"Era uno de esos momentos en que estaba malherida. Ya sabes, ese dolor tan profundo que hace que olvides quién eres. Y él se apareció de la nada y me miró de esa forma tan penetrante, dispuesto a sanarme. Me extendió la mano ese día. Era como si fuera el único que se había percatado de mi presencia. Mientras mis padres y mis amigos, que habían estado toda la vida a mi lado, no habían ni notado mi dolor, él me preguntó si me encontraba bien. Un completo extraño. Dime algo más irónico que eso."
Corelia - a 5 años estándar ABY
Anthe se distrajo un momento de lo que estaba haciendo. La feria de productores de Corellia siempre estaba atestada de gente y destructores estelares en el cielo. Pero era la primera vez que veía tan de cerca el despegue de uno. Sobre su cabeza y tapando el cielo como una nube tormentosa, un destructor avanzaba a lo que parecía muy poca velocidad sobre la ciudad, aunque Anthe sabía que alcanzaban los 900 km por hora en la atmósfera. La vendedora de frutas le repetía el precio de su compra una y otra vez, en un intento por captar su atención. Pero Anthe no dejaba de imaginarse a sí misma a bordo de una de esas naves majestuosas. En la bahía de acoplamieto, tres grupos de cazas ingresaban al destructor. Ahi recordó que una vez tuvo la oportunidad de ver a un caza de cerca. Se preguntaba si algún día tendría el privilegio de pilotear uno. Todas esas ensoñaciones se veían demasiado lejanas para ella. Un grito más de la anciana fue lo que necesitó para regresar a tierra firme, al mercado y a la bolsa de frutas que todavía debía pagar.
—lo siento —musitó extendiendo unos créditos a la mano de la anciana.
Anthe caminó en línea recta por la feria de productores de regreso a su casa. Al llegar cerca del muelle vio un taller pequeño, justo detras de la entrada de un astillero de Sienar. Estaban reparando un speeder. Un joven de cabello negro y grasiento trabajaba dentro de una bateria de motor de iones. Anthe se quedó estática en su lugar y observó la maquinaria, fascinada con las conexiones que el muchacho reparaba. Anthe entendía casi perfectamente lo que estaba haciendo.
—deberías desconectar las cargas antes de reparar el arranque. Podrías dañar la cámara de contención y volarías en pedazos con solo una rajadura que hayas hecho en la cámara —dijo Anthe con confianza.
El chico sacó la cabeza del agujero donde estaba metido y la observó un momento. La estudió de pies a cabeza. Sonrió al ver que sostenía una bolsa de fruta en la mano.
—nada mal para una ama de casa —dijo el chico, que notó lo brusco de su comentario cuando vio la expresión de Anthe —soy Norian Murk, por cierto.
—Anthe —le estrechó la mano —Anthe Malerion.
—sabes de mecánica avanzada, Anthe.
—estoy estudiando en la universidad naval de Corellia
Norian se interesó aún más.
—bueno, podrías ayudarme aqui en el taller.
—¿aquí? dices, ¿trabajando? O no, no lo creo.
—¿por qué? ¿cuál es el problema?
—a mis padres no les gusta que sea mecánica. Pagan mi matrícula solo para que me cambie a contabilidad o medicina espacial
—ahh, padres ambiciosos. Entiendo ¿y tú te sientes bien con eso? es decir ¿estas satisfecha con lo que haces?
Anthe pensó en muchas cosas.
"hemos gastado todo para que estudies, y todavía no has terminado, no traes ni un centavo a casa. Tu hermano se carga todo sobre los hombros" "mira a la hija de los Prime, trabaja duro y saca las mejores calificaciones" "¿por qué no elegiste una mejor carrera? estas en la mejor universidad del Núcleo!" "debes trabajar, no puedes vivir como un parásito toda tu vida" "mi hija no será una mecánica de un taller."
Se le hizo un nudo en el estómago. Sus ojos se humedecieron. Norian sacó nuevamente de sus pensamientos
—y dime, Anthe ¿has construido ya tus propios motores?
La tomó desprevenida.
—no, pero sí he hecho algunos prototipos de droides . Similares a las unidades R2 pero más autónomos y con mejores programas de defensa. Los he programado para reparar motores y encontrar fallas microscópicas.
—muy interesante. Podrías incluso programarlos como tus asistentes para construir un motor de iones completo. Hasta podrías diseñar tu propio sistema de navegación.
Anthe se quedó callada. Se preguntaba por qué había hablado tanto con un desconocido. Quizas era la primera vez que tenía a alguien interesado en lo que hacía.
—estudia duro, Anthe
—lo haré
Anthe caminó lejos de Norian, no sin antes voltear un par de veces. Se encontró con un par de ojos azules que la veían alejarse. Una mirada tan intensa que creía que la atravesaba desde el pecho.
"Siempre pensé que este tipo de cosas no sucedían. Es decir, que nunca me ocurrirían a mí. Simplemente era irreal"
Parecía que desde entonces estaban conectados. Anthe comenzó a visitar la cantina del centro con sus compañeros de la universidad, cosa que por mucho tiempo no le interesó. Se cruzó con Norian en varias ocasiones. Al principio solo la miraba de lejos, bebiendo cerveza coreliana y hablando con sus compañeros. Anthe sabía que había algo especial en todo eso. Sentía el fervor de lo prohibido, lo descarrilado. Sentía que todo eso era ajeno a ella. Beber en una cantina, intercambiar miradas con un mecánico que había conocido apenas unas semanas atrás. Cualquier cosa que no fuera estudiar y trabajar en su casa se sentía como algo extraño a su mundo. Era como si le hubiera robado el papel a alguien más. Y no pensaba desperdiciarlo. Interpretar a esa versión de sí misma le estaba gustando demasiado. Mucho antes de si quiera pensar en dejarse llevar y hablarle a Norian, ya estaba detrás de la cantina, en un callejón sucio y apartado, besándose con él, de una forma que no se creía capaz. Norian notó que ella intentaba desvestirse y la detuvo. Anthe sintió su corazón detenerse. Antes de escuchar lo que iba a decir se sobresaltó al escuchar la voz modulada de un stormtrooper, que los regañaba desde el otro extremo del callejón. Ambos corrieron lejos, por las calles poco transitadas de la noche coreliana. Anthe reía como nunca antes lo había hecho. Sostenía la mano de Norian y miraba las estrellas en el cielo.
—algún día navegaré entre las estrellas en un verdadero destructor estelar —dijo Anthe, meneándose de un lado a otro debido a su estado de ebriedad.
—y yo estaré ahi para verte —le dijo Norian
Anthe dedicó todas sus energía a demostrarle que estaba en lo cierto. Ya no necesitaba llevar buenas noticias a casa. Si Norian sabía que se esforzaba, era suficiente.
"Hazme sentir orgulloso" decía.
Anthe daba todo de sí misma, pero siempre quería más. Aun así, Anthe encontraba energías todos los días para despertarse a primera hora en la cama de Norian y vestirse para ir a la universidad. Mientras se ponía las botas observaba la maqueta de una nave clase Lambda que Norian tenia sobre el escritorio. La sostuvo en sus manos un momento antes de voltear nuevamente a Norian, que dormía profundamente. Ahora pensaba...que creía haber despegado, que había escapado de las ataduras de su casa, pero lo cierto era, que seguía amarrada al suelo. En una cama fría.
Anthe no pudo prestar atención a la clase ese día. Miraba el holo y a través de él, a la pared vacía. Si tenía alguna esperanza de escapar, sería con su propio genio.
"Hazme sentir orgulloso"
Pero todo se desmoronó, tan rápido como la velocidad de la luz. Un holovideo llegó a su casa ese día. Su madre, que hablaba en lágrimas y gimoteos, le decía que debía volver a casa. Su hermano había muerto. Les había llegado la notificación esa mañana. No podía esperarse menos de un soldado de asalto imperial, pero solo lo creyó posible cuando realmente sucedió. Su hermano ya no estaba. Anthe quiso cumplir el rol que le tocaba en su casa, el de hija presente. Se quedó allí un tiempo, pero no faltó demasiado hasta que le dieran otra mala noticia. Le quitarían la matrícula. Anthe no protestó, no dijo nada. Sin el ingreso que aportaba su hermano, era de esperarse que tuvieran que reducir costos. El primer cabo por cortar sería ella, sin duda. A pesar de que estaba segura de que encontraría empleo, no fue así. Siempre era lo mismo. "Muy joven, muy inexperta".
Anthe regresó a casa con Norian, nuevamente presa de la desesperanza. Volvió a los días grises en el mercado, mirando el cielo, y a aquellos motores que brillaban con un resplandor azul. Esas masas de metal triangular que cubrían el sol y movían las nubes al pasar. Los labios de Norian hacía mucho le sabían amargos. Por las noches le tocaba los hombros con la mano helada y ella se estremecía. Anthe lo besaba en el pecho, intentando atraerlo a ella, pero éste la rechazaba. Le decía que estaba cansado. Otras noches solo la tomaba. Y mientras hacía lo suyo, Anthe solo podía mirar el techo. Ya no había luces fugaces ni cosquilleos en el estómago. Ahora notaba más que nunca lo hambrienta que estaba.
"Tres meses después sonó por los altavoces la propaganda Imperial. Llamaban a estudiantes a enlistarse en la Academia. Los primeros años serian subsidiados, y luego ofrecían una tentadora compensación a quienes comenzaran a prestar servicio. No me tomé demasiado tiempo para reflexionar. Ese mismo día estaba haciendo fila para inscribirme. Creí que estaba sola, pero Norian estaba detrás mío. No me dejaría ir tan fácilmente. Pagó mi parte de la matrícula sin preguntarme"
"Mírame bien. Quédate a mi lado, así estarás cuando brille. Te haré sentir orgulloso"
Una noche, luego de haber visto a Norian coquetear con una piloto en uno de los pabellones, Anthe caminó sin rumbo por los pasillos de la academia. Su proyecto, que hasta el momento había pasado desapercibido para Norian, le había dado pase para una entrevista con los altos mandos de la academia. Allí, podría pedir una beca para terminar su último año y lograr una recomendación. No quería convertirse en soldado de asalto, quería navegar junto a los mejores. Esperando en una banca antes de entrar, le temblaban los pies y las manos. Junto a ella una chica alta y morena esperaba también. Le sonreía aunque Anthe no lo había notado.
—¿nerviosa?
—un poco —le respondió, intentando no sonar demasiado afectada.
—¿deberías?¿ crees que tu proyecto es bueno?
—¡lo es! es mi mejor trabajo hasta ahora —dijo Anthe, llena de determinación.
—entonces no tienes de qué preocuparte.
La chica le volvió a sonreír. Anthe sintió un cosquilleo recorrerla de pies a cabeza. Justo después escuchó su nombre al abrirse una puerta de la sala de conferencias. Caminó nerviosa hasta allí y antes de entrar se volvió a ver a la chica.
—¿cuál es tu nombre?
—soy Meda Aztuc, buena suerte —le respondió, llena de confianza. Sus ojos brillaban al mirarla.
Anthe recordó ese nombre todos los días, hasta que se volvieron a encontrar finalmente, y compartieron entrenamiento y materias de especialización. Sin Meda no hubiera podido pasar la mitad de las materias. Pero aún más, tenerla de amiga le dio la fuerza que tanto necesitaba.
El Devastador -2 años estándar ABY
Un pitido sonó en la sala de monitoreo y las luces de las pantallas se llenaron de mensajes de alerta. Anthe se irguió en su silla, intentando interpretar las lecturas. Sus compañeros estaban confundidos. Norian preguntaba qué estaba ocurriendo, pero nadie decía nada. Un mensaje comenzó a transmitirse por el altavoz. Era el almirante.
"Atención a toda la tripulación. Hemos interceptado una corbeta sin insignias o matrícula procedente del Borde Exterior, sospechosa de pertenecer a una organización ilícita..."
—rebeldes —dijo una operaria detrás de Anthe
"—Se deberá proseguir con el protocolo 338 de intercepción"
Inmediatamente todos se pusieron a trabajar. A los pocos minutos llegó a su pantalla un escaneo completo de la nave. Una UT-60D. Llevaba a diez tripulantes a bordo. El Imperio ya había interceptado sus comunicaciones y emitía por sus altavoces un llamado a rendición, que todavía permanecía sin respuesta. Estaban a punto de iniciar fuego. De repente, la corbeta dio el salto al hiperespacio. "Que necios" pensaba Anthe. El destructor pronto los siguió sin mayor dificultad, deteniéndose cerca de una pequeña luna y un cinturón de asteroides.
"—Comiencen el bloqueo"
"—Iniciando bloqueo del sistema de navegación"
Anthe insertó los códigos del programa de intercepción Imperial. Se internó rápidamente en su computadora y apagó los sistemas principales, dejándolos sin instrumental y sin capacidad de salto al hiperespacio. Los habían capturado. Acto seguido iniciarían el remolque hacia la bahía de acoplamiento, seguramente para el arresto.
—nuestra primera intercepción en el Borde Exterior resultó ser mucho más sencilla de lo que esperaba —dijo Norian recostándose en el respaldo de su asiento.
De repente, las pantallas se tornaron de color rojo. Anthe vio horrorizada sus gráficos y cómo lentamente las notificaciones de error inundaban las pantallas. El sistema interno del Devastaor empezó a fallar. Y con él, la maquinaria. Lo primero que perdieron fueron los escudos.
—¡han atacado nuestro sistema de navegación!
Sus compañeros tipeaban desesperados en busca de una solución
—es un hackeo del sistema —dijo Anthe —han apagado la carga de protones ¡han desarmado nuestros cañones!
—todavía tenemos cargas explosivas.
—¡no deben disparar! los escudos inferiores están al 13%! ¡Si disparamos sobre los asteroides nos incendiaremos con nuestra propia armería! —Anthe se levantó de su asiento de un salto y corrió a la salida.
—¿¡Anthe a dónde vas?! —le gritó Norian, pero ella no lo escuchó.
Corriendo por pasillos caóticos, llegó a su camarote. Encontró en su bolso lo que buscaba y salió nuevamente disparando por el pasillo opuesto, hacia el elevador. Dos oficiales le dedicaron miradas furtivas cuando la vieron ingresar, pero no tuvieron tiempo de decirle nada porque ya había salido disparada nuevamente. Pronto se encontró con una puerta de máxima seguridad. Lo había olvidado. No podría avanzar desde allí porque no pasaría por el lector de voz. Se sacudía nerviosa en su lugar. Vio un holopad a un costado del pasillo y no dudó en tomarlo. Ingresó en el comunicador interno de monitoreo, buscando el comlink de Meda.
En la sala de mando las cosas eran todo menos tranquilas. Meda se preparaba para ingresar al puente. En su holopad apareció un mensaje privado de urgencia. Solo una persona podía ser.
"—¡Meda! ¡ven rápido! ¡te necesito en la primera puerta del piso de mando!"
"—¿¡estas loca!? ¡regresa a tu puesto! ¡estoy en medio de una crisis!"
Mientras tanto, Ozzel se acercó a sus oficiales y operadores en el puente de mando
—¿qué pasa con su armamento?
—solo tienen los motores de reserva, al igual que nosotros.
—perfecto. Capitán, acérquese lo suficiente como para quedar sobre ellos. Nos alinearemos para soltar las cargas
—sí señor.
—señor, estamos bordeando el cinturón de asteroides, ellos se dirigen hacia allá
—no importa, síguelos —insistió Ozzel, apretando la mandíbula —¿dónde está nuestro equipo? ¡necesitamos recuperar nuestro sistema de navegación ahora mismo!
—sí señor!
—¡teniente! ¿ha notificado a Lord Vader?
—está viniendo para acá, señor
Ozzel se desajustó el cuello de su uniforme. El Devastador avanzaba lentamente cerca del campo de asteroides, posicionándose lentamente sobre la corbeta que intentaba escapar, a un ritmo mucho más lento, pero hábilmente zigzagueando entre los asteroides que se interponían en su camino. De repente se escuchó un golpe metálico. Luego otro. Toda la tripulación se estremeció. Anthe sintió el piso temblar bajo sus pies. Los golpes eran tan fuertes que la dejaron sorda por un momento.
—se está dañando el casco, señor.
—¡¿no pueden esquivar esos asteroides?!
—los motores de reserva son muy pequeños para aguantar maniobras evasivas —respondió fatigado uno de los operarios de navegación, que piloteaba a ciegas y sin instrumental, intentando que la inercia de la gigantesca nave no los empujara contra un asteroide. Pero su habilidad no fue suficiente, y el destructor se deslizó demasiado a estribor, colisionando contra un asteroide de gran tamaño.
Sonaron las alarmas. La nave estaba sufriendo daños graves en el casco. Los ruidos se sentían como terremotos. Eran espeluznantes. Anthe cayó al suelo en un sacudón. Por primera vez en mucho tiempo, sintió miedo de morir. Las sirenas eran tan estridentes que provocaban pánico en toda la tripulación. En el suelo pudo ver los pies de stormtroopers y oficiales corriendo a diestra y siniestra por los corredores del piso de mando. Anthe se recompuso y se levantó del suelo. Justo en ese momento la puerta se abrió. Meda estaba del otro lado.
—¡Anthe! ¡¿Estas loca?! —gritó desesperada Meda, que inmediatamente la ayudó a enderezarse.
Anthe sabía que vendría. Sabía que si la llamaba vendría. Meda no pudo dejar de notar que llevaba un disco en la mano.
—¿qué estas haciendo aquí? —dijo Meda
—tienes que detener el ataque, podemos interceptar su computadora con mi programa. Sé cómo recuperar nuestro sistema de navegación —dijo Anthe, agitada
—¡no hay forma de que ingresen el programa no autorizado al sistema Imperial, Anthe!
—¡tienes que conseguirlo! ¡tú entrarás al puente! ¡convence al almirante Ozzel! Él confía en ti
—¡cállate!
Anthe se quedó petrificada. Al concierto de gritos se le sumaron otros más, cuando otro golpe en el casco hizo sacudir las paredes de los corredores y las luces pestanearon un momento.
—aunque lo hiciera, no conozco los comandos del programa Anthe, no podría manipularlo —dijo Meda finalmente
Anthe no había pensado en eso. En una situación así ella era la única que podía utilizar el programa. Y se les estaba acabando el tiempo.
Otra puerta detrás de ellas se abrió. De allí salieron tres oficiales y varios operadores que cedían el puesto en el puente. Los compañeros de Meda ya habían ingresado. El almirante Ozzel se apareció allí y caminó hasta ellas, muy cabreado.
—¡Aztuc! ¡¿por qué no está en su puesto?! ¡debemos tener al equipo completo trabajando en nuestro sistema de navegación! —gritó Ozzel. Justo después notó a Anthe a su lado —¿y quién es ella? ¿qué está haciendo aquí? ¡esta es una zona restringida!
Antes de que Meda pudiera responder algo, Anthe la interrumpió. En voz muy alta y con la frente en alto dijo:
—soy Anthe Malerion, señor. Estoy en el área de monitoreo. Creo que sé cómo solucionar nuestro problema, señor.
—¿disculpa?
—he desarrollado un programa que permite acceder a sistemas encriptados y contraatacar a hackeos —dijo Anthe, mostrando el disco en su mano.
Ozzel suspiró fastidiado.
—señor, mi programa ha logrado reconocimientos en la academia, le ruego que me permita ayudar.
—eso va en contra de todos nuestros protocolos de seguridad, cadete.
"—Lord Vader llegando al puente" dijo un operario por el altavoz
"—Escudos laterales al 5%"
—Kriff —bufó Ozzel
—confíe en ella, señor. Es una excelente programadora —dijo Meda con tono persuasivo.
Ozzel estaba tan nervioso luego de haber escuchado el altavoz, que se encogió de hombros y finalmente le hizo señas a ambas para que lo acompañen.
A pesar de la emergencia, Anthe no pudo evitar pararse a observar un momento cuando la puerta del puente se abrió. Ese había el sueño de toda su vida, en otras circunstancias por supuesto, pero al fin y al cabo estaba ahí, a solo un mes de haber abordado y escoltada por los mejores oficiales y equipo de inteligencia. Vio el ventanal gigantesco al fondo, las computadoras de monitoreo en las esquinas, los operarios trabajando debajo del puente, al teniente Piett que caminaba en círculos junto a otros dos oficiales. Meda condujo a Anthe por unas pequeñas escaleras a un lateral y encontró un asiento vacío frente a una de las computadoras. Ese era su lugar. Ella pertenecía alli.
—pónganse a trabajar inmediatamente —dijo Ozzel
Meda le susurraba al oído y le indicaba los controles. Puso un par de auticulares sobre sus oídos y le mostró los códigos de autorización. Anthe vio maravillada lo diferente que era la computadora principal. Aunque estaba hackeada, podía notar a leguas lo avanzada que era. Era su juego. Su momento. Pero un segundo antes de que pudiera empezar, la puerta principal se volvió a abrir. Y de repente, todo se hizo silencio. Anthe no comprendía la situación. Vio a los otros operarios dejar momentáneamente su trabajo, vio a los oficiales al mando retorcerse dentro de sus uniformes. Por la puerta entró una gran figura negra. Anthe apenas podía ver desde ese ángulo. Hasta que lo tuvo cerca. Muy cerca. Escuchó unas fuertes pisadas a pocos metros sobre su cabeza y una capa que acariciaba el suelo. Mientras todos a su alrededor bajaban la cabeza, Anthe no pudo despegarle los ojos. Se sintió intimidada por su forma de caminar y su presencia, que había convertido la atmósfera del lugar en un aire denso y cargado. Estaba vestido de pies a cabeza. Llevaba una máscara, un yelmo y un respirador artificial, que sonaba de tal manera que se internó en sus oídos y por un momento no pudo escuchar nada más. Al alejarse un poco notó lo alto y corpulento que era. Y a pesar de no poder verle el rostro, de alguna forma sabía que estaba enfadado. Nada la hubiera podido preparar para eso.
—es Lord Vader. Procura no llamar su atención -le susurró Meda, continuando el trabajo que Anthe había interrumpido. Le dijo que bajara la mirada.
—señor ya estamos alineados —dijo un operario
—preparen para soltar las cargas —dijo Ozzel
—señor ¡estamos demasiado cerca de los asteroides para abrir fuego!
—¡abran fuego he dicho! —gritó Ozzel
—abran fuego —repitió Piett
El griterío de repente fue silenciado por un voz profunda, barítona, traduciada por un codificador de voz. Anthe saltó en su silla del susto.
—si alguien más da la orden de abrir fuego yo personalmente lo lanzaré por la escotilla de carga —dijo Lord Vader, con las manos detrás de la espalda. Había volteado de mirar por la ventana, y caminó muy cerca de Ozzel, quizás para reafirmar su amenaza. Nadie dijo más nada. Los operarios cancelaron la apertura de las compuertas de explosivos.
—navegación, lleven el destructor a babor, mantenga la altitud y espere mis órdenes —dijo Vader, caminado hacia Ozzel y Piett, que se habían quedado mudos.
El Devastador viró hacia la parte más amplia del campo de asteroides, todavía siguiendo a la corbeta, pero desde una mayor distancia. La nave dejó de recibir golpes, aunque todavía sonaban las sirenas en los pisos inferiores.
—qué pasó con nuestro sistema? —preguntó Vader
—han hackeado la computadora principal. Hemos traído a un equipo que está trabajando en eso
—¡lo tengo! —dijo Anthe, demasiado alto.
Todos voltearon hacia ella. Meda le dio un codazo. No solo captó la atención de Ozzel y Piett sino también de Vader, que inmediatamente caminó hasta ella, y la observó desde lo alto.
—logré detener su programa. Habían hackeado la red Imperial...
—continúa —dijo Vader
Anthe le clavó los ojos. Al parecer, era algo que no podía evitar.
—lograron infiltrarse a traves de nuestro sistema de navegación, estaban descargando información de la computdora principal. Pareciera como si...
—si se hubieran dejado capturar a propósito —continuó Vader.
—sí. Mi programa contrarestó el ataque, ahora nosotros tenemos acceso a su computadora. Llevará tiempo decifrarlo, todo esta encriptado.
—el sistema ya esta en línea señor —dijo un operador
"—escudos al 40% y subiendo"
Vader dio media vuelta y caminó hasta el ventanal. Desde allí podía ver el campo de asteroides y la corbeta. Ozzel y Piett caminaban alrededor de él, intentando anticipar su próxima orden. Anthe también lo observaba. Claro que no esperaba una felicitación. Vader se tomó un momento más. El puente era puro silencio.
"—escudos al 80%"
—captúrenlos —dijo Vader
Los motores del destructor volvieron a rugir. Volvieron a moverse, esta vez, empujados por una potencia aterradora, surcando los asteroides que estaban sobre la ahora inmobilizada corbeta rebelde. El rayo magnético pronto los atrapó. Piett dio la orden de arresto, Ozzel estaba pidiendo evauación de daños y las noticias no eran nada buenas, seguramente tendrían que hacer una parada para recibir reparaciones. El equipo de Anthe se había puesto manos a la obra en descargar toda a información entrando a la computadora. En las pantallas entraban mensajes decodificados y coordenadas. Una mina de oro. Una vez finalizó la maniobra de captura y sin perder tiempo, Vader salió del puente de mando, llevándose todas las miradas.
Ese mismo efecto tuvo Anthe una vez que la puerta se cerró. El silencio monótono se convirtió en ruido y gritos, e instantáneamente las miradas cayeron en ella, incluída Meda, que estaba a su lado.
—no sonrías —le dijo Meda, cabreada.
El comentario solo le hizo más difícil contener la risa.
—Anthe salva el día
—solo fue suerte de principiante —dijo Meda, contagiada de su risa. Ambas bajaron la cabeza cuando notaron a Ozzel dedicándoles una mirada furtiva. Se lo veía muy nervioso, y con buena razón
Lectores! espero que hayan disfrutado tanto este capítulo como yo disfruté escribirlo. Vader aparece! Debo admitir que es un personaje difícil de escribir aunque fue muy divertido. Ahora empieza la verdadera aventura de Anthe. Déjenme una review! Me desanimo fácilmente, y saber que hay alguien del otro lado me da energías para seguir escribiendo. Saludos!
S.F
