Capítulo 3

Peleas de estatura

Michelle dirigió una rápida y nerviosa mirada a Katherine y Jonathan, pero ellos, impasibles como piedras, no hicieron movimiento alguno, a parte del asentimiento por parte de la chica.

-Por cierto-añadió-, tus familiares, amigos, o lo que sean, no deberían acompañarte en las misiones, Muerte. Si no lo hace Al con Acero, no pueden haber excepción contigo.

-Pienso, comandante, que mientras mas seamos, mejor podremos cuidarnos de ese grupo de desalmados-dijo la chica y una extraña sonrisa surcó su boca, al igual que la de su "Hermano".

-No, Muerte. La misión es vuestra, ellos no son alquimistas nacionales. Así que nada de replicas.-dijo, esta vez tajante, Roy. Ella volvió a asentir.

-¡Pues así nos pida lo contrario iremos!-exclamó la brillante armadura mientras la luz golpeaba en la superficie metálica de la misma y se proyectaba en las paredes del lugar. Un largo e incomodo silencio se hizo presente.

-Pues vayan si quieren, ya yo cumplí con decirles que no lo hicieran.-dijo el comandante haciendo una seña con la mano para que salieran todos del lugar, excepto Riza, claro.

-Al, puedes ahorrarte esos gestos de superhéroe¿sabes?-dijo Ed, pero la gran armadura que era su hermano no se lo tomó a mal, sólo se alejó cuando Michelle se acercó, claramente para hablar con el amable Ed.

-Ho...Hola...-tartamudeó la chica aprovechando que John y Katherine hablaban distraídamente en la parte de atrás acompañados por el hermano del rubio.

-Hola.-respondió él, secamente. Eso Michelle lo tomó como un signo de cohibición por su parte, aunque ni de lejos era eso, por supuesto

-Esto...Yo quería...Decirte que de veras puedes...quedarte con esto.-y le mostró aquel pequeño objeto que había hecho que se conocieran.

-No lo quiero, lo dije en el mercado de central, hay cosas mas interesantes, quédatelo-dijo Edward cerrando los ojos y metiéndose las manos en los bolsillos delanteros del pantalón-Dáselo a tu amiga, la enana esa que siempre esta contigo.-añadió señalando con la cabeza a Katherine que ahora hablaba con Alphonse.

-Es...tan...amable...-suspiró Michelle, viendo como Edward se marchaba. Se acercó a Katherine, pero no quiso dárselo tal y como había dado como opción el chico ya que ese era el recuerdo de su primer encuentro.

La chica de ojos azules se acercó al rubio, por consejo de la armadura, la cual le había dicho que su hermano no era tan malo como quería aparentar serlo, en realidad era una buena persona y alguien de gran corazón, según él.

-Oye, creo que comenzamos del lado equivocado de la balanza-dijo tendiéndole la mano- Soy Katherine Tucker-sonrió.

-Sí, Katherine soy más pequeña que una pulga Tucker.-por primera vez podía meterse con alguien de menor estatura que él... ¿A caso iba a desaprovechar eso? Pero por culpa de su idiotez, se ganó una gran colleja que casi lo tira de nuevo al suelo-¡Hey, deja de dar cozes!

-¡Kat, no lo golpees!-gritó Michelle acercándose a ella mientras la chica se preparaba para golpear de nuevo a Edward.

-Solo quise hacer las paces Edward Elric, pero tú mismo has decidido que conste.-dijo antes de volver a caminar junto a John y junto a Al quien negaba con la cabeza por el comportamiento de su hermano.

Llegó la noche sin muchos contratiempos más a parte de las peleas entre Edward y Katherine sobre lo pequeños que eran. En su cuarto, el chico y su hermano ya se habían dormido, mientras que la morena a penas hacía cinco minutos que se había despedido de Kriket y Michelle, que casi había tenido que ser arrastrada para volver al castillo.

Se tumbó sobre la cama todo lo larga que era y con los brazos extendidos, recordando cuál era su verdadera misión, la cual la había obligado incluso a hacerse pasar por alquimista.

Devil, el jefe, el manda más, estaba celoso (aunque no lo había dicho con esas palabras, por supuesto) de Edward Liorson Elric, sólo porque Michelle se había interesado en él. Y había encargado a Bala, Cruz, Vermillion y Osiris acabar con él. Pero claro, sabía cómo actuaban ellos, preferían conocer a fondo a su víctima antes de acabar con ella. Como Katherine no solía matarlos, le había tocado ser quien descubriese cosas sobre él.

La manera de internase allí dentro había sido que, mediante una maquina que no acababa de conocer, Kriket, quien sí era Alquimista (aunque no de la Vida, como había dicho antes), le transmitiese un duplicado de su poder como tal. Luego la había estado entrenando, y aunque en realidad no fuera alquimista ni nada parecido, tenía una fuerza diferente que le había sido muy útil a la hora de pasar la prueba con Roy, el Alquimista de Fuego, ese guapo y apuesto hombre. Y fue así que, pensando en todo aquello, se quedó dormida en aquella habitación que de aquí a mucho tiempo adelante sería donde tendría que pasar las oscuras y solitarias noches.

Así que no se pueden contestar reviews, lástima…

Pero sí se pueden dar las gracias¿no?

-----CAPÍTULO MUY CORTO XD-----