Capítulo 11 El enigma es la llave.

En alguna región del inmenso inframundo dos dioses se adelantaban a paso apresurado con solo la fuerza de sus cosmos divinos como luz guía. Enio aun guardaba consigo una de sus antiguas lanzas de fuego, de las que solía utilizar durante la época del mito y a su lado Dionisio caminaba con una copa cuyo contenido parecía fuego brillante. La diosa de cabellos plateados y piel aperlada comenzaba a dudar, de su gran idea.

-Franck, estas seguro que esto es lo correcto?-

-Eres la diosa de la destrucción y pareces tener miedo mi preciosa.-

-Era… era la diosa de la destrucción, te recuerdo que desde mi resurrección ya no soy la misma.-

La joven se sentía nerviosa y algo apenada por su actual posición, aunque su compañero no la dejaría decaer así como así. Dionisio detuvo su paso para sujetar a su homóloga por la cintura acercándola en un tierno beso.

-Es verdad ahora eres mitad diosa y mitad arcángel, un perfecto hibrido, no hay de que avergonzarse mi amor, por el contrario tienes el privilegio de llevar luz corriendo por tus venas sagradas, la luz de Remiel.-

-Porque esa luz no me permite sentirme tranquila?-

-Porque no es la luz la que decide sino nuestra voluntad. Sabes que si se trata de los Titanes estamos en el buen camino, mejor dicho en el único.-

Continuaron a paso firme un cuarto de hora hasta llegar al sitio indicado, para sorpresa de ambos la compuerta de madera se encontraba abierta. Se miraron con evidente interrogación, pero ni eso les detuvo en su decisión por adentrarse en aquel extraño sitio.

Ahí frente a ellos un universo lleno de luz y forma yacía vivo, los pastos verdes rebosantes de vegetación y el cielo celeste limpio iluminado por algún astro que a simples ojos no era visible. A unos metros de divisaban unas colinas hacia un vasto horizonte. Enio se adelantó cogiendo fuerte la mano de su amante.

-Debemos encontrar el monte sagrado lo más rápido posible.-

Alecto estaba fría, muda y completamente paralizada delante de aquella dama que esperaba tranquila su respuesta bajo aquel rostro inmutable mientras el cuerpo de la creatura parecía crear, por sí solo, hilos de enredaderas verdes que recorrían desde su vientre hasta su cuello.

-Es a ti de descifrar el enigma niña sagrada y no al revés, has tenido la osadía de llegar ante nuestros dominios, ahora dime llegaras hasta el final o te iras huyendo como una simple y cobarde debutante de la vida?-

-Hécate me dio una llave y un mapa, este me trajo hasta ustedes, ella dice que aquí está la clave para restablecer el equilibrio que yo rompí.-

-Equilibrio…-

-El tiempo se quebró, se abrió una brecha entre el pasado y el presente y es porque yo…-

-El tiempo, vaya estupidez, que tonta e ignorante me resultaste.-

-Pero…-

-Dime en que momento estamos?-

La chica le miro confusa, mientras la dama movía su cabeza en negación con evidente decepción.

-No entiendo…-

La dama se arrancó una hoja del cumulo de ramas que cubrían su cuerpo.

-Tómala y ahora déjala caer.-

La peli negra tomo aquella diminuta hoja y así la dejo ir.

La dama se dirigió seria.

-En que momento la arranque?-

-Hace solo unos segundos…-

De inmediato la hoja desapareció y Alecto observo a la dama de nuevo arrancando la hoja y volviéndosela a entregar. La chica estaba un tanto sorprendida, los gestos, los movimientos eran idénticos y fue como se dio cuenta de que estaba volviéndose a repetir aquel momento, como si ocurriese de nuevo.

-Pero si acababas de…-

De nuevo la hoja desaparecía y Alecto sentía un extraño mareo, su cuerpo se volvía pesado y parecía todo tan lento. Todo se repetía una y otra vez…

La voz de aquella figura femenina se escuchaba firme y retumbante.

-El inicio, el final… la vida y la muerte… el ayer y el mañana… dónde están?... Contesta y se sincera, dónde están?!-

La joven extendió su mano, se sentía tan pesada, tan lenta la hoja caia y volvia a su origen y ella era incapaz de tocar ninguno de esos instantes.

-No puedo tocarla… no logro alcanzarla…-

-Contesta mi pregunta niña, en qué momento la arranque?!-

-Fue hace unos…-

Pero de inmediato el evento se repetía y volvía a comenzar, era el mismo instante y se trataba de la misma hoja.

La joven se desesperó ante su impotencia.

-No lo sé, parece que todo vuelve a recomenzar y no puedo percibir el inicio del evento del final del mismo!-

-Dime entonces qué es lo que percibes?-

-A mí, a nosotros…-

-Qué momento estamos viviendo?-

Alecto se sentía confusa, pero al observar el verde esmeralda de los ojos de aquella dama y percatarse de la posición en la que sus pies pisaban aquel pasto, firme y fresco, solo tuvo una sola percepción.

-Ahora, es ahora que estoy aquí en este preciso instante.-

La mujer le sonrió complacida mientras le hablo ahora más tranquila, como susurrando.

-Entonces que esperas para que tu cosmos reaccione?-

La joven encendió su cosmos con fuerza enviando esa energía hacia sus pies y de ahí fijo su cabeza enviando un rayo de cosmos hasta el cielo. Se creó una línea de luz entre las bóvedas celestes y la tierra bajo sus suelas y en ese instante sintió equilibrio recobrando la integridad de sus fuerzas y sus sentidos.

-Era relativo, que la hoja hubiese sido arrancada y el momento en que caía, en realidad lo importante era el instante en que podía ser consciente de cada movimiento.-

-Vaya veo con satisfacción que Hades no engendro idiotas, ahora dime cual es el secreto de la caída de Cronos?-

Alecto abrió sus ojos asombrada, y sintió un escalofrió que le recorrió todo su cuerpo.

-No puede ser así de simple!-

-Lo más complicado radica en su simpleza.-

De inmediato el cielo se tornó celeste y un anciano aparecía tranquilo junto a la dama mística, su cabeza calva a la perfección y sus ojos celestes cual zafiros brillantes, contrastaban con el blanco de su piel.

Una voz familiar atraería la sorpresa de Alecto.

-Siempre ha sido así primita linda.-

Alecto se giró un tanto aliviada al verse acompañada por dos personajes muy familiares.

-Franck… Enio, pero como supieron que yo …-

-No teníamos ni la menor idea de que te encontraríamos por estos rumbos, pero estábamos seguros que si encontraríamos la respuesta. Zeus lo comprendió desde hace milenios y por eso logro derrocar a Cronos en la época del mito. El problema vino que su propio ego le cegó, borrándole los recuerdos de las claves de su triunfo. Los Dioses también olvidan prima.-

-Y tu como lo supiste?-

-Hace mucho tiempo que deje de vivir en fantasías, yo no ambiciono nada, vivo mi presente no me hago falsas predicciones es así como mi cosmos divino, el placer, consigue su máxima vibración.-

Enio le miro de reojo frunciendo su labio un tanto molesta.

-Podías haberlo dicho desde que partimos en vez de tenerme nerviosa hasta el último instante.-

-De nada sirve confesar algo que se necesita experimentar, además en cierta forma es lógico, yo soy el representante de la energía del placer, los placeres pueden convertirse en excesos, pero es cierto que el mayor placer es el éxtasis de los sentidos y este solo se logra cuando estamos bien conectados en el momento presente. –

Alecto regreso su atención a aquella pareja de seres misteriosos, la chica se acercó a tomar la mano de la dama y a la vez del anciano.

-Ustedes son Gea y Urano, la tierra y el cielo. No comprendo si desde el inicio sabían el secreto de Cronos porque se dejaron vencer?-

El silencio de ambos seres parecía gritarle la respuesta a la joven Alecto, sabía que de la boca de ellos no obtendría más palabras. Enio tomo la iniciativa colocándose frente a Urano quien dirigió su vista hasta una roca que yacía a unos metros de ellos. Así sin más explicaciones dentro del silencio absoluto el cielo y la Tierra desaparecieron a sus cuerpos holográficos, dejándoles solos frente aquella enorme roca en donde se reposaba tranquilamente lo que tenía la apariencia de un cristal luminoso, que en segundos se convirtió en una bola de luz vibrante. La joven Alecto lo tomo consigo y de inmediato los tres dioses retomaron el rumbo en busca de sus compañeros.

Después de haber corrido por una hora Saga depositaba a Saori unos instantes en el suelo, junto a ellos Mu y Shaina utilizaban toda su concentración en lograr activar sus cosmos, sin éxito alguno. El lemuriano comenzaba ya a desesperarse ante aquel escenario la luz de aquella hermosa mariposa se había reposado en una roca a escasos centímetros de ellos como si les diese tiempo para reposarse.

-Lo que me pone peor es no poder ver ni el suelo que pisamos, tengo la sensación de que estamos sobre una superficie más de arena que de roca. –

Shiana observaba aquel insecto luminoso, un tanto relajada.

-No sé ustedes, pero ese bichito me da confianza, además siento que desde hace rato hemos abandonado la cueva.-

Saori quien se mantenía sentada junto a Saga reflexionaba sobre las palabras de la cobra.

-Tienes razón Shaina el hecho de que no veamos el techo puede significar que ya no esté ahí, estamos bajo esta extraña oscuridad, por lo tanto nos hacemos ideas de mil cosas cuando quizás aquí no haya nada, es solo el miedo el que nos está haciendo sentir esta opresión.-

Saga se recostó un segundo dejando su cabeza al nivel del amplio vientre de su esposa, mientras que Mu se aventuró hacia aquel luminoso amiguito, quien parecía esperarlos con amplia paciencia. Al quedarse a escasos centímetros del luminoso bichito, este levanto sus alas y se posó en el hombro del peli lila.

-Vaya menos mal que no quemas, amiguito, dime sabes en dónde estamos?-

La mariposa emitió flases de luz y Mu creyó comprender su significado.

-Eso es un sí, espero.-

De inmediato el insecto luminoso tomo altura encendiendo su luz a una intensidad que por segundos dejo ciegos a los cuatro. Después del destello, todos quedaron sorprendidos, al ver como se mostraba frente a ellos, el hermoso paisaje de donde realmente estaban pisando. Como juego del destino de nuevo se veían frente a una hermosa playa, y a lo lejos una inmensa duna de arena blanca reflejaba en el horizonte unas nubes condensadas y con matices rojizos.

Saga recobro su compostura, mientras hacía conjeturas.

-En aquel sitio se teje algo, no me gusta mucho el panorama, pero parece ser que es el único camino que nos queda.-

Mu le tendió la mano al géminis para después ayudarle a su diosa a ponerse de pie, Shiana estaba seria, era imposible ocultar sus nervios, sin embargo era el momento y ya no había marcha atrás.

-Athena, señores estamos listo?-

Los tres asintieron, y así la cobra cogió la mano de su lemuriano abriendo el camino que les llevaría a averiguar que misterio se ocultaba detrás de aquella nube color rojizo.

-Maldita sea Constanza ya no puedo seguir tu paso!-

Julián jamás se imaginó que aun sin su cosmos activo, él podría llegar a ser tan buen atleta, aunque bajo ese escenario ni él ni su cuñada tenían mucho tiempo para meditar al respecto.

-Si te quedas un segundo sin mover te hundirás o te alcanzara uno de esos rayos de fuego, así que haz honor a tu fuerza divina, vamos Julián, tu eres Poseidón!-

Pues si ser un Dios podría tener sus ventajas, aunque no precisamente en aquel paralelo.

-Lo mío es nadar, en el agua y no freírme!-

-Tú crees que a mí me encanta nuestro panorama!-

-Esto es una mierda se supone que debía estar haciendo a mi primogénito junto a Gabrielle, porque diablos nunca puedo tomar vacaciones?!-

-Me lo dices a mí! Yo debería estar tomando un avión alas Maldivas después del concierto de Soren! Aunque te seré sincera hubiese preferido Edimburgo!-

-Te gustan las ciudades embrujadas?-

-No es eso, pero estoy harta de tanta playa!-

Había un tercero que no se cansaba de fastidiarles.

Cronos hizo aparecer su trono sobre una de las enormes rocas a una altura considerable para poder deleitarse del espectáculo que se daba al torturar a sus prisioneros. El ver a su padre mitológico, ahí sentado, tan altivo y sonriente le producía nauseas al dios de los mares, había que hacer algo para cortar aquel circulo vicioso, ya que sus fuerzas estaban comenzando a mermar. Fue entonces cuando al joven millonario le vinieron las más absurdas ideas, seria por desesperación, pero en un caso extremo cualquier artimaña podía ser válida.

Julián consiguió atrapar una piedra del suelo, antes de que sus pies tentasen esas arenas movedizas y a toda prisa le dedico una mirada cómplice al Arcángel Jofiel.

-Constanza conoces la historia de Goliat?-

La chica se sorprendió en un principio pero después su sincera sonrisa le marcaron la pauta al Dios de los mares, quien no tardo en dirigirse hacia su en soberbiado padre.

-Oye viejo olvide darte tu regalo de aniversario!-

Cronos levanto una ceja dejando ir su risa burlona, al no comprender las palabras de su hijo. Julián concentro toda su luz hacia aquella piedra y la arrojo en un golpe digno de un beisbolista de elite. La piedra se convirtió en una esfera ardiente llena de colores que se impactó directamente en la frente del Titán sacándolo de la comodidad de su trono.

El dios y el arcángel estaban contentos como mínimo la tierra dejo de moverse y los rayos de fuego cesaron.

-Qué te parece Constita?-

-Ese es nuestro emperador de los mares!-

Poco les duro la alegría a ese par justo cuando la tierra retumbo al sentir la presencia furiosa de Cronos quien se ponía de pie con una herida sangrante en su frente.

-Miserable engendro maldito! Esta vez me voy a asegurar que no regreses de mis fauces!-

El joven sintio que perdería el equilibrio si no fuese porque Constanza, Jofiel, lo tomo de la cintura mientras encendiendo su luz logro hacer aparecer sus alas de Arcángel y tomo vuelo hacia las alturas.

-Está furioso, pero te diste cuenta? Lograste herirlo!-

-Como lo hice?-

-La luz puede romper las barreras del tiempo, así pues llegaste hasta su punto débil, no debemos desistir, es ahora que esta desorientado, la cólera le cegara su razón. Sujétate fuerte lo vamos a atacar.-

Minos observaba un tanto extrañado aquel paralelo, la playa y sus alrededores, un sitio casi paradisiaco de no ser por el ser que permanecía prisionero, en ese sitio.

-Por Hades, no me queda ni la menor duda que nuestro señor le tenía cierto cariño a su viejo progenitor, no me imagine que este sitio fuese tan agradable.-

Hera tomaba la delantera del brazo de Aldebarán, la diosa tomo un puño de arena blanca del suelo para dejar sus finos cristales deslizarse por las comisuras de sus dedos.

-Es un simbolismo juez Minos, la vida comenzó a partir de los océanos, cuando el cielo y la tierra se dividieron. El mar representa el inicio y su arena lleva como símbolo al ser que guarda este sitio, el tiempo. Este se mueve linear y sin detenerse como la arena entre mis dedos.-

Aiacos miraba un tanto nervioso a la diosa, mientras que Mitchelle se acercó por un lado al juez moreno hablándole en su mente.

-No es tu enemiga, deja de temerle.-

El juez se volteo a ver a la peli roja un tanto desconcertado, y no pudo evitar contestarle en voz alta.

-Como lograste usar tu telepatía? Se supone que estamos en un paralelo en donde los Cosmos no funcionan.-

Radamanthys y Minos se voltearon a ver al Arcángel, mientras que Kanon la abrazaba por los hombros, Hera también estaba un tanto sorprendida. Los únicos que parecían muy tranquilos eran el Toro y el géminis. Mitchelle negó sonriente mientras se abrió paso junto a Kanon dejando al resto detrás con una cara de interrogación, Aldebarán les aclararía sus dudas.

-Es el Arcángel Michael no lo olviden, puede tener carita de niña, pero sigue siendo el Arcángel líder de la Fuente.-

Así anduvieron unos cuantos kilómetros hasta observar en el horizonte una nube roja y una fuerza caótica que se desprendía de ahí.

Radamanthys estaba decidido.

-Adelante debe ser ahí.-

Aunque la poderosa luz dorada que emanaba el cuerpo de Mitchelle le cortaría el paso a él y al resto. Kanon estaba un tanto sorprendido.

-Mitchy, estas segura de que puedes hacer esto?-

-Si, y así debe ser.-

La chica se dio la vuelta dando la cara a los cinco acompañantes que quedaban a sus espaldas y vaya sorpresa, Minos no podía creer lo que veía.

-Ella es… El?-

El cuerpo frágil y femenino de Mitchelle ganaba casi veinte centímetros de altura y sus facciones y formas se tornaban casi masculinas. Su cabello parecía blanco como la nieve y sus ojos rojos como llamas de fuego vivas. Radamanthys no pudo evitar hacer un comentario espontaneo.

-Kanon, eres gay?-

Aunque no sería el único en pensar lo mismo, Minos parecía estupefacto, mientras Aiacos no podía dejar ir esa oportunidad.

-Lo sabía, siempre supe que Minos tenia tendencias raras.-

Minos reacciono algo estupefacto.

-Por Hades!-

Para sorpresa de todos Kanon se abrazó tiernamente al cuerpo del Arcángel su cabeza llegaba al nivel del cuello del ser de luz, y así les hablo el gemelo menor sin perder su habitual desfachatez.

-Pues sí, soy gay, bisexual y sobre todo mis queridos y jodidos jueces que sepan que este ser hermoso está conmigo!-

Minos reflexionaba en voz alta observando al Arcángel con ojos de fascinación.

-Pues sí que es hermoso.-

Por su parte Radamanthys e Aiacos le profirieron un buen codazo, cada uno de su respectivo lado al juez albino. El inglés estaba casi rojo de la vergüenza.

-Quieres callarte, nos estas avergonzando!-

De inmediato el juez de Caina retomo su compostura frente a una Hera y un Tauro que se cubrían la boca para disimular su risa.

-Bueno ahora que hacemos?-

La respuesta de Michael los dejo helados.

-Ahora esperaremos aquí mismo.-

Los tres jueces se miraron desconcertados, Hera y Aldebarán se veían tan tranquilos con aquella situación y con Kanon ni para que contar.

Michael se sonrió tranquilo.

-La llave está en camino, sin ella no podrán comprender el enigma.-

Radamanthys comenzaba a estresarse.

-Pero…-

-Pero nada, si mi Arcángel dice que esperemos entonces esperaremos cejitas.- Era imposible esperar que Kanon desaprovechara esa oportunidad para expresar su supremacía sobre el juez.

Así con la paciencia por los suelos el grupo se vio forzado a esperar el momento de entrar en acción.

En aquella playa de arena blanca Hilia seguía sentada al lado de Ares, mientras el resto trataban de asegurar sus equilibrios, y es que pasar aquella pared dimensional les había resultado además de difícil bastante desestabilizador. La peli azul intentaba calmarse dándole un masaje en los hombros a su amado Dios de la guerra.

-Diantres Ares, que difícil es hacer que vacíes tu loca cabezota.-

-Y que esperabas mujer si tengo milenios orquestando guerras y mañas para conseguir lo que quiero; Como crees que te conquiste?-

Deméter veía atónita como la amazona seguía masajeándole la espalda a su sobrino.

-Cómo puedes relajarte así? En dado caso debería ser ese cabron, quien te diera el masaje a ti.-

Hilia solo sonrió con un dejo de lujuria;

-Y perder la oportunidad de tocar este bien formado cuerpecito divino?-

Susana, Deméter, se puso roja por pudor ajeno, mientras que Dokho, en apoyo al dios, levantaba su dedo pulgar hacia él, Ares sonreía satisfecho.

-Pronto preciosa, no desesperes

Gabrielle estaba al borde de sus límites.

-Vamos por los nuestros y después si quieren hacerles hermanitos a los Géminis por mí no hay problema.-

Sorrento le apoyaba.

-Totalmente contigo Gaby.-

Perséfone se puso al frente y tomo la palabra.

-Escúchenme bien, estamos en una dimensión en donde nuestros Cosmos no son activos, aquí yace Cronos y Hades quiso dejarle este sitio a su entero control, es una manera de reconocerle como su padre. –

Susana se inquietaba.

-El problema es que él jamás nos ha reconocido como sus hijos, mi padre devora todo aquello que representa un obstáculo en su camino.-

-Madre no creo que Hades le hubiese puesto aquí, exponiéndose a si mismo ante un posible despertar, debe de haber una manera de controlarle.-

-Core, el tiempo es incontrolable una vez que entras en su línea nada detiene su paso.-

-Hades encerró a Cronos con la ayuda de Hécate, si ellos lograron meterle aquí entonces no es tan invencible, además mi esposo no me hubiese dejado venir rumbo a la autodestrucción.-

Gabrielle tomo un segundo la flauta de Sorrento quien no esperaba esta reacción de la chica. Entonces haciendo un ademan respetuoso que el flautista aprobó, la rubia angélica comenzó a tocar una dulce melodía.

Hilia detuvo su masaje para deleitarse con aquel sonido mientras que Ares miro curioso a la nueva flautista.

-Creí que solo la morenita Constanza tenía esos gustos musicales.-

Al cabo de unos minutos Gabrielle termino su melodía, extrañamente ya todos estaban repuestos de sus respectivos mareos y desequilibrios.

-La música tiene poderes curativos y degenerativos depende de sus tonos, nosotros los Arcángeles vibramos en frecuencia sonido/luz, todos nos derivamos de este principio.-

De inmediato brotaron alas de la espalda de Gabrielle y su cuerpo se volvió más alto emanaba una luz blanca casi cegadora, segundos después su rostro ahora más andrógino se dejó ver y se adelantó marcándoles un camino que todos decidieron seguir sin cuestionarlo.

Después de correr por una hora entera Hades y su grupo se encontraron de frente con quien tanto anhelaban. Frente a ellos Dionisio junto a Enio y a la joven Alecto, el dios del inframundo no vio tiempo para atrapar a su desobediente hija.

-Padre!-

-Tienes suerte de que Hécate vele por tu alma niña loca! –

-Padre la tengo, tengo la clave!-

El dios la observo algo maravillado, mientras la dirigió del brazo hasta donde se encontraba Shion y el resto del grupo.

-Tu madre te dejo bajo su protección, así que de ahora en adelante no quiero escusas! Te lo juro Alecto que otra tontería más y no iré contra Shion sino directamente contigo.-

El lemuriano cogió a la chica entre sus brazos, se vislumbraban lágrimas en sus ojos, era la primera vez que su padre se transformaba del tierno consentidor en el implacable corrector. De inmediato el Dios se dirigió a sus otros dos homólogos.

-Quien de ustedes tomo la llave.-

Enio fue directa.

-Fue tu hija.-

Hades estaba enfadado pero sobre todo aterrado.

-No puede ser como le permitieron que…-

-Gea la escogió a ella, dijo que era ella la elegida, tú sabes que no podemos ir contra el Destino.-

Ahora la joven Alecto se dio cuenta de su gran tontería.

-De modo que yo…-

Hades respiraba con desesperación.

-La llave solo responde a quien osa despertarla, tranquila yo te…-

Shion le interrumpiría.

-Yo la protegeré y me encargare de que consiga usarla frente a Cronos sin que este la atrape.-

Hades no se conformaría con solo observar.

-Iremos todos, les cubriremos, de todos maneras estamos dentro de este embudo sin salida.-

Afrodita, Eliana, Camus y Aurora solo se miraron con complicidad, en un instante la del rayo oro rubi se acercó hacia Alecto algo curiosa.

-Muéstrame la llave, Alecto.-

La joven diosa tenía su mano temblorosa, pero Aurora le sostuvo su otra mano dándole su apoyo.

-Soy un Arcángel esa llave no me lastimara.-

Camus comenzó a inquietarse.

-Cherie estas segura?-

-Creo que he comprendido por qué no he podido acceder a mi poder clarividente, solo quiero ver algo.-

Alecto le mostro la llave esta brillaba con los colores de un arcoíris vivo, cualquiera diría que se trataba de una simple esfera.

Aurora comenzó a reír como loca, mientras que Eliana al observar aquella esfera seguiría la actitud de su hermana.

Afrodita, quien llevaba una que otra pluma de lechuza sobre su cabello, les miraba sin comprender y no era el único.

-Eli, preciosa, te prometo que esta vez nos iremos de vacaciones por un mes, creo que lo necesitas mi ángel.-

Eliana y Aurora encendieron su luz y de sus espaldas brotaron sus alas de Arcángeles, eso hizo que Camus y Afrodita se relajasen.

Hades saco su espada, y le hizo una seña al grupo.

-No perdamos tiempo…-

Aurora bajo su forma de Arcángel Uriel no podía evitar reír ante esa alegoría.

-Hades eres consciente de lo que has dicho?-

Eliana, Arcángel Zadquiel, cogió a Afrodita de la mano y salió volando con el caballero envuelto en su luz protectora. Uriel les indico el rumbo enviando con el movimiento de sus alas unas chispas de luz rojizas que marcaron un camino.

-Allá esta Cronos y es el momento de hacerle frente.-