Forja

Michael

El cansancio comenzó a hacer mella de su ser, no sabía adonde se había marchado su carcelero o cuanto tardaría en volver; sin embargo, las palabras del ente resonaban en su interior reviviendo viejos sentimientos. Él mejor que nadie sabía bien lo que se sentía ser olvidado, pero a diferencia del viejo Khaos, había logrado hacer las paces con todo eso. No se sobrevive a tanto para caer de una manera tan patética; o al menos no esperaba que fuera su caso. Los humanos a diferencia de los ángeles hablaban con grandeza del Arcángel Guerrero, dirigiéndose a su persona como una criatura divina digna de ser reverenciada. "El que se asemeja a dios" fue una referencia diaria en las oraciones de todos los que aún creían en su fuerza. La realidad es que en esos tiempos dejo de lado todo sentimiento positivo culpando a esa raza por su dolor eterno, por la separación de su familia, por todo lo negativo que se le presento con los años. Se necesitaron eras tras un balde de agua tallando los suelos infernales para entender que tal vez las cosas no habían sido de ese modo y el que estaba mal era él. La autorrealización se convirtió en una maldición que le persiguió desde el principio de los tiempos hasta que comprendió que podía seguir por si mismo; no necesitaba la aceptación de nadie más que la suya. Tuvo que entender que a veces las cosas suceden porque es parte de la vida, los patrones de los que Uriel siempre hablo. ¿Qué hacer al respecto?, si no puedes evitarlos entonces solo busca una solución y sigue adelante. Fue por esa razón que se marchó a solas después de su revelación. No vio la necesidad de hacer alarde por haberse recuperado. Simplemente pensó que podía irse, vivir su vida dejando todas esas tonterías atrás.

-Y ese instinto intrínseco de ser el protector te llevo a este lugar- Exclamo en voz alta admirando nuevamente su posición. Prisionero de una criatura del abismo, un ser poderoso que al parecer no logró superar la frustración de la derrota a diferencia de él.

-¿Qué diría ahora Samael?, seguramente se reiría- Continuo consiente de que estaba sólo, y a menos que consiguiera pruebas claras de la situación seguiría prófugo. ¿Quién confiaría en el traidor y rastrero de Michael?, El mentiroso estafador como algunos le llamaban a sus espaldas. Porque qué mejor que el cojo para ser el chivo expiatorio; demasiada carga de culpa aderezada con el toque personal de todos sus hermanos. Se había hecho mucho daño a sí mismo permitiendo que las palabras ajenas perforaran su alma haciéndole creer que nunca llegaría a ser más que la triste sombra del iluminado, sin considerar que sin oscuridad no había necesidad de luz. Todos eran iguales; excepto quizá…

Un toque de fe se hizo presente en su interior con esa sensación cálida casi imperceptible que le incito a seguir resonando con un nombre específico. Sabía que podría intentar llamarle, pero no deseaba que terminara en manos del ser que afirmaba ser su nuevo poseedor. Aun así, una advertencia; ella le creería, podría avisar al resto del destino que se avecinaba a manos del ente que pensaron muerto.

Sin pensarlo más cerro sus ojos concentrando todo su ser en un simple llamado, un mensaje no para buscar un rescate, si no para crear conciencia de lo que se aproximaba esperando que le dieran el beneficio de la duda.

Lucifer voló atravesando las puertas de su reino llevando consigo a Chloe, buscarían lo que requerían sin llamar de más la atención. Sus hijas no tenían por qué enterarse de nada aún, pues no sabían a que se enfrentaban y eso lo hacía demasiado peligroso. Los asuntos celestiales no siempre eran en un término amistoso, el conflicto que Michael creo fue duro, pero La estrella de la mañana sabía que no era nada comparado con lo que podrían enfrentar. Su hermano mayor estaba demasiado ocupado entre su nuevo puesto y familia como para darle mayor importancia al asunto. Fue justo cuando el demonio se percato del impacto real de las decisiones que estaban tomando. Su gemelo un Arcángel que desapareció en un instante sin dejar rastro, el antiguo general se desvaneció no solo del lugar si no de la existencia y simplemente no era importante. Simplemente insólito, se pregunto si así había sido con él, un momento de estrés que era mejor dejar olvidado.

-Deja de pensar tanto- Escucho a la Detective a su lado, ella como un fantasma le miraba percatándose de la cantidad de pensamientos que debían embargar a su Ángel, su gesto hablaba por él.

-Es sólo que no puedo evitar comparar- Replico el dador de luz.

-No es igual y lo sabes, además es por eso por lo que estamos aquí, para saber lo que realmente sucedió- Confirmo ella con pasividad, su experiencia relució creando un aura de estabilidad.

-Cierto- Respondió Lucifer recuperando su confianza nata, liberando la presión para integrarse en las calles en busca de algunos sujetos interesantes que podrían ayudarle. Chloe le siguió de cerca como en antaño, la nostalgia volvió a su mente mientras retrataba ese caso como lo hicieron en el pasado.

-¿Qué buscamos exactamente?- Le cuestiono ella caminando a su lado.

-Hay personas que por mucho que me duela admitir se encargan de algunos detalles fuera de lo natural- Explico el demonio obteniendo un gesto cómico de parte de su acompañante.

-¿Algo como los caza fantasmas?- Respondió su Detective impactada por la revelación.

-No precisamente- Refunfuño Lucifer ignorando las miradas confusas de las personas que pasaban a su lado, no era muy común ver a alguien hablando solo.

-Son más como… ¿psíquicos magos?- Susurro, -Y no te rías- Continuo antes de escuchar la carcajada de ella.

-Si vamos adelante, un fantasma riendo de un mago que mas da- Gruño levemente sintiendo la sonrisa de Chloe a su espalda.

Gabriel

Una de las pocas que nunca perdió la fe en su hermano algo que para muchos fue difícil discernir, pero todos esos comentarios negativos jamás fueron de importancia para ella. Cada uno podía tener su propio juicio y Gabriel aplicaba ese concepto con creces. Nunca fue demasiado obvia, sabía que Michael acostumbraba a mantener erguida esa pared interminable cuando se trataba del trato con otros, haciendo uso del miedo para generar orden. Algo que no fue bien visto por la mayoría de los ángeles, si tan sólo supieran realmente lo que se ocultaba debajo, pero después de la batalla entre gemelos toda oportunidad se hizo prácticamente inalcanzable.

No podía negar que lo extrañaba, esa manera huraña y sarcástica que tenía de dirigirse a su persona le causaba alegría, con esos destellos leves donde podía verlo como realmente era. Sin embargo; después de que fue exiliado al infierno no tuvo contacto con él pues estaba prohibido hablarle. No entendía del todo el odio que sus hermanos tenían o el resentimiento que los obligo a dejarlo en ese rincón olvidado.

Le dolía el alma y el corazón al pensar en él. A veces caminaba observando los cielos pensando en lo que estaría viendo. Lo quería y le hacía falta. Imagino como sería desafiar a su hermano mayor tan sólo para tener su compañía, pero luego recordaba la mirada que él le otorgó antes de marcharse.

-No vale la pena pelear por mi- fue el sencillo mensaje; yo tome mi decisión y debo pagar por ello.

Si alguien podía entender sería ella.

-¿Dónde estas hermano?,¿Qué ha sido de ti?- Se pregunto- Pensativa, sabía que Amenadiel bajo al Infierno para buscar a Lucifer y tratar cosas sobre Michael, sin embargo volvió tan sólo para hacer un simple decreto, La estrella de la mañana y su alma gemela saldrían del infierno para buscar al Arcángel desaparecido. No hubo aclaración sobre el estado de este, ni razón. Mentiría si dijera que eso no le causo indignación. Es verdad que había mucho trabajo atrasado y cada día empeoraba, pero de eso a simplemente ignorar algo de esa magnitud, por favor si ella se perdía un día ¿Sería lo mismo?

-No vayas por ese lado de pensamiento Gabriel, no vale la pena- Se reprendió encaminándose hacia una zona boscosa, preferiría pasar un rato a solas antes de seguir con las actividades asignadas.

No paso mucho para encontrar un lugar adecuado sentándose en un claro, cerro los ojos dejándose llevar, buscando de manera inadvertida algún rastro sobre él. A veces tendían hacer eso, una práctica de ellos; una que según Michael serviría en caso de emergencias, porque a pesar de todos sus defectos siempre fue en el fondo el protector. Tomándose muy en serio eso de vigilar y resguardar las fronteras.

-Es sólo un ejercicio, pero si estas vivo al menos déjame saber- Exclamo al aire sin esperar respuesta.

-Nadie más tiene porque enterarse-Continuo, las palabras suaves viajaron por el tiempo y el espacio guiadas por su gracia, la del mensajero.

-Háblame- Comando sintiendo al fin algo similar a la energía de su hermano.

-Dime algo- Continuo finalmente en un toque casi imperceptible, mientras lo sentía. Estaba vivo, débil, herido…

Las sensaciones se transformaron en ese lazo oculto mientras ella abría los ojos a esa realidad que no fue del todo suya. Oscuridad, que no provenía de Michael, si no de algo más profundo, hacía mucho frío. Volvió su atención a sus manos notando las ataduras creadas de eso que no era materia, vio su cuerpo sucio, cansado, herido e incapaz de moverse. Levanto la vista finalmente para verlo a él. La criatura que se dirigía hacia su posición experimentando un temor más allá de lo imaginable, sintió la necesidad de alejarse incapaz de reaccionar antes de que algo la lanzara de vuelta a casa.

El golpe fue fuerte, lleno de la esencia de su hermano. La había enviado de regreso antes de que fuese detectada, no quería dañarla; solo que viera lo que estaba por venir. Una advertencia a su modo. Cerrando su mano observo las estrellas a lo alto, ¿Cuánto tiempo paso?, imposible de decir. Sólo sabía que el vacío estaba presente, pero eso no fue todo. Fue Michael por un instante y pudo sentir lo que él; el dolor de esas ataduras, el fracaso en lo mas profundo de su alma. La tristeza de haber fallado, esperando tan sólo que entendieran lo que estaba por venir.

-No estas sólo- Murmuro sintiendo una lagrima caer por su mejilla, Gabriel entendió que Michael se veía perdido a manos de su captor, pero quería que el resto estuviese listo para enfrentarlo. Era momento de hacer su trabajo, tenía un mensaje que entregar.

Amenadiel sería advertido, pero dependería de su reacción las acciones que ella tomaría; porque se negaba a abandonar a su hermano nuevamente. No más complacencias, Michael también era parte de su familia y no pensaba dejarlo a la deriva en manos de esa criatura.

Lucifer

Los hombres lo vieron llegar, sabían quien era, le temían. Lo observaron mientras se habría paso en el bar hasta la barra, donde el cantinero le miro con seriedad.

-No vengo en busca de ningún problema- Comento la estrella de la mañana, -solo quiero información con respecto algunos acontecimientos recientes- Informo recargándose, a su lado Chloe tomo asiento, los asistentes abrieron paso indicando su presencia. El alma gemela del Diablo los miro impresionada; eso definitivamente había llamado su atención.

-¿En que puedo servirte?- resonó una voz a su espalda, Lucifer sonrió reconociendo a su dueño. -Bueno tengo un caso particular que requiere del trabajo de un experto; aunque obviamente es algo que debemos tratar en un punto más privado. El hombre asintió señalando el camino dejando al resto de los asistentes en sus asuntos.

-¿Qué podría traer a la Estrella de la mañana a mi humilde establecimiento?- Pregunto el sujeto mientras avanzaban.

-Yo diría que ya lo sabes y si no es el caso, entonces mis fuentes estan en un error- Aclaro el Arcángel caído. El hombre abrió la puerta de un cuarto donde una mesa con algunas sillas reposaba, similar a una sala de juntas.

-Adelante ustedes son mis invitados de la noche- Confirmo inclinándose levemente para dejarlos pasar. Chloe agradeció el gesto adentrándose seguida de cerca por Lucifer. Después de haber asegurado la puerta el sujeto suspiro observando a sus acompañantes.

-Se que no es una visita social del todo, al menos que un Arcángel perdido sea causa de un festejo- Confirmo

-Podrías decirlo se ese modo- Replico el Demonio con pasividad cual junta de negocios.

-Supongo que buscas el paradero, sin embargo, no hay manera de que pueda decirte donde esta o si está vivo- Recalco el humano con desconcierto, supe de su desaparición, pero eso es todo. Mis fuentes desconocen el paradero y eso es mucho decir.

- Así que no saben si está vivo-Comento.

-Creo mi señor que el mejor capacitado para saber eso es usted- Intervino el hombre. Lucifer asintió agradeciendo antes de levantarse de su silla para salir del lugar, Chloe no intervino, pues el gesto frio de su compañero podría engañar cualquier otro menos a ella, podía ver el dolor oculto tras la fachada. Lo que sólo confirmo lo que imaginaba.

-Entonces agradezco tu hospitalidad- Dijo antes de marcharse. No se espero para saber si existían rumores, caminando para alejarse lo más posible del lugar.

-Lucifer- Exclamo su compañera tomándolo del brazo.

-Me niego a creer que sean tres- Susurro.

-Entonces seguiremos investigando, encontraremos alguna pista- Confirmo Chloe. Su pareja podía vestir muchas caras y facetas, pero la realidad siempre era visible a sus ojos, sabía lo que él pensaba, lo que sentía cada que imaginaba ese destino; el cual pudo haber evitado de haberse dado solo un momento para hablar con su gemelo. Ella no dejaría que el cargara con una segunda culpa. El nombre de Uriel ya era demasiado peso como para sumarle el de Michael.

La espada de dios, airosa, poderosa, única. Un arma sin igual, con muchos tonos- Comento Caos aproximándose. Michael no revelo nada, el miedo se marcho junto con Gabriel. Al menos ahora sabía que las cosas no habrían sido en vano, ella encontraría la manera de hacerles ver. Era buena en eso.

-¿No mas temor?, ¿Acaso te rendiste finalmente a tu destino?- Le cuestiono el dios.

-Hablas demasiado para estar acostumbrado a la soledad que es el vacío- Respondió su prisionero con indiferencia, no estaba ansioso de enfrentar el destino que le aguardaba, pero de igual modo tampoco estaba de humor para juguetear. -Supongo que estas cansado, sí; yo lo estaría de estar en tu posición- Afirmo su captor.

– Entonces no se hable más, es momento de reforjar esta vieja arma y darle el toque personal.- Confirmo en un estilo alegre ajeno. Michael se preparó, no sabía lo que ese ser antiguo era capaz de hacer, pero lo que fuera no le facilitaría el camino. Las cadenas oscuras se comprimieron sobre él, la fuerza no era sólo física si no había algo más, algo que intentaba penetrar su ser. El grito habría resonado en los alrededores si el espacio no lo hubiese sofocado.

Sintiendo como si su propia estructura se fracturara, desintegrándose en partes aleatorias para recomponerse poco después. No podía aceptarlo, no sería la herramienta de esa criatura fatídica, era su enemigo no su aliado. En el infierno lucho tanto para reinventarse como para perderlo todo a manos de esa deidad. No era justo.

-Padre se que no te importa más, pero por favor te pido fuerzas para defender lo que aún queda de nuestro Universo. No permitas que el trabajo de nuestras vidas se extinga en sus manos- Oro mientras la antimateria buscaba traspasar sus barreras. Todos los retos superados, las experiencias, las victorias y derrotas. Todo lo que fue regreso como un balde de agua fría buscando corromper su esencia, reconfigurando su ser para servir y engrandecer a su captor. Él era un arma, una espada creada por las manos de dios, la presencia fue quien le dio su existencia no el Caos. Su trabajo era detener esa clase de entidades, no rendirse ante ellas.

-Yo no he sido bueno, he cometido muchos errores, equivocado el camino un sinfín de veces, pero jamás deje de ser el protector. Soy un guerrero, pero también tengo un alma y me niego a que sea corrompida por una criatura como tú- Murmuro.

Khaos lo escucho en las profundidades de su ser, carcajeándose. No había salida para el pequeño Arcángel. Ahora era suyo para recrear. Seria el arma ideal a sus necesidades, sólo un poco más de presión, el general no aguantaría tanto, no en su estado. Increíble que sus propios hermanos se encargaron de desgastarlo hasta dejarlo listo para él.

Michael sin embargo no podía verse a si mismo como parte del vacío, porque iba en contra de todo lo que fue. La creación no la destrucción. El dios oscuro le miro topándose con ese poder, el mismo que alguna vez lo expulso. reencontrándose con aquella fuerza que era parte del Demiurgo. Energía que paro en seco todo intento de la deidad. La fuerza oculta se libero por un mero instante recordando el poderío que dicha arma poseyó. La espada de dios se hizo presente una vez más en su esplendor real, destrozando las cadenas que le aprisionaban con facilidad. El vacío arremetió buscando recuperar a su presa; pero esta lo ataco regresándolo a las profundidades de donde provino, era una medida temporal que le ganaría muy poco tiempo, pero el suficiente para alejarse. Caos era infinito, poderoso y experimentado; esto solo fue el último intento de supervivencia. No podía siquiera detenerse a pensar, no con el peligro tan cercano. Se abalanzo al espacio alejándose lo más rápido que pudo de ahí, debía volver a la tierra; lamer sus heridas y recuperarse.

El viejo dios lo vio alejarse, estaba tan cerca de la victoria; pero esto solo enmarcaba el inicio del fin.

-No importa adonde vayas mi espada; ya fuiste marcado como mío- Exclamo.

Continaurá…