Capitulo 26 Y si abrimos nuestra alma ?
El bullicio de aquel sitio había terminado por trastornar a las alteradas hormonas de Saori, así que Frank había optado por llevarles a su pequeño refugio, una mansión que mantenía en lo que cualquiera describiría como un pequeño oasis en medio de aquel desierto de Nevada. La peli morada estaba mas que agradecida, de hecho tanto que las lágrimas le brotaban entre un incontrolable mar de emociones desbordantes. Dionisio sentía ternura al ver a su media hermana en ese estado, Saori se percibía en un estado casi histérico.
-No sabes cómo te lo agradezco… ( las lágrimas le brotaban en contra de su voluntad) me siento tan…( de nuevo aquella maldita frustración, menos mal que el rubio se comportaba comprensivo)-
-Tranquila chiquis, he leído de esto, creo que es la famosa depresión post parto, necesitas cariño y en unos días estarás como nueva.-
-Saga ni me mira, debe ser porque aún estoy… (Malditas lagrimas traicioneras) GORDA!-
A un metro Saga, todo ojeroso, dejaba cinco minutos a Elisse (una de sus pequeñas) en brazos de su emocionada madre. Ares cuidaba con cariño a la más pequeña, Elodie, quien era la más nerviosa y parecía que los brazos de su abuelo le daban seguridad.
-Mi amor, ya te he dicho que no estas gorda, fuiste operada de urgencia por un Arcángel. Es normal que estés adolorida, además diste a luz a dos preciosuras.-
Mitchelle trataba de temperar aquel terreno de hormonas.
-Tranquilos, Frank tiene razón, las hormonas son infernales, debes de relajarte y dejarte mimar, en unos tres meses todo volverá a su sitio. El cuerpo necesita su tiempo de recuperación.-
La peli morada tenía otro shock hormonal.
-Tres meses! Me duele todo! Ayyyyyy!-
-Mitchelle tragaba saliva, vaya reflexión tan poco oportuna.
-Tiempo máximo de eso estoy segura…-
Kanon le jalo el brazo y ya podía imaginar la mirada inquisidora de su esposo.
-Vamos por un café y por favor ya no ayudes mi cielo.-
Ares pensaba sacar alguno de sus comentarios, pero la mirada de Hilia hablaba sola. El Dios bélico opto por la telepatía hacia su esposa.
-Vamos… por una vez que puedo joderla…-
-Dormiré en el sofá.-
-Qué?! No, no, no, no! Si ni le he dicho nada!-
-A la primera que hagas me voy al sofá!-
-Estas enfadada por… lo de aquel tiempo…-
Ella le miro con un cierto aire de tristeza, y a la vez suavizo su tono.
-Solo quiero que nuestro hijo descanse un poco, Saori se siente bastante mal y Saga está destrozado. Las niñas necesitan harmonía en estos momentos.-
Ares miro el pequeño rostro de su nieta, quien aunque no lloraba se rehusaba a cerrar esos ojitos.
-Podemos guardarlas para que ambos duerman, si tienen hambre se las llevamos a la madre y listo.-
Saga tomo el brazo de Saori jalándola a la habitación, después le tomo el rostro entre sus manos y la calmo de un dulce beso.
-Quiero que descanses, dormiremos unas cuantas horas, estoy seguro que los abuelos nos echaran una santa mano.-
-Me duele todo mi amor, lo siento mucho.-
-Lo sé, lo veo, pero todo va a salir bien, te lo juro.-
Frank se sonrió satisfecho ahora podría volver a su hotel junto a Enio, justo hasta que Ares con su mano libre le atrapo del brazo.
-Vamos no seas descortés, no abandonaras a tus invitados.-
Dionisio podía ser tan malicioso como el mismo Dios de los impulsos, no en balde es la deidad de los excesos.
-Quieres que me acueste con tu hermana en tus narices, cuñadito?-
Hilia observo nerviosa rumbo a Kanon , quien al presentir el tornado se paró en la puerta del salón. Ares comenzaba a palpitar, aunque Frank le señalaría que llevaba un hermoso tesoro en brazos.
Elodie comenzó a hacer un puchero y la furia del abuelo se calmó de tajo, mientras que Dionisio apareció en su mano un pequeño peluche con forma de conejito azul. El rubio acerco el peluche a la pequeña y esta se escondió en el pecho del abuelo.
-Es demasiado sensible Ares, por ella te sugiero que hagamos la paz.-
Extendió su mano ofreciéndole el peluche al abuelo, y este lo tomo con un suspiro de resignación.
-Supongo que no tendré opción.-
-Soy un buen chico y además la amo, no podrías conseguir un mejor partido.-
Las palabras de Ares desconcertaron al rubio.
-No quiero que mi hermana sufra por amar a un alcohólico, yo sé lo que son los vicios y no quiero ver más víctimas a causa de ellos.-
-Soy un Dios y controlo mi elemento, desde que terminó la guerra bebo con moderación y canalizo mi energía de otras formas. He invertido en el arte y las obras creativas, todos aquellos placeres que elevan al espíritu. Adoro la música y el teatro. Hago todo por llevar a la energía de Enio por esos senderos, o qué crees que ha sido fácil para una deidad que en su pasado fue portadora de catástrofes, salir adelante bajo este nuevo escenario?-
Ares decidió respirar profundo, después de todo para él tampoco había sido una tarea fácil. Dejar las guerras y reparar todo aquel desastre, ayudar a conducir toda aquella energía de manera positiva. Todos esos jóvenes que entraban en sus centros de rehabilitación, víctimas de sus errores del pasado.
Kanon decidió interrumpir, no por miedo a que aquello degenerara, sino porque veía que Elodie y Eloise necesitaban descansar.
-Te agradecemos todo lo que haces por nosotros, Frank, y aunque no lo creas este viejo revoltoso también te aprecia.-
Ares levanto la ceja molesto.
-Oye! A quien llamas viejo?!-
Elodie tiro un grito que hice que Ares se dirigiera de inmediato a calmarla y arrullarla.
-Tranquila preciosa, ya verás que los gritos del abuelo Ares son melodías de protección.-
Frank le hizo una seña amistosa a su familia y se tele transporto de regreso al hotel en busca de su mujer.
Hilia y Mitchelle tomarían a las niñas mientras Kanon le ofrecía una cerveza a su padre.
-Hay un arsenal en el refrigerador.-
-Me lo temía.-
-También hay jugos, refrescos y agua. El solo quiere que estemos contentos y que no nos falte nada.-
-Ya lo sé, hombre. Después de todo no estoy en mejores condiciones.-
-Yo estoy aquí, además de Saga y por si fuese poco mama… te das cuenta.-
Ares negó resignado al adivinar el pensamiento de su hijo.
-No voy a suicidarme Kanon, ya te lo dije, aquello fue una tontería, no volverá a repetirse.-
Ares podía sentir, aquella extraña energía que emanaba el menor de sus gemelos.
-Donde estuviste?-
-Es complicado…-
-En Yesod?-
-Eso parece?-
-Quieres hablar?-
-No.-
-No soy yo el que necesita ayuda, sino tú. Estas perturbado, quien entra en Yesod se ve cara a cara con sus miedos y aunque saliste con vida, aun no logras superarlo.-
Kanon trato de escabullirse, pero Ares lo atrapo del brazo, quería verle el rostro, pero este se lo ocultaba, mirando hacia el suelo.
-Yo formo parte de esos terrores?-
-No… te lo juro que no.-
-Mírame Kanon.-
El dios le levanto el rostro y los ojos de Kanon estaban un tanto vidriosos, las lágrimas le estaban traicionando.
-No me mientas.-
-No es terror, es frustración! Es saber que no tuve la oportunidad de crecer junto a ti, junto a ustedes! Es ver a mi madre más joven que yo, y no poder abrazarla porque en el fondo no puedo reconocerla porque parece mi hermana! Tengo rabia! Tengo envidia de tus otros hijos! Aquellos que si crecieron contigo y que mínimo compartieron los campos de batalla a tu lado!-
-Kanon, tranquilo.-
El gemelo solo sintió aquella calidez al verse entre los brazos de su padre y no pudo evitar explotar en un llanto amargo y al mismo tiempo reconfortante. Debieron ser cinco minutos, en que por primera vez Ares decidió no hablar y simplemente dejarle desahogar toda aquella frustración que llevaba cargando desde casi toda su vida. Era la primera vez que Kanon sentía aquellas manos, un tanto toscas, que le acariciaron el cabello y su espalda. A la vez era la primera vez que el Dios Marte sentía aquella proximidad y aquella conexión con uno de sus gemelos. El aura roja de Ares tomaba tintes rosas y aquella luz cubrió por completo los cuerpos de ambos, el más joven sintió una energía tan relajante que no pudo evitar relajar su cuerpo, al grado que su padre tuvo que atraparlo. Ahora dormía como un bebe en los brazos paternales, la fuerza del dios era grande y los 80 kilos de Kanon eran apenas unos gramos en manos de Ares. Al observar a la puerta se percató de que Hilia y Mitchelle les observaban, el peli gris comprendió que las niñas dormían tranquilas en sus cunas y ahora debía dejar a su niño grande en su cama.
Mitchelle le mostro el camino, Gael dormía ya en medio de la gran cama. Ares llamo a Hilia, quien les seguía en silencio.
-Toma a mi rojito y llévalo con nosotros, esta noche dormimos rodeados de nietos mi preciosa.-
Hilia miro a Mitchelle, quien le sonrió aceptando la propuesta del suegro.
Ares ya tenía su idea en la mente.
-Colorina cuídamelo muy bien y en cuanto despierte dale la mejor noche de su vida.-
-Oye nosotros siempre tenemos las mejores noches suegrito.-
Hilia solo atino en reprimirle.
-Ares!-
El peli gris la miro con ojos de falsa inocencia.
-Hilia…-
La peli azul tomo al niño en brazos con mucho cariño, mirando a la madre.
-No te molesta Mitchelle?-
-No… y gracias.-
En la otra habitación Saori se abrazaba a Saga con ímpetu, este solo se dedicó a besarla y acariciarla.
-Yo también tengo miedo mi Diosa. Miedo de no ser un buen padre, miedo de no saber hacerte feliz, miedo de fallarles, miedo de no poder expresar todas estas emociones con ustedes. –
Saori le observo en silencio mientras ella misma le acariciaba el rostro a su esposo secándole las lágrimas que delataban la sensibilidad de su hombre ante aquel panorama.
-Saga…-
-Tengo miedo cuando mi padre me abraza, es frustrante, sé que me quiere pero siento que si hago algo mal puedo echarlo todo a perder. Me siento un débil a su lado, un tonto dudoso. Tengo miedo decirle a Kanon lo mucho que le quiero y lo importante que es para mí. Nadie me enseñó a hablar a dejar salir las cosas… y mi madre… cielos si ya sabe mi historia debe pensar que soy un pobre débil mental.-
-Saga no… Saga-
-Lo sé tú crees que fue Eris… pero… eso no quita el hecho de que yo no pude vencer todo aquello.-
-Me amas Saga?-
-Demasiado. Tanto que…-
Ni siquiera el dolor físico que sentía Saori pudo evitar que ella se aventurara a besar aquellos labios. Él se acomodó en el pecho de ella, se abrazó con fuerza, mientras ella le acaricio su cabello y sus mejillas.
-Aquí estoy, vamos a salir adelante, juntos, yo estaré ahí para acompañarte, poco a poco lo lograremos. El corazón es así de grande y así de frágil, pero te aseguro que con amor todo va a salir bien mi vida. Estoy aquí con todo y mis hormonas… te amo.-
Saga no pudo evitar soltar una risilla entre lágrimas por aquel comentario espontaneo de la peli morada. Después esos besos en su frente aunado a aquellas caricias, por fin estaba sucumbiendo ante un sueño reconfortante. La peli morada le dejo descansar al menos un par de horas, ya que sabía que Elisse sería la primera en despertar a todos en respuesta a su pequeño y demandante estomaguito.
En la otra habitación Ares e Hilia, permanecían sentados al borde del balcón, el cielo de los desiertos era un espectáculo de estrellas magnifico. La amazona le observaba por primera vez callado y con aquella mirada perdida en el cielo.
-Tanto has cambiado dios de la energía?-
Se volteo tranquilo tomándola de su mano, besándole cada dedo suavemente, sin prisa, algo no muy usual en alguien como él.
-He madurado, mi niña, pero aún tengo el fuego de un volcán dentro de mi cuerpo, mi alma arde, solo que este calor ya no quiere arrasar con todo. Ahora quiere nutrir y cubrir del frio a quienes ama.-
Gael se daba la vuelta en la cama ya estaba totalmente atravesado, Hilia se sonrió ante un viejo recuerdo.
-Igualito a su padre y a su abuelo.-
-Oye yo no me muevo en la cama, bueno al menos que estemos jugando…-
-Alucinas Ares, parece que tienes pulgas en la cola, siempre haces el tour del reloj, amanezco torcida desde que duermo contigo.-
Ares soltó una suave carcajada, negando divertido.
-Es para que no te aburras ni cuando duermes.-
-Bueno pues esta noche no tengo mucho sueño…-
La voz de Hilia se escuchó muy triste, Ares sabia las razones.
-Es normal que sufran, todos sufrimos cuando te perdimos.-
-No sé qué hacer?-
-No hagas nada, solo quédate con nosotros, déjanos recuperar el tiempo perdido.-
-Eso hago, pero…-
-Kanon acaba de dar un gran paso, créeme lo necesitaba y Saga nos necesita también. Ayúdales apoyándolos y quedándote aquí, con nosotros.-
Ella jalo la mano del dios para atrapar sus labios y comérselo de un apasionado beso.
El peli gris miro curioso a los tres pequeños que dormían.
-En una hora se despiertan los torbellinos, Gael tiene sueño de piedra como la madre… pero…-
Hilia le miro coqueta.
-Pero…-
-Quieres hacer el amor en la incomodidad morbosa del baño?-
Sintió como la amazona lo jalo discretamente y se saboreó en los labios maquinando todo lo que se podía hacer en aquella pequeña pieza.
…
En un lujoso hotel de Las Vegas
-Ya se durmió el chiquito.-
Gabrielle cerraba discreta la puerta de la pequeña habitación que conectaba con la suya.
Sentado sobre una silla, Julián bebía una copa de coñac, se veía un tanto pensativo.
La rubia le interrumpió sentándose y cerrándolo con sus piernas.
-Atrapado, Poseidón señor de los siete mares, es usted ahora mi prisionero.-
Los ojos de Julián se dirigieron al pronunciado escote de su mujer.
-Tortúrame mi captora.-
-Seguro?-
-Soy tu rehén Gabrielle.-
Los labios de la chica atraparon a los del señor de los mares y éste sintió como la rubia comenzaba una danza de caderas que le frotaba con un delicioso ritmo su entre pierna.
-Estoy molesta Julián, te desapareciste unos días junto a mi hermana, ahora me la vas a pagar.-
La joven desabotono poco a poco la camisa del peli celeste, mientras que él bajo el cierre de aquel vestido dejando los pechos de su mujer al alcance de sus labios. Así se dirigió a probarlos con hambre haciéndola quejarse.
-Se supone que tú eres mi víctima, no es justo.-
El brazo de Julián la atrapo con fuerza, inmovilizándola, mientras seguía succionando sus pechos y mirándole con deseo y con un aire dominante. La sonrisa maliciosa del joven Solo y aquella voz con timbre de emperador hicieron que la rubia se fundiera ante él.
-Sabes puedo ser un chico malo mi preciosa y yo también estoy celoso de que pasases todo ese tiempo con Kanon y con Sorrento.-
Sintió como los brazos del Dios la levantaron de las caderas y no pudo ni defenderse cuando sus bragas salieron volando hasta el otro extremo de la habitación.
Sintió como su cuerpo cayó sobre la cama, mientras su pierna izquierda era tomada por el joven peli azul logrando abrirse paso para frotar su erección con aquella parte tan sensible y descubierta. La chica le respingo molesta y a la vez excitada.
-Eres un tonto no sabes lo desesperada que estaba por encontrarte.-
Se acomodó pegando al máximo sus caderas, con su bóxer aun puesto, mirándola como estaba desesperada y roja de la vergüenza de sentirse tan vulnerable. No pudo evitar besarle cerca del oído para aprovechar y susurrarle.
-Quítamelos mi diablita.-
-Julian…-
La lengua de Gabrielle fue aprisionada por la de su emperador y sus manos obedientes jalaron aquella molesta prenda, ya él se encargaría de terminar el proceso.
Lo sintió dentro de ella desesperado y con un ritmo frenético, profundo y casi salvaje.
Sintio como sus brazos la aprisionaron y sus ojos se enlazaron, después su voz casi ronca.
-Gabrielle…-
Estallaron juntos y ella sintió como si su bajo vientre se llenase de una deleitante calidez.
Sus respiraciones comenzaron a calmarse y las manos de Poseidón comenzaron a acariciarle el vientre a su mujer, ella estaba un poco sorprendida; no podía quejarse sus relaciones con él eran siempre excelentes, pero esta vez tenía la sensación que él se había dado con demasiado ímpetu.
-Mi amor me echaste de menos… me siento tan…-
-Embarazada, lo se… mi preciosa.-
Ella se giró a mirarlo sorprendida.
-Que dices? Porque lo dices? Como es que ahora y no…-
-No lo sé, solo lo sé… sabes es extraño pero lo sé.-
-Quieres que me haga una prueba?-
-Deja pasar un mes, no saldrá antes, pero te aseguro que esta vez nos toca a nosotros.-
-Mi pobre Andy, que va a sentir?-
-Que tendrá una familia nueva con todo y hermanito incluido. Podría asegurar que él nos trajo la buena vibra.-
La chica no pudo ponerse de pie, ya que el peli azul la atrapo del brazo trayéndola de regreso a la cama.
-Aquí te quedas, esta vez no tomare ningún riesgo.-
-Ay Julián.-
La acerco con fuerza hasta su pecho y con un dedo le cerró los labios posando sus labios del otro lado en un extraño y beso juguetón. Se reía de ver los ojos impacientes de la chica.
-Tranquila un mes pasa rápido.-
En una discoteca del Centro de Las Vegas.
La fila de baile era enorme, el ritmo contagioso. Dionisio a la cabeza con una margarita en la mano le enviaba besos coquetos a Enio, quien se sentaba cinco minutos después de haber bailado una hora ritmos latinos. Deméter a su lado le pasaba otra copa, una sin mucho alcohol, pero con una decoración colorida y floral.
-Estos coctelitos además de buenos son encantadores.-
A unos metros Dokho se acercaba con una charola de canapés frescos y deliciosos.
-Mis hermosas damas tienen que probar estas maravillas!-
Susana picaba el primero curiosa.
-Que delicia, de donde los sacaste?-
Dokho apunto rumbo a Dionisio.
-Cortesía del patrón, quien parece tener mil motivos para festejar.-
La fila de la conga dejo de ser encabezada por Frank, ahora el encargado de dirigir aquel baile era un alegre y rítmico Hades, a quien las copas ya le habían ayudado a dejar de vigilar a su hija menor. En el bar Perséfone se daba gusto sirviendo y preparando ella misma los cocteles junto a un Minos un tanto frustrado.
-Mi señora le digo que yo puedo hacerlo por usted.-
La diosa rubia partió un limón en cuatro y le puso un pedazo a Minos en la boca, la acidez les cítrico le hizo hacer una mueca que le saco una buena carcajada al serio de Radamanthys. A unos metros Aiacos observaba con interés aquel iphone que la Diosa acababa de comprarle. En un instante se percató que alguien más miraba curiosa hacia la pantalla de su celular. Aurora no podía evitar ser tan curiosa sobre todo cuando Camus la dejaba un momento para ir al baño. La peli roja miraba en aquella pantalla a una morena vestida de estilo metalera, quien parecía estar acomodando su ropa para guardarla en el armario. Aiacos pensó apagar la pantalla Aurora no le dio tiempo al cubrir con un leve rayo de luz oro el aparato.
-Debes amarla demasiado para estar tan preocupado por ella.-
-Es mi compañera de armas, dio su vida por mí, es mi deber velar por ella. –
Aurora le miro fijo a los ojos.
-Olvidas que soy un Arcángel señor Juez, a mí no puedes engañarme. La amas pero tienes miedo, no sé a qué, es absurdo… porque crees que estas maldito?-
Aiacos sintió que se pondría blanco de los nervios justo con un brazo francés y muy molesto le arrebato a la espía, aliviándole al no tener que responder a esas preguntas.
Camus tenía aire de estar de muy mal humor.
-Estabas casi abrazando a Aiacos!-
Aurora quiso reprocharle justo cuando razono y se dio cuenta que prácticamente se había montado en la espalda del juez para picarle su celular y curiosear en asuntos ajenos a ella.
-Era un iphone, tú sabes que yo quiero uno! Además el pobre chico desprende esa energía de tristeza, está enamorado de ella y sufre tanto.-
Camus arrugo el ceño algo desconcertado.
-Aurora estabas curioseando en asuntos ajenos, cherie ya lo hemos hablado, no puedes caerle encima a las personas así como así.-
-Mi amor no te enojes decías que era muy miedosa y sarcástica, solo quise… solo quiero ayudar a…-
Aurora se ponía nerviosa, Camus sabía exactamente lo que haría y antes de eso la tomo de la cintura. La chica orbito y su energía se llevó a Camus con ella, ahora estaban al borde de una playa. El joven aprovecho para besar a su mujer y tumbarla con su fuerza hasta la arena.
-Lo sabía, eres una miedosa que desaparece para escapar a darme explicaciones.-
-yo…-
Sintió como Camus se abrazó con fuerza de ella haciéndola rodar en la arena y haciéndole algo que ella odiaba.
-Camus no! Cosquillas no!-
El señor de los hielos sabía hacerla reír cuando se lo proponía.
-Dilo quiero escucharlo de tus lindos labios!-
-Perdóname mi amor!-
Aurora se retorcía ante aquella tortura imparable, mientras que Camus cambio de estrategia ahora besándole el cuello, un área súper sensible en ella.
-Camus ya! Te amo, te prometo no volver a andar de metiche!-
Los besos del francés fueron más suaves y se volvían más sensuales.
-Eres muy hermosa y muero de celos cuando…-
Se miraron a los ojos, Aurora podía leer al terco de Camus.
-Te amo y eres el hombre más sensual de la tierra, al menos para mí. Te juro que solo quería ayudar a ese chico, no me gusta sentir sufrir a los demás.-
-Lo sé cherie, perdóname.
Aurora miro a los lados en aquel sitio solo estaban ellos dos.
-Camus hazme el amor.-
…
En una terraza de aquella ajetreada discoteca Alecto se perdía del bullicio, estaba cansada y se sentía realmente harta. Llevaba consigo un vaso de agua, como mínimo el líquido vital no podría acarrearle más problemas, observo curiosa el fondo del vaso como buscando cualquier indicio de falla.
-Con mi suerte, seguro está quebrado y no tarda en saltarme en las narices.-
Una voz varonil y con un conocido acento inglés la haría volver en si.
-Es solo agua, señorita Alecto.-
-Y yo soy solo Alecto, Radamanthys, después de haber hecho las fiestas en el inframundo y sigues hablándome de usted.-
-Tus padres están cerca, les debo un mínimo de respeto.-
-Eres hijo de…-
-No, yo soy huérfano de padre te lo recuerdo.-
-Mi madre te quiere como un hijo y mi padre igual, así que ya bájale a tus protocolos anticuados.-
El juez llevaba una copa de whisky en su mano, la chica le sonrió con cariño.
-Todavía ahogas tus penas en el alcohol?-
-Los recuerdos duelen más que los golpes, mi hermosa diosa.-
De pronto unos pasos se escucharon y la atención de ambos se dirigió al visitante.
-La fiesta está adentro jovencitos.-
Shion de Aries miraba con un aire de molestia al juez, quien al percatarse de ello tomo la mano de la joven insinuante y se bebió de un solo trago la mitad del vaso de whisky.
-Alecto quieres bailar?-
La chica observo desconcertada como Shion se acercó a grandes zancadas tomándola con fuerza del brazo.
-La chica está bajo mi tutela señor Juez.-
-Y mira el desastre que hemos tenido desde entonces Aries.-
-Que insinúas?!-
Alecto se puso en medio de ambos.
-Todo esto ha sido mi culpa, basta!-
Ambos hombres reaccionaron a coro.
-Alecto no…-
La chica insistió.
-Radamanthys, fui yo quien te robe los códigos del aquella zona del inframundo para ir a jugar con mis experiencias de hechicería. Cause un caos y te hice quedar en ridículo delante de Thanatos y de mis padres.-
-Señorita no…-
-Basta ya! Dejen de tratarme como una niña boba, ambos lo hacen!-
Shion se dio cuenta de que la joven estaba agitada y quiso calmarla.
-Alecto nos has demostrado que…-
-Que soy una perfecta tonta, que complico las cosas y que a pesar de que soy una diosa milenaria me comporto como una estúpida… mocosa… mimada!-
-No!-
Entonces dejen ya esa estúpida discusión, yo quiero estar tranquila, así que o me invitan una copa en paz o se largan y me dejan sola.
Radamanthys miro curioso hacia su vaso aun llevaba la mitad de su trago.
-Gustas?-
Shion sintió que los calores se le subirían al rostro, es que ese juez estaba borracho de nuevo o qué. El inglés adivino los pensamientos del lemuriano y le sorprendió con su propuesta.
-Podemos beberla entre tres.-
Alecto tomo el vaso y le dio un trago, aquel líquido le quemo la garganta.
-Por mi padre esto quema.-
Shion observo sorprendido cuando Alecto le ofreció el vaso, Radamanthys le hizo una seña de aceptación y el lemuriano le dio un fuerte trago.
-Es bueno este whisky.-
El inglés recupero su vaso.
-Tengo malos ratos, pero nunca malos gustos. Voy por la botella.-
No tardó más de cinco minutos, sin que llego con su botella y dos vasos más y así los tres se sentaron en aquel balcón a beber y a romper las barreras que las antiguas guerras absurdas habían creado entre ellos.
