Capítulo 33 La bestia que vive en mi.
-No sé qué demonios hiciste con Kanon, pero te aseguro que no era ni el momento ni el lugar!-
Poseidón estaba furioso y con justa razón, la pérdida del Dragón del mar, solo complicada las cosas. Por su parte Toth permanecía en silencio con un aire de frustración y culpa en su semblante. Solo unas cuantas frases salían de su boca y estas reflejaban su dolor.
-Tu no lo recuerdas, pero yo jamás pude superarlo, aun como Hermes su recuerdo se quedo impregnado en lo más oscuro de mi inconsciente.-
Hades respiraba fuerte después de terminar de fijar su venda, junto a un Radamanthys frustrado por la negativa de su señor de recibir ayuda.
-Hijo ya sabes cuál es el gran servicio que podrías brindarme. En cuanto al resto no soy un inútil y puedo arreglármelas para poner una puta venda.-
-Pero mi señor Hades…-
-Radamanthys…-
El inglés tuvo que tragarse su ansiedad, era preferible eso que desatar la cólera de su señor, quien ya se veía bastante molesto por todo lo acontecido.
Saga tomo el hombro de Poseidón con decisión.
-Estas seguro que las chicas están seguras? Has visto que estos locos no se andan con rodeos.-
-Tranquilo, tengo confianza absoluta en Sorrento y en Afrodita. Así que no te preocupes y ve a hacer lo que solo tu estas en medida de lograr.-
-Te lo agradezco.-
Ángelo parecía intuir lo que vendría.
-Iremos tras ellos, no es así?-
Hades tenía sus sospechas.
-Algo no va bien? Seth estaba furioso y eso solo indica que algo ha salido de su control.-
Mascara de Muerte sintió un fuerte escalofrió en su nuca.
-La serpiente… debemos encontrar al monstruo antes que Seth.-
Milo ataca cabos.
-Qué hace Seth en esta selva si la bestia no se encuentra por estos rumbos?-
June sintió la piel de gallo.
-La serpiente fue venerada en este continente desde épocas ancestrales. Seth no pisaría este suelo por diversión, sería ridículo.-
El Escorpión fijo su vista en el suelo justo al borde de un viejo tronco, había algo que le pegaba en los pies del viejo árbol. Se aproximó y utilizando su uña desprendió una fina membrana escamosa de color grisáceo.
-Tienes razón, este es el territorio ideal para las serpientes, un paraíso.-
Marín se acercó a ver lo que Milo llevaba en su mano, se trataba de una muda de piel de serpiente.
-Por la Fuente, qué fue lo que salió mal?-
Camus cerró los ojos como un reflejo de terror.
-Debo hablar con mi cherie, debo prevenir a Aurora que esa cosa está en libertad.-
La incertidumbre subía en el ambiente, pero para los dioses había una cosa segura, y eso era que Apofis aun dormía, al menos por el momento.
Saga no perdió más su tiempo y desapareció en busca de su gemelo, mientras que Hades comenzaba a darse cuenta de un pequeño detalle que sin explicación comenzaba a pesarle.
-Donde están Shion y Alecto?-
Parecía una tarea sencilla para Poseidón.
-Es solo cuestión de encender nuestros cosmos…-
Aunque Toth le recrimino.
-Ni se te ocurra hacer eso, de nada serviría el haberse tele transportado, la armada de Seth nos encontraría en segundos!-
-Hades tiene razón, la nena y el lemuriano tendrían que estar por estos rumbos, fue el cosmos de Shion el que nos hizo sospechar que algo estaba ocurriendo en esta zona.-
-Si el viejo Shion apago su cosmos no debe tratarse de tonterías.-
Aunque eso no tranquilizaba a Hades.
-Mi hija!-
Poseidón se aproximó para cerciorarse que el vendaje de su hermano estuviese bien puesto.
-La encontraremos, eso te lo aseguro.-
Mu les señalo una montaña que se encontraba a unos escasos kilómetros, pareciese que la luz se reflejaba en un extraño prisma sobre su cima.
-Sigamos las señales del cielo, después de todo esta es una guerra estelar que inicio hace milenios.-
No había más pistas, y ninguna objeción, aquel sitio parecía tener una energía demasiado atrayente.
Shaina le brindo su mano a Camus, quien después de haber sido liberado del veneno parecía que no encontraba su equilibrio corporal. La cobra después dirigió su mirada hacia Toth.
-Le pasara en unas horas, así es que sigamos la pista del cielo.-
…
Mientras tanto en las antiguas ruinas del templo de Horus en Edfu, Egipto.
-Maldita sea! No hay nada y no comprendo nada!-
Kanon se desesperaba ante su imposibilidad de poder descifrar aquel viejo jeroglífico sobre la famosa serpiente Apofis y su lucha contra el gran dios del sol Ra.
-Desde cuando te volviste arqueólogo?
Saga estaba cruzado de brazos a escasos centímetros de su gemelo.
-Qué demonios haces aquí, ve con el resto y déjame tranquilo!-
-Seguro que tú has tenido una mejor idea solo estoy aquí para ayudarte.-
-No necesito ayuda, no necesito a nadie!-
-Qué te mostro Toth?-
En ese instante la mirada de Kanon parecía encenderse con furia.
-Solo me recordó que soy un desgraciado y que siempre lo he sido! Pero sabes una cosa eso me importa una mierda! Quiero encontrarla antes de que esa bestia lo haga, porque ahora sé de lo que ese monstruo es capaz!-
Saga trato de calmarlo mientras que por facilidad apoyo su brazo sobre una de las esfinges de la sala.
-Ya te dije que…-
La esfinge se desplazó de unos centímetros y se produjo un gran movimiento en el suelo. Este se abrió en dos y ambos hermanos caían en lo que parecía una bóveda subterránea.
Los gritos de Kanon retumbaban en los muros, mientras él se sostenía en la cabeza de una enorme estatua de Horus.
-Demonios Saga, no puedes quedarte quieto!-
Aunque Saga, sostenido del gran pico de Toth, no estaba en mejores condiciones.
-Mira quién habla, tu empezaste las pendejadas!-
Apenas y pasaban unos cuantos rayos de luz por ciertos huecos del muro, de lo contrario aquello sería una tumba oscura y tenebrosa.
Kanon diviso a unos metros una antorcha que se mantenía en las manos de su enorme estatua. Con agilidad balanceo su cuerpo y se soltó en su rumbo.
-Maldición! A buena hora deje de fumar!-
Saga se sujetó con una mano, y con la otra saco un mechero de su bolsillo y se lo arrojo a su hermano.
-No le digas a Saori!-
Kanon lo atrapo y logro encender la antorcha. Aunque a esa altura sabia de ante mano que no se la llevaría en las manos. Al menos la luz dejo al descubierto el suelo firme a escasos dos metros y la posición del resto de las antorchas. Así es más sencillo caer de pie y en el buen sitio.
Saga no tardó en darle alcance, una vez que el encendedor hizo su función Kanon se lo mostro a su hermano.
-Lo quieres?
-Por favor.-
-Dámelos.-
-Kanon, no tu no.-
-Dámelos o en vez de decirle a Saori, se lo diré a papa y vas a ver la que te espera con él.-
Saga saco una cajetilla de cigarrillos de su bolsa y Kanon los estallo con su cosmos.
-No puedo creerlo!-
-Te estoy salvando de un cáncer pulmonar, y de una correteada de papa si se llegase a enterar.-
-He estado muy estresado.-
-Pues practica el yoga, la meditación o lo que te dé la gana y en el último de los casos te dejo mi sala de gym en casa, pero nada de meterte mierda en los pulmones! Por la Fuente que tienes dos hijas!-
-Tú crees que es fácil Elodie no me deja separarme ni medio centímetro de ella. Es un lio y Elise también me reclama, a la pobre no le dedico tanto tiempo como a su hermana y sé que lo está resintiendo. Es un lio Elo tiene un cosmos lleno de miedos y perturbaciones, pero Eli no tiene la culpa y paga los platos.-
Kanon observo la mano de su hermano temblar de impotencia.
-El eterno dilema de los gemelos. Siempre hay uno más dependiente, tú eras el fuerte Saga a mí me toco jugar el papel de Elodie.-
-Quieres volverme loco?-
-Tienes razón ahora no es el momento.-
En un instante Kanon dirigió la mirada hasta un mural con una pintura que recreaba la gran batalla contra Apofis. La barca con Ra y junto a él una diosa y no cualquiera.
-Maat… la señora de la justicia. Mi hermosa diosa debía acompañarlo en la batalla, porque solo teniendo consigo a la justicia se podía ganar contra las tinieblas.-
Una voz hipnótica llegaba a los oídos de Kanon, totalmente imperceptible a los de su hermano.
-Quítale el ojo antes de que él lo vuelva contra el sol.-
-El ojo de Ra y la deformación creada por Seth no deben enfrentarse.-
La cabeza de Kanon comenzaba a sentirse pesada y la pieza entera comenzaba a cobrar vida ante los ojos del general.
La belleza de Isis era eminente y en su mano izquierda el báculo de su sabiduría brillaba como oro encendido.
-Yo le di el ojo a mi hijo y él le dio vida, pero olvido sus bases, su fundamento, su epicentro. No permitas que los dos poderes se enfrenten, si eso ocurre la serpiente será incontrolable. El ojo de Ra tiene su epicentro en el nombre secreto del mismo. Seth no pudo reproducir ese código. La respuesta está en el nombre, solo el nombre puede despertar el poder del ojo del gran sol central. –
El báculo se acercó hasta la frente de Kanon y la luz le produjo mareos, miles de imágenes llegaron de golpe a su conciencia. Después la sensación de la mano de Isis acariciando sensualmente su mejilla.
-Me lo debes Lisandro…
Después todo fue oscuro y Kanon sintió una fuerte cachetada, abrió sus ojos y encontró a su hermano a punto de darle una más.
-Ni se te ocurra!-
-Qué diablos te paso!-
-No lo sé, pero creo haber comprendido ese cacho de pintura y de ser así estamos equivocados en lo que planeamos hacer.-
-Que insinúas?-
-Tenemos que encontrar a Mitchy y despertar a Maat.-
-Pero creí que tu temías que ella…-
-Solo Maat puede traer el equilibrio y despertar el poder del ojo de Ra. Ella me reconocerá y será mi oportunidad para cumplir con lo que no pude hacer en aquel paralelo.-
-Kanon qué paso?-
-Lo hablaremos después, ahora tenemos que ponernos en marcha.-
-Adónde vamos?-
-Con mi mujer?-
-Y como la encontraremos si su cosmos ha cambiado?-
-Lisandro la encontrara…-
-Quién es ese?-
-Vámonos!-
Saga trato de abrir un túnel, pero sus poderes en aquel sitio parecían inútiles.
-Qué demonios vamos a hacer?-
-Usar la puerta.-
Kano paso al lado de la gran estatua de Horus, pero antes arranco una piedra zafiro que se encontraba incrustada en la corona de uno de los jeroglíficos de Maat. Saga lo miro con desaprobación.
-No vamos a saquear los templos!-
-No es un saqueo, es un servicio, debemos regresárselo a su dueña.-
Al lado de la gran estatua había una rueda y como por automatismo Kanon tomo una vara de madrea del suelo y removió la rueda 7 veces. Una de las paredes se abrió y ambos salieron de aquel sitio lo más rápido que podían, tenían la sensación que alguna fuerza oscura estaba debilitando y bloqueando sus cosmos. Los últimos pasos para abrir el último pasadizo parecían muy pesados, hasta que por fin se vieron en lo que se imaginaron eran los jardines centrales del templo.
Saga sintió que sus piernas lo estaban abandonando y Kanon alcanzo a atraparlo antes de que cayese.
-Qué demonios pasa aquí?-
Una voz femenina y tenebrosa les daría su anhelada respuesta.
-Vaya, vaya un par de bribones. Nadie usurpa el templo de mis ancestros sin recibir su justo castigo.-
El ruido como de hojas que se quiebran se escuchaba y de las columnas salían miles de escorpiones. Los animales estaban furiosos y sabían perfectamente quienes eran sus presas.
Kanon jalo a su hermano con todas sus fuerzas.
-Pronto, debemos salir de aquí!-
-No tengo fuerzas.-
Kanon utilizo toda la fuerza que le quedaba para arrastrarlos fuera de ahí, hasta que de la nada se topó con el empuje de una mano que lo tumbo al suelo.
Frente a ellos una hermosa mujer morena con una armadura dorada y un escorpión metálico en su cabeza, así como en su báculo, la dama sonreía con satisfacción.
-Nadie sale inmune a mi veneno.-
Kanon trato de negociar lo más rápido posible.
-Ayúdanos o Apofis lo destruirá todo!-
-Apofis?-
-Debemos detener a Seth antes de que él…-
Kanon no pudo decir otra palabra ya que el báculo de aquella dama se estrelló contra su mentón dejándole inconsciente. Saga quería ayudarle, pero la dama dirigió su cosmos hacia el gemelo mayor haciéndole experimentar un dolor tan fuerte que le hizo perder el conocimiento.
Los escorpiones se acercaban y la sonrisa de satisfacción de la mujer se ensanchaba de más en más. Hasta que del bolsillo de Kanon una lucecilla comenzó a brillar alejando a los hambrientos escorpiones.
-Qué demonios!-
Ella trato de aproximarse pero la luz era poderosa y hasta su propio cosmos quedaba mitigado.
-Maat?-
….
-Lisandro…-
Mitchelle se ponía de pie, el avión que había partido desde Marseilla estaba lleno y en pleno despegar.
La actitud de la pelirroja llamo la atención de las azafatas, quiénes no dudaron en recriminarla por su osadía.
-Señora permanezca sentada hasta que se apague el anuncio del tablero.-
Azrael tomaría las riendas ante aquel arrebato de su compañera.
El pelinegro encendió suavemente su energía y les hablo a las azafatas creándoles un estado de trance hipnótico.
-No ocurre nada, sigan vuestra rutina.-
Ambas mujeres se dirigieron de regreso a la zona de la cocina, el resto de los pasajeros parecían dormidos o ignorantes de aquel incidente. El Arcángel tomo el brazo de Mitchelle llevándola de regreso a su asiento.
-Yo también lo he sentido, pero que esperabas, era lógico que él buscaría las respuestas.-
-Está en peligro, sentí la energía de Serket y estaba furiosa.-
Azrael atacaba cabos.
-Eso quiere decir que entro en los pasadizos del templo de Horus. Ahora ya debe conocer toda la verdad.-
Mitchelle entro en pánico.
-No, no, no tú sabes bien que los hechos por si solos no narran toda la verdad de lo que ocurrió. Yo me guarde conmigo las razones que me impulsaron a tomar aquella decisión.-
-Te dije que era una mala idea excluirlo, aun si es para tratar de protegerlo. No lo lograste en aquel entonces y ahora como están desarrollándose las cosas, están en camino a repetir la historia.-
-Y que se supone que debo de hacer? Por un lado está mi padre obsesionado en ese absurdo exilio, por otro mi esposo y mi hijo que son vulnerables ante Apofis!-
-Yo tengo una idea, pero eso cambiara un tanto los planes originales.-
-Adelante te escucho.-
…
Mientras tanto en el templo de Poseidón.
Aurora terminaba de ayudar a Saori para cambiar los pañales de Elise. La peli morada comenzaba a inquietarse.
-Saga…-
Aurora por su parte sentía de nuevo un extraño sudor frio que le atravesada su espalda, desde que Camus había partido en misión con Poseidón ella no dejaba de inquietarse. Sin embargo, aquella sensación más que una inquietud parecía un malestar que se acentuaba de más en más en su espíritu. Trago saliva con fuerza e intento tranquilizarse, quizás era alguna de sus visiones que venía a su espíritu. Era extraño pero ahora que necesitaba tener indicios de Apofis parecía que su poder le estuviese fallando. Ni una sola visión, solo extrañas e incoherentes pesadillas, cada noche se intensificaban. Camus decía que venia del gusto que tenía la joven por ver películas de acción. Ella casi estaba convencida de que su esposo podría tener razón en su teoría. Saori se giró y comenzó a sentir aquel sudor que resbalaba ahora de la frente de la peli naranja.
-Tranquila Aurora, estoy segura que encontraran a Seth y le detendrán antes de que libere a la bestia.-
Aurora respiraba con dificultad, pero intentaba a toda costa disimular su estado. Solo podía pensar en una sola cosa, y era que por alguna extraña razón sentía que quizás sus pesadillas no estaban lejos de su realidad. Su voz era un simple susurro, imperceptible.
-La bestia…-
Cerró sus ojos y parecía verlo de nuevo aquel escenario lleno de sangre y cuerpos mutilados.
-Sangre…-
Aquellas casas de piedra, sus puertas destruidas y los cuerpos de aquella familia con ropas orientales que yacían en el suelo. La madre gritaba herida y desesperada.
-Piedad oh Ra! Piedad para mis hijos!-
El cuerpo gravemente herido de aquel jovencito se arrastraba rumbo al de su madre, no parecía tener más de catorce años. Después pudo ver de cerca como si unos feroces colmillos lo tomaban del vientre desgarrándolo, ante los gritos de impotencia de la madre quien fue la siguiente en ser desmembrada. Después la sangre cubría todo aquel suelo y su aroma parecía tan dulce como los elixires divinos. Aurora traspiraba en busca de la bestia, pero en aquel sitio solo había cadáveres y sangre, además de aquel ligero recuerdo de los gritos de las víctimas, cuyas voces en vez de llamar a su piedad, llamaban a un extraño sentimiento de excitación enfermiza.
Los ojos de Aurora tomaban un brillo rojizo como dos bellos rubís. Así dejando a Elise en aquel mueble acolchonado la peli naranja miro sus manos y comprobó con horror el rojo de la sangre fresca que escurría en ellas.
-No, no, no, no, no! Fuente de toda vida qué está pasándome!-
Saori tomo a Elise en brazos quien, al escuchar los gritos de Aurora, lloraba de miedo.
-Aurora qué te pasa? Es una visión?-
La reacción de aurora fue totalmente impredecible para Saori.
-No te acerques!-
Un par de colmillos sobresalían en la chica, sus ojos rojo rubí tomaban un tinte lúgubre, despiadado.
Saori encendió su cosmos asustada, aquel ser no se parecía en nada a su amiga, el Arcángel oro rubí. En cuestión de segundos entraron Eliana y Afrodita, quienes no daban crédito a lo que sus ojos veían.
Afrodita saco su rosa sangrienta.
-Aurora te lo ruego no me obligues a utilizarla, despierta te lo imploro!-
En unos segundos un rayo blanco se estrelló contra el pecho de Aurora dejándola inconsciente. El grito de Elodie quien estaba en los brazos de Gabrielle, se dejaba escuchar la bebe lloraba desolada. Gabrielle podía estar embarazada, pero seguía teniendo buena puntería y una confianza absoluta en su instinto. Sorrento llego tan rápido como pudo, instantes atrás había recuperado a Andy quien, al sentir el cosmos de Aurora, había huido a una de las zonas más inestables del templo marino.
La pobre de Constanza, del susto, había dejado caer la ensaladera en donde preparaba parte de la cena.
Sorrento alucinaba.
-Qué demonios paso aquí?-
Saori bajo su cosmos, y miro aterrorizada a Gabrielle.
-No era ella, por la Fuente, juro que no era ella!-
Gabrielle le entrego la bebe a Eliana y le tomo la mano a Afrodita indicándole que debía bajar su posición de ataque. El cosmos de Afrodita disolvió la rosa y la rubia se acercó sin miedo al cuerpo desmayado de Aurora.
-Parece ser que no solo Mitchelle y yo tuvimos existencias en los paralelos de la Tierra.-
Dentro de la mente de Aurora una serie de escenas tomaban vida, una tras otra.
El cuerpo de un niño era más sencillo de desgarrar que el de los adultos, sus gritos la despertaban su sed. Tenía sed, sed de venganza, sed de sangre, sed de dolor…
Su corazón latía y su instinto le despertaba de más en más el hambre. No sentía odio por sus víctimas, ni pena, ni compasión, ni tristeza… meditándolo bien no sentía nada, absolutamente nada.
Tenía sed, la madre del infante no dejaba de gritar, y ella clavaba sus colmillos en su cuello, de ahí podía beber más cantidad, más rápido. Nada calmaba su sed, nada calmaba ese trance que sentía al escuchar los gritos clamando piedad. Ni siquiera las suplicas de la aterrada anciana que oraba al cielo impotente ante aquella masacre.
-Oh Ra piedad, piedad señor del sol, perdónanos nuestra blasfemia!-
Aurora quería hablar, quería decirles que no era ella, aunque sentía en su vientre que sí lo era. Su lógica comenzaba a azotarla, su voz se abrió paso y sus palabras la dejaron a ella misma helada.
-Piedad… yo no conozco la piedad…-
Ahora podía sentirse a sí misma y puso toda su energía para poder salir de aquel extraño cuerpo maldito. Así logro verse fuera de aquel monstruo asesino, aunque viéndola a unos metros de distancia sus rostros eran diferentes o no?
Aquella criatura tenía el cuerpo de una mujer y la cabeza de una felina con su hocico rebosado en sangre humana.
-Que haces dentro de mi mente, especie de demonio?!-
-Que haces tú dentro de mi, fenómeno de fuego?!-
Aurora comprendió que aquella creatura no podía verla en su cuerpo físico, solo percibía su luz, aun así ni siquiera el poder de su cosmos luminoso lograba calmar el hambre de la creatura.
-Lo que has hecho es espeluznante! Se acabó!-
La felina sonrió con sorna, y se dirigió hacia la anciana, degollándola con sus uñas frente a los ojos de una impotente Aurora cuyo fuego de luz parecía traspasar el cuerpo de aquella creatura sin hacerle el mínimo rasguño.
-No!-
-No puedes detener lo que ya no existe, ni podrás parar la verdad que hay detrás de tus recuerdos.-
Aurora salto de golpe, regresando a la pieza, Sorrento la tomaba de la mano.
-Por favor dime que eres tú, cuñada.-
-Debes encerrarme, y pronto, antes de que este demonio salga libre.-
Gabrielle, Eliana y Constanza no daban crédito a sus palabras. Saori y Afrodita se miraron con frustración, pero la chica insistía.
-Háganlo pronto!-
Sorrento le ayudo a ponerse de pie y con el corazón lleno de pesar accedió a meter a la joven en el pilar central del templo de Poseidón. Por el momento tendrían que averiguar qué era lo que estaba atacando el espíritu de la guardiana del rayo oro rubí.
…
En la India.
-Y porque vives en esa cabaña solito?-
-Porque si.-
-Porque comes esas cosas raras.-
-Son dátiles y son comestibles.-
-Porque te vistes con ese pantalón tan suelto? Sabes mi abuelito diría que eres medio rarito.-
-Me importa un comino lo que opine tu abuelo y quieres dejar ya de hacer tantas preguntas.-
-Pero porque tienes poderes como mi abuelito y mis papas?-
A Hor le dolía la cabeza había logrado con dificultades que el chiquillo dejase de tenerle miedo, pero callarlo parecía una misión imposible.
-Tienes mascota?-
El pequeño le señalaba curioso por aquel hermoso halcón que se reposaba fuera de la cabaña de Hor a la altura de un viejo árbol seco.
-Es un viejo amigo, quizás el único que me queda.-
-Puedo acariciarlo?-
-Te morderá?-
-Pero porque?-
Gael le sonreía con esa carita que por más que quería lanzarle una bofetada, aquel viejo recuerdo volvía a invadirle el corazón.
Flashback
-Puedo tocarlo Papa? Si puedo?-
-No, ya te dije que te va a morder.-
La pequeña pelirroja hizo un puchero de frustración y justo después.
-Y yo puedo?-
-No Baset tu tampoco, entiendan que a él no le gustan los niños. Y tiene razón ustedes son muy impulsivas y eso le da miedo.
La otra pelirroja tomo aquella respuesta casi como un insulto.
-Nunca nos dejas jugar con tus mascotas, para colmo no podemos salir del palacio y jamás tienes tiempo para nosotras!-
Solo torcía los ojos, ya conocía de memoria esos argumentos, pero él era un rey más aun el primer faraón, la rencarnación del sol. Tenía su posición y sus obligaciones delante de todo y de todos. En ocasiones solía demostrar su amor a sus hijas, pero luego recordaba su papel y su función. El siempre guardaba distancia con todo y con todos, él era como aquel halcón, siempre vigilaba desde lo alto.
Una hermosa dama de ojos alargados y oídos con forma de punta, que le daban un aire de hada, hacia su aparición.
-Disculpe mi señor, vengo por ellas.-
-Ya era hora, es tu obligación como madre ocuparte de ellas, sin embargo las dejas ir y hacer lo que se les da en gana. Son seres de poder y deben crecer con las reglas que les enseñen a ser responsables de esos poderes.-
Así el hombre se dio la media vuelta dando la espalda a aquella dama de semblante mágico. Los ojos de la dama denotaban una enorme tristeza y un cansancio, como quien lleva el peso de las galaxias en sus hombros.
-Niñas venid.-
Ambas intuyeron lo delicado de la situación y siguieron a su madre sin una sola queja.
Fin del Flashback
Hor se acercó al halcón y le mostro su mano, éste monto sobre su brazo y así se lo acerco al niño.
-Acarícialo hacia abajo y nunca al revés, y sobre todo no hables fuerte delante de él, tu voz es chillante y eso le asusta.-
Gael lo acaricio y el animal inclino su cabeza para después hacer algo insólito. El halcón salto y se posiciono en el hombro de Gael. La mirada seria de Hor, hizo una ligera mueca ante la ironía.
-Solo era cuestión de hacerles confianza, a ti y a ellas. Un poco de confianza y un poco de… de mi.-
Gael lo miro con un aire de tristeza.
-Quiero volver a ver a mis padres, mi mama está en peligro. Puede usted ayudarme, por favor?-
Respiro profundo y se puso a meditar. Acaso podía él ayudar a ese pequeño a proteger a su familia, sabiendo que él mismo había destruido a la suya.
