡¿Qué?!
—Las escondí en un armario que había ahí la primera vez que fui y rescate a la niña.
— ¡¿Qué?! ¡¿Estuvieron conmigo todo el tiempo?!
—Sí.
— ¡Eso es lo más…! De hecho fue bastante inteligente, nunca hubiera buscado allí… tú muy bien.
— ¡Dime lo que sabes de Vi!
—No sé mucho en realidad.
—Jinx…— la amenazo, empujándola con la pistola.
—Murió en una misión…. en este museo.
— ¿Cuándo?
—No lo sé.
— ¡¿No lo sabes?!
—Oye, mira, me diste muy poco tiempo, agradece que sé eso ¿Si?
—Ese no era el trato.
— ¡Pues demándame!
Caitlyn estaba a punto de recriminarle de nuevo, cuando sintió como una de las puertas del lugar se abría. Miró el ventanal y vio que la luz de la mañana era cada vez más clara, el sol ya iluminaba los campos exteriores con fuerza.
—Vamos.
Tomó a Jinx del brazo y tiró de ella, adentrándose en el museo. El lugar aún mostraba los destrozó de su atentado.
La condujo hacia arriba, los últimos pisos, hasta llegar a los balcones, una vez en uno de los más amplios del lugar, la empujo y la obligo a verla.
—Oh por Dios… vas a matarme— comentó Jinx, sonriendo enormemente, al ver como la sheriff a dos metros de ella, aun la apuntaba con la pistola, teniendo al borden del balcón.
Caitlyn simplemente metió la mano en uno de sus bolsillos y le tiró un objeto pequeño. Jinx lo agarró con ambas manos y al inspeccionarlo vio que se trataba de una moneda con algunas entradas, la que necesitaba para librarse de las esposas.
—Voy a hacer que te arrepientas de esto— comentó la de pelo celeste, lista para librarse de las esposas, pero antes de que pudiera hacer otra cosa, sintió como la oficial le apoyaba la bota en su pecho.
—Lo sé— contestó con seguridad Caitlyn para luego empujarla y ocasionar que cayera por el balcón.
Al quedar sola pudo ver cómo la mañana la abrazaba. Se acercó hasta que sus manos se apoyaron en la baranda de mármol del balcón y miró hacia abajo.
El enorme jardín del museo, junto con las figuras de maderas que adornaban el lugar estaban en paz, todas menos la más cerca de su pared, donde una estructura estaba destruida, como si algo hubiera caído de arriba rompiéndola y arruinando las flores de abajo.
Pudo ver a Jinx saliendo de esos escombros, mirándola desde abajo, no tardando más en correr y cruzar los límites del museo, adentrándose en Piltover para desaparecer de su vista.
Nota del autor:
Encontraron el Ara San Juan, loco… yo que pensé que no lo iban a encontrar nunca. Estoy sorprendida.
