Patitos! Quería publicar este capítulo durante el lunes, pero dos cosas me lo impidieron:
Primero, pues hace poco publicamos el Capítulo 100, así que decidí darle más tiempo para que lo disfrutaran. Ahora que ya ha pasado un buen tiempo, es momento de la siguiente parte.
Segundo, bueno, he estado algo ocupada. Ya la próxima semana tengo finalmente esas evaluaciones que tanto he esperado, y con eso al fin terminaré una etapa crucial de mi doctorado. ¡Al fin!
Así que es posible que el fin de semana me encuentre un tanto con ansiedad. Si fallo, prometo el fin de semana subsiguiente los capítulos pendientes. ¡Un poco de paciencia! Además, nos encontramos en la recta final. ¡Disfrútenlo!
Amor Prohibido - Capítulo 101
-Es un placer estar de regreso.
Solo bastó la presencia del panda en medio de la habitación para acallar los murmullos repentinamente. Un saludo fue suficiente para que todas las cabezas se voltearan de golpe. El Maestro Yo esperaba aquella reacción entre todos. Detrás suyo, Pablo terminaba por cerrar el portal hacia el jardín de las Almas Perdidas. Tras de sí, habían ingresado silenciosamente Yenny y Jobeaux. Ahora, su relación había quedado en segundo plano, junto con la tormenta, las peleas, el pasado, y el mismo apocalipsis.
El silencio espectral se esparció de inmediato en el momento en que los ojos de todos no daban crédito a lo que presenciaban. La impresión recorrió la mente de Peter, Carl, Ella, Lina y Roger. Kraggler despertó más de lo jamás había hecho desde que había entrado en la tercera edad. Lucio era quien se encontraba más perdido. Pablo observaba todo con nerviosismo mientras jugueteaba con sus dedos. Yenny los observaba con la mirada decidida. Jobeaux aún no se podía recuperar de su palidez y de la impresión. Yanette, tragándose toda la ira que le quedaba por liberar, retrocedió en una mezcla de impresión y terror cubriéndose la boca con ambas manos. De su interior, emanaba un grito silencioso. Los hijos Chad se quedaron con la vista fija en el panda. Algunos como Yuri o Jack sintieron curiosidad por la aureola brillante que flotaba sobre su cabeza. Jacob observaba al panda con atención mientras se convencía del parecido con aquella foto que había encontrado en sus antiguas investigaciones. Jimmy le clavó una mirada silenciosa. Era quien menos impresión podía demostrar del grupo. Yin se colocó de pie de golpe y retrocedió hasta chocar contra la pared. Yang comenzó a temblar de pies a cabeza, sin ser capaz de poder evitarlo.
El panda se aclaró su garganta, y aprovechando el silencio, comenzó con confianza y tranquilidad:
-Veo varias caras conocidas esta noche -dijo con una sonrisa mientras le echaba un vistazo a su público-, pero para quienes no me conocen, me presento. Soy Yoshinobu Chad, más conocido por la mayoría como Yo Chad o simplemente Maestro Yo. De hecho, creo que nadie conocía mi nombre completo -agregó lanzando una breve risotada-. Para los que me conocen, entiendo su sorpresa. Se supone que me morí de un infarto hace dieciséis años, en marzo del 2014 para ser más específicos. Y aunque no supieran de mi muerte, pues esta aureola en mi cabeza me terminaría por delatar -agregó apuntando hacia su aureola flotante.
-Estoy aquí porque tengo que entregarles una información de suma importancia -prosiguió con las manos en la espalda-. La tormenta que ahora cae por nuestras cabezas sumado a la desaparición de los tres soles corresponden a un único y peligroso fenómeno Woo Foo llamado…
-¿Yo, eres tú? -Yanette lo interrumpió gracias a que finalmente pudo descongelarse de la impresión-. ¿Realmente eres tú?
El panda se volteó hacia la coneja. Sus sentimientos estaban lejos de empujarlo a abrazarse hacia ella. Habían pasado más de treinta y seis años sin siquiera recordarla. Dejó este mundo sin poder volver a recordarla, y regresó por algo aún más importante que sus deudas personales. Al verla, no podía evitar sentir un revoltijo en su mente y un pesar en su corazón. Por mucho amor que hubiera existido en el pasado, al final Ti y Chai habían conseguido su propósito inicial.
-Quizás debería darles un tiempo para que se acostumbren a mi presencia -comentó ignorando a la anciana-. El Oscuro Mañana no se irá a ningún lado y nos esperará pacientemente mientras conversamos.
-¿Qué está pasando? -Jack fue el siguiente en reaccionar.
-Al fin alguien realiza la pregunta precisa -celebró el panda-. El Oscuro Mañana es un fenómeno Woo Foo que cubre al planeta entero en una eternidad de caos, miedo y oscuridad eterna.
-¿Es como el calentamiento global? -Yuri fue la segunda en intervenir.
-Sí, pero más rápido, y con un nuevo Maestro de la Noche -contestó el Maestro Yo.
-¿Maestro de la Noche? -inquirió Jacob.
-Es un villano dominado por energía oscura que busca deshacerse de todo rastro de Woo Foo para así gobernar tranquilamente en el Oscuro Mañana -le explicó el panda.
-¿Y dónde está ese villano? -cuestionó Jack.
-Es una de las tantas cosas que debemos averiguar -le explicó el panda-. Por lo pronto, hay tareas más urgentes, como entrenarse, descubrir sus poderes únicos, encontrar sus armas, prepararse en general. Los necesito a ustedes cinco preparados para la batalla final.
-¡¿Qué?! -intervino Yin poniéndose de pie y acercándose hacia los sofás-. ¿De qué demonios está hablando?
-¿Has oído hablar del aumento exponencial del poder Woo Foo generacional? -le respondió el panda-. Tus hijos son lo más poderoso que ha pisado la Tierra desde siempre jamás. ¡Si el pequeño supiera usar su Woo Foo, podría sacar afuera este temporal con solo su meñique!
De improviso, Jimmy sintió el peso de las miradas de todos. Se sentía extraño ante tal mención. No se sentía lo suficientemente poderoso. O al menos el poder era una cualidad que pretendía desechar de su ser. Observó para todos lados identificando las miradas curiosas que lo rodeaban.
-No me importa lo que sea que sea, no te vas a meter con mis hijos -alegó la coneja furiosa agarrando del hombro a Jacob y a Yuri.
-Aquí vamos de nuevo -el Maestro Yo suspiró con fastidio-. Recuerdo la última vez que los padres le prohibieron a sus hijos a luchar en la batalla final contra un Maestro de la Noche. Fue aquella vez en que ambos nos enteramos que éramos padre e hija. Hace veinticuatro años -agregó arqueando una ceja-. Ese día los padres confiaron en sus hijos, todos luchamos juntos y vencimos a Erádicus. ¿Recuerdas?
Frente a tan directa afronta, la coneja soltó los hombros de sus hijos y retrocedió guardando silencio.
-Pues bien -prosiguió más tranquilo el panda juntando sus manos-. Para quienes no estén familiarizados con el aumento exponencial del poder Woo Foo generacional, a grandes rasgos indica que el incesto ayuda a procrear hijos con mayor energía Woo Foo, siendo los menores más poderosos. Es por ello que el futuro de este mundo recae en los cinco conejitos Chad -agregó presentando con su palma a los conejitos que se encontraban en los sofás.
-Espera, ¿nos toca salvar al mundo? -preguntó Yuri con emoción.
El panda afirmó con la cabeza.
-¡Sí! -exclamó emocionada poniéndose de pie de un salto-. ¿Qué debemos hacer?
-Primero, entrenar tu poder especial -el panda se acercó a la chica-. Tú poder es viajar en el tiempo, ¿no?
-Aja -afirmó la niña con la cabeza-. He estado entrenando con el Maestro Jobeaux.
-Eso está muy bien -contestó el panda-, pero ahora necesitas entrenar con alguien más, este, especializado en tu área. ¿Kraggler? -agregó volteándose hacia la gárgola.
El aludido simplemente no se movió. Parecía tan estático como una gárgola de verdad. Observaba con los ojos abiertos de la impresión, sin siquiera poder creer que estaba siendo mencionado por su antiguo enemigo. Poco menos y temía que terminaría deshaciéndose en pedazos.
-Te harás cargo de Yuri -le informó acercándose a él con la conejita tomada de la mano.
-¡Yo me opongo! -intentó intervenir Yin.
Solo una mirada del panda le bastó para congelar su actuar.
-¿Me-me hablas a mí? -balbuceó consternado.
-Eres bueno con eso del tiempo -le explicó el panda presentándole a la niña-. Además, eres quien se quedó con el Cronológicum. Seguro le servirá que le enseñes a usarlo.
Yuri observaba con curiosidad al anciano, quien no movía un músculo como respuesta.
-¿Quién? ¿Yo? -preguntó extrañado apuntándose a sí mismo.
-Sí -contestó el panda frunciendo el ceño.
Dejó a Yuri junto a su nuevo maestro para regresar nuevamente al centro de la habitación.
-Hay algo que no entiendo -Jacob se colocó de pié de un salto-. ¿Cómo es que nos conoce tanto? ¿Podía vernos desde el más allá?
-Algo así -contestó el panda dirigiéndose al conejo-. Eres Jacob, Maestro del Espacio, ¿verdad?
-¿Eh? -respondió el chico confundido.
-Eres el más avanzado con respecto al descubrimiento de tus poderes. Incluso conseguiste tu propia arma. Lamentablemente, te dejaste estar desde que regresaste de Anasatero.
-¿Eh? -replicó el muchacho doblemente confundido.
-Por lo pronto, deberás conocer más a fondo el asunto de los metaversos y de los viajes interdimensionales -le dijo el Maestro Yo-, y el que más sabe de esos temas en esta habitación es Pablo.
Inmediatamente el panda se volteó hacia el felino. El aludido se encontraba en una postura casual con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en una ventana.
-¿Quién? ¿Yo? -respondió de improviso tras oír su nombre.
-Sí, tú -el Maestro Yo se acercó a él seguido por Jacob-. Necesito que le enseñes lo que sepas a Jacob.
-¡Pero si yo no sé nada de Woo Foo! -alegó asustado encogiéndose de hombros-. Con suerte sé que existe ese poder y… y…
-Sabes de portales y viajes interdimensionales -lo interrumpió el panda.
-Bueno… sí pero… -respondió inseguro.
-Es más que suficiente -le dijo el panda con una sonrisa.
El felino pretendía responder, pero se quedó con las palabras en la boca. Tanto Pablo como Jacob se miraron el uno al otro con total extrañeza mientras se encogía de hombros mutuamente.
-¡Ah, Jack! El Woo Foo de vocación -el Maestro Yo se aproximó al aludido con tranquilidad-. Antes de que todo pasara, fuiste el primero en buscar el Woo Foo por voluntad propia, y eres quien más ha entrenado de todos tus hermanos. Debo felicitarte por eso.
El conejo no tenía palabras para responder. Como respuesta, el panda extendió su mano. De forma automática el chico la estrechó. Se sentía extraño, y a su vez un tanto curioso, el verse estrechando la mano a alguien con una aureola en la cabeza. Su mano peluda y grande le decía que el fantasma frente a él era más real de lo que imaginaba. Su mente estaba por estallar frente a las miles de preguntas que se le aglutinaban en su mente. Aquellos pocos segundos que duró el contacto entre ambos pasaron en cámara lenta en la mente del conejo.
-Y por lo mismo, supongo que no habrá problema en que continúes entrenando con Jobeaux, ¿verdad? -le dijo el Maestro Yo finalizando el saludo.
-¿Qué? -su mirada se clavó inmediatamente en el goblin palidecido.
-Espero que el tema de Yenny no cause alguna clase de conflicto entre los dos -agregó el panda dándole la espalda.
-¡¿Qué?! -Jack por poco y se atoraba con su propia saliva y sus propias inquietudes.
-Ya sabes lo que dicen los pergaminos Woo Foo -el Maestro Yo se volteó nuevamente hacia su nieto alzando su índice derecho. Al mismo tiempo, unos pergaminos brillantes aparecieron flotando a un costado suyo, causando la sorpresa en más de alguien-. El día en que el Guerrero Woo Foo se entrega en cuerpo y alma a su causa, deja atrás todas sus ataduras terrenales. Además, si Yenny hizo algo malo, no te corresponde a tí juzgarla -agregó frunciendo el ceño.
El silencio de Jack fue la respuesta afirmativa que el panda esperaba. Se alejó de Jack a paso lento, pasando por un costado de Yang. El conejo no podía creer lo que estaba viendo. Su sola presencia lo tapaba de un terror que amenazaba con volverlo loco. Intentaba controlarse por pasar desapercibido para el panda, cosa que era imposible. El Maestro Yo había notado la presencia de su hijo. Tenía la intención de dedicarle unas palabras. No podía creer en lo que se había convertido. El Yang de ahora no era ni la sombra de lo que fue alguna vez en su juventud. Palabras directas que resultarían hirientes para el conejo. Afortunadamente, y sin saberlo, Yenny evitó que fueran pronunciadas.
-Entonces, supongo que usted será quien me entrene, ¿verdad? -le dijo esperanzada. El panda cada vez le agradaba más.
-No -respondió tajante-. Existe alguien mejor en tu especialidad que te puede ayudar mejor a manejar tus poderes. ¿Ella Mental?
En el minuto en que mencionó el nombre de la tigresa, se volteó hacia la aludida. Ella alzó la mirada, dirigiéndola hacia el panda.
-¿Me hablan a mí? -preguntó incrédula.
-Yenny es Maestra de la mente -le explicó aproximándose a la tigresa-. Sus poderes están relacionados con la mente, ya sabes, eso de leerla, manejarla, modificarla, descubrir las debilidades del enemigo, ¿me entiendes? Y yo sé que tú sabes de esas cosas. Además, sé que ustedes tienen más en común de lo que imaginan. Se llevarán muy bien -agregó con una sonrisa confiada.
En ese punto ya se encontraba frente a frente con la tigresa. Ella lo observaba de pies a cabeza analizando cada detalle. Carl, en el asiento de al lado, también analizaba cada detalle del panda. El tiempo en que el panda se llevaba paseando por la habitación apagó la primera impresión. Parecía demasiado real y tangible para ser un fantasma. Su aureola en particular le llamaba demasiado la atención. Brillaba con luz propia, como una llamarada con forma de aro.
El panda comenzaba a emprender la retirada, cuando Ella habló:
-No.
El Maestro Yo se volteó arqueando una ceja.
-No quiero entrenar a esa coneja -sentenció colocándose de pie-. No es mi responsabilidad ni mi obligación. Y no, no me interesa que el mundo se vaya al demonio por el Oscuro Mañana. De hecho nada me obliga a seguir en esta casona. Mañana mismo me iré de aquí.
-¿Y qué es lo que te trajo hasta acá en primer lugar? -le preguntó el panda.
-No tengo por qué contestar eso -la tigresa se cruzó de brazos con una mirada desafiante.
-También eres la mayor de una familia nacida del incesto -lanzó el panda-. Tus padres, Ti y Chai, eran hermanos.
Aquella frase fue una cachetada para la tigresa, cuya furia se multiplicó a la vez que apretó los puños amenazantes.
-¡¿Cómo?!
La intervención de Yanette era fiel reflejo del impacto de aquellas palabras en el resto del público. Muchos de los presentes no se imaginaban la relación entre los antiguos maestros Woo Foo y la tigresa que ahora se cargaba de ira.
-No tenías que ventilar eso -bufó desviando la mirada mientras intentaba controlar sus emociones.
-Tu destino está atado al Woo Foo -respondió el panda.
-¡No! -gritó perdiendo la paciencia-. Mi destino se encuentra al otro lado de la vereda del Woo Foo. ¡Mi misión es destruir el Woo Foo! -agregó con un dedo amenazante-. De hecho mi misión ahora es encontrar quién está causando este Oscuro Mañana y ayudarlo a desterrar el Woo Foo para siempre.
El silencio se extendió tras sus palabras. Ella respiraba con agitación mientras le lanzaba una mirada asesina al panda. El Maestro Yo parecía ni siquiera inmutarse.
-¿Aún sigues en negación? -le preguntó con tranquilidad-. Al menos tienes otra cosa más en común con tu aprendiz…
-¡No voy a entrenarla! -gritó en exasperación antes de desaparecer. Se escapó con una luz que surgió de su frente y que se extendió por todo su cuerpo hasta esfumarse dejando un par de chispas en el aire.
Tras el silencio que dejó aquel escape, el panda se aclaró la garganta intentando pasar aquel trago incómodo.
-Y solo nos queda el menor de todos -el panda se encaminó hacia donde se encontraba instalado el menor. Jimmy se encontraba sentado en el sofá junto a uno de sus brazos. El chico no le despegaba la vista ni siquiera para pestañear. El Maestro Yo le sonrió como respuesta.
-Eres quien guarda mayor poder en su interior -le dijo acariciando su cabeza-. Sé que más de una vez lo liberaste, y tienes miedo de lo que puedes ocasionar. Pero sé que con confianza y entrenamiento, podrás convertirte en el guerrero Woo Foo más fuerte jamás conocido.
-¿Los muertos pueden volver a la vida? -aprovechó de preguntarle.
-A veces -contestó el panda.
Antes de que Jimmy alcanzara a formular otra pregunta, el panda se alejó de súbito. Había quedado demasiado interesado en aquella aureola que flotaba y brillaba sobre su cabeza. Tenía tantas preguntas como todos los demás presentes.
-Solo existe una persona que te puede ayudar a tener la confianza de usar ese poder -continuó el panda-. ¿Carl?
En el instante en que pronunció el nombre de la cucaracha, se volteó hacia el aludido. Carl, a pesar de encontrarse sobreaviso, fue tomado de sorpresa. Jimmy le sonrió desde la distancia.
-¿Yo? -alcanzó a cuestionar frunciendo el ceño.
-Le agradas al niño -el panda se acercó hacia su asiento.
En ese instante se giró hacia el niño, recibiendo su sonrisa. Alzó la vista, topándose con su madre. A Yin simplemente se la había tragado el impacto. Tragó saliva ante la posibilidad de una negativa a acercarse a su hijo. Se notaba que se encontraba en contra de la propuesta del panda, pero no podía reaccionar frente al peso del impacto de su presencia, y por lo que se encontraba en juego en esos momentos.
-Lo haré solo si me respondes algo -Carl se colocó de pie y le regaló una mirada seria al panda.
Jamás le había agradado el Maestro Yo. Era tanto por su influencia familiar tendiente a la villanía, como el desagrado por los conejos durante su infancia, y la extraña tendencia de su madre en favor del panda, y ni hablar de la alergia de su hermano al pelo de panda. Aquella actuación frente a sus narices era un bonito resumen y recordatorio del por qué de las diferencias entre ambos.
-Está bien -aceptó el panda.
-Esa aureola -la cucaracha apuntó hacia el aro sobre su cabeza-, ¿te la puedes quitar?
-Ciertamente sí -contestó tomándola y arrancándosela de su cabeza-, pero el experto me dice que no sería buena idea -agregó mirando a Pablo.
Carl no volvió a hablar. El Maestro Yo lo observó con agradecimiento.
-Bien, creo que terminamos por hoy -declaró ajustándose su aureola y regresando junto a Pablo-. Recuerden niños, de su entrenamiento depende el futuro del Woo Foo, de la Tierra, de sus vidas y de todo lo que aman. Sin presiones -le sonrió a su público-. Pablo -agregó volteándose hacia el felino-, es hora de partir.
En el momento en que Pablo comenzó a dibujar el aro que abriría el portal hacia el jardín de las Almas Perdidas, Yanette reaccionó.
-¿Ya te vas? -se apresuró aproximándose al panda.
-Mientras menos tiempo me quede en este lugar, será mejor para mí -respondió-. Pregúntale más detalles a él -agregó apuntando al felino.
-Pep-pero -balbuceó consternada. Tras varios años, no se esperaba un encuentro tan poco emotivo con su antiguo amor. Necesitaba una explicación, más no era capaz de exigirla.
El Maestro Yo se apresuró a entrar por el portal. Cuando Pablo intentó seguirlo, Yanette alcanzó a sujetarlo por detrás desde el cuello. Con aprensión, el felino vio como el portal se cerraba con un "pop" en el aire.
-Me vas a decir en este instante qué demonios acaba de pasar -Yanette arrastraba las palabras con ira mientras se podía apreciar sus venas sobre sus cienes.
La mirada asesina de la anciana a centímetros de su cara lo paralizó del miedo.
