Amor Prohibido - Capítulo 108
-¡Jack! ¡La mataste!
Una Yenny con el rostro desencajado cubría su boca con ambas manos en busca de retroceder y escapar frente a lo que estaba siendo testigo. Negaba con lentitud mientras luchaba internamente para evitar largarse a llorar sin control. El miedo la abrazaba con su hedor helado, obligando a paralizar cada músculo de su cuerpo.
A su lado, Jack respiraba con dificultad. Recién comenzaba a meditar sobre lo que acababa de ocurrir. En su interior sólo ardía una rabia iracunda capaz de arrasar con cualquiera que se le cruzara por el camino. Sus puños gigantes desaparecieron al tiempo en que aparecieron sus puños humeantes de tamaño normal. Era difícil clarificar su mente frente a la adrenalina que aún azotaba sus sentidos. Hace tan solo unos segundos la dura voz de su abuela se encontraba triturando sus pensamientos, con golpes dolorosos que increíblemente puede provocar el odio sin tocarte.
-¿Te estás propasando con tu hermana?
-¡¿Qué?! -balbuceó el conejo víctima de la sorpresa.
-Ya tuve suficiente de ustedes -bramó la anciana acercándose peligrosamente al chico mientras lo amenazaba con su índice inquisidor-. No voy a permitir que esto del incesto se quede en la familia.
El silencio atronador se cruzó entre ambos contendores. Jack le regaló una mirada asesina a la anciana. Yanette no daría su brazo a torcer con facilidad.
-Señora, no estábamos haciendo nada malo -Yenny decidió intervenir-. Jack se encuentra afectado por todo lo que hemos estado pasando. ¿Qué tiene de malo que consuele a mi hermano?
-Consolando -respondió la anciana con desprecio-. Mira, a pesar de que tus padres estén aquí, quien está a cargo tuyo, de tus hermanos y de esta casona soy yo -agregó amenazante mientras le regalaba una mirada de terror-, y no voy a permitir que te conviertas en una zorra.
-¡Oiga! ¡Cuidado con su lenguaje! -intervino Jack empujando a la anciana hacia atrás de manera violenta-. No va a venir a tratarla así.
-Tú también ten cuidado con cómo me tratas -contestó la anciana regresando a confrontar a los conejos-. No quiero ver ningún acercamiento enfermizo entre los dos. Tal vez no pude hacer nada por sus padres, pero sí voy a impedir que esta historia se repita.
-¿Y qué quieres? -gritó Yenny enojada apretando los puños-. ¿Que no nos toquemos tan siquiera?
-Ojalá que no -dictó autoritaria-. No tienen por qué hacerlo tan siquiera. Tampoco quiero miradas sospechosas ni cosas extrañas -le ordenó.
-¡No tiene por qué ser tan mal pensada! -se quejó la chica.
-No volveré a permitir que la historia se repita -sentenció Yanette para luego darse la vuelta rumbo a la salida-. Ya tengo suficiente con la inmoralidad de sus padres para que vengan ustedes a seguir sus pasos.
-¡Ya basta! -el grito de Jack paró en seco a la anciana-. ¡Eres una maldita bruja!
Yanette contestó con tranquilidad sin voltearse:
-Si no me hubieran arrebatado a mis hijos, ustedes nunca hubieran nacido. He llegado hasta aquí para corregir ese error. No volverán a nacer más hijos del pecado bajo mi alero.
-¿A qué se refiere? -Yenny lanzó su pregunta.
-Ese bebé que espera tu madre no respirará mientras yo viva -sentenció Yanette.
Fue la palabra clave para encender las alertas en la mente de Jack. Todo se cruzó a alta velocidad. Saltar del recuerdo de su infancia a su calco en el presente. Imaginarse a su madre sufriendo un nuevo aborto. Dolor, sangre derramada, muerte. La dura mirada de satisfacción de la anciana, observando con malicia el fruto de sus planes. El corazón atravesado del conejo al sentir el peso del odio más duro definido sobre la anciana. Un ataque de locura que ni siquiera el propio conejo pudo prever.
Del dicho al hecho pasó menos de un instante. En menos de un segundo, la anciana se encontraba tirada sobre el piso de madera. De su boca comenzaba a salir sangre a borbotones, amenazando con acabarse al poco tiempo. A su lado, Jack se encontraba con sus puños del dolor activados. Tenía un odio que apenas podía controlar. De desatar todos sus deseos, hubiera descuartizado su cadáver. Esperaba la primera señal de provocación por parte de la anciana para dar un segundo golpe. Por el contrario, el agudo grito de su hermana lo trajo de regreso a la realidad.
-¡La mataste!
Yenny se acercaba temerosa a la escena mientras que la ira era reemplazada por el temor en el interior de Jack. No se esperaba que un cúmulo de odio tan hiriente no pudiera aguantar más de un golpe. Por un lado Roger fue el primero en llegar a la escena ante la voz de alerta de la coneja. Yin llegaría más atrás seguida de Carl. Pablo entraría desde la cocina mientras que Yang lo haría desde otro pasillo. Hasta Lina apareció desde el segundo piso. Cuando Kraggler entró en escena, todo se vio en perspectiva.
-¡Yanette! -gritó despavorido.
Todos observaban a la anciana coneja moribunda en el suelo. El temor de los chicos se acrecentó. A Jack le comenzaron a temblar las piernas. Los primeros gimoteos de terror comenzaron a salir de la boca de Yenny.
-¿Qué rayos pasó? -le preguntó Yin a sus hijos aún presa de la impresión del momento.
-E-e-e -balbuceó la gárgola acercándose a la anciana-... ¡Está muerta! -gritó apenas conteniendo su terror.
Mientras la impresión se replicaba entre todos los presentes, Carl saltó en medio de la escena y se hincó junto a la anciana tomándole el pulso en el cuello.
-Aún está viva -sentenció la cucaracha-, pero está muy débil. Necesita atención médica ¡ahora! -advirtió alzando su vista hacia los presentes.
-¡Pero no podemos salir! -les recordó Pablo encogiéndose de hombros.
-¡No te hagas! -de un salto, Carl se aproximó al felino para encararlo-. Tú puedes abrir portales hacia donde quieras -le insistió apuntándolo con su índice.
-No es tan sencillo -replicó nervioso-. Solo puedo llevarte hacia el Jardín de las Almas Perdidas, y desde allí de regreso a la Tierra es muy complicado. Además, nos encontramos en medio del oscuro mañana, ¿dónde podremos encontrar atención médica en medio del caos?
Mientras, Yin no le quitaba la vista de encima a sus hijos, quienes parecían estar pasmados ante la impresión del momento. Yenny intentaba contener sus gemidos tapándose la boca. Jack observaba sus manos temblorosas. El miedo a la sangre desparramada disparaba el pánico del momento. Ambos comenzaban a comprender el peso de las consecuencias de lo que acababan de hacer.
-¿Es que acaso nadie aquí sabe de primeros auxilios? -alegó Pablo comenzando a entrar en la desesperación del momento.
-No, nadie -sentenció Carl molesto-. Será mejor que nos saques de aquí ahora si no quieres que haya otro muerto en la casona.
-¡No puedo! -insistió Pablo desesperado-. Solo el Maestro Yo puede romper la cúpula.
-¡¿Qué demonios te impide abrir tus estúpidos portales?! -replicó Carl impaciente-. ¡Llévala a un hospital de la misma forma con que trajiste a Yenny ayer! -insistió apuntando hacia la anciana.
-El Maestro Yo no me lo va a permitir -respondió el felino con voz temblorosa.
-¿Y qué importa lo que diga el panda? -insistió Carl perdiendo la paciencia.
-Además, ¿no se supone que es su pareja? -decidió intervenir Roger con nerviosismo.
-Pues… podríamos preguntarle al Maestro Yo qué es lo que podemos hacer -meditó el felino pensativo-. Si es tan grave y es posible llevarla a un hospital…
-¡Hay que contener la hemorragia!
La voz de Yin interrumpió el momento. Al voltearse, vieron a la coneja junto a su madre. La había dado vuelta para revisarla mejor. Desafortunadamente, era difícil contener una hemorragia interna. La temperatura corporal de Yanette descendía con rapidez a su vez en que la vida se le iba poco a poco. A lo único que podía echar mano era a su Woo Foo.
-Necesito que ustedes busquen atención médica ¡Ya! -la coneja se volteó hacia Carl, Pablo, Roger y Kraggler-. Intentaré contener la hemorragia, pero no podré hacerlo por mucho tiempo.
A su vez, la coneja había iluminado sus manos con un brillo color celeste claro. Con esta luz que rodeaba sus manos, formó una burbuja brillante color celeste translúcido. De inmediato, metió la esfera dentro de la boca de la anciana. Pronto, el interior de la cabeza de Yanette se vio iluminado por aquella luz celeste a la vez que se detenía la hemorragia. Mientras, la coneja limpió la sangre derramada con un hechizo de transformación. A pesar de que la escena aparentaba ser más esperanzadora, no mermó el miedo entre los presentes.
-V-voy-vo-y a por el Maestro Yo -anunció Pablo con voz temblorosa. Abandonó tan raudamente la habitación que nadie alcanzó a replicar.
Mientras tanto, afuera de la burbuja ilusoria creada por el panda, Marcelo acababa de recibir sus nuevas manos. Eran tan reales y detalladas que costaba creer que acababan de ser dibujadas. El caballo movía lentamente las articulaciones intentando acostumbrarse a su regalo. Aún mantenía la boca y los ojos completamente abiertos, víctima del impacto de lo que acababa de ver. Yuri en cambio, buscaba ocultar su risa ante la reacción del equino. A su lado, Jacob comía una barra energética extraída de una bolsa de cuero que traía consigo.
-Yo… -balbuceaba Marcelo.
-De nada -Yuri sonrió.
-Jimmy se está demorando mucho -comentó Jacob observando su reloj de muñeca.
-Déjalo -respondió Yuri con tranquilidad-. De seguro él sabe cuidarse.
-¿Y qué se supone que está haciendo? -preguntó el caballo.
-Buscando el escondite del Maestro de la Noche -contestó Jacob-, aunque ahora que se mostró, no creo que sea muy útil esa tarea.
-Además, yo sé quién es el Maestro de la Noche -agregó Yuri sacando una barra energética de la bolsa.
-¡¿Cómo?! -exclamaron Marcelo y Jacob al unísono.
La coneja se aclaró la garganta, y comenzó con voz ceremoniosa:
-Corría el año 1994. En aquel tiempo este pueblo Woo Foo vivía en la gloria y majestad de la vida y en la humildad y sencillez junto a la naturaleza. El Woo Foo había sido casi enterrado en el pasado olvidado por sus pobladores. Digo casi porque había un grupo de guerreros luchando por la resistencia…
-¿Puedes ir al grano? -alegó Jacob.
-Le quitas lo divertido a la vida -respondió Yuri frunciendo el ceño.
En aquellos años, el Maestro Yo aún continuaba siendo entrenado por Ti y Chai. Junto a él, había otro estudiante de Woo Foo. Se había unido a la academia en 1990, y hasta entonces había aprendido demasiado rápido. En más de alguna ocasión, este nuevo estudiante le había ganado al panda en las prácticas. La dejación por ser el único estudiante, más la falta de villanos de renombre habían empujado a Yo a dormirse en los laureles. Cuando este nuevo estudiante apareció, se vió obligado a competir, fracasando estrepitósamente.
-Quien sea capaz de quitarme esta moneda, tendrá derecho a cenar esta noche.
Chai tenía una pequeña moneda dorada brillando en su mano. El tigre se encontraba en compañía de sus dos estudiantes en el jardín trasero de la academia. Yo Chad la observaba con la mirada decidida. A pesar de que los años lidiaban contra su cuerpo, el espíritu de lucha aún se conservaba impoluto.
-¡Delo por hecho!
Un joven lobo se encontraba de pie junto al panda. Llevaba puesto su karategi amarrado con un cinturón verde claro. Además, traía una cinta del mismo verde claro amarrada en su cabeza a la altura de su frente. Tenía una mirada brillante y emocionada. Era vivaz, sagaz, ágil, fuerte, inteligente y dotado. Tenía en su haber el más firme deseo de convertirse en guerrero Woo Foo y honrar este arte marcial.
-Bien, Yo, Boris. ¡Que comience el juego! -Chai lanzó por el aire la moneda, la cual tras lanzar un brillo enceguecedor, se desvaneció por los cielos.
-¡Un momento! -Jacob interrumpió la narración-. Con Boris te refieres a…
-¡Exacto! -Yuri afirmó con la cabeza-. Boris Paddon.
Jacob quedó descolocado mientras que Marcelo los observaba con un signo de interrogación.
-¿El padre o el hijo? -el conejo se atrevió a preguntar.
-¡Obvio que el padre! -exclamó Yuri luego de sacar una segunda barra energética del bolso de cuero-. El hijo ni siquiera había nacido para entonces.
-¡¿Pero cómo es posible eso?! -alegó Jacob molesto.
-Ya saben lo que dicen -comentó su hermana con tono burlesco-. El mayordomo siempre es el culpable.
-Me estás diciendo que… -el rostro de Jacob palideció.
-Así es -afirmó Yuri con una amplia sonrisa-. El mayordomo es el Maestro de la Noche.
Aprovechando el silencio sorpresivo, la coneja pudo continuar con su relato.
Apenas la moneda se desvaneció, ambos estudiantes desaparecieron tras ella. Su mentor no les había especificado el rango de búsqueda, así que encontrarla era todo un desafío. El panda comenzó a revisar cada centímetro del jardín, al tiempo en que el lobo había entrado a la academia.
-¡La encontré!
Ante la exclamación, el panda cayó sobre un arbusto que estaba revisando. Boris salió de la academia airoso levantando la moneda con aire de triunfo.
-¿Qué? ¿Tan pronto? -Chai se volteó sorprendido. Ni siquiera había alcanzado a buscar algún rincón donde perderse.
-¡Era fácil! -respondió el lobo-. Se encontraba debajo de la almohada de su cama.
-¿Y cómo lo descubriste? -volvió a preguntar su maestro.
-Fácil -respondió el lobo encogiéndose de hombros-. Pude sentir su energía Woo Foo.
-Pero si no lo cargué con Woo Foo -replicó el tigre.
-Supongo que le dejó algo de Woo Foo al tocarla -comentó el lobo rascándose una mejilla.
No solo en habilidad Boris comenzaba a superar a Yo. Tanto en conocimientos como en fuerza el lobo buscaba hacerse un nombre en la historia del Woo Foo. En los exámenes Woo Foo el lobo siempre conseguía una calificación mayor a la del panda por mucho esfuerzo que le pusiera Yo. En las competencias, Boris casi siempre resultaba ganador, mientras que Yo era aplastado lentamente por los achaques de la edad.
-Veamos quién atrapó más zarigüeyas -Ti se encontraba en la entrada de la academia frente a sus dos alumnos. Yo se encontraba confiado con su saco lleno de zarigüeyas luchando por escapar de allí.
-Permiso, disculpen, dejen pasar.
El pitido de un camión retrocediendo llamó la atención de ambos. Vieron a Boris aproximándose a la entrada de la academia mientras le hacía señas al conductor de un camión, que retrocedía con su máquina con lentitud. Desde el interior se podían oír algunos murmullos.
-Boris, ¿qué es esto? -cuestionó la tigresa abriendo la puerta del camión.
De inmediato, una estampida de zarigüeyas escapó desde el interior, aplastando a la mentora y a sus estudiantes. La estampida terminó perdiéndose calle abajo, dejando una avalancha de polvo en su camino.
-Un momento -Jacob interrumpió el relato de su hermana-. ¿Por qué rayos querían zarigüeyas?
-Asuntos Woo Foo -la chica se encogió de hombros.
Debido a la fuga, aparentemente el Maestro Yo terminaría por ganar la competencia.
-Bueno, debido a que las zarigüeyas se te escaparon, creo que te tocará dormir en el bosque-. Le informó la maestra Ti a Boris con pesar en su voz.
-¡Ja! ¡En tu cara! -celebró Yo animado apuntándole con su índice.
-Y tú también, Yo -agregó la tigresa regalándose una mirada inquisidora.
-¡Pero aún conservo el saco! -exclamó el panda extendiendo su otra mano vacía. Grande fue su sorpresa al percatarse que ya no disponía de el saco en su poder. Sorprendido, se dió un par de vueltas sobre su propio eje buscándolo. No se había percatado que en la fuga había perdido su trofeo.
-Pero -los interrumpió Ti-, considerando que ambos perdieron sus zarigüeyas, podríamos considerarlo un empate.
-¡¿De verdad?! -exclamaron ambos ilusionados.
-Lamentablemente, la actitud de Yo sí merece una noche en el bosque -agregó Ti con dureza cruzándose de brazos.
-¿Qué? -cuestionó el panda golpeado por la sorpresa.
-Ya lo dicen los Sagrados Pergaminos Woo Foo -la tigresa evocó los pergaminos flotantes alzando su índice mientras su rostro reflejaba una impoluta tranquilidad-: No se puede ser más grande empequeñeciendo a los demás. ¡Ahora largo! -le ordenó al panda con furia apuntando hacia el bosque.
-Espere -intervino Boris entre ambos-. Yo no ha hecho nada malo. Si me lo permite, quisiera cumplir su castigo en su lugar.
-¡¿Qué?! -exclamó Ti impresionada.
-Ay sí, no te hagas -comentó por lo bajo el panda molesto y cruzándose de brazos.
-Un momento -nuevamente Jacob interrumpió el relato-, si ese tipo era tan bueno, ¿cómo se convirtió en Maestro de la Noche?
-Lo recuerdo como si hubiera sido ayer -comentó Yuri con un suspiro nostálgico-. Viajé al veintisiete de julio de ese año. Era el día en que Ti y Chai anunciarían al heredero de la academia Woo Foo. Ellos pretendían jubilarse y vivir de sus retiros. El heredero debería encargarse de entrenar a nuevas generaciones de guerreros Woo Foo para combatir el mal y a futuros Maestros de la Noche.
Yuri se escabulló por la academia hasta esconderse tras un estante. Con un hechizo de invisibilidad e inaudibilidad, la coneja pudo conseguir una vista privilegiada de los acontecimientos, sin que ninguno de los presentes se percatara de su presencia.
-Bien, llegó finalmente el día -anunció Chai con voz ceremoniosa.
Los tigres se encontraban de pie en medio de una de los tantos cuartos de entrenamiento. Frente a ellos se encontraban sus estudiantes. Vestidos con sus uniformes recién lavados, ambos se encontraban de rodillas sobre un cojín púrpura cada uno. Se encontraban con la mirada gacha haciendo una respetuosa reverencia. Ambos mostraban la más absoluta seriedad en sus rostros, atentos a cada palabra de sus maestros.
-Han sido los mejores alumnos que hemos tenido en nuestras vidas, y nos encontramos orgullosos por ello -continuó el tigre-. Estamos al tanto de que cualquiera de los dos que guiase la academia hará un excelente trabajo.
-A pesar de aquello, solo uno se podrá quedar con la academia -acotó su hermana-, mientras que el otro deberá viajar al otro extremo del planeta para fundar su propia academia Woo Foo y extender nuestro sagrado arte a nuevas generaciones.
-Si es que logra encontrar a alguien -agregó Chai sin poder aguantarse la risa.
Ambos estudiantes parecían estampados en piedra. Ni siquiera sus pelajes se lograban mover gracias a la suave brisa de verano que se colaba hacia el interior del lugar.
-Finalmente -Chai regresó a su seriedad-, a quien hemos decidido otorgarle el manejo de nuestra academia Woo Foo es a…
Mantuvo el silencio expectante durante unos cuantos segundos que para todos se hicieron eternos.
-...Yoshinobu Chad.
-¡¿Qué?! -a Boris se le escapó un áspero grito, mientras que el panda lanzaba un grito ahogado.
-Muchas felicidades -continuó Chai haciendo caso omiso de ambos-, Yo, te has ganado nuestro máximo respeto, y a partir de ahora podrás ser considerado Maestro Woo Foo.
-¡Eso es injusto! -alegó Boris furioso poniéndose de pie de un salto-. ¡Ustedes saben muy bien que soy mucho mejor que ese holgazán! -agregó acusándolo con un índice recriminatorio.
Yo mientras tanto, no era capaz de reaccionar. Su rostro de impresión quedó congelado sin ser capaz de responder la reprimenda de su compañero.
-Ya lo dicen los sagrados pergaminos Woo Foo -Ti intervino invocando a los pergaminos flotantes-: El que está destinado a triunfar es el que alberga la humildad en su corazón.
Clavando su aguda mirada, la tigresa agregó:
-Boris, conocemos tus verdaderas intenciones. Solo buscabas sorprender a los demás. Buscabas adquirir poder y ser admirado por la gente de tu alrededor. Lamentablemente alguien así no puede dirigir nuestra academia -sentenció con las manos en su espalda-, o al menos no en este lado del mundo.
-Aunque esa era una excusa bien armada -Yuri le explicaba a su audiencia-, la decisión de conservar al Maestro Yo era para evitar que se quedara con Yanette. Sus maestros siempre han odiado a su entonces novia y han buscado hacer lo posible por separarlos. Elegir a Boris era darle vía libre a Yo para que se quedara con Yanette y pudiera formar una familia sin compromisos. Yo esperaba que Boris fuera elegido. Es por eso que quedó tan sorprendido el día en que sus planes se destrozaron. Fue por eso que no pudo reaccionar ante la respuesta del lobo.
Sin que sus maestros decidiesen intervenir, Boris lanzó un rayo Woo Foo directamente en contra del panda. El rayo era del diámetro de la palma del lobo y fue lanzado directamente contra la nuca del panda. El rayo voló a tal velocidad que el tiempo parecía haberse detenido. El panda ni siquiera se inmutó para defenderse o contraatacar. De no actuar a tiempo, el panda terminaría por perder la cabeza, literalmente.
Frente al peligro, a Yuri no le quedó otra que intervenir. Apagando sus hechizos de invisibilidad e inaudibilidad, la coneja lanzó un campo foo que desvió el ataque del lobo. El choque entre ambos poderes fue tan intenso que una ola de energía se esparció por toda la academia, rompiendo toda la loza y el vidrio a la par. El rayo desviado terminó rompiendo la mitad del techo y perdiéndose en la estratósfera.
-¡¿Qué demonios?! -gritó el lobo preso de la sorpresa.
Frente a él, se encontraba la coneja en pose de batalla. Como respuesta, le regaló una sonrisa triunfante.
-¿Quién eres? -le preguntó Boris.
-Soy Yuri -contestó la coneja-, y a partir de hoy seré tu peor pesadilla.
-Entonces… ¿Conocías al mayordomo de Sara desde mucho antes? -preguntó Jacob rascándose la nuca.
-Sí y no -contestó Yuri jugueteando con el empaque de su barra energética-. O sea, la pequeña que vive en este presente no tiene la menor idea del lore de Boris, pero yo lo he estado persiguiendo a través de los años durante cincuenta y un años.
-¡¿Cómo?! -exclamaron Marcelo y Jacob al unísono.
-Digamos que nos volvimos enemigos personales -prosiguió la chica-. O sea, todos tenemos uno. Marcelo tiene a Pablo, Carl tiene al Bogart, tú tienes a Martita.
-Ella tiene una estúpida obsesión por matar a los padres de los personajes -comentó Jacob molesto cruzándose de brazos-. Es como si tuviera un trauma o algo así -agregó rodando los ojos.
-¡Duh! ¡Es su trabajo! -alegó su hermana-. Es como si odiaras a la parka por golpear gente.
-¡Todo el mundo sabe que la lucha libre no es real! -replicó Jacob.
-No dirías lo mismo luego de los secretos que le supe a Black Hat -insistió Yuri con sarcasmo.
-¡Basta! ¡Basta! -intervino Marcelo claramente confundido-. ¿Cómo fue que Boris se convirtió en el Maestro de la Noche?
-Simple -sentenció Yuri-. Venganza.
Boris se fue por oscuros caminos durante años recorriendo el mundo errante. Pronto, su poder se multiplicaría al igual que las malas intenciones en su corazón. Con el correr de los años, se mimetizaría en medio de la sociedad mientras buscaba la forma de planificar su venganza y escapar de Yuri.
Hasta que llegó el día.
