Yeah, capítulo 11 Waaaaaah, por favor, qué lindo es Edo-kun No, eso no era lo que quería decir…xD
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Disfrutad el capítulo
Por desgracia FMA no nos pertenece (de ser así, seguro que Winry no existiría, jojojoxD), y esto lo hacemos por pura diversión sin cobrar nada.
Capítulo 11
De amores y rencores
-Necesito tenerte cerca, verte, olerte, tocarte, porque si no...Creo enloquecer. Eres mi droga, Katherine, creo que...Me estoy enamorando de ti.-dijo a media voz, temiendo que ella lo odiase por decirle aquellas palabras. En vez de eso, notó que las manos que tenía en su espalda se soltaban, y que ella se separaba de él. Vio que se mordía el labio, que movía la cabeza dejando que algunos mechones le cayeran encima, y que luego volvía a mirarlo. Y vio que en sus ojos azules una chispa de pena y miedo brilló, aunque no supo identificarlo de esa manera.
-Me...Me halagas mucho, Edward...Pero...
-Pero a ti te gusta Roy Mustang, lo sé.
-No es sólo eso...es que también...
-También está Michelle, aja, también lo sé-volvió a robarle la frase. Ella asintió pero sin saber muy bien por qué se volvió a abrazar a Ed, se dejó caer en sus brazos y se recostó en su pecho, el alquimista acarició su cabello y ella se dio cuenta que en esa caricia no había un solo rasgo de rencor, ni odio por no corresponderle, únicamente el intento de un chico de proteger a la persona que al parecer había robado su corazón.
Se estremeció entre sus brazos, y no hizo nada para que dejase de acariciarle el cabello con ternura. Estaba realmente a gusto. Sí, le gustaba Roy, pero Edward tenía algo especial que hacía que también lo quisiera tener cerca. Muy cerca.
-Edward... ¿Por qué...?-susurró Kat cerrando los ojos para disfrutar más aun el calor y el olor del rubio.
-¿Por que qué?...
-¿Por qué haces que me sienta así? ¿Por qué me confundes de esta manera?-preguntó aunque las preguntas fuesen más para el aire que para el chico que acababa de dibujar una dulce sonrisa en sus labios.
-Katherine…si tú supieras que el corazón se me queda sin palabras para decirte lo grande que es lo que siento, me siento vacío al tenerte solo en sueños, no entiendo todo esto, no me había pasado nunca, ni siquiera con Winry…-susurró de nuevo al oído de la morena la cual se estremeció al sentir como el cuerpo de Edward temblaba, lo casual era que no había frío en el lugar en el que estaban encerrados, aunque cayó en cuenta que él no era el único que temblaba, ella también lo hacía.
Mirándose a los ojos, los dos jóvenes no se percataron de que sus caras estaban cada vez más cerca. Sus narices rozándose, su aliento el uno sobre el otro, y no existía nada más, ni tan siquiera esa corta distancia que cada segundo que pasaba, era menor. Llegaron a sentir un roce de labios, o quizás fue imaginación de ambos, cuando escucharon una alegre voz de adulto llamarlos.
-¡¡Muerte, Acero! ¿Estáis allí?-la voz de Roy retumbó en los oídos de ambos, devolviéndolos a la realidad de golpe, Katherine observó unos segundos más los ojos dorados del rubio, le brillaban de una forma tan especial, y al parecer él estaba pensando y haciendo lo mismo pero con y referente a ella, sintió como algo se removió dentro suyo. Se separó bruscamente. Ella no sentía nada por Edward. Debía matarlo, así que NO podía sentir nada por él. Se levantó deprisa y corrió junto a Roy, dirigiéndole una ultima mirada cargada de tristeza al chico, como si se disculpara. Él suspiró, y no dijo nada mientras se ponía en pie también.
El comandante al verla salir gritando "Aquí estoy" la abrazó con fuerza tomándola por sorpresa, al parecer una de las cosas que había soñado no fue tan mágica como ella se lo imaginó...No podía ser, el sentimiento por el Fuego se desvanecía como si este mismo lo quemase pero se dio cuenta que era Acero el que lo apagaba, esa flama que había en su corazón por Roy Mustang la había opacado otro sentimiento más fuerte, se percató de ello cuando el calor del moreno no le daba la misma seguridad que el estar sumida en un abrazo con Edward. El rubio salió pasándose una mano por el cabello y por lo tanto regándose la sangre que le corría por la frente, bajó la mirada y sonrió triste e irónico al ver a su amada Katherine atrapada en un tierno abrazo con el militar.
La chica se separó de Roy, y miró el suelo nerviosa. Estaba hecha un lío, y se daba cuenta de que era cada vez más difícil mantener distancias entre lo que era el trabajo, y lo sentimental. Cogió la mano de la comandante, sonrojada, y mirando a Ed cogió también la suya. Las dos le transmitían cosas muy diferentes.
-Sa...Salgamos de aquí-tartamudeó-. Guíenos Coronel.
Roy les explicó mientras se marchaba cómo los había encontrado, y cuando salieron fuera se encontraron con que Michelle y Alphonse hablaban en la calle tan alegres, esperándolos. Al verlo, la rubia no dudó en lanzarse sobre Edward, pasando por alto el que estuviese agarrado de la mano de Osiris.
-Dios, Dios... ¡Me alegra que estés bien! Estaba tan asustada...creí...creí que...-la pequeña no terminó de balbucear pues Edward la había atraído hacia él soltándole bruscamente la mano a Kat y le había plantado un beso en los labios a la rubia. La morena se sorprendió al principio, pero entendiendo por qué lo hacía, y pareciéndole tan a su estilo, tan infantil, intentó hacerse la tranquila cuando se separaban y les dijo:
-Mich, muchas gracias por preocuparte, eh. Y Edward, no deberías andar haciendo esas cosas en lugares tan...públicos.-cogió más firmemente la mano de Roy y, esbozando una triste sonrisa, lo llevó hasta donde estaba Alphonse. A lo lejos vio que Kriket se acercaba también.
No querían mirarse a la cara. Al día siguiente, tanto Edward como Katherine se evitaban, como creyendo que si sus miradas se cruzaban iban a matarse, o aún peor, abrazarse. Y la chica había tomado una decisión. Debía reafirmar su amor por Roy, no podía desvanecerse. Le daba igual que este fuera mayor, pero necesitaba mantener la cabeza fría en lo que se refería al Alquimista de Acero y aquella era la única manera.
-Cronel, Muerte requiere verlo, dice que necesita hablar urgente con usted a solas-la cabeza de Riza Hawkeye se asomó por la puerta para informar al Alquimista de la Llama la audiencia que la morena había mandando a pedir. Roy asintió y con una seña de la mano le hizo entender a Riza que la dejase pasar.
-Buenos días.-dijo el hombre, sonriendo. Katherine se sonrojó, pero no titubeó un ápice al alzar la cabeza, ponerse recta y decir.
-Señor, solicito tener una cena con usted.
Roy primero se sorprendió pero luego sonrió pícaro hacia la joven, ella se sonrojó ante la sonrisa de superioridad que le hechizaba del comandante, pero se le vino a la cabeza la dulce del Alquimista de Acero cuando la abrazó confiándole lo que sentía hacia ella. Cerró los ojos intentando sacar la imagen del rubio de su mente. La voz de su adorado Roy la terminó de sacar de su ensimismamiento.
-Katherine... ¿Me escuchas?-se había puesto de pie apoyando las manos en el escritorio y estaba relativamente cerca de ella, aunque se dio cuenta de ello, su corazón no latió más rápido de lo normal.
-Eh...Sí, coronel...-se dio cuenta de que la había llamado por su nombre, pero no dijo nada sobre eso-Entonces... ¿A qué hora dijo y dónde?
-La invitación la has hecho tú, así que tú pones las bases.-sonrió de nuevo, enderezándose y mirándola directamente a los ojos.
-Yo...Venga usted a las nueve a mi habitación…-que raro le sonó aquello-. Cenaremos en mi cuarto, así comprobará lo buena cocinera que es esta Alquimista de la Muerte.-intentó hacer, en vano, una gracia. El chico de ojos negros sonrió mientras la morena se daba la vuelta y salía del despacho de Mustang. Riza entró al ella salir y se le encaró al comandante.
-Señor, no es bueno que le dé ilus...
-Teniente primera, sepa que Muerte ya no está enamorada de mí...creo que alguien más está tomando mi lugar...-interrumpió en media frase a la rubia que lo observaba confundida, luego suspiró resignada y se dispuso a continuar con su trabajo, ya sabría él por qué decía esas cosas.
Mientras caminaba, Katherine no pudo dejar de preguntarse si hacía bien. Luego se reprendía por planteárselo siquiera, ¡hacía genial! chocó con alguien, y cayó al suelo mientras escuchaba un estruendo.
-Vaya...Buenos días, Al...-dijo, frotándose la cara.
-Parece que tienes prisa…
-No, yo…
-Oye, Katherine, tengo una pregunta… ¿puedo hacértela?
-Eeer…Sí. Sí, claro.-lo miró, extrañada. Se llevaba bien con Alphonse, aunque no eran lo que se decía amigos, y le parecía bastante raro que de repente se pusiera tan serio con ella.
-Mi hermano desde ayer está muy extraño, y me sorprendió mucho…Bueno, ese beso que le dio a Michelle-pareció decir aquello con un toque rencoroso- me sorprendió bastante. Creo que tú…
-¡Eso no tiene nada que ver conmigo!-lo interrumpió, en el preciso momento que Edward asomaba por allí. Lo señaló con un dedo acusador- ¡Su vida, a mi me importa poco!-y se marchó pisando fuerte el suelo. El rubio suspiró, y su hermano lo miró consternado, entendiendo al instante que había metido la pata.
Katherine sabía que había hecho mal, al fin y al cabo él no tenía la culpa de nada. Sólo se había declarado, ella lo había rechazado de la peor manera, corriendo hacia Roy, y él había besado a Michelle como venganza.
Se había prometido que eso a ella poco le daba, pero era difícil disimular cuando sí que le dolía. Se metió en su cuarto cual huracán, y no sintió una presencia que tenía detrás y que la cogió por la cintura con suavidad, acariciándole el pelo.
-Tan bella como siempre, Osiris. Pero oh…Hueles a hombre.- ¿era posible que sólo con estar cerca, la fragancia de Roy Mustang se le hubiera pegado?
-¿Qué pasa, Vermillion?-intentó que la soltara, pero él lejos de hacerlo la cogió con más fuerza y le susurró al oído:
-Sabemos qué ocurrió allá dentro, ayer…-se puso tensa.
-No sé…No sé de qué me estás hablando.-volteó la cabeza hacia un lado. Vermillion rió y la soltó.
-No te asustes, no vamos a decirle nada a Devil. Pero…-la cogió de los hombros, obligándola a mirarlo, y le agarró la barbilla para levantársela y que se encontrarse con sus lentillas rojas- No puedes enamorarte de él, Osiris, es peligroso. Tenemos que matarlo.
-Lo sé, pero es él el que se me declaró, no yo.
-Sólo te estoy avisando.
-Pues gracias.-se libró de él y auto abrazándose miró por a ventana abierta.
-Quieres que me vaya, ¿verdad?-ella asintió. Antes de desaparecer, el chico le besó la mejilla.
