Yeah, el capítulo 6, que lo disfrutéis, pero antes…
Como no recibimos reviews (tres de milagro), y eso es bastante deprimente…dependiendo de si nos ganamos alguno esta vez, quitaremos el fic y lo volveremos a poner desde el primer capítulo, buscando suerte, porque aunque no lo parezca los mensajes de ánimos o críticas (constructivas) siempre vienen bien. En por eso que, aunque quizás parezca mal a alguien, debemos buscar una manera de ganarnos…nuestro alimento (el de las musas XD). Además, si leéis este fic podéis apostar, si no pasa nada, un capítulo por semana pues ya llevamos la friolera de...lo dejo en muchísimas paginas, lo más largo que hemos escrito nunca.
Bueno pues eso, que esperemos lo leáis y comentéis, sólo para saber qué os parece. Nosotras no dejaremos de escribirlo pero…quizás sí de subirlo, porque nos toma un tiempo que podemos aprovechar para otras cosas.
Por cierto, si hacemos lo de quitarlo y volver a ponerlo, si alguien quiere el capítulo siguiente en el cual se quedó puede pedirlo por e-mail y se lo enviaré gustosa.
Perdonad las molestias y gracias si habéis leído esto.
Disclaimer: FMA no nos pertenece, si fuese así estaríamos de parranda con Edward y Roy… (sí, y menos Winry todos los demás personajes XD).
Capítulo 6
La madre, el cilicio
La mañana no se hizo esperar, pero en vez de mostrar un sol brillante y calido los nubarrones se remolinaban en el cielo y finas gotas de lluvia caían a cantaros y chispeaban en los techos y jardines de las casas del pueblo de Rizenbul. Edward despertó después de otra de sus tantas pesadillas en las que su madre lo hacía culpable de todos los males tanto suyos como de su hermano, se desperezó, bostezó y se decidió a salir de la cama y bajar a desayunar, No había rastro de Al en la habitación de seguro ya se encontraría abajo.
-¡¡Buenos días, enanito de metal!-saludó una sonriente Katherine al pie de la escalera al ver como su compañero de viaje bajaba por las mismas con una toalla en las manos secándose su cabello rubio.
-¡¡¿A QUIÉN LLAMAS PULGA MAL FORMADA!-exclamó el alquimista, exagerando como siempre las palabras de la joven, pero para su sorpresa Kat no borró la sonrisa de su rostro, más bien la ensanchó y mientras subía las escaleras besó la mejilla del chico provocando un ligero sonrojo en ellas-¿Y a esta loca que le pasa?-se preguntó Ed extrañado por el insólito comportamiento de la chica. Ella siempre había sido algo antipática con él y ahora de la nada lo saluda como si fuesen los mejores amigos del mundo y para más con un beso en la mejilla. Negó con la cabeza y se dispuso a continuar su marcha hacia la cocina Espero que Winry no haya puesto ese vomito enlatado como bebida pensó al entrar en el lugar. Para su sorpresa no había nadie sentado en la mesa como esperaba, pero habían dejado un plato de tostadas con mantequilla, un vaso de jugo de naranja y, para desgracia del alquimista, una botellita de leche. Había dos puestos servidos sobre la mesa.
Edward llegó junto a ella y corrió la silla suavemente para poder sentarse ¿Dónde estarán Al, Winry, tía Pinako y Michelle? se preguntó. La puerta de la cocina se abrió y la chica de ojos azules apareció a través de ella, tenía esa misma sonrisa con la que había saludado al rubio.
-Enano, tenemos que ir a Central, Al y los demás se nos adelantaron-informó, Ed simplemente asintió con la cabeza, la noche había sido larga y la pesadilla la había empeorado-¿Estas bien?-añadió al ver que no conseguía la replica que quería sacarle al alquimista por lo de "Enano".
-Sí, claro, ahora come sin hablar ¿sí? Me molesta tanto ruido.-le espetó, sin tan siquiera mirarla.
Katherine bajó la mirada y la clavó de nuevo en su plato de tostadas, cortó un pedazo y se lo metió en la boca, un incomodo silencio siguió al odioso comentario del alquimista, ambos terminaron la comida y se tomaron el jugo sin palabra alguna, justo como comieron, y al no quedar nada en ambos platos se percataron de que ninguno de los dos habían tocado las botellas de leche servidas en la mesa.
-¿Por qué no tomas tu leche?-quiso saber Kat, dándose cuenta de la mirada que tenía Ed clavada en la botella de leche de la morena.
-¡Por que no me da la gana! ¿Algún problema?-le dijo y se levanto con los ojos cerrados de la mesa. Katherine hizo lo mismo sólo que ella tomó la botellita con el liquido blanco agitándose dentro de ella, se acercó al alquimista.
-No, ninguno-le sonrió y vertió el contenido blanquecino en su cabeza empapándolo de arriba abajo con la leche que tanto le desagradaba al chico-Qué lástima ¿no? Estás bañado en vomito, pensé que no te gustaba aunque viniendo de ti, la botella completa trae demasiado para cubrirte completo.-añadió acercándose a la puerta para salir por ella.
-Estoy…¡¡CANSADO DE TÍ!-exclamó Ed y dando un aplauso dio un golpe con su brazo metálico al muro derecho de la cocina y la puerta quedo sellada por un bloque de piedra.
-¡¡¡Y yo de tí!-contraatacó la morena y soplando su mano se arrodilló y la apoyó en el suelo, la casa se agitó y diferentes cadáveres comenzaron a romper el suelo alrededor de la chica, y entre ellos…el cuerpo sin alma y lamentable de la madre de Acero.
-Transmutación…humana…-murmuró Ed y se fijó en el cadáver de su madre, sus pupilas se dilataron al tiempo que ahogaba un grito Mamá …
-Te equivocas Ed, es una ciencia llamada Necromancia y si la junto con la Alquimia-volvió a soplar su mano y tocó de nuevo el suelo con ella, otra manada de cadáveres aparecieron y una espesa niebla cubrió la cocina-puedo crear cuerpos sin vida…y controlarlos a mi manera…-chasqueó los dedos y la "madre" de Ed se giró y clavo sus ojos vacíos y blancos en él, mientras el chico se echaba hacía atrás ella avanzaba, la pared cortó el camino de Edward y su madre llegó hasta él, la mujer lo rodeó con sus brazos y al hacer contacto con él todos los cadáveres desaparecieron y el chico notó que quien lo abrazaba era la mismísima Katherine.
-¿Por qué…?-murmuró el chico.
-Lo siento…-susurró ella, mientras hacía que el cuerpo de Trisha se acercase a Ed, pudo ver el horror del pasado del chico en sus ojos, la forma en que miraba a su madre, aterrado, culpable, la había conmovido y no pudo mas que detener al zombie.
-¡¡¡KATHERINE AISHA TUCKER DANHFORD!-la vocecita chillona de Michelle hizo que la morena diese un brinco y se separara del alquimista.
-Mich…Michelle, no es... ¡No es lo que parece!-se intentó excusar la muchacha, mirando con un brillo de terror en los ojos a la prometida de su jefe, sabía lo caprichosa que era la niña. A pesar de su edad era bastante inmadura y conseguía lo que quería bajo los medios que fuese y estaba segura que su próximo caprichito era el alquimista al que ella había estado abrazada, la única de sus victimas que había conseguido conmoverla a la hora de un ataque, aunque ella no se dedicase a matarlas, observaba como sus compañeros de bando lo hacían.
-¿¡Como te atreves Katherine?-volvió a exclamar la rubia. Edward se acercó a ella y la agarró por los hombros haciendo que la sangre subiera a las mejillas de Michelle y se quedase así, sonrojada como estaba perdida en la mirada llena de tristeza y de rabia del chico que la agarraba, pudo olfatear el olor a leche mezclada con shampoo del cabello de Ed.
-Ya te ha dicho que no es lo que parece, tropezó con la silla y cayó sin querer sobre mí, no ha sido nada, además a mi me interesa otra persona-le sonrió seductor en un intento de desviar la atención de la chica de la extraña situación, y tras esa sonrisa capaz de derretir a muchas le guiñó un ojo y se separó de ella dejándola petrificada donde estaba de pie-Oye, enana muertita, vamos a empacar, tenemos que ver a ese imbécil de Roy, además tengo que darme otro baño ¿Por qué será?-le espetó acercándose a la puerta, Katherine agarró el poquito de leche que quedaba de la que le había echado a Ed en la cabeza. Se detuvo frente a él.
-No sé, tal vez por esto-sonrió y se lo arrojó en el cabello de nuevo, el alquimista puso cara de loco matón psicópata y mientras Katherine corría entre risas por toda la casa con Edward detrás suyo intentando alcanzarla para vengarse, la pequeña rubia de la cocina esbozaba una sonrisa maliciosa y con un silbido llamó al "Alquimista del Tiempo" quien se hacía pasar por el nuevo "Alquimista de la Vida", Kriket, Jonathan Tucker.
-Dígame señorita
-Osiris fraterniza de más con la victima, quiero que le informes de esto a mi prometido-dijo frívola y con un tono malicioso en la voz-O si no, se lo informaré yo y me encargaré de que ambos reciban el castigo que se merecen, en caso, digo, de que no quieras informarle a Devil lo que tu hermanita esta haciendo…
-Lo haré señorita, pero, Osiris no es mi hermana-puntualizó antes de desparecer como había aparecido.
-¿En serio mi querido Kriket?-susurró con maldad y un extraño brillo en los ojos.
La tarde llegó con su resplandor naranja y los hermanos Elric junto a Katherine y Michelle esperaban el tren que los llevaría a Central, donde el Coronel Roy Mustang los esperaba, mientras Michelle le decía cosas al oído al joven Alquimista, Muerte y Al hablaban animadamente; se habían hecho buenos amigos a diferencia de la relación que la chica mantenía con Ed.
El sonido de las ruedas del tren retumbó en la estación y el potente silbido del mismo al detenerse en la vía los aturdió un poco, Edward no le dirigía la palabra a su compañera por lo que esta le había hecho con la botella de leche. No es que a Katherine le molestara que el chico no le hablase, pero le exasperaba el hecho de que alguien, fuera quien fuese, se negase a hablar con ella.
-Oye Acero…Háblame ¿sí?-sonrió la morena. El rubio volteó y clavó sus ojos dorados en los azules de la chica para luego volverlos a dirigir hacía la majestuosa maquina de vapor que tenían frente a ellos, paso el brazo alrededor de los hombros de la pequeña rubia.
-Subamos, creo que hay mosquitos deambulando por aquí…-le dijo. Michelle sonrojada asintió y se abrazó a la cintura del joven, de la boca de Katherine salió un resoplido y luego se agarró del brazo de Al y subieron al tren.
En el transcurso del viaje Ed y Kat ni un sí o no cruzaron, la chica se limitaba a entablar conversaciones con Al y el rubio con Michelle, la cual de cuando en cuando se ruborizaba a más no poder. Pasadas unas dos horas de viaje la puerta del compartimiento se abrió y el chico de ojos y cabellos rojos apareció por ella.
-Katherine, amor mío, escuché tu dulce y tierna voz y quise venir a decirte ¡Hello!-sonrió sentándose a su lado y pasando su brazo sobre su cabeza haciendo que ella quedase recostada en su hombro.
-¡¡Hey copia barata de Schakespeare, quita tus manos!-rugió Jonathan apareciendo de la misma manera que Vermillion.
-¿¡A quién llamas copia barata?-exclamó a su vez ante la fría mirada de Michelle por haberla interrumpido cuando estaba a punto de besar a Ed, la divertida mirada de Kat que le encantaba ver a sus amigos discutir y la confundida de los Elric.
-Pues a ti a quién más…-replicó John con una mueca.
-¡Vermi! ¿Como estás? Hola Kri…Hermano-dijo la morena levantándose y colocando una mano en el hombro de "su hermano" y la otra el del chico de lentillas mientras le guiñaba el ojo a Jonathan.
-¿Katherine podemos hablar contigo a solas?-pidió Vermillion pasándole el brazo por los hombros, la joven asintió algo confundida, si estaban allí era por que Devil los había enviado…pero…ella no había hecho nada malo ¿o sí? Recordó la escena de la cocina, en la que Michelle la vio abrazando a Edward, le lanzó un fulminante mirada a la niña y siguió a sus amigos.
La llevaron hasta el vagón de carga, estaba desolado, perfecto lugar para que le regañaran por algo, un extraño brillo destellaba en los ojos de Jonathan y la preocupación se hacía ver en los de Vermillion, sabía que ambos la querían mucho, y le asustaba el hecho de que las miradas de ambos fueran causa de un plan de castigo para ella, tragó saliva, le aterraba que Devil le aplicase castigos.
-Osiris…-la voz de su jefe resonó en el vagón, pero no había rastro de el en el lugar, una sombra apareció entre nubes de polvo y la figura esbelta de Devil no se hizo esperar, el trío que acababa de llegar se puso de rodillas, mientras la sombra se acercaba algo soltaba un sonido metálico a cada paso que daba-Voy a ser directo…No me gusta tanta amistad con Acero, querida…sabes que le pasa a los traidores ¿Cierto?-preguntó deteniéndose frente a la chica que tenía la mirada clavada en el suelo de madera, el hombre sacó el objeto que tintineaba en sus caderas: era una especie de cadenas entrecruzadas y sumamente finas con espinas de metal que sobresalían cada vez que se cortaba una con otra, una cinturón de cuero se amarraba a ambos extremos del objeto de metal. Era un cilicio-Póntelo, así cada vez que una de estas lindas espinitas se claven en tu carne recordarás el por qué estás junto a Elric.-añadió alargándole el cilicio a Katherine, Kriket cerró los ojos y apretó el puño. Osiris se puso de pie y, aún con la mirada baja, se levantó el pantalón negro hasta la entrepierna, le arrebató la cadena de las manos a su jefe y se colocó superficialmente la correa alrededor del muslo. Agarró la hebilla y se lo apretó contra sí, sintiendo que las púas se le hundían en la carne, cerró los ojos ante el dolor, no iba a llorar, expulsó aire lentamente y clavó sus ojos en los azules de su jefe, mientras se acomodaba de nuevo el pantalón sintió como el liquido rojo espeso que le recorría el cuerpo comenzaba a correrle por la pierna.
-¿Y ahora qué, señor?-susurró con odio, sin que la voz se le quebrase.
-Espero que te sirva como recordatorio y que te apresures con tu trabajo-sonrió Devil y tras otra nube de polvo desapareció.
-Katherine…-murmuró Kriket acercándose a ella.
-Estoy bien, vamos, que van a sospechar-dijo dándose la vuelta y sintiendo la presión de la correa contra su pierna, respiró hondo y comenzó a caminar.
Cuando regresó al compartimiento, consiguió que nadie notara (a parte de Michelle, que sí lo hizo) el color que tomaba su pantalón. Cuando lo hiciesen, si es que lo hacían, quería tener una buena excusa preparada. Se sentó al lado de Al, quien se dispuso a hablar con ella pero no lo hizo al verla suspirar y voltear la cara para mirar por la ventanilla.
-Tengo que irme, me están esperando en el otro vagón-dijo Vermillion y tras besar en la frente a Kat y susurrarle un "Todo va a estar bien" salió del compartimiento, chocando su mano con la de Kriket quien miraba a la morena preocupado. Ella volvió a suspirar, apoyó la cabeza en la mano y el codo en la pared y cerró los ojos intentando pensar en cualquier cosa lejos de allí para apaciguar el dolor.
No tardaron mucho en llegar a central, y cuando lo hicieron la chica se las arregló para llevar la mochila colgada de las manos y que tapase así la mancha. Vieron a Roy esperándoles y se fueron hasta él. En esos momentos, ni el general la iba a tranquilizar. Lo que sí iba a hacer era alterar a Edward cuando lo llamó enano.
-Inmaduro...-susurró Katherine pasándole por un lado al alquimista y subiendo las escaleras que llevaban al interior del edificio militar de Central, Michelle comenzó a lamentarse de haberle dado esa orden a John al ver como su amiga cerraba los ojos y apretaba el puño a cada escalón que subía.
La pequeña rubia dudó un momento antes de echar a correr tras Katherine. Se paró a su lado y se agarró las manos.
-Osiris, yo...er...Fue mi culpa...lo lamen…
-Michelle, no te disculpes. Es mi castigo...Por desobedecer.
-No, no, no...Tú no hiciste nada malo-susurró la pequeña negando ávidamente con la cabeza, la morena asintió y la apartó del camino.
-Basta ya.-pidió Kat respirando hondo al haber terminado de subir los peldaños, se miró los pies y vio como pequeñas gotas de sangre caían en el suelo y estallaban en él.
-Debemos llevarte a la enfermería para que te curen...
-Estoy bien, este es el castigo más mísero que Devil podía ponerme. Ya me curaré yo sola, gracias por preocuparte.-y, haciendo acopio de fuerzas, se marchó a su cuarto.
-¿Qué le has hecho?-le preguntó Roy al alquimista de Acero al notar el extraño comportamiento de Muerte. El rubio arqueó una ceja y le dijo que nada, extrañado. Aún así, todos cogieron su respectivo equipaje y los que vivían allí, entraron en el edificio.
Más entrada la tarde Edward se comenzó a preocupar por la ausencia de Katherine, no sabía por qué pero le gustaba discutir con ella. Se sentía bien al saber que alguien era más pequeño que él...sí, eso debía ser.
-Hey-escuchó que la voz del general lo distraía-. Es hora de cenar y Katherine todavía no ha vuelto... ¿echamos a piedra, papel o tijeras quién va a avisarla?
-Con el complejo de Dios que tienes de seguro mandaras ángeles a hacer tus trampas así que no.-dijo Ed levantándose.
-Edward...si quieres ir por lo menos ponte de pie, sentado no vas a llegar a ningún lado, ¿o te estás arrodillando, pidiéndole a Dios que te haga crecer?-contraatacó el alquimista de la llama, mientras Acero ponía cara de asesino en serie psicópata.
-¡¡Estás diciendo que soy...!-Roy lo interrumpió con un leve movimiento de su mano y asintió sonriente con la cabeza.
-Sí, te estoy llamando todo lo que ibas a decir...Más cobarde. Mira que temer jugar al juego de niños que es piedra, papel o tijeras…
-General infantil...
-Enano imbécil...
Al fin y al cabo fue Edward el que subió por Katherine, tocó la puerta varias veces, pero nadie le abrió así que se aventuró a girar la manilla, y milagrosamente la puerta sí se abrió. Las luces estaban apagadas pero había una tenue luz provocada por las velas de un candelabro colocado en la peinadora.
-¿Katherine…?-preguntó. La chica levantó un brazo, estaba acostada de espaldas a él, con la mirada clavada en la pared lateral-dice Roy que bajes a comer-el tono de Acero volvió a convertirse en ese odioso y antipático de siempre.
-No…tengo hambre-murmuró ella.
-Has lo que quieras enana-le espetó Ed volteándose esperando alguna reacción por parte de la chica, la única respuesta que obtuvo fue un gemido, el rubio se dio la vuelta con la mano estirada sobre la manilla de la puerta-Kat… ¿estás bien?-cuestionó acercándose a ella.
-S…Sí-respondió ella con la misma voz apagada, el chico encendió la luz, ella cerró los ojos ante la claridad que ahora llenaba la habitación, Edward se percató de las manchas rojas en el suelo y el inmenso charco de la cama, sus pupilas se dilataron y sus ojos se abrieron por completo mientras su corazón daba un vuelco, se acercó rápidamente a la cama y notó el trapo ensangrentado atado en el muslo de la morena. Katherine estaba pálida y sudaba frío.
-¿Pero qué…?-Edward no tenía palabras, no sabía por que le horrorizaba el estado de la joven, pero verla allí, sin sus energías de siempre… ¿qué le pasaba con ella? Sacudió la cabeza y le quitó el pedazo de tela de la pierna a Kat, llenándose de su sangre. Ella ahogó un grito mientras el alquimista arrojaba el trapo al suelo que cayo en este llenándolo de la sustancia roja y con un sonido chispeante. Sin pensárselo dos veces levantó el pantalón de Kat moviendo el cilicio, lo que hizo que la chica se aferrara a el con una mano, el rubio no le prestó atención a las débiles suplicas de la morena de que la dejase en paz, se encontró con el cilicio y clavó sus ojos dorados en los azules aterrados de ella, negó con la cabeza y levantando cuidadosamente la pierna de la chica desató la cadena y, entre exclamaciones de ¡No! De la morena, fue separando las púas de la piel de Osiris.
-Ya…Basta…Por favor… ¡déjame tranquila!-sollozó Katherine.
-Por poco te desangras… ¿¡¡EN QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO?-le reprendió Edward tirando el cilicio contra el espejo el cual se rompió en trozos, su imagen quedó reflejada desde diferentes ángulos en los fragmentos de vidrio que cayeron al suelo.
-Yo…
-No me des explicaciones, le diré a Roy que comeré contigo aquí arriba para que no te vea en ese estado y no te haga preguntas, ya tus motivos tendrás…-la interrumpió y se encaminó a la puerta dejando a Katherine sin palabras, cerró la puerta tras de sí.
-Gracias…-susurró la morena mientras una cálida sonrisa surcaba sus labios.
Edward subió los platos de comida y con la alquimia creó una mesa, ayudó a sentarse a Kat y le alargó el plato y la bebida, agarró sus cubiertos y comenzó a comer, ella lo observó hacerlo hasta que el se percató de los ojos que lo observaban, levantó los suyos y los fijó en los azules, ella sonrió y bajó la mirada.
-¿De qué te ríes?-le espetó el alquimista. Ella blandió su vaso de vidrio frente a la cara del chico.
-Agua hecha con Alquimia ¿eh?-preguntó.
-Lo único que había era leche…y sé que no te gusta, ahora calla y come, veo que estás mejor-dijo él, mientras Katherine tomaba sus cubiertos y seguía el ejemplo del chico, mientras pensaba que era a él a quien no le gustaba la leche, no a ella.
-Gracias...-musitó, y quedaron en absoluto silencio. Katherine se preguntó cómo haría para matarlo si se comportaba tan amablemente. Una de las razones por las que investigaban a sus victimas era que así les pillaban manía y era más fácil acabar con ellos (o, por lo menos, ella prefería pensar que era para eso), pero...Edward Elric era diferente. No sólo tenía más o menos su edad, no sólo Michelle se había enamorado de él. Era un enano activo, que como quien no quiere la cosa, siempre anda preocupado por los demás. Por otro lado, el rubio no pudo dejar de preguntarse...Por qué le latía tan rápido el corazón.
Esta vez fue largo, ¿no? XD
