Es por eso que necesitábamos reviews, porque nos emocionamos y la corrección va más rápida, por lo tanto, hay capítulos más a menudo (aunque ya, ya, este es más corto que el anterior, pero debía acabar ahí, queda mejor, ¿no? XD)
Decían por ahí lo de la bala, que no es muy grave…tenéis razón o.O, pero vamos a poner alguna excusa…queda más bonito (¿cuela? XD). Además Katherine ha recibido golpes más rudos (como se dice a continuación) de los que no ha salido tan mal…Así que es un fallo, gracias por hacernos lo notar.
Ais, estos jóvenes no acabaran nunca juntos, vaya o.ò
Estamos emocionados por los reviews o
Bueno, sí, ya callamos y os dejamos leer, juju, disfrutad el capítulo por favor.
Capítulo 13
El humúnculo que busca
A la mañana siguiente, Katherine despertó primero que el Alquimista de Acero, y su corazón dio un vuelco al ver como los rayos de sol que entraban por la ventana dibujaban los rasgos de su cara y hacían su cabello brillar de forma especial, miró su mano atrapada por las del chico y su corazón latió mas rápido que antes, se intentó levantar pero una punzada de dolor hizo que se quedase donde estaba, el rubio se despertó ante el movimiento de la morena y adormilado, sonrió al verla bien. Ella miró a un lado sonrojada. Mientras dormía Katherine se dio cuenta de lo mucho que amaba al rubio y que a pesar de que intentase ocultarlo, o hiciese lo que hiciera, para olvidarlo, no podía hacerlo. Él la tenía comiendo de su mano, en ese momento cuando el sonreía al verla bien, ella se decidió a olvidarse de que debía matarlo y a darle a conocer ese sentimiento aunque el hubiese dicho que la declaración que le había hecho era mentira, ella sabía muy bien que eso no era así, se lo había demostrado esa noche.
-¿Estás bien?-le preguntó sin quitar la sonrisa de sus labios, ella asintió lentamente con la cabeza- Había algo que…quería preguntarte-añadió él levantándose y alargándole un vaso con agua al tiempo que él se preparaba uno.
-Dime…-su voz sonó algo apagada. Él se volvió a sentar en la silla y jugando con el vaso entre sus manos, respiró hondo.
-¿Por qué lo hiciste?-la pregunta tomó por sorpresa a Osiris quien fijó los ojos en los del chico que observaba el agua golpear los bordes del vaso-Esa bala era para mi, ¿Por qué demonios te metiste en su camino?-añadió, aunque parecía enojado, en realidad estaba molesto por no poder hacer nada para que esa bala no le atravesara el brazo. Ella sonrió triste.
-A veces…se hacen locuras…por amor, Ed.-murmuró. El rubio levantó la cabeza y se puso de pie tumbando la silla torpemente.
-¿Eso quiere decir que…me amas?-preguntó Edward mirándola sorprendido, el corazón de ambos latía muy rápido y todavía mas cuando ella asintió.-Pe...Pero... ¿Qué pasa con el Coronel? Quiero decir, tú siempre...
-Aquello pasó hace mucho, incluso antes de que pudiera llegar a darme cuenta. ¿O es que no vas a creerme, Edward Elric, Alquimista de Acero?-sonrió débilmente la muchacha.
Edward alargó una mano en silencio, y le rozó la mejilla con suavidad, como si la chica estuviera hecha del cristal más fino. Le pareció bella incluso en el estado en el cual se encontraba, y sin poder evitarlo se inclinó hacia adelante. Ella no lo rechazó, aquel día había decidido olvidar que él era su objetivo, por eso cerró los ojos y entreabrió la boca, esperándolo, deseándolo. Él se sintió nervioso...Su segundo beso, el primero sincero...A Katherine...Temía hacerlo mal, pero cuando al fin se juntaron fue como si un guía invisible le susurrara al oído qué era lo que tenía que hacer.
Oyeron la puerta abrirse detrás de ellos y las exclamaciones de sorpresa, pero no tuvieron la rapidez de separarse a tiempo. Cuando se volvieron a ver quién había entrado, vieron en la puerta a Roy, Alphonse, Kriket y Michelle. El primero sonreía, el segundo y el tercero alucinaban, y la cuarta estaba que trinaba.
-Buenos...Días...-fue lo único que atinó a decir Edward antes de que Michelle saliera corriendo del lugar.
-Así que es verdad que del odio al amor hay un paso, o que los polos opuestos se atraen, ¿no?-preguntó, ahora sonriendo, la imponente armadura que contenía el alma del hermano del pequeño rubio.
-A mi no me preguntes, nosotros dos siempre nos hemos llevado bien.
-Oooh, sí, de maravilla-dijo con ironía Katherine, y luego añadió-, enano.
-¿¡ESTÁS DICIENDO QUE SOY TAN PEQUEÑÍSIMO QUE EL AMOR PASA DE MI PORQUE NO ME VE?
-No puede ser...-escucharon, de repente, que decía John a media voz.
-Kri...John, hermano...-se auto corrigió la chica- Jonathan, esto...Yo...
-Katherine, es peligroso.-fue lo único que dijo antes de marcharse tal y como Michelle había hecho momentos antes. A la pequeña rubia había querido seguirla Al aunque no lo hubiera hecho, a John lo había querido seguir Katherine pero no podía.
-¿Peligroso?
-Nada, Ed...Cosas suyas.
-Vaya Muerte veo que seguiste mi consejo...-sonrió el coronel al ver como la chica se sonrojaba poco a poco al tiempo que asentía con la cabeza.
-¿Qué consejo?-preguntó Ed mirando de reojo al comandante y luego a Kat.
-Oh, ninguno, ninguno... ¡Y ahora iros de aquí que quiero estar sola!-ordenó la muchacha, sonrojándose levemente. Sorprendidos, ellos tres hicieron caso y salieron al pasillo.
Cuando Katherine pudo moverse, volvieron en tren a Ciudad Central. Ella insistía en que estaba perfectamente, pero al parecer nadie la creía porque cada dos por tres iban a ver que tal se encontraba, como si estuviera inválida. Y eso que ella, con los de Westread, había tenido que hacer cosas muy peligrosas de las que salía más mal parada.
Pero Kriket todavía no la había ido a saludar.
Hasta ese día.
-Buenos Días...Osiris-saludó John al entrar a su habitación. Katherine sonrió ante su presencia pero su sonrisa se desvaneció al ver la cara de seriedad del joven-No vengo a hablarte de un tema muy bonito-añadió frunciendo el ceño.
-Si vienes a hablarme de Ed...
-¡¡¡Katherine es que no está bien, es peligroso!-gritó mientras sus pupilas se dilataban y zarandeaba a la morena.
-Me imagino que lo dices porque estás preocupado.-se limitó a decir ella, soltándose con suavidad y cerrando el libro que estaba leyendo.
-¡Por supuesto!
-Pero Kriket, todo eso ya lo sé.-dijo, impasible.
-Y si lo sabes... ¿Por qué no has hecho nada?-preguntó pasándose una mano por su cabello tan parecido al de ella.
-Es muy simple, mi querido Kriket...-sonrió Katherine, aunque triste. Sabía que estaba mal, pero se sentía tan bien junto a Ed, que eso le daba fuerzas para seguir luchando por ese amor.
-Dime pues.
-Porque el corazón de una persona no tiene domador. Ni siquiera atiende a las razones que le da el cerebro. De verdad que lo he intentado evitar, Kriket...Pero puedes estar tranquilo, voy a hacer trizas corazón –omitió un otra vez- para intentar olvidarme de Edward Elric...Lo antes posible.
Él se apoyó con un resoplido en los hombros de la chica y negó con la cabeza, luego le brindó una de sus sonrisas más sinceras y encantadoras, capaces de deshacer a cualquier mujer, todas claro, menos ella.
-Si lo amas de verdad...Tienes mi apoyo para estar con él...-dijo. Ella ahogó un grito de emoción ante la sorpresa.
-Pero a ti no hay quien te entienda.-digo, apartándose para luego abrazarlo con fuerza. Kriket le acarició la cabeza, temiendo por su vida, olvidando que ella acababa de decir que volvería a intentar olvidarlo. Pero sabía que era doloroso intentar esconder sentimientos, no porque a él le hubiera pasado, sino porque era de saber común.
-Solo quiero que estés bien y si con él lo estás, entonces no tengo problema.-añadió separándose de ella y caminando hacia la puerta-Te quiero Osiris, sabes que eres como mi hermana menor y si Devil te llega a hacer daño, no me lo perdonaría nunca-dijo antes de salir de la habitación dejándola a ella plantada con una sonrisa en los labios. Pero esta se borró pronto, porque se escuchó un estruendo en el pasillo y cuando se asomó al ver qué ocurría, se dio cuenta de que una persona salía volando hacia atrás. Edward llegó corriendo hasta allí. Al verlo, lo último que le vino a la cabeza fue pensar en romper con él una relación recién empezada; su cara no daba señal de estar para esos trotes.
-¿Qué está pasando allá abajo?-le preguntó apenas verlo, él se acercó a ella y la tomó de la mano.
-Tenemos que salir de aquí, nos está buscando a nosotros-dijo el alquimista, aunque cuando terminó la frase sus pupilas se dilataron al ver al atacante apoyado en el marco de la ventana de Katherine.-Envy...-murmuró colocándose frente a Kat en señal de protección. El homúnculo sonrió sarcástico y se sentó en el marco.
-¡Enanito metálico! me alegra verte tan bien acompañado...-dijo con ironía. Edward no iba a dejarse llevar por los comentarios del ser, sabía que lo provocaría hasta más no poder para alcanzar su cometido de luchar contra él. Pero una cosa era intentar controlarse y la otra era hacerlo.
-No me llames enano ¡Me pone de muy mal humor!-exclamó el alquimista y se lanzó sobre Envy, intentó patearlo, golpearlo pero como cosa rara, el homúnculo logró evitar todos y cada uno de sus ataques.
-¡Oye, Oye! Por naturaleza soy pacifista, pero que conste que esto lo has comenzado tú, además nunca te perdonaré por llevar su sangre en tus venas-dijo el ser golpeando a Ed de lleno en la cara, mandándolo contra la pared lateral de la habitación.
Katherine ahogó un grito, pero sabía que Edward se levantaría de un momento a otro así que hizo el círculo de transmutación y vieron un grupo de esqueletos humanos entrar volando desde la ventana, como si unas manos transparentes los hubieran arrastrado hasta allí. Estos se abalanzaron a la de una sobre Envy, que como quien se espanta un mosquito del hombro, los alejó a todos con un ligero movimiento de la mano.
La morena al ver que su ataque con círculo de transmutación no funcionó, decidió utilizar su alquimia más fuerte (en realidad la que no era: su poder como nigromante), así que sopló su mano y se arrodilló en el suelo.
-¿Pides piedad? No creo que quien se hace llamar como una diosa debería hacerlo-se burló Envy, ¡sabía la personalidad oculta de Katherine, esto la sacó un poco de concentración, pero luego sonrió segura de sí misma, esa misma sonrisa que surcaba el rostro de Osiris cuando saboreaba el terror en los ojos de los futuros muertos a manos de sus compañeros.
-Pues...no precisamente eso.-el edificio se agitó mientras la cerámica del cuarto se rompía en distintos lugares dejando entrever manos que salían de debajo de ellas.
Envy, sorprendido, saltó hacia un lado esquivando una de esas manos, pero otra lo atrapó por detrás. Omitiendo ninguna queja, sacó una daga o algo parecido, clavándola en la mano la cual se abrió y lo dejó libre. Pateó la siguiente mano, y las otras tres lo atraparon a la vez, una sobre la otra.
Se escuchó un aplauso y una especie de púa de metal salió justo debajo de Envy atravesándole el abdomen, el homúnculo soltó un grito ahogado y, mientras un hilillo de sangre morada salía de su boca, miró a Edward con repugnancia, al rubio también le corría sangre por el labio pero la determinación de sus ojos provocaba un gran respeto hacia él, aunque Envy no lo sintiese, sabía que muchos otros habían cedido bajo esa mirada.
Aún así, no iba a dejarse vencer. Agarró con fuerza la mano transformada en púa del rubio y sin que este pudiera hacer nada, se la sacó del estómago, haciendo que una enorme cantidad de sangre saliera al exterior. Tosió e inclinado hacia delante, dio una mirada redonda a la habitación buscando algo.
Sabía que estaba en ese cuarto.
Los dos jóvenes no le dejaron respirar, y utilizaron uno de los ataques que habían mostrado en el espectáculo tiempo atrás. Mientras que el suelo se levantaba y apretaba a Envy de nuevo, un ser formado por miles de insectos muertos reforzaban esa cárcel para que no pudiera salir. Fue en vano, porque desde dentro se escuchó una explosión, y cuando deshicieron eso era demasiado tarde: Envy ya había desaparecido por un hueco en el suelo. Parpadearon sorprendidos.
-Pero... ¿Se puede saber qué quería?-preguntó Edward, asomándose por el agujero- No creo que viniese aquí precisamente de visita...
-Sabemos que es algo que está aquí dentro...En mi cuarto.-dijo Katherine, quien en realidad estaba pensando cómo era que ese desconocido sabía de su otra identidad.
-Últimamente mucha gente atenta contra nuestra vida.-intentó bromear, pero ella no sonrió.
-Vaya, que desastre...-murmuró Michelle desde la entrada del cuarto de Katherine. Se acercó esquivando con gracia algunos huecos, dejados por las manos que Muerte había creado, hasta Edward, y lo abrazó tras darle un beso muy cerca de los labios.
-E...Esto...Michelle...-tartamudeó él, muy sorprendido. La rubia se le colgó del brazo.
-No creo que sea el momento para escenas amorosas, debemos informar de qué ha ocurrido exactamente.-dijo, con la frialdad de Osiris, Katherine.
-Kat...-balbuceó Ed, pero la chica hizo una señal con la mano dándole a entender que se callara.
-Voy a informarle a Roy lo sucedido, con permiso, os dejo solos.-la indirecta fue clara, a lo que la rubia sonrió pedante.
'Es lo mejor' se dijo Katherine. Era la mejor manera de olvidar a Edward, además él no sería de Michelle en ningún momento porque iba a morir justamente para que no estuvieran juntos. Eso era lo que Devil había ordenado, y estaba segura de que el hombre se estaba impacientando: no era conveniente atrasar más la muerte del Alquimista de Acero.
Debía matar pronto a la persona que amaba.
-¡¿Por qué lo haces Michelle!-exclamó Edward agarrando por los hombros a la niña.
-Entiende Ed, no puedes estar con ella...-soltó la chica después de dar un largo suspiro. El alquimista la miró confundido pero la rubia simplemente negó con la cabeza- Katherine...no es, ni será tuya Edward, jamás. Así que yo que tu corto esto de raíz-añadió rozándole la cara con una mano y soltándose con elegancia de él para salir de la habitación.
-No entiendo...Absolutamente nada...-era verdad. Se le hacía todo demasiado confuso. ¿Que no podía estar con ella, ahora que la conseguía? No podía creer que aquello fuera ninguna artimaña para alejarlos, no veía a Michelle llegar hasta esos extremos, entonces... ¿Por qué le decía semejante tontería?
