I
Las risas en el pasillo llaman la atención de la pelinegra, sentada frente a la mesa principal de su ahora enorme laboratorio, levanta la vista del libro que está leyendo, cuando escucha como tocan a la puerta.
-Pasa- responde con un tono que apenas logra disimular su fastidio.
-Hola- la saluda Arthur mientras va de la mano con su "conquista", cabello castaño claro casi rojizo, un poco rizado y ojos verdes, por su aspecto la joven no llega aún a los 20, su mirada recorre aquel recinto con una expresión de chica boba y los ojos púrpura del Rey se fijan en el expecado de la Gula- Como te decía ella es Merlín- dice mientras su único brazo rodea a aquella chica- La viste el día que llegaste aquí, pero no las he presentado formalmente- continúa acercándose hasta la hechicera- Ella ha cuidado de mi desde que era pequeño.
-¿Es como tu madre adoptiva?- dice en un tono meloso que hace que Merlín sienta deseos de vomitar, esa actitud le parece tan falsa.
-Si algo así- responde Arthur- Pero también es mi consejera y mi mejor amiga- hace énfasis en la última palabra.
-Es un placer conocerla, señorita Merlín, estoy segura que seremos buenas amigas también- dice extendiendo la mano.
-Si, apuesto que lo seremos- responde tratando de sonar tranquila- Bienvenida al reino de Camelot, Ginebra- pronuncia casi de forma despectiva.
-¿Y que es todo es todo este lugar?- pregunta la joven sin notar que no es bien recibida.
-Merlín siente curiosidad por hacer experimentos- le explica Arthur- Ya sabes pociones, hechizos y esas cosas, así que esta es su área de trabajo.
-Vaya eso suena interesante, seguramente ha descubierto muchas cosas increíbles.
-Uff, ni te imaginas- se ríe Arthur abrazándola de nuevo- Bueno sigamos con nuestro recorrido- termina dándole un beso en la mejilla, haciendo que la chica se sonroje y despidiéndose de Merlín, antes de salir.
Tan pronto como la pareja cruza por la puerta Merlín golpea con fuerza la mesa, haciendo vibrar los frascos de vidrio, pero su ira no termina allí, usando sus antebrazos empuja todo lo que está frente a ella haciendo añicos al instante las pociones que llevaba días alistando.
-¡Mierda! ¡mierda!- exclama mientras se deja caer al suelo a unos metros del desastre que acaba de causar, su mirada furiosa se refleja en los cristales rotos y después de un rato de saber que no va a poder quitarse la frustración, se levanta del piso dejando todo atrás.
