No entiendo cómo pero al explicar lo de dejar el fic la gente se anima a comentar XD
Tenemos que decir que pronto acabaremos el fanfic (aunque no queremos TT) con la friolera de unas 200 paginas, así que si te asustan las cosas largas, será mejor que abandones este proyecto XD.
Bueno, gracias por leerlo, ya sabéis, FMA no nos pertenece (pero sí el WR), bla, bla…y dejar reviews, por favor, que de verdad que nos animan.
Capítulo 8
Salvado y confusión
Cuando abrió los ojos, se encontró en el suelo de algún lugar. Un almacén o algo parecido. Delante de él había tres personas vestidas de negro, con mascaras que tenían las iniciales WR grabadas en rojo, como si fuera sangre. La misma señal que habían encontrado en muertos desde hacía meses. Se le encogió el corazón. Por alguna razón que no entendía, un miedo irracional lo invadía. La puerta se abrió con suavidad y se cerró de la misma manera. Alguien, mucho más pequeño que los otros tres entes, se quedó mirándolo.
Iba vestido totalmente de blanco, a contrario de ellos. Y era una chica (se le notaba por el pecho). Llevaba un top, una falda corta y botas altas. Una máscara y una capa que llegaba a ras de suelo con una capucha que le cubría el cabello. Las iniciales también estaban en su antifaz, de la misma manera sangrante. La saludaron con un nombre que a Edward se le antojó extraño, y lo señalaron. Aunque se sentía aturdido y le pesaba la cabeza, logró ponerse en pie.
-¿Qué queréis…de mí?-articuló, no sin dificultad. Uno de ellos se puso de cuquillas. Sus ojos rojos se le hicieron vagamente familiares.
-Matarte, pequeñín.
-Por…
-¿Por qué?-se adelantó a decir- Órdenes del jefe, no es que nosotros tengamos nada en contra de ti.-y bajo la máscara, Edward se dio cuenta de que sonreía. Se preparó para hacer alguna transmutación con su brazo, pero uno de los otros sacó una pistola y le apuntó directamente a la cabeza.
-Atrévete siquiera y la bala va directa a tus sesos.
-Igualmente…Vais a…Matarme.
-Sí, pero podemos hacerlo rápida…o lentamente.-dijo de nuevo el que tenía en frente. Y, el otro hombre que no había hablado, se puso a rezar. Y pidió liberar del pecado el alma impura que se suponía, era la suya. Edward no entendía nada, era un grupo de gente muy extraño. Se mordió el labio, intentando pensar en algo que le salvase de aquella situación.
-Acabad rápido.-era la chica quien había hablado. Esa voz se le hacía más familiar incluso que los ojos, pero por alguna razón no atinaba a decir por qué en ninguno de los casos. Se maldijo a sí mismo por eso y, de nuevo, se concentró en buscar una solución. El tipo del arma seguía apuntándolo…
-Bala, guarda la pistola. No le pones nunca silenciador y la gente de arriba se daría cuenta si oye un disparo.-a regañadientes, el tipo hizo caso al que había rezado. Hubiese preguntado y si él chilla, de no ser porque sabía que estaba demasiado débil como para ello. Vermillion le había aplicado uno de sus potingues especiales cuando lo había cogido.
Suspiró aliviado, pero no fue por mucho rato. Todo lo rápido que pudo se lanzó a tierra y le hizo la trabeta al de los ojos rojos. El tal Bala gruñó un lo sabía y se quedó con los brazos cruzados viendo cómo Edward intentaba golpear a su compañero, inútilmente
La única chica del grupo se le acercó quedando frente a él, sopló su mano izquierda y la dejó caer lentamente sobre el hombro del alquimista que se había quedado estupefacto mirándola, en seguida como si una fuerza de mil hombres lo empujase, Edward sintió como era echado hacia atrás y daba contra una de las paredes, se apoyó en una mano para poder levantarse a medias y un hilillo de sangre le manchó el cabello y le recorrió la frente hasta llegarle al ojo.
-Osiris, me sorprende que ataques la primera.-sonrió el de los ojos rojos, levantándose. Ella asintió con la cabeza, y de repente el que parecía cura por los rezos, rápido como el viento, levantó una cruz y poniéndose al lado de Edward se la clavó en la frente. Un repentino dolor invadió todo el cuerpo del chico, haciendo que se retorciera.
-Vamos Osiris, déjame una solita bala, ¡¡una solitaa!-rogó el que sostenía la pistola. La chica negó con la cabeza pero fue muy tarde, el hombre había disparado y la bala se había clavado en el brazo del alquimista, la sangre le rodó por él y goteó en su mano. Osiris le quitó la pistola de las manos a Bala y lo miró desafiante.
-No se te ocurra...volverme a desobedecer...-le susurró, esa era la parte que Michelle tanto temía, cuando Katherine dejaba de ser ella y Osiris tomaba su lugar. Por eso le habían puesto ese mote, la chica se transformaba completamente cuando tenía que realizar su trabajo, justo como hacía la diosa egipcia de la muerte cuando dictaba la sentencia de los "pecadores" y ese era precisamente el papel de Kat en Westread.
Bala recuperó su pistola y la enfundó. Solía ser muy tranquilo y pasota, pero en cuanto veía sangre una extraña emoción se apoderaba de él. Una mirada de Osiris bastaba para hacer que volviese a la normalidad. Por su lado, Ed jadeó, dolorido y sin fuerzas.
-Es tu culpa, elegiste la muerte lenta...Y dolorosa, por supuesto.-Vermillion lo agarró del cuello, levantándolo del suelo un metro. El joven rubio casi no tenía fuerzas ni para patalear, y lo miró con un profundo odio. Y lo mismo hizo con cada uno de los presentes, pero al toparse con la chica se fijó, no sin extrañeza, que había bajado la mirada
-¡¡Basta Vermillion!-exclamó tras unos segundos, el hombre que tenía alzado a Edward lo dejó caer y clavó sus ojos en los de la chica.
-¿Qué...? ¡¿Por qué!-le gritó, la reacción de la chica lo extrañó demasiado, nunca se había visto interrumpido en el momento de terminar con una victima, y mucho menos por Katherine.
-Es que...Yo...-¿por qué? ¿Por qué había hecho esa estupidez? Miró a Edward, y apretó los puños, con la culpabilidad arremolinándosele dentro- Es que es un día en el que se celebra...Un espectáculo para hacer algo que interesa a mucha gente honrada, no estaría bien que encontrasen un cadáver justamente un día como hoy...¿no?
-Devil se enfadará.-musitó Cruz. Osiris asintió con la cabeza.
-Bueno, le diremos que fuimos nosotros, que preferimos matar en lugares abiertos y que aquí nos sentíamos ahogados, o lo que sea. Tú no te preocupes, hermosa-Vermillion le agarró la barbilla, le levantó el rostro y le besó la frente.-. Pero como despedida...-le dio una patada en las costillas a Edward, y desaparecieron los tres como si nunca hubieran estado allí.
-Sal de aquí...-murmuró ella caminando hacia la puerta, escuchó el golpe del puño de Ed contra el suelo.
-¿Por qué...me...salvaste?-logró articular el alquimista, la chica se dio la vuelta y se lo quedó mirando por un corto rato, luego soltó una risita irónica y girándose de nuevo le respondió un "Me das lástima" y salió del deposito dejando la puerta entreabierta a propósito.
La chica volvió corriendo al baño, cogió la mochila que había dejado escondida estratégicamente y, sin dejar de dar vueltas al por qué le había salvado, se cambió.
Cuando salió de allí, fue, tambaleándose, hacía algún sitio, el que fuera. Se encontró con Katherine, que al principio no supo cómo reaccionar y que, de repente, se abalanzó sobre él con las lágrimas en los ojos. Y, en realidad, ni tan siquiera ella sabía por qué lloraba, por qué tanta angustia al verlo allí tirado, malherido. Cuando lo abrazó, él se quejó del dolor.
-¿Que...? ¿Por que...ahg...Lloras?-tartamudeó Acero pasando su automail por la cintura de la chica y aforrándola a él, su corazón comenzó a latir rápidamente y sintió como el de la morena también lo hacía, se sintió extraño, pero no era una sensación desagradable, solo extraña, a pesar del dolor que recorría su cuerpo la chica parecía disminuirlo enormemente.
-Estaba...-¿estaba qué? Ella...Estaba…-preocupada por ti-dijo a media voz-. Estás tan malherido, y yo...lo siento...Edward...-se aferró a él con muchísima más fuerza. No lo quería, y mucho menos lo amaba, estaba segura. Pero la angustia al verlo en manos de Vermillion, a punto de morir, era grandiosa. ¿Qué le pasaba? Lo sentía como a un amigo, un amigo gruñón pero que se preocupaba por ella. Y no quería que sufriese mal alguno, pero ella...Ellos debían matarlo...-Edward...-volvió a decir.
-Di...Dime...-pidió el rubio mientras cerraba sus ojos para disfrutar mas el contacto con la chica, el contacto de su pecho contra el suyo parecía aminorar el dolor de su cuerpo, Katherine era, al parecer, toda la medicina que necesitaba, ¿Se estaba enamorando de Katherine Tucker? no, eso era imposible...imposible.
-Edward...-no quería decirle nada, sólo susurrar su nombre, sentir que estaba allí, vivo, que no se alejaba, que no se marchaba de su lado, que no la abandonaba.
-¡¡Acero, Muerte!-escucharon que decía, tras ellos, la voz sorprendida de Roy.
Katherine soltó al rubio y este a su pesar apartó su brazo de la cintura de la chica, si antes detestaba a Mustang ahora lo odiaba por haberlos interrumpido.
-¿Si, Comandante?-preguntó la morena.
-Me he enterado de que Westread ha estado aquí y han atacado a un alquim...-se interrumpió a media frase al ver como Ed alzaba su automail y murmuraba un "A mí".
Katherine también cayó en la cuenta que en vez de abrazarlo, tendría que haberse ocupado de curarlo. Junto con Roy, lo ayudaron a caminar (aunque él afirmaba que podía hacerlo perfectamente), y se lo llevaron hasta la enfermería del lugar. Una vez allí, tuvo que estirarse en la camilla. La enfermera los dejó esperando fuera mientras pasaba la cortinilla y le pedía que se quitase la camiseta para examinarlo, no sin cierta sorpresa por su brazo.
La enfermera vendó su extremidad y curó sus heridas, le pidió que se quedase allí hasta que amaneciese pero el rubio se negó rotundamente y no pudo hacer mas que dejarlo ir, ya era muy tarde cuando salió de la enfermería y se sorprendió al ver a Kat dormitando sentada en el suelo con la cabeza ladeada apoyada en el marco de la puerta.
Sonrió con dulzura, viéndola con amor casi sin pretenderlo, y se sorprendió sí mismo memorizando cada rincón de su cara y de su cuerpo. No podía negar lo evidente, y eso era que empezaba a sentir algo muy fuerte por ella. Hacía su corazón acelerarse de manera insospechada, provocaba súbitos sonrojos, y más cosas, tantas que no podía nombrarlas todas con los dedos de la mano. Se acercó a ella y le acarició la mejilla como pudo, con tentación de besarla. En vez de eso la despertó con suma suavidad.
-¿Que haces aquí? deberías estar descansando...-dijo Katherine como quien dijese buenas noches o saludara al momento de despertar, tomó por sorpresa al chico ya que no esperaba esa reacción de su parte.
-...Me dan miedo las enfermeras...-susurró Edward mirando hacía otro lado, y esquivando la mirada de Katherine, quien lo miraba sorprendida-Si, lo sé soy un idiota...-gruñó.
-Emm...a mi también me aterran las enfermeras...-sonrió la morena y el alquimista clavó sus ojos en los azules de ella.
Con un estremecimiento, ninguno pudo sostener la mirada y la bajaron. La chica se levantó y le explicó que Roy se había ido para informar de lo sucedido, pero que aún así el espectáculo había continuado sin que ninguno de los que sabían lo ocurrido, alarmasen a nadie. Le preguntó cómo se encontraba y, mientras caminaban para pedir un transporte, estuvo muy atenta con él.
