Declaimer: Este fic esta basado en la historia "Relación Peligrosa" de E. Clark, yo solo la adapte un poco a los personajes de JK. Ante cualquier demanda, comunicarse con mi abogado...

"Amor en Custodia"

Por Lady Verónica Black.-

Capítulo Cinco

-"¿Y ahora qué, señor Potter?" -preguntó con una mezcla de burla y aburrimiento en el tono de voz. Como él no decía nada, Lily insistió otra vez-. "¿Qué me dice, arrestamos a los malos y nos tomamos un café y unas donas después?"

James había conducido todo el día sin rumbo fijo. Solo se habían detenido el tiempo justo en una estación de servicio para que ella pudiera refrescarse en el baño mientras él compraba unos bocadillos y cargaba el tanque de gasolina. Habían comido en silencio mientras Lily se preguntaba si él realmente sabía adonde se dirigían. De eso hacía ya bastantes horas. Ahora anochecía y Lily empezaba a creer que él estaba tan asustado como ella, aunque nunca se lo confesaría abiertamente.

-"¿Y bien?"

-"Lily, estoy pensando" -su tono fue cortante al responder-. "Si no es capaz de decir algo inteligente, será mejor que mantenga la boca cerrada el resto del camino."

Lily arqueó las cejas al tiempo que apretaba los puños sobre el regazo, furiosa.

-"¿El resto del camino? ¿Y puede saberse exactamente hacia donde conduce ese camino del que habla, Potter?" -casi estaba gritando-. "Que yo sepa, hemos pasado al menos tres veces por este lugar. ¿Acaso se ha perdido?"

-"Lily" -la regañó con la mirada, aunque no parecía hacer el menor caso a sus quejas. Más bien, parecía tener la mente ocupada con otros pensamientos. Quizá valoraba la posibilidad de dejarla tirada en la siguiente esquina. Era obvio que su compañía no le resultaba agradable, sobre todo después de que les hubieran disparado a ambos y se hubieran salvado de milagro. Lily casi lo compadecía. No es que fuera precisamente una cita romántica para ambos… En realidad, ella comenzaba a odiarlo por la forma en que ignoraba continuamente sus deseos y sus charlas. Además Potter no parecía muy entusiasmado con la idea de hacerle de niñera. 'Mucho mejor', se dijo para sus adentros. Cuanto antes se canse de ella, antes la dejaría en paz.

En paz… ¿y dónde podría estarlo? Durante un segundo, recordó el escarpado acantilado que conducía a la playa de San Jorge. Tal vez… Oh, no. Eso si que no… De ninguna manera regresaría a esconderse al lugar al que había prometido no volver. De ninguna manera permitiría que unas cuantas balas silbando junto a su oído fueran suficiente motivo para escuchar los sermones de mamá, las burlas de sus ex compañeros de escuela, o las continuos gimoteos y ruegos del molesto de Wilson.

-"Tengo que encontrar un lugar seguro para ti, Lily Evans."

La pelirroja comprendió que Potter hablaba para si mismo a pesar de hacerlo en voz alta. Parecía preocupado. Por fin luego de horas de comino, detuvo el motor y estaciono el vehículo en un lugar apartado de la carretera general. La miró con expresión muy seria, y comenzó a hablarle.

-"No puede volver al apartamento, Lily" -dijo después de clavar en ella un buen rato su mirada escrutadora-. "Y no puedo protegerla si continúa empecinada en seguir haciendo su vida como si nada hubiera sucedido."

-"¿Qué sugiere que hagamos, Potter? Oh, ya se lo que haremos…" -de nuevo, quería burlarse de él por poner aquella cara que vaticinaba los más terribles peligros y que hacía que se le pusiera la piel de gallina. En verdad, hacía que se sintiera también como una gallina. Cobarde y atemorizada. Odiaba sentirse así. Rió sin ganas y comentó en un tono exageradamente teatral que emulaba a la Escarlata de Lo que el Viento se llevó-. "Volveré a Tara y mañana… todo será diferente".

Al parecer, su broma no causaba el menor síntoma de diversión en Potter. Por el contrario, este parecía a punto de estrangularla. Sus ojos brillaban intensamente a causa de la rabia, la impotencia y el cansancio.

-"¿¡Cree que esto es un juego, señorita Evans? ¿¡Cree que puede hacer un chiste de todo, incluso del hecho de que su vida corra peligro porque no supo portarse como la niña buena que supuestamente es?" -estaba claro que no esperaba que ella respondiera a ninguna de aquellas preguntas. Lily pestañeó sorprendida por la repentina explosión de mal humor. James golpeó el volante con los puños y clavó otra vez sus ojos en ella. Estaba furioso. Imitó el tono frívolo de ella al decirle:- "Ya se lo que haremos, Lily… Hablaremos con ese tipo, ya sabe… El que intenta freírla a tiros y agujerear su preciosa pero hueca cabeza… Eso es... Solo tenemos que hablar con él. Usted se acerca y lo mira con esos ojos inocentes que tiene y le dice dulcemente, 'Perdone, señor asesino, ¿sería tan amable de no dispararme la próxima vez que me vea?; gracias, ha sido un encanto…' ¡Por todos los Cielos, Lily!... No tiene idea de lo que…"

-"Ya basta, Potter… No tiene que insultarme solo porque no se le ocurre que hacer, ¿vale? No es culpa mía que usted sea un mal policía… No es culpa mía que haya gente por ahí que dispara a los demás y los hace huir de sus hogares."

Las palabras de ella le cayeron como una jarra de agua fría. La vio abrir la puerta del automóvil y salir a la calle con un rápido movimiento. James puso el motor en marcha y la siguió, aminorando la velocidad para colocarse a su paso. Lily paseaba cabizbaja sin importarle que estuviera oscuro, que hiciera frío y que pronto comenzaría a llover. Bajo la ventanilla del copiloto y la llamó, pero ella se limitó a levantar la barbilla y mirar hacia otro lado.

-"Lily, no sea tonta. Suba al coche" -ordenó, tratando de disimular su propio enfado. Solo le faltaba una escenita de ruegos y sollozos de esa mujer para terminar aquella extraña velada-. "Lily, le dara una pulmonía… No sea caprichosa, y suba al auto."

-"Lárguese, Potter" -ella le sacó la lengua en un gesto tan infantil que James sintió deseos de colocarla sobre sus rodillas y propinarle unas buenas nalgadas-. "Si fuera un caballero, dejaría que se me pasara y esperaría a que estuviera más calmada para seguir haciendo observaciones humillantes sobre mi persona."

-"Lily... No soy un caballero. Solo soy un pobre policía que trata de cumplir con su deber... ¡Mujer estúpida! ¿No ve que trato de impedir que la maten?" –apago el motor de golpe y salió del coche, interceptándole el paso. Lily cruzó los brazos sobre el pecho en actitud desafiante-. "Entre al coche, Lily."

-"¡No! Ya estoy harta de seguirlo a todas partes como un perrito faldero."

-"Le aseguro que la llevaré a un lugar donde estará a salvo."

-"¡Já! No existe ese lugar y lo sabe muy bien, James Potter. No trate de engañarme."

-"Si que existe, Lily…"

Oh, no… Aquella mirada. Supo inmediatamente que él había investigado a conciencia cada detalle de su pasado. Pero no lo permitiría. Cualquier cosa menos eso.

-"No puedo ir allí" -replicó.

-"Pero irá."

-"¡No! Nunca haría nada que pusiera en peligro a mamá… Ni lo sueñe, Potter. Será mejor que piense otra cosa."

-"No hay otra cosa, Lily" -la miró con cierta compasión-. "Sabe que nadie la buscará allí. De hecho, nadie sabe que ese lugar existe."

-"¿Se esta burlando de mí?"

-"Claro que no, Lily. Pero tiene que ir."

-"Dígame la verdad…" -Lily supo por la expresión del hombre que él también estaba cansado de soportarla. La idea la puso de peor humor-. "No tienen ni una sola pista sobre quien es el asesino, ¿ es eso no? No sabe como detenerlo y no puede protegerme, ¿verdad?"

-"No, no es cierto, Lily" -mintió para infundirle confianza, pero ella frunció los labios en un mohín que le hipnotizó contra su voluntad.

-"¿No lo es? Entonces, dígame porqué no hay una docena de hombres uniformados velando por mi seguridad. Me han disparado. ¡Con balas de verdad, Potter! Dígame porqué no estoy en mi apartamento tomando tranquilamente una taza de café mientras un policía me dice eso de "Tranquila, señorita Evans, atraparemos a ese desgraciado"… ¿Cree que soy tonta? ¿Cree que no vi como me miraba su capitán? ¡Él no me cree! ¡Y tampoco usted! Se muy bien que sin usted me volverán a intentar matar, lo se perfectamente, no necesito que me lo recuerde a cada minuto. Pero eso no significa que tenga el poder de dirigir todo, Potter, no tiene derecho a meterse en mi vida solo porque es "mi custodio policial", ¿entiende?. Si estoy con usted es porque así me plazca, no porque usted haya conseguido una 'orden' que dice que tengo que estar pegadita a usted. Y déjeme decirle algo más, señor... ¡Si esta enojado por no saber que hacer, no se las agarre conmigo!"

James no contestó. Lily Evans era demasiado lista. Cualquiera diría que era una niña torpe, y ligeramente patética, pero sin duda eso no era verdad. Bajo esa apariencia de niña había una mujer lo suficientemente lista y observadora para poder leer lo que hasta ahora nadie había podido. Había podido leerlo a él.

-"¿Potter…? ¿Qué le pasa, porqué no dice nada?"

¿Y qué podía decirle, salvo que todo cuanto había dicho era verdad? En esos momentos, a nadie le importaba si ella se lanzaba al vacío desde el último piso de un rascacielos. Ella no era nadie para el departamento de policía de Nueva York. No era nada para nadie en esa ciudad. Excepto para él. La contempló con secreta admiración por su temple, por la forma en que estaba manejando el asunto.

Las primeras gotas de lluvia salpicaron su pequeño rostro pecoso, y se mezclaron con aquellas lágrimas que Lily trataba de contener sin éxito. En un impulso, rodeó sus mejillas con las manos apartando con las yemas de sus dedos el agua que caían por su ruborizada piel. Vaya, sí que era bonita… No como aquellas chicas delgadas como palos de escoba que se paseaban medio desnudas por los pasillos de las oficinas de L'Antino. No... Lily Evans no se parecía en nada a una de esas mujeres raquíticas que masticaban apio frente al televisor y gastaban la mitad de su sueldo en pagar los honorarios de su psicoanalista. No, Lily era la causa del psicoanalista, pensó con cierto sarcasmo. Lo sería sin duda para él. Aún así, a pesar de cuanto lo desesperaba su actitud no podía apartar la mirada de sus labios húmedos, entreabiertos… ¿Acaso era una invitación? ¿Lo era? Al diablo si no lo era… Supo que después se arrepentiría, pero no tenía alternativa, si no lo hacia sabía que se arrepentiría toda su vida. Inclinó la cabeza sobre la de ella y apresó su boca con fuerza, abriéndola sin que opusiera resistencia y explorándola al instante con suavidad al notar como ella respondía del mismo modo a la caricia. Deslizó las manos por su espalda y la obligó a permanecer pegada a su pecho con el cuerpo ligeramente arqueado bajo el suyo. Ella no protestaba, solo se dejaba manipular, solo disfrutaba de su caricia. Eso sí era una grata sorpresa. Lily Evans no había protestado… Se dijo que utilizaría aquella táctica más a menudo. Al separar su boca de la de ella, se maravilló por el efecto que había causado sobre el estado de ánimo de la mujer. Por primera vez desde que la conocía parecía relajada, sin fuerzas para pelear. Bien. Le gustaba así, le gustaba mucho…

Bueno, para qué engañarse. Lily Evans le gustaba de cualquier manera. Aunque así, con los ojos cerrados, los labios entreabiertos, el cabello mojado y quieta, muy quieta entre sus brazos, tan dulce… tan dulce que por un loco momento soñó con tenerla así para siempre… ¿Para siempre…? Aquellas palabras hicieron que la soltara de inmediato. Lily tuvo que hacer malabarismos con los brazos para conservar el equilibrio y no dar con su trasero en el suelo.

-"¡Usted!... ¿Cómo se atreve…?"

James sonrió con cinismo. Ya la veía venir, tanta tranquilidad era un sobre aviso a la tormenta. Ahora ella fingiría que se sentía ultrajada y le exigiría una explicación, quizá hasta una promesa de que no se volvería a repetir. ¡Y estaría encantado de hacerla! Ni por un momento quería pensar que repetiría aquella estupidez. Tal vez era mejor que le siguiera el juego y fingiera que estaba arrepentido y sorprendido por lo sucedido. De hecho, representaría el papel de su vida con tal de mantenerla bien lejos… ¿Para siempre…? Las malditas palabras le martilleaban el cerebro. No podía pensar en protegerla adecuadamente mientras pensara en besarla y en… No, tenia que tener la cabeza fría. No podía involucrarse con la chica, no podía. Eso solo le volvería a traer problemas...

-"Lo lamento, Lily" -se encontró pronunciando las palabras con asombroso y sincero arrepentimiento. "Tiembla, Al Pacino", pensó con desgana. Nunca le habían gustado las mentiras. En especial, no le gustaba tener que mentir para estar a salvo de una mujer que ni siquiera era su tipo. Porque no lo era. ¡Solo la había besado, demonios! Tampoco era para darse golpes en el pecho. Era un simple beso, uno más en su largo historial... no había nada del otro mundo o especial...

-"¿Lo...? ¿Lo lamenta?" -el tono de ella sonó a decepción, pero al instante, lo disfrazó con una buena dosis de agresividad que acompañó con una sonora bofetada que dejó sus cinco pequeños dedos marcados en la mejilla del policía.

-"Lily, ¿no cree que está exagerando un poco?" -James se frotó el lugar donde ella lo había golpeado. Por supuesto, no le dijo que no le había dolido lo más mínimo. No quería que ella lo repitiera utilizando uno de sus viejas zapatillas-. "Le salve la vida, ¿recuerda? Al menos merezco un poco más de gratitud."

-"No ese tipo de gratitud, Potter. No se confunda."

-"Está bien, está bien… No se porqué lo hice. "

"Porque estabas preciosa con la lluvia mojando tu cara, con los ojos brillantes y más verdes que nunca, y con la luna dibujando figuras en tu cabello, Lily." se dijo mentalmente y una vez más, se regañó por tener aquel tipo de pensamientos, el sueño le estaba haciendo pensar idioteces. Por su parte, Lily ya se sentía bastante herida ante su declaración. Era como si le hubiera confesado abiertamente que jamás se habría fijado en una mujer como ella de no ser porque estaban solos, deprimidos y desesperados.

-"No volverá a repetirse" -insistió él, abriendo la puerta del coche para invitarla a entrar.

-"¿Lo promete?" -Lily rezó con todas sus fuerzas para que él se negara. Como en las películas románticas, deseaba que James Potter, un desconocido para ella, la tomara en sus brazos y jurara que lo repetiría tantas veces como le diera la gana, incluso más, porque besarla había sido la experiencia más placentera de su vida. Pero no. Aquello no era una película romántica. Aquello era la vida real. Y por descontado, James Potter no tenía intención de convertirla en la heroína de sus fantasías. Le pareció escuchar que él lo prometía con solemnidad. Se acomodó con desgana en el asiento y esperó a que él hiciera lo mismo.

-"¿Lily?"

Se volvió hacia él. Así que nada de besos, pensó. Solo una relación meramente profesional. Él la protegía y ella intentaba no ser el blanco de las balas de algún chiflado. Punto final. ¿Y después de eso qué? Qué tontería. No habría un 'después de eso'. Ya debía sentirse agradecida solo por el hecho de que él quisiera protegerla a pesar de que no creyera una sola palabra de su historia. Pero no... No se sentía agradecida. Se sentía triste y desilusionada. Y muy poco atractiva. Bueno, aunque igual nunca se había sentido muy atractiva.

De repente, recordó aquella vez en el instituto, cuando Jordan Kane, el chico más guapo del curso, había hecho aquella odiosa pregunta en mitad de la clase de geografía: "Si estuvieras en una isla desierta y tuvieras que elegir qué llevarte, ¿qué no escogerías?" y había subrayado cruelmente la palabra no, para que no quedara ninguna duda de su intención de ridiculizarla al responder. La había mirado con sus ojos de gato salvaje y había dicho en voz bien alta para que todo el salón lo escuchara: "No me llevaría a Lillian Louise Evans ni por todo el oro del mundo". Y ella solo había podido ahogar un sollozo y salir corriendo de la clase para no escuchar las risas de los demás. ¡Basta! Eso pertenecía al pasado. Ahora había cambiado. Puede que no fuera una mujer increíblemente hermosa. Pero ese Potter no era nadie para ridiculizarla, ya no era la sumisa y tímida Lily Evans del colegio. Además ni siquiera era tan atractivo como Jordan Kane. A pesar de aquella mirada penetrante, de sus labios expertos y cálidos moviéndose sobre los suyos… ¡Basta!

-"¿Lily… está bien?" –le pregunto James al verla cambiar de expresión repetidamente en un lapso de tiempo muy corto-. "¿Se encuentra bien, Lily?"

-"Ya lo he oído, Potter, no es necesario que me repita las cosas, no soy sorda... Ahh, pero no crea que me importa que no sea su tipo de mujer. ¿Por qué sabe una cosa, James Potter?" -lo apuntó con el dedo-. "Yo tampoco lo llevaría a una isla desierta, ni por todo el oro del mundo."

¿Isla desierta? ¿Oro? ¿De qué demonios hablaba? Tuvo la precaución de no preguntar y dejó que ella se acurrucara en el asiento y durmiera el resto del trayecto hasta San Jorge. Sin duda algo no andaba bien dentro de la cabeza de esa mujer. ¿Una isla?

O o o o o O

-"Creo que pasaremos la noche en ese motel de ahí" -informó el moreno. Lily abrió los ojos sin el menor entusiasmo al ver un edificio viejo pintado de amarillo entre medio de la nada-. "Aún queda bastante camino para llegar a San Jorge. No hay necesidad de pasar la noche en vela con esta tormenta."

¡Qué bien! Lo que siempre había soñado. Una noche idílica con el apuesto pero antipático detective Potter en una habitación de hotel de mala muerte con una ruidosa tormenta campestre de fondo. Simplemente, perfecto... Se bajó del coche con desgana y lo siguió hasta el interior del edificio intentando mojarse lo menos posible. Un hombre de mediana edad con los dientes chuecos y sin cabello que estaba sentado tras el mostrador los observó con cautela antes de aceptar el fajo de billetes que James le estaba tendiendo.

-"Nombre" -solicitó con voz pastosa. Mientras con muy poco disimulo guardaba una revista bajo un periódico viejo.

-"Smith. John Smith" -James había respondido con rapidez y naturalidad.

-"Ya..." -el tipo le dedicó una desagradable sonrisa en la que se vio que le faltaban absolutamente todos las muelas-. "Y supongo que ella es Pocahontas, ¿no?"

-"No."

-"¿Caperucita Roja, entonces?" –Al ver la mirada inexpresiva del joven, pregunto más serio-. "¿Su hermana?"

James se impacientó ante la curiosidad del hombre, y la mirada maliciosa que le lanzaba a la pelirroja, le respondió fríamente.

-"Señor y Señora Smith, imbécil."

-"Está bien, señor. No se ponga así…" -Lily ocultó aun más la caja que transportaba a Minino tras su espalda, consciente de que el empleado del motel no le quitaba la vista de encima un solo segundo-. "Un momento, señora… No está permitido tener animales en el interior del hotel. Tendrá que dejarlo en el coche."

Lily negó con la cabeza, mirando a James de forma suplicante. El policía suspiró ruidosamente. Sacó un par de billetes más y se los entregó al tipo con expresión irritada.

-"¿Suficiente?"

-"Solo por esta noche. Habitación 201...Tenga, sábanas y un par de toallas limpias" -le entregó la llave y el resto de las cosas.

James ni siquiera le dio las gracias. Con un gesto, indicó a Lily que caminara delante de él. Una vez en la habitación, Lily se dejó caer pesadamente sobre la cama, abrió la jaula y dejo que el animal se restregara repetidamente contra sus piernas.

-"¿Estará contenta, no?" -observó James, de peor humor que de costumbre-. "Su gato piojoso me ha costado una fortuna."

-"Le devolveré hasta el último centavo cuando lleguemos a San Jorge" –le prometió, a sabiendas de que el hombre no quería su dinero. Solo quería castigarla por haber traído a Minino en contra de su voluntad, por haberse metido en aquel lío, por obligarlo a permanecer a su lado cuando quizá todo lo que él quería hacer era ver una buena película en compañía de su bonita esposa… Vaya, no lo había pensado. ¿Era posible que en algún lugar existiera una señora Potter? Espió de reojo al hombre, su expresión ceñuda, y sus fuertes manos de dedos largos, que se movían inútilmente sobre el televisor para hacerlo andar… No había ninguna alianza en sus dedos. Pero eso no quería decir nada. Era probable que alguien tan precavido como él se deshiciera de sus objetos personales durante una misión.

-"¿En serio? ¿Qué es usted, señorita Evans? ¿Una rica heredera que huye de sus reales obligaciones para pasar el rato entre los pobres marginados?" –sin duda se estaba burlando de ella. Pero no parecía furioso con ella exclusivamente. En realidad, Potter había llegado al punto en que el mundo entero le disgustaba. Lily chasqueó la lengua al ver como él daba un par de puñetazos sobre el aparato. Se acercó a él y lo apartó con gesto condescendiente mientras negaba con la cabeza. James sonrió con cinismo-. "No me diga que también sabe arreglar televisores."

-"¿Le sorprendería?" -inquirió molesta por el tono sarcástico de su voz.

-"Lily… Seré su esclavo el resto de mi vida si logra que pueda ver las noticias sin escuchar su molesta voz durante los próximos cinco minutos."

Lily le lanzó una mirada asesina. No era necesario que fuera tan hiriente. Lo odió por aquella dosis gratuita de sarcasmo. Tampoco es que ella estuviera pasando las vacaciones de su vida.

-"Sus deseos son órdenes, mi amo" -dijo en el mismo tono que él había utilizado, se inclinó y siguió con los dedos el cable que había tirado en el suelo. Al encontrar el enchufe al final, se lo mostró con diabólica satisfacción y lo introdujo en el orificio de la pared. Como por arte de magia, la hermosa Neve Palmer, presentadora de las noticias de las diez, los saludó desde la pantalla con su suave acento sureño.

-"Y ahora, mi amo, creo que me daré una ducha, si es que no le molesta… Ah, Potter" –clavó su mirada rabiosa en él antes de entrar en el cuarto de baño-. "Si escucha mi molesta voz en el baño… Por favor, no me dispare. Suelo cantar mientras me ducho."

-"Muy graciosa..." –dijo desdeñosamente sin quitar la vista de las noticias..

Lily cerró la puerta de un fuerte portazo. Se saco su húmeda ropa y dejó que el agua caliente corriera con libertad por su cuerpo, sintiendo que la cálida temperatura le calmaba los nervios. ¿Qué se había creído ese cretino de Potter? Se portaba de un modo despreciable, más arisco que un puercoespín. ¿Qué culpa tenía ella de que no pudiera estar donde o con quien deseaba estar? Vaya, otra vez pensando en lo mismo. Se regañó a sí misma por la insistencia de sus pensamientos. No era asunto suyo si Potter tenía la suerte de que alguna mujer lo esperara en casa a pesar de su humor de perros. De hecho, compadecía a la mujer si esta existía. Lo oyó tocar a la puerta con los nudillos y se sobresaltó.

-"Lily… Lleva media hora ahí adentro. Se arrugará si sigue bajo el agua."

-"No me moleste, Potter. Tengo que desintoxicarme de su insoportable compañía" -gritó ella desde el otro lado de la puerta. Se lo largó con total naturalidad, como si no le importara el efecto que sus palabras causaran en él.

Sí, Lily era siempre tan graciosa… James pensó que le gustaría retorcer su esbelto cuello en cuanto todo hubiera terminado. Ya disfrutaba imaginando que lo hacía cuando ella abrió la puerta de repente y salió del cuarto de baño, envuelta en aquella minúscula toalla blanca y con un aromático vapor con olor a jazmines a su alrededor. Santo Cielo… ¿Cómo es que en los moteles nunca tenían toallas del tamaño de personas adultas? ¿Acaso las fabricaban expresamente para gente con problemas de crecimiento? Aquella en concreto, apenas lograba cubrir las sugerentes curvas del cuerpo de Lily. Ella la sostenía con una mano firme sobre sus senos y con la otra, intentaba cerrarla a la altura del principio de sus muslos. Recorrió aquellas curvas con disimulo, deteniéndose en la línea de la garganta, en la delicada barbilla, en la línea suave de sus hombros desnudos y húmedos… El cabello mojado que le caía en forma de ondas sobre la espalda. Al mover la cabeza, salpicó de diminutas gotas el rostro del agente y ella se rió suavemente ante lo sucedido. James se apartó como si ella le hubiera arrojado ácido hirviendo en lugar de inofensiva agua potable.

-"Todo suyo, señor" -comentó Lily alegre con una gran sonrisa en los labios, haciéndose a un lado para dejarlo pasar.

James no movió un solo músculo. Si lo hacía, ambos se tocarían inevitablemente. Tuvo que apartar con rapidez la mirada para que ella no percibiera lo turbado que se sentía por la visión que le daba. Mojada, semidesnuda y con una sonrisa que lo hacia pensar cosas que desde los quince años no pensaba.

-"¿Potter…?" –pregunto la pelirroja mirándolo a los ojos-. "¿Se encuentra bien? No tiene buena cara, porque no se recuesta un rato en la cama..."

-"Necesito esa ducha ya" -murmuró y prácticamente la arrolló para entrar al baño y cerrar la puerta a sus espaldas inmediatamente.

"Cama... Lily... toalla... mojada... Lily... cama... ¡Rayos!"

Al cabo de unos minutos bajo el agua fresca ya se sentía mejor. Limpio y casi relajado. Comprobó que ella aún seguía despierta al escucharla reír suavemente por algo que había hecho aquel gato piojoso. Inspiro profundamente, puso su cara de "policía-frió-arrogante-autosuficiente", y abrió la puerta del baño. Lily estaba sentada en la orilla de la cama y cambiaba de canal con expresión aburrida. Le dirigió una mirada fugaz mientras él se sentaba en el extremo contrario de la cama.

Lily rió para sus adentros al ver la actitud del hombre. La verdad es que le divertía la actitud de Potter. El pobre había enjuagado su camisa y el resto de su ropa, y la había puesto a secar en el lavabo. Mientras que ella ya se había cambiado y se había puesto su pijama favorito, James solo tenia como atuendo aquella pequeña toalla blanca. Lo miro de reojo, mantenía su propia toalla alrededor de su esbelta cintura con fuerza. A Lily le recordaba aquellos viejos cinturones de castidad que utilizaban en la Edad Media para preservar la virtud. La idea la hizo sonreír picaramente. ¿Potter temía por su virtud? ¿Y ella era la causa de sus temores? ¡Era ridículo! Pero él no se despegaba de su lado de la cama ni hacía el menor movimiento. Lo observó durante un buen rato y comprobó que ni siquiera había pestañeado cuando ella lo había obligado a visualizar un capítulo completo de la reposición de la serie "Santa Bárbara". Lo admiró en silencio por su valor. Ella misma no había sido capaz de aguantar sin bostezar un par de veces.

-"Basta de tele por hoy, Lily… Será mejor que durmamos un rato, mañana saldremos temprano" -James saltó de su posición y antes de que ella pudiera protestar se metió en la cama.

-"¿Vamos a …?" –el final de la pregunta murió en sus labios al recordar que él no llevaba puesto más que aquella minúscula toalla que escasamente contenía su fabulosa anatomía masculina.

-"¿Esperaba que me portara como un caballero y durmiera en el suelo?" -le espetó, exasperado. Se colocó en uno de los extremos de la cama y se acomodo la almohada-. "Mire Lily… Hay sitio más que suficiente para que no tengamos siquiera que rozarnos. Y le prometo que no tengo la menor intención de atacarla en mitad de la noche."

"Y ojalá pudieras hacerme tu la misma promesa", pensó James, tirando de la sábana con brusquedad y cubriéndose con ella hasta las orejas. Sintió como el colchón se hundía levemente al recibir el peso de ella. Alargó la mano sobre la lámpara y apagó la luz. En la oscuridad, podía escuchar como ella contenía la respiración. No podía culparla. Él hacía lo mismo en realidad. Tras varios intentos inútiles por conciliar el sueño, lanzó un gruñido, se despojó de la toalla con un rápido movimiento y se acomodó nuevamente en su lado de la cama. La oyó soltar una exclamación ahogada.

-"¿Porqué ha hecho eso?"

-"¿Hacer qué? ¡Demonios, Lily, duérmase de una vez!"

-"No crea que soy tonta… Se que ha tirado la toalla que llevaba puesta" -le recriminó, alegrándose de que él no pudiera ver el rubor que teñía sus mejillas. ¿Rubor? Más que avergonzada, se sentía excitada ante la idea de su completa desnudez. Dudaba que Potter fuera consciente de sus actos y de las consecuencias que estos tenían sobre sus nervios.

-"Lily… Estaba empapada. Lo siento si sus convicciones morales le impiden conciliar el sueño mientras me imagina desnudo… Pero no pienso resfriarme solo porque usted es demasiado pudorosa. No tengo más ropa, ¿sí? Mi maleta de repuesto esta en el auto, y no pienso salir a buscarla con esta tormenta. Así que duérmase de una vez."

-"Oh, usted es… Está bien, haga lo que quiera" -gritó Lily, al tiempo que abandonaba la cama y tomaba su almohada-. "Pero no voy a compartir la cama con un desconocido que esta desnudo."

-"Lily, vuelva a la cama" -ordenó y esta vez, encendió la luz de la lámpara para contemplar la expresión azorada de la mujer. Lily negó con un gesto frenetico de su cabeza-. "No puedo creerlo… ¿Quiere hacerme el favor de meterse en la cama de una vez, maldita cabezota?"

-"Ni lo sueñe, Potter."

-"Muy bien…"

Lily abrió los ojos desmesuradamente. ¿Qué estaba haciendo? Potter amenazaba con despojarse de la sábana y salir en su busca.

-"¡Espere! ¿Qué… qué cree que está haciendo?" -preguntó alarmada y desvió la mirada hacia la ventana, no sin antes echar una inocente ojeada a la parte de su cuerpo que él había dejado a la vista. Lily apretó los ojos con fuerza. Tenía que borrar aquella imagen de su cabeza cuanto antes. No era más que un hombre desnudo. Solo eso. Claro que no había visto otro igual antes… Pero no. Tenía que borrarla. Sí, borrar de su memoria esa hermosa porción de piel...

-"Lily… Abra los ojos."

-"No."

-"Entonces, venga y trate de dormir."

-"Pero es que… usted…"

-"Si no lo hace, me pasearé desnudo por toda la habitación hasta que amanezca… Y la obligaré a mirar, Lily." –añadió y reprimió la risa cuando escuchó que ella maldecía en voz baja.

-"¡De acuerdo, de acuerdo!" -Lily volvió a meterse en la cama, colocándose tan lejos de él que estuvo a punto de caer por el borde del colchón. Unos segundos más tarde, ella aún seguía inquieta por la proximidad de su cuerpo. James, por el contrario, emitía unos extraños sonidos… ¡Bruto insensible! Apenas había cerrado los ojos y ya dormía como un angelito. Carraspeó ruidosamente, deseando que fuera suficiente para despertarlo.

-"¿Y ahora qué sucede…?" –pregunto el moreno sentándose en la cama de un respingo y dejando a la vista el comienzo de su ingle. Para que al instante se tapara hasta la cintura con la sabana.

-"Está roncando" -le increpó ella aun un poco turbada por la reciente vista-. "No puedo dormir escuchando sus ronquidos toda la noche."

-"Lily… Le juro que si ese asesino no la mata, puede que lo haga yo personalmente" -advirtió, pero ella sabía que solo trataba de asustarla para que la dejara en paz. Muy bien. Pero antes, tendría que responder a unas cuantas preguntas que le rondaban antes de que distrajera su atención con su espléndida figura de atleta.

-"Contésteme a una cosa, Potter… Le prometo que después me tragaré la lengua y no lo molestaré más por esta noche" -propuso, encogiendo las rodillas en el estómago al notar como él se volvía hacia ella e invadía su parte de colchón.

-"Está bien. Pero como sea otra de sus tonterías…"

-"Dígame, Potter… ¿Cómo supo que nadie me encontraría en San Jorge? La verdad es el primer lugar donde alguien me buscaría si quisiera encontrarme, ¿no cree? Y estoy segura de que en L'Antino no le facilitaron esa información" -observó en voz baja.

James suspiró resignado a lo que seria una charla a lo "Lily Evans". O sea, discusión.

-"Y puede estar segura de que no. Sabe muy bien que mintió cuando lleno su solicitud de empleo. Lo que no entiendo, es porqué lo hizo. ¿Tanto se avergüenza de sus orígenes, Lily?"

-"¡Claro que no!" -protestó ante el evidente desprecio que había en las palabras del hombre-. "Es solo que yo… Yo… Bueno, no lo entendería…"

-"Haré un esfuerzo, Lily. ¿Por qué mintió? ¿O es que mentir ya se ha convertido en algo tan habitual para usted que ya no distingue la realidad de la ficción?"

-"No tiene ni idea de nada sobre mi…"

-"No, no la tengo. Pero se que usted se inventó una familia que no existe en un lugar en el que nunca vivió… ¿California, Lily? Ni siquiera tiene el aspecto de la típica chica californiana" -se mofó, sintiendo en el fondo una punzada de compasión por la joven que quería ser otra persona para impresionar al mundo.

-"Eso es, ríase de mi…" -se acurrucó más bajo las sábanas, humillada-. "Wen dijo… Ella pensaba que ser la solterona de oro de mi pueblo y haber ganado el concurso de salto con sacos en la primaria no eran referencias muy sólidas para una empresa como L'Antino. ¿Cree que Florence McKendrie me hubiera contratado si me hubiera presentado ante ella como la simpática pelirroja Lily Lou de San Jorge? Sabe muy bien que no, Potter..."

-"Es posible. Pero a mí me cae bien la simpática pelirroja Lily Lou de San Jorge" -aquello terminó por descolocarla. ¿En serio? Estuvo a punto de girar para plantarle un enorme beso en la cara, pero supo que Potter lo malinterpretaría. Él se aclaró rápidamente al notar la radiante sonrisa de la chica-. "Quiero decir que imagino que la verdadera Lily podría llegar a caerme bien."

-"¿La verdadera Lily?" -repitió, sospechando que no se trataba de un piropo-. "¿Y yo que soy, una vulgar imitadora?"

-"Duermase, señorita Evans…" -James suspiró. Había logrado hacerla enfadar… otra vez. Y le resultaba tan fácil. Bastaba apretar un simple botón y ella se encendía como la antorcha de los Juegos Olímpicos.

-"Aún no ha contestado a mi pregunta, Potter" -le recordó ella.

-"¿Y cuál era?" -su tono denotaba cansancio. James pensó que tendría que amordazarla si quería dormir un par de horas en paz.

-"¿Cómo lo supo…?"

-"Lily… Soy policía, ¿recuerda? Puede que para usted sea un mal policía. Pero he hecho mis deberes."

-"Así que me ha investigado a fondo" -ella parecía sorprendida por su descubrimiento-. "Aunque no tan a fondo como debería. Si hubiera hecho bien su trabajo, sabría que nunca tuve nada que ver con ese Jim Graham o como se llame."

-"Claro. Lo discutiremos mañana, si le parece bien. Buenas noches, Lily."

-"Buenas noches, señor Potter."

James rezó porque el sueño se apoderara pronto de ella. Lily Evans no era incombustible, aunque lo aparentara. No estaría despierta toda la noche. En algún momento, ella cerraría los ojos y entonces… Dios, ella lo había dejado extenuado y sin fuerzas. Imaginó como sería hacer el amor con ella. Un combate a vida o muerte, un asalto tras otro, aniquilando su mente y su autocontrol hasta que ya no le quedara más remedio que rendirse a sus pies… Condenada mujer... Escuchó su respiración acompasada. Él ya no tendría la suerte de conciliar el sueño mientras imaginara aquellas tórridas escenas con Lily encima de él, besándolo y acariciándole el cuerpo…

¡Basta! Utilizó la poca voluntad que le quedaba para ordenarse dormir cuando la imagen de una mujer pelirroja recién salida de la ducha apareció en su mente.

Decididamente, Lily Evans siempre se las ingeniaría para hacerle la vida difícil. Si no era personalmente, siempre podía mterse en sus fantasías y sueños para fastidiarle la noche.

¡Maldita Mujer! ¡Lo único que quiero es dormir como un bebe!

-"Tal vez si me doy una ducha fría..." –pensó para si mismo. Pero el recordar la ducha no le hizo más que imaginarse una ducha con ella dentro-. "Mierda... ¿Qué rayos me pasa con esta condenada mujer?"

Continuara...

Nota de la Autora:

Buenas a todos! Se que ha pasado un poco de tiempo desde mi ultima actualización, y les pido disculpas... la verdad no quería seguir poniendo más capítulos hasta que arreglara un par de cositas con el fic, y ahora que ya he resuelto todo... actualizo!

Qué les pareció el primer beso de estos dos? Que próximo acercamiento me aconsejan? Acepto sugerencias... La verdad no se si habrán dado cuenta pero James ya empieza a sentir algo por nuestra pelirroja, talvez no es algo muy profundo aun, pero ya se da cuenta que no le es indiferentes en todos los sentidos, aunque es una lastima que Lily no deje de pelearle todo lo que dice... jeje XD En el próximo capítulo llegan a San Jorge, y entrara en acción la peor pesadilla que puede tener un hombre como James, la señora Mary Anne Evans, jajajaja esta mujer les va a hacer pasar más de una a estos dos...

Y por último, y no por eso menos importante, les agradezco infinitamente sus reviews, me han encantado! Muchas gracias! Ya llegamos a los cien!

Cuídense mucho, un montón de besos de chocolate para ustedes!

Att. Lady Verónica Black.-

"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"

¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!