-Capítulo 22-


-El rastro-


—Todo esto es su culpa.

Vi podía ver a través de la pantalla como el hombre que había hablado se acomodaba con incomodidad el cuello de la camisa.

—Oh, vamos, no estoy aquí para buscar culpables— comentó el dueño del programa, riendo con molestia.

—Pues debería… todos deberíamos.

— ¿Usted qué opina, señor Marangoni?— quiso desviar la conversación de quien parecía alterado, a alguien que demostraba todo lo contrario— es usted uno de los mayores afectados al atentado ocurrido en la Torreta 3.

—No diría que el más afectado— corrigió de inmediato— se perdieron vidas, familias, puede que haya tenido una gran pérdida económica, sí, pero de eso se recupera.

—Sí, bien dicho, bien dicho.

—En cuando a lo de buscar culpable, estoy con usted, Roy, no hay necesidad de apuntar el dedo a nadie— contestó con cierto destello de solemnidad el político— pero… hay cierta cosas que diferentes personas son responsables… si le preguntara a usted… o a cualquier ciudadano de Piltover ¿En quién recae la responsabilidad de la seguridad de la ciudad?... ¿Qué dirías?

—Maldito…— murmuró Vi, viendo las claras intenciones y el rumbo que tomaría la conversación, tentada en apagar el dispositivo.

—Me sorprendería que esperaras algo diferente— comentó Jayce, tirando su cabeza hacia atrás en el sofá. Aun su costado dolía y se sentía cansado.

—No deberías estar aquí.

—Ah… es verdad, me recomendaron reposo absoluto ¿No es así?

—Y entiendo que la sala de descanso de la oficina de policía de la ciudad es para "descansar" pero ¿No preferirías tu casa?

—Sí, es verdad… la prefiero… pero estar ahí me hace sentir peor— divagó mirando el techo, con una sonrisa amarga en su rostro.

— ¿Cómo así?

—Más inútil.

—Eres igual de inútil aquí que en…— comenzó a decir descuidadamente, pero luego bajó su voz hasta el mutismo.

Vi podía entender el sentimiento. Ella, junto con todos los demás que no estuvieron cerca del atentado, podían acallar su pesar por las vidas perdidas con un simple "Yo no tuve nada que ver, estaba tan lejos de donde paso" pero los oficiales cerca, ninguno lo vio venir ni hacer nada pese a que paso frente a sus narices.

Esto incluía a Jayce pese a no ser parte del grupo.

—Lo lamento— dijo con honestidad, respirando con profundidad y tratando de calmarse.

—Está bien— contestó el héroe, sin despegar la mirada del techo.

Podía escuchar como mencionaban a Caitlyn y al departamento de policía en el programa de manera desfavorable relacionándolo con el caso.

—Así es, Roy, todo el lugar es una evidencia latente que incrimina a la siempre buscada criminal de Zaun, Jinx— comentaba una chica, en el lugar de las explosiones.

— ¿Jinx?— murmuró Jayce, poniendo atención de nuevo a la pantalla, donde se mostraba lo que él pudo apreciar en vivo, los destrozos, los grafitis chillones, hasta recordaba como sonaba la risa.

—Indiscutiblemente su "modus operandi"— asintió Vi, viendo las imágenes también— registramos todo el sector, aún quedaban explosivos sin detonar, pero es evidente que se trataba de una obra de una sola persona… nunca deja de sorprendernos ¿Verdad?

—Ah… Supongo que era una buena oportunidad, un gran evento con políticos importantes.

—No se salió con la suya del todo, la mayoría de los trajeados lograran escapar… la policía priorizo su seguridad…

—Los pobres no tuvieron la misma suerte ¿Verdad?— comentó con una sonrisa amarga el hombre.

—Ellos vivían allí, estaban realmente cerca… no tuvieron posibilidad.

Siguieron viendo las noticias en silencio. Las cámaras volvían a la sala donde discutían los tres hombres.

— ¿Cómo esta ella?— preguntó finalmente Jayce.

—Bien… como siempre— contesto con molestia Vi, recordando cómo ni siquiera pudo hablar adecuadamente con Caitlyn— ocupada… de verdad quiere llegar al fondo de esto y dar con Jinx… hacía tiempo que no la veía tan…

— ¿Molesta?

—Si… pero me da la impresión que no solo con Jinx— comentó mirando al suelo, recordando la expresión extraña que llevaba esos días la sheriff— la conoces… sabes lo difícil que es saber en qué piensa realmente.

— ¿… que es eso?

Vi levantó de nuevo al vista al monitor y tampoco comprendía. Parecía un grupo de hombres bien formados. Llevaban un uniforme que nunca antes había visto, oscuro de pie a cabeza, con botas y protectores a tono, en el pecho se izquierdo se podían leer en letras rojas brillantes unas sencillas letras.

"D2"

—Dije que es incorrecto buscar culpables, porque los culpables son aquellos que rompen la ley y lastiman a la ciudad— anuncio Marangoni, poniéndose de pie mientras presentaba ante las cámaras al grupo— pero es cierto que la responsabilidad de la seguridad de la ciudad ha caído durante mucho tiempo en los hombros de una sola persona, y que no me confunda nadie, nuestra querida sheriff ha hecho un trabajo maravilloso, pero para los tiempos que corre, es evidente que ya no es suficiente.

Más hombres se sumaban a la sala, altos, robustos, mismo uniforme, con cascos que les cubría hasta la nariz y solo dejaban ver sus mentones y labios, serios y concentrados.

—No, ya no basta la pasión y la devoción por los ciudadanos, yo les traigo una verdadera fuerza contra el crimen de Piltover. La verdadera mano dura que la ciudad necesita. El nuevo cuerpo de policía de Piltover que viene a reforzar todo lo bueno que esta ciudad tenia y seguirá teniendo. Damas y caballeros, les presento a su solución. La segunda decodificación.


—… encontramos dos granadas con los mandos sin explotar y otras cuatros cuyo activador no se identificaron, el resto logró su cometido.

—Seis potenciales bombas sin explotar…— repitió Caitlyn mientras revisaba los papeles que tenía en su escritorio.

—Sí, señora— contestó su subordinado de inmediato.

— ¿Alguna señal de lo que les pedí?

—No, ninguno de los dispositivo estaba enterrado o escondido, claro desde el análisis de campo que hicimos… todo lo que explotó sucedió en ese momento.

—Ya veo.

—Ninguna instalación extraña fue detectada, realmente Jinx actuó instantáneamente. Los grafiti y demás vandalismo también es de ese momento, la pintura es fresca.

— ¿Testigos?

—Sí, señora, de los sobrevivientes, 3 personas aseguran haberla visto cuando usaba los aerosoles. Otros 2 dijeron que la vieron lanzar una lanzacohetes en el perímetro, estas declaración coinciden con dos explosiones en la torreta. Está comprobado. También varios sobrevivientes escucharon las… "carcajadas"

Caitlyn también la había escuchado pero no la había visto, no había tenido oportunidad de enfrentarla, por lo demás, sabía que lo que informaba su subordinado y los papeles eran cierto, inclusive ella estuvo allí y tuvo la posibilidad de hablar con las personas de la zona.

"Jayce también la escuchó" pensó mientras se llevaba una mano a la frente. No logró llegar a tocarse la zona que le daba comezón, pues una venda se lo impedía.

Se vio las manos, también vendadas, antes de metérsela en el bolsillo y sacar el frasco de píldoras, repitiendo la acción que prácticamente tenia mecanizada. Se tomó dos y las pasó con un vaso de agua que tenía cerca.

Antes de poder volver su concentración al trabajo llamaron a la puerta insistentemente. Sin esperar a que se le responda, Vi entro irasciblemente.

— ¿Qué demonios es eso de los D2?

—Agh…— se quejó sintiendo como la voz de la chica le parecía irritante.

— ¡¿Tu ya lo sabias?!

—Sí, Vi, ya lo sabía— contestó luchando con la necesidad de arrancarse la venda de la cabeza para poder rascarse— Es un estúpido proyecto que tiene el señor Marangoni desde hace ¡Años! Y nunca se aprobó… tampoco se aprobara ahora.

— ¿Estas segura de eso? Porque él parecía muy convencido… ya presentándolos y todo.

Caitlyn recordó la reunión a la que estuvo invitada luego del atentado. En la mesa se puso con fuerza el proyecto de la policía refuerzo, pero fue rechazada nuevamente. Ella aún tenía el apoyo de la oligarquía, pero podía ver que este asunto no se presentaba en contra de ella, sino como una ayuda y eso comenzaba a convencer a los dirigentes.

—No me preocupa el nuevo escuadrón o lo que sea que intente hacer Marangoni para ganarse la empatía de la ciudad, tengo algo mucho más importante que hacer ahora ¿De acuerdo?

— ¿Jinx?

Solo mencionar su nombre dos agentes ingresaron con rapidez a la oficina.

— ¡Mayor, terribles noticias!


La salida al mar Oeste de Piltover debía de ser el segundo sector más complicado de Piltover. Los mercantes venían directamente de Noxus gracias a su puerto en Rokrund y llegaban tanto legal como de contrabando a la ciudad sin muchos problemas.

Los asentamientos ahí no eran tan pobres pero si muy conflictivos por la influencia del imperio expansionista.

La torreta abastecedora allí era la numero 2 y Caitlyn podía ver ahora lo que quedaba de ella.

—Fue un ataque similar al atentado a la Torreta 3— confirmo uno de sus hombres apenas pudo llegar a donde estaba y comenzar a dar su informe— No cabe duda, fue Jinx, los testigos la confirman y tenemos sus firmas igual que el caso anterior.

Caitlyn permaneció en silencio mientras analizaba la zona.

Era prácticamente lo mismo, los grafitis, el daño de las explosiones, los muertos… muchos muertos.

—Eviten la entrada a la prensa, quiero esos cadáveres en sus bolsas, rápido.

—Sí, señora.

—Avisen que tenemos una prioridad, asegurar el perímetro y dejar esta zona a salvo. ¡Y quiero un maldito itinerario de las armas que se usaron! ¡Quiero hasta la última bomba, detonada o no, registrada en estos papeles!

— ¡De inmediato!

Caitlyn siguió avanzando mientras daba las indicaciones, su cabeza comenzó a doler y sintió sed. El humo de algunas viviendas aun en llamas le secaba la garganta.

Se acercó a unos grafitis y en efectos, eran el típico color chillón. Una de las bombas estaba decorada con los mismos. No era grande y parecía bien armada, pero no había detonado.

— ¡Estás loca! ¡Aléjate de ahí!— le advirtió Vi, sumándosele.

—Tranquila…— la calmó con desdén mientras la examinaba.

Era en efecto el mismo tipo de ataque, fugaz, destructivo… descuidado. Y Jinx solía serlo, no tenía muchos miramientos, pero Caitlyn siempre había calificado su descuido de otras formas.

—No va a explotar… y eso esta tan mal…

— ¡¿Qué?!

—Piénsalo por un momento… ¿No esta Jinx actuando extraño?

— ¡¿Cuándo no lo hace?!

—Ah, es verdad, no necesita un motivo para volar en pedazos la ciudad, y nunca ha discriminado en quienes ataca, pobres, ricos, justos, malhechores, todo eso está muy bien. Es una caótica loca que explota todo… ¿Por qué no explotó estas bombas entonces?

— ¿Tiempo quizás? ¿Mal funcionamiento?

—No, lo mismo ocurrió en la Torreta 3.

— ¡¿Estas desilusionada de que no hiciera "tanto" daño?!

—Si…

— ¡Caitlyn!

—Es decir, por supuesto que me alegra que los daños sean reducidos por bombas que no explotaron… pero es ahí donde las cosas no cuadran.

— ¿De qué hablas?

Antes de que la sheriff pudiera contestar un grupo de camiones intervino ruidosamente en el área. Muchos hombres uniformados bajaron velozmente y comenzaron a marcar un perímetro.

El humor de Caitlyn cambio rápidamente al ver como las botas de esos hombres entorpecían el reconocimiento del lugar y busco con rapidez a quien estaba a cargo.

No tuvo que esforzarse, pues un hombre, el más alto de ellos, rápidamente se puso en frente y en una posición de firme se presentó.

—Teniente Danco de la unidad 2, 4 y 7 de la Segunda Decodificación. Se nos envía al servicio de Piltover.

—Váyanse.

—Con todo el respecto, señorita— comunico el hombre sacándose el casco para poder verla mejor— usted y yo… compartimos la misma autoridad a partir de hoy.

— ¿Qué?

—Lo que escuchó. Debe cooperar. Son órdenes de arriba… le guste o no.

—Pues no nos gusta— se quejó Vi dando unos pasos pero inmediatamente otros soldados le apuntaron con sus armas— Ah, este tipo de cooperación… nos gusta mejor— contestó con altanería haciendo crujir sus dedos debajo de los guantes.

—Todos… tranquilos.

Caitlyn reconoció la voz del hombre que caminaba con firmeza entre los escombros y se sumaba al centro de la discusión.

—Capitán, que sus hombres bajen las armas y se limiten a hacer lo que se les ordeno— siguió con contundencias el Señor Manes, no apartando los ojos de la sheriff en ningún momento.

—Sí, señor— contestó el hombre y se puso de nuevo el casco, haciendo señas con sus dedos a sus subordinados, los cuales siguieron trabajando en el perímetro.

—Sheriff…— la llamó el hombre con calma pero con seriedad en su voz— hablemos.


Llegó tarde a su apartamento, ni siquiera encendió la luz del lugar, se movió a oscuras. Abrió su refrigerador y saco una botella, se puso dos píldoras en la mano y se las tomó junto con un buen sorbo de agua.

Se movió incomoda en la cocina mientras el dolor de cabeza no cedía y sintió que la única forma de que la situación pasara era estrellar la botella con la pared, y así lo hizo, pero no basto.

En un arranque de furia como hace tiempo no sentía, agarró el florero que descansaba en la mesa y lo arrojó también, lo mismo ocurrió con cualquier cosa que tuviera a mano.

Ella tenía razón, destrozar todo por unos segundos funcionó muy bien para mitigar la frustración que llevaba.

Su respiración era agitada y a medida que lograba calmarla el dolor de su cuerpo y de su cabeza comenzaba a pasar.

Ahora podía pensar con más claridad y caminó entre los destrozos de su hogar hasta llegar al sofá.

Encendió una pantalla y comenzó a pasar las escenas sin encontrar nada interesante en ellas.

En solo unos cuantos días, dejando que Jinx destrozara todo, había perdido la mitad de la autoridad que le correspondía, y ahora debía unir fuerza a un grupo que Vi no pudo definir mejor como "Gorilas idiotas sin voluntad propia".

Caitlyn sabía que la entrada de los D2 a las fuerzas solo era un primer paso para sacársela de encima en un nuevo régimen que vendría con Marangoni y su partido.

No le gustaba, pero con los últimos acontecimientos y un buen ajuste de tuerca a la oligarquía, no pudo hacer nada.

Ni siquiera quiso quedarse para ver como todas las oficinas de la policía eran compartidas y obligadas a cooperar con las nuevas fuerzas.

"No es nada en contra tuyo. Sabes cómo es Piltover y como siempre se ha beneficiado de las nuevas adquisiciones, conocimiento o materiales… ahora es un recurso humano, Caitlyn… siempre para mejor, siempre mirando hacia adelante"

Quería llorar mientras recordaba las palabras del señor Manes. Ella sabía que él tenía razón y que de verdad quería el bien de la ciudad, pero era consciente de lo inocente e insensato que sería pensar que otros políticos no querían ganar puntos apartes a costa de los acontecimientos.

Puso su atención a las cámaras de vigilancia en su antiguo hogar.

Era lo primero que había intentado desde el atentado, pero curiosamente Jinx no volvió a verse en todo ese tiempo.

Pensó un montón de cosas, entre ellas que la chica había descubierto las cámaras y como represalia actuaba más violentamente que de costumbre. O quizás estaba tan ocupada haciendo sus fechorías que ya no pasaba por allí.

No podía saberlo, pero si algo tenía en claro, es que al primer indicio, ella acabaría con todo esto, iría personalmente y con su mejor arma, y se aseguraría que Jinx ni siquiera pase por un juicio.

Estaba realmente cansada, quería acabar con todo con sus propias manos, convencida que explotar la cabeza de Jinx sería más satisfactorio que su florero.

Siguió observando las cámaras, mientras repasaba los sucesos de ese día. Nuevamente su mente se puso inquieta al recordar los informes que le llegaron. Muchas bombas sin detonar, desorganizadas, los testigos hablando de Jinx y su carcajada. Los grafitis, el cabello encontrado.

Estaba a punto de darse por vencida con las cámaras cuando algo llamó su atención en una de ellas. Era la que daba a la parte trasera del lugar, una puerta de la cocina a los jardines anteriores. Uno de los vidrios estaba roto.

Casi no se notaba por lo trasparente que era y la mala calidad de la imagen pero las cortinas se movían por el viento que pasaba por ese orificio.

No era realmente extraño si uno pensaba en lo abandonado que estaba el lugar y como de vez en cuando era visitado por una pirómana, pero le llamó la atención de todas formas.

Se quedó viendo hasta que otra ráfaga de viento levanto más la cortina y pudo ver que los vidrios estaban manchados con una sustancia oscura.

Pese al cansancio no lo pensó más, se puso de pie y tomó un saco oscuro, salió de inmediato rumbo al lugar.


Temía que la siguieran, una horrible sensación de estar siendo perseguida la invadió casi todo el camino, pero tras asegurarse muchas veces no encontró a nadie.

Aun así uso varios trucos para moverse por la ciudad sin ser detectada y cuando quedó satisfecha tomó rumbo a la carreta que la alejaba de la civilización.

Ni una sola alma en todo el trayecto hasta llegar a la mansión.

Lamentó no haber traído refuerzos, Vi era de confianza, inclusive Jayce, pero no lo hizo. Últimamente no dejaba de sentirse torpe y pensar que tomaba malas decisiones, lo que la volvía de repente irascible.

No lo entendía, pero el momento requería que se concentrara en otra cosa.

La mansión estaba a oscuras, cualquiera que la viera diría que estaba abandonada desde hace siglos. El zumbido del viento era inquietante pero era el único sonido que se dejaba escuchar.

Decidió no ingresar por la sala principal, rodeando el lugar hasta llegar a la puerta trasera que daba a la cocina.

Llevaba un pequeño revolver, que empuñaba con cuidado mientras avanzaba.

Sus especulaciones eran cierta. Las manchas oscuras eran sangre. Un rastro considerado de color bordo se dejaba ver desde el pasto, hasta las escaleras, manchando la puerta y los vidrios cerca de esta.

Sea lo que sea que sangraba se había arrastrado todo ese tramo y logrado entrar.

Lo tuvo que pensar varias veces pero terminó acercándose más. Inclinándose, tocando la sangre, notó que estaba coagulada por completo. Había pasado un tiempo.

Inspeccionó la vivienda desde la ventana y la puerta, todo era oscuridad donde la luz de la luna no podía tocar, y lo poco que veía nada se movía.

Ingresó con cuidado y sin hacer ruido, pensó en si encender o no las luces y decidió que de momentos no.

El rastro de sangre seguía por el suelo, era imposible por el ángulo de las cámaras que lo haya logrado ver.

Siguió con cuidado el camino bordo y descubrió un bulto detrás de la isla de la cocina.

Se quedó inmóvil en el lugar, esperando a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad para poder distinguir lo que tenía cerca.

Para cuando identificó lo que observaba se puso de pie y en dos zancadas encendió la luz de la cocina.

—Jinx…— la mencionó pasando rápidamente por la isla para ver el cuerpo en el suelo.

La tiradora se encontraba en un estado deplorable, tanto así que en unos primeros momentos Caitlyn la creyó muerta.

Un enorme charco de sangre cubría donde se encontraba y apenas respiraba. La mayor herida salía de su muslo donde tenía un artefacto incrustado que, al juzgar por la herida, la misma chica había tratado de arrancar sin éxito.

A Caitlyn le llamó la atención una marca extraña en su brazo, donde la sangre coagulaba de forma extrañamente violácea. La piel parecía arrancada en forma de mordisco, como de un enorme perro.

—Jinx…— volvió a llamarla mientras ponía sus dedos en el cuello, tenía pulso pero era tan débil que creyó que en cualquier momento moriría.

Rápidamente sus ojos se elevaron, analizando la sala.

Estaban solas, lo que sea que le hizo caza a Jinx no había logrado llegar a la mansión, pero era imposible saber desde cuándo o como la chica había llegado hasta allí.

Sintiendo que se quedaban sin tiempo, y sin poder contar con la mansión a oscuras esa noche, tomó unos trapos cercanos y vendo las dos heridas más notorias de la chica.

Apagó las luces primero y luego tomó con cuidado el cuerpo de la tiradora, sacándola con gran dificultad hasta llegar a los jardines externos.

Llegó a su vehículo y la tiró en los asientos traseros. Ahí pudo atenderla con más calma, ayudada de su botiquín de mano.

No pudo hacer la gran cosa y era evidente para ella que la chica morirá ahí, es más, le parecía un milagro que siguiera respirando aun.

Cerró la puerta y se apresuró a tomar el volante. Pisó el acelerador a fondo y dejó la mansión atrás mientras en su cabeza ya se ideaba un plan, pero no era lo que más le molestaba.

De repente muchas cosas no tenían sentido.

El modo de operar de Jinx, los testigos diciendo que la habían visto, las carcajadas, los grafitis, sus cabellos celeste encontrados en la escena del crimen, los explosivos sin detonar, la sangre coagulada como si se tratara de días y el estado de Jinx como si algo la hubiera estado cazando hasta la muerte y casi lo lograra.

Muchas cosas ahora no tenían sentido, pero si de algo podía estar segura, era que la chica que llevaba atrás en su coche no había sido la causante de la destrucción de las torretas, o por lo menos no del segundo atentado, pero se la culpaba de eso de todas formas.

¿Por qué?

Y una mejor pregunta en esos momentos para Caitlyn era otra.

¿Quiénes?