Editado 10/7/21

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Capítulo 4 – La mala suerte de algunos

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A pesar de sentir que el aire comenzaba a faltarle, Lyra no detuvo su pequeña carrera hasta que estuvo segura que se encontraba bajo el umbral que marcaba el inicio de Ciudad Cerezo. Se apoyó sobre sus rodillas e intentó recuperar el aliento mientras bajaba la mirada para buscar con su pequeña compañera que a diferencia de ella estaba fresca y relajada.

— Envidio... tu... energía... — Lyra habló entre jadeos — Creo... que no debí... correr tanto — Entonces recordó el motivo de su huida y el calor subió por su cara — Tampoco... debí hacer eso... — Susurró avergonzada.

De repente Lyra comenzó a toser y cayó sentada en el suelo mientras se tapaba la boca y su cuerpo se sacudía en pequeños espasmos. Chika se sobresaltó ante el repentino ataque y observó preocupada a su entrenadora, al tiempo que usaba la hoja de su cabeza para mover el aire y un aroma dulce del lugar en dirección de su entrenadora.

Tuvo que tomar un par de respiraciones profundas para poder calmarse, antes de dejar salir un suspiro de alivio y mirar cansada a su compañera. Lyra sonrió a la cara preocupada de su Chikorita y la invitó a su regazó para acariciarla mientras le agradecía su gesto anterior.

— Gracias... ya estoy mejor — Lyra apartó a Chika y se incorporó con cierta dificultad — Será mejor que nos demos prisa... — Declaró al recordar la extraña llamada que había recibido — El profesor parecía algo... alterado por alguna razón.

Lyra no llegó a dar el primer paso, cuando sintió como Chika le daba pequeños golpesitos en el pie mientras soltaba sonidos de protesta. Dejó que las comisuras de sus labios se levantaran, antes de arrodillarse junto a su Pokémon y rascarle el mentón.

— Tranquila... — Lyra intentó calmar a la preocupada Chikorita — No voy a correr como antes, solo... vamos a caminar rápido — Se enderezó y sacudió sus ropas.

Chika soltó un chillido alegre y comenzó a caminar junto a su entrenadora mientras esta miraba con curiosidad la Ciudad. Lyra se detuvo frente al Centro Pokémon para intercambiar mirada entre su Chikorita y la puerta del establecimiento, antes de señalar este último y recibir la negativa de Chika.

Retomó su camino con un asentimiento y una sonrisa alegre, aunque después de pasar por el mercado sintió como alguien la tomaba por el cuello de su camisa para tirarla con brusquedad al suelo sucio del callejón. Lyra cayó sobre su trasero y soltó un quejido de dolor mientras sentía como las palmas de sus manos ardían, al raspar contra la superficie irregular.

Buscó al causante enojada, solo para encontrarse con un hombre de cabellos y ojos violeta que vestia completamente de negro. El desconocido dejó salir un resoplido burlón y ajustó el gorro sobre su cabeza mientras escaneaba a la joven entrenadora

Chika se apresuró en colocarse entre su entrenado y el sujeto mientras agitaba su hoja de forma brusca para parecer más amenazante. Los ojos violeta se posaron sobre el pequeño Pokémon y una sonrisa siniestra tiró de los labios del hombre, antes de que chasquear la lengua y volver a fijarse en Lyra.

— ¿Po... por... qué? — Lyra tartamudeó mientras se incorporaba — ¿Por qué hizo eso? — Declaró con más fuerza y confianza, al tiempo que sacudía su overol.

El hombre volvió a soltar un resoplido y en cambio, metió las manos en los bolsillos de su pantalón y le dedicó una mirada descarada a la chica. Lyra entrecerró los ojos y arrugó el ceño mientras intentaba buscar una vía de escape, pero palideció al ver como la sonrisa del hombre se retorcia para volver a la mueca burlona.

— ¿Esta cosa... es la que recibiste en ese laboratorio...? — El hombre se burló — Es simplemente patético, aunque... considerándolo mejor... — Se llevó la mano a la barbilla — Darte cualquier otro hubiera sido un desperdicio en manos de una niña como tú

Lyra sintió como todo el miedo e incomodidad eran reemplazados por una ira burbujeante mientras apretaba las manos en puños y pateaba el piso bajo sus pies.

— Estoy seguro que en mis manos — El hombre extendió una mano hacía Chika — Ese Pokémon podría tener un mejor uso.

Chika soltó un chillido de indignación y golpeó el suelo con su hoja mientras veía como el hombre se sostenía el estómago para reír.

— Realmente... que desperdicio — El hombre se lamentó mientras se limpiaba una falsa lágrima de los ojos — Un Pokémon tan raro y valioso... en manos de una inutil mocosa como tú... una verdadera lástima... un desperdició.

— ¡OYE! — Lyra vio rojo ante las provocaciones de aquel desconocido — ¿¡Cómo te atreves a decir eso!? — Dio un paso al frente y lo señaló con un dedo acusador — Te voy a demostrar que merezco a Chika o a cualquier Pokémon y que no soy una mocosa inutil — Siseó con los dientes apretados — ¡Te reto a una batalla! ¡Tú...!

El estómago de Lyra cayó, al ver como la sonrisa del hombre volvia a hacerse siniestra mientras la mirada de arriba abajo. De repente el sujeto dejó de sonreír y en cambio mostró una expresión aburrida, antes de enderezar su forma y desenganchar una Pokeball de su cinturón.

— La verdad es que tengo algo de prisa... — El sujeto admitió — Pero no creo que me tome mucho tiempo enseñarle una lección a una niñata inutil como tú — Lanzó la Pokéball — Aunque... deberíamos aumentar la apuesta ¿no?

— ¿Qué estas...? — Lyra miró preocupada al Raticate que emergió de la Pokéball.

— Que hagamos esto divertido — El hombre se inclinó con una sonrisa extraña en sus labios — Si te gano... — Señaló a Chika — Esa cosa será mía.

— ¿¡QUÉ!? — Lyra dio un paso atrás.

— Bueno... — El hombre se encogió de hombros — Solo quiero que mi tiempo no se desperdicie de forma tan absurda — Se burló — Aunque si no quieres... — Dio un paso y sonrió al ver como Lyra retrocedia otro — Puedo tomarlo como que tenía razón y eres una...

— ¡No lo soy! — Lyra volvió a dar otro paso al frente — Yo te ganare y no dejare que te lleves a Chika, así que preparate.

El hombre sonrió ante la determinación de la niña, pero no retrocedió y forzó a Lyra a hacerlo para abrir espacio para los Pokémon. Lyra solo pudo mirar con preocupación como el hombre cubría su única vía de escape y su espalda chocaba contra el final del callejón.

Lyra no pudo evitar tensarse y arrepentirse de sus palabras, al enfrentar la mirada del sujeto y su Pokémon. Entonces recordó al entrenador que dejó atrás y su consejo sobre no temer a las batallas por el bien de su Pokémon, aunque también se preguntó como era posible que sus dos encuentros con extraños fueran tan diferentes entre sí.

— ¡Chika! — Lyra llamó a su Chikorita que corrió para reposicionarse — Es momento de demostrar lo que podemos hacer.

— Uhm... — El hombre miró a su Raticate — Hipercolmillo.

El roedor regordete clavó sus garras en el suelo y tronó sus dientes, antes de que estos comenzaran a brillar. Sin previo aviso el Pokémon rata comenzó a correr en dirección al Chikorita mientras blandía sus incisivos, listó para morder a su oponente apenas estuviera a su alcance.

— Chika usa Reflejo.

Chikorita agitó la hoja de su cabeza, antes de que apareciera una pantalla delgada y transparente delante de ella. Los dientes del Raticate se estrellaron contra la barrera que terminó por consumir el brillo de sus incisivos e hizo que el roedor soltara un chillido molesto mientras pisaba el suelo con sus patas traseras.

— Chika aprovecha y usa Polvo veneno.

Con un chillido de respuesta, Chika abanicó su hoja para guiar el aire hacía su oponente mientras liberaba esporas venenosas. Raticate volvió a ponerse en cuatro patas e intentó alejarse del veneno, pero al estar tan cerca no pudo evitar que las esporas llegaran a él.

El roedor retrocedió hasta estar cerca de su entrenador, antes de soltar una tos aspera y dolorosa. El hombre volvió a sonreír mientras hacía un gesto de aprobación con la mano.

— Parece que te he subestimado... — El sujeto aplaudió — Bastante bien jugado para una niñata como tú, pero eso no será suficiente... — La sonrisa del hombre cayó y miró al Raticate a sus pies — Has sido muy lento, pequeña basura — Pateó al Pokémon — Ahora ve y acaba con esto o no necesitare más de ti.

Lyra no puedo evitar jadear horrorizada, al ver como el hombre trataba a su Pokémon mientras este último intentaba mantenerse en pie entre el veneno y el trato tosco. Tuvo que agarrarse las manos para ocultar el temblor que comenzaba a sacudir su cuerpo y mantenerse firme ante el hombre violento.

El Raticate pareció recuperarse lo suficiente para correr a gran velocidad hacía Chika que al darse cuenta de inminente ataque, se preparó para recibirlo. Lyra salió de su trance y se regaño mentalmente, cuando vio al regorderte roedor impactar contra su Chikorita.

— ¡Chika! Usa hoja navaja.

Chika sacudio el aturdimiento recibidio por el golpe reciente e hizo brillar la hoja sobre su cabeza, antes de usarla para golpear al Raticate. El roedor aletargado por el veneno recibió el golpe de lleno y salió aventado contra la pared del callejón, soltó un resoplido mientras hacia una mueca de dolor por el veneno y luchaba por ponerse de pie.

— Chika usa... — Lyra vaciló en dar la siguiente orden, al ver al roedor tambalearse.

— Deja de desperdiciar mi tiempo y usa Hipercolmillo... — El hombre ordenó con indiferencia.

Lyra miró sorprendida al desconocido que forzaba a su Pokémon exhauto a levantarse y atacar. Apretó las manos en puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos y los ojos se le aguaron.

— ¡Chika no lo permitas! — Lyra señaló al Raticate — De nuevo usa hoja navaja.

Chika se apresuró a cargar contra el roedor para golpearlo con su hoja y regresarlo al suelo. El Raticate intentó levantarse, pero una última mueca de dolor lo hizo desistir y quedar quieto en el lugar donde había caido.

Lyra observó intranquila al Pokémon insconsciente mientras se preocupaba por su estado envenenado, hasta que vio al hombre acercara él y patearlo a un lado para apartarlo de su camino. No puedo evitar soltar un grito de sorpresa, al tiempo que se pegaba a la pared asustada y Chika corría a su encuentro para hacer de barrera contra el hombre que parecía acercarse.

— Ya no me sirves... — El hombre descartó la Pokeball del Pokémon junto al cuerpo inconsciente — Entonces... — Miró de reojo a la entrenadora y después al Pokémon a sus pies — Creo que tendre que quitarte a esa cosa con otros métodos — Dio un paso al frente y sonrió al ver como la niña se estremecia — Oh... esto será muy fácil.

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Galen caminaba de regreso a Ciudad Cerezo, después de haber despachado a Leafeona su Pokéball y terminado de revisar los mensajes de su Pokégear. Había esperado alguna solicitud inoportuna, pero solo tenía mensajes de conocidos que lo saludaban por formalidad o que se preocupaban por su paradero, por lo que se tomó un momento para agradecer o responder gestos.

Se detuvo un momento para observar la entrada a la ciudad mientras meditaba cuales serían sus siguientes acciones. El tiempo que pasó con la niña fue agradable, pero ahora que había terminado y volvía a estar sin nada que hacer, se sintió ligeramente perdido.

Galen levantó la vista para ver como el cielo comenzaba a teñirse en tonos narajas y amarillos en un claro indicio de la proximidad de la noche. Pero a pesar de ello, él aún no quería regresar y hundirse en el aburrimiento de su habitación en el Centro Pokémon.

Entonces recordó el claro en donde antes descansaba y en el pequeño lago en él, así que consideró la idea de realizar una pequeña pesca noctura mientras pasaba el tiempo en algo más que mirar la pared. Con ese pensamiento se dispuso a regresar a su habitación por su caña para poder probar suerte en el claro oculto, en donde Lyra lo había encontrado.

En ese momento recordó con vergüenza que esa era su idea original para el día, pero terminó por distraerse al encontrar el claro y la pereza arruino el resto, aunque tampoco había planeado encontrarse con una niña temerosa. El recuerdo de un chico con una boina roja y una sonrisa estúpida, se sobrepuso al de Lyra y lo hizo arrugar el ceño.

Galen entrecerró los ojos y sacudió la cabeza irritado de sus molestos pensamientos, antes de soltar un suspiro. Estaba cansado de no poder evitar recordar cosas que no quería, pero la situación de la niña era tan extrañamente conveniente que le era imposible no ver sus desagradables vivencias reflejadas en ella, solo para esperar lo peor de todo.

Volvió a sacudir sus pensamientos y decidió que necesitaba centrarse en la actividad que se había propuesto para la noche mientras retomaba su camino al establecimiento donde se hospedaba. Estaba por entrar al Centro Pokémon, pero se detuvo al escuchar un murmullo y sentir como su brazo era jalado en una dirección.

Galen parpadeó momentáneamente, antes de avanzar por sí mismo en la dirección indicada y solo se detuvo al escuchar un grito ahogado desde el callejón. Se encontró con un hombre cernido sobre otra persona que forcejaba para liberarse de su agarre mientras no muy lejos de la pelea podía divisar a un Raticate inconsciente.

Casi atribuye el hecho a un riña a una batalla perdida, sino fuera porque los murmullos tomaron intensidad y los tirones en su brazo fuerza, antes de que el agredido volviera a hablar.

— ¡NO VOY A... ENTREGARTE A CHIKA!

Solo tardó un par de segundos en reconocer la voz de Lyra, antes de avanzar por el callejón con la vista clavada en el hombre sobre ella.

— Eres muy ruidosa, mocosa — El hombre siseó — Solo entregame esa basura de Pokémon que traes contigo y le sacare provecho como se debe — Alzó un puño listo para golpear a Lyra mientras la sostenía por el cuello con su otra mano.

El hombre cargó su puño contra Lyra, pero sintió como este era retenido en medio camino.

— ¿Qué crees que estás haciendo...? — Galen siseó mientras tiraba del hombre lejos de la niña.

Lyra soltó un jadeo audible y se llevo la mano libre al cuello, cuando su garganta fue liberada mientras con la otra acunaba la Pokéball donde resguardaba a su Pokémon. El hombre maldijo en voz baja la intromisión del nuevo entrenador y como este había intercambio su posición con él para intentar someterlo.

El sujeto se retorció con habilidad para evitar ser dominado por completo en el agarre de Galen mientras lo forzaba a detener algunos golpes aleatorios, antes de desviar una de sus manos al suelo y tomar un puñado de tierra sucia. Galen se preparó para recibir el posible ataque, pero en cambio se encogió de dolor al recibir un golpe en el costado y ser apartado de un empujón por el otro hombre.

— Maldito... — Galen tosió mientras se incorporaba y escuchaba murmullos alterados cerca de él — No... — Despues de su negativa los murmullos pararon.

— Tienes suerte... — El hombre miró a Lyra una última vez — Pero yo no contaría siempre con ella — Se dio la vuelta y huyó por el callejón.

Galen observó con frustración como el hombre huía hacía la calle, solo lo siguió con la miradas hasta que se perdió de su vista, antes de desviar su atención al otro habitante del callejón. Encontró a Lyra acurrucada mientras abrazaba sus piernas para mantener oculta una Pokéball y su rostro.

La niña estaba en un silencio aparente, pero el temblor que sacudia su menudo cuerpo era un claro indicio del precario estado en el que se encontraba. No pudo más que maldecir la suerte de la pobre chica y rezar porque la experiencia no la hubiera traumatizado lo suficiente para hacerla desistir de comenzar su aventura o de tener batallas Pokémon, ya que la ilusión que mostró no merecía quebrarse por culpa de una sabandija cualquiera.

Galen miró largamente a la niña y se preguntó como debía proceder para acercarse o tranquilizarla, ya que era consciente que debía sacarla de su trance y de ese lugar lo más rápido posible o podrían arriesgarse a que ese sujeto regresara para terminar lo que había empezado. Por lo que tomó una decisión mientras se incorporaba y sacudia sus ropas, antes de enfrentar a la joven temerosa.

— ¿Lyra...? — Galen llamó con la esperaza de alertarla de su presencia — Lyra... — Intentó tocarla, pero esta se sobresaltó.

Lyra destapó su rostro y observó nerviosa al entrenador mayor sin ser capaz de reconocerlo, ya que tenía la vista nublada por las lágrimas contenidas y el miedo acumulado. Se apartó del toque ajeno y balbuceó palabras incoherentes mientras se acurrucaba más contra la esquina y abrazaba con fuerza la Pokéball entre sus brazos.

— No... Tranquila Lyra — Galen susurró mientras volvía a tomar los brazos de la niña con suavidad — Soy yo... Galen ¿Me recuerdas? — Sonrió al ver como la vista nublada volvía a buscarlo — Ya paso, Lyra... Ese hombre ya se fue... — Cepilló el cabello despeinado y buscó con la mirada el gorro olvidado — ¿Estás bien...? ¿Te hizo algo...? — Soltó mientras se estiraba para recuperar el gorro y sacudia la suciedad en él.

— ¡GALEN — Lyra se abalanzó sobre el nombrado que se tambaleo.

Galen tuvo que usar sus brazos para estabilizarse y no caer con Lyra al suelo sucio, antes de soltar un suspiro aliviado y rodear el cuerpo tembloroso que lloraba contra su pecho. Dejó a la chica desahogarse mientras la acomodaba entre sus piernas y cepillaba de forma improvisada su cabello para volver a colocar el extraño gorro sobre su cabeza.

Hizo círculos en la espalda de Lyra mientras la imagen de una niña de cabello azul se sobreponía a ella e ignoró las manos que aferraban a su chaqueta.

— Está bien… puedes desahogarte... — Galen susurró — No voy a dejar que te pase nada… así que puedes estar tranquila — Intentó consolar.

Galen se dio cuenta que esta era la segunda vez en el día que la chica lo usaba de pañuelo y estaba seguro que eso no era un buen presagio, pero tampoco sentía que debía rechazar su necesidad de apoyo. Dejó que un suspiro se deslizara de sus labios mientras rezaba porque nadie pasara por allí y malinterpretara la situación, ya que eso solo empeoraría las cosas.

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— Espero que haya disfrutado de su estadía aquí, joven Archaic — Se despidió la recepcionista del Centro Pokémon de Ciudad Cerezo mientras la enfermera hacía un gesto con la mano para que se acercara — Si necesita alojamiento de nuevo. Por favor, no dude en buscarlo aquí.

— Así será — Galen asintió a las palabras de la recepcionsta, al tiempo que aceptaba las Pokéball que ofrecía la enfermera — Gracias por la habitación y los servicios — Hizo un pequeño gesto amistoso de despedida a ambas mujeres.

Galen aseguró la mochila que tenía sus cosas a su espalda, antes de girarse sobre sí mismo mientras se encaminaba al lobby del establecimiento y hacía un recuento de lo que había sido su día. Todavía estaba sorprendido de la cantidad de cosas que podían ocurrir en un lugar tan apartado y aparentemente tranquilo como era Ciudad Cerezo, pero tampoco era tan ingenuo como para creer que Johto estaba tan libre de criminales como querían hacer ver y más con el pasado que se cargaba junto a la región hermana.

Caminó en silencio hasta la sección de descanso del lobby para encontrar a Lyra sentada en uno de los sofás con la mirada perdida y bajo la atenta vigilancia de Lion. La niña aún tenía pequeños espasmos que sacudían de forma inconsciente su cuerpo y se sorbía cada tanto la nariz, pero estaba mucho más tranquila que cuando la encontró en aquel callejón.

Había insistido en que quería volver a casa y Galen se preocupó al descubrir que estaba dispuesta a hacerlo por sí misma, a pesar de que apenas podía mantenerse sobre sus piernas temblorosas y que las lágrimas no le permitían ver muy bien. Galen terminó desaprobando la idea, antes de tomar a Lyra en brazos y ofrecerse a llevarla a su destino como había hecho antes mientras los conducia al Centro Pokémon para buscar sus cosas.

Cuando Galen se reunió con Lyra y Lion en el área de descanso. La chica lo miró aletargada al recien llegado mientras dejaba a la vista sus ojos hinchados y resecos de tanto llorar.

Aunque la situación no era para tomarse en broma, pero Galen no puedo evitar resoplar ante la vista peculiar del rostro hinchado frente a él. Acto que parecío captar Lyra, ya que arrugó el ceño y frunció los labios, antes de desvíar la mirada y cruzarse de brazos, pero terminó por sobresaltarse al sentir como algo frío era presionado contra su mejilla.

— Usala para bajar la hinchazón de sus ojos — Galen ofreció la botella de agua fría.

Lyra aceptó vacilante el ofrecimiento e hizo lo recomendado mientras se recostaba en el sofá. Galen se dispuso a descolgar el bolso de su espalda y dejó caer en el lado del sofá que Lion había despejado para él.

— ¿Estás más tranquila? — Galen acarició a Lion que ronroneo en respuesta al gesto de su entrenador.

Lyra asintió en silencio mientras mantenía la botella contra sus parpados y los dedos de su mano libre jugaban con la tela sucia de su overol.

— ¿Sabes que harás con ese Raticate? — Galen enseñó las Pokéball que acababa de recoger de la recepción — Es de ese sujeto y puede que...

— Lo pateo... él lo pateo y lo dejó alli... a su suerte — La voz de Lyra salió rasposa y tuvo que abrir la botella para tomar algo del agua de ella — Yo... perdón — Hizo una mueca ante lo ronca y adoloría que salió su voz — A pesar que dije que no te molestaría mas... yo — Se ahogó cuando las nuevas lágrimas amenazaron con formarse.

Galen estiró un brazo hasta la niña y la atrajó para que se apoyara contra él.

— Ya te dije que no fue una molestia y sigue sin serlo, Lyra — Galen sonrió y palmeó el gorro — Supongo que dejaremos el tema de ese Pokémon para más adelante, pero... — Guardó silencio por un momento.

Galen quería preguntarle lo que había pasado en ese callejón, pero temía forzar a la niña a hablar de algo que no quería, así que decidió que lo mejor sería dejar que ella misma decidiera a quien contarle lo sucedido. Soltó un suspiro cansado, antes apretar el brazo de Lyra con suavidad y apartarla.

— Entonces… — Galen se incorporó — ¿Vamos a llevarte a casa? — Sonrió mientras le ofrecia la Pokéball de Chika que Lyra tomó sin dudar — Antes de que se ponga demasiado oscuro para que sea seguro caminar — Guardó la otra Pokéball en su chaqueta y le tendió la mano libre a Lyra.

Lyra miró largamente la mano ofrecida, antes de aceptarla y dejarse ayudar. Por otro lado, Lion miró a los entrenadores alejarse desde la comodidad del sofá con una mueca de disgusto, antes de bajar de un brinco y ponerse al día con su entrenador, pero eso no evito que refunfuñara cuando Lyra hizo el amago de querer tocarlo.

— Eres un caso perdido — Galen suspiró, ante la actitud de su compañero — Y eso que tenía algo de esperanzas en ti.

Galen había tenido la pequeña esperanza de que Lion se tomara la labor de consolar a la niña, pero solo tomó el rol de vigia que siempre asumía y que también agradecía. Ginger hubiera sido mejor opción, ya que él tenía una personalidad más amistosa, pero sacar a un dragón de tierra de su tamaño en la sala de descanso estaba fuera de discusión, al igual que sus otros Pokémon.

Sacudió sus pensamientos y tomó nota de como Lyra se apretaba contra su brazo mientras abandonaban el edificio sin dejar de mirar con cierto nerviosismo su alrededor. Volvió a suspirar, ya que nunca pensó que pasaría el día siendo un escolta, aunque por alguna razón la idea tampoco le desagradaba tanto si podía garantizar la seguridad de la joven entrenadora de alguna manera.

Ya no podía negar que la niña le recordaba a su viejo amigo y eso solo hacía que sintiera cada vez más preocupación por ella. Sonrió con ironía, al notar que era la primera vez que pensaba en él sin rememorar algo turbio y quisó creer que la niña lo ayudaba a no pensar tanto en el pasado.

Otro tirón en su brazo lo saco de sus pensamientos y se fijó como Lyra se acurrucaba contra él, al ser sorprendida por la sombra de un Hoothoot que se había posado en una farola cercana. Cerró los ojos por un momento, antes de volver a abrirlos para centrarse en el camino y los alrededores mientras se mantenía atento al comportamiento de sus acompañantes.

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Fin del capítulo 4

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