PARTE II
Capítulo IEl otoño había caído sobre Londres y el viento se levantaba para alborotar las hojas amarillentas que desprendían los árboles. El cielo, que durante la mañana y buena parte de la tarde había conservado un resquicio del azul veraniego, se cubría ahora de nubes grises. De las chimeneas comenzaba a salir el humo procedente de acogedores fuegos que mitigaban el frío que se levantaba en el exterior.
El carruaje tirado por caballos avanzaba por las calles adoquinadas. Atrás habían quedado los barrios de grandes mansiones, y ahora circulaban por calles menos señoriales y edificios de peor construcción. El Támesis circulaba paralelamente a poca distancia.
El cochero tiró de las riendas gritando a los caballos y detuvo el coche frente a un edificio de ladrillo oscurecido por el paso del tiempo y el humo de la ciudad. Cuando Remus Lupin se apeó del carruaje y alzó la vista hacia el edificio, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sensaciones sombrías le producía su visión, totalmente contrarias a las que debería desprender una escuela, muy distintas a las que producía Hogwarts en él cuando era un niño.
Entró en el edificio y recorrió los solitarios pasillos en dirección al despacho del director, preso de la indignación y la furia. Había destinado mucho dinero para que aquel lugar se convirtiera en una buena escuela, donde los niños acudieran con entusiasmo y recibiesen una buena instrucción a pesar de no haber nacido en una familia más adinerada.
Un sonido desconocido lo detuvo en su marcha y le hizo desviarse hacia un aula cercana. La luz apenas podía pasar a través de los cristales cubiertos de mugre, dando a la estancia un aire todavía más desolador. Pupitres rotos, una estantería con tan sólo un ejemplar de la Biblia y un diccionario y al fondo una pizarra donde un niño de pelo negro y alborotado escribía una tras otra la frase No debo traer animales a clase, no con poca dificultad, con unas manos malheridas por la regla del maestro.
Lupin sintió un pequeño déjà vu.
"Ya es suficiente castigo por hoy. Puedes irte a casa. Yo te dispensaré ante el director."
El niño dio un respingo y se giró asustado, pero más asustado se sintió Remus Lupin al encontrarse frente a frente con el vivo retrato de James Potter.
"¿H-Harry?"
El niño le miraba a través de sus anteojos con sus ojos verdes bien abiertos. La presencia de aquel hombre vestido tan elegantemente pero de rostro desfigurado le había alarmado, y ahora resultaba que ¡sabía su nombre!
"¿Me... me conoce, señor?"
"Perdóname, Harry. Me llamo Remus Lupin. Yo..." Las palabras a partir de este momento se hicieron dolorosas. "...era amigo de tu padre."
"¿Conoció a mi padre?" La mirada de Harry se iluminó por un momento para volverse desconfiada después. "Pero... ¿cómo puede un hombre de su condición haber sido amigo de mi padre? Mi tío dice que mi padre era un truhán."
Una maldición estuvo a punto de escapar de los labios de Lupin. Nunca le cayó simpático Vernon Dursley, como tampoco a James en vida.
"¿Qué más te ha contado tu tío, Harry?"
"Poco más. Ni a él ni a la tía les gusta hablar de ellos y cuando lo hacen no dicen cosas muy agradables."
"Entiendo." Lupin se acercó a Harry y le puso una mano sobre el hombro. "¿Qué te parece si, cuando acabe lo que vengo a hacer, me acompañas y te cuento cosas sobre tus padres?"
"Pero tengo que acabar las frases o si no, Umbridge se enfadará."
"Harry¿por qué te castigaron?"
Las mejillas del niño se tiñeron de rojo. "Me pillaron cazando ratones."
"¿Ratones¿Para qué querías tú ratones?"
"¿Me promete no decírselo a nadie?"
"Te doy mi palabra." Harry aceptó, sintiendo que aquel hombre, a pesar de su aspecto, era un hombre justo y amable en el que podía confiar.
"Encontré una lechuza. Tiene el ala rota y no puede salir a cazar, por eso tengo que llevarle comida."
"Es un acto muy noble, Harry. Quizá si hubieras explicado a qué se debían tus actos, no te hubieran castigado."
"¡Pero entonces Umbridge se lo hubiera dicho a mi tío y la habría matado! Prefiero soportar esto a que la matasen."
Muy propio de James, pensó Lupin.
"Harry, ya no vas a tener que preocuparte de Umbridge. Este ha sido tu último día en San Brutus."
Remus Lupin abandonó el aula. Harry no se movió de allí hasta que el hombre regresó.
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La boca de Harry se hacía agua al contemplar los deliciosos dulces dispuestos ante él.
"¿Cómo prefieres el té, Harry¿Leche o limón?"
Harry se encontraba tan abrumado que tardó en contestar. "Leche, gracias."
Lupin sintió una punzada de culpabilidad. Aquel niño había padecido una infancia cruel, privada de muchas cosas, mientras él había permanecido ajeno a ello, encerrado en su propio mundo de soledad.
"Vamos¿a qué esperas?"
Harry empezó a engullir el bizcocho de chocolate rociado de chocolate caliente con ferocidad pero a mitad de camino de terminarlo se detuvo, el ceño fruncido en actitud pensativa.
"¿Qué ocurre¿No te gusta?"
"¡No, no¡Es lo mejor que he probado en mi vida! Es sólo que..."
"¿Qué te preocupa?" La invitación de Lupin lo ayudó a continuar. Harry encontraba muy confortable la voz del hombre, que le miraba con sincero interés, algo que muy pocas personas habían demostrado en él.
"¿Es verdad lo que dijo antes¿Que no volveré a San Brutus?"
"Absolutamente, Harry." Lupin posó su taza de té sobre la mesa y juntando sus manos, miró directamente a los ojos a Harry. Le impresionó la actitud del niño enormemente, al mismo tiempo que le recordó vivamente la imagen de su padre, puesto que en ningún momento desvió su mirada - ¡La mirada de Lily!. La sostuvo en todo momento, no demostrando repulsión por su rostro desfigurado que solía provocar el rechazo de la gente. Era por ello que Remus Lupin evitaba las apariciones públicas y llevaba una vida solitaria.
"Harry, debo reconocer que fui un estúpido al confiar en tus tíos. Debí haberme asegurado que te trataban bien. Pero aún estoy a tiempo de remediarlo y he decidido hacerme cargo de tu custodia de hoy en adelante. El curso ya está empezado por lo que me llevaré tu educación este año y el próximo ingresarás en Hogwarts."
Harry escuchaba todo lo que decía el hombre sin estar seguro de creérselo.
"¿Hogwarts?" Consiguió articular tras unos instantes de silencio.
"Es el colegio donde yo estudié." Los recuerdos bonitos de aquel lugar tenían ahora un sabor agridulce mientras pasaban rápidamente por la mente de Lupin. "Su director es Albus Dumbledore, un hombre muy distinguido e importante de la sociedad británica. Muchos hombres buscan su sabiduría para aconsejarse, pero vive dedicado a la enseñanza. Te gustará."
Aquellas perspectivas de futuro sonaban como dulces notas en los oídos de Harry. Sólo esperaba que no fuera un sueño que terminase al despertar.
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"¡Maldito niño!" Gruñó Vernon Dursley tras escuchar las nuevas de su mujer. "¡Ese mocoso me va a oír cuando llegue!"
Petunia estrujaba un pañuelo nerviosa siguiendo con la mirada el caminar de su marido frente al fuego.
"¿Qué pasa si no regresa?" Murmuró.
"Pues que nos libraremos de esa molesta carga. Ya estoy arto de hacer caridad con ese mal-nacido."
"Pero... ¿Y si ese hombre se entera? Nos culpará y será la ruina de nuestra casa."
"Y dejará de mandar la asignación mensual..." Petunia ahogó un grito pensando en que ya no podría comprar vestidos con ese dinero, mientras Vernon gruñía una maldición. "Podemos inventarnos algo, como que lo hemos enviado a estudiar al extranjero. Ese hombre no ha mostrado tanto interés por el mocoso¿por qué, si no, no se ha hecho cargo de su custodia? Le importa tan poco como a nosotros, pero mantiene su conciencia limpia mandando el dinero." Petunia asintió con un gesto de desprecio hacia el benefactor.
Alguien llamó a la puerta. Vernon y Petunia se miraron por un momento.
"¿Ves? Ahí está ese granuja. Ya verá..." Abrió la puerta preparado para agarrar el cuello del niño, pero se encontró echando la mano al de su propio hijo. "¡Hijo! No te quedes ahí." Vernon le dio unas palmaditas en la espalda a su orondo hijo y lo dejó pasar.
"¡Oh, Dudley! Ven a sentarte junto al fuego con tu mami. ¿Quieres un poco de tarta de manzana?" Petunia hizo arrumacos al niño y salió en busca de la mencionada tarta.
"No sabrás, hijo, donde está ese crío¿verdad?"
"No, padre. Lo pillaron cazando ratones en la escuela y lo castigaron."
"Lo que digo yo, ese niño es un animal. ¿Has oído, Petunia¡Cazando ratones!"
Una exclamación de indignación fue la respuesta de Petunia desde la cocina.
"No crea el crío este que se va a librar de una buena cuando llegue. Supongo que habrán sido duros en el colegio¿no?"
Dudley comenzó a reírse. "Umbridge le golpeó con la regla hasta que le salió sangre en las manos."
"Así me gusta. Esa mujer sí sabe educar, aunque siempre hay casos perdidos como este..."
Por segunda vez en la noche, volvieron a llamar a la puerta. Vernon Dursley estaba seguro de que por fin podría cobrarse el castigo con su sobrino, pero se encontraba muy equivocado. Bajo el umbral de la puerta se encontró la figura de Remus Lupin que le miró con expresión fría. Llevaba un rato escuchando tras la puerta y apenas podía mantener la sangre que hervía en su interior.
"Buenas noches, Vernon."
"Bu... Buenas noches." Vernon se sobrepuso a la sorpresa inicial y recobró su postura habitual. "¿Qué se le ofrece?"
"¿No me invita a pasar?"
"Oh, sí, claro."
Lupin ingresó en la sala mirando vagamente la enorme figura de Dudley. Su peso podría equivaler a tres veces el de Harry. Petunia apareció en la puerta de la cocina y del susto dejó caer el plato con la tarta para Dudley.
"Me parece que mi visita les ha cogido por sorpresa."
"Creí que no teníamos nada pendiente."
"Quiero ver a Harry."
"¿A Harry¿Para qué?" El pánico inundó al hombre.
"Soy su benefactor. Creo que es más que una razón suficiente para verlo."
"Sí, está en lo cierto, pero ¿me permite preguntarle el porqué de su repentino interés? Nunca antes..."
"Lo que yo haga no es de su incumbencia, Vernon. Quiero ver al niño. Ahora."
"Creo que eso no es posible en este instante. Harry no se encuentra en casa."
"¿Me está diciendo que permite a un niño de diez años vagabundear por la calle a estas horas de la noche?"
"No, no." Gruesas gotas de sudor se deslizaban por la frente del hombre. "Lo que pasa es..."
"¡Basta de mentiras!" Exclamó Lupin perdiendo la paciencia y apuntando al hombre con el bastón que portaba. "Sé de cómo se ha beneficiado del dinero que le daba por la manutención de Harry. Pues se le ha acabado el negocio, Vernon. Harry está ahora bajo mi tutela."
"¡Harry es familia nuestra¡Usted no tiene derecho..."
"¡No me hable de derechos, Dursley!" Vernon se asustó de la furia del hombre y retrocedió.
Lupin abrió la puerta. "¡Harry!" A la llamada del hombre, Harry apareció en la puerta. "Recoge tus cosas. Yo te espero aquí."
El niño asintió y salió corriendo sin mirar a sus tíos o primo. Todos guardaron silencio en la habitación, Vernon bufando pero sin atreverse a decir nada, Petunia temblando sin moverse de donde estaba, y Dudley mirando con pena la tarta desperdiciada en el suelo. Harry regresó al poco rato cargando una maleta vieja y raída en una mano y un bulto inquieto en la otra.
"¡Qué diablos llevas ahí!" Vernon le salió al paso y cogió de manos de Harry el bulto. Una bola blanca voló de sus manos extendiendo unas alas largas y ululando nerviosa.
"¡Déjala¡No la toques!" Harry la atrapó y la protegió contra su pecho, huyendo de su tío.
"Maldito crío. ¿Tenías ese sucio animal en casa?"
"Es mucho más limpia que tú."
"Serás..." Lupin se interpuso entre Vernon y Harry.
"Harry, vete al coche." El niño obedeció. Lupin recogió la maleta de Harry y se dirigió a la puerta sin volverse a mirar a los Dursley pero advirtiendo. "No quiero que se acerquen a Harry en lo que les queda de vida. De lo contrario haré que se arrepientan."
Cerró la puerta y bajó las escaleras. Harry lo esperaba acariciando la lechuza albina con ternura.
"Se llama Hedwig." Dijo cuando se acercó. "¿Podré quedármela ahora que su ala está curada?"
"Siempre y cuando ella quiera. Por mí no hay ningún inconveniente."
"¡Gracias!"
Lupin miró por última vez el edificio soltando un suspiro. "Harry, nos vamos a casa." Con un gesto le indicó que subiera al carruaje.
"Sí, a casa."
Así es como Harry Potter abandonó la casa de los Dursley y se fue a vivir con Remus Lupin, el último amigo de James Potter.
Notas de la autora¡Un millón de disculpas! En verdad que no tengo perdón por haber tardado tanto en publicar este capítulo. Lo había empezado a escribir a comienzos de verano en papel, algo que no suelo hacer y creo que no haré nunca más pues perdí el manuscrito y luego me dio mucha pereza volver a empezar, sobretodo porque estaba muy satisfecha de como me había quedado la primera vez. Perdonad si hay algún error ya que lo he escrito todo de un tirón y por no hacer esperar lo he revisado por encima. Acostumbro revisarlo un día después para verlo con otros ojos, pero por una vez creo que no pasa nada.
Una vez dicho esto, aquí les traigo el primer capítulo de la segunda parte de este fic. Como ya se imaginaban, era el momento de Harry, aunque no va a ser el protagonista absoluto. Como ya adelanté, Lupin tendrá su merecido lugar, también sabremos del resto de personajes y – esto es nuevo- va a aparecer un personaje sin importancia en la saga de Harry Potter pero que tras el sexto libro parece estar muy de moda -pude disfrutar del libro el mismo día que salió en Inglaterra ya que estuve estudiando inglés el mes de julio.
Espero tener el siguiente capítulo pronto pero no aseguro nada. Gracias a todos los que mandaron review en el último capítulo. Ojalá no os hayáis olvidado de mí y de este fic.
