-Capitulo 27-


Tanto en Zaun como en Piltover (Parte 1)


Caitlyn se movió solo un poco, pero eso bastó para que su cuello le reclamara atención.

Lanzó un leve gruñido mientras se llevaba una mano a la zona que le molestaba y trataba de sentarse.

Recordaba haberse sentido cansada y pensar que tirar un rato la cabeza en el sofá era una buena idea, nunca creyó terminar quedándose dormida y ahora despertar totalmente desorientada.

La cabeza comenzó a dolerle y se llevó una mano ahora a la frente mientras se inclinaba hacia adelante.

Estaba oscuro y el aire se sentía estancado, miró la sala del apartamento y sintió por unos momentos que no la reconocía.

Era la suya, no tenía dudas, pero era diferente al mismo tiempo, no supo cómo describirlo y nuevamente comenzó a sentirse cansada.

De repente le disgustaba como se veía y con una sensación de insatisfacción se puso de pie y se acercó a la cocina.

Sintió lo mismo a medida que se movía entre sus cosas, y fue cuando entendió que parte de lo que le molestaba estaba relacionado a su fregadero.

Había muchas tazas y platos, inclusive papel allí, ni siquiera había cerrado bien el grifo. Ahora que daba una mirada más amplia a su alrededor sentía que estaba en un lugar sucio.

Tomó la taza entre sus manos y la golpeó con una de sus palmas mientras analizaba más su hogar. Miró hacia abajo, la taza estaba vacía y volvía a sentirse mal.

El teléfono se hizo sentir en el lugar y Caitlyn giró su cabeza con rapidez, alertada por el sonido que la sacaba tan abruptamente de sus pensamientos. Titubeo en el lugar y finalmente se acercó al aparato.

— ¿Si?

—Mayor, soy-soy yo ¡Conseguí el contacto que me dio de Zaun!

—Ah… Raúl… buen trabajo.

Caitlyn volvió en sus pasos. En la mesa de living estaban las carpetas con todo lo que le había pedido a su subordinado.

Como siempre, Raúl había demostrado lo eficiente que podía llegar a ser en solo 2 días de encomendada una tarea tan delicada.

No solo había traído todo lo que Caitlyn le pidió y más, se encargó aparte de visitar las demás torretas restante e ingeniársela para que, en solo dos jornadas de trabajo, pudiera tener muestra de las comidas que se daban allí.

Los resultados de los planos ya estaban a su vista y, en efecto, tenían sectores en blanco en los cuales uno creería que debía haber alguna cámara o sala, pero estos espacios parecían sectores de tierra o inexistentes.

Sin ir más lejos tenía el plano de la torreta 4, la última que había visitado en donde se encontró con Jinx, la cámara subterránea directamente no existe en ningún registro, el papel le mostraba sencillamente una salida con tuberías al drenaje exterior y nada más.

"Eso solo quiere decir que este caso sigue involucrando a más gente de las que puedo contar"

— ¿Tuviste algún inconveniente?— quiso saber volviendo a su conversación con Raúl.

—No, mayor, al principio desconfiaban de mi… y Zaun… Zaun es algo…

—Sé que debe ser duro para los agentes que están cómodos en otras labores de la ciudad, lo lamento.

— ¡No, mayor! ¡Es un honor para mí poder ser de utilidad! ¡El servicio de un agente no solo se sujeta a su comodidad! ¡Eso lo sé bien!

—Ah, es verdad… a veces puede ser realmente incómodo.

—De todas formas, mayor, cuando le dije que venía de su parte me dejaron entrar y tomaron el recado con cuidado, debe pasar por los resultados entrada la tarde.

—Fantástico, eso me da tiempo para una última parada.

—Mayor, si su deber la ocupa, déjeme a mí buscar los resultados por usted.

— ¿Ah? Pensé que Zaun era un lugar incómodo…

— ¡Pa-pa-para nada! ¡Puedo hacerlo!

—Grandioso, eso sería de ayuda. Retira los resultados y reúnete conmigo luego con la mayor de las discreciones.

— ¡Si, mayor!

Caitlyn se despidió y cortó la llamada. Tenía alguien en mente para ese día y le alegraba saber que sus horarios parecían acomodarse a su favor.

Se sentía de mejor humor ahora.


La oficial recordaba al hombre que había asesinado a un civil cerca de una de las torretas. Él había tratado de cubrir sus acciones diciendo algo que ahora podía tener sentido.

"Mi hijo lo necesita" "Él está enfermo"

Había sido una pérdida de tiempo hablar con él. Justo como sus hombres le habían advertido, el sujeto mentía, solo estaba buscando dinero fácil y mató a un civil.

Sin embargó, cuando Caitlyn lo cuestionó más sobre la idea de un niño enfermo, tratando de disimular no tener tanto interés en caso de que el criminal quisiera algo a cambio, dijo algo mínimamente útil.

"Ustedes parecen tener debilidades por los enfermos… siempre se preocupan primero por ellos"

Eso no era cierto, por lo menos no la policía de Piltover, de hecho todo lo contrario. Los hombres de Caitlyn tenían órdenes claras de no meter mano en campo ajeno, y viceversa. Si un asunto era considerado de prioridad médica los policías no intervenían hasta que llegue el experto, si era un asunto criminal en lo práctico, el personal de sanidad no podía intervenir ni alterar nada a menos que la policía diera su autorización.

Este modo de operar hacia que las partes se organicen más y cada uno se enfocara en su campo, le parecía más eficiente, aunque claro, tenía sus excepciones y fallas.

"Los agentes negros… se encarga siempre primero de los enfermos"

Caitlyn entendía que "negro" se refería al uniforme de los D2, así que ahora sabía que ellos ponían cierto énfasis en un control de la población enferma.

Esperaba conseguir otro tipo de información del criminal. Si de verdad tenía un hijo enfermo, este podía decirle que síntomas parecía tener el niño y que tipo de tratamientos le habían proporcionado en las torretas, pero no había sido el caso.

Ir directamente a los D2 y preguntarles el modo de operar cuando alguien estaba enfermo en las torretas levantaría muchas sospechas, preguntarle directamente al personal de sanidad de la zona, cuando ellos mismo mintieron sobre los números de allí, peor.

Salió de allí consiguiendo poco, pero agradecida de que por lo menos era algo.

Fue hasta su auto y sacó de adentró sus pastillas con una botella de agua, las tomó y en vez de sentarse adentro se apoyó en el capó.

Había comenzado como un atentado con un responsable definido, no había muchas vueltas, la tarea era única, capturar a Jinx. Pero ahora era uno de los casos más complejos que había tenido en sus manos.

Aún quedaban muchas interrogantes pero daba por sentados cosas seguras.

Primero, Jinx no había ocasionado ninguno de los atentados, trataban de incriminarla. El por qué aun no era claro, pero sabía que tenía que ver con los cadáveres encontrados en las alcantarillas con los explosivos. Quizás, y Caitlyn creía que era más probable, usaban a Jinx como tapadera de esos crimines.

En segundo lugar estaba los responsables. A estas alturas era difícil definir la cantidad y lo que cada uno sabía respecto a lo que pasaba. Muchas personas mentían. Tanta cantidad de cadáveres en bolsas, con los explosivos, más el trabajo en el campo luego de los atentados y luego en la morgue privada, todo estos aspectos le decían que los agentes de D2 eran conscientes de lo que pasaba y también el personal médico de las torretas. ¿Se podía culpar de lleno a todas las personas que trabajan en esas villas? No, no aun. No sabía si el personal de limpieza, de cocina, o inclusive todos los especialistas en sanidad designados allí sabían lo que en realidad pasaba.

Eso le dejaba otra incógnita que era difícil de resolver ¿Quiénes están al mando de todo esto? Parecía algo organizado, demasiado, era evidente para ella entonces que había una mente maestra y subordinados. Tanto los jefes máximos de medicina de la torreta, como el capitán del cuerpo de D2, debían saber la verdad y la cubrían eficientemente

¿Pero qué tan alto más podía llegar esta corrupción?

El señor Marangoni era uno de los mayores inversores en la torretas, si, y parecía lógico creer que estaba al tanto que su mayor acto político tenia muertos que apestaban en sus pies.

Caitlyn aún no estaba totalmente segura de los políticos de Piltover, sospecha mucho, sí, pero también sabía que eran hombres que rara vez se ensuciaban las manos en asuntos tan triviales, aparte tenia lo que Marangoni perdía en contra de esta hipótesis.

Las torretas abastecedoras le dieron una increíble fuerza en el parlamento, y era popular con la ciudad, tanto como hacía años no había visto. Era un hombre que no escondía sus intenciones de trepar en el poder, y todos le estaban dando el visto bueno ¿Por qué destruir sus propias creaciones en las cuales invirtió tanto dinero y esfuerzo? ¡Y de las cuales encima recibía tantos beneficios!

"No tiene sentido" Pensó lo último, mientras jugaba con una de las píldoras en sus dedos. Y Antes de llevársela a la boca se preguntó la única incógnita de la que aún no tenía una pista.

¿Por qué?


Antes de regresar a su hogar decidió pasar por las oficinas principales. Había recibido varias quejas de sus hombres con respecto a los agentes nuevos y notaba que estos se relajaban cuando estaba cerca.

Les hacía creer que ella aún tenía el control en el lugar. Y era cierto, seguían siendo sus oficinas y la mayoría de sus hombres allí trabajan solo para ella, inclusive los D2 cumplían a rajatabla cualquier orden que Caitlyn daba.

"Pero claro, cuando el gato no está, bailan los ratones"

Habló con algunos de sus hombres. Dio indicaciones claras en algunos casos que se le presentaron. Se aseguró inclusive de ponerle una trayectoria a los D2 para que patrullaran la ciudad esa semana.

Ahora el lugar parecía más silencioso y ocupado, le gustaba más así que cuando llegó y todos parecían alborotados y tensos, listos para saltar con un puñetazo a la primera confrontación.

"No se llevan bien" pensó para ella misma al comparar los agentes nuevos con su habitual cuerpo de policía.

Para cualquier persona al mando, algo así seria problemático, una mala noticia, algo realmente negativo en lo que habría que trabajar, sin embargo, Caitlyn no pudo evitar sonreír, sabiendo que sus hombres estaban justamente desconfiando de los que debían desconfiar.

—Señorita, Raúl me dijo que le informara apenas la viera— comentó una oficial, acercándose a ella apenas la distinguió en el piso.

Caitlyn sabía que Raúl debía haber pasado por la oficina temprano antes de cumplir su misión en Zaun, así que no le parecía extraño que dejara recados.

— ¿De qué se trata?

—No lo sé con exactitud mayor, pero parecía importante. Me pidió que escondiera un informe en el cajón de su despacho.

Caitlyn enarcó una ceja y la oficial se le acercó considerablemente.

—Me dijo que era importante que solo usted lo viera y que lo mantuviera en secreto pero… yo no tengo la llave de su despacho, mayor.

—Oh… es verdad.

—Lo pase por debajo de su puerta, pero entonces recordé la expresión de Raúl y lo mucho que puso énfasis en que debía recibirlo y me preocupe… no quería terminar mi jornada sin verla para decirle sobre esto.

Caitlyn levantó la vista y miró el reloj de pared.

—Oh, Cecilia, es verdad… tu turno termino hace como dos horas ¿No es así?

—Eso está bien, señorita, siempre hay algún trabajo por adelantar o algo que hacer aquí… no me molesta.

—De todas manera te lo agradezco, iré ahora a mi oficina, puedes retirarte y dejarme el resto a mí.

—Gracias, señorita.

Caitlyn subió hasta llegar al piso de su oficina, desde donde estaba el lugar le pareció extraño, volvía a tener la misma sensación de cuando estaba en su departamento.

Un lugar habitual que ahora parecía diferente pero que le era imposible saber el porqué. Se sintió agitada y comenzó a caminar hasta la puerta de su despacho. Abrió y todo parecía en orden, solo que de nuevo, esa sensación de que algo estaba terriblemente mal.

Se sentía tensa y la ansiedad comenzaba a recorrerle la espalda, hasta que el sonido de unos agentes, hablando de su día, la distrajeron. A estos sonidos se le sumo el papeleo, el correr de las ventanas y otros usuales en las oficinas cercanas.

De repente la sensación de malestar desapareció y solo podía escuchar a los demás. Se desoriento por unos momentos y luego distinguió algo marrón claro sobre el oscuro suelo. Un sobre de madera, lo que sea que había enviado Raúl.

Se adentró a su despacho y cerró la puerta, tomó el sobre y sin pensarlo lo rompió por arriba para sacar su contenido.

Era un solo papel, una carta, estaba en un código extraño en negro, pero había anotaciones con tinta roja por encima, la letra de Raúl.

"Robe esto cuando hacia la jornada en la torreta 4. No pude descifrar todo, pero parecía importante y era una nota que se pasaron todos los agentes. Al día siguiente descubrí la misma nota en la torreta 6" Se podía leer en la parte de arriba.

Caitlyn siguió mirando. Era incapaz de descifrarlo en ese momento, necesitaría sentarse y analizarlo, un trabajo que requeriría horas y que ahora se sentía totalmente desalentada a hacer, pero terminó por leer todo lo que su subordinado había logrado.

"Kriston 4" "2200 el día…" "Encargado de… agente 37, 45, 46" "Huellas de la liebre en… agente 58, 59"

Y era todo.

Caitlyn bufó molesta. Podía ser cualquier cosa. Desde un informe para patrullar, hasta un asesinato organizado en masa, hasta inclusive como se repartirían el menú ese día.

Le dio una ojeada de nuevo. Kriston 4 se refería en efecto a la torreta 4, que se encontraba en Kriston, eso tenía sentido para ella, las demás cosas incompletas no las tenían "Huellas de liebre" un código sobre otro código. El número de los agentes no tenía mucho misterio y las "2200" se referían a las 22:00 horas, lo sabía porque a continuación se suponía que iría una fecha y escribirla así era algo que se hacía en algunos escuadrones.

—Así que algo pasara en la torreta Kriston… un día de estos… a las 22:00… genial… muy útil— se burló mientras se dirigía a su escritorio y se acomodaba en su asiento, dejando la nota de lado y mirando al techo.

Volvió a repasar todo lo que tenia del caso. Las palabras de todas las personas con las que había hablado, las cosas que había visto, aun había mucho por hacer y no sabía cómo encajar las pruebas con eficiencia a los responsables.

Lo correcto era develar todo de una vez. Dejar en evidencia lo sabido y comenzar la investigación a los ojos de la ciudad. Algo tan grande llamaría mucho la atención, se pondría tras la reja a los principales sospechosos… pero los verdaderos criminales quizás salgan ilesos y nunca sean descubiertos.

Caitlyn inclusive creía que algo tan organizado sería difícil de comprender en su totalidad si hacia eso. Esconderían otras pruebas y ocultarían lo que sea que se necesitara para llegar al fondo.

Pensó en el parasito y como el especialista le había dicho lo mucho que este tardaba en realmente ser mortal.

No es como si contara con mucho tiempo, si la gente ya estaba enferma seguiría muriendo de esto a medida que el parasito crecía, pero no era algo inmediato y aun podía investigar más.

Se sintió mal pensando en esto, sabiendo que alargar más el tiempo sin actuar podría costarle la vida a las personas más enfermas con el gusano.

Le dolía la cabeza, pero con esto en mente hizo un nuevo esfuerzo para analizar el caso.

"Es un horrible lugar para hablar, sombrerotes" Recordó la voz de Jinx en las alcantarillas "Huele tan, tan, tan… mal ¿No lo crees?"

—Si huele muy mal…— murmuró recordando lo que pensaba al momento de inspeccionar mejor y encontrar los cadáveres.

La torreta 4 en efecto olía realmente mal aun si no se estaba en la sala subterránea. Recordaba que fue capaz de seguir el rastro gracias al olor en las cercanías.

Pensó en las demás torretas, que ahora sabia, debían tener sus propias cámaras ocultas donde sucedía lo mismo, pero fuera del habitual olor de las villas bajas, no estaban tan mal.

A Caitlyn se le erizo la piel mientras su mente comenzaba a entender lo que estaba pasando, tomó rápidamente la nota de Raúl y trató de leerla, tanto las letras rojas como las negras, no consiguiendo mucho, pero ya no importaba, se ponía de pie a medida que veía de nuevo el reloj de pared.

Había pasado por alto lo más evidente de todo el caso. Tratando de resolver la profundidad del misterio se olvidó del inicio de todo.


Condujo a gran velocidad. Raúl ya debía estar en su departamento, esperaba que esas pruebas sean las suficientes para poner en marcha a todo el personal de una buena vez, inclusive con el apremio que traía comenzaba a pensar que aun si las pruebas mandaban datos que no favorecían la hipótesis, sacaría a la luz lo de los túneles y con eso la investigación se pondría en marcha.

El reloj en la consola de su auto aun marcaba las 20:45 horas. Si la mala suerte estaba con ella y se trataba de esa misma noche, aún tenía algo de tiempo.

Empezó a subir y sintió que corría siendo perseguida por la ansiedad y el nerviosismo, como si esta fuera una persona que le pisaba los talones. Era tan extraño, se volvía a sentir descompuesta y el aire comenzaba faltarle.

Necesitaba sus píldoras, pero las había dejado atrás en el auto.

"Olvídate de eso" pensó para ella misma, y recordó que tenía más en su hogar, no había necesidad de perder el tiempo.

Podía ver la luz encendida en su sala por el espacio debajo de la puerta, lo que era bueno, Raúl en efecto había llegado antes, le había confiado su llave en caso de que algo saliera mal.

Trató de abrir la puerta, pero se encontraba cerrada, busco sus llaves, quito el seguro, empujó el material y ya estaba adentro.

Solo pudo dar dos pasos antes de que el fantasma que la perseguía la encontrara de frente, petrificándola en el lugar.

Raúl estaba de rodillas, dos agentes de D2 lo tenían de los hombros, evitando que se levanten, habían más agentes en su sala, no sabía cuántos. Uno de ellos se acercó a Raúl mientras la miraba a ella y, sin poner ninguna pausa, levantó un revolver a la altura de la frente de su subordinado.

—Mayor, intente que-

El ruido del cañón al ser ejecutado invadió el lugar de tal modo que Caitlyn creyó que nunca en su vida había escuchado un disparo de tal magnitud.

Pero solo eran ideas suyas.

Su percepción ya estaba muy deteriorada, tanto que no era consiente ni de que gritaba, ni de que la estaban aprisionando, ni siquiera de que golpeaba su propia cabeza contra el suelo. Salían sonidos de su boca con mucha fuerza que no entendía mientras sentía que sus ojos iban a reventar en cualquier momento.

—Contrólenla.

A la orden los agentes la sentaron en una de sus sillas y le ataron las manos detrás de esta con fuerza, Caitlyn gritó cuando creyó que le lastimaban las muñecas por la presión ejercida y fue cuando le metieron un trapo en la boca y luego la amordazaron.

Sintió que se ahogaba y tosió en su lugar varias veces antes de seguir luchando por soltar sus manos.

Uno de los agentes levantó su escopeta y con la culata le golpeó la frente.

Esta acción hizo que todo se quedara en calma y silencio.

—Por Dios, no seas un bruto. La pobre ya tiene demasiado y la necesitamos bien.

Caitlyn solo podía escuchar mientras su cabeza se movía de forma lenta a un lado y al otro, finalmente logrando ver a Raúl en el suelo, aunque de forma borrosa. La sangre salía de su cabeza haciendo crecer rápidamente el charco rojo en el suelo.

—Vamos, Sheriff, tómeselo con calma… vamos a charlar un poco.


Jinx empujó con fuerza la puerta de metal, pero esta rechinó un poco sin hacer mucho. Podía sentir como alguien se estrellaba con apremio unos pasillos atrás y el gruñido fuerte a continuación solo hizo que algunas personas cerca gritaran sin saber que estaba pasando.

No tardó mucho en comenzar a darle patadas a la puerta hasta que esta cedió y sin siquiera mirar atrás siguió su carrera.

Se encontraba en un callejón oscuro, el cual cruzó en un santiamén, un carro le tocó bocina, frenando para no atropellarla. La chica sencillamente saltó por arriba del capó de este y se perdió de la vista del conductor, que salió a verificar lo que pasaba en las calles.

Apenas pudo sacarse su boina sucia, cuando una criatura enorme, más grande que su auto, posicionaba sus garras en el vehículo, aplastando gran parte de este.

El hombre se quedó congelado en el lugar, miraba a la bestia con la boca abierta. Parecía un lobo gigante, sus ojos eran verdes brillantes y el pelaje era opaco y sucio, marrón oscuro, en donde unas cicatrices enormes dejaban ver la piel grisease.

La bestia se paró en sus patas traseras, mostrando unos guantes de metal en sus garras, que ahora parecían cuchillas, daba la impresión que intentaba olfatear algo en el aire.

De un segundo a otro mostró sus comillas y salió de la carretera, en la misma dirección donde la chica había desaparecido.

El hombre entonces se apresuró en subir al vehículo y tratar de arrancarlo, este encendió y se puso en marcha, aunque a una velocidad muy reducida.

— ¿Deberíamos dejar que se vaya así sin más?— preguntó un hombre robusto, alto y con la cara cubierta por un casco metálico. Tenía unos anteojos rojos que rápidamente brillaron.

Podía ver ahora el hedor que dejaba el canino, la forma de no perderle el rastro a su compañero cuando este seguía otro rastro que era imposible de ver él.

—Sí, déjalo, no es nada que un viejo como ese no haya visto antes en las calles de Zaun— contestó una mujer que se le sumo, su figura era esbelta y su rostro afilada, tan pálido que resaltaba en la ciudad en la que estaba— aparte… ya no estamos demorando demasiado con esta… presa.

Ambos se pusieron en marcha, siguiendo al cazador que iba en frente.

La bestia llevaba gran velocidad impulsada por sus enormes patas, que casi le pisaba los talones a Jinx, fue cuando la chica lo sorprendió girando a la derecha. Frenó torpemente, golpeándose con una pared y se dispuso a correr de nuevo.

No era una bestia muy lista, y no se percató de los explosivos en el suelo hasta que estos estallaron, dificultándole la carrera.

Se desoriento por unos momentos y tuvo que detenerse, nuevamente se paró en sus patas y olio el ambiente.

— ¡Oye!

La bestia miró rápidamente de donde salía la voz, su presa le llamaba la atención, estaba subida a una saliente de uno de los edificios.

— ¡Espero que aun te estés fumando eso!— anuncio Jinx, poniendo una de sus manos cerca de su trasero, como si tratara de ventilarse la zona— ¡Lo saque con mucho amor!

La bestia gruñó y se acercó a donde estaba, pasando por el callejón. La tiradora espero a que llegara a la parte más angosta, donde sabía que su explosivo le causaría gran daño y tiró uno de sus mascafuegos.

Su sonrisa de triunfo pasó de enorme a prácticamente desaparecer cuando la bestia sin titubeos se tragó la granada de un solo bocado.

Contó mentalmente los segundos para la explosión y nada pasó, salvo que ahora salía un humo oscuro de las fauces de la bestia.

—Perro malo…— alcanzó a decir antes de darse la vuelta y comenzar a subir por la escalera de emergencia.

El cazador clavo sus garras a la pared para empezar a subir también.

Jinx creyó que llegaría hasta la azotea antes de que la bestia la alcance, pero se equivocó y gritó de dolor cuando la bestia le clavó sus garras en su pie derecho, tuvo que patearla, perdiendo su bota para darse unos segundos.

Embistió la primera ventana que pudo alcanzar y se metió al edificio. Comenzó a correr ignorando y empujando todo lo que se le cruzara.

Tropezó y cayó por unas escaleras, desprendiéndose de su ametralladora, al momento que la bestia caía a pocos metros.

Rápidamente se puso de pie y agarró su arma, saltando al cazador como si se tratara de un cajón inanimado y volviendo a subir por las escaleras.

—No, querida, no te dejare atrás ¿Qué le diré a los niños?— le preguntó a su arma mientras la volvía a acomodar a sus espaldas.

Podía sentir a la criatura siguiéndola atrás. Tomó unos pasillos y nuevamente las escaleras. Creía que si llegaba a la azotea podría ver desde lo alto otra salida, seguir en ese edificio solo la acorralaría más.

Llegó hasta la puerta de metal y esta vez no tubo titubeos en intentar abrirla con sus manos, la embistió con fuerza con su hombro y ya estaba siendo recibida por las luces en esa noche.

Lo había logrado.

Podía ver desde allí un edificio más bajo, ya lo había decidido, saltaría.

Corrió haciendo sus pasos cada vez más veloces, totalmente concentrada, cuando un hombre de por lo menos dos metros se puso en su camino, su saco oscuro y pesado le tapo todo el edificio objetivo.

Jinx trató de frenar, inclusive moviendo sus manos erráticamente pero terminó estrellando duramente con el abdomen del sujeto, aunque le dio la impresión que de hecho había estrellado contra una pared de concreto.

El hombre la tomo del cuello y la levantó para observarla mejor. La chica se retorcía en su lugar, pegándole manotazos y patada que no le hacían absolutamente nada.

—Agh… ya bájame… ¿Quién te crees que eres? ¿El señor X?

El hombre no dijo nada, bajos sus enormes dedos podía sentir la piel de la chica y lo sencillo que sería ahora partirle el cuello.

En pocos segundos la bestia y la mujer se le sumaron y ahora los tres veían a Jinx.

—Finalmente…

—Sí, si, finalmente la patrulla del misterio atraparon a su fantasma ¿Eh? Tenemos a Scooby… El bruto de Fred— señaló con la cabeza al enorme tipo que la tenia del cuello— y a… Shaggy ¿Verdad?

Dijo lo último viendo a la mujer, y esta le sonrió de lado.

—El sentido del humor… tan humano…

—Dios, justo cuando pensaba que no podía existir gente más aburrida, apareces tú.

—No te preocupes, no te aburriremos por mucho más tiempo— anuncio la extraña y asintió mirando a su compañero.

El hombre elevó más a Jinx y comenzó a hacer presión con su mano.

—Acabala.

Jinx rio con gana y esto le molestó a la mujer, pero no hizo nada mientras su compañero comenzaba a dejarla sin aire.

Un sonido extraño en la azotea llamó la atención de todos y perplejos se miraron los uno a los otros.

—"Acabala" dices… que gracioso…— anuncio Jinx mientras se seguía riendo y ponía sus manos sobre el brazo del gigantesco hombre— Es gracioso porque parece que olvidaron algo muy, pero que muy importante— siguió hablando mientras el sonido, como una alarma que comenzaba a hacerse más insistente, seguía aturdiendo a todos— "acabala" no pueden hacer eso, montón de idiotas.

—Viene de ti— anuncio la mujer y el hombre comenzó a buscar en su sacó, hasta dar con un dispositivo con una luz que parpadeaba a gran velocidad.

—Sí, sí, olvidaron ese detalle pequeñito, pequeñito ¿Saben ya cuál es?

—Quítatelo, ¡Rápido!

—No puedo, no puedo— se alarmó el sujeto pero el conteo había llegado a su fin y la alarma dejó de sonar.

Jinx sonrió.

— ¡Yo soy la protagonista!

La explosión fue pequeña, pero lo suficientemente potente para echar a todos hacia atrás.

La mujer fue la primera en ver como Jinx era expulsada hacia el precipicio, y se acercó rápidamente al borde, solo para ver las calles con sus vehículos, circulando a la normalidad. Camiones, vehículos de trabajo, particulares, todo seguía normal, no había rastro de Jinx.

Vio cómo su compañero se limpiaba el casco y se lamentaba como su saco había sido arruinado, pero no parecía presentar ninguna herida visible.

Le hizo señas al cazador y este nuevamente se levantó en sus patas traseras para rastrear. Inmediatamente comenzó a bajar el edificio.

—Vamos.

Llegaron a la parte baja, a las calles, donde el canino daba vueltas en una zona.

— ¿Cómo puede ser… posible?— masculló el hombre llegando al lugar también, viendo como la criatura, increíblemente, había perdido el rastro.

El sonido de un móvil sonando hizo que se miraran entre ellos.

—Agh…— exclamó la mujer con molestia, mientras se animaba a contestar la llamada.

— ¿La atraparon?— fue la pregunta sin dar más vueltas que recibio.

—Negativo… se fue.

— ¿Se fue? ¿Cómo que "se fue"?

—Se escapó.

— ¿De nuevo?

La mujer frunció su ceño en molestia y miró a su compañero, sin saber cómo justificarse.

—Esto es inaceptable.

—No se preocupe, no volverá a ocurrir.

— ¡¿No volverá a ocurrir, dices?!

La mujer se tragó la reprimenda con paciencia, mientras escuchaba como se le desprestigiaba nuevamente.

— ¡Dime por lo menos que nadie la vio! ¡Hoy es el día 3! ¡Tráiganme su maldita cabeza de una vez!

—Lo haremos.

—No vuelvan a fallarme o los enviare de vuelta a donde pertenece… objetos defectuosos.

La mujer escuchó como cortaban la comunicación y terminó por bajar el móvil. A su derecha el canino parecía igual de avergonzado que su compañero, inclusive metía la cola entre sus piernas al verse incapaz de seguir cualquier rastro.

Su cara volvió a tornarse inexpresiva mientras apretaba el puño, rompiendo sin dificultad el aparato hasta que saltaron chispas y el móvil se quebró por la mitad, debelando un esqueleto metálico en sus dedos.


Nota del autor:

Les subo esto ahora porque si no ya no alcanzo a actualizar a tiempo, de hecho ya me pase unas cuantas horas, pero el capítulo no terminaba aquí.