VI

Un par de días pasan en el reino, Merlín sabía que todo había sido su culpa y lo que Arthur le dijo era de cierta forma lógico, si ella no podía arriesgarse por él y amarlo de la forma en que él deseaba, entonces tenía dos opciones, resignarse a verlo con alguien más o conformarse recibiendo las migajas que él podía ofrecerle, había sido un bastardo por ofrecerle ser su prostituta personal, pero rechazarlo por segunda vez después de armarle una escena de celos, merecía eso y más.

Desde entonces no se habían dirigido la palabra, es más ella apenas había salido de su laboratorio y él no se había asomado en absoluto.

Una agobiante sensación invadía su pecho, que tal si la próxima vez que se vieran eran completos extraños, que tal si lo poco que se habían acercado y llegado a entender todos estos años, acababa de irse a la basura.

Y ese remordimiento no la dejaba en paz hasta que finalmente decide ir a buscarlo y tratar de arreglar las cosas, si es que realmente toda esta situación tenía algún arreglo.

Lo ve despedirse de Ironside y un par de caballeros más, seguramente una misión relacionada con los jinetes, deseaba por un instante que aquella profecía fuera real, que esos mocosos destruyeran todo lo que a ella le parecía ahora una ridícula Ciudad de papel, como esas en la que los artistas y actores de teatro presentan sus obras al público. Por qué en algo así se había tornado aquel sueño del supuesto Reino eterno que un niño le había prometido hacía más de 20 años atrás.

Ese niño ya no existía, ella ya no existía más, no era Merlín, nunca lo fue ese era un nombre que inventó huyendo de su pasado, no era más uno de los pecados capitales, no era nadie en este momento y se sentía más vacía de lo que alguna vez estuvo.

Antes de acercarse se quita su bufanda y la arroja, pero luego de meditarlo un rato, decide finalmente quitar también aquella máscara que estaba usando.

-Hola- lo llama y él se gira extrañado de verla con su pequeña apariencia- Sino quieres hablar conmigo, está bien.

Arthur le hace un gesto y ella lo sigue, como había hecho por más de una década, lo seguiría hasta el fin del mundo si era necesario.

-Lo lamento- le dice él una vez llegan hasta la cámara principal mientras él se sienta no en su trono, sino en el piso y ella lo acompaña sentándose en sus rodillas.

-Yo soy quien tiene que decir eso, mira todo el desastre que provoque- Arthur suelta una risa, sabía que no lo decía solo por lo de Ginebra, sino en general, pero fingió no haberlo entendido.

-He sido un inmaduro que trataba de molestarte y ponerte celosa.

-Supuse que lo hacías a propósito- dice en respuesta- Aunque yo también he estado actuando mal, supongo que tuve miedo, de que te alejaras de mí.

-No te cambiaría por ella nunca- dice peinando el cabello de su hechicera- Pero aun así la quiero, puede que sea demasiado cursi y quizás demasiado común, pero quizás yo tampoco estoy listo para…

-Para lidiar con toda la mierda que yo cargo- le suelta sin más y unas lágrimas invaden su rostro.

-Hey no lo digas de esa forma- dice pasando su mano por el pequeño rostro- Somos muy inmaduros en ese aspecto, pero nunca te vas a deshacer de mí Merlín; por eso me gustaría conocer más personas, para entender las cosas un poco mejor, yo te hubiese apoyado si hubieras escogido a Escanor- dice rozando aquella cicatriz que se mantiene aún en su pequeña apariencia- Y quizás al final de todo esto, quizás alguna vez tú y yo…

Ella lo entendía, lo entendía por que ahora eran muy parecidos, para desgracia de ambos, ese era quizás el principal problema de todo, por eso no siempre podían ayudarse mutuamente, "la persona que te rompió, no puede ser la misma que te repare" y ellos se estaban destruyendo mutuamente, por eso debían primero sanar por separado.

-Si, definitivamente, quizás algún día… - le dice en respuesta mientras se deja abrazar por él y ella le da un pequeño beso en la mejilla, de pronto todo parece volver a la calma, esa sensación de estar en casa a pesar de que literalmente afuera todo era un Caos.