Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer, las historias salieron de mi hermosa y pelirroja cabeza. No se permite publicar en otras plataformas.
.
SUMMARY: Bella tiene un vergonzoso accidente mientras Emmett está de viaje, afortunadamente llega a tiempo para ayudarla de la mejor manera que sabe, de cualquier forma, él es el experto. Claro que, también es una buena excusa para celebrar.
Pareja: Emmett/Bella
Rated: M
Advertencia: Sexo rudo, sumisión/dominación, si eres sensible a este tipo de temas puedes abstenerte de leer.
.
.
.
¿Dónde guardo esto? Se preguntaba Bella, irritada.
Emmett estaba a punto de llegar y la castaña debía tener todo acomodado para que el grandote hiciera su trabajo.
Decidida a no darle más vueltas, tomo el bulto de ropa (el cual desconocía si estaba sucia o limpia) que estaba encima de la cama y lo arrojo al cesto descuidadamente. Entro al baño y tomo un par de toallas medianas, nunca lograba recordar con exactitud las cosa que suele usar Emmett.
Escucho unos golpes en la puerta principal. Apresurándome, arrojo las toallas a la cama y camino hacia el sonido.
Una brillante sonrisa la recibió al abrir la puerta.
Emmett era la clase de persona que se encargaba de hacerte olvidar tus problemas con una sonrisa, siempre había pensé que ese era el secreto detrás de su éxito como masajista.
— Disculpa la demora, Bells. Uno de los chicos se lesionó al final del partido y tuvimos que retrasar nuestra salida. — fue lo primero que dijo Emmett al poner un pie dentro. Su gran figura pareció llegar cada rincón del apartamento.
— Me alegro que hayas llegado, Em. Recién terminó de acomodar todo. — confesé con algo de vergüenza. Antes de hacer cualquier otra cosa, rodeé su cuello con mis brazos, llenándome de su olor. Me rodeó la cintura con alegría.
Nos habíamos conocido durante la universidad y desde el primer momento había surgido una conexión especial entre nosotros. Ahora, Emmett era fisioterapeuta de un equipo de futbol y solía irse por algunos días cuando la temporada les exigía viajar a otros estados para jugar un partido. Siempre lo extrañaba durante esas temporadas. Ahora ambos eran profesionistas y sus vidas parecían estar en el mejor momento.
— Cuéntame de nuevo qué te pasó. — pidió Emmett mientras seguía a Bella a la recámara.
Ayer había tenido que hablarle, a pesar de que estaría en casa al día siguiente, casi no había podido soportar los moretones durante la noche, y en esos casi, él era el único que tenía las respuestas.
El grandote se sentó en su lugar de costumbre, la esponjosa silla de mi tocador. Puso su enorme maleta en el suelo abriéndola, rebuscó unos momentos para después empezar a sacar algunos aceites con olores diferentes.
Suspiré.
— Estaba apurada en la oficina, debía entregar unos documentos bastante importantes. — empecé a contar torpemente. — Pero olvidé que el fin de semana habían colocado una rampa en la entrada del baño para sustituir el escalón... y tropecé... — finalicé con el rostro fuertemente sonrojado.
A pesar de que no era la primera vez que Emmett se ocupaba de mi por una caída, siempre me avergonzaba mi facilidad para terminar en accidentes.
— Eso te pasó por intentar caminar y masticar chicle al mismo tiempo... — Emmett soltó una carcajada al ver la indignación apoderarse de mis facciones. — Es broma, nena. Dime dónde te golpeaste. — preguntó sacando un bote de gel antibacterial, vaciando un poco en su palma y frotándose las manos.
— Pues... — comenté insegura. — Primero fue aquí. — Señaló la parte trasera de su hombro. La blusa de tirantes dejó ver el moretón que empezaba formarse, era bastante grande y parecía doloroso. Emmett se acercó, tanteando el área con los dedos, buscando algún abultamiento o raspón. Bella se alejó de su toque. — Aún está algo sensible. También tengo uno por aquí. — tomé el borde mis pantalones de pijamas y lo bajé para mostrar un moretón casi igual de grande que el primero. Este se encontraba un poco más abajo de la cadera. Emmett se puso en cuclillas y repitió la misma acción que con el otro. — Ese ya casi ni lo siento.
Emmett se puso en pie con un asentimiento.
— Esa debió ser una caída muy fea. ¿Algo más? — miró a la castaña con ternura.
— Pues... tengo algo de dolor en las piernas cuando camino... — comenté no muy segura.
Emmett asintió, pensando.
— Bien, relajaremos tus músculos con el masaje, si estos días te siguen molestando las piernas, tendremos que ver a un especialista, ¿de acuerdo? — su tono serio y preocupado le dio la confianza faltante a Bella, quien asintió. — Bien, fuera ropa y recuéstate boca abajo. — finalizó sonriendo, señaló la cama y le dio un guiño.
Sin pensarlo mucho, hice lo que me pidió, terminando por recostarme boca abajo al centro de la cama. Cerré los ojos intentando no avergonzarme por la desnudez, Emmett la había visto desnuda cientos de veces, y no era su primer accidente después de todo. A demás era su trabajo.
Sentí a Emmett moverse a mi lado, después noté que colocaba una toalla sobre mi trasero.
— Empezaré por los pies e iré subiendo. — comentó Emmett justo antes de empezar, me miró de reojo y solo había asentido brevemente.
Emmett comenzó con la planta de los pies, frotando la sensible piel con bastante presión, suspiré con agrado cuando llegó a mis tobillos, terminando de relajar completamente mi cuerpo.
Después de un par de minutos, escuchó como el chico bombeaba un par de veces el dispensador de aceite, la lavanda era mi favorito. La presión subió por las pantorrillas y me removí un poco cuando Emmett tomó mi pierna y guió la planta del pie sobre su hombro, hice ademán de recolocar mi toalla, pero al último segundo me detuve, no tenía mucho caso.
En algún momento del masaje, Emmett decidió que necesitaba un mejor ángulo para manejarme, así que se alejó unos segundos y volvió con una pequeña almohada cuadrada, colocándola debajo de mi ingle, elevando mi trasero.
Bueno, ese es el mejor ángulo que te puedo ofrecer para esta situación. Te lo aseguro.
Continuó con mi otro pie, prestándole la misma atención. Cuando quedó satisfecho con la disminución de mis quejas ante el dolor, se concentró en la parte trasera de mis rodillas y mis muslos. Fue ahí cuando lo sentí.
La tensión de los músculos golpeados era una cosa, pero esto era… era…
Suspiré algo abrumada por la sensación. La presión y el movimiento de mi cuerpo y el de Emmett hacía que mi piel se presionara contra el cojín, pude sentir la primera contracción de mi centro cuando mi clítoris envió descargas eléctricas por cada fibra nerviosa de mi cuerpo.
Jadee en voz alta.
— ¿Te duele ahí? — preguntó Emmett sin tener idea — ¿Sientes presión?
Hombre, no tienes idea.
— S-sí, está a-algo tens-so... — tartamudee en un susurro.
Sin decir más, siguió presionando suavemente la parte trasera de mis muslos, el suave vaivén movía la cama por completo lograba que la almohada debajo de mi rozará nuevos ángulos.
Intenté morder mis labios para controlar mi respiración. Sentí a Emmett subir a la cama y colocarse entre mis piernas, que inconscientemente había separado. Colocó cada mano sobre un muslo, haciendo presión al mismo tiempo.
Gemí frunciendo el ceño. Un poco más.
— ¿Bella? — preguntó Emmett dudoso.
— Solo un poco más por favor. — suplique, ya sin importarme. Yo misma guié los movimientos de mi cadera, con Emmett ahora ejerciendo más presión. Si. — Emmett. — exclamé entre dientes cuando la liberación me golpeó como bomba nuclear. Las manos de Emmett se tensaron sobre mí.
Mi cuerpo se sacudió en temblores, deshaciéndose contra la cama.
El silencio reinó por unos segundos y la culpa me invadió. Antes de poder decir algo, sentí a Emmett continuar sus movimientos logrando que se produjeran los últimos espasmos en mi interior, sacudiéndome entera. Sus dedos se enterraron cada vez más en el interior de mis muslos, casi rozando mis labios, mis muy sensibles labios.
Tome una bocanada de aire.
Agregando presión, Emmett logró separar más mis piernas, dándole más espacio para continuar.
Si, bebé. Casi estás allí.
El primer toque contra mis pliegues casi me manda al borde. Mis caderas se alzaron para conseguir un poco más del roce, pero una de las manos de Emmett voló hasta mi cadera, aplastando me contra la cama.
— Ahh — sollocé cuando sale sentí introducir un dedo en mi interior. Si lo hacía desde ese ángulo podría...
Mis ojos rodaron hacia dentro de mi cráneo.
— ¿Sintiese tensión? — el siseo bajo de Emmett fue contenido. Volvió a rozar ese punto.
— ¡Si! — me aferre a las sábanas — Sí, sí. Por favor, haz eso de nuevo. — suplique con los ojos cerrados. En vez de hacerlo, Emmett introdujo un segundo dedo, estrujándome deliciosamente.
Hice a un lado mi cabello para volver mi cabeza y verlo.
La expresión de concentración y deseo en su rostro casi me manda al borde de nuevo. O probablemente fue el enloquecido bombeo que empezó a brindarle a mi adolorido centro.
Después de un par de minutos, en los que evitó que me corriera cambiando la velocidad, retiró los dedos haciéndome lloriquear en voz alta.
La punta de su miembro acarició mis pliegues de abajo hacia arriba, burlándose de mi entrada.
— ¿Lo quieres, nena? — su voz grave se burló de mí. Sacudí en trasero intentando obtener más fricción.
— Si. — suplique. Su enorme cuerpo me aplastó. ¿Cuándo se había quitado la camisa? No me importa. Su aliento chocó contra mi mejilla.
— Pídelo 'por favor'. — susurró, para después darme una mordida profunda en el lugar donde el cuello y el hombro se tocan.
— Emmett... fóllame, por favor. ¿Si? — guió su miembro a mi entrada — Emmett, por favor, por favor, fóllame. Te nece... — mis ruegos se vieron interrumpidos ante su abrupta intromisión. Me quejé muy fuerte ante sus embestidas constantes, llenándome por completo.
De un momento a otro, me tomó por los hombros, levantando todo el peso de mi cuerpo para que quedara casi sentada sobre él. Llegando a un muy mejor ángulo. Me quejé placenteramente por algunos segundos antes de que su grave voz de ordenaba que guardara silencio.
Me tomó del cabello y me obligó a apoyar mi cabeza en su hombro, sosteniendo me rápidamente por el cuello, dificultando mi respiración.
— Esto querías desde el principio, ¿no? — gruñó entre las rápidas embestidas. Su mano libre tomó uno de mis pezones, presionándolo fuertemente entre sus dedos, estirándolo dolorosamente. El rayo de placer llegó directo a mi centro, haciendo que soltara un grito, en éxtasis.
— Me voy a correr — gemí tomando su mano, intentando que volviera a maltratar mis sensibles pechos.
— No hasta que yo lo diga. — gruñó empujándome a la cama, haciéndome rebotar de frente. Disminuyó la velocidad y me tomó los brazos. Yo solo atiné a quejarme y dejarme hacer.
Aprisionado mis muñecas contra mi espalda con su enorme mano. Dejándome incapaz de moverme. Su otra mano aprisionó mi cuello, aplastando mi cara contra la cama, cerró un poco más su agarre haciéndome jadear por aire.
Mis jadeos se volvieron pesados al sentir el final cerca, ¿dejaría que me corriera esta vez? No sabría cuánto más podía aguantar si él seguía con este ritmo.
Unas embestidas después, escuché un sonido extraño, seguido por una sensación viscosa en mi trasero, hasta la entrada de mi culo. ¿Él…?
Solté un grito de sorpresa cuando azotó fuertemente una de las mejillas de mi trasero. Eso dejará marca después. Como ya era su costumbre, dedicó algunos segundos en acariciar la zona maltratada, el cosquilleo hizo un sutil camino hasta mi entrada, rodeándola con duda. Al decidirse, por fin empujó con paciencia su dedo pulgar por mi apretada entrada haciéndome jadear más fuerte. ¿Por qué demonios iba tan lento?
Cuando pudo introducirlo por completo, por fin aceleró las embestidas de su miembro, moviendo un poco su dedo en mi interior, siguiendo el rápido ritmo.
— Isabella… — gruñó jadeante.
Esa era mi señal.
Apoyando mis manos libres contra la cama, sin poder despegar mi cara de la cama aún, acompañé él vaivén de su cuerpo con el mío propio, pensando en lo satisfactorio que sería que él se corriera antes que yo, pero segura de que no había forma de que eso pasara. Emmett siempre esperaba a que yo llegara primero.
Con sonidos casi animales, ambos llegamos al clímax y nos rendimos antes las sensaciones, congelándonos unos segundos ante la abrumadora sensación de placer que estábamos experimentando.
Suspirando, se separó lentamente de mí, dejando una última caricia a lo largo de mi espalda antes de erguirse por completo y caminar al cuarto de baño. Yo, por mi parte, procuré quedarme unos minutos más en la misma posición, sabía que si me ponía de pie con rapidez mi cabeza empezaría a dar vueltas por toda la habitación.
Escucho las pisadas amortiguadas de Emmett, quien traía un par de toallas en sus manos. Al llegar junto a mí, se inclinó y empezó a limpiar con suavidad mi piel, enviando algunos escalofríos y arrancándome suspiros de satisfacción.
Una vez terminado se dejó caer junto a mí con un bufido cansado. Me di la vuelta para rodearle con mis brazos (aunque eran bastante cortos y no me alcanzaban para rodear su enorme figura), él hizo lo mismo, soltando un suspiro y besando el tope de mi cabeza.
— Bienvenido a casa, grandote. — dije soltando una risa ante su sonido de fastidio.
— Eres una embaucadora… no tenías nada. — se quejó apretándome un poco más entre sus enormes brazos.
— Claro que no. Si me caí, y si me accidenté. El que llegaras justo a tiempo y dispuesto fue cosa de suerte. — me burlé. Inhalé su aroma, tantos días separados me habían hecho extrañarlo muchísimo. — Solo estoy feliz que por fin estés en casa. Detesto que las temporadas sean tan largas, los chicos deberían ser capaces de funcionar sin ti.
Emmett rió.
— Solo son algunos días al mes, amor. — contestó sonriente antes de dejar un beso en mis labios.
.
.
.
Bueno, no he pegado el ojo en toda la noche… así que si hay errores me dicen y los corregiré luego jajaja pero ya tenía esta idea desde hace varias semanas, pero por alguna razón no podía hacer que pasara. ¡Hasta hoy! Espero les guste, no olviden dejar su lindo comentario para saber qué les parece, tampoco olviden pasarse por nuestro candente grupo de Facebook 'Twilight Over The Moon'.
¡Nos leemos pronto!
