La espada olvidada.

Michael

Días, meses, años. Sin un concepto real del tiempo apegándose tan solo a lo que en su sentir identificaba como el paso de este; atrapado en ese momento incapaz de avanzar o retroceder, con una tarea imposible en un mundo de constante oscuridad. Muchos habrían festejado esa ausencia, como si fuese un delito buscar un toque cálido de aquella luz que todos envidian y adoran. Sus manos ahora sucias y desgastadas conservaban ese cepillo lleno de ceniza.

-Un castigo acorde – Escucho alguna vez los susurros de quienes fuesen o no sus carceleros; uno después de la promesa de una segunda oportunidad, la misma que al final le fue negada por tecnicismos. Sí; sus hermanos podían hablar del perdón, de la bondad, de las oportunidades, pero al final eran tan malos como cualquier ser creado por su padre. Con defectos y virtudes como los seres humanos. En su infortunio, el castigo se retrató en su mera existencia, donde su presencia a pesar de no ser querida era necesaria para mantener el balance; porque, ¿Cómo puede haber luz sin oscuridad?, ¿Cómo puede haber deseo sin miedo?, sin nadie en ese puesto un simple colapso se podía pronosticar a futuro; así que al final la vieja espada fue abandonada en un rincón, sola y olvidada, oxidándose, perdiendo su grandeza y brillo.

Con la mirada cansada, opto por detener el trabajo, nadie se percataría de esto, hacía mucho que dejo de ser importante. Poco después pensó en como llego a ese punto; donde al principio, enfurecido y traicionado reacciono agresivamente molesto por el destino que veía injusto, pero al mismo tiempo aceptándolo; sin embargo el tiempo continuo sin cambios, de ahí llego la frustración acompañada de tristeza, el verse completamente aislado incapaz de tener un ápice de calor o vida. Nada… sólo el balde y los instrumentos de limpieza a su lado, luego le siguió el cansancio de la mano con la soledad; el vacío que lleno su corazón arrastrando esos sentimientos para dejarle nada, no supo cuanto paso antes de volver a reaccionar ante algo, como un borrón de cientos de años los recuerdos de esos días se perdieron llevándose lo que fue. Finalmente acepto la derrota en el nivel más bajo y busco acabar con el problema; pero de igual manera jamás logro morir, condenado a existir, seguir vivo cautivo, solitario, olvidado. Muchos podrán pensar en el rencor que ilustra la venganza como un arte único y especial, pero cuando los años corren en cantidades tan grandes, del mismo modo lo hacen las fases que componen la personalidad, misma que continuo fracturándose hasta llegar al punto actual, donde por un instante detuvo todo movimiento rítmico, donde decidió que sería mejor dejar todo de lado, donde se vio como un ser completo, no sabía cuanto había pasado ni le importo, no hubo culpa o rencor, tampoco enojo, tristeza o frustración; sólo el lienzo en blanco donde una presencia cansada del circulo vicioso en el que se hallaba decidió simplemente parar.

-¿Cuál era el objetivo?, ¿Para que seguir con esa tarea sin sentido?, agotado miro sus manos; sucias, desgastadas, mismas que dejo caer a sus lados mientras se ponía de pie para enderezarse. Porque cuando se experimenta la soledad en su expresión máxima es cuando las cosas se analizan de un punto de vista diferente, donde la autocrítica comienza a trabajar, donde se piensa en situaciones extremas combatibles con medidas de igual magnitud, donde se rebasan todos los límites hasta alcanzar el punto sin regreso. Dejando tan sólo dos caminos por recorrer, él había intentado la opción más plausible tratando de acabar con la vida que le había sido otorgada; sin embargo siempre algo lo evitaba, sanando a pesar de encontrarse en el infierno, tal vez el universo se negaba a dejarlo escapar buscando el balance cósmico que representaban, la maldición del Demiurgo, la creación que no había logrado aplicar desde la perdida de la voluntad.

Ansioso suspiro enfocando los cielos opacos, no quería seguir ahí pero tampoco quería morir, no después de tanto dolor; por un momento pensó que no existían ambiciones para una criatura como él, un arma olvidada e inservible que sólo fue útil en los momentos de guerra, pero todos aman la paz y él sólo representaba el conflicto odiado. Un recordatorio constante de lo perdido, nunca de lo ganado. Con los puños cerrados abrió sus alas majestuosas y oscuras como el infinito, donde cada quien dictaminaba cada que. Irguiéndose en esa oscura pero impactante belleza, la elegancia de la noche contenida en esas plumas largas y mortales.

Ese era él, un Arcángel, el guerrero y general abandonado, traicionado, olvidado, castigado. Fue cuando lo escucho, esa voz desconocida que parecía retarle, sin perder el tiempo se lanzó al aire elevándose para atravesar esos cielos oscuros dejando atrás el infierno, alejando las cenizas con cada aleteo. Podía sentirlo en lo profundo de su ser; el peligro que acechaba. No perdería el tiempo buscando a sus hermanos nadie le daría el beneficio de la duda, cuando ni siquiera se dignaban a escuchar su pesar. Sucio y armado sólo con su ser se marchó en busca de aquella criatura que se atrevía a retarle. Porque una espada es una herramienta creada para usarse en la batalla, pero depende de las manos que la empuñen el nivel del sacrificio o dolor que habrá de crear, la causa puede o no ser justa; al final siempre existirá un perdedor y un ganador. Nadie se percato del cubo desvencijado abandonado en ese rincón olvidado del infierno donde un ser se desvaneció, para dar paso a algo diferente.

Lucifer lo sintió, incorporándose tan pronto como pudo para salir de su oficina, deteniéndose a las afueras observando las lejanías, sabía que algo malo había pasado, la presencia casi imperceptible pero siempre presente de su gemelo se había esfumado, dejando un vacío desconocido; pues a pesar de la soledad, el enojo, ira, siempre estuvo ahí en ese canal que pensó cerrado, lo que tal vez evito que lo asesinará en primer lugar.

-¿Lucifer?- escucho la voz de Chloe a su espalda, llena de confusión; pero nadie podría comprender lo que estaba experimentando. -Se ha ido- Susurro en la penumbra, permitiendo que el entumecimiento de la perdida recorriera su cuerpo agobiado.

-¿Quién?, pregunto ella notando el dolor en la mirada de su Archangel caído, notando como sujetaba fuertemente su corazón, como si quiera evitar que saliera disparado de su pecho.

-Sentí…como si él hubiese muerto- Susurro la estrella del mañana pensativo, repasando los eventos buscando explicación a ese sentimiento ajeno y peculiar.

-Es algo que yo no…- Comenzó reviviendo recuerdos olvidados, cosas que jamás pensó volver a sentir o tener, su mano se cerró de golpe ligando la situación para percatarse de lo que había sucedido. Sin mayor explicación corrió extendiendo sus alas para sobrevolar su reino en busca del origen de esa sensación; sabía que era él, el hermano olvidado, el arma dañada que abandono en algún rincón del infierno mientras lidiaba con sus problemas personales; hacia tanto que no pensaba en él que ni siquiera recordaba su ubicación. Tontamente se dejo convencer de que su gemelo estaría mejor ahí buscando el modo o la manera para sobrellevar lo que ambos se hicieron, pensando en que la fuente de su mayor enojo llevaba el nombre de Michael.

Las alas llenas de luz iluminaron su paso buscando el punto donde estuviese aquella peligrosa sombra, una que nunca debió dejar a la deriva, se regaño mientras buscaba algún indicio de esa antigua presencia.

-Vamos Michael, ¿Dónde te metiste?- Murmuro para sus adentros sintiendo un toque de culpa, ahora Chloe estaba con él, su hija llevaba su vida en la tierra lo que indicaba millones de años en en el infierno. Tanto tiempo dejo a la deriva ese enfrentamiento, mientras se decía que sería al siguiente día que hablaría con él, le prometió una segunda oportunidad, pero nunca se esforzó por cumplir dicha promesa temeroso del resultado final.

-El diablo nunca miente- Continuo para sí, consiente de que tal vez esta vez habría roto su promesa.

-Rayos- Exclamo en voz alta observando el balde aún con agua y el cepillo a su lado, abandonados en un punto lejano y frío, donde nadie se molestaría en dar un vistazo.

-Michael- Finalizo descendiendo, percatándose de lo reluciente de la superficie tan lustrosa como la misma obsidiana. Sin pensarlo se agacho para recoger el cepillo descuidado, notando las marcas de sangre que lo recubrían, marcas cobrizas que se secaron con el tiempo. Retratando lo que pudo haberlas generado, un sinfín de teorías que nadie mejor que el mismo diablo podría comprender.

-¿Cuándo?, ¿Cómo?- Se pregunto pensativo, consiente de lo que pudo haber ocasionado.

-Maldita sea Michael, no pudiste simplemente desaparecer- Exclamo en voz alta recordando la figura de Uriel. Negándose a creer que ese había sido el destino de su hermano.

La oscuridad oculto su figura de los ojos ajenos atravesando capas de su mismo universo, mundos y reinos que se entre perdían mientras volaba, buscando a ese ente, aquel que se atrevió amenazarlos, el que buscaría acabar con las creaciones de su padre si no era retenido, una criatura nacida del vacío, dueño de esas tierras antes de que dios llegase a recrearlas. Antiguo y poderoso, un viejo rival esperando recuperar lo suyo. Sin una forma real aparente, se deleitó distinguiendo al fin al guerrero que originalmente le enfrento, solitario, descuidado, sin armadura y desarmado pero con la decisión clara en su rostro. Un arma agobiada por el tiempo e ignorada; las plumas sin embargo revelaron el filo que incluso para él sería mortal.

Lucifer suspiro, había vuelto a casa con Chloe quien escuchaba la explicación. Las marcas claras de lo que el Arcángel hizo se dibujaban en el cubo de agua abollado, mismo que revelaba las zonas filosas cubiertas de sangre seca donde probablemente el viejo Michael intento suicidarse, las pruebas resaltaban ante ellos como un caso policiaco.

-Michael lo intento probablemente más de una vez y yo ni siquiera lo note- Murmuro la estrella del mañana afligido, en épocas pasadas habría sentido la desesperación de su hermano, o tal vez habría tenido la empatía para buscarlo una vez solucionado sus problemas personales.

- No esta muerto- Aclaro su detective consiente de que esa oración no rellenaba todos los espacios vacíos. Pero el diablo no estaba tan seguro de ello, recordando la sensación; como una simple explosión interna que tan rápido como llego se desvaneció dejando un vacío sofocante en su lugar.

-No estoy tan seguro de eso- Murmuro, lo olvide por completo, lo deje en lo más profundo de mi mente esperando quizá no tener que lidiar con él de nuevo; pero algo en mi interior sabía que no siempre podía ser así, sólo me negué a darle la oportunidad- Explico apenado, había logrado salvar a tantos, tantas almas que sólo necesitaban una guía, ayudándolos a llegar al cielo; pero no pudo enfrentar de nuevo a su propio hermano.

-No debes culparte por eso Lucifer, el tomo sus propias decisiones y eso lo llevo a ese destino- Argumento su alma gemela tratando de consolarlo, tal vez no le conocía lo suficiente como formular algo de aprecio hacia el ser que la asesino.

-Aun así le prometí una segunda oportunidad; y no hice absolutamente nada- Prosiguió con un leve toque de frustración. Le culpe por todo lo que no pude cuando partió papá. Sé que no es bueno, pero yo no miento- Explico tratando de dar a entender su sentir. Amenadiel aparecería pronto y no tenía idea de que es lo que iba a informarle. Dejando escapar un suspiro se dejó caer en el sillón más cercano buscando el confort en forma de un abrazo por parte de su amada Chloe.

La desventaja estaba de su lado, pero eso no sería impedimento para ejercer su función; él era la espada de dios, el arma más poderosa de su padre, creado para luchar contra seres como este. Las plumas filosas como espada alcanzaron a herir a su enemigo, la sombra que ahora tomaba forma humanoide y reía mientras la sustancia oscura se desvanecía en la inmensidad del espacio, las estrellas, planetas y demás se perdían ante la velocidad de los movimientos de los rivales; pero la falta de práctica, el agotamiento y la soledad estaban haciendo mella en el guerrero solitario.

-¿Dónde está el ejército de tu creador?- Resonó la pregunta no dicha con palabras pero si con pensamientos.

-¿Mejor aún donde está el señor de este universo?- Prosiguió de manera burlona, consiente de la realidad. Michael no replicaría, él sólo estaba ahí para detenerle.

-¿Por qué sigues peleando por ellos?-Le cuestiono cambiando el tono a un toque más serio, analizando el estado real del antiguo general, notando el descuido real en su figura.

–Es obvio que te han abandonado- Continuo buscando crear esa chispa de duda en el ente angelical. -Eso no es de tu incumbencia, mi trabajo es detenerte a toda costa- Respondió el Arcángel enfocándolo.

-¿A pesar de tu propia vida?- Susurro. El silencio fue la única respuesta. En antaño la vida no sería suya y su presencia sólo sería un sacrificio más en el gran tablero de su padre; pero ahora, habían dudas, había dolor, abandono, soledad, tristeza, apatía, y a pesar de todo lealtad. La sombra similar a la de un humano de tonos grisáceos sonrió,

-Peleas una guerra perdida por un universo donde ni siquiera eres querido- Exclamo, -Sin embargo yo he visto la verdad y he decidido que ha llegado el momento de actuar, he dejado a la deriva este lugar por mucho tiempo, es verdad que fui derrotado, pero todo rey tiene sus recaídas y regresos- Argumento el ente.

Michael podría representar un reto o no para el ser, pero al final cumpliría con su deber aunque en lo profundo de su alma deseaba seguir viviendo; aun así ese breve instante de indecisión fue suficiente para que la energía oscura del ente le invadiera capturándolo en una masa de energía que parecía envolverlo lentamente, mientras el arcángel forcejeaba buscando liberarse del abrazo mortal.

-No luches más mi espada, pues creo que un arma tan grandiosa como tú no debe mantenerse a la deriva, yo seré digno de llamarte mío y mi misión se convertirá en tuya, el arma digna de un rey, de un creador, de un colonizador- Confirmo tomando al fin la mano del ángel cautivo mirándolo a los ojos; la fuerza de la creación atrapada en la oscuridad del miedo. Pero este universo es mi hogar original y con el filo de tu hoja lo recreare a mi voluntad, será un deleite enfrentar ese nuevo dios tan magnánimo que te abandonó y usar tu filo para derribarlo- Finalizo volviendo sobre sus pasos, llevando consigo lo que buscaba. Michael en cambio forcejeo, grito y se revolvió moviendo sus alas para tratar de escapar, se sabía en desventaja, pero a pesar de todo, pensó que la muerte sería mejor resultado. No había un nombre para definir al ente que lo había capturado, pero su presencia logro eclipsar la de Michael creando un vacío claro que todos los celestiales podrían sentir.

… Continuará…