Capítulo 30 Atlántida, nuestro gran pecado.
-Bueno lo qué sea que tengas en mente lo hacemos pero ya!-
Kanon estaba histérico y sentía realmente que su piel le picaba bastante, aunque Ares parecía más interesado en buscar algo en su directorio telefónico.
-Primero los niños, así que cálmate y ponte la crema esa orgánica que confecciono tu madre. Espero que la niñera acepte quedarse con los niños unos cuantos días.-
Hilia no se sentía muy convencida.
-No voy a dejar a las niñas con nadie! Le prometimos a Saga que nos ocuparíamos de ellas. Llama a nuestro hijo primero y le avisas de este desastre!-
Aunque aquello no fue necesario, ya que en un instante se abrió otro túnel dimensional. Saga y Saori pasaron a toda velocidad, la peli morada estaba bastante inquieta.
-Pronto debemos poner a los niños en seguridad!-
Ares solo levanto las cejas en señal de fastidio, no podía concebir qué fuese Atena la gran diosa de la sabiduría.
-Y dónde quieres que los metamos? Esa cosa devorara todo! Lo mejor es llamar a la niñera en lo que nos encontramos con los egipcios. Ellos tendrán un plan.-
Kanon venia de la cocina lleno de crema en los dos brazos y pasándosela por el pecho. Saga le miro con una mueca en su rostro ante la talla de esas ronchas.
-Pero qué demonios te pasa ahora?-
-Creo que tengo urticaria.-
-Y eso?-
-No sé, pero últimamente me suele pasar, sobre todo cuando mi mujer desaparece así como así en busca de monstruos apocalípticos!-
-Mitchelle fue en busca de la bestia?-
Aunque Saori parecía más atrapada por otro asunto.
-Desde cuando sueles contratar niñeras, Ares?-
La pregunta de la diosa fue hasta cierto punto inocente, aunque la amazona del halcón no lo interpreto de la misma manera.
Hilia lo miro con el ceño fruncido.
-Cuantos años tiene tu sagrada niñera?-
Las cejas de Ares montaron al tiempo que sus nervios comenzaron a delatarle.
-Es una joven bastante talentosa y…-
La voz del Dios comenzaba a trabarse, la saliva se le atoraba y sus hijos solo cerraron los ojos ante la evidente vergüenza. Una sola pregunta paso por el cosmos de los hermanos gemelos.
-Qué haremos con Papa?-
Saori reacciono rápido en un gran intento de calmar las próximas tempestades.
-Seguro que es una excelente profesional, además tomando en cuenta las circunstancias.-
Hilia comenzaba a ponerse roja y le temblaban los puños.
Saori se apresuró en atrapar a su pequeña, mientras insistía.
-Lo qué no fue en tu año no te debe hacer daño. Hilia por piedad, tenemos prioridades.-
Kanon reacciono rápido.
-Tranquilos conozco a una señora encantadora, es niñera y vive en Rodorio. En un abrir y cerrar de túnel estamos ahí.-
Los ojos de Gael no parecían muy cooperativos y de un empujón logro zafarse de los brazos del abuelo.
-Yo no quiero ir con nadie! Yo quiero a mi mama!-
La pequeña Elise lloro al sentir el cosmos de Gael montar preso de su miedo.
Kanon trato de calmar al chico.
-Gael, controla tu cosmos, estas asustando a tus primas.-
El cosmos del niño se volvió brillante como un arcoíris y en segundos desapareció de la vista de todos.
-Gael!-
El niño había desaparecido ante la frustración de los cinco adultos presentes.
Ares le pasó la niña a Saga, en segundos el padre consiguió calmar el llanto de la pequeña.
Aunque el ambiente se tornó diez veces más tenso que hacía unos minutos.
Kanon estaba al punto de colapsar, Saga lo sentía dentro de su espíritu y Ares lo sabía, lo peor era que lo comprendía a la perfección. El Dios de la energía vital se aproximó con prudencia.
-Yo sé, en estos momentos quieres explotar a quién se te ponga en frente, pero créeme no servirá de nada. Ahora mismo quiero que respires.-
Ahora lograba tomarle con fuerza de los hombros, pero éste aun no reaccionaba.
-Te lo ruego, respira fuerte… Kanon… me escuchas?-
Ninguna respuesta salía de la boca del gemelo menor, esto era una tormenta para Marte.
-Hijo… respira… Kanon…-
En un segundo el Dios encendió su cosmos y le grito a su mujer con fuerza.
-Hilia tu escudo, rápido!-
La peli azul lo comprendió y actuó en el acto creando un fuerte escudo con su cosmos. El escudo cubrió a las niñas y a la pareja.
El cosmos de Kanon exploto tan fuerte que el techo de la casa salió volando por los cielos en un tubo ascendente. Esto gracias a que el cosmos de Ares impidió que la explosión se expandiera por toda la ciudad.
Minutos después…
-Ya te calmaste?
-No! Y no sigas con tu discurso para calmar la ira! Te lo juro no sirve! No ahora!-
-Encontraremos a nuestro chico y a la pendeja de su madre, te lo juro por mi cosmos.-
-Mi niño anda por ahí perdido, mientras que hay un monstruo que quiero tragarlo todo! Mi mujer me dejo y mi hijo también me dejo! Todos me dejan! Tú me dejaste, Mama y Saga y…-
La mano de Ares fue rápida, directo a la nuca de su hijo tocando ese punto que te hace partir al mundo de los sueños.
Saga simplemente le atino al colocarse junto a su progenitor.
-Era estrictamente necesario?-
-En cuanto despierte le daré un par de cachetadas y creo que lo recobraremos. Ahora necesito pensar, necesito concentrarme en el cosmos del pendejo de Hermes. Comprenderás que con tu hermano histérico, ni quien lo logre.-
Saori no creía lo que sus ojos estaban presenciando, frente a sus ojos Hilia abría un túnel.
-Qué haces?-
Ares sintió que se le saldrían los ojos.
-Preciosa no te pongas así!-
La amazona ya estaba demasiado fastidiada del sistema que regía su vida desde su reciente resurrección.
-No soy tu guerrera Ares, iré en busca de mi nieto y no quiero escuchar ni una palabra más. Mi nieto no es inmortal como tú… comprenderás.-
Así desapareció ante la sorpresa de los presentes.
Ahora era Ares quien comenzaba a tener el rostro rojo de rabia y a sentir que le picaba todo.
Saga solo negó desesperado.
-Oh no, no me pidas que te repita el ridículo discurso que le diste a Kanon y te suplico que no explotes la ciudad. No quiero que mis hijas terminen desapareciendo también a causa del susto.-
Ares solo le indico un punto sobre su costado derecho y Saga puso su mano en él.
-Seguro que funciona?-
-Es el punto que me pica mi acupuntor cuando estoy que exploto!-
Saori se vio forzada a interrumpir.
-No siento el cosmos de Hermes, ni el de Mitchelle. Qué demonios está pasando?-
Ares respiro profundo.
-Cambia de frecuencia pelos locos, no busques ni Arcángeles, ni Olimpos. Ahora debes buscar seres Atlantes. Busca a los Egipcios-Atlantes y ahí tendrás las respuestas.-
…
A miles de kilómetros en el fondo del océano.
Julián Solo terminaba de revisar el estado de una de las fallas más grandes que se encontraba en el océano Índico.
-Increíble todo este tiempo ha estado ahí y nadie la había descubierto.-
Sorrento observaba atento al mapa junto a su Dios.
-No tardaremos en tener un nuevo Tsunami. Qué sugiere qué hagamos mi señor?-
-Intentemos prever una zona para alojar a las especies que viven ahí. Hay humanos viviendo por aquellos islotes de la zona?-
-No lo sé, pero no será un problema averiguarlo.-
-Hazlo, lo antes posible, porque las tragedias no avisan cuando caen.-
Julián se veía satisfecho, cansado, pero muy orgulloso del trabajo que estaban realizando en su reino.
La puerta de su despacho se abrió de improviso.
-Cariño mira!-
Gabrielle venía con una carita muy conocida que la tomaba de la mano.
-Gael mi chico!-
Aunque la alegría se volvió estrés en cuanto vio los ojos de su ahijado.
-Estas llorando?-
Gabrielle se encogió de hombros.
-No sé qué le pasa, pero al menos esta aquí con nosotros.-
El niño se soltó de la mano de la chica y se fue a los brazos de su padrino.
El cosmos de Poseidón se encendió conectándose al del chico, recibiendo las imágenes de los eventos que éste deseaba transmitirle.
Sorrento solo se sobo las sienes, era demasiado pedir, unos meses de tranquilidad.
El señor de los mares, se puso de pie con el chico en brazos. Esta vez nadie podría convencerle de hacer de otra manera que no fuese la suya.
-Sorrento cuidaras de Gabrielle, trae a Constanza ambos se quedaran en Atlantis.-
La rubia no estaba contenta.
-Eso no, recuerda que yo soy…-
-No se trata de Arcángeles, ni de Demonios, ni de una guerra como otras. Esto es mi karma Gaby y tú no debes impedir que yo pague mis deudas.-
-Julián!-
-Yo participe en el hundimiento de la Atlántida, fui parte de la guerra entre los antiguos guardianes del continente perdido. Se lo debo a Maat…-
Gabrielle le miro con extrañeza.
-Qué?-
-Fue hace tanto tiempo… en la era del mito…-
Atlántida llevaba toda la actividad comercial de la época. Era un continente formado por siete islas que conectaban por un sistema de puentes fértiles. Cada isla era inmensa y albergaba una civilización qué era regida por observadores de distintos planos del espacio y de otros paralelos. En el centro estaba el Gran Cristal que era donde se encontraba el templo mayor en donde se reunía la Gran Federación, el centro de operaciones en donde todos los regentes rendíamos cuentas de nuestros desarrollos y actividades. Éramos una democracia, perfecta, clara y transparente… o al menos eso queríamos aparentar. Hubo quienes guardaban la ley y otros… digamos que… decidimos crear nuestras propias reglas. El ser humano era mano de obra sencilla y barata, solo era cuestión de hacerles uno que otro… ajuste.
Al principio fueron experimentos genéticos con animales y al ver los resultados comenzamos a jugar con las células de quienes se suponía que eran nuestra responsabilidad. El ser humano tenía la misma programación que la nuestra, eran milenarios. Así que logramos cortarles las funciones de una buena parte de los alelos en sus ADN. De miles de alelos lumínicos dejamos solo accesibles tres.
La risa de Julián era de ironía, de vergüenza y de culpa.
-Tres, solo tres míseros alelos. Lo único necesario para que sirviesen para lo que los necesitábamos. Animales de carga, dóciles y simples a controlar. –
Pasaron de ser la imagen del perfecto Adam Kadmon a convertirse en células que envejecían, al grado que llegaban a pudrirse y volverse polvo. Sus milenios se convirtieron en centenas y al final solo apenas…
Cuando Ra, el gran señor de la isla del sol se enteró de nuestro sacrilegio, abrió un juicio por nuestra afrenta. Era demasiado tarde nuestros juegos genéticos parecían que habían tenido proporciones inimaginables, los ADN contaminados podían mutar a los sanos. En cuestión de años todo humano fue tocado por esta especie de virus imparable. Irónicamente no solo fueron los humanos los afectados sino también la flora y la fauna que tuviesen origen en este planeta.
Ante tremenda catástrofe cualquier juicio parecía estúpido. Ra dio marcha atrás a su proceso, no sin antes exigir la separación de las islas.
"Mi pueblo es mi responsabilidad y no quiero que se mezcle con la evidencia de vuestra ruina."
El acuerdo fue aceptado en unanimidad, el continente fue destruido y hubo muy pocos sobrevivientes. Aun así cada observador se encargó de llevar a sus grupos a distintas tierras en donde pudiesen olvidar y comenzar una nueva vida. Los libros que guardaban la historia fueron escondidos y hoy serian indescifrables. La lengua Atlante quedo en el olvido y así también el recuerdo de la inmortalidad que alguna vez fue parte del ser humano. Creamos un nuevo régimen en donde nosotros éramos sus dioses y ellos nuestros esclavos. Jamás volvimos a ver a Ra ni a los suyos. El imperio Egipcio que la humanidad conoce, jamás se le podría comparar al Egipto Atlante. Eran como el día y la noche. El uno fue fundado sobre el gran mito del otro. Porque fue en Atlántida en donde los señores de las altas estrellas de los planos de la Fuente (los observadores) caminaron entre los hombres, hombro a hombro.
Gabrielle escuchaba fría aquel relato, Sorrento cerró sus ojos ante aquella horrenda verdad. Los Dioses a quienes él y los suyos servían, al final eran los causantes de la calamidad en el planeta.
Julián se sentó en su escritorio con el niño abrazado a su pecho.
-Es fácil convertirse de un observador en un dios. Tenemos el cosmos y el ADN intacto, luego cada ser resuena a un elemento o a una energía que le procede. Yo provengo del rayo blanco, de la energía maternal creadora, la vida profunda, el océano fuente de vida en este mundo. Es solo cuestión de que mi cosmos se conecte a este principio. Mi ADN vibra entero ante la vibración total de todos mis orígenes. Cada fragmento de mí se fusiona. Ante los ojos de este plano casi oscuro yo soy un Dios y yo soy los océanos.-
Sorrento sacudía su cabeza, confundido.
-Si es exactamente como lo explica, entonces cualquier ser humano original podría ser un Dios.-
-Ese es el crimen de los observadores Sorrento, esa es la gran abominación de la que jamás se hablara. El Karma por lo que la Fuente nos castigó.
-Y la sombra?-
-Ella se encargó de convencernos que los humanos tendrían un mejor rol de esclavos que como nuestros iguales. Tuvo muchos receptores entre ellos Enlil entre los Anunakis, Eris con nosotros, y Seth en el pueblo Egipcio.-
Sorrento se puso de rodillas para asombro del avergonzado Poseidón.
-Desde nuestra lucha contra la Sombra sabia de vuestro error, pero soy testigo de todo vuestro trabajo por corregir aquella catástrofe. No tengo vergüenza en servirle, mi señor Poseidón.-
-Sorrento a estas alturas eres más mi amigo que mi General.-
Poseidón le dio un beso en la frente a Gael quien aún sollozaba de tristeza.
-Todo irá bien mi pequeño, encontrare a tu madre y detendremos este desastre. Sorrento debes cuidar de Gabrielle y de Gael lo que se avecina es feo. Te pido que llames a Constanza y a juntes la mayor cantidad de guardianes posible.-
Gabrielle estaba angustiada y llorosa.
-No otra vez, por favor.-
El señor de los mares se puso de pie, entregándole al niño a Sorrento para después acariciar el rostro de su esposa.
-Lo siento pero no arriesgare ni a mi mujer, ni a mis niños, se trata de Seth y peor aún se trata de la destrucción de toda forma de vida. Debes cuidar de los niños, Gaby y Sorrento cuidara de ti.-
Aunque lo que seguía saldría totalmente de la comprensión del gran Poseidón y de cualquiera de los presentes.
Gael encendía su cosmos con una furia que hizo a los tres adultos cubrirse el rostro ante aquel destello de luz. Después se vieron los tres en la oficina, pero el niño había desaparecido.
Gabrielle corrió en busca de su teléfono, había que comunicarse con Kanon lo antes posible. Después las cosas fueron simples Andy y Gabrielle recibirían a las niñas de Saga, mientras que Sorrento, Constanza, Afrodita de Piscis, Eliana, June y Milo cuidarían del Santuario de Poseidón.
En la superficie Julián y Ares unían a todos los guerreros posibles y disponibles. Fue imposible contactar con Hermes su cosmos había mutado ante la sorpresa de todos sus colegas Olimpos. Ni siquiera Afrodita, la diosa, fue capaz de encontrarle. Se respiraba un aire de incertidumbre, y no cabía duda era un buen momento para contactar con el inframundo.
…
Dentro de la cueva, en el Amazonas, Alecto procuraba moverse en total discreción. Shion ya estaba a escasos metros de aquellos hombres. El antiguo patriarca planeaba hacer un movimiento justo cuando un ser de extraño cosmos se hizo sentir. Lo primero que vino al espíritu del Aries y la Diosa fue apagar su cosmos volverlo invisible y justo a tiempo. Entrando en la cueva principal venia un hombre con una extraña mascara metálica-dorada con forma de camello deforme.
-Y bien, qué esperan para poder abrir la puerta?-
Uno de los hombres de la excavación se encargó de romper aquel incomodo silencio.
-Todos temen a la maldición Señor.-
Un minuto de silencio y el fuego de las antorchas parecía perder su brillo, la caverna se volvía más tenebrosa.
La mano blanca de aquel enmascarado se levantó haciendo levitar a quien osaba desafiar sus órdenes.
El hombre flotaba a la vez que sentía que perdía todo el oxígeno de sus pulmones.
-Humanos… tan insignificantes e inútiles.-
Los excavadores se llenaron de terror, al ver descender el cadáver de aquel que había osado desafiar las órdenes de ese ser maléfico. Cualquiera pensaría que le habían exprimido por las fosas nasales cada gota de sangre.
-Alguien más tiene problemas con esa puerta?-
El grupo se dirigió de inmediato a empujar aquella puerta con todas sus fuerzas hasta conseguir moverla unos cuantos centímetros. El aire se coló por las hendiduras y segundos después todas las antorchas se extinguieron dejando a la cueva en total oscuridad.
Alecto aprovecho aquel momento para colarse junto a Shion, aunque aquella oscuridad la confundió. Un extraño humo fluorescente comenzó a iluminar la cueva y este se expandió por todo rincón. La confusión y el caos reino en aquel sitio los hombres se llenaron de terror y ni la presencia de Seth les hizo retroceder. Se abalanzaron corriendo rumbo a la salida, quien cayese era pasado por encima como vil carpeta. Seth estaba entrando en cólera, su cosmos irradiaba rabia y en tanto algareo ni él mismo se percató de unas chispas oscuras que se movían entre la espesa nube de luz.
Alecto sintió que algo le quemaba las fosas nasales y solo alcanzo al tomarse del brazo de Shion. El lemuriano observo con horror como los ojos de Alecto se tornaban negros. Lo único que le vino al espíritu fue tele transportar a la chica lejos de aquel sitio.
Entre aquel desorden Seth ni siquiera pudo percatarse de la presencia de los intrusos.
A unos kilómetros en medio de la selva, Shion trataba de reanimar a la joven Diosa. Aunque ella no estaba dormida, ni había perdido del todo su consciencia, sino todo lo contrario.
-Alecto, debemos ir a un hospital.-
La chica reacciono con un tono histérico, muy lejano de su estilo.
-Aléjate de mí! Largo de aquí, pronto!-
Después lo único que pudo percibir el lemuriano fue un choque eléctrico tan fuerte como el de sus propios ataques. Su visión se volvió nublosa y perdió el conocimiento.
