Marinette se sentía más torpe que de costumbre, y es que tener a Adrien a su lado todo el tiempo estaba afectando seriamente su ya no muy buena coordinación, su sentido del equilibrio, todo. Ella siempre era la última en salir del aula, ya que, mientras guardaba sus cosas, se le caían los lápices al suelo. Adrien se agachó y los levantó, entregándoselos a Marinette muy formalmente. -Ten, mi lady- Le dijo. Allí, arrodillado en el suelo y extendiendo sus manos para darle sus útiles, Adrien parecía un peregrino entregando una ofrenda sagrada a alguna deidad. Marinette los tomó, muy roja cuando sus manos se rozaron, sintiendo aquella electricidad que parecía más intensa que nunca.

Tomaron sus mochilas y salieron del aula tomados de la mano, como si no quisieran separarse jamás, y la verdad es que no querían.

Adrien y Marinette caminaron en un agradable silencio, bajando las escaleras y atravesando el gimnasio para salir de la escuela. Un silencio que Marinette rompió.

-¿Sabes, Adrien? Eres muy lindo cuando caminas, y también cuando estás de pie y-y cuando hablas- El chico se puso como una cereza. Era increíble que su lady estuviera haciéndole aquellos cumplidos.

-Tú eres muy, muy tierna. Oye, Ma-Marinette- Adrien se sorprendió. ¿Por qué estaba tartamudeando? ¿Por qué su corazón se había acelerado?

-¿Sí?-

-Me preguntaba si te gustaría ver un cine, no, ir a las películas, quiero decir- Ella se rió ligeramente, enternecida.

-Oh, Adrien, eres mucho más lindo cuando estás nervioso, y sí, por supuesto que sí, Gatito. Será un honor y privilegio ir al cine contigo- Marinette le dio un beso en el dorso de la mano, y un Adrien muy apenado pero feliz, se preguntó cuándo se habían intercambiado las personalidades.

Al llegar a la puerta que daba al exterior, Adrien y Marinette se separaron. Era difícil ya que ambos, sin que el otro lo supiera aún, deseaban gritar su amor a los cuatro vientos y presumir al contrario como pareja. Sin embargo, también individualmente, habían decidido ocultar "lo suyo" lo que había surgido desde que revelaron sus identidades secretas. No podían correr el riesgo de que Shadow Moth se enterara y lo usara en su contra. Lo esconderían de sus amigos como civiles y del resto del mundo como súper héroes. De todos. Bueno, casi todos.

Marinette, sintiéndose en las nubes, hablaba con Adrien por teléfono. La joven, ni bien llegó a casa, se había quitado los zapatos de un punta pie, dejándose caer en su cama con una enorme sonrisa en su rostro. Había puesto la canción que ya habían bailado juntos en dos ocasiones como tono exclusivo para él, y Adrien la había llamado.

Alya la había visitado esa misma tarde, ni bien terminó la escuela. La joven aspirante a reportera quería saberlo todo acerca del "Adrinette que se había hecho real" Mordisqueando sus respectivos croissants, cortesía de Tom y Sabine y bebiendo un refrescante batido de fresa, la azabache le contó toda la historia de cómo ella y Adrien habían dejado de ser solo amigos, bueno, más o menos. Tuvo que omitir lo obvio, que él era Chat Noir. Alya ya sabía que ella era Ladybug. Sería demasiado peligroso que supiera las identidades de ambos héroes.

-Pero está bien, a veces ceno en casa ni bien regreso- Estaba diciendo el joven rubio al otro lado de la línea. A él lo había visitado Nino, el novio de la morena.

-¿A veces?-

-A mi padre no le gusta demasiado la cena, dice que engorda y como modelo…-

-Claro, tienes que mantenerte en forma-

-Todo el tiempo- Adrien suspiró.

-De todos modos, ser súper héroe ayuda- Añadió. Acababa de contarle a Marinette que se encontraba en una lección de esgrima, con dos horas por delante y cuando ella muy maternalmente le preguntó si ya había comido, él le informó que llevaba horas sin probar bocado.

-Adrien, ¿Cuánto te queda de recreo?-

-Pues, unos veinte minutos ¿Por qué?-

-De acuerdo, me alcanza-

-¿Qué?-

-¡Tikki, puntos fuera!-

-No se vale! Te transformas y no puedo verte- Marinette se rió.

-Tengo una sorpresa para ti, Adrien- Sosteniendo el celular entre el hombro y la oreja, ella corrió escaleras abajo y comenzó a buscar frenéticamente.

-¿Una sorpresa?- Pudo sentir la emoción en la voz de Adrien mientras buscaba un tupper lo suficientemente grande y guardaba un quiche de vegetales y queso allí. ¿O debería calentarlo antes? Marinette le echó un vistazo a su reloj. ¡Ya no había tiempo!

Ladybug salió por la ventana y se impulsó con su yoyo, sobrevolando edificios con el tupper bien sujeto bajo un brazo.

-¿Bugaboo?-

-Asómate a la ventana, Gatito-

Adrien abrió una de las grandes ventanas que daban al salón donde practicaba esgrima, y Ladybug le devolvió la mirada del otro lado del vidrio.

-Mi la, quiero decir, Ladybug- La tomó de la mano y ella entró al lugar.

-Tranquilo, rayito de sol, no hay miau-ros en la costa. No, espera, ese fue un pésimo chiste-

Adrien se rió. -No lo fue, oye, ¿Cuál era la sorpresa?

-¡La sorpresa!- Marinette le entregó el tupper, sonrojada.

-Está um, tal vez esté un poquito aplastado porque lo metí a presión en el tupper y, verás no, no tuve tiempo para calentarlo pero, em, espero que te guste. No podías seguir así sin comer hasta quién sabe cuándo y, y…- Adrien la interrumpió abrazándola con todas sus fuerzas. Abrió el recipiente y le dio un buen mordisco a una porción. Marinette incluso se tomó el trabajo de cortar el quiche.

-Es perrfecto, Marinette. Como tú- Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas de emoción y alegría. Era maravilloso que alguien se preocupara así por él. Nadie más y nadie menos que su Lady. Le dio otra mordida a la tarta de verdura y queso. Estaba realmente hambriento.

O lo había estado hasta que llegó su superheroína favorita a salvarlo.

-Sólo quedan cinco minutos, será mejor que me vaya antes de que tus compañeros regresen- dijo ella.

-Buen trabajo, mi lady. Me salvaste- Él le sonrió y atacó otra porción.

-Ganamos- Los dos chocaron los puños, Ladybug le dio un beso en la mejilla y salió por la ventana, impulsándose con su yoyo. Adrien le lanzó un beso que por poco la hace perder el equilibrio y le dio un par de bocados más al quiche. Su celular vibró con un mensaje. Era su lady.

(Por cierto, yo lo hice)

(Wow, nunca imaginé que probaría algo hecho por mi lady. Ya te extraño) Le respondió, emocionado.

(Nos vemos mañana en el cine, Gatito)

En el cine… Allí era donde le diría todo lo que sentía y le pediría formalmente que se convirtiera en su novia. Por un momento, Adrien olvidó cómo se respiraba.