Ajá, antes de continuar queríamos aclarar una cosa que ya nos comentaron…Tucker (cn,), padre de Nina (RIP), NO tiene nada que ver con este fan fiction. Sólo vimos que era un buen apellido para malvado. Gracias por vuestra atención.

Por cierto, en el próximo capítulo os pondremos la dirección de un fan art (al intentar copiar el estilo de FMA, Kathenrine quedó rarísima y Edward…TambiénXD).

Capítulo 4

Un libro, dos corazones

A la mañana siguiente, John y Michelle aparecieron de nuevo en el edificio con intenciones de ir a la misión otorgada a Katherine y a Edward al igual que Al, quien intentaba despertar a su hermano a primera hora de la mañana pues tenían que ir a Rizenbul por municiones y para revisar los auto mails del joven alquimista.

-Oye Kat-llamó su atención la armadura mientras la chica pasaba secándose su cabello negro azulado con un pañuelo blanco por la puerta de la habitación en la que el rubio dormía placidamente.

-¿Sí, Al?-preguntó echando su cabello a un lado para mirarlo a los que suponía eran sus ojos.

-¿Me ayudas?-pidió señalando con la cabeza de metal a su hermano que dormía placidamente. La alquimista de la Muerte se acercó al chico y se agachó para alcanzar su oído.

-¡¡¡¡ENANO!-gritó en el mismo. Edward se levantó de un salto, dispuesto a matar a quien hubiera hecho aquello, pero como la autora del 'crimen' ya se había marchado, descargó su ira contra el pobre Al. Una vez preparados para irse, se encontraron con Michelle, Jonathan y Katherine, que los iban acompaña,r ya que aquello no era una misión y la rubia había insistido mucho, y que los otros dos tenían que vigilarla.

Subieron en el tren de la estación de Central y se detuvieron en Rizenbul como habían previsto, sin ningún contratiempo, aunque en el ferrocarril habían visto a un supuesto cura peregrinador que los saludó con énfasis y sonrió hacia John, Kat y Mich mientras les dirigía una extraña mirada a Ed y a Al para luego desaparecer por los vagones.

Aspiraron el aire limpio del sitio nada más bajar, tan diferente al de la ciudad. Sin lugar a dudas, preferían ese. Edward y Alphonse los guiaron a través de los prados y las casas, desde donde varias personas los saludaban, hasta la de las mecánicas del pueblo.

-¡¡Llegaron los mas bellos de esta casa!-exclamó el mayor de los Elric abriendo el portón del lugar para luego recibir una llave inglesa en la cabeza de la rubia de pelo largo que salía de la entrada.

-¿Winry?-sonrió Katherine dejando su morral en el suelo y abalanzándose sobre la chica al tiempo que esta hacía lo mismo sobre ella.

-¡¡KATHERINE!-gritó mientras la abrazaba-¡¡Amigaaaa, que de tiempo!-añadió la mecánica sonriendo mientras los demás miraban la escena con el entrecejo fruncido-¡¡Abuela mira quien esta aquí!-volvió a gritar la joven mientras una anciana bastante bajita se asomaba por la puerta de la gran casa.

-¿¿Katherine?-preguntó sonriendo, mientras la aludida la abrazaba a ella también. Todos menos Jonathan observaron sorprendidos aquellas reacciones. Entraron a la casa en busca de una explicación que no se hizo tardar: La anciana, la rubia y la morena habían coincidido en otra ciudad porque habían dormido en el mismo hotel y habían sucedido algunas que otras cosas que hicieron que estuvieran las largas dos semanas que pasaban las tres allí juntas, sobre todo las dos jóvenes.

-Por cierto, ¿cómo están esos...tres chicos que viajaban contigo?-preguntó Pinako refiriéndose a Bala, Cruz y Vermillion. Por supuesto, al preguntar ni de lejos sospechaba quiénes eran.

-Están bien...-sonrió Katherine mientras recordaba como Vermillion había estado piropeando a Winry cada vez que la veía con ella.

-¿Edward te pasa algo?-preguntó Michelle al observar como el alquimista miraba a la morena hablar placidamente con la rubia.

-Sí, es desde luego muy baja, tu amiga.-dijo, sin dejar de mirar a la chica.

-Yo tampoco soy mucho más alta.

-Pero sí más joven.

-¿Entonces te gustan jóvenes?-le preguntó con estrellas por ojos, el alquimista la miró extrañado.

-La verdad, me gustan mas de la edad de tu amiga-sonrió mirando a Katherine hablar con Winry.

-¡Ah, genial! Entonces, como sólo nos llevamos uno o dos años, no habrá problema.-suspiró Michelle, entrelazando los dedos y mirando soñadora al chico. Edward desvió la mirada hacía la chica que le hablaba, por primera vez desde que habían entablado la conversación la observó, tenía rasgos de niña pero decía tener la misma edad que Katherine y ella se encontraba en otro plano, con su comportamiento evasivo pero a la vez divertido, infantil. El alquimista negó efusivamente con la cabeza para borrar esos pensamientos de su mente.

-Tengo que irme-dijo antes de levantarse y caminar hacia la puerta.

-Oye ¿A dónde crees que vas sin mí?-preguntó Katherine mirando al rubio parado frente a la puerta de roble de espaldas a ella.

-¿Que te importa?-le espetó abriendo la puerta y cerrándola luego tras de sí.

-¡¡Enano, espérame!-exclamó saliendo de la casa tras el chico, dejando a Winry hablando sola y a su amiga perdida en su mundo, con el ridículo pensamiento de que Edward se había ido por que le daba vergüenza aceptar que estaba enamorado de ella.

Caminaron largo rato separados por un gran espacio, ella sólo se limitaba a seguirle y él iba a donde sus pies lo llevara, el atardecer no se hizo esperar, el sol se ocultaba entre las montañas de Rizenbul. Al fin el alquimista de Acero clavó sus ojos dorados como el astro en la chica que lo seguía, la miró hasta que esta se detuvo a su lado.

-¿Qué ocurre?-preguntó ella, arqueando una ceja.

-... ¿No vas a dejar de seguirme?-la respuesta fue otra pregunta. Ella negó con la cabeza-¿Por qué? Y no me digas que es porque nos han juntado como compañeros porque es tontería.

-Pues es eso.-respondió, simplemente, ella.

-Ooooh, ¡Joder!-y levantó las manos, moviéndolas de arriba hacia abajo como si fuese a echar a volar de aquella manera en cualquier momento. Al tranquilizarse, metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, pisando fuerte el suelo. Katherine continuó siguiéndolo un buen rato más hasta que vio que se paraba ante una casa quemada. Iba a preguntar qué hacía quedándose en ese lugar, pero entonces él alzó la cabeza, como recordando el aspecto que tenía cuando la casa estaba todavía en pie.

-...Aquí estaba la puerta principal-comenzó Edward a relatar caminando entre las ruinas chamuscadas de la casa. Katherine lo miró intrigada-, el salón y la cocina...ella siempre...estaba allí...-terminó con un susurro triste y casi imprevisto, entonces fue cuando la chica comprendió, aquella casa hecha añicos era el lugar donde el había crecido, junto a su hermano, y se imaginó que junto a sus padres.

-... ¿Qué ocurrió?-se arrepintió de inmediato de su pregunta. No debería haberla hecho-No, no...Lo siento, no respondas...-El rubio esbozó una sonrisa triste mientras seguía avanzando.

-¿Qué te importa?-susurró. La morena bajó la mirada, no sabía por que el chico se comportaba de aquella manera con ella, pero pensó que si lo hacía era por algo-... ¿En realidad quieres saberlo?-añadió tras un incomodo silencio, parecía haber durado una eternidad aunque sólo fuesen segundos.

-...No-dijo ella, incorporándose en todo su ser, seria-. No tengo por qué preguntarte ni interesarme por tu vida. Es tuya, no tengo derecho a meterme con preguntas estúpidas.

-Entonces, no las hagas-terminó la conversación el alquimista de Acero, mientras la Muerte clavaba sus ojos azules en su espalda pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer, mojando lentamente y por partes las ropas de ambos.

-¡¡¡Ah, qué mala suerte!¡¡Vamos!-Katherine apremió a Edward estirándole de la manga. Corrieron hasta ponerse a salvo bajo un árbol, el más cercano a la casa. El chico se apoyó en el tronco mientras ella veía la lluvia caer.

-Sólo es agua.

-Sí, moja y hace que la gente se constipe.-gruñó la morena.

-Recuerdo que ese día también llovía-murmuró Edward, algo le pasaba en sus ojos un brillo de tristeza y melancolía había borrado toda esa frialdad y antipatía que demostraban.

-No...No te pongas a llorar ahora-a pesar de sus palabras duras, Katherine no quería mirarlo y lo había dicho con suavidad-. Lo pasado, pasado está. Mejor...Enterrar los recuerdos.-suspiró. El pasado...Ella recordaba tan poco, sino nada, de su pasado...

-Mejor vamos con Winry-dijo evadiendo el comentario de la morena y juntando sus manos haciendo un ruido de aplauso tocó la madera del árbol y creo una sombrilla para que detuviera las gotas de lluvia que habían conseguido empaparlos completamente.

-...Alquimista enano... ¿Qué es eso?-dijo entonces, señalando el interior del tronco del árbol. No se habría fijado de no querer mirar cómo actuaba Edward, pero al hacerlo sus ojos se encontraron con algo envuelto en un pañuelo blanco con bordados azules, con dos iniciales: H. E.

-¿H. E.?-inquirió Edward mirando el objeto mal envuelto y con el símbolo de su familia, la serpiente entrelazada en una cruz con dos alas y una corona en la parte superior, en negro grabado en el centro del pañuelo-No será…-añadió alargando rápidamente su brazo, lo tomó en sus manos quitó el pañuelo que lo cubría y pudo ver un libro de cuero marrón con reflejos dorados y el símbolo de los Elric ubicado en el centro en relieve, era muy antiguo, se notaba por los pequeños huecos que habían en la portada pero, extrañamente, sus hojas estaban como si recién lo hubiesen impreso.

-¿Qué es?-preguntó Katherine mirando el libro y luego al rubio que lo sostenía con el ceño fruncido.

-Un libro enana tarada…

-Ya sé que es un libro, enano campuroso-le espetó la chica y se acercó a él estirando la mano para tocar lo que este tenía en las manos. Cuando posó su mano en el objeto este lanzó una descarga eléctrica no muy fuerte a Ed, la electricidad le recorrió el brazo mecánico y lo lanzó contra las ruinas de la casa mientras el libro caía al suelo y, como si lo hojeasen, se detuvo en una de las paginas del medio de su contenido-¡¡Edward!-exclamó Katherine corriendo hacia donde estaba el joven alquimista, llegó junto a el y lo ayudó a ponerse en pie-¿Estas bien?-le preguntó con un deje de preocupación en la voz.

-Sí…creo…-susurró Ed sonriendo ante la mirada de Kat, ese nerviosismo en sus ojos los hacía ver mucho más azules y por lo tanto más hechizantes.

-¿Cómo que crees?

-Ya, creo, creo ¡¡Suelta!-dijo zafando su brazo de la mano de la chica que lo sostenía por si caía al suelo.

-¡¡Vale, vale!-gruñó ella, soltándolo de inmediato y dándole la espalda mientras se cruzaba de brazos- Sólo intentaba ayudarte, pero como mister enano cabezón engreído este no necesita ayuda...¡Pues que se caiga, y para mejorarlo, ojalá en el fango!

-¿¡¡Quieres decir que soy tan enano que me ahogaría en el charco de fango?-exclamó el rubio moviendo las manos de arriba hacia abajo para demostrarle su enojo a la chica que tenía frente a el.

-Sí.

-Entonces sólo tendría que estirarte de la mano, tú te ahogarías antes.-y se echó a reír. Ella le arrebató el libro de entre las manos y le arreó con él en toda la cabeza-¡¡Winry con la llave y tú con un libro! Vosotras sois las culpables de que no crezca...-un pequeño silencio siguió al comentario del alquimista, quien, tras haberse dado cuenta de lo que dijo comenzó a gritar "No es así" mientras corría alrededor del árbol.

-¡Ya, para, párate! ¡¡¡QUIETOOOO!-gritó la chica, agarrándolo de los hombros, una vez este se calmó recogió el libro del suelo y lo examinó- ¿Lo hojeamos?

-¿Ahora?-ella se encogió de hombros. Se sentaron juntos bajo el árbol y comenzaron a pasar las hojas de aquel extraño libro, cuando llegaron en la que se había parado cuando el ejemplar cayó al suelo. Se sorprendieron al ver el titulo: "Capitulo 66 - Dimensiones y Transmutaciones Humanas" había una nota escrita a mano con lo que parecía tinta roja, pero cuando observaron con cautela ambos se fijaron que no era tinta, sino sangre.

Leyeron sin despegar los labios lo que decía. A medida que avanzaban, Katherine ahogó un grito de sorpresa, mientras que Edward se limitaba a fruncir el ceño y notar que, de nuevo, la rabia y la tristeza afloraban al leer uno de los ingredientes: una vida humana.

-Mira...La nota esta...Es extraña...'Y si son pronunciadas las siguientes palabras, hasta el menor esfuerzo logrará abrir la puerta de las dimensiones y hacer transmutación...Si lo dicen dos corazones unidos en uno, latiendo al son de la misma canción.'-leyó.