James y Lily regresaban a casa después de haber cenado con Sirius y Remus en casa de este último. Lily había insistido en ir a pie ya que la noche estaba muy agradable, y su marido no pudo oponerse. Si Lily lo decía, así tenía que ser. No importaba lo abultado de su vientre.
Ya habían llegado a su calle cuando al cruzar la calle vieron una silueta al fondo vagamente familiar.
"Mira, es Franky." Frank Longbottom vivía en un edificio de la misma calle. Su esposa también estaba embarazada, pero siempre estaba dispuesta a acompañar a su marido en huelgas y manifestaciones. Rara era la vez que no había alguna mención en los periódicos sobre el activista matrimonio.
Antes de que James pudiera levantar su mano para saludar al hombre, un menuda figura salió de entre las sombras al encuentro de Frank. Ninguno de los dos comprendieron qué estaba ocurriendo hasta que el desconocido salió corriendo y se metió en un carruaje al final de la calle. Franky se apoyaba en una farola con su mano en el vientre.
"¡Franky!" James y Lily corrieron en su auxilio. Lily se agachó al lado del hombre herido sin dejar de gritar por ayuda mientras James se lanzaba a la carrera para perseguir al carruaje. Aquella figura... ¿A quién le recordaba?
El carruaje ya estaba muy lejos y James desistió en su persecución. Encontró a un policía de patrulla y lo condujo a toda prisa hacia donde había dejado a Lily y Franky.
Pero ya era tarde. Franky había muerto.
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"Pobre Franky." Remus meneó la cabeza con tristeza. "Con una esposa y un hijo en camino."
"Su mujer se ha vuelto loca o eso dicen. Lo quería mucho." Murmuró James.
"¡Maldita sea!" Sirius pegó un manotazo en la mesa con furia. "Y por encima, Scotland Yard no va a mover ni un dedo. No les interesa coger al asesino porque se han quitado una molestia de encima. La burguesía está detrás, estoy seguro."
"Creo que tienes razón, Sirius, pero no remuevas la mierda. Es un terreno muy peligroso." Le aconsejó Remus.
"¿Cómo voy ignorarlo¡Han matado a Franky! Haré todo lo que pueda por encontrar a los asesinos y hacerles pagar lo que han hecho."
"Yo estoy contigo, Sirius. Yo estoy esperando un hijo al igual que lo estaba Franky. No puedo perdonar que hayan dejado huérfano a ese niño." La mirada determinada de James asustó más a Remus que la rabia de Sirius. ¿Qué rondaba la cabeza de James?
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Rabastan se servía un whisky en el aparador mientras su hermano miraba fijamente el crepitar del fuego en la chimenea. Sólo Bellatrix observaba al menudo y nervioso hombre sentado en el sofá.
"¿No te arrepentirás ahora, Pettigrew?" Exclamó con una gélida voz a la par que se levantaba y se situaba tras el hombre. "Lo hecho, hecho está." Se inclinó sobre su oído y susurró. "Ahora eres un asesino y nada cambiará eso de ti. Lo serás para todo el mundo."
Pettigrew tragó saliva y se frotó las manos sudorosas.
"Mi señora, soy consciente de lo que me dice. No me arrepiento."
"Así me gusta, Pettigrew." Bellatrix se irguió y fue en busca de una copa para su sicario. "Eres lo suficiente listo para saber lo que te conviene. Ese Longbottom era peligroso para nosotros y sobretodo para ti. Nosotros tenemos fortuna y prestigio. Un pobretón obrero sindicalista no conseguiría hundirnos. Sin embargo, tu precaria fábrica se iría a pique." Bellatrix rió echando la cabeza hacia atrás y se acercó a su marido. "Si haces lo que te digamos, nosotros te protegeremos y no tendrás nada que temer, Pettigrew. Somos socios¿recuerdas?"
El hombre asintió con la cabeza. Aquella mujer le daba miedo pero ella estaba ligada a las tres familias más ricas e influyentes de Inglaterra: los Black por sangre, los Lestrange por su matrimonio, y los Malfoy por el matrimonio de su hermana Narcissa. Él no tenía nada salvo una fábrica, que, como la señora Lestrange había dicho, se iba a pique. Tenía que unirse a los más fuertes, siempre con el bando vencedor.
"Puedes retirarte, Pettigrew."
Cuando el hombre abandonó la estancia, Rodolphus habló por primera vez.
"No me gusta. Es el tipo de hombre que se vende fácilmente. Un traidor."
"Lo sé, cariño, pero lo necesitamos. Nos libraremos de él cuando ya no lo necesitemos, pero no antes de tiempo." Y abandonó la sala.
"Haz caso a Bella." Dijo Rabastan desde un sillón observando el líquido que contenía su vaso y sonriendo enigmáticamente. "Tiene un cerebro prodigioso para maquinar intrigas. Tienes una gallina de huevos de oro."
"Pero a veces da miedo. La adoro."
"Todos la tememos y la adoramos."
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James no podía dormir. Y Lily tampoco ya que su marido no dejaba de dar vueltas a su lado.
"¡Quieres parar de moverte, James!"
"Lo siento, Lily."
Lily suavizó su voz. "¿Qué te preocupa?"
"Nada. Vuelve a dormirte." Le dio un beso en la frente y le dio la espalda. Lily se limitó a suspirar y volvió a cerrar los ojos.
Ese hombre... James no dejaba de rememorar la escena del asesinato de Frank Longbottom. Lo había hecho todas las noches desde hacía tres meses. ¿Por qué? Porque estaba seguro de que había visto al asesino antes pero el problema era ¿dónde?
Scotland Yard había cerrado el caso ya que no encontraban pruebas o sospechosos y, para ser más francos, no interesaba buscar al asesino. Después de todo, para los más poderosos no se había perdido tanto.
Cuando James pensaba en ello le hervía la sangre y era en esos momentos cuando más intentaba identificar al asesino. No les había comentado nada a Lily ni a sus amigos. No quería preocupar a su mujer ni alentar esperanzas en Sirius. Él estaba cada vez más metido en la causa. Lideraba movimientos ludistas y huelgas. Sus artículos en periódicos de sindicatos atacaban fuertemente a la burguesía e incitaba a actuar.
¡Oh, Sirius¿Cómo iba a acabar todo aquello? James no podía dejar de apoyarlo pero temía que las cosas se fueran de su control.
James se levantó, seguro de que no conseguiría conciliar el sueño, y se acercó a la cuna de Harry, su querido hijo. ¿Qué mundo le aguardaría? Él quería construir un mundo mejor para Harry pero era realista: las utopías, utopías eran. Ya fuera Marx, Engels o Bakunin. Ni siquiera se ponían de acuerdo entre ellos. ¿Cómo podrían estarlo sus seguidores¿Y cómo podrían convencer a la clase poderosa para que cediesen sus bienes y lujos, perder su posición privilegiada a favor de sus trabajadores?
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Era viernes por la tarde, y como de costumbre. Allí estaba el señor Dumbledore, cargando su pequeña maleta y esperando por el expreso hacia Escocia. Pero James no lo encontró solo. El anciano conversaba con un hombre bajito y regordete. James aguardó a que terminaran de hablar antes de acercarse a su amigo, sí, porque podía considerar a Albus Dumbledore como uno más de sus amigos, con el que podía sincerarse y que lo apoyaba en sus decisiones, y justo a la persona que más necesitaba en aquellos momentos. James sentía que no podía confiar sus preocupaciones a nadie más que a él.
Vio como se despedían y el interlocutor de Dumbledore salía del andén. James dio un respingo. Conocía esa cara, la había visto antes, y había algo más: aquella forma de andar...
James salió corriendo tras el hombre, ante la perpleja mirada de Dumbledore. Para cuando llegó a la calle no quedaba ni rastro del hombrecillo. Preguntó a otro de los portaequipajes que le informó que el hombre había subido a un carruaje.
"¿Te ocurre algo, Potter?" Dumbledore se había acercado a él y le posaba una mano sobre el hombre.
"Señor Dumbledore. Dígame, por favor, el nombre de ese hombre."
Dumbledore lo miró unos instantes con su mirada penetrante a través de los anteojos.
"Estás muy alterado, James. ¿Qué te pasa?"
"Se lo ruego, señor. ¡El nombre!" James agarró al anciano por los codos y le suplicó.
"Es Peter Pettigrew, antiguo alumno de Hogwarts."
Y entonces James tuvo la certeza de que había encontrado a su hombre: el asesino de Frank Longbottom.
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"Señora, el señor Pettigrew insiste en que lo reciba."
"Dile que venga mañana." La voz de Bellatrix empezaba a denotar su impaciencia.
"Ya se lo he dicho, señora, pero se niega a abandonar la casa. Está como loco. No para de farfullar que lo sabe. ¿Quiere que llame a la policía?"
"No, aguarda. Dile que lo recibiré."
El mayordomo abandonó la habitación. Bellatrix se quedó pensativa. Pettigrew era tonto pero le tenía el suficiente miedo y respeto como para no presentarse en su casa a no ser que fuera algo urgente. Se puso un batín de satén y bajó al salón donde Pettigrew la aguardaba.
"¡Lo sabe, señora!" Exclamó entre sollozos. Bellatrix lo mandó callar con un gesto autoritario, temiendo los indiscretos oídos de su mayordomo que todavía estaba allí.
"Puedes marcharte, Dobby."
"Sí, señora."
El mayordomo cerró la puerta y los dejó solos.
"Y ahora dime, estúpida rata, qué quieres decir con lo sabe."
"¡Es James Potter¡Sabe que yo maté a Longbottom! Me ha amenazado."
"¿Potter¿El testigo?" El hombre asintió. "No hay nada que temer. ¿Qué puede hacernos un pobretón como él?"
"Pero él es el mejor amigo de Sirius Black, y también de Remus Lupin. Si él no puede, ellos sí podrán."
Bellatrix soltó una carcajada. "¿Mi primo y su deforme amigo? De mi primo no te preocupes, aunque de Lupin..."
"Pero es de Black de quién más me preocupo. Él mueve a las masas. Se echarán sobre mí. Además, Black es capaz de tomarse la justicia por su cuenta."
"Está bien, lo entiendo." Bellatrix sirvió una copa de coñac al hombre para tranquilizarlo y mientras pensaba en algo. Se le podían ocurrir mil y una formas de solucionar el problema, que al fin y al cabo, a quien perjudicaba principalmente era a Pettigrew, -sería difícil que pudiesen probar que en verdad eran ella y su marido quienes estaban detrás de todo. Pero había encontrado el plan que más le gustaba.
"Sólo existe una solución, mi querido Pettigrew."
Pettigrew tembló al encontrar su mirada con la de la astuta y cruel mujer.
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Aquel día amaneció con el cielo plomizo. Remus Lupin se levantó con el ánimo decaído y un frío que le calaba los huesos a pesar de la temperatura templada que había en la casa. Un presentimiento de calamidad lo había acompañado desde que abrió los ojos.
La soledad que siempre le acompañaba se hacía notar más y no dejaba de preocuparle.
Se aseó rápidamente y bajó a desayunar. Como de costumbre, su fiel Elaine le había dejado la última edición de El Profeta sobre la mesa junto a una sabrosa selección de bollos de los que no tenía ganas de probar bocado.
Cogió el periódico y lo desdobló. Con un grito lo dejó caer sobre la mesa. Retrocedió sin apartar los ojos del titular en letras grandes y negras.
"No puede ser... no... ¡No!"
Con manos temblorosas volvió a coger el diario y comenzó a leer el artículo de primera página. Lágrimas de rabia y dolor rodaron por sus mejillas hundidas. Tuvo que leerlo tres veces antes de dejarlo caer al suelo junto con el resto de su cuerpo sobre sus rodillas.
SIRIUS BLACK DETENIDO POR DOBLE ASESINATO.
El crimen tuvo lugar ayer, en la noche de Halloween, en el número 7 de Godric Street. Las víctimas fueron el matrimonio Potter, James de 21 años, porta equipajes de la estación de King's Cross, y Lily de 20. Tenían un hijo de apenas un año que se encuentra a salvo.
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Hacía poco que Remus Lupin había creído despertar de una pesadilla, pero sólo para caer en otra más amarga y dolorosa.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
Hola a todos. Sé que después de este capítulo voy a recibir muchas quejas. El pobre Remus no hace más que recibir palo y Sirius ahora no ha quedado muy bien que digamos. Y lo de James y Lily... Lo siento, así lo exige el guión. No soy partidaria de que todo sea bonito en los fics. Los personajes tienen que sufrir para que la historia siga adelante.
Para la segunda parte tendréis que espera una temporadita. Cada vez está más cerca junio, los exámenes y etc. Pero os daré un pequeño adelanto, para ir abriendo boca.
La acción se traslada doce años después (era bastante obvio). Lupin tendrá por fin su merecido protagonismo junto a un nuevo personaje. Aparecerá Harry, Ron, Hermione y toda su generación. Y por supuesto, Sirius saldrá de la cárcel, sediento de venganza. ¿Conseguirá convencer a Lupin de que él no fue el culpable? Sabremos qué fue de Elisabeth ¿y qué tiene ella que ver con Snape? Bellatrix volverá a hacer daño y Pettigrew estará a sus órdenes.
¿Os habéis quedado con ganas de más? Sólo os pido un poco de paciencia.
