Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer, las historias salieron de mi hermosa y pelirroja cabeza. No se permite publicar en otras plataformas. Ciertos temas pueden ser sensibles para algunas personas (leer la nota al final).

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SUMMARY: La Reina Isabella no puede esperar a que su apuesto guerrero vuelva a sus brazos. Aunque no por algo es reina…

Pareja: Angela/Bella

Rated: M

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Su alteza real se había pronunciado indispuesta para la cena esa noche, hacía un par de semanas que su marido había ido a la frontera de su reino para supervisar las cosechas acumuladas para el invierno.

Isabella lo extrañaba, recordaba su toque, su voz, la paz que le transmitía su rostro durante las noches antes de quedarse dormida y por las mañanas, al despertarse.

Isabella necesitaba a su esposo de regreso.

Tomó su última cucharada de guiso y se declinó en el gran mueble, muy parecido a un trono.

Este mismo sillón había sido objeto de burlas por parte del rey Edward, pues pensaba que Isabella no tenía suficiente con un trono, con ser reina de todo un pueblo, también deseaba sentirse reina dentro de la habitación.

La puerta de su alcoba se abrió, y apresuradamente Ángela, una de sus damas de compañía, entró sonriente con un sobre en su mano.

— ¡Su alteza! Ha llegado un mensaje de su majestad, dice que llegarán dentro de dos noches. — exclamó emocionada la joven dama.

El alivio y la alegría invadió el cuerpo de Isabella. Pronto volvería a ver a Edward.

— Mañana haremos una visita a cada área del castillo, quiero que todo esté impecable para la llegada de su majestad. — reflexiono Isabella en voz alta. Sus damas de compañía Ángela, Tanya e Irina asintieron con la cabeza enérgicamente. Al rey Edward le agradaría enormemente ver el castillo deslumbrante a su llegada.

— Su baño está listo, mi señora. — comentó torpemente Irina, la más joven.

Con un asentimiento, Isabella se puso en pie y caminó al cuarto de baño, lista para relajarse.

Treinta minutos después, la soberana estaba envuelta en una bata color violeta (uno de los colores de la casa real), Tanya se había dedicado a secar su cuerpo con paños suaves y secos, mientras Ángela cepillan con delicadeza su cabello.

— Prepárense. — ordenó la castaña mirando su rostro en el espejo. Las tres chicas detuvieron sus deberes y caminaron al cuarto de baño.

Su alteza permaneció sola en la alcoba, distraída, había comenzado a cepillar su cabello ella misma, imaginando en su mente los escenarios que tomarían lugar en un par de días, a la llegada de su esposo.

Alzó la vista al escuchar la puerta del cuarto de baño abrirse. Sus damas de compañía salieron con batas parecidas a la propia (aunque un poco de menor calidad). Se puso en pie para encararlas.

Retirándose la ligera bata de seda que usaba para dormir, Isabella se desnudó frente a su séquito, sus tres damas de compañía.

Sintiendo su cuerpo arder y retorcerse de anticipación, se sentó elegantemente en su sillón preferido, su 'trono' como lo llamaba Edward.

Las tres damas imitaron sus movimientos, retirándose las ligeras ropas.

— Ángela... — ordenó Isabella con voz contenida.

Todo su cuerpo temblaba, el solo imaginarse las cosas que le esperaban esta noche, podía sentir su núcleo tensarse con necesidad. Edward tendría que llegar rápido.

Escuchando y deseando la orden de su señora, Ángela se aproximó ante ella, y procedió a arrodillarse.

La soberana alzó los brazos para sostenerse del respaldo del trono y abrió las piernas, posándolas en los descansa brazos, quedando totalmente expuesta ante la jovencita.

— Mi señora. — susurró Ángela antes colocar sus manos en los muslos de Isabella, haciendo que esta suspirara. Usó sus delgados dedos para separas los labios del centro de su señora, observando con atención cómo sus fluidos se empezaban a derramar hacia el exterior, haciéndolo lucir brillante, húmedo.

Humedeciendo se los labios, Ángela posó su lengua en la pequeña gota de humedad que amenazaba con rodar por entre los pliegues de Isabella, siguiendo su camino de regreso a su centro.

Las caderas de Isabella dieron un espasmo, al tiempo que esta echaba la cabeza hacia atrás. Sintiendo la urgencia de su señora y sin querer que perdiera la paciencia, Angela abrió más los labios de la castaña introduciendo con ahínco su húmeda lengua en el centro de su señora, arrancando le un gemido.

A sabiendas de cómo le gustaba ser tomada a su señora, Ángela realizó círculos dentro del cuerpo de Isabella, alternando entre lentos y fuertes o rápidos y profundos. Isabella entreabrió los labios, su respiración se volvió rápidamente superficial, tantos años de adiestramiento por fin habían tenido sus frutos. El moviendo de Ángela fue acompañado por las caderas de la castaña.

— Tanya... — graznó su alteza, totalmente perdida. Necesitaba más, necesitaba más rápido, más fuerte, necesitaba liberarse.

Necesitaba a Edward.

Tanya se movió al instante, en un primer momento había estado celosa de que su majestad hubiera escogido a Ángela esa noche, a sabiendas de que Tanya podría hacerla llegar al orgasmo más intensamente.

Aliviada de seguir teniendo el favor de su señora, Tanya se acercó inclinándose. El pecho de Isabella subía y bajaba de forma rápida conforme las atenciones de Ángela la guiaban lentamente hacia el punto máximo.

La rubia se inclinó un poco más, pasando su lengua sobre uno de los pechos de Isabella, rodeando su ya erecto pezón, deseando escuchar la voz de Isabella, deseando escuchar su orden.

— Tanya... — gruñó Isabella con fastidio, seguido de un largo gemido alto, Ángela había conseguido rozar ese delicioso punto. — Angela, haz eso otra vez, por el amor de dios. — sonriendo contra los pliegues de su señora, Angela se esforzó por volver a rozar el punto sensible de Isabella, frotando lo repetidas veces. — Justo ahí, dios, justo ahí. — gimió Isabella ahora perdida entre su mente neblinosa.

Tanya, sintiendo envidia, por fin introdujo el pequeño brote erecto de Isabella, chupando con fuerza y jalándolo con los dientes suavemente. Ella sabía lo que le gustaba a su señora.

Un sollozo escapo desde lo más profundo del pecho de Isabella, no iba a durar mucho. Tomó a Tanya del cabello, señalándole que lo quería más duro, más intenso, quería acabar ya.

— Por dios, Irina. — casi gritó Isabella, llamando a su tercera dama.

Esta al haber empezado hace relativamente poco tiempo, aún estaba aprendiendo acerca de las cosas que le gustaba a su alteza. Se acercó a su rostro, sorprendida cuando Isabela la tomó del cabello y la besó profundamente.

Necesitando el toque, necesitando hacer algo con su boca. No esperó el permiso de Irina para introducir su lengua y jugar violentamente con la joven dama, invadiendo de forma hambrienta su boca, asaltando sus labios.

El movimiento de sus caderas se aceleró, dios estaba tan cerca. Lloriqueo aun respirando el aliento de Irina y no intentó detener su grito cuando Tanya, notando el estado se su señora, tomó los frágiles dedos de Irina y los guió hasta el nudo nervioso entre los pliegues de la reina, colocando sus propios dedos sobre los de la chica, guió sus movimientos sin refrenarse ni molestarse en ir despacio.

Los ojos de Isabella se abrieron enormemente ante la fuerte y demoledora ola de placer que la recorrió.

— Así, así, más rápido, más rápido. — sollozo en voz alta Isabella. Sus labios estaban totalmente abiertos, dejando escapar pequeños cúmulos de aliento.

Su cuerpo se tensó y fue incapaz de continuar con ningún movimiento, Ángela, entonces aceleró más sus embestidas con la lengua, estimulando únicamente aquel punto especial que tanto agradaba a su alteza.

Con un último grito, Isabella dio una fuerte sacudida. Siguiendo tensa durante unos minutos. Ángela se separó limpiándose la boca con el dorso de la mano, pero Tanya continuó guiando los dedos de Irina entre los pliegues de la castaña. Brindándole ligeras lamidas a sus pezones ahora adoloridos.

Las caderas de Isabella continuaron moviéndose, disfrutando las últimas oleadas de placer.

Cuando su cuerpo por fin se tranquilizó, lanzó un jadeante suspiro, mirando a su alrededor.

El silencio reinó por algunos segundos.

Plantando sus pies en el suelo, Isabella habló.

— Deseo dormir ahora, si lo necesitan pueden tomar el resto de la noche para desfogarse. — Con estas palabras de puso en pie, algo temblorosa aún, y se metió entre las cobijas.

Las damas, impacientes, recogieron sus ropas, colocándoselas correctamente.

Se apresuraron a desearle buenas noches a la reina, para poder regresar a sus aposentos y darse alivio las unas a las otras durante el resto de la noche.

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¡Bueno, bueno, bueno! Si tenemos serial nuevo! O: Estoy re emocionada de por fin traerles estas ideas que me han estado rondando en la cabeza. Algunas ya sabrán de qué tratan algunas de las historias, pero espero que a todas les gusten n.n

Si debo decir que habrá algunos temas tabú y a lo mejor jugaremos un poco con los limites, espero no excederme jajaja claro, que ustedes irán poniendo la pauta! No todas las historias serán sobre sexo, tengo algunas muy tiernas y otras románticas. Habrá lugar para todo y para todos.

Espero poder leer sus comentarios. No olviden pasarse por nuestro sensual grupo 'Twilight Over The Moon', allí pongo noticias sobre mis historias y pueden preguntarme cualquier cosa durante los jueves de en vivo 3

¡Nos leemos pronto!