TT Este capítulo es…jo XD

Es más largo que los otros, creo, porque mientras iba corrigiendo no me atrevía a pararlo antes, así que disfrutadlo o aguantaos, lo que prefiráis, jojojo. Pero tranquilos, que si os gusta todavía hay fic para rato (¿sonó eso a spoiler?). Devil es un cab-ó-, ¿a que sí? Pero bueno, eso no importa ahora, disfrutad del capítulo por favor, salu2222

Disclaimer: FMA NO nos pertenece (las cosas que les haríamos a Ed, Al y Roy, si fuese así…Y la de personajes que intercambiarían situación de vivo-muerto).

Capítulo 14

Verdades, despedidas, lágrimas

Katherine se dirigió al despacho de Roy con paso decidido y alojando las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos en los mismos. No lloraría por Edward, era un amor imposible y ella lo había sabido desde el primer momento, pero había sido tan terca, tan estúpida, tan imbécil, tan…Todo, ¿Cómo pudo cometer el error de enamorarse de su victima? ¿¡DE LA PERSONA A LA QUE DEBÍA ASESINAR?...

-De la persona…a la que debo asesinar…-susurró deteniéndose a mitad de pasillo, y permitiendo que unas cuantas lágrimas rodasen por sus mejillas, apretó los puños sin poder aguantar esa tristeza que la invadía.

-Katherine…-la voz de Ed resonó a sus espaldas, estaba cargada de preocupación pero a la vez de una dulzura que hicieron a la chica olvidarse de sus pensamientos cuando el rubio se abrazó a su cintura. Ella se volteó e, instintivamente, se abrazó al cuello del alquimista ahogando los sollozos en su hombro. Michelle los observaba desde la puerta semidestruida de la habitación de la morena, una sonrisa triste surcó sus labios su corazón ya tiene dueña y no soy precisamente yo… pensó antes de darse media vuelta y desaparecer pasillo abajo.

Cuando se separaron la chica lo hizo con la cabeza y la mirada baja, el rubio, a diferencia, con una sonrisa calida, con el dedo índice de su automail le levantó el mentón y con su mano izquierda le rozó una mejilla, luego la otra y por último sus labios.

-Eres…tan bella…-suspiró y cerró los ojos sonriendo irónico al negar con la cabeza, luego volvió a fijar sus ojos dorados en los azules de Kat-, Te amo Katherine…-susurró acercándose a ella y rozando sus labios con los suyos, aunque la morena no le respondió a la primera, su corazón le ganó de nuevo a la razón y enrolló sus brazos alrededor del cuello del rubio. Entre beso y beso se decían un Te Amo el uno al otro. Una palabra lo suficientemente grande y necesaria para hacerlos olvidar el mundo y los problemas de ambos, en ese momento sólo existían ellos y esas palabras accionadas por esos pequeños besos.

Justo en ese momento llegó Armstrong, y ellos se separaron sonrojados. Sonriendo, el hombre les dijo que le habían buscado un nuevo cuarto a Katherine ya que el suyo había quedado destrozado, pero antes de que pudiera decir nada, Edward ya hablaba:

-Hoy, ella dormirá conmigo.

-Pe...Pero Ed...-intentó decir ella.

-Pero nada... ¿Verdad?-miró al adulto, que negó con la cabeza, se encogió de hombros y se marchó- Quiero...observarte por toda una noche...Por toda una eternidad...-dijo, aunque no logró mirarla a los ojos porque estaba demasiado rojo como para parecer humano. Con el corazón acelerado, intentando no mostrar eso en su voz aunque no lo consiguió, aceptó de sobras la proposición.

Porque esa era la última noche, se auto confesó, que pasarían juntos. No podía permitirse el estar enamorada de él, pero quería por lo menos disfrutar una vez su contacto, sus caricias, estar con él y sólo con él, lejos del Westread, lejos de los asesinatos, lejos del deber...Aquella noche, les pertenecía a ellos.

Se dejó arrastrar cual cuento de nubes por Edward, quien la había cogido con suavidad de la mano y la guiaba hacia su cuarto. Ambos sonreían como dos tontos. Dos tontos muy enamorados. Entraron en la habitación a oscuras, ninguno quiso abrir la luz por miedo a romper el encantamiento maravilloso, así que allí de pie y a oscuras se abrazaron muy fuerte, y se besaron con avidez. El rubio le besó los labios, los ojos, la nariz, le mordió con cariño la oreja, haciéndola reír, le acarició el pelo...Y ella le soltó el cabello, le masajeó la espalda, lo miró...Y los dos se desearon.

Y volvieron a abrazarse con fuerza y a besarse con avidez. Con lentitud, Edward la tumbó sobre la cama, sin dejar de observarla, ni de mirarla, ni tan siquiera de besarla. La tenue luz que entraba por la ventana marcaba cada rincón de la cara que a él tanto le gustaba. A ella le encantaba la suya, por eso le pasó la punta de los dedos por todo el rostro, sintiendo que sí, el corazón latía cada vez más rápido, que dolía más, y que seguirían aumentando las dos cosas.

Se tumbó al lado de ella, y no se soltaron. Besos, caricias, besos, caricias…Tanta gloría no podía ser real, era no más que una quimera y se despertarían, y acabaría…Aunque Katherine era la única que sabía que aquello era verdad, Edward lo intuía, por eso no quiso desperdiciar ningún momento de sentirla cerca.

Una silueta iluminada por la noche, observaba la escena divertida. No es que el suceso le agradase del todo, aunque lo beneficiase en parte, si no que disfrutaba porque sabía que haría después para romper tan idílico romance. Los haría sufrir, a uno por existir y a la otra por traicionarlo. Porque a él no se le podía hacer nada de eso, y tanto que no.

Con una agilidad difícil de imaginar en él, Devil saltó de la rama del árbol y se marchó caminando tan tranquilo.

A la mañana siguiente, Muerte, recostada sobre el pecho de Acero, se levantó despacio intentando no despertarlo lo cual consiguió, se arregló el cabello y tras mirarlo con suma tristeza y darle un beso cerca de los labios salió de la habitación cerrando con cuidado la puerta para que no sonase.

-¿Katherine?-la voz de Al resonó detrás de ella. La chica se giró sobresaltada y con una sonrisa nerviosa en los labios.

-¡A...Al! ¿Qué haces aquí?-preguntó sonriendo. La armadura, de haber podido, hubiese hecho una mueca de confusión.

-Vengo a traerle el desayuno a mi hermano...

-Vale...Bien...-se pensó si decirle una cosa, y al final optó por hacerlo- Dile que...Lo siento. Él no entenderá pero por favor, tú díselo.

-¿Qué...cómo?-pero nadie le contestó sus dudas porque la morena ya había desaparecido por el pasillo, encontrándose esta vez con Kriket que iba a su búsqueda.

-¿Te ocurre algo?

-Por supuesto que no, Kriket...

-No puedes mentirme, Katherine.-con una sola mirada, la hizo flaquear y ella se puso una mano sobre la boca, ahogando un sollozo.

-Kriket, por culpa de mi pasado...Voy a hundir mi presente.-y entendiendo a la perfección qué quería decir, el chico le pasó una mano por los hombros y la atrajo hacía él, llevándosela de allí para que nadie los viese, y así consolarla en silencio.

Los rayos de sol de la ventana recién abierta por Al golpearon en la cara a Ed, el cuál lo primero que hizo al abrir los ojos fue rebuscar a Kat por toda la habitación.

-Buenos días, hermano-saludó la armadura girándose para quedar frente al rubio.

-Igual para ti, Al-respondió-Oye...no has visto a...

-La vi salir, me pidió que te dijese que lo siente, que no entenderías el por que, pero que igual te lo dijera-explicó Alphonse sentándose junto a su hermano.

-¿Perdón, y que no lo entendería? Bueno...supongo que se disculpó por haberse ido...-sonrió triste, mirando la mano con la que la había estado acariciando toda la noche. No, algo seguía diciéndole que su relación corría grabe peligro y que por eso ella se disculpaba. ¡Pero no entendía qué era!

-Se veía muy...bella esta mañana.

-Ella...

-Hermano, se la veía tan bella porque está enamorada.

El rubio no quitó la sonrisa triste de sus labios, aunque su corazón dio un vuelco al recordar la noche pasada, sabía que algo malo pasaba, lo había sentido ayer al tocar a Katherine, al sentirla, al estar con ella el amor que ambos sentían le permitía conocer los sentimientos y preocupaciones del otro y esa noche...Muerte, a pesar de haberlo amado con todas sus fuerzas, oprimía ese amor hacia él.

Se levantó a un salto, sorprendiendo a su hermano, y lo miró con pánico antes de salir corriendo el cuarto en busca de Katherine. No la vio por ningún lado, y estuvo buscando y buscando tanto rato...

Ni al día siguiente, ni al otro...Katherine había comenzado a tratarlo con frialdad, y ningún día había conseguido él que eso cambiase. No entendía nada de lo que ocurría, pero sí que Kriket ayudaba a Katherine a rechazarlo cada vez que conseguía quedarse a solas con ella. Maldijo al que no sabía se llamaba Kriket, y se ingenió mil y un planes fallidos para tener aunque fuera un minuto de intimidad con ella.

Pasaron dos meses en ese régimen, el corazón de ambos se iba rompiendo pedacito por pedacito, pero la distancia no es motivo del olvido así que ese amor tan fuerte que sentían en vez de disminuir, creció, para decepción de Muerte. El rubio se había resignado a ser tratado de esa forma y decidió hacer lo mismo.

Fue esa noche que Kriket la llamó a su cuarto, y cuando llegó casi cayó de la sorpresa al ver que Vermillion, Bala y Cruz la esperaban. Sabía a la perfección qué significaba eso, pero no esperaba que ocurriese tan pronto.

-Buenas noches, preciosa.-la saludó el chico pelirrojo. Ella asintió con la cabeza dándole a entender que le devolvía el saludo y se sentó sobre la cama de John, esperando instrucciones. Lo que le dijo, la sorprendió de sobremanera.

-Devil ha dicho que ataquemos al alquimista de Acero...En el castillo.

-¡¿En el castillo! ¿Se ha vuelto loco?-preguntó la chica, mas sorprendida que enojada, nunca nadie que no fuesen ellos mismos había pisado La fortaleza desde hacía mucho tiempo (se conservaban cadáveres y restos de sangre de mucho antes de que ellos llegaran), como solían llamarlo. Kriket bajó la mirada mientras Vermillion suspiraba.

-Y no sólo eso Osiris…-susurró Bala, la morena clavó sus ojos azules en los del chico-el golpe final...lo darás tu.

Tuvo que agarrarse a la cama para no desmayarse. Manteniendo la cabeza fría, dio una mirada circular a la sala, apretó los dientes y negó con la cabeza.

-Eso es una tontería.

-Dice que estás preparada para llevarlo a cabo, Osiris. Debes hacerlo...-comentó Vermillion.

-No pienso hacerlo...No a Edward...No a él...-había comenzado a llorar casi sin pretenderlo, pero era muy tarde para detener sus lágrimas, sus sollozos impulsados por la ira y el miedo a perder a ese ser que amaba y tener que darle muerte ella misma era lo que le faltaba para suicidarse por dentro.

-Osiris...-escuchó que la llamaban, pero su mente estaba muy lejos de allí, con Edward y su ultima noche, que tanto habían disfrutado. Cuántas veces pensaba en ese entonces, deseando que todavía durara...Pero por desgracia hacía tiempo que se había acabado, y ahora lo notaba más que nunca.

-No puedo...No...a él no-repetía como en sueños, encerrada en su mundo, en ese mundo que había creado esa noche junto con él, en el cual solo el rubio y ella vivían sin Westread, ni asesinos, ni peligros ni nada-Maldito sea...¡¡MALDITO SEAS DEVIL!-gritó al aire encogiéndose con las manos alrededor del abdomen y clavando su cara en sus rodillas mientras su cabello caía a los lados de la misma.

Notó dos manos que la cogían de los hombros y la obligaban a alzar la cabeza, pero ella sólo vio la forma difusa de Kriket porque tenía los ojos tan húmedos que era incapaz de vislumbrar claramente quién era.

-No puede pedirme...eso...

-Pero lo ha hecho, Osiris...Tú en realidad sabías que lo haría.- aquel que era como su hermano tenía razón. Lo había presentido, que no sabía si porque los había descubierto, o como castigo por haberse quitado el cilicio de la pierna...pero él iba a hacerle esa clase de jugarreta antes o después.

-No lo pienso hacer...-murmuró con odio, con todo el que sentía en esos momentos hacia Devil, hacia lo que era y por lo tanto hacia su mundo.

-¡Oh, mi querida Osiris!...Claro que lo harás.-la voz fría y despiadada del jefe de la asociación de asesinos Westread resonó en la habitación. Katherine se levantó y lo taladró con la mirada, el hombre se percató que lo menos que había en ella era miedo o algún temor para él.

-No puedes pedirme eso, no tan de repente...

-Por supuesto que puedo...Si quieres recuperar tu pasado...-como si su voz fuera una especie de contraseña especial, Katherine sintió un repentino dolor en la cabeza que la hizo doblegarse y caer de rodillas sobre el suelo.

Una serie de imágenes difusas se arremolinaron en su mente, lo que sí podía escuchar eran voces, su voz y la de dos personas más...

'¡¿Por qué lo hiciste!'

'¡¡MALVADO!'

'Ella...debía morir, no me merecía.'

'¡¡Tú, tú no la merecías, mamá...ella...!'

Chilló con fuerzas antes de dejar de sentir el dolor, no lo sabía pero había alertado a la gente que ya llegaba y que John disipaba diciendo que no ocurría absolutamente nada.

-¿Qué ha…sido eso?-dijo, recuperando poco a poco las fuerzas. Con una sonrisa en los labios, el hombre hincó una rodilla en el suelo para ponerse a su altura y le levantó la barbilla con delicadeza- Devil, ¿qué ha sido?

-No me des órdenes, Osiris…Y eso…Sólo eran un poco de tus recuerdos.

-Có…

-Si quieres recuperarlos, obedéceme. No me cuestiones jamás, sígueme con fe ciega. Ya lo aceptaste en el pasado, ¿no? Ahora no puedes evitar cumplir tu promesa.-dijo, separándose de ella. Se volvió para mirarla de reojo y se marchó saltando por la ventana.

Con la respiración entrecortada, Katherine se tapó la cara, confundida. Se le hacía todo demasiado repentino, y debía asumirlo. Además, las otras dos voces que había escuchado, se le hacían tan familiares…pero como su felicidad con Edward, cuando alcanzaba a saber de quién eran un muro invisible le impedía recordarlo al instante.

-Va a ser mañana por la noche…

-Demasiado pronto, Bala…

-No, Osiris-negó Vermillion-, muy tarde, llevamos demasiado tiempo atrasándolo.-esperó a ver qué respondía ella. La muchacha titubeó, pero acabó poniéndose en pie, seria.

-Mañana por la noche, Edward Elric, el Alquimista de Acero, habrá muerto.-dijo fría como el mismísimo hielo.

De nuevo, Katherine lo había ignorado, pero dolido hacía ya un par de semanas que él había desistido en hacerla entrar en razón. Si ella quería comportarse así, sus razones tendría. Pero le molestaba mucho que se comenzara a comportar de repente de esa manera, después de la maravillosa noche que habían pasado juntos. Se mordió el labio inferior, y se concentró en los apuntes que tenía delante que había copiado del libro que encontraran tan cerca de las ruinas calcinadas de su casa.

'Y si son pronunciadas las siguientes palabras, hasta el menor esfuerzo logrará abrir la puerta de las dimensiones y hacer transmutación...Si lo dicen dos corazones unidos en uno, latiendo al son de la misma canción.'

-Antes…Nosotros dos éramos UN corazón latiendo unido. Por una noche lo fuimos…- por más que lo intentaba, no podía dejar de recordar eso. Abría dejado sus convicciones y orgullo de lado para salir corriendo en busca de ella y abrazarla aunque fuera una vez más.

'El amor cambia tanto a las personas…' pensó justo antes de que la presencia de alguien en su cuarto lo distrajese. Se volvió veloz como el viento, volcando la silla y unas ropas blancas hondearon delante de sus ojos cuando una figura entró en el cuarto.

-Osiris.-dijo entre dientes, temiendo qué hacía ella allí.

-Edward Elric-se sorprendió, no recordaba que la voz de la asesina, quien lo había salvado de sus compañeros tiempo atrás, sonase tan…tan…inhumana. No sentía rastro de emoción en ella-. He venido a buscarte.

-¿Buscarme?

-Sí. ¿Verdad que vas a acompañarme?

-¿Por qué debería hacerlo?

-Me debes la vida.

-Vinisteis a arrebatármela.

-Elric…Vas a acabar viniendo, y me hubiera gustado que fuese por las buenas, por eso voy a preguntártelo sólo una vez más…

-¡Sí, vale, voy!-dijo, antes de que continuara, alzando los brazos exasperados- ¡Da igual, todo el mundo quiere matarme, ¿no! ¡Pues lo mejor será que intentéis hacer vuestro trabajo.

-¿Intentemos?-a pesar de ser una pregunta, no lo pareció por la manera en la que la chica lo había dicho.

-Sí, porque no pienso dejar que me matéis, claro está.

Si pudiera ver a través de la máscara, Edward habría notado una sonrisa fría como el mármol en los labios de la muchacha, pero al no ser así sólo la observó en silencio, esperando que algún movimiento le revelase su autentica identidad. Y mientras pensaba no fue capaz de reaccionar cuando se subió la careta hasta debajo de la nariz y juntó sus labios con los de él. Se le hizo un beso extrañamente familiar, pero él sólo había besado a... Pero no podía ser, aunque algo dentro de él se removió como sólo los besos de ella podían ocasionar, le siguió el juego y pasó sus manos por la cintura de Osiris mientras esta juntaba sus manos en el cuello del chico. La puerta se abrió lenta y silenciosamente, las mascaras de Kriket, Bala, Cruz y Vermillion aparecieron tras ella, el primero sonrió triste mientras que los demás miraban alucinados la escena, Edward bruscamente separó a la chica de él al fijarse en las otras presencias.

-Lamento decepcionarte, Osiris, pero...Yo sólo he amado y amaré a una mujer-sonrió burlón-y su nombre es ¡¡Katherine Tucker!-Esas palabras hubiesen sido música para los oídos de la joven en cualquier otra situación pero no en esa, su mundo se vino abajo y la frialdad y determinación tanto de su mirada como de ella misma desaparecieron.

-Y ese fue...el último acto...el último beso...-susurró Kriket, bastante sorprendido por las palabras del rubio.

-¿Venís en grupo para atacarme?-la sonrisa burlona no había desaparecido- ¡Vaya, qué poderosos! ¿Y si fuera un adulto, cuantos seriáis? ¿Veinte, treinta?

-No te burles de nosotros, Alquimista de Acero-gruñó Bala-. Estamos aquí todos, pero no significa que uno solo de nosotros se baste y se sobre.

-¿Tú, por ejemplo?-lo señaló acusador con el dedo, en postura 'yo soy el nova más'.

-Yo, por ejemplo.-Bala desenfundó su pistola veloz como los rayos de sol, pero Cruz le puso una mano sobre el arma para detenerlo.

-Nuestro señor Devil dijo expresamente que este cordero de Dios...Fuese asesinado en el castillo a manos de Osiris.

-Es mi presa.-murmuró la muchacha antes de voltearse y hacerle un gesto a Edward para que la siguiera.

-¿No dije que no me dejaría matar tan fácilmen...?-sintió un aroma extraño rodearlo, y sin darse cuenta cayó desmayado en los brazos de Vermillion.

Edward se despertó con un fuerte dolor de cabeza, y al levantarse incluso se mareó. Con la mano derecha, la de metal, enredando los dedos en el cabello, dio una mirada circular, a ver si descubría dónde se encontraba.

La puerta de la celda se abrió chirriante y dejó entrever a seis personas, dos de blanco, una de las cuales no tenía mascara. Su cabello liso desde la raíz y rizado en las puntas se alzaba sobre su cabeza en dos coletas, tenía una mirada triste y las manos tapándole la boca. Los otros cuatro vestían de negro y llevaban sus mascaras con la W y la R entrelazadas en una estrella.

-¿Mich...Michelle?-logró articular el alquimista entrecerrando los ojos para lograr visualizar mejor a la pequeña.

-Ed...Edward...-ella sabía por qué seguían al Alquimista, el por qué lo vigilaban...Pero no se lo podía, o más bien no quería, creérselo. Pero se daba cuenta de que era cierto al verlo allí. Fue a lanzarse a su lado, pero una mano la detuvo.

-No.-dijo Bala, y a rastras y entre gritos, la sacó de allí.

-¿Qu...qué hace Mi...Michelle aquí?-preguntó, pero no recibió respuesta. De repente, todos se voltearon e hincaron rodilla en tierra, mostrando su respeto al hombre que acababa de llegar: Devil.

-Más que interesarte por lo que pueda hacer ella aquí...mejor mira a nuestra querida Osiris, y descubre quién es en realidad.-le retiró a la susodicha la capa blanca de la cabeza, dejando que su cabello negro, el cual sujetó con fuerza, hondease en el aire. Ella no hizo el menor ruido de dolor cuando estiró y la hizo arrodillarse frente a un aturdido Edward.

-¿Pero qu...?-Devil le sacó la máscara a Osiris, o más bien dicho Katherine. Todo lo que podría haber dicho el muchacho rubio, se le atragantó en la garganta. Ella lo miró con pura frialdad.

No podía ser, ella no era Katherine, su amada Katherine, no. Imposible, no podía creérselo, ¡¡NO, NO ERA ELLA!

-Estás jugando conmigo, bastardo.-logró decir, intentando poner todo su odio en cada una de las palabras.

-No, ella ha estado jugando contigo hasta ahora.-con un grito frustrado, Edward hizo amago de ir a golpearlo, pero algo lo detuvo: estaba maniatado y las cadenas estaban hechas de un material que se le hacía dificultoso de romper con su actual estado.

-Maldita sea... ¿Por que Katherine?... ¿¡¡¡Por qué, Kat?-con todas las fuerzas que le quedaban, Ed se abalanzó sobre ella pero de nuevo sus ataduras lo detuvieron y se fue de bruces contra el suelo. Ella lo miró con lastima, aunque su cuerpo temblase y sus manos estuvieran empuñadas. Lo amaba, lo amaba con todo su ser, pero ese era el deseo de Devil y no pondría pos ni contras en él.

-Yo...-tomó una bocanada de aire preparándose para lo que iba a decir, quería gritarle que lo sentía, que lo amaba con todas sus fuerzas…pero no, no lo haría. Primero estaba su pasado que su amor por Ed-¿Cómo tú, Edward Elric, pensaste que yo, reina de las mentiras, el engaño...la muerte...-se había puesto de pie y caminaba al rededor del rubio mientras este se limitaba a mirar el suelo de piedra, no podía creer lo que escuchaba, no de Katherine-, cómo pudiste pensar...que me iba a enamorar...realmente de ti?-terminó de decir arrodillándose de nuevo frente a él y levantándole el mentón, entonces fue cuando el alquimista lo entendió, mentía, sus ojos estaban llenos de lágrimas y le gritaban su mentira.

-Kat...-la voz de Kriket resonó en la mazmorra, mientras Devil sonreía malicioso y salía de la misma-Es hora de empezar...-añadió mientras ayudaba a su compañera a levantarse, ella se puso de pie asintiendo, mientras el alquimista sonreía sin temor alguno. Bala lo apuntó con un revolver calibre 84 y sin que el pulso le temblase disparó, la bala le atravesó el antebrazo bueno, el rubio soltó un grito ahogado mientras Vermillion a una gran velocidad se detenía detrás de él y sacaba un pequeño cuchillo de bolsillo y lo abría.

-Este...es por haberte involucrado con Osiris...-le susurró en el oído clavando lentamente la daga en su mejilla y moviéndola un poco para hacer un corte en ella, el alquimista cerró los ojos cuando la sangre comenzó a brotar de la herida-Esta por robarle el corazón...-clavó el puñal en su hombro izquierdo, Edward gritó, su respiración comenzaba a agitarse, podía escuchar los rezos apagados del sacerdote.

Vermillion removió la navaja en el hombro del alquimista cuatro o cinco veces, el rubio no podía llevar la cuenta, hacía ya un rato que había perdido la noción del tiempo, había dejado de sentir dolor físico, el dolor que le ocasionaba ver a Katherine…Osiris, parada allí, observándolo sin hacer nada.

-Kat…Kathe…Yo…-logró articular con las pocas fuerzas que le quedaban-Te…Te amo…Kat…-sintió un impacto tibio en las costillas y el suave rodar de la sangre por su costado, con la visión empañada pudo ver como Bala sonreía descarado apuntándole con la pistola Al…te fallé…no pude…no pude devolverte tu cuerpo…Perdóname hermano Vermillion lo pateó justo donde el hombre de ojos verdes había plantado la bala. Edward sólo soltó un chillido y cayó al suelo incapaz de levantarse, cuando el chico de lentillas tuvo intención de patearlo de nuevo fue la voz de Katherine la que lo detuvo.

-¡¡Basta Vermillion! Para ya…-exclamó interponiéndose entre su compañero y Edward, las palabras del chico, ese último Te amo, habían ocasionado que las lágrimas corrieran por sus mejillas y que su corazón no aguantase más golpes, ni mas heridas, ni más nada. No podía ver cómo asesinaban a Ed frente a ella, no podía.

-¿Pero qué…?-en los ojos ocultos tras las lentillas se veía una gran preocupación pero a la vez una decepción inmensa.

-Dijimos que el golpe final lo daría yo ¿no? Os pido que lo dejemos agonizar un rato y luego vendré a matarlo.-sonreía falsa, sarcástica y fría como sólo Osiris podía hacerlo, sus compañeros sabían que deseaba con toda su alma sacar de allí al alquimista, pero estaban seguros que no se atrevería a hacerlo.

Salieron todos, menos Kriket, porque Katherine lo llamó para que no se fuera. Se volvió lenta hacia él, con el entrecejo fruncido, y con su voz, no la fría de Osiris, le rogó:

-Tienes que ayudarme para que lo salve.

-Osiris...

-No, John, no soy Osiris. Soy Katherine, una chica humana-se arrodilló ante Edward, que estaba semi inconciente, y le agarró la barbilla-, soy una joven, una adolescente, con hormonas a mil que me hacen morirme de amor por él... ¿Te crees que puedo matarle...? No, mejor dicho, ¿te crees que puedo matar MI corazón de esta manera?-silencio- Por favor, John, hazlo por la amistad que tienes hacia mí. Te juro que no dejaré que Devil la pague contigo.

-Puede matarme si quiere, esto lo sobrellevaremos juntos-se puso junto a ella-. Edward Elric, Alquimista de Acero...Encontrasteis un libro, ¿recuerdas? Hablaba de muchas cosas, uno de los apartados enseñaba cómo abrir una puerta dimensional. De alguna manera, y sin querer, nosotros hemos logrado abrirla.

-Kriket...-a la morena le brillaban los ojos de felicidad, el chico siempre había estado junto a ella y la ayudaba incondicionalmente, pero nunca pensó que lo fuese a hacer hasta el punto de traicionar a Devil.

-No digas nada, eres una caprichosa y lo sabes-dijo. Le secó las lágrimas con un suave roze de su mano por sus mejillas, la joven sonrió ante el contacto y luego se volvió de nuevo hacia Ed. El alquimista clavó sus vacíos ojos dorados, tal vez lo único que parecía tener vida aun en el cuerpo del chico, en los azules de la morena. Había una conjunción de sentimientos en esa mirada, el odio que sintió hacia ella cuando Devil le quito la mascara, la felicidad de que lo fuese a salvar, la tristeza de sentirse traicionado...pero, sobre todo, el amor que le profesaba a la chica.

-¿P...Por qué?-logró articular y un poco de sangre salió de su boca, Katherine bajó la mirada, no podía sostenérsela al rubio.

-¿Por qué, qué, Edward?

-Por... ¿Por qué todo esto?-estaba mareado, dolorido, y le costaba hablar. Pero sacaba las fuerzas de quién sabía dónde, sólo para que ella le respondiese y escuchar su voz una vez más, como si fuera la última.

-Te traicioné...No pienso disculparme, no es la primera vez que hiero de esta manera a la gente. Toda mi vida he tenido que engañar, para sobrevivir. Y para recuperar mi pasado...Pero...Me he dado cuenta de una cosa...Si tú no estás conmigo ,o por lo menos vivo, ni mi pasado, ni mi presente, ni mi futuro, habrán tenido y nunca tendrán, sentido.-e inclinándose hacia él, lo besó con dulzura en los labios, chasqueando los dedos de una mano. Ambos brillaron, y utilizando su poder sobre la muerte, logró que una parte del dolor de él, fuese a su cuerpo.

-Kath...-iba a decir Kriket, pero se calló.

-Esto es lo único que puedo curarte, lo siento.-sonrió con tristeza cuando se separó de un poco más recuperado Edward.

-Katherine...

-No sé cuándo volveremos a vernos...Quizás la próxima vez no pueda salvarte...Quizás mueras a mis manos...Huye de mí si quieres, pero sólo te pido una cosa...Que a pesar de saber quién soy...no me odies.

El alquimista guardó silencio ante la petición de Muerte, la cual con mucha dificultad se levantó. Todo era compartido, equivalencia de intercambio. Después de todo, de eso trataba la vida. Ella lo traicionó ¿Cómo tenía el descaro de pedirle que no la odiase? se dio la vuelta mientras unos silenciosos filamentos de agua recorrían sus mejillas, escuchó el tintineo de las cadenas al romperse y supo que Edward se había soltado, pero no podía girarse, no podía siquiera mirarlo...sintió las manos del rubio amarrase a su cintura y, más por deseo que por instinto, se giró para quedar cara a cara con él.

-Para ser el amor un sentimiento tan maravilloso... ¿Por qué los humanos nos dedicamos a complicarlo, haciéndonos maldito daño?-le preguntó la morena, rodeándole el cuello con sus brazos, apoyando la cabeza sobre su hombro. Y buscó a su lado la felicidad, encontrada en estar juntos.

-Porque somos tontos...-sonrió, débilmente, él.

-Lo siento, Edward...

-Sssh...No hay de qué disculparse...hiciste lo que creíste conveniente, y si eso te hizo darte cuenta de cuánto me amas...No es que me importe demasiado.-Kriket, a pesar de encontrarse en una situación que sobraba, sabía que no debía marcharse, por eso sólo se volvió y miró la pared, pensando en sus propias cosas.

-He sido cómplice de asesinatos...

-Me lo imaginaba... ¿te arrepientes?

-Cada instante de mi vida...

-Entonces tendrás que vivir con esa carga-la agarró con dificultad de los brazos, separándola de sí-, ¿me dejarás que te ayude a sobrellevarla?-vio la mueca de dolor que se formó en su cara, dándose cuenta de que al moverle el brazo, la herida que antes estaba en su hombro y ahora en la de ella, se había abierto un poco más- ¡Katherine! ¿¡Por qué hiciste esa estupidez?

-A veces se hacen locuras...Por amor, Ed-repitió aquellas palabras celestiales de hacia tiempo atrás, dejándolo sin aliento-. Ahora, debes marcharte.-no quería que se fuera, temía no volver a verlo, a tocarlo, a sentir su calor, a ver sus ojos, a reír con o de él, a...¡Quería vivir y envejecer con él! ¿Por qué era todo tan complicado?

-¿Podréis hacerlo?

-Por supuesto, ¿no soy yo acaso la mega súper genial Katherine?

-Te olvidaste hermosa y engreída.-sonrió Edward, sentándose en el suelo con las piernas cruzadas. Ella se arrodilló frente a él.

-Has perdido mucha sangre, deben curarte cuando antes...-lo besó una fracción de segundo- Te haría yo misma una transfusión con mi sangre pero no puedo, y ahora... ¡Kriket!-el chico, misteriosamente ensimismado con la pared, se acercó a ellos, arrodillándose también. Una vez se despertase, Edward no sabría exactamente cómo habían conseguido que desapareciese de allí, para aparecer en un campo y, al instante, en la entrada del despacho de Roy, desmayado. Lo que sí recordaría el resto de sus días, serían dos ojos azules y oscuros como el mar, inundados en lágrimas de despedida.