Declaimer: Este fic esta basado en la historia "Relación Peligrosa" de Ebony Clarck, yo solo la adapte un poco a los personajes de JK. Ante cualquier demanda, comunicarse con mi abogado...

"Amor en Custodia"

Por Lady Verónica Black.

Capítulo Uno

"Choque frontal... Hombre guapo Vs Chica corriente"

Lily no podía creerlo. Finalmente, sus esfuerzos parecían ir dando frutos. Deseó que sus compañeras de estudios estuvieran allí para verla... Bueno, aún quedaba mucho camino por andar. No es que aquel fuera precisamente el empleo de su vida. Asistente del asistente del asistente de uno de los diez asistentes del gran diseñador Niccolo L'Antino. No sonaba muy bien si quien escuchaba no tenía en cuenta el tremendo empujón que eso significaba para la carrera de cualquier joven diseñadora que, como ella, no tenía posibilidades de establecer su propio taller de costura. En cualquier caso, se sentía igualmente agradecida.

Jamás lo habría creído cuando su vecina le había ofrecido aquella oportunidad, que podría estar hablando en serio. Wen, la llamaba así aunque su nombre completo era Wendoline, se había mudado al departamento contiguo al suyo después de que su casero polaco la arrojara a la calle sin contemplaciones. El edificio que compartían no era precisamente el Waldorf Astoria, pero estaba limpio y no había cucarachas.

Con el tiempo, las dos habían comenzado a coincidir en la escalera o en el supermercado de la esquina. A estas alturas, Wen y ella eran lo más parecido a unas hermanas. Solo un pequeño detalle hacía que cualquiera que las mirase supiese que no lo eran en realidad. Wen debía medir alrededor de un metro setenta y cinco, tenía el cabello largo y abundante del mismo color que el oro, los ojos de un azul intenso, los labios carnosos y una figura estilizada con suaves curvas que cortaba la respiración a los hombres. Por el contrario, Lily calculó que debía seguir midiendo lo mismo que la última vez, ya que era poco probable que hubiera crecido desde la última revisión médica, un metro cincuenta y cuatro, tenia el cabello pelirrojo ligeramente ondulado a la altura de los hombros, ojos verde almendrados y nariz puntiaguda, y una boca pequeña de labios finos que hablaban atropelladamente y sin sentido la mayoría de las veces a causa de aquel pequeño defecto de la niñez que intentaba superar día a día... además era demasiado estrecha de hombros y ancha de caderas, su cintura era demasiado pronunciada y sus senos apenas si lograban llegar a una talla decente, además que había notado que en el ultimo par de meses había aumentado un par de kilos de más. En resumen, era más que evidente que Wen y ella nunca habían compartido padre y madre. A menos, claro estaba, que una de las dos fuera adoptada. Y Lily estaba segura de que su querida y a veces insoportable madre, era quien decía ser.

Pero salvando esos detalles sin importancia, reconoció que Wen era su mejor amiga. Ahora, ella triunfaba como modelo y había logrado que la contrataran como asistente de Florence McKendrie, la mayor arpía que conocía el mundo de la moda y de los mortales en general. Aún así, Lily se sentía feliz. Dejó a un lado sus útiles de sastrería y echó una ojeada a su reloj. Era la hora del almuerzo y quería aprovechar el descanso para llamar a su madre. San Jorge era un pequeño pueblo costero al sur de California que ni siquiera aparecía en los mapas. Pero su madre había insistido en quedarse a vivir allí. Claro que debía llamarla cada lunes o de lo contrario, ella era muy capaz de viajar hasta Nueva York para regañarla. Se dispuso a hacerlo, ante la sola idea de lo que su madre podría hacer si no lo hacia. Introdujo un par de monedas en el teléfono público que había en los pasillos que conducían a la cafetería, y escucho atentamente los tonos de llamada.

-"¿Mamá?" -se tapó la oreja libre para escucharla bien. Aquel día era especialmente importante y se respiraba un ambiente de mucho ajetreo en el taller de costura-. "Mamá… ¿podes oírme?"

-"Te escucho, querida… Pero, ¿qué diablos ocurre ahí?"

Lily sonrió. Mary Evans, su madre, se caracterizaba por dos cosas básicamente; la primera era la forma en que iba siempre directo al grano, sin andarse con rodeos o florituras y sin importarle las consecuencias, la segunda, era la firme convicción de que todo cuanto rodeaba a San Jorge encerraba algo oscuro y pecaminoso que solo podía perjudicar a su inocente hija. Para Mary el mundo de la moda era algo así como el "Pequeño Infierno" antes del "Gran Infierno", un antro de gente perversa dominada por valores superficiales al que ella nunca pertenecería. Por eso, había hecho prometer a Lily que regresaría a casa a la menor muestra de flaqueza ante las tentaciones. Lily sonrió para sus adentros. Sin duda, su madre no podía comprender que en ese instante, una docena de modelos semidesnudas tomaban jugo de naranja en la cafetería a la espera de pasar a probadores. Si L'Antino aprobaba la colección aquella tarde, el trabajo de todo un largo trimestre habría valido la pena.

-"Lillian… ¿sigues ahí, cariño? Dime ahora mismo qué está pasando" -exigió aunque su tono era más preocupado que imperativo. La pelirrojo sonrió con nostalgia. Por fortuna, su madre era la única persona en el mundo que aún la llamaba así. Lo hacía cuando quería hacerse respetar, y recordarle quien era la adulta con poder. Como, por ejemplo, ahora.

-"Lo siento, mamá. Creí que podría hablar desde aquí... Pero las chicas arman demasiado alboroto" -se disculpó-. "Hoy es el gran día. L'Antino y su séquito de ejecutivos pueden llegar de un momento a otro."

-"Oh... No entiendo nada de lo que dices, querida."

-"Niccolo L'Antino, mamá. El dueño de todo esto. El gran L'Antino. El que paga mis honorarios" -explicó atropelladamente, ya que el revuelo en el pasillo le indicó que debía colgar-. "Tengo que dejarte mamá."

-"Pero, hija… No se porqué te empeñas en vivir en ese lugar horrible" -se quejó como cada vez que la llamaba. Y por descontado, no perdió ocasión de recordarle las ventajas de regresar a San Jorge-. "Además, piensa en ese pobre chico…"

-"Mamá…No voy a casarme con Stuart Wilson. Hemos hablado de esto mil veces."

-"Lillian Louise Evans, ¿cómo puedes ser tan cruel? Ni siquiera te importa que Stuart haya jurado esperar tu vuelta, ni que haya rechazado cualquier invitación de otra chica a pesar de lo buen partido que es, ni que…"

-"Mamá, no lo discutiré otra vez. No me casaré con él. Y si insiste en desperdiciar su vida esperando que le acepte, peor para él. Y que quede sobre tu conciencia si continúas alentándole con falsas esperanzas."

-"Está bien… No te enojes, hija…"

-"Estoy comiendo bien" –la interrumpió, adivinando el interrogatorio que seguía-. "No salgo con extraños y sigo teniendo el pelo del mismo color. Nada de tintes, nada de perforarme el cuerpo y nada de hombres raros. He seguido todas tus instrucciones y sigo viva. Te llamaré mañana. Te quiero mamá. Adiós."

Colgó demasiado tarde. Un grupo de personas casi la habían arrollado al pasar junto a ella. Trastabilló sin querer y trató de aferrarse a la cabina de teléfonos sin éxito. Ya se había resignado a caer al suelo cuando unas manos amables la sujetaron por los hombros y evitaron la caída. Se dejó arrastrar hasta la pared para que ambos no fueran atropellados por la comitiva y sonrió avergonzada cuando el hombre apartó las manos de ella.

-"Qué torpe soy…" -murmuró, alisando las arrugas de su camisa, levantando la vista lentamente-. "Gra… Gracias…"

Su garganta se seco con solo mirarlo. Lily estaba segura de no haber conocido nunca a nadie tan atractivo. Ojos intensos y del color del chocolate fundido enmarcados por unas cejas pobladas y oscuras del mismo tono azabache que el cabello. Labios generosos que al abrirse mostraban una perfecta hilera de dientes blancos. Y su cuerpo… Tragó saliva, imaginando que aquel cuerpo musculoso salía de la ducha de su modesto apartamento... ¡Dios, no! ¿Pero que rayos le pasaba?

Él parecía divertido por la situación. Ni siquiera se había ruborizado ante el análisis al que ella lo sometía sin darse cuenta. Lo oyó toser ligeramente y Lily no tuvo más remedio que volver a la realidad.

-"Cuanto lo siento…" -desvió la mirada hacia la tarjeta de visitante que pendía de su chaqueta y esta vez, pudo escucharse a sí misma tragando con fuerza. "L'Antino Corp." Perfecto. Un pez gordo de la compañía. Ahora sí que su carrera en la empresa había terminado, aun antes de empezar. Se preguntó cuanto tardaría aquel tipo en comunicarle que podía pasar a las oficinas de personal a recoger su último cheque-. "Yo… Yo no..."

Pero para su sorpresa, el hombre extendió su mano hacia ella con expresión amistosa. La estrechó tímidamente, sin aun saber si debía o no aceptar el gesto como algo bueno.

-"James Potter" -se presentó el hombre y soltó sus dedos después que ella los retuviera inconscientemente más tiempo del necesario-. "¿Y usted es…?"

-"Li…Li…"

-"Lily Louise Evans, ¿no es así?" -él echó un vistazo a la tarjeta de identificación aplastada que ella lucía en la camisa-. "Vaya, vaya…Así que Lily Lou, ¿no?"

-"Por favor, no se enoje…" -ella comprobó de reojo que la comitiva de ejecutivos se alejaba. Nadie se había percatado de su pequeño accidente. Pero él continuaba allí. Quizá disfrutaba viendo como alguien se humillaba. Lily comprendió que se humillaría hasta donde hiciera falta para conservar aquel trabajo y no regresar a San Jorge-. "Por favor…"

-"Oh, basta ya, cállese, ¿quiere? La escucharán todos si sigue hablando con ese tono. Sígame" -asió su mano y tiró de ella, obligándola a sentarse en una de las mesas vacías de la cafetería. Por suerte, todos habían desaparecido tras el grupo que tanto llamaba la atención-. "La invito a un café. Así que Lily, ¿no?"

Ella asintió. ¿Era así como despedían a los empleados en L'Antino? "Tranquila, Lily. Tómese un café y recoja sus cosas en media hora". Ella sacudió la cabeza, incapaz de pensar en cómo iba a explicárselo a Wen.

-"Oiga, ya sé que yo… que yo… que yo…" -Lily se sintió hundida. ¿Acaso nunca lograría dominarse?

-"Que usted…" -la invitó a proseguir con cierta impaciencia. Pero ella encogió los hombros, rindiéndose ante el hecho evidente de que aquel sería el final de su corta carrera.

-"Estoy despedida, lo sé" –Levantó las palmas de las manos en señal de rendición-. "No es la primera vez que me despiden, no se preocupe. Ya se cómo funciona. No voy a montar una escena. Recogeré mis cosas y no volveré a asomar las narices por aquí."

Hizo ademán de levantarse, pero el hombre la retuvo. Esta vez fue su mano la que permaneció más tiempo sobre la de ella y al ver como Lily arqueaba las cejas, la soltó con brusquedad. Señaló su asiento y con un gesto, hizo que volviera a ocuparlo.

-"¿Despedida?" -preguntó, frunciendo el ceño.

-"¿No lo estoy?" -Lily no podía ver su expresión, pero él era muy consciente del aspecto que la joven presentaba. El cabello revuelto, los ojos brillantes y los labios palpitantes preparados para defenderse. Sin duda, el único pensamiento que no había pasado aún por la cabeza de Potter era el de despedirla. Salvarla, protegerla, conocerla, invadirla… Reconoció que sí. Pero no despedirla. Eso no estaba bien. De momento, sólo podía acercarse a ella y averiguar algunas cosas.

-"¿Porqué habría de estarlo?" -inquirió, solo por el placer de escuchar nuevamente aquella voz ligeramente grave-. "¿Ha hecho algo malo, señorita Evans?"

-"¿Lo he hecho?"

-"¿Siempre responde a un pregunta con otra?"

Lily abrió la boca para contestar, pero la cerró al ver como la camarera se acercaba y él pedía un par de cafés. Hacia unos minutos estaba hablando con su madre por teléfono, y ahora un alto ejecutivo de L'Antino estaba actuando como el perfecto caballero para ella invitándole un café. Lily no podía articular palabra a causa de la sorpresa.

-"¿Leche, azúcar…?"

Ella dijo que sí a ambas cosas. Sus ojos seguían el movimiento de los dedos del hombre. Largos, fuertes… Él revolvió su taza y se la entregó con amabilidad.

-"Dígame, señorita Evans… ¿A qué se dedica exactamente?"

La pregunta la tomo por sorpresa. Realmente, aquel hombre parecía interesado en saberlo, así que antes de que pudiera pensarlo, se encontró relatando con todo detalle sus funciones en el taller. Lo miró después de varios minutos en los que no había tomado aire para respirar y él agitó la cabeza como si ella acabara de asestarle un fuerte golpe.

-"Vaya, vaya… Así que es la asistente de Florence McKendrie" -repitió, demostrando que había estado atento a su conversación-. "¿Cuánto tiempo lleva trabajando para L'Antino, señorita Evans?"

-"Cinco meses. Y estoy encantada porque yo… porque yo…"

-"Porque esta es la oportunidad de su vida y porque admira profundamente el talento de Niccolo L'Antino. ¿Acerté?"

Por un momento, le decepcionó que ella hablara igual que aquellas otras chicas de la pasarela con hermosas cabezas huecas sobre sus esbeltas figuras. Todas admiraban a cualquiera que pudiera asegurarles un brillante futuro. Y por extensión, todas aceptaban que la cama de Niccolo L'Antino era un buen trampolín para ello. Le molestó que ella no fuera distinta. Y le molestó estar allí, perdiendo su valioso tiempo con aquella mujer, igual de pretenciosa que las otras pero con menos cantidad de curvas y maquillaje.

-"No creo que dure otros cinco" -observó con excesiva dureza, haciendo referencia a la información que había recabado en el poco tiempo que llevaba allí-. "Florence McKendrie es buena en su trabajo. Pero ambos sabemos que alguien como usted no estará a la altura de sus exigencias, ¿no es cierto?"

-"Es posible que no" -reconoció ella, abrumada por la brutal sinceridad del hombre. De repente, le pareció que él ya no era tan cortés-. "Intentaré recordarlo, señor Potter."

Él iba a decir algo, quizá para retractarse de su falta de delicadeza. Pero unas manos de uñas perfectamente esmaltadas se posaron sobre el hombro masculino y Lily levantó la mirada. Hablando del diablo… Florence McKendrie la miraba como si quisiera asesinarla. La pelirroja sacó unas monedas de su bolsillo y las depositó sobre la mesa. El gesto de ella no pasó desapercibido para el hombre, quien la miró con desdén ante la evidente ofensa que suponía que no aceptara su invitación.

-"Por fin te encuentro, querido" -Florence se mostraba más calmada de lo habitual-. "Todos te están buscando en la sala de reuniones. ¿Qué hacías aquí, con esta…?"

-"La señorita Evans ha sido muy amable en acompañarme mientras tomaba un café" -la cortó, siguiendo con los ojos los de ella.

-"Sí, pero ya me iba" -Lily se despidió con una inclinación de cabeza.

-"Estupendo, querida. Porque hace más de diez minutos que acabó tu descanso" -Florence pronunció las palabras con énfasis mientras miraba su reloj-. "Espero que tengas una buena excusa para tu retraso, querida."

-"La tiene, Florence" -él se mostró tan duro que la misma Florence titubeó. Lily hubiera deseado que no la defendiera. Conociendo a su jefa, eso solo significaba que tendría que hacer horas extra para que se le pasara la rabieta por la humillación. Llegaría tarde a cenar otra vez-. "Ya te he dicho que ha sido culpa mía."

Vio como su jefa retiraba su mano, apretando los labios con rabia.

-"En cualquier caso, tenemos mucho trabajo. Te veré en el taller, Lily."

Ella se despidió de nuevo, comprendiendo que Florence no se lo perdonaría. Un tipo llamado James Potter, al que Florence se comía con los ojos, había intercedido por ella y eso era algo que iba a acarrearle problemas. Se alejó con el consuelo de que Wen había prometido que haría la cena aquella noche. Llevaba algo más de una semana afuera, en Las Vegas o algo así, haciendo un reportaje fotográfico. Por fin, regresaba a casa y Lily estaba deseando abrazarla. Sobre todo, porque al despedirse de ella, había tenido la sensación de que su amiga estaba preocupada por algo.

-"No pretendía ofenderte, querido" –se disculpó Florence cuando la otra mujer hubo desaparecido-. "Aún tengo que presentarte a algunas personas importantes por aquí. Supuse que te estaba molestando con sus tonterías…"

-"No me has ofendido, Florence. La ofendiste a ella" -James recogió las monedas que Lily había dejado, las guardó en el bolsillo de su chaqueta y depositó en su lugar un billete. La camarera abrió desmesuradamente los ojos ante tal propina, pero él ignoró las protestas y avanzó hacia el pasillo. Florence lo seguía con movimientos felinos. Sabía que él era distinto al resto de los hombres que había conocido en aquel ambiente. A decir verdad, no encajaba en absoluto con el perfil de ejecutivo que caracterizaba a la línea L'Antino. Pero estaba allí. Y era increíblemente atractivo. Y al parecer, también rico por su traje y la propina que había dejado. Dos ingredientes que para ella lo hacían irresistible. Nada más al verlo descender del avión unos días antes, había decidido que sería suyo.

-"¿Cenamos juntos?" -preguntó con una sonrisa fingida.

-"Lo siento. Tengo otros planes."

-"¿Mañana tal vez?" -insistió ella.

James la miró. Detestaba a las mujeres como ella. Bellas, triunfadoras, implacables y seguras de sí misma. Sobre todo, implacables. Florence se había mostrado sumamente desagradable con la señorita Evans. Su actitud la definía justo como el tipo de mujer que él despreciaba. Odiaba la prepotencia y el modo en que ella había tratado a la señorita Evans. Sobre todo, odiaba que ahora lo observara como si él fuera una valiosa pieza de caza que debía añadir a su colección. Claro que no se lo dijo. No valía la pena.

-"Ya veremos. Adiós, Florence."

"Ya lo veremos, querido", pensó Florence, imaginando de qué modo le seduciría en su próxima cita.

O o o o o O

Lily estaba recogiendo su bolso en la taquilla cuando un ruido a sus espaldas la sobresaltó. En la penumbra, ahogó un pequeño grito de terror. Por culpa de Florence y su mal humor, era casi media noche. Era demasiado tarde para alguien estuviera aún deambulando por allí. Nadie, excepto su buen amigo Dennis, el encargado de seguridad. Claro que aquel tipo no olía como Dennis, a quien su esposa regalaba lociones de afeitar con aroma de vainilla, no el aroma que había inundado sus sentidos era una colonia diferente. Se volvió, decidida a no dejarse amedrentar por quien quiera que fuese.

-"¿Dennis…?... ¿Quién anda ahí?" -preguntó, tratando de no mostrar su miedo-. "Le advierto que he dado clases de defensa personal… Además, sepa que un guardia de seguridad lo hará picadillo si intenta algo, ¿me oye?"

Escuchó una risa seca y comprendió que el extraño estaba demasiado cerca. Sacó de su bolso su spray anti violadores y lo roció a la altura del rostro. Por desgracia, el hombre fue más rápido y antes de que ella pudiera huir, le arrebató el spray y la obligó a colocarse contra la taquilla con un rápido movimiento, inmovilizándola completamente.

-"Voy a gritar, se lo advierto…"

-"¡Por todos los Santos! ¿Acaso se ha vuelto loca? Podía haberme dejado ciego con esa cosa."

Aquella voz le resultaba familiar. Lily guardó silencio al reconocerla de repente cuando la luz del exterior se filtró por una de las ventanas.

-"¡Usted!" -exclamó y al ver que estaba a salvo de que volviera a agredirlo, James Potter le devolvió el spray. Parecía furioso, aunque por suerte, la puntería de Lily no era lo bastante buena. El gas tóxico apenas le había rozado la barbilla y la frotó instintivamente, aun sintiendo un ligero ardor en la piel.

-"Señorita Evans, ¿sabe que existe un nombre para lo que usted ha intentado hace un instante?" -la espetó con tono peligrosamente suave-. "Lo llaman intento de homicidio. Y según tengo entendido, es un delito que se castiga con la pena capital en algunos estados de este país."

-"No sea ridículo" -replicó sin importarle ya quien fuera él-. "Lo siento. Yo no podía saber que usted estaría esperándome escondido como un fantasma… ¿Se encuentra bien?"

-"Creo que sí. ¿Y usted?"

Lily levantó el brazo hacia la luz y observó con disgusto las pequeñas marcas rojizas en la muñeca. Él había presionado con fuerza al arrebatarle el spray y se lo mostró con expresión resentida.

-"Lo lamento" –Parecía realmente arrepentido-. "No pretendía asustarla, y mucho menos lastimarla."

-"No es nada" -se ajustó el bolso al hombro y salió al pasillo. Él la siguió hasta la puerta y vio como saludaba al guardia de seguridad al pasar junto a él.

-"¿Todo bien, Lily?"

-"Todo bien, Dennis. Gracias" -lo miró mientras cruzaba la calle y se apoyaba contra la pared a la espera de un taxi. Temía que a esa hora, tendría que regresar a pie al apartamento-. "Oiga, deje de seguirme... ¿Qué quiere? Ya le he pedido disculpas antes."

-"Quería devolverle esto."

Lily forcejeó cuando él tomó su mano para depositar algo en ella. Finalmente, aceptó lo que le entregaba.

-"¿Pero que…?" -contempló las monedas y después le miró confusa.

-"Dije que la invitaba a ese café, ¿recuerda?" -sonrió y al hacerlo, las rodillas de Lily flaquearon. ¿Cómo era posible que un perfecto desconocido provocara en ella aquel torbellino de emociones? Le devolvió la sonrisa, preguntándose porqué un hombre como él se molestaba siquiera en hablar con alguien como ella.

-"En ese caso, gracias."

-"Quería que supiera que no me gustó la forma en que Florence McKendrie se dirigió a usted. Fue humillante" -la miró como si esperara que ella aplaudiera su confesión. Pero en lugar de eso, Lily encogió los hombros para restar importancia al asunto. Insistió, sorprendido por su pasividad-. "¿No le importa que la traten así, señorita Evans?"

-"Señor Potter…" -ella había suspirado y torcido los labios en un gesto absolutamente delicioso. Por un instante, James reprimió el impulso de cubrir su boca con la suya-. "Usted no imagina ni por un momento lo que significa para una chica como yo trabajar para esta empresa. A veces, una aprende que debe poseer fuertes dosis de humildad y contemplar el lado bueno de las cosas. Y el lado bueno, señor Potter, es que no seré toda la vida la ayudante de Florence McKendrie. Sin embargo, ella siempre será Florence McKendrie y eso nunca podrá cambiarlo. ¿Comprende lo que quiero decir?"

Él asintió, conmovido por la fortaleza de aquella joven, dispuesta a luchar contra todos y contra todo y a soportar cualquier ofensa con tal de alcanzar su sueño. Su sueño… Se preguntó cuál sería la meta que rondaba la cabeza de la señorita Evans. En realidad, se preguntaba hasta donde estaría dispuesta a llegar por conseguirla. ¿Sería como el resto? Algo en su interior se negaba a creer que fuera así, aunque todas las pruebas apuntaban lo contrario.

-"¿Aceptaría tomar una copa conmigo, señorita Evans?" -lo preguntó sin pensarlo y aunque al momento se había arrepentido, le enfureció de modo inexplicable que ella negara rápidamente.

-"Creo que no."

-"¿Porqué no?" -se controló como pudo, a pesar de que lo único que deseaba era besarla. ¿Besarla? ¿Es que había perdido el juicio de repente? No estaba allí para tontear con una mujer que ni siquiera era medianamente su tipo. Pequeña y poca cosa… La señorita Evans tenía mucho descaro negándose a compartir aquella copa con él. Al menos, podía haber fingido que le apenaba rechazarle o que solo lo hacía para no parecer frívola. Recordó un comentario anterior de ella y sonrió, preguntándose qué diría ella si conociera algunos detalles sobre su oponente-. "¿Teme que sus conocimientos de defensa personal no sean suficientes?"

-"Son suficientes, créame" -replicó ella, molesta por el sarcasmo de su tono-. "En realidad, ya había hecho planes."

-"¿Con su novio, señorita Evans?" -preguntó con tono burlón. Por alguna razón, deseaba que ella fuera la típica chica que compartía su tazón de leche con un gato pulgoso mientras veía la televisión.

-"No es asunto suyo" -enfrentó su mirada y añadió-. "Pero no. No tengo novio."

-"Entonces, puede cancelar esos planes y tomar esa copa conmigo" -la acorraló contra la pared, pero Lily le apartó con brusquedad.

-"No."

-"Permita entonces que la acompañe hasta su casa" –se ofreció, interceptándole el paso mientras ella trataba de caminar en dirección a su apartamento-. "Es muy tarde para que deambule sola por la calle. Esta ciudad no es precisamente la más segura."

-"Me temo que no, señor Potter. Gracias otra vez" -y antes de que ninguno de los dos pudiera preverlo, un vehículo pasó frente a ella a toda velocidad, justo en el instante en que Potter la sujetaba por las solapas de la camisa para devolverla a la acera. Afortunadamente, la apartó a tiempo. La miró mientras aún la mantenía pegada a su cuerpo. Ella temblaba como un flan, imaginando su propio cuerpo aplastado en el asfalto de la carretera. Pero no había gritado. La soltó con cierta brusquedad y trató de ver la matrícula del coche que casi la había arrollado. Demasiado tarde. Ni rastro de él.

-"¿Está bien, Lily?" -si esperaba verla llorar o lanzar unos cuantos insultos al conductor temerario, otra vez se equivocó. Ella se limitó a sonreír y sacudir su cabeza hacia los lados.

-"Sí… Oh, sí… Vaya, ha estado cerca, ¿verdad?"

-"Eso creo."

Ella suspiró aliviada cuando el taxi que había llamado con la mano se detuvo a escasos metros.

-"Señorita Evans… ¿seguro que no quiere que la acompañe?"

-"No, gracias otra vez, señor Potter."

-""No le pediré que me deje subir, lo prometo. Deje que la acompañe."

-"Gracias, pero no."

-"Lily… Tenga cuidado, ¿quiere?"

Ella asomó la cabeza por la ventanilla, asintiendo repetidamente con la barbilla. James, lejos de sentirse desilusionado, sonrió. Buena chica. Puede que hubiera tenido un pequeño tropiezo, pero tal vez aún no se había echado a perder del todo. Se dijo que no tenía porqué pensar aquello. Solo tenía que hacer su trabajo. Nada más. Aunque por otro lado… Lily Evans le parecía una mujer interesante que le apetecía conocer. Pero de momento, su prioridad debía ser otra. Recordó los motivos que le habían llevado allí. Echó una última ojeada a la carretera y sonrió nuevamente. Detuvo un taxi y le dio algunas indicaciones.

Lillian Louise Evans… Un nombre demasiado grande para una mujer tan pequeña, ¿o quizá no?

Continuara...

Nota de la Autora:

Hola a todos! Para los que no me conocen soy Lady Verónica Black, para los que si... ya saben de que viene esto. Este fic es algo que tenia planeado hace mucho, me encanta James, y también, (aunque me haya robado Jamsie) Lily. Aunque solo es el primer capítulo, espero que la historia les vaya gustando. Tendrá de todo, lo prometo! Romance, humor, drama, acción...! Solo les pido una pequeña cosita... si si, exacto! Eso que piensan! Reviews! Así que ya saben, si veo que hay buena aceptación les pongo el próximo capítulo rápido ya que ya esta preparadito y ansioso por ser leído por ustedes...

Nos vemos pronto! Cuídense mucho! Un montón de besos de chocolate para ustedes!

Att. Lady Verónica Black.-

"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"

¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!

PD: Dau, no me mates x poner otro fic...!