Nota del autor: De cuando notas que es un montón escribir dos capítulos seguidos pero ya le prometiste dos capítulos seguidos y tienes que escribir dos capítulos seguidos y estas en plan:
"Ya no estoy para estos trotes"
-Capítulo 35-
-Al acecho de las tentaciones-
La chispa tocó su dedo índice, haciendo que lo retirara de inmediato largando un montón de maldiciones mientras se movía por la sala erráticamente.
Sacó una de sus armas y le apuntó al dispositivo, pero renegó que este ya tuviera instalado parte de la carga explosiva y la última vez que había hecho volar uno de los aparatos porque si, Caitlyn había enloquecido y la había mandado a trabajar afuera por horas.
Tiró su arma a un lado y se acercó para darle pequeños golpes con su dedo a la parte que le había dado la descarga mientras le ofendía.
Se sintió cansada de todo lo que había hecho. Nuevamente se habían puesto a trabajar sin descanso y aun no llevaban ni la mitad de las cosas que debían hacer.
Se les acababa el tiempo y en más de una ocasión se plantearon reajustar el plan solo para darse cuenta que no podían hacerlo. Debían avanzar con el plan en marcha, aun si eso significaba dejar cosas de lado por la imposibilidad de hacerlas.
Habían llamado a Caitlyn a la ciudad, lo que la dejaba sola para seguir adecuando los dispositivos y las trampas, reduciendo la producción de estas a la mitad.
Aun con todo el panorama desalentador y ajustado para ambas, Jinx se daba tiempo para merodear por la mansión y volver a la maqueta que tanta atención le llamó hace un par de días.
Ya había adivinado todos los escondites de la estructura, inclusive lo que estaban vacíos, los cuales suponía que la misma Caitlyn tiempo atrás había descifrado y por lo mismo había reclamado ya las recompensas.
Trató de sacar de nuevo el tema, curiosa de que tanto más podría encontrar, pero la dueña de casa parecía reacia a seguir rememorando cosas de su pasado o del juego mismo, hasta que finalmente dejo de insistir.
Había separado aun así un par de coordinadas en códigos que le había llamado la atención, pues estas daban como ubicación la mansión y, como bien le había escuchado decir a Caitlyn, si los códigos seguían, significaba que se trasladaban a mapas más específicos.
Esta era una oportunidad como ninguna otra, con la sheriff lejos podía indagar todo lo que quisiera sin que esta se entrometiese en su camino.
Se dirigió sin pensarlo más a la sala de la maqueta y sacando uno por uno, sin cuidado, los mapas y planos que esa habitación tenía guardado, dio finalmente con el plano de la mansión.
"— ¿Y cuantas personas más conocen este código para tontos?" recordó que le había preguntado.
"—No lo sé… casi nadie… supongo"
"— ¿Manotas conoce el código?"
Había preguntado eso sabiendo que Vi era realmente cercana a Caitlyn y si esta decía que no, significaba que "realmente" casi nadie lo conocía.
Solía pensar así antes.
Que la dupla de oficiales se tenían confianza y que sus hazañas se debían a lo bien que trabajan en conjunto, pero a medida que más la conocía se daba cuenta que, si bien era verdad que ambas trabajaban a la perfección y era evidente que ambas se entendían bien, esto no implicaba que Caitlyn confiara en Vi.
No solo eso, Jinx comenzaba a creer que, para términos generales, la sheriff de Piltover sencillamente no confiaba en nadie y listo.
Sacudió su cabeza, sintiéndose irritada. Entendía que por trabajar con la oficial y estar viviendo en su mansión, esta invadiera su cabeza con frecuencia, pero a veces creía que le robaba más tiempo del que merecía tenerla en cuenta.
Sea como sea, Caitlyn contestó negativamente a lo que se le había preguntado. Vi no sabía del código, y por lo que pudo sacar en otras conversaciones, no era algo con lo que sus hombres trabajaran tampoco.
Parecía ser sencillamente algo de su niñez que se había perdido con el tiempo y nadie se molestó en retomar.
Era obvio que alguien le había enseñado el código, quizás la misma persona que la premiaba cuando decodificaba las coordenadas, pero no descartaba que el número de "aventureros" sea superior a dos personas.
Se concentró en el plano que tenía ahora abierto en el suelo. Cortó el código cuando este le marcaba la mansión y de ahí en adelante comenzó a dividir en dos el plano de esta.
Le molestaba que al ser algo tan sencillo fallara en ser específico. Por ejemplo no le decía la planta en donde debía buscar, solo el lado de la mansión, por lo que tuvo que primer registrar la parte de abajo y luego subir las escaleras.
Suponía que debía ser algo más grande que un caramelo ya que tenía habitaciones enormes en donde esconder algún objeto de valor.
Llegó a la habitación que pensó, seria donde encontraría el tesoro, pero se desilusionó solo de entrar.
Era un dormitorio pequeño. Si uno comparaba ese con los otros en la mansión, podía suponer que se trataba de un cuarto de huéspedes o el de la servidumbre.
Revisó un poco los muebles y al no encontrar nada se tiró en la cama.
Estaba cansada de que todo el lugar levantara polvo cada vez que hacia una acción exagerada. El olor a tierra y viejo siempre llegaba a los pocos segundos y la hacía sentirse incomoda.
Buscó con su vista algo interesante mientras el polvo se asentaba. Encontró un estante con algunos cuadros, muchas personas que no le importaban en lo más mínimo, hasta que vio una foto de Caitlyn.
Se levantó y se acercó a esta, tomándola de entre todas las cosas.
Se trataba de una niña de no más de 5 años, sonriendo enormemente mientras abrazaba la mano de una mujer un poco gorda.
Jinx quebró el vidrio con facilidad y tomó la foto, rompiéndola a la mitad para arrugar y tirar a un lado la parte de la mujer y quedarse solo con la imagen de Caitlyn.
La observó con gracia y lamento no tener allí su marcador para dibujarle bigotes y su sombrero, borrando quizás la sonrisa que llevaba para plantar su habitual gesto serio y aburrido.
Dobló la foto y se la guardo en el bolsillo, sabiendo que podría ponerse creativa luego con ella.
Estaba por dejar ese dormitorio cuando al revisarlo nuevamente encontró una fisura en la pared cerca de la ventana.
Primero pensó que era normal por lo viejo de la estructura pero luego comprobó que parecía hecho adrede. Se acercó con lentitud y pudo ver que el ladrillo sobresalía de la pintura.
Sonrió al recordar porque había llegado allí en primer lugar y sin más extendió la mano, extrayendo el ladrillo, develando un pequeño hueco donde algo brillaba adentro.
Metió la mano y saco un collar brillante. Se entusiasmó pensando que era algo de valor, pero al revisarlo bien supo que se trataba de un material de fantasía, una imitación de oro y de rubí que no podía valer realmente mucho. Pero estaba en lo correcto, ese era el tesoro, lo delataba la nota que narraba "Felicidades aventurero, me encontraste"
—Agh… que pérdida de tiempo— murmuró tirándose nuevamente en la cama. Una nueva nube de polvo invadió el cuarto.
Se quedó divagando un poco en sus pensamientos y luego sacó la fotografía de nuevo. Puso el collar a un lado y vio en el pecho bajo de la mujer, lo poco que quedaba de ella gracias al daño que le había hecho a la imagen, el mismo collar.
Sonrió al pensar que quizás no tenía en sus manos ahora nada de valor monetario, pero quizás algo realmente valioso para Caitlyn lo cual podría usar en su contra luego.
Se puso de pie y volvió a dirigirse a la sala de la maqueta. Creía haber decodificado otras ubicaciones en la ciudad de Piltover, y si estas escondían cosas curiosas como esa, valía la pena dar una vuelta.
Caitlyn había terminado su jornada laboral. Entendía que se la llamara esos días, justamente para organizar los recorridos de guaridas y algunas cosas a tener en cuenta para el evento en la Torreta 5.
Inclusive se sentía agradecida de que la hayan llamado. Ahora tenía cierta información valiosa y una buena excusa para ir a la torreta e intervenir como quisiera esos día.
Se encontraba en su oficina organizando sus cosas para partir. Debía pasar por su apartamento antes y escabullirse por la ciudad para tomar de nuevo la ruta que la llevaba a la mansión.
Todo cuidado que ahora también consideraba necesarios y que valía la pena por lo que se podía perder.
El enfrentamiento con los dos cazadores, aparte de la operación de la última torreta la tenía preocupada.
Si todo salía bien, y lamentablemente parecía que no sería el caso, Jinx sería la única involucrada contra sus cazadores. Caitlyn quedaba denegada a un segundo lugar y refuerzos que la otra tiradora podría usar, pero si hacia eso debían estar completamente seguras que podían eliminarlos, de lo contrario su identidad quedaba al descubierto y todos sabrían que ambas estaban juntas en todo lo que pasaba.
Los cazadores eran ciudadanos mejorados de Zaun y de esos había mucho, pero en el último enfrentamiento fue la mujer la que mostró cosas que luego Caitlyn pudo reconocer.
El nombre del clan Ferros no tardó en aparecer entre sus investigaciones y no dio muchas más vueltas al asunto, fue directamente a su fuente más confiable.
"Después de todo, estoy de acuerdo con ella" pensó, recordando el día en que fue a tras las pistas de los cazadores "Siempre hay tiempo para el té"
Ahora sabía que la mujer cazadora que perseguía a Jinx estaba mejorada con cristales Hex, pero una copia de estos que sucumbían a profundas vibraciones de sonidos. El hombre era sencillamente un experimento con químicos. Sus músculos se endurecían a tal punto que en cuestión de segundos asimilaban el acero.
Jinx tenía razón, si lograban de alguna forma "doblar" ese acero, los órganos internos no resistirían y lo mataría, lo cual realmente dejaban a la mujer modificada como el mayor inconveniente.
Suspiró sabiendo que, aunque había terminado su trabajo, aun le quedaba mucho por hacer una vez llegue a la mansión.
Se puso de pie, ya guardando lo que quedaba cuando llamaron a la puerta.
Levantó la vista para preguntar a que se debía la intromisión tan tarde, pero la persona que llamó se adelantó para abrir la puerta y esperarla en el marco de esta.
Caitlyn sintió como sus hombros se ponían rígidos al ver a Marangoni con dos de los agentes D2 esperando por ella.
—Ah, comenzaba a temer que no nos crucemos hasta el día del acto, señor…— comentó, actuando tranquila y dócil.
—Lamento mucho haberme ausentado en las reuniones previas y la de hoy— agregó el hombre, adentrándose y haciéndole señas a sus hombres para que lo esperaran en la puerta— Ya saben cómo es la agenda de un político ¡Mas en estos días!
—Ciertamente.
—Pero mis capitanes… bueno, los capitanes D2 con los que está trabajando me han dejado tranquilo… y su desempeño también.
Caitlyn sonrió con tranquilidad y asintió un par de veces, pero a medida que el hombre se acercaba a ella, las náuseas y el malestar comenzaban a invadirla.
—Están sorprendidos de lo eficiente que es coordinando todo ¡Y muy agradecidos también!— comentó mientras soltaba unas risas de conformidad— me dijeron que la policía de Piltover cada vez le da más lugar y la confianza crece en ellos al igual que los ciudadanos… son realmente buenas noticias, muy buenas noticias.
—Tenia mis dudas… aun las tengo— admitió mientras se apoyaba en su escritorio y se cruzaba de brazos, dispuesta a soportar esa charla de la mejor manera posible— pero he pensado mucho en sus palabras… y en sus propuestas…
—Ah… me alegra escucharlo.
—Debo admitir, como ya le dije antes a sus hombres… es más cómodo sencillamente que otro de la cara y trabajar como un grupo… no lo sé. Tiene su encanto.
—Como un grupo, como un equipo en el que todos dan la cara y se apoyan entre ellos. La prensa y las malas lenguas dejan de apuntar a uno y apuntar a un grupo o a un político, los cuales ya estamos acostumbrados a ese tipo de atención, hace ciertamente todo más fácil ¿No es así? Si…
—Aun así, ya me conoce, me gusta estar al mando de algunas cosas.
—Por supuesto, por supuesto. Nuestra querida sheriff, seguirá siendo nuestra querida sheriff. Por favor, no dude de nosotros en ese sentido.
—No lo hare si ustedes no lo hacen.
—Muy justo— concedió el hombre— bueno, solo pasaba a saludar y a dar el visto bueno por cómo se va organizando todo con la torreta 5 y el acto en algunos días. Buen trabajo.
—Gracias.
—Ah, y quería dejarle personalmente un obsequio.
Caitlyn vio como el hombre metía la mano por adentro de su saco y sacaba de este una capsula del tamaño de su palma.
La espalda de la oficial se contrajo tanto que tuvo que apretar sus brazos para que esta no se doblara por el dolor al reconocer las píldoras.
—Ah, mis dulces— trató de bromear, actuando feliz, estirando una de las manos para recibir el frasco.
En su mente todas las indicaciones que le había dado Jinx para no sucumbir a la radianita comenzaron a aparecer rápidamente.
Quería agarrar el frasco tal y como estaba y meterlo en su bolsillo, lejos de su vista, y en cuanto Marangoni y sus hombres la dejaran sola, podría tirarlo lejos.
Era una acción que prácticamente tenia asimilada y por eso había estirado la mano para acelerar que la capsula desapareciera.
Pero parecía que el político tenía otras intenciones. Con la otra mano rompió el seguro del frasco y lo destapó. Tomó la mano de Caitlyn y vertió en esta una buena cantidad de píldoras.
—Todos los dulces que nuestra querida sheriff… desee.
Caitlyn se quedó de piedra sabiendo que con ese simple gesto todo estaba arruinado.
Solo con ver las píldoras fuera de su frasco, tan cerca de ella, su cuerpo comenzó a temblar.
Ya ni siquiera podía enfocar su vista y, apenas el olor de la radianita había llegado a su nariz, su boca ya comenzaba a producir una cantidad de saliva que le costaba disimular.
El político pareció comprender la necesidad de la chica y se acomodó el sacó, saludando con la cabeza a la sheriff, dejando el frasco en su escritorio antes de marcharse con sus hombres.
Ya sola en su oficina el tiempo pareció distorsionarse.
No sabía si habían pasado segundos, algunos minutos o mucho más que eso desde que el político se fue, pero no había movido ni un solo musculo, como si petrificarse en el lugar para siempre ayudaría a evitar su siguiente movimiento, y ese era llevarse todas las píldoras de una buena vez y por todas a la boca.
Se iba a drogar, quisiera o no, no tenía escapatoria.
Su vista se levantó, creyendo que podría quebrar en llanto en cualquier momento, buscando por cualquier indicio de ayuda, pero estaba sola, y eso era perfecto para poder consumir la sustancia en paz.
Trató de razonar con ella misma pero todos sus pensamientos flaqueaban en contra de su deseo.
Lo último que pudo hacer fue suplicar a su cuerpo que resistiera solo un par de minutos, y con eso pudo meter las píldoras de vuelta en la capsula y salir disparada hacia su auto en las afuera de la jefatura.
Salir de la ciudad fue complicado, seguro recibiría un par de multas por infracciones y exceder la velocidad en algunos tramo, pero una vez pudo salir a ruta nada le impedía pisar el acelerador a fondo.
Su plan no había funcionado, Jinx tenía razón.
En la guantera de su vehículo tenía el dispositivo que la había ayudado hasta ese momento. Se había sometido a sus dolorosas descargas todo ese tiempo y, aunque enloquecía por como sus nervios se quemaban con la electricidad, lograba dispersar los sentimientos por la droga.
Sin embargo ahora era diferente.
Había abordado su vehículo y se había dado la descarga cuando creyó estar sola en el estacionamiento. Sirvió los primeros minutos y luego su cuerpo se retorció, pero ya no de dolor, sino por la abstinencia de la sustancia que ahora tenía en sus manos.
No podía ni siquiera tirar la capsula por la ventana porque sabía que ella se tiraría a buscarla, sin importar que todos la vieran drogándose en el mugriento suelo de alguna calle.
Golpeaba el volante, enloquecida, sabiendo que perdería la batalla sin importar que.
Fue cuando comenzó a gritar por Jinx.
La chica la mataría si se enteraba que ahora debía lidiar con su única compañera drogada de nuevo, pero la creyó su única salvación.
La única persona que de una u otra forma podría solucionar esto.
Y solo con ella en mente comenzó a conducir a gran velocidad a la mansión, como si la persiguiera de cerca una de sus peores pesadillas.
En más de una ocasión el vehículo saltó por las imperfecciones del camino, y cuando tuvo que doblar creyó que se volcaría. Aun así no bajo la velocidad.
Prefería morir antes que despegar sus manos del volante, ya podía ver la mansión. Estaba tan cerca.
Llegó obviando la entrada principal, pasando por el césped hasta estacionarse en el lado trasero. Sentía que los ojos se le hundían y la piel le ardía solo de salir del vehículo y dejar las píldoras en él.
— ¡Jinx!— la llamó entrando en la cocina— ¡Jinx!
Nadie le contestó.
Entró frenéticamente a la sala con todos los proyectos y la encontró también vacía. Subió unos escalones y volvió a llamarla a los gritos, pero estaba sola.
No sabía si lloraba o era simplemente la traspiración. Erráticamente comenzó a patear todo lo que se encontraba en su camino. Su cuerpo se lastimaba por los bruscos movimientos y golpees dado en direcciones aleatorias sin cuidado.
— ¡No! ¡No!
Finalmente comenzó a darse golpes en su cabeza, tratando de evitar que se dirigiera de nuevo afuera a buscar las píldoras.
Entre toda la locura vio las armas de Jinx y las suyas junto con algunos explosivos. Se acercó hasta ellas y sacó sus esposas.
De camino a la cocina de nuevo tomó la llave inglesa más grande de entre las herramientas que usaban para trabajar y, tomando de referencia el grifó, comenzó a golpear la pared con fuerza.
Gracias a la fuerza y al metal pesado de la llave inglesa, logró con facilidad romper gran parte del revoque hasta dar con los caños de acero del sistema de agua.
Con la misma llave raspo lo que quedaba de la pared para que las esposas pudieran pasar.
Sentía que perdía la cabeza por completo mientras tocaba su cuerpo en busca de cualquier metal o artefacto que tuviera una parte sólida.
Tiró todo lo que tenía: sus botas, su reloj, su cinturón, su collar, todo en cuanto sabía que pudiera ayudarla, lo arrojó muy lejos de su alcance.
Como último acto se esposó a cada lado de la cañería y comprobó con fuerza que esta no se moviera ni un solo centímetro. Se apretó las esposas hasta lo más mínimo que podía soportar sus muñecas y con las ultimas fuerzas que le quedaba a su voluntad tiró las llaves a un costado.
Ya estaba de noche cuando algunas de las luces de la mansión le indicaban que Caitlyn ya estaba allí pero Jinx puso en alerta apenas ver el vehículo estacionado en diagonal en el jardín trasero.
Decidió no entrar de inmediato y escabullirse hasta llegar a una de las ventanas.
Vio a Caitlyn de espalda, estaba esposada a la pared cuyo revoque parecía haber sido carcomido a golpes de alguna herramienta que no estaba diseñada para eso.
Tomó entre sus manos una de sus pistolas y entró con cautela, buscando a los causantes de todo aquello.
Se cercioró que la cocina estaba despejada y mirando hacia los pasillos tampoco pudo ver nada.
Se acercó a Caitlyn. Era difícil decir en qué condiciones se encontraba. Llevaba puesta solo una camisa blanca y su falda. Le llamó la atención verla descalza.
Se acercó un poco más y notó las esposas que la mantenían bien aprisionada a las cañerías de la pared. Tenía ambas muñecas muy lastimadas y la sangre manchaba el metal. Estaba segura que la chica había luchado desesperadamente por librarse.
Muchas cosas no tenían sentido en la mente de Jinx mientras analizaba la escena, pero priorizó de momento asegurarse de que nadie la amenazaba en la mansión.
Volvió a mirar hacia los pasillos y el portal de la sala, lista para chequear esa área, pero solo dio dos pasos en esa dirección.
—No hay nadie más aquí.
Aunque la voz de Caitlyn se lo anuncio claro y puntualmente, la chica no dejó de desconfiar de su entorno. Nuevamente la escena no tenía ningún sentido si lo que decía la oficial era cierto.
Siguió mirando con cuidado el portal, pero en efecto, nada parecía indicar que alguien más estuviera cerca.
Volteo a ver a Caitlyn pero el cuerpo de la chica seguía en la misma posición, arrodillada, con las manos levantadas mientras las esposas le impedía bajarlas del todo.
— ¿Qué dijiste?— le preguntó finalmente.
—No hay nadie más en la mansión… no tienes que hacer… lo que estás haciendo— puntualizó nuevamente.
Jinx le creyó esta vez, dejando el arma a un costado, aun observándola sin entender lo que pasaba.
Se tentó de preguntar directamente, pero el misterio era tan desafiante que quiso darle una oportunidad a su cabeza de resolverlo.
— ¿Estas especialmente idiota hoy?— trató de adivinar con gracia, presentando la única explicación que podía— ¿Por qué te esposaste a unas tuberías, idiota?
Se acercó a ella para ver de liberarla pero la oficial, al sentir sus pasos, se encogió en su lugar, como si le doliera la proximidad.
— ¿Qué te sucede? Actúas como un gusano— se burló esta, pero al ver como la otra había reaccionado dejo de avanzar— no es como si no parecieras un-
— ¡Jinx!
Su nombre salió de manera extraña. Nunca lo había escuchado de esa forma. Por más raro que le pareciera, sintió que se lo estaba diciendo alguien que se ahogaba en algo espeso y pesado.
El sentimiento le desagrado tanto que hizo una mueca de disgusto sin poder evitarlo. De repente no sabía qué hacer y al temer hacerle más daño a la otra sencillamente esperó en su lugar.
Vio como Caitlyn movía sus brazos, aun cubriéndose el rostro, en un intento muy pobre por ponerse de pie. Al darse cuenta que no podía lograrlo se acomodó de rodilla en el lugar.
—Esto… odio esto— murmuró la chica— es como… si te hubieran violado… metiéndote cosas… que no quería… no quería esto… ¿Cómo fue que llegue a esto? Me metieron esto adentro… y ahora no puedo sacarlo… no podre nunca… me arruinaron para siempre… odio esto…
Jinx podía darse una idea de lo que la otra decía e instintivamente volvió a desconfiar de su entorno, pero nuevamente y a simple vista, estaban solas.
— ¿Por qué te esposaste?— preguntó directamente, ignorando los lamentos que salían de la oficial.
—Hay radianita en el coche.
Jinx miró por las ventanas de la cocina y divisó el vehículo en el que Caitlyn había llegado. Sus pensamientos comenzaron a hilarse de a poco hasta encontrar una posible respuesta a lo que pasaba.
Sonrió creyendo entender.
—De ninguna forma— comentó mientras reía— no me digas que… no me digas que te esposaste para no arrastrarte por tu droga ¿Eso fue lo que paso? ¡Dios! ¿Por qué no te pusiste un collar en la garganta? ¡Eso hubiera sido una imagen memorable!
Rio un poco por la ocurrencia y volviendo a ver a Caitlyn, miles de otras bromas cruzaron su cabeza, pero estas perdieron importancia al ver las esposas. Tanto las cañerías como estas presentaban signos de haber sido forzadas hasta marcar el acero y la sangre y heridas en las muñecas de Caitlyn daban muestra de la lucha desesperada por librarse también.
Tomó aire hasta llenar sus pulmones por completo, lo sostuvo y luego lo largó en un sonoro suspiro de aburrimiento.
— ¿Consumiste las píldoras?— le preguntó, cruzándose de brazos, pero poniéndose de mal humor solo con pesar en la afirmativa— ¿Ah? Dime.
Caitlyn negó con la cabeza un par de veces.
— ¡Dime la verdad, montón de mierda, o te juro que-!
— ¡No tome ni una sola!
El gritó tan repentino asustó a la misma Jinx pero al mismo tiempo disperso cualquier duda que tuviera respecto a la oficial.
Esperó por cualquier otra reacción pero la dueña de casa se limitó a temblar en su lugar. Los brazos hacia arriba casi no tenían color y sus manos tenían un aspecto terrible también.
Salió de la cocina sin reparar más en la chica y se dirigió al vehículo. Encontró la capsula de píldoras en el asiento de acompañante y la tomó de inmediato.
Le parecía increíble que algo tan pequeño pudiera causar tanto daño en alguien pero tampoco era algo ajeno a ella.
Caminó un poco por el jardín hasta encontrar un charco de agua y, destapando el frasco, vertió todas las píldoras allí, las cuales efervescentemente se desvanecieron en poco segundos.
Llevó el frasco en su mano detrás de su espalda, y pensando que se trataba de una pequeña granada, lo lanzó con fuerza.
Se quedó con la tapa del recipiente y la observó con detenimiento mientras se acercaba de nuevo a la mansión.
El símbolo arriba le llamó la atención, tanto que detuvo sus pasos para poder apreciarlo mejor. Sus dedos lo dibujaron por arriba y para cuando emprendió de nuevo su marcha ya se lo había guardado en el bolsillo.
Al entrar encontró a Caitlyn en la misma posición que la había dejado. Se dirigió a la sala principal y trajo con ella unas pinzas que, sin cuidado, puso en las cadenas de las esposas y la rompió al presionarlas.
Los brazos de Caitlyn cayeron sin gracia tocando el suelo. Luego de algunos segundos la chica se acomodó de costado, aun con la frente pegada a la pared, para abrazarse y reparar en sus muñecas.
Jinx tiró a un lado las pinzas y se sentó a su lado, apoyando su espalda en la pared, sintiendo cansada de repente.
Volteó su cabeza para poder ver el rostro de Caitlyn que también se perfilaba a su lado ahora, pero encontró su mirada perdida y lejana, como si no se encontrara en la misma habitación que ella.
Extendió una de sus manos para alcanzar su muñeca, quería saber que tan grave era el daño que la chica se había causado.
Ya estaba pensando que había visto unas vendas en la otra sala, cuando Caitlyn apartó con una de sus manos las de ella.
Jinx rio por lo bajo sin poder creerlo y trató de agarrar de nuevo las muñecas de la chica, pero está, de un manotazo, alejó el tacto.
— ¿Vamos a pelear por esto?— preguntó con gracia, al momento que se acercaba al cuerpo de Caitlyn y agarraba uno de sus brazos para atraerla.
La acción provocó una reacción hostil por parte de Caitlyn de inmediato, que enfocó sus ojos en Jinx y la empujó con fuerza.
La de Zaun volvió a tratar de tomarla, pero la oficial comenzó a dar manotazos con fuerza, acertando algunos golpes y otros no, mientras emitía sonidos molestos y su respiración se agitaba.
Trató de apresarla en su lugar, y tiró de fuerza de ella cuando la vio con las intenciones de pararse. Pensó que podría tomarla en el suelo, como había hecho tiempo atrás en el apartamento de la oficial, pero la primicia esta vez era el daño que la misma Caitlyn podía hacerse a ella misma si seguía luchando sin sentido.
—Basta ¡Basta!— le ordenó Jinx, mientras la agarraba con fuerza de los brazos y trataba de inmovilizarla en el suelo.
La tenía casi controlada y puso una de sus manos en el rostro de la chica para que esta dejara de mover el cuello, pero fue un error y lo supo al sentir el dolor cuando los dientes de Caitlyn se clavaron en su mano, entre el dedo pulgar y el índice.
Al bajar la mirada pudo ver como los ojos de Caitlyn la observaban con un odio profundo mientras manchaba sus labios por la sangre que ya salía de su mano. Aun así, Jinx no mermó su agarre, sosteniéndola con esa mano en su rostro y la otra tirando con fuerza uno de sus brazos para que este se pegara al suelo.
Permaneció en esa posición soportando el dolor de la nueva herida por largos segundos, sosteniéndole la mirada a Caitlyn.
Pudo ver el momento que la chica pareció caer en lo que hacía y sus mirada azul se suavizaba al igual que su mandíbula, hasta separar los dientes de la piel de Jinx.
—Así que… ¿Mal día?— preguntó con gracia al saber que la situación ya estaba bajo el control de Caitlyn de nuevo.
La oficial pegó su nuca al suelo y trató de relajarse, mirando al techo en vez de a Jinx.
Le dolía todo el cuerpo pero principalmente los brazos y creía que el único descanso que podría valerle era la muerte misma.
—Suéltame— pidió de mala gana, pero Jinx se lo concedió a medias, soltando su rostro y brazo, pero aun quedándose sentada arriba de ella.
—Fue una buena idea— sintió que Jinx le decía, pero prefería seguir mirando el techo— esposarte me refiero. Nunca lo vi antes, lo juró. Algunos se encierran, otros corren o tratan de tirar sus drogas ¿Pero esposarse para luego luchar como desquiciados con la mismas esposas que se pusieron? No, señor… nunca lo vi. Muy creativo de tu parte, toda una artista.
—No puedo seguir haciendo esto.
— ¿Disculpa?
—Tú lo sabes también. No lo lograre... tuve suerte esta vez.
— ¡Pues ten suerte unos cuantos días más!
— ¡Dios! ¡Eres tan idiota que no te soporto! ¡No te soporto!— se quejó viéndola nuevamente con molestia— ¡No soporto nada de esto! ¡Es una locura! ¡No voy a seguir! ¡Me rindo!
Esta última declaración molestó a Jinx, y cuando Caitlyn se quiso poner de pie, la empujó con fuerza por los hombros de vuelta al suelo.
— ¡No puedes rendirte, idiota! ¡No depende solo de ti!
— ¡Tu no me importas!
— ¡Pues a mí me importa una mierda que a ti no te importe! ¡Yo me importo! ¡Y no dejare que lo arruines todo! ¡¿Me entiendes?!
La molestia de Jinx creció mas al ver como la otra quería luchar de nuevo contra ella, pero decidió que esta vez no sería una batalla tan larga y dramática. La elevó un poco y la golpeó nuevamente con fuerza contra el suelo, para dejarle en claro quien tenía en control sobre la situación. La oficial pareció cazarlo de inmediato.
—Te matare ¡Lo juro! Te matare— le aseguró Jinx— drógate una vez ¡Una sola maldita vez! Pon en peligro todo lo que hicimos ¡Y te mato! ¡No me importa! ¡Nada! ¡Te matare! ¡¿Lo entiendes?!
Caitlyn no contestó a su amenaza y con esto logró que volviera a pegarla al suelo optando una postura más sumisa ahora.
— ¿Te falta motivación? ¿Es eso? Pues yo te daré toda la que necesites— siguió hablando, viendo complacida como era fielmente seguida en cada palabra que decía— toma una píldora de esa, vuelve a meterte la sustancia que tanto te gusta, y piensa mientras la consume en la bala entre medio de tus cejas que te meteré ¡Y por favor! Piensa en los demás ¡No seas egoísta! Te matare a ti, y luego a todo aquel que aprecies ¡Los matare! ¡Los mandare contigo al más allá! ¡Los matare a todos! ¡Solo si tomas una sola de esas píldoras! ¡Lo juro! ¡Lo hare! ¡¿Me entiendes?!... ¡Contéstame!
— ¡Si!— gritó la chica al temer que Jinx vuelva a pegar su cabeza contra el suelo.
La respuesta calmó de inmediato el rostro desquiciado que podía ver en Jinx y la chica volvía de a poco a mostrar su habitual sonrisa de triunfo y gracia.
— ¿Ves? No era tan difícil. Siempre lo digo, todo se soluciona charlando.
—Estas… demente…
— ¿Y recién lo vienes notando?— preguntó con gracia y ahora si se levantó del cuerpo de Caitlyn dejando que la chica finalmente se sentara en su lugar.
Recordó las vendas al ver como la oficial se tocaba las muñecas y parecía poner atención ahora en su recuperación.
Las encontró sin buscar mucho y volvió a la cocina, donde la otra se había apoyado en la isla para darse estabilidad. Se las tiró y Caitlyn la agarró con ambas manos.
—Haz lo que tengas que hacer y vuelve a trabajar— le ordenó ya dándole la espalda— Ya tuvimos nuestro reparador recreo y si no terminamos nuestras tareas, reprobaremos la materia.
—Oye…
— ¿Qué?
— ¿Lo dices en serio?
Jinx se volteó con curiosidad y vio como la chica seguía apoyada en la isla con las vendas en la mano.
— ¿Vas a matarme… a mí y a todos… si consumo la droga de nuevo?— preguntó con cuidado.
Jinx no entendió el punto de esto, así que sencillamente la encaró con determinación.
—Lo hare— le aseguró sin más, mostrándose seria al decirlo.
— ¿Lo juras?— preguntó con la misma determinación y concentración en su mirada.
La expresión hizo sonreír a Jinx, una sonrisa que Caitlyn ya había visto antes y que era la que verdaderamente a veces le helaba hasta los huesos.
La de Zaun se movió un poco las prendas que cubrían su pecho, develando un poco de piel arriba del izquierdo. Con su dedo índice apuntó el lado descubierto y clavo sus uñas con profundidad en la piel, rasgándose para marcar una cruz en ella.
—Lo juro.
Conforme con esto, no esperó ninguna palabra más de la sheriff y le dio la espalda para volver a la sala principal.
No era en lo único que había pensado.
Pasó su vista por el lugar y encontró una pequeña estatua de un oso con un pez en su boca, se dirigió hacia allí, y sacó el collar de su bolsillo.
Su búsqueda en la ciudad no había dado ningún fruto y al final del día el único tesoro que, como "aventurero", había conseguido era ese collar.
Convencida que cualquiera que entrara en la sala pudiera dar con él si lo ponía en la estatua, lo envolvió en el cuello del oso y siguió camino como si nada.
No creyó haber dormido más de un par de horas en una de las habitaciones, cuando escuchó los ruidos metálicos en la sala.
—Bueno… de vuelta a los negocios— comentó para ella misma sabiendo que seguramente se trataba de Caitlyn ensamblando los dispositivos.
Caminó hasta la sala y, en efecto, la oficial se encontraba dándole la espalda, muy cerca de una de sus pizarras, con un par de artefactos bajo su control.
Parecía que se había lavado la cara y llevaba el pelo hacia atrás, como si lo hubiera acomodado con sus manos. Pudo ver las vendas en su muñeca, y al acercarse más pudo comprobar que seguía descalza, pero parecía cómoda en su lugar.
—Pensé que nuestro "recreo" ya había acabado— comentó a modo de saludo al sentir que Jinx se sentaba en el sofá próximo.
—Ese no era un recreo… era una siesta… no me juzgues.
Con disimulo miró hacia donde estaba la figura del oso y no encontró el collar en él. Sonrió sintiéndose satisfecha y se acercó la mesa de té, donde estaba la bomba que le había causado problemas temprano ese día.
— ¿Conseguiste los planos de las minas?
—Los conseguí, aunque como te dije, tienen años y no descartó que por el tiempo algunas cosas hayan cambiado.
—Nos servirán igual.
— ¿Solucionaste la compatibilidad del detonante con la expansión de sonido?
—Yep.
—Tendrás que explicarme más que eso si quieres que te ayude con los dispositivos que faltan.
— ¿Sabes? Te ves sexy esposada con tus propias esposas.
—Ni siquiera me explicaste como planeas meterle tantos detonante a alguien que ni siquiera tiene tórax.
—Sí, tampoco lo sé aun ¿Alguna idea?
—Imanes.
—… ¿Imanes?
—Necesitamos que se peguen y duren ahí unos segundos ¿No? Y su cuerpo está hecho por una estructura de metal después de todo.
—Como toda la torreta, los imanes también se pegaran a la torreta.
—Hay imanes que se activan a una señal… como las bombas.
—… es verdad, podría funcionar— concedió la de Zaun pensándolo también— Hagamos eso.
Iba a hacer un comentario, burlándose de la inteligencia de Caitlyn y como esta de vez en cuando la usaba, cuando al verla se encontró con que esta ya la estaba observando desde antes.
— ¿Qué?
— Estoy bastante segura…— comentó Caitlyn, mirando ahora hacia arriba, como pensando en ese tema antes de volver a mirar a Jinx con una sonrisa llena de confianza— a ti te quedan mejor mis esposas.
Nota del autor
6000 palabras… el capítulo corto… me cago en todo lo cagable.
Es que este capítulo, yo sabía que no iba a ser corto, porque es uno de los que también tenía muchas ganas de escribir, me gustaba mucho este capítulo y por eso le puse ganas.
Bueno.
El capítulo que viene es el final de temporada, es larguísimo así que no lo esperen ni el lunes ni el martes, pero si la semana que viene.
Es ese capítulo y el epilogo y luego… veremos.
Seguramente a la nueva temporada la comience luego de Arcane para ver que tanto me caga el canon de todo esto y tantear algunas cosas, asi que si, veremos.
Que tengan lindo comienzo de semana a todos.
Lov u all.
