Capítulo 31 Tres mundos que se abrazan I parte.
Pueden pasar milenios, y aun no encuentro fuerza suficiente para borrar tu recuerdo de mi espíritu dormido o despierto.
El tren seguía su rumbo en dirección a Marsella, dentro del cuarto vagón de la segunda clase una pareja de amigos esperaban pacientes y en silencio.
En un pasado tan viejo como el mismo universo…
La ciudad de Atlantis se erguía en la belleza de todo su esplendor. Los inmensos edificios de estilo greco-egipcio adornaban aquellas calles empedradas por donde los transeúntes se paseaban en toda harmonía. Era el día del gran mercado local y los comercios aprovechaban para sacar en las calles carretas llenas de frutas, legumbres, dulces, pan entre muchos productos frescos. El sonido de los músicos amenizaba la gran compra. Sus habitantes quienes vestían suaves túnicas de lino y algodón caminaban en busca de sus compras semanales. El centro del comercio urbano solía tener sitio en aquel zócalo quien se veía majestuoso con aquel obelisco en su centro que llevaba en su punta la figura del señor Mercurio. A unos cincuenta metros aquel arco majestuoso que tenía la misma altura que la gran biblioteca que se encontraba en el otro extremo. Cualquiera pensaría que aquellos dos leones esculpidos en piedra, quienes guardaban la entrada de la biblioteca, pudiesen ser obra de un desliz de Medusa.
Un puesto captaba la atención de aquella quien se abría paso despacio entre aquella multitud, y era el puesto de frutas listas para comer.
Ella acerco su mano llevando en ella un denario y se dirigió al anciano que guardaba su mercancía. Segundos antes de llegar a su destino la mano fue interceptada por una más tosca.
-Déjame invitarte, o qué una divinidad no puede aceptar un regalo de otra?-
Ella simplemente levanto su rostro, mientras que el joven le quito aquella capa de su cabeza y así poder apreciar sus cabellos rojos, teñidos con henna.-
-Lisandro…-
-No deberías ocultarlos, cuando no traes una capa, usas esas pelucas negras.-
-Es la tradición y tú sabes que para mis ancestros es importante.-
Lisandro le dio dos denarios al buen comerciante.
-Dos por favor.-
El anciano le entrego dos tarros de barro llenos trozos de mango y durazno.
La chica se sonrió divertida.
-Creí que no solías comer fruta.-
-Eso depende de la compañía.-
Rápidamente le dio un tarro a la chica y con su mano libre la jalo del brazo sacándola de aquel tumulto de transeúntes. A casi dos calles abajo se encontraba la gran fuente cuyo canal desembocaba en el mar. Al menos ahí había sitio para sentarse y charlar lejos de las miradas curiosas de los Atlantes.
-Y sueles traer a muchas de tus compañías por estos sitios?-
-Estas celosa mi princesa?-
-Lisandro, si tu padre se enterase…-
-Igual y sería más condescendiente que el tuyo.-
-No veo porque mi padre se molestaría si solo somos amigos.-
Aquel comentario hizo que el mango se fuese por el otro conducto. Lisandro estaba rojo y asfixiándose, mientras ella le abrazaba golpeándole con fuerza en la espalda. Segundos después él recobraría su color habitual, aunque ahora sus ojos parecían enrojecidos, casi inyectados de sangre.
-Cielos parece que aun estas algo ofuscado.-
-Amigos!-
Ella solo se encogió de hombros.
-Tomando en cuenta de que te encanta rodearte de muchas y diferentes compañías, no veo que otra cosa pudiésemos ser.-
-Si es por lo del Harem que me puso mi padre, ya te dije que las dejare en libertad. Solo tengo que buscar a alguien que si quiera ocuparse de ellas.-
-Es repugnante Lisandro, son unas niñas!-
-Oye tienen más de 16 años y no fueron compradas, ni nada por el estilo, ya te dije que sus padres las ofrecieron al mío.-
-Eso es aún más triste.-
-Te juro que no las he tocado, a ninguna. No soy un pedófilo! Tampoco es culpa de mi viejo, digo… él es un gobernador, un guardián y las personas le hacen ofrendas, él no les exige nada.-
-Podría negarse.-
-De haber sido así mi padre jamás habría conocido a mi madre. Escucha es la tradición, una diferente a la tuya, pero es así. Esas chicas hubieran sido vendidas por sus padres, después de todo cuando no vienes de una familia poderosa una mujer es más un estorbo que una bendición.-
-Eso es lo que tú piensas?-
-No, pero es el pensamiento de los campesinos y plebeyos de mi isla. No puedo cambiarlo, así se comportan desde hace dos siglos.-
La chica le tomo la mano cómplice y curiosa.
-Lo ves, tú también lo has deducido, no soy la única.-
-De qué hablas?-
-De que ese tipo de mentalidad viene asociada a la ola de enfermedades que comenzaron a azotar a tu isla desde hace dos siglos. Es más me atrevería a decir que no solo a tu isla si no cinco de las siete ramas han presentado ese mismo esquema.-
El joven de cabellos azules se sonrió divertido.
-Quien te escuchara pensaría en que crees esas tonterías de la conspiración secreta que pretende esclavizar y destruir a la raza humana. No seas inocente mi princesita, esas son puras chiflasones de las nuevas sectas revolucionarias.-
Después basto con tomar el rostro de la chica entre sus manos y perderse en sus ojos azul –verdosos. Un impulso, otro más. Junto a ella era imposible resistirse a aquellos impulsos, tan profundos, tan ansiosos. Sus labios eran respetuosos, aunque después de algunos segundos se llenaban de hambre y de deseo. Sus manos la apresaban de la cintura ciñéndola contra sí, frotando sus caderas con el objetivo de despertar la oscuridad en ella. Siempre lo conseguía, al final ella sucumbía a sus besos y a su atrevimiento de llevarla a un sitio aún más lejos, más oscuro, más secreto. Así tenían ya más de un año de jugar a ser cordiales cuando se veían en sitios públicos. Dos conocidos que interactúan por mero protocolo, dos figuras de respeto, intachables, inalcanzables y aparentemente incompatibles.
Pero aquello era un simple juego, la realidad estaba llena de cortinas que escondían un sinfín de secretos, anhelos y fantasías que a solas tomaban forma desafiando a las divinidades más poderosas.
Se escondían en una cabaña que él había construido en un bosque. Ese sitio guardaba su secreto. Besos, caricias prohibidas, entrega y pasión desenfrenada.
-Cásate conmigo mi princesa. Yo te pondré un castillo, te hare mi reina.-
-Porque insistes, si siempre tienes lo que buscas en mí. Sabes que nunca me niego a ti. No necesitas atarte a mí y hacer enfadar a todo un Reino y quizás a un continente entero.-
-No aceptare que te den por esposa a otro, yo te amo!-
-Lisandro… mi Lisandro…
De vuelta en nuestro tiempo…
La mano del Arcángel de cabellos negros, se apretó con fuerza a la de su homóloga.
-Donde te encuentras?-
-Atrapada en viejas memorias Azrael.-
-Lo que antes fue, hoy es, no hay nada nuevo debajo del sol.-
-No quiero que se reproduzca. No soportaría verle sufrir como entonces.-
-No fue tu culpa, él tenía que vivirlo para no repetirlo.-
-Pero lo volvió a repetir, una y otra vez.-
-La rueda del destino es una tortura cruel, hasta que comprendemos su juego y le quitamos su poder. Vives y revives el mismo suceso hasta que caes y despiertas. Una vez despierto ya nada vuelve a ser igual.-
El personal del tren pasaba para verificar los billetes de viaje. Azrael estaba inquieto, aún quedaba un buen camino por recorrer y debían hacerlo como simples mortales. Mitchelle podía leer en la mente de su amigo.
-Se lo que piensas, pero sabes igual que yo que si siente nuestros cosmos probablemente desaparezca.-
Aunque la duda del moreno era muy distinta.
-Porque salir desde Paris hasta Marsella? Podíamos tomar el avión en vez del tren.-
-No quiero que Kanon nos siga. Sé que debe estar rastreando todos los aeropuertos más concurridos. Desde Marsella tomaremos un Ferrie y después en las costas españolas tomaremos nuestro avión.-
-Exageras un poco no crees?-
-Hare todo por proteger a Kanon de la furia de mi padre.-
-No piensas divorciarte y dudo que puedas ocultarlo por mucho tiempo.-
-Solo el tiempo necesario para conseguir el perdón de mi padre.-
-Tú crees que eso sea posible?-
-Entonces una vez que Apofis vuelva a dormir, yo me las ingeniare para proteger a mi familia.-
-Quizás si le presentas a tu hijo las cosas cambien. Al fin y al cabo es su nieto.-
-Mi niño… sabes siento mucha angustia como si mi bebe estuviese en peligro. Odio no poder encender mi cosmos para cerciorarme, ni siquiera el fuego de mi luz zafiro.-
-Tranquila, ese chiquillo tiene tus agallas y la necedad de su padre, no habrá fuerza en este mundo que pueda lastimarle.-
-Aun así estoy inquieta. Porque?-
-Porque eres su madre y supongo que ese lazo es más poderoso que ningún poder en el universo.-
-Gael… mi Gael…-
….
En la espesa jungla de la amazonia.
-Alecto qué te ocurre?-
La chica vomito una mezcla negra con hilos de sangre, el vientre le dolía como nunca. Shion intento tomarla en brazos pero esta se rehusó dándole la espalda.
-No me toques…-
-Alecto debemos ir a un hospital!-
-No! Eso ni lo pienses, esa cosa está en mí!-
En el fondo él lo presentía, pero aun guardaba un poco de esperanza de poderse equivocar.
Se aproximó pese a la negativa de la chica y le abrazo por la espalda. Alecto no pudo contener las lágrimas.
-No lo entiendes es algo malo, muy malo, no sé si podré controlarlo y por cuanto tiempo.-
El dolor se estancó de nuevo en su vientre, haciéndola retorcerse y volver a vomitar. Shion se aferró con fuerza a ella y encendió su cosmos para darle su fuerza. Su idea funciono, aquel monstruo perdía el control y los dolores de Alecto cesaban, al menos por el momento.
La joven relajo su rostro por fin sentía algo de alivio. El lemuriano la tomo en brazos y se tele transporto a su campamento a cientos de kilómetros lejos de aquella cueva.
Deposito a la chica en su saco de dormir, estaba extenuada y para colmo muy pálida.
-Por mis padres, Shion creo que voy a morir y créeme es horrible.-
El peli verde se hizo espacio dentro del mismo saco de dormir y se abrazó a ella con fuerza.
-Encontraremos la forma de librarte de esa cosa, te lo prometo mi Alecto.
Después ella ya no supo si lo que siguió fue real o alucinaciones a causa de tanto dolor y cansancio. Sintió como Shion besaba su rostro con devoción, sus manos se entrelazaron y se durmió sintiendo la respiración del hombre sobre su nuca.
"Vaya buena forma de volver a casa, aunque quisiera seguir soñado contigo… siempre contigo".
Cuando la chica se durmió, Shion aprovecho para levantarse unos instantes. Dentro de una bolsa de lona, que solía llevar siempre consigo, sacaba un trozo de loza que había recuperado de aquella cueva. El fragmento había caído en los últimos momentos antes de que la puerta fuese profanada. La piedra llevaba viejas inscripciones, y aunque él era un hombre muy sabio desconocía por completo el significado de aquellos códices.
Estaba muy cansado, utilizar su cosmos para calmar a la bestia que ocupaba el cuerpo de Alecto, le había dejado sus fuerzas al mínimo. Al menos sabia de alguien que podía ayudarle, aunque en su estado lo más sensato era recobrar fuerzas e intentarlo al siguiente día. Así volvió al saco de dormir junto a la joven, abrazándola de nuevo con fuerza y besado su rostro antes de entregarse por unas horas a un sueño necesario.
…
-Mama! –
Gael deambulaba por lo que parecía un mercado en las calles empedradas de una ciudad que se olía tan antigua como los anales de nuestro planeta. Estaba nervioso, pero eso no le impidió abrirse paso entre aquellas mujeres de piel morena quienes llevaban sus cestos tejidos con paja llenos de frutas y verduras. Aquel sitio era extraño los animales deambulaban entre las personas sin que a nadie pareciese molestarle.
-Mama!-
Siguió el camino de un travieso mono araña que había robado una manzana de uno de los puestos de fruta. Aquellos olores eran tan penetrantes, eran como los polvos que usaba su padre cuando cocinaba. El animalito corría rápido, y Gael parecía obsesionado con llegar hasta él. Corrió hasta llegar a una vieja casa justo en la entrada se encontraba un hombre mayor de tez morena y vestido con una túnica ocre era curioso en su frente llevaba lo que parecía un punto rojo casi del tamaño del de un viejo conocido.
-Usted conoce a Mu o a Shion señor?
El hombre amonesto al animalito por robar la manzana.
-Una moneda hubiese sido lo más efectivo.-
Justo a su lado llevaba un viejo monedero de tela tejido con muchos colores y así saco una moneda. Al instante miro a Gael como si le conociese de toda su vida y mejor saco otra moneda más.
-Anda hijo ven.-
Gael se acercó curioso, aquel hombre no le inspiraba ningún mal.
-Toma hijo, ve a donde fue este a robar y págale a la persona y con la otra moneda cómprate una fruta para ti. Es hora de que comas algo.-
Gael lo miro curioso y el hombre le hizo un gesto con sus manos insistiendo.
-Anda chico, que esperas.-
El niño asintió con su rostro y se dirigió de inmediato a cumplir la petición de aquel anciano.
El anciano extendió su brazo y el mono se aproximó subiendo por su brazo hasta su espalda.
-Has visto? Milenios de no ver a uno de ellos caminar entre nosotros. Anda ve y busca a los otros, diles que cuando el arcoíris brilla es porque el pacto debe ser recordado.-
El animalito salto de su hombro y se fue corriendo a gran velocidad obedeciendo su mandato. Después el anciano se puso de pie y se dirigió al interior de su vivienda hablando como al viento.
-Ahora a preparar algo de comer que las luces cuando toman forma comen con buen estomago.-
…
Mientras tanto en una isla perdida en medio del Atlántico.
Hilia husmeaba dentro de la casa de Kanon y de Mitchelle, buscando cualquier indicio que pudiese darle una idea de en donde encontrar a su nieto. En ese instante al abrir un cajón en la habitación de Gael unas hojas de papel arrugadas le llamaron su atención. Las extendió y se percató de imágenes así normales en los dibujos de un niño normal, pero como Gael era lo más lejano a la palabra normal.
-Vaya cualquiera diría que son animales exóticos.-
Estaba el mono, el elefante, la vaca y una enorme serpiente que parecía una cobra pero con siete cabezas.
-Por Zeus…-
De inmediato un brazo la tomo del brazo, dándole un buen susto.
-Mi padre está por llegar aunque no esperes que te lo presente con entusiasmo.-
Ares había dejado a sus hijos y Athena con sus homólogos mientras él venía en busca de su mujer.
-Qué haces aquí deberías estar con los tuyos ideando algo para detener a la bestia?-
-También es mi nieto sabes y tú eres mi mujer. Quiero saber qué te pasa?-
-Escucha son muchas cosas, por ahora solo quiero encontrar al niño.-
-Ven con nosotros y hagámoslo juntos.-
-Ustedes deben ir a por la Bestia, yo quiero estar segura que el pequeño está a salvo.-
-Gael es prioritario para mí antes que esa serpiente y lo sabes.-
-Ares, déjame ocuparme de esto.-
-Hilia qué pasa?-
-Estoy harta de sentirme un estorbo! Ya es un lio sentir que recupere a mis hijos y saberme abuela a mis… ni siquiera sé qué edad ponerme!-
-Eres una guerrera digna de su título y te necesitamos. Yo te necesito.-
La joven agacho la cabeza mientras que con una mano atrapo al dios de la camisa cerca de su cuello. Lo jalo con fuerza hasta que pudo pegar su frente en el pecho del él.
-Mi mente va a colapsar Ares, no sé cómo hacer para no volverme loca con todo esto.-
La tomo con su brazo derecho apretándola contra su pecho.
-Si quieres te saco una cita con mi psicólogo?-
-Funciona?-
-No, pero al menos sentirás que haces todo por buscar la solución. Los chicos dejaran de estar presionándote y siempre puedes desahogarte con un buen saco de box. Vienes?-
Ella miro de nuevo a los dibujos de su nieto, Ares levanto sus cejas algo desconcertado.
-Pero qué haces con esos papeles?-
-Gael tiene poderes que están fuera de nuestra comprensión, pensé que quizás entre sus cosas podría encontrar algún indicio de algo. De lo que fuese.-
-Ven conmigo, vamos.-
Pero Hilia tenía otros planes y curiosa se dirigió hacia la computadora que estaba en el despacho de Kanon. El aparato aún estaba encendido y algunos archivos estaban abiertos.
-Mujer qué haces? Si borras algún dato de los archivos tu hijo tendrá un lio para presentar sus informes a Julián.-
Hilia se conectó a Internet y comenzó a buscar.
-Cobras de muchas cabezas, monos, elefantes, vacas …-
-Hilia podemos irnos ya!-
-Ve con el resto y diles qué después les alcanzare.-
Aunque decirle "después" al Dios de la impaciencia nunca era lo más prudente.
-Se puede saber qué demonios quieres hacer?-
Hilia descubrió muy sonriente las imágenes que aparecían en la pantalla de su computadora.
-Iré a conocer la India.-
Los ojos de asombro de Ares seguidos de aquella sonrisa pícara y satisfactoria.
-Eres un genio mi preciosa, cuando partimos?-
…
En la mansión griega de Julián Solo.
Kanon discutía como loco al teléfono.
-Como qué se van a la India?!-
Saga quién se encontraba a escasos centímetros del hombro de su hermano le hacía un gesto de desconcierto. Kanon proseguía su discusión.
-No, yo no suelo narrarle leyendas hindúes a mi hijo y tampoco he escuchado a Mitchy hacerlo.-
Saga acercaba su oído al teléfono la necesidad de escuchar aquella conversación lo comía.
-Estas seguro que aquello es un indicio? Y Mitchelle puede estar ligada a eso?
Quiero recuperarlos a ambos y antes de que ese monstruos pueda hacerles algún daño!-
Kanon torció los ojos desesperado y furioso mientras termino por pasarle el teléfono a su hermano.
-Ten! Quieren hablar con el razonable de la familia!-
Saga solo atino en atrapar a su hermano en un medio abrazo y que así siguiera junto a él.
-Si papa. Pues estamos todos reunidos en la casa de Julián. Gabriel y unos cuantos se quedaron en el templo submarino con los niños. Tienes idea de donde se encuentra Gael? Crees que este con Mitchy?-
Saga respiro profundo y cerró los ojos en señal de resignación.
-Si tienes razón. Tranquilo aquí está junto a mí, hemos recibido una información proveniente de la selva del Amazonas. Parece ser que algo se movió por allá, en cualquier caso sé que Shion y Alecto deben de estar por aquellos rumbos. –
Kanon no podía dejar de quejarse.
-Ellos en la India y nosotros en el Brasil, por los cielos no le veo el nexo!-
Aunque cuando sintió la fuerza del abrazo que le brindo su hermano, no supo porque pero sintió un minuto de paz. Al instante Kanon cedió al abrazo y se giró para corresponderlo, mientras Saga terminaba su llamada.
-Si yo creo que mama tiene razón, es una pista que no debemos descartar. Tranquilo nos ocuparemos de todo y les tendremos informados.-
Kanon negaba con su cabeza la cual rozaba con el pecho de su hermano.
-Son solo unos dibujos.-
-Tratándose de tu hijo, nunca hay coincidencias. Tú lo sabes mejor que nadie.-
-Juro qué en cuanto lo encuentre… NO… en cuanto les encuentre a ambos…-
-No harás nada, más que abrazarlos con fuerza y ponerlos en seguridad. –
El rostro de Kanon se descubría acongojado y con mucha frustración.
-Si fueran tus chicas no estarías mejor que yo.-
-Es cierto, pero sé que eso es lo que yo haría. Gael es hipersensible a estos monstruos y quiere a su madre, es normal y Mitchelle solo quiere protegerte de algo que parece ser que les marco en otros tiempos.-
-Estoy harto de que me quiera proteger como a un niño soy un guerrero!-
-Se trata de Ra, Kanon! Nunca existió en este planeta otra divinidad más poderosa que él! Es el señor del Sol y de las mil formas!-
-Se supone que nuestro enemigo es la serpiente esa no el antiguo padre del alma de mi esposa.-
-Por desgracia necesitamos de Ra para calmar al animalito y creo que tu otro tú le pateo duro en los huevos, hermanito.-
-Puedo disculparme, soy bastante convincente, no sé porque no me dejan intentarlo!-
Saga le tomo con sus dos manos del rostro y le hablo sin tapujos.
-Porque yo soy padre de dos princesas y si un cabron se atreviese en el futuro a llevarse a una de mis nenas rumbo a su perdición. Le corto los huevos, hermanito. Lo entiendes?!-
Kanon reflexiono dos segundos y ahora aquello sonaba mucho más coherente.
Aun con las manos de su hermano sosteniéndole las mejillas al grado de apretarle con fuerza, Kanon pudo dar su veredicto.
-Ok, me convenciste.-
Julián no tardaría en interrumpirles.
-Hey chicos Hades ha llegado así que es hora de que comenzar.
…
En la selva Amazonia ya era de noche, Shion tenía rato de haber dejado a Alecto descansar después de haber tenido que volver a brindarle otra ración de su Cosmos. Esta vez había guardado lo suficiente para poder realizar su ritual de contacto. Durante el día los dolores de Alecto iban en aumento, nada parecía calmarlos, salvo la fuerza de un cosmos poderoso.
Tomo sal gruesa de una bolsa de cuero que llevaba consigo y creo un círculo con ella. Después coloco cinco veladoras y con el resto de la sal recreo una estrella de cinco picos una vela en cada pico.
-Ya está.-
Con el poder de su cosmos encendió a distancia las cinco velas y la llamo tan fuerte que hasta los árboles se estremecieron.
-Señora de la noche, dama de lo desconocido. Ven y acude a mi llamado. Hécate señora del mas allá!-
Un estruendo y la piel se le erizo al sentir el roce de unos finos dedos recorriendo su brazo.
-Ni con los pactos entre dioses pueden contactarme sin hacer tanto bazar.-
Hécate parecía sorprendida por el proceder de éste caballero, quién para colmo era el guardián de una de las niñas de Hades.
-No quería que el resto sintieran tu presencia.-
Era cierto si se contactaba a la Diosa por medio de un ritual el resto de las divinidades no tenían que conectarse a la información. Era su medio privado entre una divinidad y sus adeptos.
-Y eso?-
-Ven y júzgalo tú misma.-
