Amor Prohibido - Capítulo 97

—Bienvenidos a las noticias de la jornada cuando ya son las ocho de la mañana de hoy lunes 13 de mayo del año 2030.

Un oso polar muy delgado se encontraba con una mirada de la más absoluta serenidad presentando las noticias. Era un escenario en donde la iluminación azul rey predominaba gracias a las pantallas gigantes que tenía a su espalda. Nuestro presentador se encontraba con un traje a la medida color azul marino, pero con el cuello de la camisa blanca enterrado en su pelaje. Tenía una tablet entre sus manos, de la cual leía las noticias por el rabillo del ojo. Su voz profunda y tranquila no concordaba para nada con lo que informaba.

—Una jornada muy noticiosa —prosiguió—, en donde se informa que una tormenta eléctrica ha azotado todo el país al mismo tiempo, dejando cortes del suministro eléctrico, inundaciones y aluviones, además de la sorpresa y el temor para los millones de norteamericanos.

Mientras hablaba, la imágen mostrada en pantalla presentaba escenas de la tormenta durante la noche: rayos, truenos, casas inundadas, casas tapadas con toneladas de barro, gente iluminándose con linternas, policías, ambulancias, entre otras por el estilo. Había mucho ajetreo presentado un un video que era transmitido en bucle.

—Entre otras informaciones —continuó el presentador—, mientras que en medio oriente era mediodía, repentinamente se hizo de noche en todo el mundo. El planeta entero quedó completamente a oscuras sin la presencia de ninguno de los tres soles. No es por culpa de la tormenta que hoy tengamos un día más oscuro de lo usual en los Estados Unidos, es porque los soles han desaparecido. Los científicos no se explican lo sucedido, y ninguna entidad internacional se ha mencionado al respecto. Esto ha abierto las especulaciones sobre un eventual apocalipsis.

Mientras mencionaba aquel detalle, las imágenes de la transmisión mostraban escenas de ciudades y personas de distintas partes del mundo despavoridas en medio de la noche, o mejor dicho, del día sin sol. También aparecieron un par de grabaciones amateurs del repentino fenómeno. Un partido de fútbol se jugaba en pleno día con los soles radiantes, cuando repentinamente se hizo de noche, provocando las reacciones aterradas de todos los presentes.

—Es por lo anterior que debemos indicarles que deben mantener la calma —prosiguió el oso polar—, no alterarse, puesto que para todo debe existir una explicación al respecto. Explicación que esperamos pronto podamos tener.

En torno al viejo televisor de la casona, e ignorando el ruido de la atronadora tormenta eléctrica, todos los habitantes se encontraban reunidos, atentos a las palabras del oso polar. Bueno, casi todos. Yang se negó a abandonar su habitación. Lucio también se quedó en su habitación. Aunque salía más que Yang, desde que quedó ciego, su ánimo cayó por los suelos. Roger y Lina se encontraban en otro lugar de la casona supuestamente encargándose del quehacer. Freddy se escondió en su cuarto para evitar toparse con Carl. Jobeaux y Yenny no se encontraban en la casona. Terminaron pasando la noche en una posada en el pueblo. El goblin había llamado a Yin contándole que se había topado con su hija en el pueblo poco antes del inicio de la tormenta y que no alcanzaron a regresar a la casona, por lo que prefirieron quedarse en el pueblo hasta que amainara el temporal. Fue la única manera para que Yin no se exasperara ante la desaparición de su hija.

Del resto de los habitantes de la casona, el resto de los hermanos Chad observaba con atención las imágenes de la pantalla. De todos ellos, los tres menores observaban más ensimismados lo que se informaba desde la alfombra. Yin se quedó en un sofá junto a un Jack que se había hecho un sándwich de carne y se lo estaba comiendo de desayuno sin prestar mayor atención a la pantalla. En otro sofá se encontraba Ella Mental junto a Indestructi Bob. Este último se encontraba durmiendo mientras que la tigresa prestaba atención tanto a las noticias como a lo que pudiera recabar sutilmente de la mente de los presentes. Otro que se encontraba durmiendo era Kraggler. La vieja gárgola estaba sentada sobre una silla de madera y durmiendo sobre su andador metálico. En el sillón entre los dos sofás se encontraba Peter. El dueño de la casona se encontraba de piernas cruzadas observando todo con seriedad y desconfianza. Su hermana se encontraba de pié en un rincón, regalándole miradas esporádicas a la ventana. Junto a la misma ventana se encontraba Carl, quien se encontraba absorto mirando el cielo,en busca de interpretar la tormenta.

—En otras informaciones —prosiguió el oso polar—. El presidente de la república, Donald Trump, retiró la recompensa por tres trillones de dólares en la captura de la pareja Yin y Yang Chad, acusados de cometer incesto en alta felonía. La razón es debido a la aparición de un nuevo caso de incesto esta vez en el estado de Alabama, y el cual él considera mucho más grave. Un hombre mantenía una relación en paralelo con sus quince hermanas, quedando todas embarazadas al mismo tiempo. Lo peor es que la menor de sus hermanas tiene apenas doce años. Los dieciséis hermanos se encuentran a la fuga y el presidente ofrece una recompensa de sesenta y cinco billones de dólares por cada uno de ellos.

—¡¿En serio?! —Yuri saltó de pronto—. ¿Eso significa que ya no nos van a perseguir más? —agregó emocionada volteándose hacia su madre.

—¡Patatas heladas! —reaccionó Kraggler ante el grito antes de volver a dormirse.

—No lo creo, Yuri —contestó Yin igual de absorta por la noticia.

—Eso no significa que la justicia haya dejado de buscar a los gemelos Chad —enfatizó el oso como si le hubiera leído la mente a la niña—. Lo que sí es que la recompensa ya no corre.

—Vaya sorpresa —musitó Ella en voz baja al recordar el momento en que estuvo a un pelo de alcanzar tamaño tesoro.

—Especialmente a Yang Chad —prosiguió el presentador mientras aparecía el conejo en un primer plano—. Además del caso de incesto, Yang está siendo acusado por dos homicidios consumados, los cuales están siendo investigados por la justicia.

—¿Dos homicidios? —fue el turno de Jacob de voltearse hacia su madre.

Yin también fue tomada por sorpresa ante aquella revelación. Concentrada, quedó con la mirada fija en la pantalla esperando más información. Lastimosamente, el oso polar cambió de tema regresando a los desastres universales que aquejan a la vía láctea.

Normalmente era Pablo quien la ponía al tanto de aquellos detalles. Lamentablemente, desde que había regresado del hospital no había dado señales de vida. Recordando aquel suceso, ella acarició su vientre. ¿Qué clase de futuro se estaba forjando para su hijo? No había instante que no aquella interrogante no la atormentara. ¿Qué estaba haciendo?

—¿Está todo bien? —repentinamente Jack interrumpió sus pensamientos hablando con la boca llena.

Yin alzó la vista y se topó con el conejo. La observaba de reojo mientras también observaba la televisión y a sus hermanos y masticaba lentamente su sándwich. Por primera vez desde que había llegado hasta la casona, logró notar algo diferente en él. Algo que por lo pronto no pudo definir.

—No es nada —le dijo.

Jack mantuvo su observación antes de convencerse de la respuesta y regresar su atención a la pantalla.

Mientras tanto, Lina subía hacia el segundo piso con una bandeja entre sus manos. El rugido de la estruendosa tormenta lograba colarse por entre las paredes hasta retumbar en las escaleras. Su propio retumbar interior le impedía percatarse del apocalipsis externo. La bandeja que tenía en sus manos le traía tantos recuerdos. Eran momentos de un presente hipotético en donde ella era feliz junto a Yang. Las vueltas de la vida la amarraron en un destino sin retorno y sin explicación. En aquel camino paralelo, Yang le llevaba la bandeja. Ahora era su turno de entrar a aquel cuarto.

Era tormentoso. La sencilla puerta de madera era más un obstáculo psicológico que físico. Había quedado muy atrás aquel momento en que ambos se habían topado por última vez. Aquel día en que fue a buscar a su hijo menor al colegio. En aquellos días en que apenas ni podía caber en su cabeza que había terminado formando una camada con su propia hermana. Con su propia hermana… ¡¿Con su propia hermana?!

Parecía haber terminado siendo aceptado por todo su entorno aquel descabellado hecho. ¿Mantuvo relaciones con su hermana y le hizo cinco hijos y contando? ¡Bien! ¡Sigamos! No concebía en su cabeza la liviandad del tema. ¿Por qué el mundo no se detenía? ¿Por qué no los linchaban? ¿Por qué iban y se salían con la suya? ¿Acaso tenían el poder del guión de su lado?

Apagando sus pensamientos, Lina empujó la puerta. Se topó con un Yang acostado sobre su cama y volteado hacia la pared. Un relámpago iluminó la habitación con su bestial rugido. Lina no pudo controlar sus manos. Tiró la bandeja al suelo. El café se desparramó por toda la bandeja. El vaso con jugo se cayó tirando todo su contenido. Las tostadas quedaron húmedas por el líquido tirado. Las cerezas cayeron rodando varios metros desde la bandeja. Yang despertó de golpe ante aquel ruido. Se volteó, quedando pálido ante la presencia de Lina.

—Yang —le dijo la perrita con seguridad.

El conejo no supo cómo reaccionar. Se quedó congelado en su sitio, sin saber si regresar a su posición original, darse la vuelta completa, ponerse de pie o decir algo. No quería ver a nadie. Ni siquiera quería ver a Yin. Se sentía en una soledad impávida que lo había secuestrado. Era bonito tener una relación incestuosa con tu hermana mientras nadie te juzgara más allá que tu propio interior. Ahora que los ojos del mundo estaban puestos sobre tí, no quedaba a dónde huir. Quería tener valor, pero la realidad era más dura de lo que él podía imaginarse.

Lina también quedó congelada frente a la mirada de Yang. Era exactamente igual a como la recordaba. Tan lila, tan brillante, tan… hermosa. Toda la recriminación se fue por los suelos. Era un simple conejo que no sabía lo que hacía. Si él se levantaba y le pedía que retomaran su relación donde la habían dejado hace dieciséis años, ella habría aceptado sin pensarlo. ¿Por qué? ¿Por qué su corazón latía con fuerza con tan solo una mirada? ¿Por qué sus sentimientos olvidaban todo lo que había pasado? ¿Cómo era posible que hubiera pasado lo que pasó?

—¿Por qué? —musitó Lina sin pensarlo.

Fue un dardo que cayó directo a la consciencia del conejo. Era hora de poner en orden las razones que lo empujaron hacia el incesto. Razones reales y objetivas. No cosas abstractas y relativas asociadas a los sentimientos, impulsos, corazonadas. Eran cosas que no resistirían al juicio inquisidor de la perrita.

Yang desvió la mirada. Un nuevo relámpago iluminó el cuarto. La tensión era más fuerte adentro que afuera con la lluvia.

—No… ¡No lo sé! —Yang no pudo más con la tensión y exclamó desesperado colocándose de pie de un salto—. Lina, lo nuestro ya fue hace mucho tiempo. Tú al igual que el resto ya sabe lo que hice. ¿Qué quieres saber entonces? ¿Por qué me metí con mi hermana? ¿Por qué me enamoré de ella? ¿Por qué decidí tener hijos con ella? ¡No lo sé! ¿Contenta? El amor nació y ya. Mi amor por tí se fue y ya. ¿Eso necesita explicación acaso? Si la necesita, ¡no la tengo! ¡Simplemente pasó! No te voy a dar detalles de cómo pasó. No voy a revolver el pasado. ¿Entendiste? ¡Ahora lárgate de aquí y no me vuelvas a dirigir la palabra!

Mientras que Lina no podía recuperarse por el golpe. ¿Qué golpe? ¡Eso fue molerle el corazón! En fin. Mientras apenas procesaba su discurso, alguien aprovechó para entrar a la habitación.

—¿Qué son esos gritos? —Yanette ingresó al cuarto con autoridad y una mirada de pocos amigos.

Ambos se voltearon a verla. Yang aún se mantenía molesto con la presencia de Lina. La perrita aún se mantenía asustada por el golpazo emocional que acababa de recibir.

La anciana le echó un rápido vistazo a la bandeja con su comida desparramada, y continuó.

—¿Qué está pasando aquí? —les recriminó.

—¡Y qué demonios le importa! —exclamó Yang. La sangre comenzaba a hervirle ante la presencia de tanta gente frente a él.

—No le faltes el respeto a tu madre —le amenazó la anciana con un dedo recriminatorio.

—¡Usted no es mi madre! —exclamó el conejo.

—¿Acaso no recuerdas aquella vez en que nos vimos en casa de Richard? —comentó la anciana molesta.

—No sé de qué demonios me estás hablando —Yang dio la media vuelta alejándose de las dos.

Tras un suspiro, Yanette intentó calmarse.

—Supe que has estado teniendo ciertos problemas con tu memoria, así que te lo dejaré pasar —le dijo—. Lo que sí no te voy a dejar pasar es otro caso de incesto. Te recuerdo que Lina y tú son primos.

—¡¿Qué?! —Yang se volteó de golpe con tal violencia que parecía que se iba a quebrar el cuello.

—Lo que escuchaste —respondió con seriedad—. Yo soy hermana del papá de Lina, lo que te hace prima de ella.

Yang intentó responder, pero Yanette lo interrumpió:

—Supe que ustedes dos tuvieron una relación en el pasado. Aunque no he estado de acuerdo con eso, se los dejo pasar porque no lo sabían. Ahora que lo saben, muchísimo cuidado, que no voy a tolerar más incesto bajo este techo. Especialmente de tu parte, Yang —agregó con un dedo inquisidor apuntando hacia el conejo.

—¡Que tú no eres mi mamá! —le gritó dando un paso hacia adelante con una mirada fiera—. Yo nunca tuve mamá. Con suerte tuve un papá que recién se hizo cargo de mí y de Yin a los once años. Si tú eres mi mamá, hiciste un terrible trabajo abandonandonos a mí y a mi hermana…

No alcanzó a concluir su perorata cuando la coneja le lanzó una cachetada. Como un acto reflejo, su hijo levantó su brazo izquierdo, deteniendo la mano con su antebrazo. El golpe sonó como un latigazo que aterró a Lina. De un salto se echó para atrás, asustada de lo que estaba viendo.

Las miradas de ambos chocaron como dos rayos chocando entre sí. Ambos quedaron congelados cuan estatuas de piedra. En el interior de cada conejo, un corazón amenazaba con escapar de sus pechos. Desde hacía mucho, Yang no se sentía tan vivo. Emoción, furia, fuerza. Necesitaba romper sus miedos, estallar su interior. Necesitaba volver a retomar las riendas de su vida.

—Como te atreves —musitó Yanette en un tono peligroso.

—¡No! ¡Cómo te atreves tú! —exclamó amenazante bajándole el brazo de un golpe—. No sé de dónde saliste, pero no eres quién para venir a darme órdenes. Ahora quiero que te largues de aquí y espero no volver a verte molestando a mi familia.

Yanette apretó los puños. Lina retrocedía lentamente rumbo a la salida. Definitivamente aquel encuentro no salió nada bien. Los gritos habían alertado a Freddy, quien se escondía en el cuarto de al lado. La araña salió y se quedó junto al dintel de la puerta. Al retroceder, Lina se topó con algo por su espalda. Al voltearse, no pudo evitar soltar un grito ahogado tras reconocer a Yin. La coneja había llegado hasta allí tras las noticias, puesto que tenía que hablar un asunto serio con Yang. Un nuevo trueno interrumpió el momento.

—¿Qué está sucediendo? —intervino Yin con seriedad haciendo a un lado a Lina.

La furia de Yanette desapareció en un instante, regresando la tranquilidad en ella.

—Vengo aquí para que no se repita el sacrilegio del incesto —respondió seria mientras se arreglaba el cuello de su vestido y le regalaba una rápida mirada a una Lina que huía por la puerta.

—¿Quieres dejar eso por la paz de una buena vez? —alegó Yin molesta—. Tengo que hablar con Yang urgentemente ahora.

—¿Sobre qué? —la anciana se volteó hacia su hija con una seriedad asesina.

Yin suspiró con fuerza en busca de su paciencia interior.

—¿Sabe? No debería importarle lo que ella me tiene que decir —intervino Yang molesto.

—¿Qué está sucediendo?

Freddy oyó una voz a su lado.

—Parece que se van a pelear —respondió sin quitarle la vista al trío en el interior de la habitación.

—Oh, vaya.

Yanette le regaló una mirada asesina al conejo antes de dirigirse a la salida.

—Ustedes le han regalado el peor dolor que un hijo puede darle a una madre —se volteó para lanzar aquella última frase.

—¡Tú no eres mi madre! —le gritó Yang empujándola hacia la salida.

En aquel instante, Freddy se volteó hacia su acompañante. No alcanzó a sorprenderse al percatarse de que se trataba de Carl cuando la salida presurosa de Yanette lo empujó contra sí. Un fuerte portazo reventó en sus oídos, y pronto la anciana se reincorporó furiosa.

—¡Vámonos, Freddy! —le ordenó—. Debemos reunirnos con Kraggler.

La araña la siguió en modo automático. Desvió la mirada de la cucaracha con la esperanza de que no lo reconociera. Su objetivo a fin de cuentas se cumplió. Carl se quedó con la interrogante sobre quién era ese sujeto. Interrogante que era la última de sus prioridades.

—¿Qué se ha creído esa vieja? —Yang regresó la vista hacia su hermana aún furioso—. O sea, ¿de dónde salió y por qué dice que es nuestra madre?

—Yang, esa señora sabía que éramos hermanos desde mucho antes de que todos supieran —le contó angustiada—. Ella fue quien le dijo la verdad a nuestros hijos.

—¿Qué? —el conejo palideció—. ¿Cómo se atreve? —regresó a su furia— ¿Por qué aún sigue en nuestras vidas? ¿Por qué no le hiciste una prueba de ADN para saber si de verdad no es una vieja loca?

—Yang, tenemos problemas más graves —Yin comenzaba a ser dominada por sus nervios—. Por si no lo sabías, el Oscuro Mañana regresó, y a tí te están buscando por dos homicidios.

—¿Qué? —esta vez Yang no pudo escapar de la palidez.

—Sabemos que te acusan de haber matado a Mónica —prosiguió su hermana—, pero tienes que decirme de qué más te acusan. Solo así te podré ayudar.

Su mente trajo de inmediato los recuerdos del Maestro Yo. ¿Yin sabía eso? Recordaba habérselo dicho alguna vez, pero ella no le había tomado el peso que ameritaba. ¿Ahora lo estaban buscando por eso?

Estaba a punto de responder cuando la puerta se abrió de golpe.

—¡Papá! ¡Mamá! —entró Jacob.

Ambos conejos se voltearon hacia su hijo. El chico llevaba su teléfono encendido en la mano.

—¡Encontré la noticia! —exclamó eufórico—. El otro homicidio del que te acusan es el de Sara Prints.

—¡¿Qué?! —soltó Yang mientras que a su vez su esposa soltó un grito ahogado.

—Déjame ver —le dijo Yin extendiendo su mano.

Yin recibió el teléfono de su hijo para revisar la noticia con más detalle.

—Papá, ¿mataste a Sara? —cuestionó Jacob arqueando una ceja.

Yang no pudo responder. Tenía el rostro desencajado. Las palabras no le salían.

—Es verdad —intervino Yin levantando la vista de la pantalla—. Te acusan de matar a Sara.

Un nuevo trueno azotó la habitación.


Patitos! Es mi obligación informarles que Amor Prohibido entrará en hiatus indefinido. Estas son las razones:

1 La autora está en modo: preparar la defensa de su propuesta de tesis doctoral más el examen de calificación.

2 Queremos hacer la primera revisión de varios capítulos de este fic. Hasta el momento, los 70 primeros capítulos se encuentran revisados. Queremos llegar hasta el 100 por lo menos. Sí, 100. De paso queremos escribir los 3 capítulos faltantes y así celebrar los 100 capítulos de una vez a nuestro regreso.

3 Esta nota ha sido borrada en la etapa de primera revisión.

4 Le debemos a la autora las vacaciones de verano y creo que la falta de estas la está afectando. O sea ¡Sólo vean esto! Actualizando a la una de la mañana. Eso es cansancio puro.

Si quieren funarla por ello no los culpo. Yo sería el primero en hacerlo. O sea, ¿quién le manda a buscar trabajo mientras está trabajando en su tesis doctoral? ¡Ni siquiera lo necesita! ¡Quemenla con fuego!

Pero hablando en serio, prometemos regresar lo más pronto posible. Estimamos que ese más pronto posible sea entre mediados y fines de junio. Hasta entonces un abrazo patotástico y no nos olviden.

Con amor, patito.