Nota del autor: Hay algo que me causa mucha gracia de Wattpad Movil, y es que estoy en mi perfil, y entro a la historia, y quiero leer un capitulo para estar segura de unas cosas que quiero agregar a los nuevos capítulos y… me salta publicidad, y no me deja avanzar hasta que la vea y así poder leer los capítulos que YO MISMA CREE.
¿Vieron Hércules alguna vez? Hay una escena que me hace recordar ese momento cuando debo soportar la publicidad, se las dejare en comentarios justo aquí.
En este capítulo hay detalles de vital importancia para este arco y para la trama del arco 3. Ojala Dios me de vida para traerles ese arco, porque si este les gusto, van a amar el arco 3, es muy, muy bueno, o por lo menos a mí me parece muy, muy bueno, y ya quiero escribírselo.
Este arco ya casi llega a su fin, ya hice los cálculos y organice mi borrador, quedan 4 capítulos y el epilogo. Lo que en tiempo se traduce en poco más de un mes. (Increíble lo que uno logra con perseverancia y constancia)
Los arcos tienen esta propiedad que me gusta que son como los finales de temporada de la serie, es un cierre, con el que uno puede quedar contento, pero no al 100% porque siempre queda como algo pendiente.
Varios de ustedes me preguntaron por Arcane.
Yo no veo las horas de que salga Arcane y Riot me haga mierda el canon de la novela (DE NUEVO).
De hecho, estoy sintiendo el hype de todo esto y estoy muy emocionada por la serie. Seguro afecta al fic y a algunas percepciones que tengo con respecta a los personajes, pero aun así creo que puede significar más cosas buenas que malas.
Si vienen de leer otras novelas de mi autoría, habrán ya notado que hay una tendencia (FUERTE) a hacer sufrir a los protagonistas… quizás necesite terapia.
-Capítulo 32-
-Escondidos-
—Podrías quitarle uno de los compartimientos de polvera.
— ¿Y quitarle potencia? ¿Daño? ¡¿Destrucción?! … Nah.
— ¿Y qué tal si pones el dispositivo de detonación por afuera?
— ¿Para que cualquier persona con dos dedos de frente se dé cuenta que un cilindro parpadea sin razón aparente? Oye, también puedo poner directamente la bomba por fuera de su disfraz.
—Ya… ¿Qué opinas de directamente cambiar el cilindro por uno más grande y reservar este para otra área?
—Seria sospechoso que solo un cilindro de entre todos sea más grande… y que un cilindro de entre todos sea más pequeño luego. No, sigue participando.
—… no lo sé.
Caitlyn se sacó el sombrero y se rascó un poco la cabeza.
Llevaban trabajando sin parar por 3 días seguidos y era sencillo echarle la culpa al cansancio de no encontrar solución para un problema que Jinx catalógala de "sencillo".
Caminó con cuidado por la sala hasta llegar al sofá, corrió unas cajas, acomodó unos papeles, y se sentó allí con la esperanza de que en esa posición más ideas llegarían.
Había una pizarra nueva al otro lado de la sala. Jinx se había sentido celosa de que Caitlyn tuviera tantas a su disposición para que pudiera mostrar los diagramas "Aburridos y sin sentido" según ella, y quería tener sus pizarras "Ultra útiles".
Ridículo como lo parezca, Caitlyn se lo concedió, más absurdo aun, eran realmente útiles.
Jinx se había encargado de hacer un buen mapa de la Torreta 6. ¿Era infantil? sí. ¿Tenía dibujos innecesarios? También ¿Menciones grotescas de parte del cuerpo humano usados de forma vulgar? Por supuesto.
Pero útil.
Jinx había diagramado casi a la perfección la torreta y los puntos importantes, colocando las fotos que le facilitó Caitlyn en cada sitio.
Con esa información había comenzado a hacer cada una de las bombas para cada lugar en específico, guiándose de objetos comunes y corrientes que podrían encontrarse allí.
Una rosca oxidada, un engranaje en alguna bifurcación, una caja de interruptores a la par de alguna turbina, hasta modelos sencillos como cilindros o rectángulos camuflados con la misma pinturas y detalles de la sala por atentar, pasaban desapercibidos hasta para el más atento de sus agentes.
Nunca se lo diría a Jinx, pero estaba tan sorprendida de su trabajo que la mayoría de las veces seguía con gusto sus indicaciones solo para que la chica siguiera sorprendiéndola más.
En todo el desorden que la de Zaun había hecho en la mansión, era curioso ver como se organizaba con todo, como si se entendiera a la perfección en ese caos que ella misma había hecho.
Luego de toda la investigación que hicieron ambas sobre la torreta 6 solo quedaba ultimar detalles y terminar de ensamblar las bombas.
La mayoría tenía el mismo dispositivo sencillo que se activaba solo cuando Caitlyn y Jinx accionaban sus respectivos mandos.
Ese fue otro tema que les llevó varias horas discutiendo en vano.
Ninguna se fiaba de la otra aun, y al sacar el tema de "¿Quién activaría los explosivos?" no fueron capaz de llegar a un acuerdo.
Caitlyn planteaba que Jinx volaría todo en pedazos a cualquier arranque de locura, inclusive si ella misma estaba en la torreta. Y Jinx no quería que Caitlyn tuviera el "privilegio" de detonar sus "bebés".
Inclusive aún ninguna de las dos estaba del todo satisfechas con la conclusión a la que habían llegado.
Las bombas se accionarían cuando tengan dos señales afirmativas. No necesitaban ser al mismo tiempo, bastaba con que ambas activen su señal y era todo. A fin de cuenta la última en dar la afirmativa seria la que decidiera cuando explotar todo, pero no podría hacerlo si la otra no había activado su afirmativa respectiva antes.
Parecía relativamente justo, y al no encontrar otra mejor solución, decidieron por eso.
Probaron el dispositivo varias veces y cuando quedaron finalmente conforme con las pruebas y su tamaño, avanzaron a otros puntos.
Jinx le enseñó como ensamblar el dispositivo con el mecanismo de la bomba y su material explosivo de forma compacta para cada modelo, con la finalidad de ahorrar tiempo y demostrar trasparencia en lo que habían quedado.
La sheriff aprendía rápido. Era ágil, perspicaz y eficiente, cualidades que la otra tiradora no pasó por alto haciéndole uno que otro comentario, sorprendida de que alguien con las manos tan delicadas se le dé tan bien ajustar tuercas.
Caitlyn creyó sencillamente que Jinx estaba muy emocionada por sus "bebés" que no repara entre cumplidos u ofensas hacia ella, así que no se tomaba nada realmente personal, pero si era consciente del esfuerzo que la otra hacía para que entendiera lo muy inteligente y "genial" que era.
En esos últimos casos, la sheriff sí intervenía para burlarse de ella o hacer bromas al respecto, pero en el fondo, y al pasar las horas, no podía estar más de acuerdo.
Sabía que Jinx no era un villano común y corriente, pero verla trabajar para que sus fechorías salieran tan bien la ponía varios escalones arriba.
Como ahora, que llevaban más de una hora solo viendo un cilindro, porque el dispositivo no encajaba adecuadamente.
—Pon menos explosivos en el cilindro, pero haz más cilindros. Tendrás el mismo resultado "destructivo" solo que con más dispositivos— trató luego de varios minutos viendo el aparato en la mesa, sin poder llegar a ninguna conclusión más.
—No, estoy cansada de dar a luz… no más dispositivos que los que planeamos… se me están desfigurando los dedos.
—No lo entiendo, ya hicimos bombas con estas dimensiones ¿Por qué ahora no entra todo?
—Porque las demás solo explotan… están son las que llevan la pintura.
—Cerca de la entrada están las mismas… ¿Qué?
—O sea, estas también explotan, claro que explotan.
—No, no ¿Qué pintura?
—La pintura fluorescente que reserve para esta ocasión— explicó con una sonrisa— mira.
Jinx tomó una capsula que apenas entraba en su mano y presionó el botón en ella, tirándola contra una de las paredes. El objeto explotó esparciendo un humo pesado verde claro y cuando este bajó, Caitlyn pudo comprobar que se trataba de pintura. Ahora en la pared había la imagen de un dinosaurio que parecía haber sido dibujado por un niño de 5 años.
—Están geniales… y hay varios modelos— comentó con orgullo mientras sacaba de una caja varias de esas capsulas— Quería hacer de muchos colores, pero entonces parecería un arcoíris y no me gustaba esa idea. Así que reserve para la torreta 6 colores verdes y naranjas… para la de los idiotas de negro quiero usar de nuevo los rosas y celeste ¿O tú dices de cambiar?
—… ¿Qué?
—Lo que escuchaste ¿Qué es tan difícil? Sé que no eres una experta en moda o una maestra jardinera, pero ¡Hey! Debes tener una mínima percepción de que colores combina con cual ¿No es así? Ni modo que ponga el rosa con el naranja flúor… que horror.
—Se me está partiendo la cabeza tratando de entender cómo lograr que entrara todo en la bomba… ¡¿Y resulta que no entra todo porque quieres agregarle una granada de colores con dibujos idiotas?!
—… más bien los dibujos idiotas ya están instalados, lo que no entra son los explosivo.
Caitlyn sencillamente tiró su cabeza hacia atrás, largando un pesado suspiró de frustración. Momentos como ese, y los había en gran cantidades, la hacían replantearse lo que pensaba de Jinx.
Sí, la chica era lista, y sí, muy idiota también.
El guardia de la puerta se había decidido finalmente por prender un cigarro. Solo con aspirarlo sintió como parte de sus preocupaciones se alejaban un poco.
No eran días fáciles, para nadie, pero siempre el tener que hacer guardia en la torreta implicaba una dosis de estrés extra.
Tener que compartir tarea con agentes que parecían siniestros, disfrazados de pie a cabeza con un grueso uniforme negro y cascos que no dejaban ver si en sus ojos existía un alma. Las confrontaciones con los G2 estaban a la orden del día, sin importar con la sheriff o el capitán de estos intentaran.
Jinx era otra preocupación. Todos ya conocían desde hace tiempo lo destructiva que era, pero saber que ahora tenía objetivos fijos y que, aun sabiendo cuales eran, fue imparable sus destrozos era algo más que aquejaba a todos allí.
No, ninguna de las 3 torretas que quedaban era seguras. Lo sabían los que trabajaban allí, pero las personas que dependían de ellas parecían tragarse la mentira de los políticos que les prometían el bienestar y la seguridad.
—Solo los tontos podrían conformarse con tan poco…— murmuró viendo cómo, aunque era tarde en la noche, una madre y su hija volvían de la cocina principal de la torreta con víveres para el hogar, un pequeño refugio precario.
Su vista se alejó de ese lugar y examinó un poco la valla perimetral del lugar. No solo estaban las personas que se resguardaban en el lugar, sino cientos de trabajadores de las torretas y sus propios compañeros.
Lo recordaba cada tanto, obligándose a estar concentrado y alerta.
Estaba a mitad de su cigarro ya cuando distinguió una figura acercándose a la puerta. Miró el reloj en su muñeca, cerciorándose de la hora, sabiendo que cualquier visita ya no era bienvenida y que las personas que vivían adentro sabían de los horarios que se manejaban.
Puso su mano en la cintura, buscando el revólver, preparándose mientras salía al encuentro de esa persona.
Solo dio un par de pasos antes de distinguir de quien se trataba y rápidamente se sacó el cigarro, tirándolo al suelo y pisándolo con disimulo con el zapato, adoptó una posición de firme.
Caitlyn le sonrió al llegar a su lado. Él sencillamente la saludo con un par de asentimiento. Notó que llevaba un bolso muy grande colgando de su hombro y se iba a ofrecer a cargarlo, pero entonces la chica sencillamente se lo acomodó más y eso bastó para que entendiera que prefería tenerlo bajo su custodia.
— ¿Todo en orden esta noche, Krito?— preguntó la chica.
—Todo en orden, mayor— contestó con firmeza, pero la mención de su nombre le hizo ablandar las facciones.
La sheriff podía tener miles de hombres trabajando bajo sus órdenes, pero su mente estaba tan adiestrada a los detalles y a tener en cuenta cosas menores, como los nombres de cada uno de ellos, que nunca dejaba de sorprender.
—Excelente— comentó mientras observaba el interior de la zona de la torreta— hare guardia esta noche, junto con ustedes.
El comentario lo tomó por sorpresa.
—Oh, estoy seguro que con tantas cosas por hacer, no es una tarea adecuada para usted— comentó con verdadero respeto— Escuche que pasó parte de la jornada en el cuartel general organizando unos casos, por favor, descanse. Le aseguro que tenemos todo por aquí controlado, mayor.
—No desconfió de ustedes, tampoco de su labor— lo calmó de inmediato— aún hay muchas cosas que tengo en la mente con respecto a las torretas y los atentados y quería… acomodar mis ideas mientras estaba cerca de una de ellas.
—Claro, lo entiendo… siempre en el caso— comentó aun sintiendo algo de pena por su superior.
—Además, puede que sea la sheriff, pero no dejo de ser un oficial mas también. Hacer tareas como guardias y vigilancias no esta tan fuera de mis deberes.
—Entiendo.
La chica le dio un leve asentimiento de forma de saludo y comenzó a adentrarse en la zona de la torreta. Cuando ya iba unos pasos adentró se volteó para mirarlo nuevamente.
—Ah, pero no dejo de ser la sheriff ¿No es así? De modo que te recordare que no se puede fumar en horas de servicio.
El hombre se sintió avergonzado, pero rápidamente asintió a la recomendación.
—Agh, que asco, apuesto a que si le pides que te limpie la bota con la lengua igual lo hace.
Caitlyn hizo caso omiso a las palabras que salieron del pequeño comunicador que tenía en su oreja. Al alejarse del lugar revisó nuevamente que el cabello le cubriera bien la zona y este no se notara para nada.
—No tiene chiste que sea así de fácil—volvió a quejarse Jinx— Yo seré la encargada de la torreta de esos idiotas de negro en Zaun y te apuesto una de mis trenzas que será horrible todo… todo, todito, todo.
— ¿Llorando desde tan temprano?— cuestionó Caitlyn mientras miraba la zona de la torreta.
La torreta número 6 era la más céntrica de todas, por lo que la población que dependía de ella era considerablemente reducida a comparación. Aun así podía ver varios asentamientos en las inmediaciones con sus familias ya dormidas debido a la hora.
Debía caminar un poco para llegar a las instalaciones propias de la estructura. No creía que sus agentes le pusieran ningún tipo de dificultad, pero seguramente los pocos agentes D2 y los trabajadores del lugar serian otro tema.
Sabía que Jinx tenía razón en decir que la torreta 1 sería más difícil que esta, pero confiarse y tomársela a la ligera no le traería nada bueno.
—Llorando desde selección… como debe ser, tenemos dos tiradores en el equipo, capitán ¿Qué esperabas?
—Concéntrate— le pidió con calma, saludando brevemente a un par de sus oficiales antes de entrar ya en la enorme estructura— por la mañana fui capaz de colocar dos de los bolsos que preparamos en la base de la torreta, en un sector que solo es custodiado por mis hombres, así que tenemos esa parte cubierta.
—Grandioso sombrerotes, tu muy bien. Dejemos la base para el ultimo entonces, encarguémonos ahora de la… puntita.
Tuvo que hacer más de lo mismo. Hablar con sus hombres, intercambiar una que otra palabra con el personal de la torreta y avanzar con cautela por los pisos del lugar.
Se preocupó al enterarse que sus hombres cenaban en la torreta, el mismo alimento que le proporcionaban desde la cocina, para comodidad de todos.
No los notó enfermos ni con ninguna complicación más que no fuera la fatiga de la típica jornada laboral. Concluyó que si bien, era seguro que tenían el parasito, este no crecía con tanta normalidad como en las demás personas de la zona por lo irregular de los turnos y los otros cuidados que los oficiales tenían en sus casas.
No dejaba de ser algo importante en lo que tener en cuenta y deseaba con todas sus fuerzas poder advertirles a sus camaradas lo mucho que peligraba su salud.
Trató de convencerse en que aún tenía mucho tiempo y que si hacia las cosas bien esta vez, no debería repetir lo del último atentado.
Su mente le reclamó que nuevamente se encontraba en una situación parecida, desconfiando de su propia gente, ocultando información vital y actuando como a ella más le parecía sin medir consecuencia.
La diferencia radicaba en que, por más que ya lo había pensado demasiado, no tenía muchas opciones. Era tan mala su situación que se había visto obligada a cooperar con Jinx en el único y retorcido plan que les quedaba a ambas.
Les prometió a sus hombres regresar para platicar y aceptar el café que ahora había rechazado. Suspiró con cansancio esforzándose por enfocarse en su meta, y con eso en mente comenzó a subir las escaleras.
Llegó hasta el penúltimo piso, casi antes de tocar el techo, ya desde allí podía ver parte de la maquinaria que abastecía de energía el lugar.
Recordaba a la perfección los planos que habían estudiado por horas, y encontró rápidamente la puerta en el sector izquierdo. La atravesó sin problemas y una fría brisa le tocó el rostro. Podía ver el enorme balcón de metal que rodeaba la parte superior de la torreta 6 con el barandal en su final.
Camino hacia él y mirando hacia abajo pudo ver las luces de algunos de sus hombres que aun hacían su turno en la villa. Desde donde estaba parecían hormigas.
Levantó su vista y vio los demás edificios de Piltover, ninguno tenía nada que envidiarle en altura a la torreta y sonrió al ver uno en específico, cuya terraza estaba al descubierto y no era tan alto como los demás, pero quizás era uno de los más próximos a las inmediaciones.
Su pecho comenzó a brillar, y al mirar hacia abajo pudo ver el puntero de un láser titilando con insistencia para luego moverse en círculos e ir a sus pies.
Caitlyn lo siguió con la vista por el suelo de metal hasta que este se colocó en un sector de la pared, quedando inmóvil, pero como ella no se movió volvió a marcar círculos erráticos en ese sector.
—Ya sé que hacer…— se quejó con gracia, caminando hacia la pared donde se le marcaba.
— ¿De verdad? Parecías que se te había congelado el cerebro o quizás estabas pensando en saltar.
—Ya quisieras.
— ¡Oh, perdón! ¿La princesa tenía un gas reprimido? ¿Te acercaste al borde para que el viento de lo alto se llevara el olor?
Caitlyn simplemente tiró su mirada hacia arriba mientras negaba.
La pared de metal tenía un patrón no muy prolijo de unos engranajes cada metro, eran grandes y de un color cobre, no giraban y parecían estar allí solo ajustando parte de la estructura interna.
Recordaba bien ese modelo y, dejando el pesado bolso en el sueño, busco entre las cosas. Encontró uno de ellos junto con una pequeña caja de herramientas que había preparado, pero colocarlo en la posición y asegurarlo fue mucho más sencillo de lo que había pensado que seria.
Dio unos pasos hacia atrás y miró el dispositivo, chequeo los engranajes normales, y casi no podía creer que fuera algo recién equipado en esa pared.
—Es perfecto…— murmuró aun sin creerlo.
— ¿Mmm?
—Nada. — Comentó de inmediato y comenzó a buscar las demás zonas en las que debía equipar el resto de los explosivos— comenzare a instalar el resto de las bombas aquí y luego subiré para entrar por la puerta de encargue al mecanismo central, me llevara un buen tiempo y requerirá gran parte de mi concentración así que… eres mis ojos, Jinx.
—Ah no, pues… que bonito ojos tienes… debajo de esas dos cejas— comenzó a cantar la otra, haciéndola sonreír, pero negando de nuevo con la cabeza— debajo de esas dos cejas, que bonito ojos tienes.
Jinx podía ver bien a Caitlyn, e inclusive antes de que la chica se lo dijera, sabía bien cuál era su función esa noche.
La terraza donde se encontraba no contaba con ninguna comodidad con la que pudiera distenderse y, aparte del bolso que había preparado, con sus armas, el laser y los binoculares, no contaba con gran cosa para entretenerse, así que molestar a Caitlyn con el puntero le sirvió los primeros momentos, luego comenzó a sentirse frustrada.
Tenía bajo control la zona donde se encontraba la oficial, sabía que no había cámaras ni guardias cerca por lo que deberían preocuparse, pero aun así mantenía vigilada toda la zona.
Había subestimado a Caitlyn más de una vez, pero por lo que podía ver ahora la chica recordaba bien las ubicaciones donde plantar las bombas y lo que debía hacer al llegar a cada sector.
Lo que para cualquier otra persona significaban buenas noticias, pero para ella solo la sepultaban más en el aburrimiento por el que pasaba.
—Termine con la zona exterior, subiré las escaleras para meterme en el mecanismo interno ahora— anuncio Caitlyn, poniéndose nuevamente el bolso al hombro, desalentada por el hecho de que aun pesaba mucho.
—Finalmente— exclamó a modo de queja la otra— Si te vas a tardar tanto como en la zona exterior nos perderemos la hora del desayuno… tortuga.
—No me demore demasiado— se defendió la otra sin ganas, ya subiendo por la escalera vertical, encontrando la puerta y desapareciendo de la vista de Jinx al entrar en la zona cubierta— estoy adentro.
—Eso fue lo que ella dijo…
—… ya quisieras— repitió Caitlyn, escuchando reír a Jinx del otro lado.
La zona interior tenia elementos que Jinx también había imitado bien. Podía ver ahora mejor el plan de la otra chica y porque atacaba puntos específicos, no solo las bombas harían daño sino la estructura en si se perjudicaría enormemente si determinadas partes fallaban.
Comenzaba a sentirse cansada. Era cierto, no solo trabajaba con Jinx en la mansión, también cubría sus horas como sheriff para no levantar sospecha, lidiaba no solo con sus hombres sino con los agentes D2 y todo el tiempo debía estar pendiente por completo que sus planes siguieran estando en cubierto.
Sabía que esa noche era la más importante de todas las que habían estado trabajando hasta ese momento, y no podía salir nada mal.
Se había aplicado la descarga eléctrica del aparato que le dio Jinx en uno de los baños de la mansión para que la otra chica no lo notara. Caitlyn sabía que la otra tiradora disfrutaba con su sufrimiento y no le quería dar con el gusto de verla al borde de la locura por el dolor que esa cosa le provocaba.
Su piel se erizaba solo de recordar esos segundos.
—Cuéntame una historia.
— ¿Eh?— preguntó sin entender lo que se le decía por el comunicador.
—Ya sabes, los viejos saben buenas historias…— explicó Jinx, la voz con la que lo decía denotaba el estado de aburrimiento que traía— porque son viejos y vivieron muchos años y en todo ese tiempo se saben buenas historias
—… ¿Acabas de llamarme vieja?
—Lo eres.
—No lo soy.
—Eres más vieja que yo.
—Que sea "mayor" que tú, no me hace alguien viejo.
—Lo que tú digas… abuela.
—Agh…
— ¿Y mi historia?
—No tengo ninguna.
—Seguro tienes— comentó con desdén— por favor, me estoy muriendo aquí.
—Pues morirás.
—Tengo un arma.
—No puedes verme como para dispararme.
—Puedo dispararle a tus hombres.
—Dispárales… arruinaras todo el trabajo que venimos haciendo hasta ahora.
—No me tientes, sombrerotes… tú no sabes lo que una persona con graves problemas mentales puede ser capaz de hacer cuando esta aburrida.
— ¿Crees que me estoy divirtiendo aquí?— preguntó mientras agarraba con su boca un destornillador y posicionaba con sus manos una de las bombas.
—Seguro es más divertido que este lugar ¡Dios! Lo que daría por explotar ahora mismo ese mugrero.
Caitlyn trató de tomar el destornillador de su boca, pero este resbalo, cayendo varios metros lejos de donde estaba. Trato de alcanzarlo nuevamente pero el bolso se le enganchó en una caja de fusibles, tirando de su hombro, y haciéndola caer sentada en su lugar.
—Genial…
— ¿Rompiste algo?
—No…— contestó de mala gana, tomando la rienda del bolso y con cuidado sacándolo de donde se había trabado.
Aún quedaban varias bombas allí y solo pensar en las que debería colocar en el sector medio y la planta baja la hacían querer desistir y dividir la labor en dos jornadas.
Ya lo habían discutido inclusive, y no, no resultaría, debía ser todo del tirón.
Con su mano acaricio la rienda del bolso y comenzó a pensar en cómo colocar los dispositivos que le faltaban. Una vez ya concentrada se puso de pie nuevamente y, respirando profundamente, se puso a trabajar.
—Hace mucho tiempo atrás— comenzó Caitlyn mientras ya se posicionaba frente al lugar donde debía colocar el nuevo dispositivo— fui de cacería a Shurima.
— ¿Oh?
—Éramos un grupo pequeño de cazadores de Piltover que nos había hecho ilusión un llamado en Bel'zhun. Embarcamos y en un día ya estábamos allí. Ni siquiera tenía edad para tomar la cerveza con la que festejamos la aventura esa noche, recuerdo.
— ¿Ya eras así de ñoña desde antes? Dios…
—La idea era volver a Piltover en el primer barco por la mañana pero… en los muelles, un hombre muy viejo nos pidió nuestra ayuda. Había escuchado lo que habíamos hablado en el bar y nos reconocía como cazadores hábiles. Él debía llevar un pequeño cargamento y a sus hombres, entre ellos su esposa y dos hijos, hasta Nashramae ¿Conoces Shurima?
—Sé que hay mucha arena.
—Bueno, ambos puntos quedan un par de día en barco, pero por tierra se puede llegar más rápido y este hombre quería hacer lo último para alivianar gasto y ahorrar tiempo. Nos convenció de escoltarlo, pues había "animales peligrosos" de los cuales cuidarse y nos prometió una recompensa. Aparte, su mujer nos endulzo las orejas hablándonos del festival que se celebraba en ese lugar por esos días. Todo cerró bastante rápido para nosotros y accedimos.
—Lamento interrumpirte pero… ¿Se pone interesante en algún momento?
—Pues… resulta que esos "animales peligrosos"… no eran realmente animales… o nada que hayamos visto antes.
Caitlyn descubrió que el siguiente lugar estaba debajo de un panel y tuvo que recostarse boca arriba para pasar por debajo de este y comenzar así la instalación.
—Durante el primer día no hubo ningún inconveniente, salvo por el insoportable calor y la arena que parecía no tener fin. Caminamos sin descanso acompañando la pequeña caravana hasta que nos alcanzó la noche, fue cuando nos refugiamos en unas piedras enormes y cenamos— siguió relatando y la posición de acostada le recordó a como se había recostado esa noche y había visto las estrellas más brillante que los edificios de Piltover nunca la dejaron apreciar— Los hijos del anciano estaban intranquilos, hablaban de monstruos que acechaban en la oscuridad, pero el viejo los corrigió, les dijo que en realidad… acechaban bajo tierra.
—Vaya, que hermosa manera de calmar a los niños.
—Creo que trataba de llamar nuestra atención, estábamos aburridos y se nos había prometido una gran cacería.
—Entiendo totalmente el sentimiento, créeme.
—Nos relató algunas historias de viajeros que desaparecieron como si las arenas de Shurima se los hubiera tragado. Personas expertas que había caminando esos senderos tantas veces como guerreros chocados espadas.
—Espera, espera ¿Estas por introducir a los Xer'sai? Porque la cosa esa que te di para que te electrocutes, sirve para esas alimañas.
—Sí, te escuche cuando me la promocionaste y, no quiero ofenderte, ni quitarle merito a esa cosa, pero dudo que hubiera servido.
— ¿Ah sí?
— ¿Me dejas continuar?— preguntó, largando un suspiro de frustración al no poder encajar el dispositivo adecuadamente— El anciano nos dijo que en Shurima había muchas criaturas y que todas eran dignas de respeto, pero que las verdaderas de temer no volaban o corrían sobre las arenas, sino que acechaban debajo de estas. Esas palabras nos emocionaron, pero todos allí parecían creer que era simplemente eso, cuentos para viajeros. Nos equivocamos.
Finalmente había colocado bien la bomba, pero se sentía tan cómoda en la posición de acostada que decidió quedarse así unos momentos más.
El olor a oxido y la estructura en su inmensa ingeniería la distraían un poco.
—Al día siguiente emprendimos el camino muy temprano en la mañana. Nos invadió una "leve" tormenta de arena y eso nos alentó el paso demasiado. Avanzamos y avanzamos hasta que uno de los hombres del anciano nos anunció que faltaba uno de los camellos con su jinete. Todos teníamos una cuerda que evitaba que nos extraviemos, así que nos reunimos y dejamos de avanzar para que agarraran esa soga y dieran con la persona desaparecida. Pero ya no quedaba nada de él o del camello, y la soga se hundía en la arena. Cuando jalaron de ella salía como si nada estuviera en su borde, hasta que dieron con el extremo, estaba roto, como si algo lo hubiera cortado, o más bien… arrancado.
Jinx había puesto la radio donde escuchaba a la otra chica sin tener que tener un dispositivo pegado en la oreja y ahora estaba sentada con las piernas cruzada simplemente viéndola. La torreta y plantar guardia había quedado totalmente denegado a un segundo plano.
—Al principio nos invadió la confusión, pero de la nada y sin previo aviso, unas mandíbulas gigantes salieron de la arena y se tragaron por completo uno de los carros del mercader. Fue cuando todo se volvió un caos. Comenzamos a correr y disparábamos a todo lo que se moviera, pero era en vano. Luchábamos contra seres que jamás habíamos visto. Eran enormes, de colores violáceos y muy rápidos. No había nada que pudiéramos hacer. Alguien de repente grito "Al templo" y pude ver unas ruinas entre las arenas, nuestra última esperanza.
— ¿Te refugiaste de esas cosas en un montón de ruinas?
—Los que quedamos logramos llegar a ellas, sí, pero estábamos muy lejos de estar realmente refugiados. Las ruinas eran pequeñas y sentíamos a las bestias acechándonos, rodeando el perímetro, esperando. Pasamos horas sin decir una palabra, sin siquiera movernos. Solo con respirar un poco más fuerte de lo normal era suficiente para que unas fauces horrendas se acercaran a verificar su almuerzo. Estábamos acabado. Sin agua ni comida, sin nuestras armas, con las bestias esperando nuestro paso en falso y sufriendo uno de los peores calores que habían azotado la zona. Era cuestión de tiempo.
Caitlyn se puso finalmente de pie y con gusto vio que ya no quedaban bombas en su bolso, era tiempo de bajar.
—Voy a salir ahora ¿Todo en orden en la superficie?
— ¿Eh? Ah, sí… sí que sí, todo se ve muy bien. Tú tranquila.
No le tomó nada bajar las escaleras y encontrarse de nuevo en los balcones a lo alto de las torretas.
— ¿Y qué paso luego?— escuchó preguntar a Jinx.
—Ah ¿Luego?— devolvió esta la pregunta, mirando hacia la terraza donde sabía que debía estar la otra tiradora— lo que se espera, al caer la noche las bestias nos devoraron uno por uno, ninguno de nosotros sobrevivió.
—Inmejorable final.
Caitlyn sonrió y cruzó la puerta que la llevaba de nuevo adentro de las instalaciones, comenzó a bajar piso por piso, ya pensando en los otros dos bolsos con los dispositivos que ubicar en los niveles más bajo.
—Oye… noté algo.
— ¿Qué cosa?— se interesó la oficial.
—Estas con vida.
—Sí ¿Lo ves? Por cosas como esas es que yo soy la detective del equipo.
—Graciosa ¿Qué paso en realidad en Shurima y con la criatura horrible esa? Ya sabes cual, esa que luego creció y se volvió adicta a los sombreros enormes.
—De verdad, quédate con ese final, el que pasó en realidad no es tan llamativo.
—Vamos…
—Al atardecer, cuando ya no teníamos esperanzas, apareció una mujer.
— ¿Una mujer?
—Sí, una cazarecompesas en realidad. Tenía tanta hambre, sed y sueño, estaba tan fatigada por la enorme amenaza acechante, que en unos primeros momentos creí que se trataba de un espejismo. Pero ella era real. Alta de piel tostada y cabello largo. Tenía una mirada afilada y tenaz, de un color claro y destellante como si fueran dos gemas las que te observaban.
—Se puso un poco gay la historia.
—Ella sabía que estábamos en problemas. Había salido de la nada, pero lo había visto todo y nos ofrecía sus servicios para sacarnos de allí, claro, a un precio muy elevado el cual, por la situación en la que estábamos, no pudimos rechazar.
— ¿Y los rescató?
—Sí, al caer la noche nos guio por una ruta la cual las bestias no nos pudieron detectar. Era extraño, pero era como si ella supiera donde pisar cada paso que daba. Lo digo en serio, aunque parecía un humano, todo ese tiempo sentí que estaba ante la presencia de algo superior a eso. Llegamos a la ciudad aun sin poder creerlo y le pagamos todo lo que teníamos en nuestros bolsillos. Quedamos sin una sola moneda, pero no importaba, estábamos con vida.
— ¿Y cómo hicieron para volver a Piltover? ¿Se prostituyeron?
—Ah, ciertamente hacernos con un poco de dinero y conseguir los medios para volver llevo su tiempo, pero no fue realmente muy complicado. En cuanto a la chica, no volvimos a saber de ella una vez que se despidió de nosotros al dejarnos en la ciudad. Lo último que hizo fue hacernos entender lo muy afortunado que éramos. Al principio creí que lo decía por la suerte que tuvimos de encontrarnos con ella, pero luego dijo algo que me hizo quedar de piedra. Ella dijo "Son afortunados por no haber despertado el interés de su reina".
Caitlyn divisó a dos de sus hombres en una de las cabinas, la saludaban y le señalaban unos cuantos vasos con café.
—Tenías razón, me gustaba más el final donde morías devorada por bestias.
—Lo sé ¿Verdad?— comentó mientras se dirigía a su encuentro— te lo dije.
—Igual, reafirmaste mi punto, los viejos saben buenos cuentos…
—Ya… Escucha, me reuniere con mis hombres unos minutos antes de comenzar las instalaciones de las otras dos zonas.
—¡¿Qué?! ¡No!
—Es parte también de disimular un poco, no me tardare.
— ¡Ya tenemos los minutos contados!
—Me robe un dispositivo extraño del depósito de policía. Hace un par de años una explosión detonó en el banco central dejando a todos muy perplejos. Hasta el día de hoy no terminamos de entender su funcionamiento y mecanismo.
— ¿Y que con eso?
—Lo metí en tu bolso, revísalo. Es realmente pequeño a comparación de otras bombas y el espacio que cubrió era considerado. No es peligroso, lo desarmamos de las mil formas y aun así no logramos entenderlo de todo. Échale un vistazo, seguro te da ideas que podemos usar para las demás torretas que nos quedan.
— ¿Qué te hace pensar que tengo el mas mínimo interés en…? Uy, tiene lucecitas.
Caitlyn se sacó el comunicador y lo guardó en unos de sus bolsillos. La oreja le dolía y lamentaba que solo tendría unos minutos sin este y sin la escandalosa voz de Jinx, pero haría que lo valiera.
Miró a sus oficiales ya en frente de ella, recibiendo con una sonrisa la taza de café que se le brindaba.
Jinx había encontrado la pluma cerca de la ventana.
Entendía que la otra chica durmiera profundamente aun ya entrada la tarde, ella misma sentía el cansancio todavía, pero al verse incapaz de volver a conciliar el sueño, trataba que la otra lo perdiera también.
Caitlyn estaba sentada en el sofá de la sala, abrazaba un enorme cojín y su mejilla estaba apoyada en este. Descansaba con los ojos cerrados plácidamente sin ninguna expresión en su rostro, salvo cuando Jinx movía la pluma cerca de su nariz, entonces su cara se contrariaba un poco solo para volver a su apacible forma luego.
La de Zaun se inclinaba, apoyada en el respaldo de ese sofá, curiosa de poder lograr que la otra estornudara mientras dormía.
Seguía testeándola, pasando la pluma por debajo de su nariz, solo logrando que la chica alejara una mano del cojín para alejar lo que sea que le estaba molestando, aun sin despertar.
—Keeeeiiilin— la llamó de forma cantarina al ver que la otra no despertaba ni con la mayor insistencia de la pluma.
—Púdrete— alcanzó a murmurar la otra.
—Levántate y brilla— siguió hablándole de forma graciosa, mientras volvía a molestarle con la pluma, haciendo que la chica moviera la nariz de un lado para el otro, arrugando su rostro entre medio de las cejas.
—Quiero dormir, estoy cansada.
—Estoy cansada también.
—Entonces duérmete.
—Ya no es hora de dormir.
—No puede importarme menos.
— ¿Quién diría que la brillante sheriff de Piltover es toda una bebé dormilona?
—Jinx, te juro que… bájate.
La aludida había empujado la espalda de la otra chica ocasionando que esta se acostara boca abajo en el sofá, aun sosteniendo el cojín y ella arriba, sobre su espalda, usándola como si fuera el sofá mismo.
—Levántate… ¡Levántate! ¡Levántate!— comenzó a repetir mientras se retorcía en la espalda de Caitlyn como si se tratara de un colchón y ella una niña malcriada.
— ¡No puedo hacer eso! ¡Acabas de tirarte encima de mí!
— ¿Si me levanto tú te levantas?
— ¡Si te levantas buscare un arma para matarte!
—… ¿Qué clase de incentivo es ese?
— ¡Bájate!
Jinx se sentó en su espalda, pero finalmente se puso de pie. Esperó a que la otra chica hiciera lo mismo, pero por el contrario, Caitlyn abrazó más fuertemente el cojín y giró dándole la espalda.
— ¡No te vuelvas a dormir!
— ¡Cállate! ¡Por Dios! ¡Lo juro! Me pondré a llorar si no te callas.
—Hoy sí que estás dando incentivos de mierda…
— ¿Qué quieres?— preguntó con pereza, girando y descubriendo su rostro un poco.
—Tengo hambre.
—Hay comida en la cocina, ve.
—No hay nada que me guste.
—No es mi problema.
—"Es" tu problema— insistió la chica, pero ya no obtuvo respuesta de la otra— ¿Sombrerotes? ¡Hey! No te hagas… sé que me estas escuchando— pero no obtuvo respuesta de nuevo— Oh, por favor, nadie se puede dormir tan rápido.
Se acercó nuevamente a la chica y pasó su mano cerca del rostro, pero Caitlyn no se movió.
— ¿Me estas ignorando? ¡¿Me estas ignorando?! ¡¿A mí?! ¡¿A tu propia madre?!— gritó, pero al ver cero reacción de la oficial, optó por tomar con fuerza el cojín y quitárselo.
Recibió una mirada fría y severa de la otra chica que la hizo arrepentirse inmediatamente de sus acciones.
—He-he, solo bromeaba, no quería- ¡No! ¡Keilin! ¡Espera! ¡Auch! ¡No! ¡Duele! ¡Duele! ¡Ya basta! Perdón ¡Perdón! ¡Baja eso! ¡Con eso no! ¡No!
— ¿Qué paso con ese pacto de "cero violencia física entre nosotras mientras dure el proyecto"?
—Ah, agrégalo a mi cuenta— comentó sin ánimos la sheriff mientras se sumaba a Jinx en el sofá, dejando un plato con pizza recalentada y una jarra de café.
—Tienes un pésimo humor cuando despiertas ¿Te lo dijeron alguna vez?
—Sí, lo hicieron… pero me da gusto que ahora tú lo sabes por seguro… para futuro ¿Sabes?
Jinx recibió con un escarmiento la sonrisa gélida que se le brindaba y no volvió a comentar al respecto, volviendo su vista a la pantalla.
—¿Qué es lo que estamos viendo ahora?— quiso saber la oficial, poniendo atención a lo mismo.
—Note tres tipos de señas diferentes para esto— comentó mientras masticaba un pedazo de pizza. Luego miró a Caitlyn y con el dedo índice se dibujó una "C" en la mejilla.
— ¿"Cuántos"?— recordó la otra, ya distinguiendo la seña.
—Sí, exacto, para esa pregunta no utilizan los números, como vimos en otra cinta, sino tres señales que indican "Cero" "Pocos" o "Muchos".
—Ese tipo de respuestas son imprecisas.
—Concuerdo, preferiría directamente los números, no entiendo aun el propósito de esto, pero estoy casi segura que es así.
—Bien, es bueno saberlo ¿Cuándo abordaremos la torreta 1?
—Depende… nos tomara el mismo tiempo, quizás un poco menos, armar todos los explosivos, pero los problemas con esta son otros.
—Ah, al ser una torreta custodiada por los agentes D2 el plan cambia bastante, es verdad.
—Y para ese momento sería bueno que ambas manejemos este lenguaje de mimos del infierno.
Caitlyn tomó un buen sorbo de café y se distrajo viendo la pizarra de Jinx. La chica ya había descartado la torreta 6 y ahora comenzaba a llenar su espacio con la torreta 1. Le llamó la atención un dibujo nuevo, parecía ella con su sombrero con unas enormes lágrimas saliendo de su cabeza, siendo rodeada por unas criaturas que parecían tiburones con patas.
—Por cierto— comentó la oficial, llamando la atención de la otra tiradora, dejando de ver la pantalla para verla— ¿Estas segura que aparecerán?
—No estoy segura al 100%— confesó con una sonrisa— pero si… los espero.
Nota de autor:
Según mi borrador la historia en Shurima no existe en esta novela… cosas que pasan.
