Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer, las historias salieron de mi hermosa y pelirroja cabeza. No se permite publicar en otras plataformas. Ciertos temas pueden ser sensibles para algunas personas.

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SUMMARY: ¿La pasión será algo hereditario? El importante abogado Edward Cullen no tiene la menor idea de cómo cuidar a su pequeña hija, sin embargo, eso no evita que cada día se levante a intentarlo de nuevo. Un nuevo reto surge cuando la niña de sus ojos decide seguir los pasos de su madre.

Pareja: Edward/Renesmee

Rated: K

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— Vamos, pa. Lo prometiste. — decía la pequeña niña de ojos esmeralda.

Todas las mañanas desde hacía 1 año era la misma cantaleta. Edward sabía que no podía retrasar lo inevitable.

Su pequeña hija de apenas 6 años deseaba fervientemente tomar clases de ballet; su amada Tanya había sido una extraordinaria bailarina cuando era joven, era de esperarse que la pequeña Renesmee quisiera seguir sus pasos para honrar su memoria, le había pedido una noche colocar uno de los portarretratos de la sala de estar en su habitación, en ella, Tanya hacía galantería de su vestuario del lago de los cisnes, había sido su último trabajo antes de que se enteraran que Nessie venía en camino, y antes de que... todo se complicará después del nacimiento. Cada noche Nessie veía la fotografía con gran ilusión, prometiendo se a sí misma que enorgullecería al recuerdo de su madre siguiendo sus pasos.

Edward suspiró.

— De acuerdo, saldré temprano del despacho e iremos a la academia. Pero solo a pedir informes, ¿de acuerdo? Sabes que a tu abuela y a tus tíos les encanta pasar tiempo contigo, pero no sabemos si podrían llevarte cuando yo no pueda.

Dios sabía que Edward había hecho hasta lo imposible por criar de forma adecuada a su hija, Nessie había demostrado tener un alto nivel de inteligencia, así que siempre y cuando Edward le explicara a detalle las cosas, se pequeña hija se mostraba de acuerdo... la mayoría de las veces.

Renesmee se levantó del desayunador con entusiasmo y caminó hasta el asiento donde Edward bebía su café. Saltó a su regazo con una sonrisa dejando un pegajoso beso en la mejilla del cobrizo, sus besos favoritos. Riendo, Edward acercó con la punta de sus dedos el plato de panqueques (con extra jarabe) que Nessie estaba desayunando, tomándose su tiempo para comer.

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— ¿Estas seguro que es un buen lugar, Emmett? — cuestionó el cobrizo girando con fastidio en su silla con rueditas detrás de su escritorio.

Era media mañana y los cuñados ya no tenían muchos pendientes, fue en ese momento que Edward había decidido contarle al esposo de su hermana Rosalie (y socio del bufete de abogados) de sus planes para acercarse a la academia de ballet.

— Te lo digo, hombre. La directora estudió el instituto con Rose, estuvo en la compañía de ballet de Nueva York. — dijo Emmett asombrado y orgulloso, desenvolviendo su sándwich para darle una mordida. — Además, es muy linda. — agregó con un guiño pícaro hacia el cobrizo.

Edward rodó los ojos, entre divertido y fastidiado por el común comportamiento de su cuñado.

No tenía interés en saber si esta Bella era linda o no, sus pensamientos estaban más enfocados en Nessie. De alguna forma, el haber perdido a Tanya hacía que Edward sintiera un profundo terror de que su pequeña niña siguiera los mismos pasos de su madre.

Su mente voló a los primeros meses de noviazgo con Tanya, el extremo cuidado que siempre tenía en sus alimentos, la constante preocupación por su peso. Desde ese momento habían descubierto la tensión que invadía su alrededor cuando Tanya cancelaba cualquier compromiso planeado con antelación para tener oportunidad de practicar un par de horas más o de conseguir cualquier audición que estuviera en sus posibilidades.

Edward solo rezaba por el bienestar de Nessie.

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Isabella si era linda… Emmett había tenido toda a razón cuando la describió, claro que eso no quitaba el hecho de que él aun no confiaba en ella.

— Bienvenidos. — les sonrió Isabella cuando se dio cuenta de su presencia a través del espejo. La castaña había llegado temprano para poder calentar correctamente antes de que llegaran las niñas. Se puso en pie y caminó pacientemente hacia ellos. — ¿En qué puedo ayudarles? — preguntó. Sus ojos miraron cálidamente el rostro de Edward, si sonrisa se ensanchó al reparar en la tímida presencia de Renesmee, quien se escondía un poco reticente detrás de su padre.

— Queremos preguntar por las lecciones de Ballet… me dijeron que tiene clases de prueba… — Edward no estaba muy seguro de la forma en que debería dirigirse a la joven castaña frente a él.

— Si. La clase empieza en… — miró detrás de ella, al enorme y redondo reloj de pared, justo arriba del gran espejo. — Diez minutos, las chicas no deben tardar en empezar a llegar. — miró traviesamente al cobrizo. — Aunque es el grupo de inicio… ¿Para quién es a clase?

La pregunta logró que las mejillas del joven padre se tiñeran de rojo al pensar en sí mismo tomando las clases… con mallasbailando… La suave risa de Nessie lo sacó de sus cavilaciones y plantó una sonrisa amorosa en su rostro. Acarició su suave cabello mirándola con ternura.

— La señorita quiere aprender… — dijo suavemente aun mirando a su hija. Isabella aprovechó el comentario para arrodillarse y mirar de frente a Renesmee, quien ahora se veía con un poco más de confianza a causa de la risa.

— ¿Te gustan las bailarinas de Ballet? — susurró como si fuera un secreto. Renesmee asintió enérgicamente, haciendo que sus largos rizos rebotaran en todas direcciones.

— Mamá era bailarina… — dijo la pequeña con entusiasmo. — Bonita… bonita… — musitó regresando a aferrarse a la pierna de su padre. Isabella alzó la vista hasta Edward intentando encontrarle una explicación.

— Tanya falleció poco después del nacimiento de Nessie… — murmuró Edward con reticencia. — Intento mantener su imagen cerca de ella para que la recuerde…

Isabella sonrió con simpatía ante los susurros del hombre. No tenía mucha experiencia con los padres que se tomaban el tiempo en conocer y alentar a sus hijos, y sin lugar a dudas este era un par muy tierno.

— ¡De acuerdo! ¿Por qué no te pones tus zapatillas de calentamiento y te atas esos lindos rizos? Así podrás tomar la clase. — se puso en pie con renovado entusiasmo, sonriéndoles.

Edward parecía inseguro.

— No tiene zapatillas, yo… no sabía.

— Tienes razón. — le interrumpió la castaña. — Dijiste que era la primera, mi error. — volvió a sonreír. — Debo de tener algunos pares en mi oficina, — se quitó la liga para el cabello que siempre permanecía en su muñeca y se la tendió a Edward. — átale el cabello mientras voy por ellos. — añadió dándose la vuelta.

Al quedar solos, padre e hija se miraron inquietos. Edward los guió hasta una de las bancas al final del salón de baile, rezando porque la delgada liga fuera suficiente para domar los salvajes rizos de su hija.

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2 años después…

— Eso es todo por hoy, señoritas, muchas gracias. — toda la clase rompió en aplausos cuando Bella terminó la hora de estiramiento.

Así las encontró Edward cuando entró apresuradamente al salón de baile, suspiró ahogadamente cuando se dio cuenta que había llegado justo a tiempo. Su mirada se cruzó con la de Bella cuando está alzó su brazo en dirección a él.

— ¿Todo bien? — cuestionó como siempre preocupado. Isabella rió.

— Más que bien, de echo. — Isabella dio una rápida mirada a Renesmee quien, ya con ocho años, hablaba animadamente con sus amigas. Su pequeño cuerpo se había moldeado adecuadamente ante las exigencias del baile, volviéndose alta y estilizada. Una completa belleza. — Quería hablarte del desempeño de Nessie.

Edward frunció el ceño.

— Acordamos que, si de verdad quería esto, su compromiso debía ser del cien por ciento, ¿hubo problemas? — exigió saber. Isabella rodó los ojos ante las apresuradas conclusiones del cobrizo.

— Tranquilo, tigre. Nessie es una excelente estudiante. En efecto, quería preguntarte si era posible cambiarla a un curso más avanzado, con las chicas grandes. — la actitud de Bella era entusiasmada y paciente. El pecho de Edward se infló con orgullo al pensar que su nena hubiera avanzado más rápido que las demás niñas. Por supuesto que era talentosa.

— ¿Es… seguro? — Edward se habían matado durante todo el primer año de clases en leer libros acerca de Ballet, de ejercicios y la alimentación que requerían las bailarinas. Y en algunos de ellos aseguraban que la edad adecuada para empezar a usar puntas era de doce años. Por supuesto que las opiniones cambiaban dependiendo de a quién le preguntases.

— Nos tomaremos las cosas con calma para que sus pies se acostumbres, pero creo que si empieza ahora podrá llegar todavía más lejos.

Edward no supo si fue la esperanza brillando en los ojos de Isabella o el deseo de que su hija siguiera sus sueños lo que lo llevó a decir:

— Si eso es lo que ella quiere. — dijo Edward visiblemente más relajado y hasta aliviado. Bella le dedicó una brillante sonrisa, tomando su brazo de forma agradecida, y se giró.

— Nessie, tu papá dijo que sí. — exclamó contenta. Edward y Bella se miraron por unos segundos, compartiendo el agradable momento con el grito de felicidad de Renesmee en el fondo. — Los acompañaré a la tienda y te explicaré todo lo que necesitas saber para futuras visitas.

La sonrisa brillante de Edward fue reemplazada por un ceño fruncido. ¿explicar…?

— ¿Lo que necesito saber…?

— ¡Mis nuevas puntas, papi! Debemos ir a comprar mis puntas. — le interrumpió Nessie dando saltitos hasta llegar a él y arrojarse en sus brazos. Cada vez se iba haciendo más difícil cargarla.

— Déjame ir por mis cosas, ya los alcanzo. — Isabella no le dio tiempo a Edward e replicar nada.

El viaje en sí había sido silencioso y tranquilo. Aprendiendo de la experiencia, Edward había colocado un disco de música clásica en el estéreo para poder tranquilizar a la muy activa Renesmee.

Cuando estacionaron frente a la tienda de ropa especializada de Ballet, Edward agradeció la inteligencia de Isabella al acompañarlos, no había forma de que él supiera qué hacer allí dentro.

Bella lideró el camino dentro.

— Bien, Nessie. — empezó a hablarle a la chiquilla con todo profesional. — Lo más importante al escoger tus puntas es la comodidad, no podrán ser del todo cómodas pues suelen ser de materiales muy duros… como cerámica, madera o goma. — se acercó al mostrador y saludó a la dependienta. — Ella es Emily, su abuela abrió la tienda hace muchos años y ahora ella se encarga de la tienda.

— Hola, linda. ¿Qué tipo de zapatos estas buscando? — preguntó Emily con una sonrisa. Mirando a Nessie.

— ¡Mis primeras puntas! — gritó Renesmee con alegría, haciendo reís a los tres adultos a su alrededor.

— De acuerdo, ¿en qué talla las necesitas? — inquirió Emily risueña. Después de exclamar de la misma forma su talla de zapatos, Emily se perdió al fondo de la tienda en busca de algunos pares.

— Necesitará unas punteras… — Bella se inclinó en dirección a Edward para empezar a explicarle. — Son de mucha ayuda durante los primeros meses, evitará que se lastime demasiado la piel de sus dedos.

— De acuerdo, ¿de qué talla? — preguntó Edward, tomando nota mentalmente.

— Son de la talla de la zapatilla. — guardó silencio cuando Emily regresó con 4 cajas angostas y unas cuantas bolsitas transparentes. Bella tomó los materiales y caminó a los asientos del centro. — Bueno, Nessie. Primero prueba las punteras… — explicó suavemente. — Recuerda lo que hablamos, tienen que ser flexibles, pero también deben darte soporte. — comentó mientras se sentaba en el suelo frente a la niña y empezaba a abrir las bolsitas transparentes. — Estas son de silicón. — dijo, tendiéndoselas.

Edward recordó haber visto alguna vez las punteras. Parecían como la mitad de un calcetín (solo la parte donde van los dedos) y, cuando Nessie se las puso, estas le cubrían hasta la mitad del pie, dejando libre el empeine. Renesmee se las puso, poniéndose en pie para sentir el material.

— Es viscoso. — dijo Nessie arrugando la nariz de forma graciosa.

— De acuerdo. — rió Isabella. — Entonces, creo que estás te gustarán más… son mixtas. Un poco de silicón y un poco de tela. — siguió explicando retirándole las punteras de silicón y poniéndole las nuevas.

— ¿Esas se sienten mejor? — preguntó Edward tocando el material tentativamente. Parecían tener el ajuste correcto.

— ¿Cómo se sienten tus dedos, Ness? — inquirió Bella.

— Ajustados, pero bien. — dijo Renesmee.

— Oh, de acuerdo. Entonces probaremos unas más grandes. Recuerda que tus dedos solo deben sentirse un poco justos, si están muy ajustados te dolerán después de la práctica. — siguió explicando Bella pacientemente.

Pasaron algunos minutos en los que Emily se apresuró a llevarles un par nuevo de punteras y que tanto Isabella como Renesmee quedaran complacidas con estas.

— ¿Ahora van las puntas? — preguntó Nessie saltando un poco.

Así es, nena. — Isabella le sonrió con cariño. Volteó a mirar a Edward. — Recomiendo comprarle dos pares para empezar, uno de yeso y madera y otras mixtas. Así se acostumbrará al esfuerzo en los músculos y no iremos sobre los límites antes de tiempo.

Asintiendo, Edward se sorprendió ante los conocimientos de Isabella, aunque no era una noticia nueva, siendo Isabella una bailarina profesional era obvio que supiera tanto de estas cosas.

Bella tomó el primer par, este era de la talla exacta de Nessie. A Edward le pareció raro que no tuvieran los característicos listones a los lados, pero decidió no decir nada y mejor esperar a que Isabella lo explicara.

La caoba alzó una de las zapatillas para que Edward y Nessie pudieran verla.

— Esta parte se llama 'alma', digamos que es la suela de la zapatilla. Debe ser muy firme y dura para que tus pies puedan permanecer verticales al bailar. — Isabella se tomaba esta parte muy en serio, siempre procuraba que las niñas supieran que en ballet no era solo alzar los brazos y verse bonita. — Esta parte se llama 'caja', debe quedarte perfecta para poder mantener tus dedos en su lugar y así evitar que se muevan y lastimen. — siguió explicando mientras manipulaba con facilidad familiaridad el zapato. — Y eso se llama 'tope', esta parte será todo tu soporte al momento de bailar y mantenerte en puntas, así que debe ser muy duro y resistente. — al decir esto Bella dio unos cuantos golpes en el suelo con el tope de la zapatilla dejando que padre e hija escucharan el sonido sordo y duro que producía.

— Suena… doloroso. — admitió Edward no muy seguro de querer que su bebita pasara por todo eso.

— De pie, nena. — pidió Bella a la chiquilla, sin prestarle más atención a Edward. Le colocó las zapatillas. — Tus pies son delgados, así que usaremos las puntas 'grishko', se amoldarán mejor a tus dedos. — dejó que Renesmee se apoyara en sus hombros para poder alzar mejor los pies y balancearse dentro de las zapatillas.

— Bien. — comentó mirando a Edward de nuevo. — cuando esté probándose las zapatillas debemos intentar meter un dedo dentro. — dijo mostrándole cómo debía hacerlo, sobre el empeine. — Si cabe el dedo significa que el zapato le queda grande. Ahora, hacemos relevé con este pie. — instruyó Bella. Rápidamente, Nessie colocó la punta de su pie en el suelo, alzando el talón tan arriba como podía. — La parte del talón debe ser justa o, en su caso, ligeramente más grande. — explicó pinchando suavemente la tela sobrante del talón. Tomó las manos de Renesmee y las puso sobre sus hombros para que la niña no cayera. — En puntas, cariño. — Nessie tardó unos segundos en tomar el impulso para sostenerse sobre las puntas de sus pies.

Edward vio el esfuerzo que le costaba su hija mantenerse recta, estirando su cuello y su espalda con tensión para tener una buena postura. De nuevo, las dudas le invadieron, pero se obligó a disiparlas al recordarse que este era el sueño de Renesmee.

— Descansa. — murmuró Bella, frotando los brazos de Nessie de arriba abajo, intentando aliviar su incomodidad. — Bueno, linda, tal parece que estos son un poco grandes para ti, probemos una talla menos…

Y así pasaron casi 2 horas asegurándose de encontrar las zapatillas perfectas. En ocasiones Edward hacia preguntas para entender cómo funcionaban los zapatos y qué tenían que ver los materiales con que estaban hechos.

Al final de la tarde, tanto Nessie como Bella salieron con dos pares nuevos de zapatos. Para Edward, la sonrisa de su hija pequeña valía cada segundo dentro de la tienda y cada centavo gastado en las (muy) costosas zapatillas. También agradecía que le estuviera yendo tan bien al bufete, así evitaría terminar en banca rota a causa de las zapatillas.

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1 semana después

Edward atravesó la entrada del estudio de ballet, buscando con la vista a su pequeña niña. Desde hace una semana que se sentía más relajado, pues el reubicar a Nessie en la clase avanzada le había dado la oportunidad de recogerla a todas sus clases sin tener que recurrir a su madre o a Rosalie para cuidar de ella hasta que la jornada del bufete terminara. Ambos se encontraban más felices ahora que podían pasar más tiempo juntos.

Todas las alarmas se encendieron en su mente cuando la ubicó sentada en una esquina, totalmente quieta mirando al suelo.

Casi todas las otras alumnas ya se habían ido. Vio a Bella manipulando el pequeño equipo de sonido, mirando hacia arriba, hablándole sonriente a una de las madres, se acercó cuando la mujer se alejó de la castaña. Pensaba obtener algunas explicaciones para estar preparado.

— ¿Qué sucedió? — cuestionó el cobrizo intentando contener sus instintos asesinos. Bella se puso en pie con un suspiro y tomó su brazo con un movimiento suave.

— Tengo que ir por unas cosas a la bodega, ve con ella, enseguida te alcanzo. — susurró mirando de reojo a la chiquilla de cabellos dorados.

Edward le hizo caso y se apresuró a llegar al lado de su hija.

— ¿Todo está bien, linda? — murmuró con desconcierto. Con algo de dificultad se dejó caer al suelo a un costado. Intentando hacer que su hija se sintiera más cómoda, alzó los brazos y manipuló el apretado moño en el que estaba peinado su sedoso cabello. Las hebras casi rubias se extendieron por todo su rostro, sus hombros y parte de su espalda, tal vez deberían ir por un corte de cabello en algún momento durante el fin de semana.

Renesmee no dijo ni una palabra, solo recargó su cabeza contra el hombro de su padre, sus ojos nublados por las lágrimas decían más de su estado de ánimo que ella misma.

Isabella llegó rápidamente cargando un montón de cosas. Al igual que Edward, se dejó caer descuidadamente frente al padre y la hija. Ella misma había soltado su cabello que ahora flotaba un poco desastroso a su alrededor.

— Bien, nena. Necesito que me digas lo que pasa. — empezó a decir con voz paciente pero firme. — ¿Son tus brazos? — silencio — ¿Tus pies? — Nessie alzó lentamente la vista hacia Isabella. — De acuerdo, fuera zapatos. Veamos lo que tenemos.

Bajo la atenta mirada de ambos adultos, Renesmee se retiró las zapatillas de puntas, dejando a la vista sus pequeños y delicados pies.

Edward la miró horrorizado.

Su hija, su princesa, su pequeña bebé. La culpa lo golpeó seguido de vergüenza, ¿cómo pudo haber pasado por alto esto? Los pies de la niña estaban tan lastimados que parecía que hubiera caminado descalza sobre piedras. Tomó uno de sus pies para inspeccionarlo más de cerca bajo la atenta mirada de Isabella. La planta de su pie estaba roja y callosa, la parte de debajo de sus dedos parecía estar en carne viva y el costado externo de su pulgar tenía una herida abierta. El talón también se veía maltratado, pero lo que más llamaba la atención era la hinchazón del empeine.

Los ojos de Edward se llenaron de lágrimas al pensar en todo el dolor que Renesmee tuvo que haber aguantado para llegar a este punto. Su furia salió a la superficie cuando Nessie gimió de dolor cuando él había intentado separar suavemente sus pequeños dedos.

— Esto es todo. Dejaremos todo esto en este momento. — exclamó mirando con indignación a Isabella.

— ¡No, papá! ¡Por favor! ¡Estoy bien! — sollozó con pánico Renesmee.

— ¿Bien? ¡Mira cómo tienes los pies! ¿Por qué no me dijiste que te dolía? ¿Por qué no detuviste tus ensayos si te dolía? — su pechó se apretó al ver a su desconsolada hija.

— Edward… — intentó tranquilizar al cobrizo, pero este solo tomó a Renesmee en sus brazos, sentándola en su regazo. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas cuando la pequeña se acurrucó en su pecho, aferrándose a su abrazo.

— No quiero dejar esto, papi… — susurró Nessie contra en pecho de su padre.

Isabella vio el esfuerzo que hacía Edward por no retener sus emociones, por ser fuerte por su hija. Besó el tope de su cabeza cerrando fuertemente los ojos.

— Edward… — volvió a decir Bella para llamar su atención. — Sé que es duro, pero estas cosas son completamente normales. — retiró sus propias zapatillas de calentamiento para mostrarles a ambos sus pies. Llenos de manchas y heridas cicatrizadas. El hueso de su dedo pulgar más sobresaliente de lo que debería ser. — Nuestros pies pasar por muchos cambios durante los primeros meses con las puntas. Nuestra piel también se lastima y se endurece hasta que pueda soportar la presión de nuestro cuerpo sobre las puntas de los pies.

Edward la miró suplicante, ¿Nessie sufriría de esto durante el resto de su vida? Solo el pensamiento volvió a empañar su vista.

— ¿Tal vez podamos esperar algunos días a que sus pies sanen? — fue su último intento de proteger a su pequeña.

Isabella tarareó, pensando.

— Bueno, descansaremos de las puntas esta semana. — empezó, dando su brazo a torcer. — Pero, Nessie deberá venir para calentamiento y estiramiento. No quiero que pierda flexibilidad por los días inactivos. — finalizó. Se sintió victoriosa al ver que Edward se rendía por fin.

Isabella abrió la pequeña maleta que había colocado detrás de ella, era un botiquín de emergencias. Abrió un cuadro de gaza y la mojó con una solución café que evitaría que se infectase, la colocó sobre un extremo del empeine, cubriendo también la planta del pie.

— Usaremos toallas de papel debajo de las punteras, probablemente necesitará unas más grandes para que no le aprieten. — empezó a dar instrucciones. — Te diré dónde comprar cuadritos de piel sintética para que las use en las use donde tenga más presión. — apretó los dientes al ver que el espacio entre sus dedos estaba igualmente enrojecido. — También usaremos muchas curitas a partir de ahora.

Ambos adultos se quedaron en silencio mientras Isabella atendía delicadamente el pie de Nessie. Edward la apretaba más contra sí en los ocasionales sollozos o gemidos por parte de la niña.

Cuando terminaron el doloroso proceso, Isabella recomendó dejar a Nessie descalza durante la noche para que su piel pudiera respirar, por lo que Edward la tomó en brazos para llevarla al coche con Isabella detrás, cargando la mochila con las pertenencias de Renesmee.

Una vez que Nessie estaba acomodada en el asiento trasero, Edward cerró la puerta para volverse hacia Isabella.

— No voy a poder soportar esto. Es muy pequeña. — dijo suplicante. Esperando que Isabella reconsiderara la situación.

Bella lo tomó por los hombros, mirándolo a los ojos.

— Nessie es fuerte, Edward. Ella sabía a lo que se enfrentaba al empezar a bailar. — susurró mirando fugazmente a la niña sentada tristemente dentro del carro. — Es muy buena, Ed. No le quites su sueño ahora que está empezando a tocarlo.

Edward atrajo a la castaña entre sus fuertes brazos. Buscando consuelo para él más que para Isabella.

Él sabía de los sacrificios que se requerían para bailar, y su hija lo deseaba tan desesperadamente que nunca se perdonaría a sí mismo si no se comprometía con en ese sueño de igual manera.

Con un asentimiento, suspiró hondamente. Echó los hombros hacia atrás y aceptó el destino de su hija y todo lo que traería consigo.

Eran ellos dos contra el mundo.

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¡Capítulo nuevo! Quería que este fuera tierno jajaja Ni siquiera es tanto la historia… tengo una obsesión por el Ballet y por las bailarinas jaja solo quería un lugar en donde poder desahogarme jajaja

Espero que les haya gustado… no sé si escribir una segunda parte, se me acaban de ocurrir algunas ideas mientras terminaba de escribir este capítulo… pero como siempre, ustedes tienen la última palabra. Háganme saber si quieren una segunda parte o si prefieren pasar a otra historia.

No olviden dejar un comentario, tampoco olviden pasarse por nuestro lindo grupo e Facebook 'Twilight Over The Moon'.

¡Nos leemos pronto!