¡Llegué después de tanto tiempo!
Lamento la tardanza, he estado ocupada ya que operarán a mi papá dentro de poco. Y con mi trabajo no he tenio nada de tiempo. Pero he aquí mi recompensa, intenté hacerlo largo, más largo de lo que suelo hacer para compensar la espera.
¡Aquí se menciona el nuevo nombre de Tsuna! Ya que como será hijo adoptivo de Harry, obviamente no podremos llamarle Tsuna.
Ya, sin más por el momento.
¡A leer!
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Capítulo 3: Malfoy manor.
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–Es un niño muy lindo y tranquilo –dijo Hermione sonriendo mientras mecía en una cuna transfigurada al bebé quien sostenía en su pequeña boquita un chupete naranja–, casi no llora.
–Sí, es un bebé muy lindo y todo pero ¿Acaso están locos? –dijo Ron, finalmente –. Es un bebé y uno muggle. Estamos huyendo de Ya Sabes Quién y ustedes deciden traer con nosotros a un bebé. Si llegan a capturarnos y él cae en sus manos, no se detendrán sólo porque sea un bebé. Ya he visto lo que le hacen a los muggles, incluso a los niños.
–Eso pienso yo también, Ron –dijo Hermione–, y yo sé que a Harry también le preocupa pero ahora más que nunca estoy segura de que este niño nos ha salvado la vida en más de una ocasión. No es un bebé muggle. E intentado hacer entrar en razón a Harry para que dejemos al niño en un lugar seguro, pero insiste en que siente un tipo de conexión con él y que debe quedarse. Fue gracias a esa conexión que nadie nos atrapó la última vez.
–¿No es un bebé muggle? –preguntó Ron.
–No –contesta Harry–, siento algo viniendo de él, parece magia pero es algo más…puro, no sé cómo explicarlo.
–Tendremos que ordenar nuestras prioridades –contestó ella–, ahora que llevamos a un inocente con nosotros, debemos protegerle a toda costa. No sé quién sea este niño, pero por lo que he examinado en él con algunos de mis hechizos, es que sé que él siente cuando algo va a pasar, ahora lo siguiente y más importante, debemos destruir ese horrocrux en el guardapelo de slytherin.
–Intenté con varios hechizos –dijo Harry, con cansancio–, pero no le hace ni el más mínimo daño. Incluso intenté un bombarda máxima.
Cuando Ron estaba a punto de hablar, un llanto interrumpió la conversación y observó que Harry se paró inmediatamente y se dirigió a la cuna transfigurada. Miró con atención la suave sonrisa en el rostro de su amigo/hermano, le vio interactuar con el niño y darle un biberón quien comenzó a tomar con ímpetu mientras observaba su alrededor con esos enormes ojos marrones.
–¿Cómo se llama? –preguntó el pelirrojo.
–No sabemos su nombre real –dijo Harry, mirándolo–, pero planeo adoptarlo y hacerlo mi heredero, ya que no creo que tenga más hijos en el futuro, de todos modos he decidido nombrarle Giotto.
–¿Giotto?
–Giotto Coelum Potter.
–Siento que le queda perfecto –sonrió Hermione al bebé que miraba a una esquina vacía de la habitación y hacía gestos con su mano.
–Hey –les llamó Harry a ambos y les sonrió–, ¿Quieren ser sus padrinos?
–¿En serio? –Hermione le miró sorprendida y luego sonrió–. Sería un honor.
–Seré el mejor padrino de todos –Ron sonrió.
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Malfoy Manor.
Voldemort mantuvo sus ojos cerrados. No sabía exactamente por qué, ni la causa, pero estaba plenamente consciente de esa conexión entre Potter y él. A veces había tenido flashes cortos, muy fugaces de los sueños del chico, imágenes que duraban un segundo y lograba ver a través de los ojos de Potter, pero aún así era muy difícil ubicarlo precisamente, iban un paso adelante –por ahora–, había algo bloqueando la conexión, lo cual no debería ser posible porque según Severus, el chico era abismal en Oclumancia. De todos modos, aún había un modo de aprovechar esa conexión y esa era por medio de los sueños. Los sueños generalmente mostraban ciertas cosas de la realidad, por lo que Voldemort podría descifrarlas fácilmente y conectar los puntos.
Voldemort sólo tuvo que esperar a que el chico se durmiera lo cuál últimamente casi no hacía, por lo que tuvo que esperar mucho tiempo para continuar con lo que haría. Cerró los ojos en cuanto supo que él dormía y comenzó a viajar a través de esa conexión, entonces sin esperar mucho llegó hasta el límite donde comenzaba el sueño y empezaba la realidad, sonrió.
Ya sabía dónde estaba, entonces Voldemort hizo algo que por única vez en aquella cacería, le daría la ventaja de andar un paso por delante de Harry Potter. Les dio el conocimiento del lugar en dónde se escondían a los Carroñeros por medio de oclumancia. Con la imagen del lugar fijo en mente, ellos simplemente se aparecieron directo…
Dentro de la tienda de campaña.
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Minutos antes. Medianoche.
–¿Harry? –Hermione interrumpe sus pensamientos–. ¿Estás bien? Has estado muy callado desde hace media hora.
–Es sólo que… –Harry titubeó–… por algún motivo siento que algo va a pasar.
–¿Será esa conexión que tienes con el bebé? –dijo ella, nerviosa–, recuerda que ya nos ha salvado la vida varias veces.
–Creo que sí…
–Entonces debemos irnos de inmediato –dijo Ron, que acababa de levantarse del lugar donde dormitaba.
–Es mejor… –Harry iba a pararse de su lugar para ir por el bebé a su cuna transfigurada, cuando de la nada se escuchó el sonido de varias apariciones dentro de la tienda.
Los habían agarrado de imprevisto, perdieron demasiado tiempo. Hermione enseguida comienza a tirar hechizos, los Carroñeros comienzan a disparar maldiciones, pero ella estaba más preocupada por el pequeño inocente que dormía en su cuna bajo un encantamiento, un hechizo podría salir perdido. Harry por lo tanto, intentaba llegar por todos los medios al otro lado de la tienda donde "Gio" como Harry había comenzando a llamarle, dormía sin preocupaciones en el mundo. Uno de esos cazadores se le metió en el camino, pero de la nada les lanzaron un Incarcerous y los amarraron a los tres después varios maldiciones de corte.
–Vaya, pero miren nada más a quienes nos encontramos… –dijo él hombre lobo, con aquella sonrisa tétrica y llena de colmillos. Se puso muy cerca en el cuello a Hermione, intimidándola, lanzando mordiscos amenazantes a los cuales, ella con gemidos intentó alejarse–, nos han causado muchos problemas ustedes tres, tal vez debería darles una mordida en el cuello…
–¡No te atrevas a tocarla! –gritó Ron, intentando desatarse.
–¡Silencio, mocoso o te arrancaré la lengua como hice con ese imbécil de Fletcher! –ordenó Scabior, el líder del grupo de Carroñeros, luego miró a Fenrir Greyback–, ¿son ellos a quienes busca el Señor Tenebroso?
–Ese chico tiene el rayo en la frente, es Harry Potter –dijo el hombre lobo, sonriendo–. Los otros por obvias razones deben ser la sangre sucia Hermione Granger y el traidor a la sangre, Ron Weasley.
–Entonces hay que llevarlos con los Malfoy –Scabior sonrió, sabiendo lo que les esperaba allá–, no hay que dejar a nuestros invitados esperando… El señor Tenebroso estará feliz de verlos.
Harry había entrado en shock, se distrajeron demasiado y no les dio tiempo de huir, era su culpa. Subió la vista y observó a uno de los carroñeros revisar todo en la tienda, peligrosamente muy cerca de la cuna de su hijo, sí… su hijo. Era su hijo desde el momento en que ese pequeño apareció. Harry temió, intentó zafarse pero lo levantaron del suelo y estaban a punto de irse, quiso gritar para que ese hombre se alejara de su bebé. Dios, si había un Dios ahí arriba, le rogaba que le ayudara, que le guiará, que no le hicieran daño a Gio, era un bebé, un ser inocente que no tenía la culpa de nada.
–Por favor no… –Harry rogó, se retorció del amarre–, basta… por favor no….
Entonces algo extraño pasó, Harry observó que el carroñero pasó de largo la cuna sin siquiera notarlo, él se quedó estático, de sorpresa. ¿Hermione le había lanzado un hechizo a la cuna? Miró hacia sus amigos, uno de aquellos hombres se apareció junto con Hermione, el siguiente fue Ron, siendo sostenido por Fenrir Greyback. Harry entró en pánico de nuevo, no podía dejar sólo a su hijo en medio de la nada. Era un bebé. Lloró de impotencia, se sentía completamente inútil.
–Por favor no… –sollozó él–… no puedo dejarlo aquí…
–¿Qué mierda dices mocoso? –dijo uno de los carroñeros–, ya estás delirando.
Entonces antes de aparecerse, escuchó una voz hablarle cerca al oído.
–Nosotros cuidaremos de él, no te preocupes, iremos por ustedes.
Y Harry, por algún motivo confió en esa voz.
La primera generación de Vongola se quedó atrás. Con sus miradas preocupadas en el lugar en donde momentos antes, esos tres chicos habían estado platicando entre sí como si nada antes de que se los llevaran. Giotto se dirigió a la cuna y con una mano, acarició los pequeños y suaves cabellos del bebé, Primo se había dado cuenta de que eran cada vez más sólidos en este mundo. Se preguntó si eso era bueno o malo.
–De no haber sido por el pensamiento rápido de Daemon, se habrían dado cuenta de la cuna –dijo Asari, preocupado.
–En cuanto Giotto mencionó que algo pasaría no dudé en poner mis llamas en él –contestó Daemon, luego miró a Giotto–, ¿Qué hacemos?
–Ahora que somos un poco más sólidos en este mundo, iremos a ayudarles –dijo Giotto–, he puesto un poco de mis llamas en ellos tres, así los localizaremos de inmediato. Algunos de nosotros deben quedarse aquí con Tsunayoshi, no podemos llevarlo porque será peligroso. Asari, tú y G vienen conmigo, les avisaré cuando todo se haya resuelto para que nos alcancen.
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Malfoy Manor
–El Señor Tenebroso no tardará en llegar –dijo Bellatrix–, le alegrará saber que tenemos a estos tres traidores finalmente.
–No es por nada pero… –interrumpió Scabior–, nosotros fuimos quienes pasamos por todo el problema para capturar a estos tres. Quiero algo a cambio.
–Eres muy valiente o muy tonto como para pedirme algo –contestó Bellatrix, mirándole burlona–, pon tu precio y te largas.
–No he pensado en nada todavía, pero te lo haré saber pronto –sonrió–, mientras veré qué puedo encontrar en el bolso de la sangre sucia. Tiene un encantamiento dentro. Quizá haya algunas cosas valiosas.
–¡Pettigrew! –gritó Bellatrix–, haz algo útil y lleva a nuestros tres "invitados" a las mazmorras junto con los otros.
–¡Muévanse, mocosos que no tengo todo el día! –ordenó Peter, apuntando con su varita a los tres recién llegados.
–Sigues siendo un traidor como siempre, Pettigrew –dijo Harry, con desprecio mientras le miraba sobre su hombro–, no me cabe duda que tu forma de animago te queda de maravilla, una maldita rata de alcantarilla y cobarde por no decir menos.
–Silencio, Potter –susurró algo intimidado–, recuerda quién tiene la varita aquí. Camina antes de que te corte la garganta.
Peter se fue, cerrando y asegurando la puerta de las mazmorras detrás de si.
–Harry –habló Hermione, se notaba muy preocupada y asustada, había lágrimas formándose en las esquinas de sus ojos–, el bebé se quedó atrás, oh Dios… cometimos un grave error… no debimos llevarlo con nosotros, está en medio de la nada, morirá si se queda allá. Y el horrocrux… oh Dios, esa horrible cosa se quedó con él en la tienda de campaña. Dios, Harry ¡soy tan estúpida! ¡Debí haberlo destruido cuando pude!
–Hermione –habló Harry–, cálmate. No sacaremos nada poniéndonos histéricos. Gio está bien, creo que de cierto modo tiene a alguien cuidándole.
–¿De qué hablas? –preguntó Ron pero alguien interrumpió cuando iba a contestar.
–¿Harry? –una voz femenina habló, el trío volteó a ver y observaron a Luna salir de entre la oscuridad de las mazmorras, otras dos personas estaban con ella; Olivander y Griphook.
Harry les miró sorprendido.
–¡Luna! –la abrazó–, cuando nos dijeron que te habían secuestrado, pensé lo peor.
–Estoy bien –dijo ella, sonriendo–, fue divertido en realidad.
–Sólo tú puedes pensar que es divertida una situación así –dijo Hermione, secándose las lágrimas–, Dios es que… –la voz de Hermione se quebró–, ya no creo soportar más, muchos están muriendo, nuestro mundo está colapsando con ese imbécil Señor Oscuro en el poder y hemos arrastrado a un inocente en esto.
–El pequeño cielo está bien –dijo Luna, sonriendo–, El cielo mayor está cuidando de él.
–¿Cielo mayor? –preguntó Ron.
–Ella siempre dice cosas extrañas –susurró Hermione.
Harry había aprendido escuchar las palabras de Luna, por locas que parecieran ser, siempre había una razón detrás. Harry sabía de alguna forma, que Gio estaba siendo protegido por alguien.
–¿Lo sabes? –preguntó.
–Los nargles me lo dijeron –sonrió.
–Tenemos que encontrar una forma de salir de aquí –dijo Harry finalmente–, y ya sé cómo hacerlo.
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Vongola
–¡Nono! –habló una voz al mismo tiempo que Sawada Iemitsu entraba en la oficina–, te traigo los documentos con la información que nos pediste.
–Gracias, Iemitsu.
–¿Cómo está la situación con tus hijos, Nono? –preguntó él, recordando la escena que los hijos de Nono le habían dado a su padre en medio de una reunión con los Cavallone. Habían hecho quedar en ridículo a Nono.
–Cada vez siento que se alejan más –suspiró derrotado–, temo decir que sospecho que andan en malos pasos. No me extrañaría con la forma en la que se han comportado. Ya Enrico y Massimo no podrán heredar los anillos –suspiró de nuevo, últimamente suspiraba mucho.
–¿De qué hablas? –preguntó Iemitsu.
–Con Massimo que estuvo en la cárcel dos años por venta de drogas y tráfico de personas, al final el anillo no lo aceptó. Intenté darle el anillo en su cumpleaños pasado, pero ni siquiera pudo sostenerlo, el anillo le quemó la mano. Enrico tiene la cabeza llena de poder, me temo que Massimo le inspiró a seguir los mismos pasos y mi intuición me dijo que si le daba el anillo, Vongola iba a terminar.
–¿Y qué hay de Federico?
–Es el único en quien puedo confiar por ahora para heredar el anillo.
Semanas después por obra del destino, coincidencia o quizá mala suerte, Federico estaba muerto, Vongola entró en pánico al saber que Federico había sido asesinado por una famiglia enemiga en un intento por hacer caer a Vongola. Y ahora, con Massimo y Enrico fuera de la lista de posibles herederos, a Nono sólo le quedó una opción.
–Lo siento Iemitsu –dijo Timoteo–, pero tu hijo es la única esperanza que nos queda. Massimo y Enrico no podrán heredar, el anillo los rechazó.
–No quería que mi hijo entrara a este mundo, pero no hay opción –Iemitsu suspiró–, supongo que este fin de semana podremos viajar a Namimori para que veas a mi hijo.
–Muero por conocer a tu familia –Timoteo sonrió–, espero que a tu esposa no le importe que lleguemos de improviso.
–Claro que no –sonrió el otro–, a Nana le encantará conocerte.
–Entonces haré los arreglos para el viaje –finalizó Timoteo.
Un par de días después, Iemitsu y Timoteo se encontraron llegando al aeropuerto. Iemitsu traía el ceño fruncido mientras miraba su celular e intentaba marcar de nuevo a su casa pero por más que marcaba nadie contestaba, Iemitsu pensó que quizá su esposa estaría ocupada con su hijo o algo así. Miró a Nono y le dijo que era mejor seguir ya que al parecer su "hermosa Nana" estaba ocupada y no contestaba el teléfono. El camino a la casa de los Sawada fue ameno, Iemitsu se la pasó comentando sobre su "Tsunafish" y sobre su "perfecta y dulce" esposa. La limosina se detuvo frente a una casa modesta, ambos bajaron del vehículo y se adelantaron a la puerta principal. El rubio traía un semblante extrañado en el rostro, normalmente su esposa salía a recibirle al verle entrar al jardín, Iemitsu abrió la puerta con una llave de repuesto que traía y enseguida gritó animado:
–¡Nana, mi amor! –exclamó entrando junto con Nono–, ¡estoy en casa!
Silencio.
–Que raro –dijo el rubio–, me pregunto si habrá salido a comprar algo.
Nono estaba en silencio. Su intuición le estaba gritando que algo pasaba. Observó a Iemitsu subir las escaleras apresurado mientras murmuraba algo sobre ver a su hijo. Cuando llegó al piso superior, Nono esperó y notó que Iemitse se había quedado en silencio allá arriba, se preocupó. Después de unos minutos comenzó a oír como revolvían cajones y puertas apresuradamente, al parecer buscando algo.
Nono miró a su alrededor y enseguida notó una hoja bien doblada en la mesa a lado del teléfono en el recibidor. Caminó hacia la mesa y recogió la hoja mientras comenzaba a leerlo, el semblante de Timoteo se puso más serio cada vez e iba perdiendo color y una furia ascendió dentro de él. Timoteo se quedó en silencio mirando a la nada mientras esperaba a que Iemitsu bajara las escaleras. Al cabo de un rato, él bajó con una mirada confusa en su rostro.
–Algunas de las cosas de Nana no están –comentó confundido–, y el cuarto de mi hijo no tiene nada salvo la cuna.
Antes que nada tienen que entender algo. Sí, Iemitsu era descendiente de Primo, pero comparado con el mismo Nono –e incluso Tsuna–, su hiper intuición era mínima, por no decir una burla, el problema no era Iemitsu en sí, sino el mismo Primo. Giotto desde el inicio supo que no todos sus descendientes tendrían la pureza de sus llamas o el mismo nivel de hiper intuición y eso era sólo con el fin de asegurar que su legado continuara ya que sabía desde el inicio que su preciada familia en el futuro sería una mafia, uno de sus descendientes sería el que lo devolvería a su camino original. Nono por otro lado, su hiper intuición era buena, pero no tanto como para estar en el nivel de primo. Todos los cielos descendientes de Primo tienen hiper intuición a un grado medio, el único medio-alto era Timoteo. De ahí sólo había alguien a la par con el mismo Giotto, y todos sabemos quién es.
–Iemitsu… –habló Timoteo, el tono de su voz era seria. El rubio le miró–, Nana te dejó esto en la mesa del recibidor.
Iemitsu tomó la hoja entre sus manos y por un momento dudó de leer pero aún así desdobló la carta y leyó:
...
Iemitsu,
De verdad lamento hacer esto pero no me dejaste opción. De todos modos no tienes derecho a reclamarme cuando me habías estado mintiendo por muchos años. Sí, me enteré de tu mentira, sé que eres parte de la mafia y que todo este tiempo he sido sólo una tonta ingenua para ti, la esposa tonta y sin cerebro que no sabe de la doble vida de su esposo. Te hubiera perdonado de no ser por el hecho de que me enteré en el momento menos indicado y por otra persona ajena a nosotros.
Una mujer vino hace unos días, se llamaba Hina, fue tu novia según me dijo, descaradamente vino a reclamarme el haberme casado contigo, descaradamente vino a exigirme que te dejara porque ella te quería, no paraba de decirme en mi propia casa que eras el hombre de su vida y que yo no pinto nada en tu vida. Creo que tuvo razón, sabes…
Resultó que ella sabía de toda tu vida con Vongola y yo no, a ella le contaste todo y a mí a tu propia esposa la dejaste de lado, ya me he imaginado el cómo regresabas a "tu trabajo en la constructora" riéndote de la pobre ilusa de Nana que no sabía absolutamente nada de la mafia. No, y para colmo de todo ella me dijo de que "la sangre Vongola es más fuerte" y que mi hijo sería considerado un heredero, pero sabes… el sólo pensar que llevo un hijo de un hombre mentiroso, un hijo de un criminal, no lo toleré. Me da asco de sólo pensar en este monstruo creciendo dentro de mi, lo aborrezco tanto como te aborrezco a ti, y sabes, le hubiera abortado de no ser porque yo no soy una asesina, así que para cuando leas esto, yo ya me habré ido para siempre de tu vida.
Ni te molestes en buscar al engendro ese, no lo encontrarás. Lo dejaré a un lado del camino esperando a que alguien lo encuentre, o quien sabe… quizá muera de hambre. Así aunque sea una asesina no me sentiré tan mal si no pienso en ello, es más fácil de ese modo. Te dejé los papeles de divorcio en la mesa del comedor, no quiero nada de tu dinero si eso es lo que temes, el dinero sucio no me apetece.
Adiós.
Nana Fukami.
...
Iemitsu se quedó congelado, sus manos rasgaron de rabia y dolor el papel entre sus manos. Nono le miró, sintiendo que no debía decir nada en ese momento.
–No lo entiendo… –Iemitsu intentó contener un sollozo–… oh dios, ¿cómo no me di cuenta de todas las señales? ¡estuve tan ciego!
Recordó a su hijo y entró en pánico, la carta era de hace cuatro días. Temió por la vida de Tsuna.
–¡Nono! –gritó–, ¡tenemos que encontrar a Tsuna, ella lo abandonó en algún lugar!
–Llamaré a Reborn –dijo él–, pero Iemitsu quiero que sepas que esto tendrá consecuencias para tu esposa. Probablemente vaya a parar a la cárcel por abandono y aquella mujer que le dijo todo eso quizá vaya a parar a Vindicare.
–No me importa nada excepto mi hijo –dijo lleno de rabia–, aún si ella me odia, mi hijo no tiene la culpa de nada. ¡es un bebé, es un ser inocente! mucho menos me importa la mujer que abandonó a nuestro hijo probablemente en medio de la nada.
Nono asintió. Tomó su celular y una voz al otro lado contestó.
–Ciaossu.
–Reborn –habló Nono–, necesito tu ayuda urgentemente.
–¿No puede esperar?
–No –contestó–, es de vida o muerte, un ser inocente depende de ello.
–¿Qué pasa? –dijo Reborn después de un breve silencio.
–El hijo de Iemitsu fue secuestrado por su esposa y abandonado en algún lugar de Namimori, probablemente en medio de la nada por lo que decía la carta.
–Supongo que ya puedo decirlo… –dijo Reborn después de un rato. Nono estaba confundido–, Aria me dijo hace dos días sobre esto. Y antes de que me reclames, ella me dijo que no podía decir nada hasta que ustedes supieran lo que pasó por su propia cuenta.
–Reborn –dijo Nono, molesto–, un bebé está sólo en algún lugar.
–El bebé está bien –afirmó Reborn–, Aria me lo confirmó. Alguien lo encontró y lo está cuidando. No es necesario que me digas que lo busque. Eso es lo que he estado haciendo desde hace dos días. Te daré noticias pronto.
–Gracias, Reborn.
–Estaremos en contacto.
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Malfor manor.
Peter Pettigrew iba bajando las escaleras hacia las mazmorras debido a que los "invitados" habían estado haciendo mucho ruido y le habían mandado a hacerlos callar de algún modo hasta que El Señor Tenebroso regresara. Cuando se asomó por lo barrotes no vio a nadie entre la oscuridad del fondo del calabozo, habló en voz alta y nadie contestó y sin detenerse antes a verificar con su varita, entró abriendo la puerta y la dejó abierta, pensando que de algún modo los prisioneros se habían escapado. Cuando intentó girarse para irse, fue derribado por un golpe en la nuca y quedó inconsciente. Harry agarró la varita en la mano de Peter y le lanzó un desmaius. Subieron la escalera apresurados pero en alerta, ya que Bellatrix estaba ahí aún y no tenían certeza de que Voldemort estuviese presente.
Cuando subieron a la planta alta. Ahí se detuvieron de golpe al encontrarse con el mismísimo Voldemort, esperando pacientemente a que aparecieran, detrás de él estaba la familia Malfoy y Bellatrix.
–Supongo que debo darles la bienvenida –sonrió burlón Voldemort–, espero que se hayan sentido cómodos en su estancia.
–Voldemort… –murmuró Harry, furioso. Quería matarlo por hacer de su vida un infierno, pero se contuvo.
–Llegaron justo a tiempo para comenzar con el ritual que tengo preparado ya –dijo, sonriendo malignamente, con sus ojos rojos brillando de anticipación–, sólo me falta un ingrediente…
Voldemort miró a Harry.
–Usaré tu sangre para recuperar mi cuerpo original y sumar tus años de vida a los míos para alargar mi vida –sonrió burlonamente y le apuntó con su varita–, lo único que tengo que hacer es sacrificarte en el ritual.
–¡Vas a tener que pasar sobre nosotros primero! –exclamó Hermione.
–Asquerosa sangre sucia, Bellatrix, Draco… –ordenó Voldemort–, maten a los intrusos, ya no los necesito. Dejen a Potter ileso.
Bellatrix comenzó a reír locamente mientras comenzó a tirar hechizos, ansiosa por matar. Draco se notaba tenso pero hizo lo que le habían ordenado y lanzó maldiciones al grupo indefenso delante de él, pero no contó con que Harry se pondría delante del grupo protegiéndoles ya que nadie salvo él tenía una varita. Harry usaba el accio para convocar objetos y ponerlos en el camino de la maldición asesina que Bellatrix lanzaba como loca, Lucius se unió al cabo de unos minutos y ahora eran tres contra uno. Sólo Harry traía en su poder una varita, la que le había quitado a Peter en las mazmorras.
Voldemort no se molestó en meterse ya que él estaba ocupado recitando las palabras del ritual que en pocos minutos realizaría, al terminar tendría que matar al chico Potter, él estaba seguro de que no tenían salida, no podían aparecerse debido a las barreras, y nadie excepto Potter traía una varita. Era cosa de minutos que todo acabara. Draco por otro lado, lanzó la maldición cruciatus a Hermione, pero no le llegó a tocar debido a que Harry le desarmó en el acto, la varita salió volando al suelo, llegando a los pies de Harry. Hermione corrió a recoger la varita de Draco, y antes de que Harry pudiera correr hacia ellos, cayó de golpe al suelo debido a que Nagini había aparecido y se había enrollado en su cuerpo, impidiéndole su escape. Hermione intentó ayudarle pero los hechizos no le hicieron nada a la serpiente.
Todo parecía haber llegado a un punto crítico para Harry y los otros, creyeron que morirían ahí, hasta que el sonido de un poof apareció de la nada, dejando ver a un elfo doméstico, Harry con esfuerzo observó atónito a Dobby, que había aparecido delante de ellos.
–¡Dobby! –gritó Harry–, ¡llévatelos de aquí!
–¡Dobby vino a rescatar a Harry Potter y sus amigos!
–¡No, Dobby! –gritó Harry, la serpiente se enrolló más en su cuerpo y ya no podía respirar bien–, llé-llévatelos…¡llévatelos!
–¡Avada Kedavra! –gritó Bellatrix apuntando al grupo.
–¡NO, HARRY! –gritó Hermione desesperada, pero antes que ella corriera a él y de que la maldición asesina los tocara, Dobby apareció al grupo en otro lado, dejando a Harry atrás.
Lo último que oyó Harry antes de desmayarse por falta de aire, fue el grito desesperado de Hermione llamándole.
Voldemort miró el lugar en donde hacía minutos antes se habían desaparecido los amigos de Potter. No le preocupó del todo, el chico aún seguía aquí y eso era lo único que le importaba. Él era necesario para el ritual.
–No importa por ahora –mencionó Voldemort–, el chico aún está aquí. Suéltalo Nagini, no huirá, está inconsciente.
Nagini se quitó del cuerpo de Harry, siseando mientras se acercaba a su maestro. Voldemort no quería esperar más tiempo, así que sacó una daga que había sido hecha por goblins, se parecía a una especie de "espada de Gryffindor" en miniatura, se acercó al cuerpo de Harry, se inclinó a lado de él y le hizo una herida en uno de los brazos a Harry, del cual comenzó a emanar la sangre a borbotones, y Voldemort lo vació a un cáliz. Al terminar, y obtener lo que quería, le apuntó al chico con su varita, era hora de terminar con esto.
–Hasta aquí llega la leyenda de Harry Potter –rió Voldemort–, Avada Kedavr…
Pero antes de poder terminar, su varita salió disparada debido a una explosión de llamas naranjas, azules y rojas que aparecieron de la nada. Los presentes cubrieron sus ojos debido al destello brillante de la explosión. Cuando el fuego se disipó, vieron a tres hombres extraños parados frente a ellos y uno de ellos traía en sus brazos a Harry Potter.
–¡Quienes son ustedes! –preguntó furioso el señor oscuro. Habían interrumpido el ritual y el cáliz que había contenido la sangre, había sido derramada y quemada por el fuego naranja.
–No es necesario que lo sepas –dijo fríamente el hombre rubio de ojos naranja brillantes. Voldemort lo miró, esa presencia y esas llamas se le hacían familiares –, sólo venimos por Harry.
–¡Los mataré! –siseó furioso Voldemort–, ¡interrumpieron mi ritual! ¡Avada Kedavra!
Lanzó la maldición asesina, pero se sorprendió al ver que la capa de ese hombre, había logrado detener la maldición. Lo que Voldemort no sabía, era que a parte de la capa logrando detener la maldición, esas tres presencias eran espíritus aún, sólidos pero no del todo, debido a ello la maldición no les hizo nada. Primo apuntó con su mano a Voldemort y mirándole con sus ojos naranja afilados y fríos.
–Avanzado punto zero: Primera edición –murmuró Giotto. G y Asari combinaron su poder junto con el de Giotto para sellar Voldemort dentro del hielo de forma indefinida.
Los Malfoy y Bellatrix miraron atónitos el cómo su Señor estaba gritando, comenzando a congelarse, no podía moverse. Bellatrix intentó matar a los intrusos, pero antes de siquiera poder hacerlo, una bala la atravesó en el pecho, asesinándola automáticamente y la bala que la atravesó se incrustó en el hombro de Lucius Malfoy, Draco y Narcissa se aparecieron de ahí junto con Lucius. Cerca de una ventana, apareció una sombra pequeña, con su arma apuntando al aire, un arma de color verde.
Reborn había llegado.
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¡nos leemos en el siguiente capítulo!
3
Me esforcé mucho en esto :'v
