Capítulo 5

Osiris

-¿Entiendes lo que significa?-Edward negó con la cabeza ante su pregunta, cogiendo el libro entre sus manos y cerrándolo-Puf, pues vaya rollo...

-Te equivocas.-musitó él, poniéndoselo bajo el brazo mientras se levantaba.

-¿Por qué me equivoco?-replicó Katherine un tanto enojada, mirando al rubio juntar sus manos y cerrar el hueco del árbol con la alquimia que poseía.

-Es mucho más útil de lo que te piensas. ¿Es que no lo entiendes?-le mostró su brazo. Ella se hizo la sorprendida, a pesar de que sabía, por las investigaciones que habían hecho los Westread, lo que había pasado con su cuerpo y el de su hermano.

-Hiciste...una transmutación humana fallida ¿no? ¿Convertiste a esa persona en un Homúnculo?-preguntó la morena poco después de haber comenzado a caminar. Ya podían divisar la casa de los Rockbell frente a ellos, además la lluvia había cesado aunque el cielo mantenía sus nubes remolinantes y uno que otra gotita de agua caía sobre ellos. Edward se detuvo en seco mientras sus pupilas se dilataban, la imagen de su madre convertida en ese ser sin vida lo aterrorizó. Pero no contesto, y apretando los puños de nuevo se puso en marcha. Katherine lo miró, negó con la cabeza, suspiró y lo alcanzó. No tardaron mucho más en llegar a la casa, donde, en seguida, todos les preguntaron dónde se habían metido con todo lo que había caído.

-Bajo un árbol-dijo simplemente la chica-¿No es así Ed?-añadió observando y detallando la bien formada espalda del rubio que la trataba tan mal.

-¡¡Ed, mi amor, estás todo mojado!-exclamó Michelle apareciendo escaleras arriba con una toalla blanca en sus manos, puso el paño humeante alrededor del cuello de Edward y se quedó perdida en sus ojos.

Él, en silencio, subió por las escaleras dispuesto a ponerse cuando antes a examinar aquel libro que, aparentemente, había pertenecido a su padre. Por el contenido, no le extrañaba nada que hubiese querido esconderlo. Alphonse lo siguió con la mirada y, después de disculparse con las extrañadas chicas (y mujer) le siguió como pudo por culpa de su armadura.

-Hermano, ¿Estás bien?-preguntó al entrar en la habitación que Winry y Pinako siempre preparaban para ellos cuando iban a Rizembul y ver a su hermano dejar el libro sobre la mesa y taparse la cara con el automail de su brazo mientras con la otra golpeaba la tabla con fuerza.

-Maldito…Bastardo…-murmuraba mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas hasta llegar a su cuello.

-Ed… ¿Qué pasa?-Al se acercó a su hermano y se fijó en el libro y en las iniciales del pañuelo que estrujaba el rubio-No puede ser…Son…

-Sí Al, las iniciales de papá, si es que se le puede llamar así-lo interrumpió Acero clavando sus ojos dorados algo empañados por las lágrimas en los vacíos de su hermano-. Él…dejó a mamá por encontrar esto, y siempre lo ocultó allí…¡¡Es un maldito Al!...un maldito…-susurró mientras el menor agarraba el libro.

-Veamos qué dice-pidió, al tiempo que Edward asentía con la cabeza y se secaba las lágrimas con el dorso de su mano humana.

Mientras que Winry y Pinako se habían despedido de Katherine y Michelle estas esperaban a Jonathan, para hablar sobre el siguiente paso que darían para acercar a Edward a Devil, ya el chico había tardado mucho así que ambas entablaron una conversación que por fin la más grande pudo desviar.

-Es que no entiendo… ¿Qué es lo que te gusta de ese?-le preguntó por fin tras pensárselo un buen rato, quería asegurarse de que Kriket no andaría por allí ya que si era así se llevaría un buen regaño.

-Es que…es tan chiquito, engreído, algo antipático sí…y es…tan fácil de enojar, que me encanta-respondió Michelle con un brillo en los ojos que pareciese que hablara del único hombre sobre la faz de la tierra.

-Emm…Mich, te pregunté qué te gustaba de el…no qué le cambiarías-dijo Katherine ganándose una mirada de reproche por parte de su amiga.

-¡Buenas noches señoritas!-la voz del esperado chico las hizo sobresaltarse a ambas, Kriket las miró sonriente y se acercó a ellas, alargó una especie de sobre hacía la chica de ojos azules y esta lo agarró un tanto confundida-Son las invitaciones de Edward, Alphonse y la tuya a la presentación que harán los alquimistas estatales para recaudar fondos y poder reconstruir la biblioteca que fue atacada por Scar, ya sabes, no han podido hacerlo.-explicó sonriente.

-¿Y por qué las tienes tú?-preguntó Katherine mirando a su mejor amigo, casi hermano, sonreír maliciosamente.

-Ya sabrás-dijo besándole la frente y luego la mano a la niña que era prometida de su jefe y la causante de que Edward fuese el siguiente blanco del mismo-.Tengo que irme ya, Devil me espera para preparar una sorpresita, así que nos vemos.-sonrió y desapareció.

-¡¡Espera, Kriket! Yo…quería contarte algo…-murmuró Katherine al viento pues el chico había desaparecido.

Michelle se despidió de Osiris no sin antes ofrecerse para darle su invitación al alquimista de Acero a lo que la chica se negó rotundamente ordenándole, más que pidiéndole, que se fuese a dormir. Esperó a que su amiga se metiese en su cuarto, para asegurarse de que no iría tras Edward "a desearle las buenas noches" como le había dicho.

Katherine se encaminó al cuarto de los otros alquimistas que estaban en la casa y se extrañó de ver al mayor de los hermanos Elric sentado en el borde de su cama, mientras Alphonse dormía placidamente recostado en la suya propia. Kat se acercó a la puerta y apoyó su mano en ella para empujarla un poco y así poder ver mejor lo que hacía Edward.

-¿Ahora te dedicas a espiar en los cuartos de los chicos?-espetó el rubio notando la presencia de la intrusa asomada en su puerta, la pregunta del chico tomó por sorpresa a Katherine que se escondió detrás de la puerta-No te escondas, se que estás ahí.-prosiguió el mayor de los Elric abriendo la puerta de par en par dejando a Osiris sin su escondite.

-Ed…Yo… ¡Ay! Perdóname…yo…sólo, vine a…darte esto.-dijo muy apenada y se fijó en el chico que tenía de frente, tal vez por ser la hora de dormir, Edward solo traía puesto el pantalón y los rayos de luna que entraban por la ventana entre abierta se reflejaban en la cara, pecho y automail del chico, Katherine se sonrojó levemente al ver el pecho desnudo del rubio y sentir sus ojos dorados clavados en ella, aún con la mirada baja alargó el sobre color ocre para que el chico lo tomase-Ahí dentro hay una para ti y otra para Al…buenas noches…-se despidió y se giró para irse, sintió el frío del automail de Edward aferrarse a su mano izquierda lo que la hizo girarse.

-¿Te pasa algo? Te noto algo tensa.-sonrió el alquimista mirando a Katherine mas no a los ojos.

-Estoy bien, ahora ¡¡Suelta! Enano de metal-le espetó la morena zafando su brazo bruscamente de la mano del chico.

-¡¡¿Quieres decir que soy tan pequeño que si Al se despierta y se acerca a la puerta me pude pisar!-exageró en un arrebato de rabia, luego dejó de patalear y sonrió con un brillo malicioso en los ojos-Kat… ¿Dónde estas? Eres tan pequeña que no te puedo ver…¡¡Cuidado!-gritó exaltando a la chica.

-¡¿Qué! ¡¿Qué pasa!

-Te puedo pisar…

-¡¿Por qué eres así conmigo! Yo no te he hecho nada para que me trates así, ¡¡eres un idiota Edward Elric!-exclamó y se dirigió a su habitación a paso lento, a pesar de la reacción que tuvo con el rubio, era una joven paciente pero…todo el mundo tiene sus límites. Apretó el puño mientras caminaba, esa noche Edward Elric tendría la primera de las tantas visitas que le haría Osiris, miembro del equipo de asesinos en serie Westread.

Acero suspiró y cerró la puerta de la habitación para lanzarse en su cama y abrazarse a su almohada, se quitó la coleta que tenía y su cabello cayó en su espalda desnuda.

Pasó una media hora y Ed seguía dando vueltas en su cama sin poder conciliar el sueño, una risita maliciosa hizo que se levantase de sobresaltado y pudo ver a una chica sentada con las piernas cruzadas en el marco de la ventana que estaba frente a su cama. Tenía la cabeza un poco ladeada y apoyada en la mano que se clavaba en su rodilla, lo miraba con un a sonrisa, pero no podía ver sus ojos bien por una especie de antifaz que los cubrían.

-Lastima, eres muy lindo…que mal que tengas que morir.-musitó sonriendo pícaramente.

-¿Quién eres?-soltó el alquimista levantándose por completo de la cama pero sin acercarse a la ventana- Y ¡¿Qué demonios quieres!-añadió en voz baja para no despertar a su hermano.

-Mi nombre es Osiris…y soy quien te llevará a tu tumba, de todas formas siempre caminas a mi lado, en otras palabras…siempre caminas junto a la muerte-sonrió la joven, había algo en su voz…le parecía conocida, pero estaba seguro de no haber visto a esa chica antes.

-¿Osiris, eh? Un nombre algo feo ¿No crees?-se burló Edward clavando sus ojos dorados en donde supuso estaban los de la chica.

-Bueno, depende desde el punto en que lo veas, para las personas que mueren ante mis ojos, como lo harás tú, mi nombre sólo aparece en sus pesadillas así que se podría decir que es un nombre horrible…pero, para mis amigos, mi nombre no está nada mal-replicó y luego le lanzó un dardo que le rozó lo mejilla haciéndole un pequeño corte en la misma y enseguida comenzó a manar sangre de la herida del chico a lo que Osiris sonrió-No será el único corte que te haga…¡Ah! Por cierto…-añadió caminando hacia él. Se detuvo y colocó sus brazos alrededor del cuello de Edward y se acercó a su oído-Recuerda esto…Soy tu sombra y te llevaré de la mano a la tumba.-y con otra risita maliciosa desapareció.

El alquimista suspiró exasperado, ¿Quién mas querría matarlo? Se preguntó antes de caer dormido resistiéndose por precaución al sueño, pero este terminó venciéndolo.