Capitulo 2

Acero y Muerte

-Krikeeet, no me llames asííí-pidió primero y se paró, tenía miedo de adelantar más pasos-, y lo sientoooo, me dejé llevar, pero es que tú no sabes lo cretino que fue ese chico...¡Y el comportamiento de Miche...la señorita! Ooooh, Kriket, no te enfades...

-¡Como que no me enfade?-esta vez fue el quien se acercó y se detuvo frente a ella, unos cuantos relámpagos y truenos retumbaban e iluminaban el lugar, Vermillion y Bala pasaron junto a los dos chicos que discutían bueno, uno lo hacía y la otra sólo se limitaba a escuchar e intentar replicar. Y el tema siguió así por mucho...mucho rato.

Tres meses después de lo ocurrido en el mercado los hermanos Elric se dirigieron al cuartel general de ciudad central al cual los había citado el coronel Roy Mustang, el alquimista de fuego, para discutir sobre algunos cambios en su misión, lo cual no le gustaba nada al mayor de los hermanos, ver a Mustang era como quien dice su peor pesadilla y no se preocupaba por no demostrarlo aunque en el fondo (muy en el fondo) le tenía un gran cariño al arrogante coronel.

-Llegas tarde, Ed-reclamó Roy, acomodándose unos cuantos cabellos azabaches rebeldes que le caían sobre sus vibrantes ojos negros, sus pies cruzados sobre el escritorio y sus manos entrelazadas sobre su pecho le daban un aire de suficiencia que Edward detestaba tanto, o más que a él.

-Mientras menos tiempo tenga que ver tu cara mejor…-le espetó el rubio de ojos dorados.

-Oye Acero¿Dónde estás? Eres tan pequeño que no puedo verte por esta pila de papeles-contraatacó el comandante sonriendo ante la reacción que esperaba del chico, un arranque de cólera detenido por su hermano menor, Alphonse.

- ¡Dices que soy pequeño como un microbio que hasta una hoja de árbol podría aplastar y que por eso no me ves tras tanto papel?-exclamó agitando los brazos de arriba hacía abajo mientras la gran armadura lo sostenía sin ningún esfuerzo para que no golpeara al comandante.

-Eso mismo quise decir…ahora, vayamos a lo que nos interesa-sonrió Mustang sacando una carpeta amarilla del archivero que tenía frente a el y tendiéndosela al mayor de los Elric quien se la arrebató de las manos para, quizás, demostrarle lo enojado que estaba o tal vez para no permitir ningún contacto con Roy-A tu búsqueda se te unirá "La alquimista de la muerte" es una chica Ed…por favor, trátala como se merece-añadió el militar de ojos negros mientras el rubio salía a zancadas del lugar y cerrando la puerta de un portazo por el último comentario de Roy.

-"…Trátala como se merece" Lo odio, Lo odio…-murmuró mientras hacía como si ahorcase a alguien, pero en realidad estrujaba la carpeta que le habían dado.

-Basta ya hermano, busquemos a esa chica para marcharnos de aquí-dijo Alphonse mientras se acercaba a la taquilla de información de la jefatura-.Señorita necesito saber quien es la portadora del sobrenombre "Alquimista de la Muerte"-pidió mientras la recepcionista amablemente señalaba hacia un árbol donde se podía ver a una chica sentada en el suelo sumida en la lectura de un libro de cubierta marrón, acompañada por otra que miraba interesada una hoja que tenía en su mano y le daba vueltas observándola. La armadura dio las gracias a la mujer y se acercó a su hermano-Oye Ed, es ella, la alquimista que estamos buscando-añadió señalando hacía el gran roble que se erguía frente a ellos.

-¿A si? Pues vamos a buscarla y larguémonos de aquí-le respondió Edward caminado hacía la chica y deteniéndose junto a ella-Tu eres la Alquimista de la Muerte ¿No es así?

-Si, soy yo-dijo la joven bajando el libro y clavando sus ojos azules en los dorados del chico.

Al principio ninguno de los dos chicos las reconocieron, pero al hacerlo el mayor ahogó un grito de sorpresa. Michelle sonrió, con las mejillas enrojecidas y la tentación de tirarse sobre él para abrazarlo, pero la mano de Kat sujetándola discretamente porque sabía sus intenciones la retenía.

-El enano de pacotilla...-murmuró la morena mientras la rubia le miraba con reproche por el comentario hecho hacia el chico-Y su armadura... ¿Como la usas, por control remoto?-añadió con una sonrisa maliciosa en los ojos.

-Esto...Soy su hermano.-comentó Alphonse, a tiempo de detener a su hermano para que no se lanzara sobre la chica con toda su fuerza bruta.

-¿Y por que te escondes en esa armadura?-preguntó Katherine de nuevo, aunque su voz ya no tenía ese tono sarcástico que la caracterizaba segundos antes, Edward se había tranquilizado un poco, aunque no del todo, por eso Al se mantenía alerta, el rubio se le acercó a Michelle y estiró su mano para que la pequeña la estrechara.

-Soy Edward Elric, El alquimista de Acero-sonrió sin notar la mirada del chico de ojos azules que se acercaba a las jóvenes con una camisa naranja combinada con azul marino y unos jeans tejanos.

-Soy Jonathan Tucker y no te acerques a mi prima¡graciaas!-dijo el chico metiéndose entre la mano del mayor de los Elric y la de la rubia que lo miró con recelo.

-Sólo le iba a dar la mano.-el joven encarnó una ceja, molesto. Y encima se llamaban Tucker...Cuánto le dolía recordar ese apellido, cuánto sufrimiento el pensar en aquella pobre niña y su perro que fueron...

-¿Sois hermanos?-preguntó Alphonse, refiriéndose a Jonathan y katherine. No sólo tenían el mismo apellido, sino el mismo color de cabello y ojos.

-No sol...

-Si, La alquimista de la muerte y el nuevo alquimista de la vida, Algo opuesto ¿no?-Edward abrió los ojos como platos, no podía ser coincidencia, algo tenían que ver esos chicos con Shou Tucker, quien convirtió a Nina y a Alexander en una quimera que después fue destruida por Scar.

-...Lo único que sé es que nos han encargado ser compañeros...En la futura misión. Por algún extraña razón no me dejan ir con Al, como siempre han hecho.-suspiró el rubio bajo, mirando con recelo a los Tucker.

-Será por que eres tan pequeño que cualquiera te podría aplastar y necesitas quien te proteja-dijo Katherine con una gran sonrisa algo sarcástica en los labios. Edward no pudo exagerar aquella frase porque apareció uno de los generales avisándoles de que el alquimista de fuego los llamaba, así que su enfado lo pasó en un insulto para el hombre.

-¿El...El comandante...qui...quiere vernos?-Katherine se sonrojó hasta más no poder y pudo observar un brillo malicioso en los ojos del chico que tenía frente a ella al verla de pie, ya que sin darse cuenta se había levantado, y no era mas alta que él, si no al contrario.

-Oh, vaya¿quién es ahora el tan enano casi invisible que puede coger en la mano hasta un chiquillo recién nacido, eh?-preguntó, triunfal. Katherine no le prestó atención mientras se ponía de nuevo sus botas de alta plataforma e iba corriendo a ver de nuevo aquel hombre que, para ella, era tan sumamente apuesto.

Entraron a la oficina del comandante Roy Mustang, próximamente General de brigada lo que lo tenía por las nubes y lo hacía mas arrogante, cuando Acero abrió la puerta como si entrase a su casa encontró al hombre con las manos entrelazadas en su espalda y mirando por la ventana, a su lado estaba Riza Hawkeye, teniente primera y según la opinión de los Elric, amor secreto del comandante.

-Verte la cara dos veces en un solo día...déjame anotarlo en mi agenda como mi día de mala suerte-dijo Ed haciendo como si escribiese algo en su mano. El moreno volteó y empezó a buscar algo entre sus papeles cosa que confundió a los cinco jóvenes que estaban parados en la puerta, pero, esa confusión no iba a durar mucho.

-Creo que escuche la voz de Edward ¿Teniente primera Hawkeye, lo ha visto?-preguntó sin detener su búsqueda.

-Se...Se...Señor¿nos ha mandado llamar?-preguntó más roja que antes una nerviosa Katherine. Riza la observó intrigada. O era una chica que respetaba mucho a sus superiores o Roy era para sus ojos algo más que un superior. Se decantó por la segunda idea, al fin y al cabo la muchacha estaba en plena adolescencia.

-Si no fuese así, no estaríamos aquí...Enana...-añadió evitando echarse a reír Ed.

-¿Me crees tan inmadura como tu para formar revuelo por eso? Es mejor ser una chica y ser pequeña antes de un chico de dieciséis años y parecer una cría de lombriz-le espetó olvidándose por un momento de la presencia del coronel y por lo tanto dejando los nervios aparte por unos momentos.

-Veo que os lleváis bien-bromeó Roy-, aunque yo sigo viendo a Kat más alta que tú.-Edward, en vez de replicar de nuevo, se agachó y señaló la plataforma de las botas de la chica. Esta aprovechó para golpearle con el pie en la cabeza y tirarlo al suelo.

-Ya era hora de que alguien lo golpease-añadió el comandante caminando hacía la chica y besándole la mejilla como un saludo, Riza bajó la mirada al escritorio lleno de papeles del alquimista de Fuego y se reprochó por sentir celos de aquella chica.

-Yo...No...Fue...Nada...-intentó decir, aunque le costó, la muchacha.

-Bueno-carraspeó la mujer, interrumpiendo tan bello momento-, no os hemos llamado para alabar vuestro comportamiento, precisamente.

-Tiene razón teniente primera-asintió Michelle-¿Para que nos mandaron llamar?-añadió mirando a Roy quien volvía a mirar por los grandes ventanales.

-Han ocurrido una serie de asesinatos, cada uno de ellos presenta una prueba de un grupo de asesinos a sangre fría que creíamos disuelto, la organización de asesinos Westread, cada una de sus victimas tiene un grabado a fuego en el pecho con una W y luego una R intercalada en la misma...-suspiró-Necesitamos que se cuiden en su misión seguro van tras la piedra filosofal al igual que ustedes...