III

Los días habían transcurrido con aquella situación atormentándola, Arthur podía haber dicho que eso no era una venganza, pero ante sus ojos y ella precisamente era experta en esos temas, definitivamente lo era.

No podía encontrarse con él en los pasillos sin aquella molesta chica siguiéndolo a todos lados y peor aún, cada vez que él notaba su presencia, parecía pegarse más a ella, como para dejarle en claro su relación, como si no fuera suficiente haberlo anunciado en público y andar por ahí esparciendo rumores incluso de una boda, una boda que seguramente ella debería ayudar a organizar.

-¿Sabes lo que la gente dice de nosotros?- le había dicho años atrás tomándola por sorpresa mientras descansaban en el pasto, de uno de los jardines.

-Que forma tan peculiar de iniciar una conversación- le dice en respuesta- Asumo que dicen toda clase de rumores, sobre tu magia, sobre los Pecados Capitales…

-No me refiero a eso- le había contestado- Me refiero a lo que creen que somos.

-¿A donde quieres llegar?- murmura curiosa, aunque podía intuir de que trataba el asunto.

-Que tú y yo… somos pareja o que deberíamos serlo, por qué ya sabes… nos han visto juntos todos el tiempo- dice nervioso.

-Supongo que en sus mentes tan básicas, no logran entender que un hombre y una mujer pueden ser simplemente buenos amigos- le aclara notando como el joven pone un gesto de desilusión- ¿Acaso te molestan esos rumores?- termina tratando de ser lo más diplomática en el tema, no quería tener que herir sus sentimientos de peor forma.

-No, por el contrario, pensé qué…- la ve con una mirada confusa, con ese brillo inocente en sus ojos, mientras los de Merlín tratan de esquivar esa mirada- Pensé que te gustaría la idea de ser mi…

-Detente- lo interrumpe mientras coloca su mano en el hombro del joven- Las cosas están bien, tal y como están. No es necesario complicarlas.

-Supongo que no me ves de esa forma entonces- suspira deprimido.

-Lamento si te hice pensar alguna vez lo contrario- le responde mientras palmea su espalda.

-Pensé que habías rechazado a Escanor, por qué esperabas a alguien… a alguien más.

-No estoy esperando por nadie- explica la ojiambar- Es algo que ya no me interesa, así que no te sientas mal, por qué tampoco habrá alguien más.

-¿No crees que estas siendo muy radical?

-No, las cosas están bien para mí, tal como están hasta ahora y si te soy sincera, sabes que te amo- dice haciendolo sonrojar- Pero…

-No de esa manera, entiendo- termina resignado- Solo, para efectos prácticos, si alguien pregunta alguna vez, diré que yo fui quien te rechazó- se ríe tratando de contener las lágrimas.

-De acuerdo- se ríe en respuesta.

Eso había sido casi 4 años atrás, a pesar de que Arthur no había insistido más, ella sabía que aún existía esa duda en su mente y por qué negarlo, en la suya también rondaba una y otra vez aquel: ¿y si hubiera?

Pero como había dicho un vez, el tiempo avanza, siempre había adelante y no se puede detener o retroceder.

Al principio podía haberse sentido orgullosa de que Arthur no cometiera su mismo error de estancarse en ese punto como había hecho ella, pero ahora, contrario a todas sus expectativas, le molestaba que en efecto lo hubiese superado o por lo menos que estuviera intentando hacerlo. Así de bipolar e ilógica podía llegar a ser la naturaleza humana.

/

El espadachín se acerca hasta donde se encuentra Merlín y parece meditar unos segundos antes de hablarle; ella intuye que seguramente es por la cara de mal humor que tiene en esos momentos mientras está escribiendo en unos manuscritos.

-¿Se te ofrece algo?- trata de sonar tranquila mientras levanta la vista y detiene su pluma.

-Necesito organizar algunas cosas con los caballeros, se supone que Arthur iba a ayudarme, pero parece estar ocupado.

-¿Quieres que vaya a buscarlo?- dice con algo de fastidio, realmente no quería tener que ir a "interrumpirlo" en lo que sea que estuviera haciendo con su odiosa novia.

-No, en realidad no creo que quieras verlos, así que será más fácil si vienes conmigo y me ayudas.

-¿Y dónde está Ironside?- pregunta Merlín.

-Eh… bueno, Arthur lo mandó por un regalo para Ginebra.

La pluma cae sobre la mesa mientras un golpe de sus puños resuena en el espacio de aquel cuarto, últimamente sus manos estaban lastimadas por todas las veces que terminaba golpeado o arrojando algo por enfado, el tema de "Arthur y Ginebra", realmente la tenía harta, pero estaba atada de manos, no podía reclamar nada y el hacerle algo a esa tipa seguramente haría que Arthur se enoje con ella.

Le daba miedo ser torturada en castigo por deshacerse de Ginebra, pero su verdadero temor realmente era que Arthur la alejara de su lado, que le dijera que no quería volver a verla o peor aún, que él llegase a odiarla.